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Traducción y adaptación: Leonardo Fuerte Montaño
Profesor de Psicología Forense:
- Universidad San Pedro de Chimbote
- Universidad Peruana Unión
Es el 24 de Enero de 1989, son la siete de la mañana, en el prado que circunda a la prisión
del estado de Florida, se encuentran mas de 300 personas, que gritan y esperan
impacientes la ejecución bde alguién , como si quisieran festejarlo. A las 7 y 16 minutos las
luces de los faros se contraen y luego se recuperan, pasan algunos segundos, un momento
de silencio y se dan brindis improvisados con cerveza y se pueden observar en las camaras
de TV letreros que dicen “Quemate Ted, arde en el infierno”, Ted Bundy ha estado
ejecutado en la silla electrica.
Theodor Robert Bundy, asesinó por última vez el 6 de febrero de 1978, la víctima era una
niña de 12 años, Kimberly Leach. Su cuerpo masacrado fue encontrado algunas semanas
después, arrojado en un parque público.Identificado y capturado, Bundy es condenado a
muerte en Julio del 1979. Dirigiendose a él, Edward Cowart, el juez que preside la corte,
aparece visiblemente impactado y le dice: “Piense en usted mismo, lo digo con gran
sinceridad. Es una verdadera tragedia para esta corte haber constatado su total pérdida
de humanidad. Podría haber sido un buen abogado. Debería haber buscado de ser
menos impetuoso y irreverenete. Creame. Pero usted se ha comportado
verdaderamente de la peor manera posible”.
La denominación en sí
El término tiene una historia relativamente reciente y de otra parte es solo a partir de los
años 50 que los investigadores han comenzado a distinguir las diversas formas de
homicidio. El criminólogo Hames Reinhardt en su libro “Perversiones sexuales y crímenes
sexuales” en 1957 es el primero en definir al “serial Killer” como el asesino que deja detrás
de sí una cadena de homicidios. Algunos años después en 1966 John Brophy un estudioso
inglés, identifica el mismo fenómeno con el término “serial murderer” (asesinato
premeditado).
El agente especial del FBI Robert Essler junto al célebre John Douglas y la psiquiatra Ann
Burgues publica en 1992 el “Manual de clasificación del crimen” que es un verdadero
tratado sobre los delitos violentos donde la propuesta de clasificación se fundamenta en la
motivación del criminal y proponen una definición del serial killer: Tres o más sucesos
homicidas cometidos en tres lugares diferentes y separados de un intervalo de
“enfriamiento emocional (ceooling-off period)”.
Esta definición permite comprender como el asesino en serie es un depredador sujeto a
un ciclo que inicia con una progresiva excitación, y va desde la preparación del evento en
forma de fantasías hasta llegar a su realización, y se concluye con un momento, sucesivo al
delito, de inmovilización, de descargas emocionales. Puede ser un periodo de duración
variable al cual le sigue un nuevo impulso de fantasías sádicas, de una fase de proyección,
de identificación de la victima, de traslado, de seguimiento, captura y muerte. En los
últimos años la unidad especializada del FBI se ha unido a la comisión del instituto
nacional de justicia para considerar que son suficientes dos víctimas y no tres para poder
hablar de un asesino en serie; y esta será la definición que adoptaremos a partir de ahora
en este articulo.
Con el término “más murder”, traducible como homicidio en masa los expertos del FBI
identifican el asesinato de cuatro o más personas, por parte de uno o más autores en el
curso de un solo evento que se realiza en un mismo lugar.
A propósito el 27 de setiembre del 2001 a las 10:31 am. En la sala del consejo de ZUG,
Suiza, Friedrih Leivacher de 57 años burla la seguridad e ingresa disparando alocadamente,
caen bajo sus disparos periodistas, parlamentarios y el público asistente a la sesión.
Ningún plan preparado, solamente una furia ciega y destructiva. Al concluir la masacre se
dispara en la sien y pone fin a su vida pero al mismo tiempo abre una serie de
interrogantes. ¿Era posible preveer y comprender el desenvolvimiento de una mente
enferma?, porque de hecho se trataba de una mente enferma.
Leivacher, algún tiempo atrás había peleado con un chofer de autobús, fue aparentemente
una simple discusión sin embargo dejo abierta en él una profunda herida psicológica que
lo había llevado a realizar una serie impresionante de reclamos de recursos presentados a
la corte suprema se Zúrich. El problema con el chofer se convirtió para él en la metáfora de
una injusticia, una cotidiana obsesión: cada reclamo rechazado o peor todavía ignorado y
ridiculizado se convertía en alimento para su hambre de venganza. Entre las bancas de la
sala del consejo se podían contar 14 muertos y 16 heridos: la fotografía de una tragedia.
El spree killer, (el homicidio compulsivo), golpea a muerte más víctimas, en dos o más
lugares diferentes. Las agresiones, a diferencia que los casos de los asesinos en serie,
forman parte de un solo evento: el asesino mata repetidamente, sin que se dé un
momento de enfriamiento emocional, todo forma parte de un único caso y prolongado
momento destructivo. Como en el caso del asesino en masa no esconde su ritual de
sangre, no se esconde no se oculta, se moviliza en una forma de claro desafío, que lo
conduce, casi siempre, hacia la muerte. E incluive, en algunos casos es posible imaginar
como la primera y más importante acción que lo conducirá a la tragedia y a la propia
búsqueda de aniquilamiento personal.
Al final: un suicidio, o también un enfrentamiento igualmente suicida.
BIOLOGÍA Y VIOLENCIA.-
“En general y mucho más entre los delincuentes natos, las orejas siempre son grandes,
cabellos abundantes, escasa barba, mandíbula enorme, mentón cuadrado o
predominante, gesticulaciones frecuentes: total, tipos semejantes al mongólico y algunas
veces negroide…..Los homicidas habituales tienen una mirada vidriosa, fría, , la nariz es
aguileña, siempre voluminosa, robustas las mandíbulas, largas orejas, crespos abundantes
cabellos y oscuros, frecuentemente tienen los caninos bastante desarrollados labios
sutiles”
Así escribía Cesare Lombroso, el fundador de la moderna criminología, en “El Hombre
Delincuente” (l’uomo delincuente), en el año 1876.
En su descripción del delincuente, Lombroso considera la herencia de la fisonomía
aristotélica primero, después la frenología del setecientos, después disciplinas antiguas,
basadas en el estudio de la correlación entre el aspecto somático de un sujeto y su
carácter, su modo de sentir y la manera de relacionarse con el mundo, su tendencia, innata
a cometer delitos. No habían trascurrido muchos años de la revolución darwiniana y los
científicos italianos ponen las bases para una interpretación del comportamiento criminal
fundada en la biología.
Alteraciones o daños en algunas zonas del cerebro han estado puestos en correlación con
el aumento de comportamientos violentos. Son citados generalmente los lóbulos
temporales y frontales y sus conexiones con otras áreas cerebrales. Cuanto más precoz es
el daño, es decir antes de que se desarrollen los esquemas de autocontrol, tanto mayor
será el riesgo de las conductas agresivas. Las alteraciones neurológicas también podrían
producir una mayor susceptibilidad a los efectos del alcohol y las drogas. Cuando el daño
cerebral comporta además un defecto en la inteligencia del sujeto, aumenta el riesgo de
una marginación social, de una adhesión a contextos culturales donde la violencia
representa la modalidad primitiva y privilegiada de la comunicación.
Las investigaciones sobre la bioquímica de la violencia se han concentrado sobre dos
principales categorías de sustancias: los neurotransmisores y las hormonas.
Entre los neurotransmisores la serotonina parece tener un rol de primer plano en la
regulación de la violencia: bajos valores de serotonina han estado, de hecho, asociados a
comportamientos agresivos, sobre todo de tipo impulsivo. También la dopamina viene
continuamente tomada como causa, así como también, en las últimas investigaciones, se
ha dirigido la atención sobre el oxido de hidrogeno.
Desde hace algunos decenios, las investigaciones sobre las hormonas ven a la
testosterona, como el principal responsable del agresividad; también en esta campo no
han faltado cambios en la manera de pensar y hoy en día la influencia de las alteraciones
en la concentración de esta sustancias viene puesta en correlación con otros elementos,
como los estrógenos, prolactina, cortisol.
Todavía más recientes investigaciones sobre la neuropsicología y sobre la bioquímica de
la violencia es el estudio del ADN culminado con el proyecto genoma que tiene
ciertamente ilusionados a los investigadores sobre la posibilidad de reducir al hombre y su
comportamiento descifrando un serie de secuencias genéticas.
Los estudios clásicos sobre el aspecto cromosomático en sujetos con tendencia a la
violencia y los comportamientos antisociales sean concentrados en la presencia de un
cromosoma demás (47XXY o 47XYY), dos todavía son las objeciones que se oponen a estos
trabajos: La primera es el número pequeño de sujetos afectados de esta alteración que se
ha comparado con la incidencia de los crímenes; la segunda evidencia es la particular
concentración de individuos con un cromosoma de mas entre la población carcelaria
detenida por delitos violentos podría depender de los efectos intelectuales que esta
anomalía arrastra, con la consecuencia de una menor capacidad para operar elecciones de
una vida más económica: crímenes, arrestos y detenciones de hecho no representan casi
nunca opciones inteligentes.
Robert Joe Long es el asesino en serie que mejor representa la importancia de la
predisposición biológica al crimen violento.
Nace en West Virginia el 14 de Octubre del 1953 y es portador de una anomalía congénita:
un cromosoma X de más. Durante la adolescencia la alteración del estigma genético
determina una producción excesiva de hormonas femeninas, el crecimiento de las
glándulas mamarias, y la necesidad de una intervención quirúrgica: Desde los cinco años
Long sufre una serie de impresionantes traumas, prevalentemente concentrados en la
cabeza, cae de un juego mecánico, cae de su bicicleta, es arrojado por un poni. A los veinte
años resulta complicado en un accidente de tránsito: cae de su moto, reportando un
enésimo trauma encéfalo craneano y es internado en un hospital. Desde ese momento
viene quejándose de violentos ataques de cefaleas, alternados con momentos de rabia
improvisada. A partir de 1980 agrede y abusa de 50 mujeres. Arrestado en noviembre de
1981, es dejado en libertad porque algunas declaraciones de testigos resultan
contradictorias. Desde ese momento empieza a matar.
Entre mayo y noviembre del 1984 ataca mortalmente al menos a nueve víctimas, de
preferencia prostitutas. En noviembre abusa de una joven, pero le perdona la vida
conmovido por los abusos sexuales que le narra su víctima, causados por su padre. El
testimonio de la chica lleva a los investigadores sobre el rastro de Long, pero sin poder
impedir que el asesino ataque a una nueva víctima. Es arrestado el 17 de noviembre del
1984 y condenado a la silla eléctrica el 25 de Junio del 1986 y todavía sigue en el pabellón
de la muerte.
PSICOLOGÍA Y VIOLENCIA.-
En psiquiatría se ha descrito un trastorno mental que tiene como base un grave y precoz
trauma: “el trastorno disociativo de identidad (TDI)” las manifestaciones esenciales del
TDI es la presencia de dos o más identidades distintas o estados de personalidad que
continuamente asumen el control del comportamiento. El sujeto es incapaz de recordar
hechos personales importantes, y el defecto aparece muchas veces explicado como una
simple tendencia al olvido.
El TDI puede ser también visto como una técnica de sobrevivencia altamente creativa que
el niño utiliza para poder fugar de una situación de abuso físico, sexual y psicológico
extremo y repetido. La disociación le permite separar la experiencia del trauma de los
sentimientos del intenso temor experimentado que de otra manera lo hubiera llevado a
una total alienación, a la pérdida de contacto con la realidad y a la locura. Las huellas de
los traumas sufridos permanecen también mucho más tiempo que los normales
recuerdos. Si bien han sido escondidas en un ángulo aparentemente inalcanzable de la
mente, impulsan al niño a escoger inconscientemente juegos que tienen como centro su
agresividad y violencia, a recorrer en un mundo imaginario de sueños a ojos abiertos, de
fantasías siempre mas caracterizadas en el curso de los años por representaciones sádicas
y sexuales.
Las experiencias violentas comprometen también la capacidad de experimentar relaciones
significativas con los otros, que se convierten, en la edad adulta, en una pura y simple
atención de si mismo, privado de toda característica de autonomía personal.
Sabemos que cada niño puede reaccionar a situaciones de estrés poniendo en acción
comportamientos más o menos adaptativos. Habíamos ya afirmado de hecho, que no se
puede predecir una carrera criminal como consecuencia de un gran trauma. Es de todas
maneras cierto que el sufrimiento también en el caso de que tome una forma de
enfermedad psiquiátrica puede expresarse en una edad joven con manifestaciones muy
visibles o también en su mayoría pueden estar cubiertas y escondidas.
En 1963 Mc Donald propone las hipótesis de la existencia de una triada de síntomas, del
todo características expresiones en el niño, de una grave alteración psíquica que conducirá
si no es inmediatamente tratada, a comportamiento antisociales cuando sea adulto.
Estas conductas o síntomas son:
Estas 3 deben estar presentes para que se pueda hablar de un riesgo futuro de que el niño
se convierta en un asesino en serie. La triada viene tomada de las investigaciones que
realizo la unidad de ciencias de comportamiento del FBI y fue encontrada en la historia de
numerosos asesinos seriales comprendidos en el estudio. De todas maneras trabajos más
recientes juzgan interesante pero no científicamente fundada, la valides predictiva de la
triada de John McDonald.
EL ROL DE LA FANTASIA.-
Se ha encontrado la fantasía como instrumento que permite al niño traumado de fugar del
mundo de sus torturadores; en la fantasía el niño tiene un control de la situación, en la
fantasía puede cambiar el rumbo de la hostilidad y la violencia de la cual es víctima,
dirigiéndola hacia los otros. Sobre todo entre los asesinos en serie que matan por el placer
sexual, pero en casi todos los asesinos en serie, soñar a ojos abiertos, fantasear una
experiencia sádica y brutal con la víctima es un momento común y central. El
comportamiento que tiene el asesino sobre la escena del crimen se construye en función a
sus fantasías, que anticipan a la acción. Pero la imposibilidad de que la victima responda a
la agresión en modo exactamente previsible conduce a una discrepancia entre todo lo
imaginado y todo lo experimentado en el momento de la explosión de la violencia. No
podrá haber jamás una plena correspondencia entre las expectativas y la realidad: Por eso
cada hecho es como un carburante para nuevas y siempre más refinadas fantasías.
La mayor parte de nosotros pone en escena en su imaginación, situaciones de las más
inocentes a las más agresivas, atribuyendo a ellas unos valores sustancialmente positivos y
muchas veces terapéutico. En los asesinos en serie, contrariamente, violencia y sexo son
orientados hacia un placer mayor: El total control de la victima por ello es muy
importante que siempre la muerte de la victima constituye un evento antieconómico en la
búsqueda del placer: Así se explica el relato de aquellos que lograron escapar o sobrevivir
a un asesino, justamente adaptándose al esquema de comportamiento propuesto por el
agresor, un esquema de plena servidumbre a sus fantasías de control total.
Las torturas y las humillaciones que el asesino en serie ejecuta representan el intento de
deshumanizar y despersonalizar a las víctimas. Es durante la agresión, la degradación y la
tortura, que las fantasías relacionadas al originario trauma infantil encuentran espacio y se
traducen en actos de violencia. Puede transcurrir 10 o 20 años entre los sucesos
traumáticos y el comportamiento homicida, periodo durante el cual el asesino se ha
disociado totalmente del trauma, lo ha removido y aislado más allá de sus áreas de
conciencia. La disociación ha permitido al homicida mantener un eficiente control de la
realidad y una aceptable adaptación en el mundo social. Pero cuando interviene un factor
desencadenante, un trauma que lo pueda conducir simbólicamente al pasado, una
humillación, un abandono, el dramatismo de la experiencia infantil retoma y amenaza con
traer abajo un equilibrio psíquico eximio y precario.
Es necesario hacer frente a la angustia, al pánico, a la insoportable sensación de una
completa vulnerabilidad: se tiene entonces que entrar en acción para retomar el control
para restablecer una continuidad. Asesinar se convierte en un medio para dominar
temores inexpresivos. El primer delito puede no ser plenamente proyectado y construido
con precisión: El asesino es entonces inexperto quizás la muerte de la victima ni siquiera
fue buscada conscientemente:
La sensación de omnipotencia todavía es inexpresiva. Y no es posible renunciar.
DE LA FANTASIA AL HOMICIDIO.-
Evento Factores
traumático predisponentes
Disociación Fantasías
Baja autoestima
Factores
desencadenantes
Comportamiento
homicida
Las mujeres asesinas en serie.-
Según Eric Hickey son el móvil y los métodos utilizados los que diferencian a las asesinas
seriales de los varones; a continuación presentamos la síntesis de su trabajo realizado en
el 2002, sobre 62 asesinas, capaces, en algunos casos, de matar recurriendo
contemporáneamente a más medios lesivos y sobre el impulso de motivaciones
complejas:
Medios utilizados Móvil
1.- Veneno (80%) 1.- Económico (74%)