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¿Dónde está la Colombia que nos pintaron?

Franklyn Silva
Mauricio Garzón Cotacio

Argumento sobre las batallas que no trajeron resultados significantes para Colombia.

En el himno de Colombia en varias estrofas se mencionan batallas con las cuales Colombia
en realidad no gano nada, no tuvo importancia su participación para la historia de la
nación, “(…) En la tercera estrofa habla de la Batalla de Bárbula que, como se sabe, ni siquiera fue una
confrontación bélica que le generó algo positivo a los colombianos, mientras que a los venezolanos sí. En la
sexta estrofa ocurre lo mismo cuando Núñez hace referencia a Junín que, como bien sabemos, es un territorio
peruano. En la última estrofa, también, Núñez menciona la Batalla de San Mateo que fue fundamental para el
proceso libertador venezolano y no el nuestro (…)”
(Olarte, 2016, Las miserias del himno nacional
de Colombia), tomando un sentido de pertenencia de unas batallas que no fueron peleadas
para defender la patria, enorgulleciéndose de actos que no beneficiaron en nada a la patria.

Argumento sobre cómo no tenemos libertad mientras en el himno si se menciona.

Ahora bien, siguiendo el punto anterior, ¿qué libertad se puede esperar de un país que toma
la religión de otro mundo y la pone en su himno como base para desarrollar su nación? En
el himno de Colombia en la estrofa I y VIII se menciona lo siguiente: “(…) comprende las
palabras del que murió en la cruz.” y “La virgen sus cabellos (…)” (Nuñez, 1887, Himno
Nacional de la República de Colombia,pág 1).El autor en los anteriores apartados trata de
manifestar que esta nación va a estar basada en la religión, pero no en cualquier religión,
sino en una que tienen la visión de aquellos que robaron, humillaron, violaron, torturaron y
masacraron a aquellas antepasadas que ya habitaban este territorio. Hay que tener presente
que la conquista de américa no sólo fue un proceso de colonización, sino también un
proceso de re-culturización. Toda la teología y hábitos cristianos fueron impuestos a las
comunidades indígenas a base de sangre y lágrimas. Pero, ¿para qué querían los
conquistadores imponer su religión? Es claro que el objetivo principal de esto es la
dominación, ya que, según el éxito en esta imposición, podrían tener a los indígenas
pasivos (al estar llenos de miedo) y dominados –robándolos y aprovechándose de ellas a su
gusto-1. Pues bien dice Marx: “La religión es el opio del pueblo” (Marx, K, 1844,
Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel). Además, una de las más
grandes partes nocivas de este problema -en la actualidad- es que la religión aún sigue
estando en la educación, adoctrinando ciudadanos desde muy pequeños para que crezcan y
reproduzcan de nuevo este “hermoso”país del sagrado corazón.

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Esto todavía es utilizado en la actualidad, pues obligan a la gente a no reaccionar por miedo a la “justicia
divina”. Acudiendo a algunos ejemplos, todavía escuchamos las frases adoctrinadoras en los niños: “Dios se
va a poner bravo”, “eso no le gusta a Dios” y la más celebre “Dios lo va a castigar”. Con esto se adoctrina a la
gente para que sea sumisa y obediente respetando jerarquías dentro y fuera de este mundo.
Por último, en el texto patrio se menciona: “Del hombre los derechos (…)” (Nuñez, 1887,
Himno Nacional de la República de Colombia, pág 1- estrofa XI), donde parece que el
autor trata de mencionar que las personas que habiten este territorio posterior a tantas
batallas de “independencia”, tendrán ciertos derechos que los harán un ciudadanos. Sin
embargo, de lo que nos percatamos históricamente, es que esos derechos han sido
monopolizados por algunos poderosos, mientras que los de clase popular se mueren de
hambre, se mueren por enfermedades curables y prevenibles, o si tratan de exigir lo que les
pertenece por derecho, son asesinados o encarcelados. Sin embargo, se convierten en
ciudadanos en aquellas pequeñas épocas en las que son útiles para justificar una democracia
dañada desde los cimientos, aquellos pobres despojados son utilizados por aquellos
“ciudadanos de bien” que son más patriotas y que defienden su himno, su escudo y su
religión como principios de una nación ejemplar. No obstante, estos derechos no llegaran a
través de su participación en aquellas jornadas electorales en donde sólo son vistos por su
utilidad para luego ser olvidados, llegaran a través de la organización y lucha con sus
hermanos de clase desde cada uno de sus territorios.

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