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Indice

Introducción​……………………………………………………………………………………………………….... 1

Desarrollo​………………………………………………………………………………………………………….... 1
Marco Teórico 1
Ley Nacional de Salud Mental 7
Temas a Destacar de la Ley 9

Análisis​……………………………………………………………………………………………………………... 15

Conclusión​……………………………………………………………………………………………………….... 19

Anexos​……………………………………………………………………………………………………………... 21
Entrevista en relación a las internaciones en Salud Mental 21

Bibliografía​……………………………………………………………………………………………………….... 30
Introducción

En el presente trabajo abordaremos la temática de las internaciones psiquiátricas involuntarias


ocurridas de forma compulsiva. Para ello, analizaremos la presente ley de Salud Mental,
realizaremos una recorrida histórica para entender más a fondo cómo fueron las bases de lo que
es la actual ley. Posteriormente incluiremos un testimonio de la Dra. Cid que ejerce como
médica clínica en un neuropsiquiátrico, donde expondremos las falencias que existen de esta ley
al momento de su aplicación.

Desarrollo

Marco Teórico

La locura atravesó diferentes interpretaciones acordes al pensar y sentir de las distintas


sociedades que se fueron sucediendo a lo largo de la historia. En sus principios se le dio una
explicación mística, adjudicando a los locos el papel de poseídos por espíritus del mal y los
sacerdotes eran los encargados de curar su condición.
Durante la Edad Media, los locos deambularon por las distintas ciudades, muchas veces
burlados, maltratados, perseguidos por el resto de una sociedad que no los aceptaba ni incluía. A
fines de este periodo, desapareció la lepra en el viejo mundo, mal que asoló durante siglos estos
territorios, y a cuyos efectos se construyeron los leprosarios, lugares de encierro y aislamiento de
los leprosos. Al desaparecer este mal, los mismos quedaron vacíos. Estos lugares y los
presupuestos destinados a su manutención fueron redireccionados para el reclutamiento de otra
amenaza de las sociedades modernas: los dementes, las mujeres “de mala vida”, los miserables
y todos aquellos que no podían justificar su medio de subsistencia ante la sociedad de la época.
Es en este momento donde surgió la “institucionalización de la locura”, el loco no puede estar
disperso entre demás miembros de la sociedad, los estados deben hacerse cargo de la situación
de los mismos y se abrieron las primeras instituciones psiquiátricas.
La psiquiatría positivista, promotora de la institución asilar fue criticada desde comienzos del siglo
XX, a través de distintos movimientos en todo el mundo.
En 1903, en Francia se publicó un informe sobre la asistencia de los enfermos mentales y criticó
su situación y condiciones de vida, pero el reclamo no se dirigía a la situación de encierro en las

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instituciones asilares sino al estado en el que se encuentran dentro de las mismas, y la falta de
rigor científico para tratar las enfermedades mentales.
Se inició la lucha para lograr los servicios abiertos de atención para enfermos mentales.
Las ideas de la posguerra con los cuestionamientos sobre el hombre y la reivindicación de los
derechos humanos, inducían a un cuestionamiento sobre las instituciones psiquiátricas. Por otro
lado luego de la posguerra, la población de los auspicios provenía de los sectores más pobres de
la sociedad.
Entre todos los hechos que favorecieron la reforma institucional de los psiquiátricos se
encontraban algunos como: la guerra, que dejó a gran cantidad de individuos con necesidades de
atención psiquiátrica dentro de un sistema de salud en ruinas por falta de medios; aumentaron las
posiciones humanistas; los sectores más populares tuvieron mayor acceso a la política y la
medicina social era apoyada por los laboristas.
En Inglaterra, en 1943, se comenzó a implementar el psicoanálisis grupal, donde los enfermos
participaban del gobierno de los pabellones y comenzaron las socioterapias, creando así las
comunidades terapéuticas.
En 1944 se crearon el Seguro de Salud, y el Servicio Nacional de Salud Mental.
En 1953, la O.M.S. recomendó la transformación en comunidades terapéuticas de todos los
hospitales psiquiátricos. Lo cual concluyó en comunidades terapéuticas dentro del sistema.
Se comenzaba a considerar que las cuestiones de salud y enfermedad mental no podían ser
pensadas ni resueltas en el espacio intrapsiquiátrico exclusivamente. En 1946, se planteó la
formación de un sistema médico de atención mental de la comunidad, y la creación de un consejo
con participación de la población.
Los principios fueron:
1- Rechazo a toda forma de segregación de los enfermos.
2- Integración en el conjunto social del que emerge.
3- Asegurar la unidad e indivisibilidad de las tareas terapéuticas (trabajo en red).
4- El equipo del sector es la “célula productiva” de cuidados en salud mental, alrededor del cual
se ordena el conjunto del dispositivo material e institucional.
Se enfrentaron a dificultades tales como el aparato administrativo, la presión de la burocracia
estatal, falta de recursos humanos acorde a la política del sector.
En Italia la reforma es posterior, a partir de 1967, Basaglia impulsa la idea de la creación de las
comunidades terapéuticas.

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Basaglia contextualizó al enfermo mental (el cual se constituía como enfermo y como
estigmatizado social) como víctima de la exclusión, así como el pobre, el asocial, el delincuente, y
a estos, además, se agregaron el disminuido físico, el disminuido mental, el viejo y el marginado.
Siendo Basaglia director de un hospital al norte de Italia,tuvo que afrontar la situación de un
paciente que llevaba internado diez años, que comenzó con visitas a sus familiares y dentro de
ese contexto asesina a su esposa. Este hecho fue utilizado por la prensa en contra de la apertura
del hospital mental, lo que provocó una confrontación dentro de la sociedad: por un lado quienes
estaban a favor de la apertura y en contra de la marginalidad en la que se encuentran los
enfermos y por otro, los que reclamaban por seguridad ante la inquietud que le representaba la
“liberación de los locos”.
Basaglia, en su libro, La institución negada, publicado en 1968, no sólo expuso la situación de los
internados en los asilos sino que la equiparó a todo un rango de marginados (pobres, disminuidos
físicos y mentales, etc.), desinternalizando el problema del hospital hacia un problema
sociopolítico.
Finalmente los disturbios terminaron con la renuncia de Basaglia, pero, el problema político había
entrado en crisis y fue la base para la posterior construcción de la psiquiatría democrática.
El equipo de salud que trabajo con Basaglia, organizó un movimiento que pronto se extendió por
toda Italia, y que culminó con la ley de salud mental en 1978:
1) Apertura de hospitales para culminar con su cierre definitivo.
2) Organización de colectivos de externación de pacientes.
3) Hogares y casas para alojamiento hasta la reinserción social de los pacientes.
4) Los pacientes bajo tratamiento se atienden en centros de higiene mental de la zona a la que
corresponden.
5) Los pacientes que no pueden ser desinstitucionalizados por su patología severa, pasar a
hogares e instituciones no psiquiátricas.
Se creó el consultorio familiar del Servicio de Higiene Mental, evitando expropiación al individuo y
la comunidad de sus deberes y capacidades para enfrentar y resolver sus problemas.
Se logró crear, además, una conciencia distinta sobre el enfermo mental para evitar su
internación, para lo cual fue necesaria la creación de un frente social y político que la legitimara,
aunque este movimiento no creó métodos alternativos de abordaje. La comunidad y la familia en
sí misma, eran suficientes para resolver la problemática subjetiva del enfermo.
Pero esta idea corría el riesgo de facilitar la práctica privada, convirtiendo los centros comunitarios
en selectores de clase con atención de pacientes carenciados.

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En Estados Unidos, por otro lado, desde la década de 1930 comenzaron las denuncias hacia las
internaciones psiquiátricas y los movimientos de higiene mental.
En 1946, se fundó el instituto nacional de salud mental. Hasta 1960 se dio un programa nacional
de reformas con humanización de algunos servicios, promoción, apoyo y financiamiento de
formación profesional ligada al psicoanálisis. En 1955 se formó una comisión especial integrada
por trabajadores sociales, psiquiatras, usuarios, enfermeros, para realizar un informe sobre el
estado de la salud mental en el país que dio como resultado una reforma: el programa federal de
psiquiatría comunitaria.
En 1963 se promulgó la ley Kennedy sobre centros comunitarios de salud mental, a través de la
cual se proponía pasar de una concepción de aislamiento a una terapéutica en la comunidad, en
libertad, intentando que los individuos asumieran la responsabilidad sobre sus problemas
mentales, extendido a otras afecciones mentales como drogadictos, marginados, etc. Los centros
contaban con consultorios externos, servicios de urgencias, departamento de admisión, servicio
de consulta y educación (prevención primaria y promoción de la salud mental), internación total o
parcial, pero desgraciadamente, estas medidas no tuvieron aceptación social: sobrevino el
hospital psiquiátrico, con la incorporación del psicoanálisis, junto al mantenimiento de viejas
prácticas (electrochoque, coma insulínico, psicocirugía).
Anteriormente a los intentos de reforma de Italia y Estados Unidos, durante la segunda guerra
mundial, Erich Lindeman, difundió un modelo de intervención psiquiátrica preventiva, que llamó
“intervención en crisis”. Esta actuaba sobre el ambiente en el momento en que surgen situaciones
que afectan a individuos en reacciones que pueden ser patológicas. Más tarde, en 1976, Caplan
propuso actitud preventiva en distintos niveles:
·Primario, intervención social estudiando la comunidad para detectar fragilidad o riesgo de
enfermedad psíquica.
·Secundario, asistencia de individuos detectados enfermos, o con alto grado de riesgo de
enfermar. Es no asilar, operar con el individuo dentro de su entorno.
·Terciario, rehabilitación, internación, reeducación, hogares intermedios, reubicación en
sociedad.
Pero nuevamente, estas ideas no tuvieron apoyo ni de los profesionales, ni de la comunidad,
como consecuencia de cuestiones como el racismo, problemas religiosos, disgregación social.
En Argentina, por otro lado, alrededor de los años 50 de la mano de Ramón Carrillo, también se
comenzaron a sentir los cambios de posición en cuanto a los manicomios y el trato que se le
daban a los enfermos mentales. Sustituyó el término “alienado” usado en esa época, por “enfermo
mental”, y pretendía el reemplazo de los manicomios por hospitales mentales, quitándole así la

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calidad de “loco” a la persona y otorgándole la de “paciente”, ya que aseguraba que de no hacerlo
se perpetuaba el uso de los manicomios como reducideros humanos (Carrillo, 1974).
A partir de 1956, durante el gobierno de facto, se crearon las primeras carreras de psicología y
uno de los primeros servicios de psicopatología en un hospital general del país. Además se creó
el Instituto Nacional de Salud Mental (INSM), en 1957, cuyos fines eran prevenir las
enfermedades neuropsiquiátricas, prestar asistencia integral, y contribuir a la recuperación y
rehabilitación social de las personas que padecieran enfermedades mentales (Chiarvetti, 2008).
Este organismo ayuda a impulsar las ideas de Carrillo en cuanto a la creación de consultorios
psiquiátricos en los hospitales generales y consultorios de psiquiatría infantil. Además adoptó las
normas de Clasificación Internacional de Enfermedades (C.I.E.) pero se tardaba en aplicarlas.
En 1959, se creó la Federación Argentina de Psiquiatras (F.A.P.), donde por otro lado, comenzó a
formarse una corriente de psiquiatras que se negaban a integrar a otras carreras como pares en
el campo de la salud mental, lo que llevo que transformaran la lucha social por la Salud Mental a
una interna psiquiátrica. Por esto mismo, a medida que pasaba el tiempo, los psiquiatras más
progresistas fueron desplazando a los demás, instaurando lo que Emiliano Galende define como
“el primer movimiento científico-gremial masivo que encara políticamente la reforma en Salud
Mental” (Galende, 1990).
Además, en 1967 se promueve el Plan de Salud Mental, se crean colonias para pacientes en el
interior del país con participación de psicólogos, y se sanciona la Ley 17.132 que buscaba
instaurar el poder desde lo médico en la distribución de las funciones y el reconocimiento de las
demás profesiones en el ámbito de la salud mental.
Sin embargo, estas ideas progresistas no duraron en el tiempo, ya que con la última dictadura
militar de 1976, el autoritarismo de la misma impidió el desarrollo de la gran mayoría de los
programas vigentes y los que estaban en vías de desarrollo.
Con la vuelta de la democracia, en la presidencia de Alfonsín, se retoman las ideas progresistas
de Carrillo y se establecen estrategias generales para el abordaje de la salud mental. Algunas de
las cuales fueron: integración de las políticas de Salud Mental en las políticas generales de salud;
integración intersectorial; ampliación de la cobertura incluyendo promoción y prevención, siendo
equitativo con toda la población; participación de usuarios y prestadores en la toma de decisiones
y administración de recursos; el desplazamiento del eje centrado en Hospital-Enfermedad al
modelo Comunidad-Salud y la importancia de la atención primaria de la salud en cuestiones de
salud mental (A.P.S.) (Galli, 1986).
Además en Río Negro y otras provincias del interior, se fueron sancionando leyes que incluían,
entre otras cosas, la garantía de atención a personas que sufrieran cualquier tipo de padecimiento

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mental; la prohibición de los manicomios, neuropsiquiátricos o cualquier otro equivalente; la
obligación de privilegiar las alternativas que menos restrinjan la libertad del individuo y lo alejen
del núcleo familiar y social, estableciendo que las internaciones se producirán sólo si las
alternativas anteriores no fueran viables, como último recurso terapéutico, y en caso de que sea
imprescindible, lograr la recuperación y egreso del individuo en el menor tiempo posible
(Chiarvetti, 2008).
En base a todo esto, y algunas otras cuestiones que no mencionaremos por cuestiones de
extensión, es que se llegó a la actual ley vigente, sancionada el 25 de Noviembre del año 2010 y
promulgada el 2 de Diciembre del mismo año, de la cual ahondaremos a continuación.

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Ley Nacional de Salud Mental

La ley 26.657 (Ley N° 26657, 2010) establece el derecho a la protección de la salud mental y el
goce de los mismos para personas con padecimiento mental, adultos o menores de edad,
abarcando las adicciones como parte de la salud mental; asegurando la protección y mejorando
la atención hacia los mismos.
Define a la “salud mental” como: “un proceso determinado por procesos históricos,
socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica
una dinámica de construcción social vinculada a derechos humanos y sociales de dicha persona”.
Esta ley determina que el diagnóstico de enfermedad mental no puede hacerse en base a:
estatus político, socioeconómico, cultura, raza, religión, identidad sexual, demandas familiares o
laborales, valores morales, políticos, creencia religiosas y/o antecedente de tratamiento u
hospitalización, este último no autoriza a estimar discapacidad o riesgo de daño, ello solo se
realiza mediante una evaluación interdisciplinaria (psicólogo, psiquiatra, trabajador social, etc).
En tanto a lo que concierne a los derechos de las personas con padecimiento mental, estas
tienen derecho a recibir atención sanitaria y social integral humanizada, con acceso gratuito y
equidad de insumos, para asegurar la recuperación y preservación de la salud; a recibir atención
con principios éticos; a que se fomente su integración familiar, laboral y social; a ser acompañado
por un familiar en todo momento; a solicitar un abogado en caso de oponerse a una internación; a
que las condiciones de internación sean supervisadas por el órgano de revisión; a ser informado
sobre sus derechos, salud y tratamiento (personalizado) y tomar decisiones sobre el mismo; a no
ser discriminado; a no ser objeto de investigación o tratamientos experimentales sin
consentimientos; a no ser sometidos a trabajos forzados y recibir justa compensación por sus
tareas.
En lo que refiere a la atención, esta debe realizarse fuera del ámbito de internación, con
modalidad interdisciplinaria, pidiendo consentimiento informado para todo tipo de intervención,
brindándole al paciente información adecuada y entendible. Se debe promover el desarrollo de
consultas ambulatorias o domiciliarias, acompañado de servicios de inclusión social y laboral
después de otorgada el alta.
Adentrándonos en lo establecido para internación ​este es un recurso terapéutico de carácter
restrictivo y sólo se llevará a cabo cuando aporte más beneficios terapéuticos que el resto de las
intervenciones realizadas y debe ser lo más breve posible, siendo inaceptable para resolver
problemáticas sociales o de vivienda, en cuya cuestión debe ser el Estado el encargado de

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otorgar los recursos adecuados a través de organismos públicos competentes. Es necesario
resaltar que toda internación debe contar con consentimiento informado en personas
competentes (quienes podrán abandonar la institución cuando lo requieran y de no ser así, debe
ser evaluado por un juez) en caso contrario, debe tratarse como unna internación involuntaria,
siendo un recurso de última instancia cuando el tratamiento ambulatorio no es posible o implique
riesgo para sí o para terceros. Esta se debe notificar de manera obligatoria en un plazo de diez
horas a un juez competente (siendo el único en poder solicitar una internación involuntaria), quien
en un plazo de tres días debe autorizar, habiendo evaluado que las condiciones están provista
por la ley de manera adecuada; además debe solicitar información ampliatoria con una
periodicidad no mayor a treinta días para decidir la externacion; denegar en caso que no existan
los supuestos necesarios para una internación involuntaria. Así mismo, el alta no requiere de la
autorización de un juez.
Desde otra perspectiva, se decreta que las internaciones deben ser llevadas a cabo en hospitales
generales, quienes deben contar con los recursos necesarios, responsabilizando al personal de
salud de informar al Órgano de Revisión o juez cualquier sospecha de irregularidad, quedando
prohibida la creación de nuevos psiquiátricos.
En cuanto a las derivaciones para tratamiento, esta sólo se debe realizar a lugares que cuenten
con mayor apoyo y/o contención.

Por otro lado, la Autoridad de Aplicación debe:


● Establecer las bases en un plan nacional acorde a los principios establecidos.
● Incluir proyectos de presupuesto.
● Promover capacitación de profesionales.
● Promover el desarrollo de estándares de habilitación y supervisión periódica de los
servicios de salud mental públicos y privados.
● Realizar censo a todos los centros de internación cada 2 años.
● Desarrollar planes de prevención en salud mental y de inserción social y laboral para
personas con padecimiento mental.
● Adecuar la cobertura en salud mental de las obras sociales.

El Órgano de Revisión debe:


● Ser multidisciplinario (estar integrado por el Ministerio de la Nación, Secretaría de
Derechos Humanos, Ministerio de la Defensa, y asociaciones de usuarios, familiares,

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profesionales y otros trabajadores de la salud, abocados en la defensa de los Derechos
Humanos).
● Requerir información de las instituciones.
● Supervisar las condiciones de intervención.
● Controlar que se cumplan con los requisitos y condiciones de las derivaciones.
● Informar a la Autoridad de Revisión sobre las evaluaciones realizadas y proponer
modificaciones pertinentes.
● Requerir intervención judicial en caso de irregularidad.
● Hacer prestaciones que evalúen y sanciones las conductas de los jueces en situaciones en
las que hubiese irregularidades.
● Realizar modificaciones o propuestas en salud mental tendientes a garantizar los Derechos
Humanos.
● Controlar el cumplimiento de la ley y de los Derechos Humanos.
● Crear órganos de revisión en cada jurisdicción sosteniendo espacios de de intercambio,
capacitación y coordinación a efecto del cumplimiento eficiente de sus funciones.

Para concluir, desde otro ángulo, dicha ley dicta Convenios de Cooperación con otras provincias,
estableciéndose:
● Convenios con jurisdicciones para garantizar el desarrollo de acciones conjuntas
tendientes a implementar los principios expuestos en la presente ley.
Tales convenios deben incluir:
1. Cooperación técnica y económica para la implementación de la presente ley.
2. Cooperación para la realización de programas de capacitación permanente de los
equipos de salud con participación de universidades.
3. Asesoramiento de las jurisdicciones para la aplicación de políticas de salud mental.

Temas a Destacar de la Ley

Focalizando y adentrándonos en el tema que abarca la presente monografía, consideramos


importante destacar el capítulo VII de la Ley N° 26.657, donde habla de las internaciones en
Salud Mental con sus correspondientes artículos.

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Internaciones

ARTÍCULO 14. — La internación es considerada como un recurso terapéutico de


carácter restrictivo, y sólo puede llevarse a cabo cuando aporte mayores beneficios
terapéuticos que el resto de las intervenciones realizables en su entorno familiar,
comunitario o social. Debe promoverse el mantenimiento de vínculos, contactos y
comunicación de las personas internadas con sus familiares, allegados y con el
entorno laboral y social, salvo en aquellas excepciones que por razones terapéuticas
debidamente fundadas establezca el equipo de salud interviniente.

ARTÍCULO 15. — La internación debe ser lo más breve posible, en función de


criterios terapéuticos interdisciplinarios. Tanto la evolución del paciente como cada
una de las intervenciones del equipo interdisciplinario deben registrarse a diario en la
historia clínica. En ningún caso la internación puede ser indicada o prolongada para
resolver problemáticas sociales o de vivienda, para lo cual el Estado debe proveer los
recursos adecuados a través de los organismos públicos competentes.

ARTÍCULO 16. — Toda disposición de internación, dentro de las CUARENTA Y


OCHO (48) horas, debe cumplir con los siguientes requisitos:

a) Evaluación, diagnóstico interdisciplinario e integral y motivos que justifican la


internación, con la firma de al menos dos profesionales del servicio asistencial donde
se realice la internación, uno de los cuales debe ser necesariamente psicólogo o
médico psiquiatra;

b) Búsqueda de datos disponibles acerca de la identidad y el entorno familiar;

c) Consentimiento informado de la persona o del representante legal cuando


corresponda. Sólo se considera válido el consentimiento cuando se presta en estado
de lucidez y con comprensión de la situación, y se considerará invalidado si durante el
transcurso de la internación dicho estado se pierde, ya sea por el estado de salud de
la persona o por efecto de los medicamentos o terapéuticas aplicadas. En tal caso
deberá procederse como si se tratase de una internación involuntaria.

ARTÍCULO 17. — En los casos en que la persona no estuviese acompañada por


familiares o se desconociese su identidad, la institución que realiza la internación, en

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colaboración con los organismos públicos que correspondan, debe realizar las
averiguaciones tendientes a conseguir datos de los familiares o lazos afectivos que la
persona tuviese o indicase, o esclarecer su identidad, a fin de propiciar su retorno al
marco familiar y comunitario lo antes posible. La institución debe brindar colaboración
a los requerimientos de información que solicite el órgano de revisión que se crea en
el artículo 38 de la presente ley.

ARTÍCULO 18. — La persona internada bajo su consentimiento podrá en cualquier


momento decidir por sí misma el abandono de la internación. En todos los casos en
que las internaciones voluntarias se prolonguen por más de SESENTA (60) días
corridos, el equipo de salud a cargo debe comunicarlo al órgano de revisión creado en
el artículo 38 y al juez. El juez debe evaluar, en un plazo no mayor de CINCO (5) días
de ser notificado, si la internación continúa teniendo carácter voluntario o si la misma
debe pasar a considerarse involuntaria, con los requisitos y garantías establecidos
para esta última situación. En caso de que la prolongación de la internación fuese por
problemáticas de orden social, el juez deberá ordenar al órgano administrativo
correspondiente la inclusión en programas sociales y dispositivos específicos y la
externación a la mayor brevedad posible, comunicando dicha situación al órgano de
revisión creado por esta ley.

ARTÍCULO 19. — El consentimiento obtenido o mantenido con dolo, debidamente


comprobado por autoridad judicial, o el incumplimiento de la obligación de informar
establecida en los capítulos VII y VIII de la presente ley, harán pasible al profesional
responsable y al director de la institución de las acciones civiles y penales que
correspondan.

ARTÍCULO 20. — La internación involuntaria de una persona debe concebirse como


recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean posibles los abordajes
ambulatorios, y sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare
situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. Para que proceda la
internación involuntaria, además de los requisitos comunes a toda internación, debe
hacerse constar:

a) Dictamen profesional del servicio asistencial que realice la internación. Se debe


determinar la situación de riesgo cierto e inminente a que hace referencia el primer

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párrafo de este artículo, con la firma de dos profesionales de diferentes disciplinas,
que no tengan relación de parentesco, amistad o vínculos económicos con la persona,
uno de los cuales deberá ser psicólogo o médico psiquiatra;

b) Ausencia de otra alternativa eficaz para su tratamiento;

c) Informe acerca de las instancias previas implementadas si las hubiera.

ARTÍCULO 21. — La internación involuntaria debidamente fundada debe notificarse


obligatoriamente en un plazo de DIEZ (10) horas al juez competente y al órgano de
revisión, debiendo agregarse a las CUARENTA Y OCHO (48) horas como máximo
todas las constancias previstas en el artículo 20. El juez en un plazo máximo de TRES
(3) días corridos de notificado debe:

a) Autorizar, si evalúa que están dadas las causales previstas por esta ley;

b) Requerir informes ampliatorios de los profesionales tratantes o indicar peritajes


externos, siempre que no perjudiquen la evolución del tratamiento, tendientes a
evaluar si existen los supuestos necesarios que justifiquen la medida extrema de la
internación involuntaria y/o;

c) Denegar, en caso de evaluar que no existen los supuestos necesarios para la


medida de internación involuntaria, en cuyo caso debe asegurar la externación de
forma inmediata.

El juez sólo puede ordenar por sí mismo una internación involuntaria cuando,
cumplidos los requisitos establecidos en el artículo 20, el servicio de salud
responsable de la cobertura se negase a realizarla.

ARTÍCULO 22. — La persona internada involuntariamente o su representante legal,


tiene derecho a designar un abogado. Si no lo hiciera, el Estado debe proporcionarle
uno desde el momento de la internación. El defensor podrá oponerse a la internación y
solicitar la externación en cualquier momento. El juzgado deberá permitir al defensor el
control de las actuaciones en todo momento.

ARTÍCULO 23. — El alta, externación o permisos de salida son facultad del equipo de
salud que no requiere autorización del juez. El mismo deberá ser informado si se

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tratase de una internación involuntaria, o voluntaria ya informada en los términos de
los artículos 18 ó 26 de la presente ley. El equipo de salud está obligado a externar a
la persona o transformar la internación en voluntaria, cumpliendo los requisitos
establecidos en el artículo 16 apenas cesa la situación de riesgo cierto e inminente.
Queda exceptuado de lo dispuesto en el presente artículo, las internaciones realizadas
en el marco de lo previsto en el artículo 34 del Código Penal.

ARTÍCULO 24. — Habiendo autorizado la internación involuntaria, el juez debe


solicitar informes con una periodicidad no mayor a TREINTA (30) días corridos a fin de
reevaluar si persisten las razones para la continuidad de dicha medida, y podrá en
cualquier momento disponer su inmediata externación.

Si transcurridos los primeros NOVENTA (90) días y luego del tercer informe
continuase la internación involuntaria, el juez deberá pedir al órgano de revisión que
designe un equipo interdisciplinario que no haya intervenido hasta el momento, y en lo
posible independiente del servicio asistencial interviniente, a fin de obtener una nueva
evaluación. En caso de diferencia de criterio, optará siempre por la que menos
restrinja la libertad de la persona internada.

ARTÍCULO 25. — Transcurridos los primeros SIETE (7) días en el caso de


internaciones involuntarias, el juez, dará parte al órgano de revisión que se crea en el
artículo 38 de la presente ley.

ARTÍCULO 26. — En caso de internación de personas menores de edad o declaradas


incapaces, se debe proceder de acuerdo a lo establecido por los artículos 20, 21, 22,
23, 24 y 25 de la presente ley. En el caso de niños, niñas y adolescentes, además se
procederá de acuerdo a la normativa nacional e internacional de protección integral de
derechos.

ARTÍCULO 27. — Queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos


manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos
o privados. En el caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y
principios expuestos, hasta su sustitución definitiva por los dispositivos alternativos.
Esta adaptación y sustitución en ningún caso puede significar reducción de personal ni
merma en los derechos adquiridos de los mismos.

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ARTÍCULO 28. — Las internaciones de salud mental deben realizarse en hospitales
generales. A tal efecto los hospitales de la red pública deben contar con los recursos
necesarios. El rechazo de la atención de pacientes, ya sea ambulatoria o en
internación, por el solo hecho de tratarse de problemática de salud mental, será
considerado acto discriminatorio en los términos de la ley 23.592.

ARTÍCULO 29. — A los efectos de garantizar los derechos humanos de las personas
en su relación con los servicios de salud mental, los integrantes, profesionales y no
profesionales del equipo de salud son responsables de informar al órgano de revisión
creado por la presente ley y al juez competente, sobre cualquier sospecha de
irregularidad que implicara un trato indigno o inhumano a personas bajo tratamiento o
limitación indebida de su autonomía. La sola comunicación a un superior jerárquico
dentro de la institución no relevará al equipo de salud de tal responsabilidad si la
situación irregular persistiera. Dicho procedimiento se podrá realizar bajo reserva de
identidad y contará con las garantías debidas del resguardo a su fuente laboral y no
será considerado como violación al secreto profesional.

Debe promoverse la difusión y el conocimiento de los principios, derechos y garantías


reconocidos y las responsabilidades establecidas en la presente ley a todos los
integrantes de los equipos de salud, dentro de un lapso de NOVENTA (90) días de la
sanción de la presente ley, y al momento del ingreso de cada uno de los trabajadores
al sistema.

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Análisis

Para iniciar con el análisis es necesario establecer el concepto de internación compulsiva. Hana
Fischer, escritora​, investigadora y columnista de temas internacionales en distintos medios de
prensa en Uruguay; dice (Fischer, 2019) que nos referimos “concretamente, a la “internación
compulsiva” en hospitales psiquiátricos u otros centros de salud de análoga índole, alegando las
más diversas justificaciones. Pero en el fondo, esas prácticas tienen el mismo oscuro propósito:
sacar de circulación a las personas que no se ajustan a rígidas pautas de conducta, ya sea de
índole social o política.” Es realmente importante partir de la base que desinternalizar los
problemas y/o causas de internaciones compulsivas en el ámbito de la salud mental, requiere de
una externaciòn de problemas sociopolíticos que se encuentran plasmados y abarcados en el
marco legal por una ley establecida, que escasamente se cumple y coincide con la realidad.
Para poder analizar dichos problemas y las causas/consecuencias de los mismos, es fundamental
conocer completamente la ley 26.657 e interiorizarnos en la realidad actual de los
neuropsiquiátricos, para así entender la brecha que los divide.
A partir de aquí es que decidimos realizar una visita al Hospital José A. Esteves, hospital
neuropsiquiátrico para mujeres, ubicado en la localidad de Temperley, Lomas de Zamora. Donde
fuimos recibidas por la Dra. ​María Florencia Cid, médica clínica y jefa del servicio de clínica
dentro del hospital, quien nos brindó amablemente todos los detalles necesarios para entender el
funcionamiento del neuropsiquiátrico y especialmente, en el ámbito de las internaciones (ver
entrevista completa en el apartado de anexos).
Siendo conscientes de las diversas temáticas en los que podemos ahondar las problemáticas de
las internaciones compulsivas, desarrollaremos y ampliaremos los distintos puntos, tanto de
encuentro y desencuentro que se destacan.
Ubicándonos en la perspectiva de las internaciones dentro del Hospital Esteves, podemos
entender como principales motivos de internaciones compulsivas causas no meramente
patológicas o clínicas. La doctora Cid dice que: “Hay pocas pacientes que vienen por primera vez
y hay mucha recaída en las patologías, demasiadas reinternaciones por abandono de medicación
o la familia no las traen.”, y además agrega que: “Hay pacientes que hacen años, diez, quince,
cincuenta, que están internadas acá. Que no se les puede dar el alta porque no tenemos dónde
mandarlas, ese es el problema.” Entonces podemos entender la falta de relación de las
internaciones compulsivas con los cuadros específicos de salud mental y la importancia de las
medidas sociopolíticas bien establecidas y reguladas. La ley previamente nombrada, establece

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dos puntos que debemos vincular con lo mencionado recientemente por la médica clínica del
establecimiento visitado:

Capítulo VII- Artículo 15.

· La internación debe ser lo más breve posible, en función de criterios


terapéuticos interdisciplinarios.

· (…) En ningún caso la internación puede ser indicada o prolongada para


resolver problemáticas sociales o de vivienda, para lo cual el Estado debe


proveer los recursos adecuados a través de los organismos públicos
competentes.

Es decir que, siendo consciente de la realidad vivida en los neuropsiquiátricos no sólo por
lógica médica, sino por los datos en relación a las internaciones compulsivas y las causas
consecuentes; es entendible la falta de cumplimiento del artículo 15, ya que se debe evitar
el desamparo social de las pacientes, teniendo presente la falta de acompañamiento tanto
familiar como comunitario, así como también la necesidad de ir más allá de una imposición
legítima que no incluye las problemáticas sociales. Estas últimas no sólo no son abarcadas,
sino que son ignoradas y excluidas de las políticas públicas que deberían focalizar en la
reinserción de dichas pacientes.

En tanto a lo que nos concierne a los derechos de las personas con padecimiento mental,
como se menciona en la Ley 26.657 estas “tienen derecho a recibir atención sanitaria y
social integral humanizada, con acceso gratuito y equidad de insumos, para asegurar la
recuperación y preservación de la salud; a recibir atención con principios éticos; a que se
fomente su integración familiar, laboral y social”

Podemos señalar sobre el mismo aspecto lo mencionado por la doctora, quien dice que
“según la ley de salud mental, que hace 15 años que está en vigencia, todos los hospitales
generales tienen que tener un sector destinado a internación de pacientes psiquiátricos. Lo
que pasa es que los hospitales no quieren tenerlos (…)”.

A partir de aquí podemos destacar que, el derecho a recibir atención sanitaria y social
integral humanizada, con acceso gratuito y equidad de insumos, no se cumple ya que no se
desarrollaron los cambios y capacitaciones del personal de salud para descentralizar la
atención en padecimientos mentales, lo cual genera la exclusión a ciertas y exclusivas

16
instituciones, el colapso de las mismas y el aporte al estigma social que irrumpe desde años
en todos los tipos de sociedades. Como aporte de la segmentación en el ámbito de salud
mental, es fundamental mejorar el trabajo en red, donde no solo se conozcan lugares de
derivación en momentos críticos, sino para llevar un mejor manejo de las internaciones
compulsivas.

Como otro punto del mismo aspecto a desgranar, la doctora Cid acota un dato interesante
sobre el personal y el vínculo con las pacientes “El tipo de paciente y la calidad de las
mismas cambió. Yo estoy hace 20 años acá, antes había pacientes que sabían tejer,
bordaban, trabajaban afuera, hacían jardinería o huerta, tenían otras actividades. Pero el
personal de enfermería cambió, las cabas viejas que estaban y las hacían hacer todo ya no
están. Y vos pensás “¡qué mal!, la paciente enferma”, ¡no! Lo tiene que hacer, pero ya esa
cultura no la traen.”; retomando el hecho de “recibir atención con principios éticos”: es muy
importante la capacitación y la estimulación proveniente del personal de salud que más
frecuenta con las pacientes. Una paciente de salud mental debe ser autónoma y dentro de
sus capacidades cognitivas, debe poder conocer sus derechos, para que en su momento de
externación tener una mayor facilidad de reinserción en la comunidad.

La institucionalización en general y la internación psiquiátrica en particular siguen siendo


prácticas utilizadas en la mayoría de los países subdesarrollados y periféricos, incluyendo a
Argentina. Si bien en los últimos años se han puesto en marcha diversos programas para la
reinserción social, asimismo, las obras sociales o los organismos de financiación del Estado
no brindan apoyo a este tipo de programas, los apoyos estatales se encuentran
empobrecidos para que garanticen proyectos de vida alternativos, propios y/o integrados en
otros espacios de la vida comunitaria, aislando a la persona vulnerable y aumentando el
riesgo de nuevas internaciones futuras, siendo la institucionalización en hospitales
psiquiátricos bajo un modelo asilar.

Como hito del trabajo presente debemos entender la importancia que conlleva, el
conocimiento de las internaciones compulsivas en todos los niveles de atención para su
ejercicio habitual diario. Ya que, si se busca disminuir la simultaneidad de las internaciones
compulsivas y la prolongación de la internación para evitar los reiterados ingresos, es
fundamental poner en práctica lo establecido por Caplan, quien, como mencionamos
anteriormente, propuso actitud preventiva en distintos niveles:

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·Primario, intervención social estudiando la comunidad para detectar fragilidad o
riesgo de enfermedad psíquica.

·Secundario, asistencia de individuos detectados enfermos, o con alto grado de


riesgo de enfermar. Es no asilar, operar con el individuo dentro de su entorno.

·Terciario, rehabilitación, internación, reeducación, hogares intermedios, reubicación


en sociedad.

18
| 22 2QConclusión

A modo de concluir y reQunir los temas trazados en relación a la Ley 26.657 y la realidad de
las internaciones compulsivas, entendemos que es necesaria mayor eficacia del Órgano de
Revisión para que intervenga en la brecha que existe y se incrementa continuamente,
mediante los diversos aspectos que lo comprometen. Tales como la mejora en el
funcionamiento de las instituciones sanitarias, tanto en infraestructura, como en
capacitación del personal de salud y asignación de recursos necesarios, con el fin de
descentralizar la atención unificada en los neuropsiquiátricos, así como también para
irrumpir una vez más, con la marginalización social de los pacientes mentales; y mejorar el
trabajo en red para abarcar los tres niveles de atención. Además de lo anterior, sería
pertinente y de carácter obligatorio enfatizar en su deber de velar por el cumplimiento de la
ley, en todas las esferas de implementación, ya sea desde la comunitario, la sanitaria o la
judicial, porque como se explicó previamente en el trabajo, muchas veces la falla no está
sólo en la esfera sanitaria.

No debemos olvidar mencionar, la importancia de intervenir en la educación e información


sobre el tema, no sólo en pacientes, personal de salud y familias que es fundamental, sino
también en la comunidad para mejorar la promoción y prevención de un tema un poco usual
en la sociedad que carga con demasiada estigma. Se debe informar a la población general
sobre los derechos con los que goza una persona con enfermedad mental y para esto es
imprescindible que se conozca la Ley de Salud Mental.

Por último, y no menos importante, mejorar la calidad en el manejo y la autonomía de los


Qpacientes, para lograr una mejor reinserción social. Existen organizaciones (como las
“granjas comunitarias”) que se encargan de la rehabilitación de muchas de estas personas
(principalmente de las personas que sufren de adicciones, las cuales también están
contempladas dentro de la ley pero sufren el mismo destino que las personas que tienen un
desorden mental por otras causas), pero cotidianamente estas instituciones no reciben
ayuda por parte del Estado y subsisten de donaciones o lo que logran recaudar por sus
propios medios. Una buena idea, podría ser crear un trabajo en red con el sistema de salud
para que, ya que el sistema está colapsando por la falta de lugar físico para albergar a
tantos pacientes, la rehabilitación y la reinserción en sociedad pudieran hacerse con este

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tipo de instituciones, donde el trato es más personal, pueden aprender un oficio y por ende
generar autonomía, ya que gracias a eso pueden lograr ser autosustentables.

20
Anexos

Entrevista en relación a las internaciones en Salud Mental

Nos presentamos en el Hospital José A. Esteves para realizarle una entrevista, en el marco de la
Salud Mental, a la Doctora María Florencia Cid.
-Bueno, primero queríamos saber un poco sobre vos y el manejo del hospital.
-Me llamo María Florencia Cid y hace 21 años estoy en el hospital, soy médica clínica y ahora
tengo el cargo de jefa de servicio de clínica.
Les cuento un poco sobre el hospital, es monovalente, solo psiquiatría, en mujeres. Acá se
internan mujeres a partir de los 18 años. Esta institución incluye la internación psiquiátrica y
actualmente, tiene 700 pacientes internadas. Ingresan por el servicio de admisión las pacientes
agudas, hay consultorios externos mixtos. Además, les recuerdo que la internación es
exclusivamente de mujeres.
Ingresan por admisión, donde las recibe un equipo interdisciplinario, formado por psicólogos,
psiquiatras, trabajadores sociales. Ahí establecen mediante criterios y se evalúan su
compensación para determinar, si tiene el alta junto a permiso de paseo o si se ingresa al
hospital, según la cantidad de tiempo que requiera la paciente.
-En admisión, ¿la atención también es mixta?
-No, solamente se atienden mujeres. Mixto son únicamente los consultorios externos, lo
ambulatorio. Sí se da atención por guardia de varones, pero el problema es cuándo se tienen que
internar y buscar la derivación. Los hospitales que tienen servicio de psiquiatría con internación,
en realidad según la Ley de Salud Mental, que hace 15 años que está en vigencia, todos los
hospitales generales tienen que tener un sector destinado a internación de pacientes
psiquiátricos. Lo que pasa es que los hospitales no quieren tenerlos, ni varones ni mujeres,
porque es muy difícil el manejo del paciente psiquiátrico, sobre todo cuando viene en agudo. Hay
pacientes que son depresivos y vienen con un intento de suicidio, que con contenerlos es más
normal, pero los que vienen excitados y tenés que usar sujeción… es difícil.
Retomando, el hospital de la zona que tiene residencia y psiquiatría, es el Evita de Lanús.
Después los otros hospitales no tienen un servicio así.
-En caso de haya un hombre y descompensado, ¿dónde se lo deriva?
-Nosotros habitualmente los que hacemos es la evaluación en la guardia y se hace una
internación en el Hospital Evita. Sino el otro hospital que es monovalente es el Borda, pero está

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en capital. También está el Hospital de Alejandro Korn, el Melchor Romero, pero son bastante
selectivos. Ese tiene internación de mujeres y hombres, además tiene que es hospital general.
-En cuanto a este hospital, ¿cómo se distribuyen?
-Bueno, hay tres sectores. Uno es el sector de urgencias, donde entran los pacientes agudos, que
tiene dos salas. Una es admisión y la otra se llama Jersey, que trabajan en conjunto con un total
de 50 camas.
Después hay dos partes: internación de mediano plazo, que tiene entre cinco y seis salas; y
después está internación de largo plazo, donde hay pacientes más adultas que no tienen
posibilidades de tener una externación, internación prolongada.
También está la sala de internación, que en este momento no se encuentra en su lugar por
refacciones, donde tenemos veinte camas disponibles, para las pacientes que requieren un poco
más de complejidad. Esa complejidad implica ponerle un suero, ver fracturas porque no tenemos
especialidades para eso. Solamente tenemos neurología, hay una kinesióloga, dos técnicas en
rayos, una técnica que realiza electrocardiograma y electroencefalografía. Además hay una
ginecóloga, nutricionistas y una odontóloga.
Todo lo quirúrgico y traumatológico, se deriva.
-¿A dónde las derivan?
-Fundamentalmente derivamos al Gandulfo, que es el hospital que queda más cerca de acá. Pero
lo que pasa que los hospitales están saturados. Por ejemplo, a una paciente que se fractura, las
mandamos ahí, las evalúan y si son quirúrgicas, las regresamos junto al pedido de prótesis, y
cuando esta (la prótesis) esté las llevamos para que sean operadas.
A veces en la espera, se consolida la cadera y no se opera. Es así.
Entonces en los demás hospitales, ¿sólo se hace lo ambulatorio?
En general sí, pero si requieren internación se las interna y quedan allá. Lo que pasa es que los
dispositivos no están armados, como para sostener un paciente psiquiátrico en un hospital
general.
El problema es, que no tenemos el personal suficiente para que cada paciente en interacción,
fuera de este hospital, esté acompañado, ya que el sesenta o setenta por ciento de las pacientes
no tiene familia. Entonces es muy difícil.
-En esos casos, ¿qué pasó? ¿Se internaron solas o la familia las abandonó?
-A veces se internan. Primero, la enfermedad psiquiátrica es horrible, entonces hay que entender
la parte de la familia. Hay muchas pacientes que ingresan de la calle, la policía las encuentra y las
trae sin documentos, acá le tenemos que hacer la documentación. A veces nunca encontramos a

22
la familia, tenemos pacientes que estuvieron muchísimos años por no tener a nadie. Como
también aparecen familiares que las encuentran gracias al hospital.
Ahora estamos haciendo estadística. Toda paciente que entra, dentro de las cuarenta y ocho o
setenta y dos horas, le sacamos una foto y huellas dactiloscópicas, se escanean y guardan en
una base de datos. Así, cuando tenemos una paciente, podemos por esa ficha dactiloscópica o
por sus datos personales, saber si ya estuvo internada, si perdió el documento, quién es. Otras
veces dependemos de que el personal recuerde quién es. A veces es muy sencillo y otras,
dificilísimo.
-¿Ha sucedido que la trae la familia y no vuelve más?
-Sí, hay veces que la familia la interna y dejan un teléfono que no es, llamás y obviamente, nadie
te responde. Igual acá todas las pacientes que ingresan, se realiza intervención con el juzgado.
Entonces, hacemos la notificación e interviene el juzgado. Pero muchas veces no tienen plata
para llegar, para viajar. Es también un problema social y muchas pacientes están así.
-¿Generalmente son pacientes de la zona?, ¿o llegan de otros lados?
-Hay muchas pacientes de la zona, pero como es el único hospital monovalente que interna
mujeres, vienen de todas las zonas sin importar la distancia. Hasta de otros países, que es muy
difícil generar el contacto.
Después muchas pacientes que tienen la posibilidad de externarse. Acá hay un programa de
externación que se llama PERA que está subvencionado por la provincia. Entonces en general lo
que se trata de hacer es, la trabajadora social les tratan de hacer alguna pensión o el trámite de
discapacidad y les dan un subsidio. Si se puede, cuando son mayores de setenta años, les dan
un subsidio y obra social, en general es PAMI, y además tiene un pequeño monto de dinero.
-¿Son las pensiones?
-Lo que pasa es que cuando les gestionan esas pensiones, son graciables, que no tienen un
monto de dinero sino que les dan la obra social. Las trabajadoras sociales tienen varias
posibilidades para hacer.
Si es una joven con posibilidad de externarse, le tratan de gestionar una pensión un poquito más
alta, pero tienen ProFe, que funciona muy mal y es preferible que no tengan nada. Después, las
pacientes que son mayores de setenta años, se les gestiona una pensión graciable, que no les
dan plata pero tienen PAMI, y con esa obra social están un poco más cubiertas. Por último, hay
otras pacientes, que tiene otro tipo de trámite, que no recuerdo el nombre, pero les da la
posibilidad de externarlas y el hospital o la provincia, se hacen cargo del alquiler de unas casitas.
Se hace en grupo de tres a cuatro pacientes, y están a cargo de un psiquiatra que va una vez por
semana, también enfermas que van a asistir pero no están constantemente con ellas. Muchas

23
veces lo que pasa es que las pacientes recaen, no toman la medicación. La reinserción sin familia
es difícil.
-¿Las internaciones se prolongan por problemáticas sociales?
-Hay pacientes que hacen años, diez, quince, cincuenta, que están internadas acá. Que no se les
puede dar el alta porque no tenemos dónde mandarlas, ese es el problema. Cuando son
pacientes que tienen la posibilidad de darles el alta, hay un nuevo programa. Uno es PERA:
Programa de Rehabilitación y Externación Asistida, y que tiene subvención del estado: pagan el
alquiler de las casas y hay un sector que se llama “Libremente”, externo al hospital.
-¿Es como una capacitación?
-Claro, hay pacientes que pueden hacer cursos, ahí mismo los dan. Es en Temperley y es abierto
a la comunidad.
Después acá dentro del hospital, hay un sector que se llama “Crear” donde dan talleres para las
pacientes que tienen posibilidades de ir, y que quieran ir. Hay talleres de pintura, de yoga,
costura. Antes había un sector que se llamaba “pañalera”, les daban los insumos y fabricaban
pañales y apósitos, después los vendían así como también proveían al hospital. Pero eso se
desarticuló.
Dentro de esos talleres dan jardinería, había una huerta. Es desgastante y lleva mucho trabajo
que los pacientes se enganchen. Aunque cada vez las pacientes se enganchan menos.
-¿Por tema de presupuesto o de las pacientes?
-El tipo de paciente y la calidad de las mismas cambió. Yo estoy hace 20 años acá, antes había
pacientes que sabían tejer, bordaban, trabajaban afuera, hacían jardinería o huerta, tenían otras
actividades. Pero el personal de enfermería cambió: las cabas viejas que estaban y las hacían
hacer todo ya no están. Y vos pensás: “¡qué mal! la paciente enferma”, ¡no! Lo tiene que hacer,
pero ya esa cultura no la traen. Hay muchísimas pacientes que son adictas, que son marginales,
que son muy agresivas y que no se hacen nada. Pero sí saben pedir monedas y cigarrillos, que
es con lo que vienen de afuera.
Mucha gente viene a la farmacia a retirar medicación y después la vende, que no están
internados. Ese es el predominio de perfil de pacientes que hay en los neuropsiquiátricos.
Muchos adictos y por el estrato social, hay más que nada adictos al paco. Es un manejo mucho
más difícil por sus condiciones y encima acá en el hospital no hay ningún dispositivo que trate
adictos. No hay psiquiatras que hagan la parte de adicciones. Entonces los adictos, en general lo
que se hace es derivarlos a otro lado para que hagan y tengan otra atención.
-¿Dónde se los deriva?

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-Uno de los dispositivos que hay es “Pueblo de La Paz”, que se hacen internaciones tipo granja y
está cerca de la Universidad de Lomas de Zamora.
-¿Cuáles son los motivos más comunes por los que son internadas las pacientes?
-Lo que justifica la internación es cualquier situación que tenga compromiso tanto para el paciente
como para terceros; que esté el paciente descompensado. Después, cuadros depresivos, intentos
de suicidio, cuadros de psicosis descompensadas. Mujeres con adicciones y cuadros psicóticos,
también hay mujeres que desarrollan un trastorno de la personalidad, que son border y se tienen
que internar. Después hay muchas que las encuentran en situación de calle o que están
agrediendo a otra gente, y por intervención del juzgado, se quedan acá. Hay pocas pacientes que
vienen por primera vez y hay mucha recaída en las patologías, demasiadas re internaciones por
abandono de medicación o la familia no las traen.
-Del servicio penal, ¿hay internaciones?
-No tenés internación de penitenciaría en el hospital. Sí tenemos pacientes que tuvieron causas
penales por homicidio o robos y están internadas acá.
-¿Porque son inimputables?
-Porque son pacientes que cometieron un homicidio, fueron llevadas a la cárcel y cumplen la
condena acá por ser inimputables. Hemos tenido pacientes que estuvieron en la cárcel y después
las mandan para terminar de cumplir su condena, junto a un policía de custodia. Pero no son la
mayoría.
-Cuando entran por admisión, ¿cuáles serían los criterios para internarlas?
-A las pacientes las evalúan. Hay, en guardia, dos psiquiatras y un médico clínico, y además
hacen doce horas de guardia. Hay residencias de psiquiatría, psicología y trabajo social. En la
guardia, salvo algunas excepciones, tienen dos psiquiatras, residentes y un médico clínico.
Entonces cuando ingresa un paciente, le avisan al que está de guardia para evaluarla. Este tiene
que venir acompañado por un familiar y con documento de identidad. Si vienen solos, con
documento de identidad, sino, no se los recibe. Si lo encontraron en la vía pública sin documento,
se remite a la comisaría para hacer las huellas dactiloscópicas y con eso se lo ingresa al hospital,
porque si se la deja internada después no sabemos a quién estamos internando.
Eso es un requisito indispensable, sino, no entra al hospital.
Una vez que la evalúan, ven si tiene riesgo, o si es una paciente que tiene que estar internada
para hacer tratamiento, se queda. Sino en la guardia, la evalúa el psiquiatra, se medica y externa
con citación en cuarenta y ocho horas para control en guardia nuevamente, así realizan el
reajuste de la medicación. Muchas veces, son pacientes que las internan, las compensan en
quince días y les pueden dar el alta, porque hay muy poca cantidad de turnos para pacientes

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nuevas en el hospital porque está saturado. Entonces se le da, en una de las salas se realiza un
dispositivo que no recuerdo el nombre. Les hacen un seguimiento cada quince días, junto a la
entrevista y el reajuste de medicación y las siguen asistiendo hasta conseguir turno en este
hospital, o si no es de la zona, le consiguen un turno en otro hospital.
-Y… ¿las condiciones para egreso?
-El paciente tiene que estar compensado, tiene que haber cesado el cuadro por el que se lo
interno y estar con el ajuste de medicación que necesite.
-¿Existen abandonos voluntarios?
-Existen demasiadas fugas, es un hospital de puertas abiertas aunque haya seguridad. Escapan
por la puerta o saltan el paredón. Se ve demasiado en pacientes con adicciones, más cuando
vienen engañadas por la familia y no quieren estar acá internadas.
Cuando es así, tenemos que hacer denuncia judicial por búsqueda de personas, porque es un
riesgo, ya que estaba bajo nuestra custodia. La mayoría de las veces, vuelven a la casa, otras las
encuentran dando vueltas por la calle.
Cuando se fugan, se les reserva la cama setenta y dos horas, después ya se les da de baja. Si
tienen que volver a ingresar, se repite el paso por admisión. Se las evalúa nuevamente, o se las
medica y se van. Lleva su tiempo porque las evaluaciones y entrevistas son largas.
Algo que se ve mucho son pacientes que las traen por abuso dentro de la familia, y es terrible, se
tiene que desplegar un dispositivo donde se la trata y se la devuelve al mismo lugar del conflicto,
hay agujeros que no se pueden cubrir. Hay muchísima problemática social. La paciente acá está
protegida, se toman las medidas necesarias y si el núcleo familiar está enfermo, sólo podemos
realizar las denuncias judiciales pero ese mecanismo no siempre se activa. Es muy complicado.
Otra cosa que se hace acá, es que a todas las pacientes que están en edad reproductiva se les
da un método anticonceptivo para que no se embaracen.
-En cuanto a las familias y las visitas, ¿cómo es el manejo?
-Cuando el paciente ingresa en admisión se prohíben las visitas, según la patología que tenga y a
partir de ahí se va habilitando a que determinados familiares tengan contacto con la paciente.
En casos de abuso se restringe, dejamos por escrito que hay familiares que no pueden ingresar,
seguridad lo filtra y no ingresa.
Si pueden recibir visitas, es durante toda la semana de tres a cinco de la tarde.
-¿Cómo se manejan en relación a la historia clínica?
-No tenemos una historia clínica computarizada, cada paciente cuando ingresa tiene un número
de historia clínica, que se da correlativo. Si tiene internaciones anteriores, hay un archivo de
estadística donde realizan este trabajo. Al ingreso se realiza una historia clínica de ingreso, una

26
evaluación psiquiátrica, una evaluación clínica y se completa un formulario que se tiene que
mandar al juzgado para denunciar la internación de la paciente. Esto se hace porque el noventa y
ocho por ciento de las veces, el paciente entra contra su voluntad y estás haciendo una privación
de la libertad. Ahí intervienen bastante los derechos humanos.
Antes teníamos en cada sala una habitación de contención/aislamiento, porque hay pacientes que
por más que les des medicación, no bajan nunca y son súper agresivas. Intervinieron los
derechos humanos y nos hicieron sacar las puertas por privación ilegítima de la libertad. No es
privación de la libertad, tenés que preservar al personal que está trabajando, al resto de las
pacientes y a ella misma.
-¿Se realizaron muchas reformas?
-Nada, solo sacaron puertas y no pueden haber salas de aislamiento. Igual nosotros aislamos y
sujetamos, tenemos contenciones porque el paciente que se excita hay que contenerlo. No son
siempre excitaciones por cuadros psiquiátricos, hay cuadros orgánicos que te dan excitación
psicomotriz y se caen de la cama o se golpean. Pero bueno, los derechos humanos están atrás
de uno y no ven esas cosas.
Hay jueces y jueces. Muchos son bárbaros y hay otros que piensan delirios. Había una jueza, no
recuerdo de dónde, en el caso de una paciente que cada dos por tres caía embarazada y la
madre siempre la sacaba casi antes de parir. Se la llevaba, paría y vendía los pibes. En el último
dijimos “basta”; ya sabíamos qué hacía la madre. La última vez no se le autorizó la salida, se la
retuvo acá hasta lo último y se la llevó al hospital Gandulfo, tuvo el bebé y se lo dio en adopción.
Una vez que volvió la chica para acá, la jueza pretendía que, en una sala de sesenta y cinco
pacientes, le hicieran un sector para que la mamá estuviera con el bebé y así afianzar el vínculo.
¡Un riesgo tremendo! Por algo está prohibido que entren con bebés o chicos, no pueden estar
con el resto de las pacientes compartiendo la sala. Entonces le pedíamos a la jueza que venga al
hospital, evalué la situación y las condiciones tanto del lugar como de la paciente; que no tenía
conciencia de lo que era tener un hijo. La mujer no lo entendía, hasta que intervino otro juzgado.
Son esas cosas que no se entienden.
También había una paciente que la seguía la ginecóloga internada por una excitación, de cuatro
meses de embarazo con un tratamiento de mucha medicación. Imagínate la situación de la
criatura. Ella no asimilaba que estaba embarazada, por más que le explicó de muchas formas la
ginecóloga. No quería tenerlo y no pudimos hacer la interrupción del embarazo porque no nos
autorizaban. Entonces ¿qué hizo la paciente? Se tiraba de panza y terminó abortando. Ella sólo
comprendía que no quería tener el hijo. A estas cosas, muchas veces los jueces no las entienden.

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-Para ir finalizando, queríamos conocer un poco la distribución de las pacientes dentro de
la institución.
-Las pacientes están internadas en catorce salas en total. Está la sala de clínica, que sólo
admitimos pacientes que estén internadas, no externas y así darles un poco más de complejidad
que no es nada. Solamente tenemos oxígeno y si hay personal más capacitado que el de las
salas, ponemos algún suero.
Después, en las otras trece salas, está el sector de emergencia, donde está admisión y Jersey.
Son dos salas, con cincuenta pacientes entre las dos; ahí están las pacientes agudas. Cuando
son tratamientos que son pasibles, rápidos para la externación, de la sala de admisión están una
semana y las pasan a Jersey por uno o dos meses, después se decide si se externa o si ingresa
al hospital.
En la distribución, están las de mediano plazo todas juntas, donde están entre seis meses y un
año. Después las de largo plazo, son cinco salas, donde están las pacientes más añosas o
pacientes que antes estaban en mediano plazo y cumplieron sesenta años. Después hay una sala
de geronto-psiquiatría. Mayormente tienen PAMI y están hospitalizadas ya hace muchísimos
años. Llegan a estar internadas hasta cincuenta o sesenta años.
-En caso de abandono de la familia y que tengan que hacer trámites de cualquier índole,
¿cómo se maneja?
-Tenemos un sector que es de trámites de pacientes, donde trabajan dos chicas que se encargan
de realizar todos los trámites en el exterior del hospital. Los realizan en caso de abandono de
familia y muerte de la paciente, así como también de búsqueda de turnos de especialidades en
otros hospitales. Contamos con tres ambulancias, un minibus con quince asientos y un auto.
De acompañantes también van estas chicas, y si no, van las enfermeras de la sala de la paciente
porque las conocen mejor y ayudan a entender el problema por el que van.
-Y por último, tema recursos y presupuesto… ¿cómo es?
-Mira, faltan un montón de cosas. Nosotros todo lo hacemos con licitación, te van restringiendo
las cosas o reducen los insumos. La medicación muchas veces te la autorizan y muchas no. Si
querés incorporar algo nuevo tenés que justificar un montón, y así y todo, no te lo autorizan. Para
parte de infraestructura, se llama al ministerio y se realiza una auditoria, donde observan lo
edilicio, y realizan un presupuesto para buscar en las empresas. Después ellos autorizan o no y
se licita.
El hospital tiene, aparte de los recursos que les da directamente el Ministerio que ya está
estipulado. Está lo que entra por las obras sociales. Se llama SAMO (Sistema de Atención Médica
Organizada), eso tiene el cincuenta por ciento para el hospital y tenés que justificar lo que uno

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saca. Después el otro cincuenta por ciento va directamente al ministerio y el otro cuarenta por
ciento va al personal del hospital.

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nicomios/

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