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(Daniel L. Schacter)
1: Pecado de transcurso: Son los olvidos que se producen con el paso del tiempo (aumentan
progresivamente)
1878 Ebbinghaus: la mayor parte del olvido se produce tras las primeras demoras y
luego se reduce en las más tardías
Ciertos detalles concretos (que se comió…) se desvanecen con más rapidez que la
sensación general de lo ocurrido
Posteriores experiencias similares difuminan nuestros recuerdos.
El transcurso conlleva un cambio gradual de los recuerdos específicos y reproductivos
(calcados de la realidad) a descripciones reconstructivas y más generales
Cuando tratamos de reconstruir sucesos pasados basándonos en el conocimiento
habitual de lo que ocurre generalmente, nos volvemos vulnerables al pecado de la
propensión (los conocimientos y creencias actuales se filtran en nuestros recuerdos)
Los problemas con el recuerdo de historias comienzan a mas tardar a principios o
mediados de la cuarentena, mientras el recuerdo de lista de palabras no se hacer
presente hasta los 50 años (por lo general las personas adultas solo recuerdan un 10 o
15% menos que los jóvenes)
El Alzheimer aumenta muchísimo el transcurso por encima de cualquier cambio
asociado al envejecimiento normal (el cerebro resulta deformado por “placas seniles”
depósitos de la proteína “amiloide” y por espiras anómalas de neurofilamentos
“marañas neurofibrilares” que entorpecen el funcionamiento normal de las células
nerviosas)
El hipocampo y las estructuras cercanas a las partes internas del lóbulo temporal están
relacionados con el pecado de transcurso; la amígdala esta muy relacionada al pecado
de persistencia.
Es más fácil recordar agrupando en categorías
Cuando se da la tarea de recordar 3 silabas sin sentido solo hacen falta 20 segundos para
olvidarlas. Conservar información por bastante tiempo depende de dos formas
principales de la memoria a largo plazo (memoria permanente): la memoria episódica
(sustenta el recuerdo de experiencias ocurridos en un tiempo y lugar determinados) y
la memoria semántica (permite la adquisición la recuperación de conocimientos y
hechos generales). Pero hay un tercer tipo de memoria que interviene entre el momento
de la percepción y fijación final, la “memoria de trabajo” esta retiene pequeñas
cantidades de información durante breves periodos de tiempo (unos segundos mientras
los individuos se dedican a actividades cognitivas progresivas como leer, escuchar,
resolver problemas, etc.)
El bucle fonológico (Alan Baddeley) nos permite retener temporalmente una pequeña
cantidad de información lingüística. Resulta ser una vía para adquirir vocabulario. Nos
ayuda a reunir los sonidos de las palabras nuevas (si no las retenemos lo suficiente no
las comprendemos). Se ha asociado al almacén del bucle fonológico la zona posterior
del lóbulo parietal, otra parte crucial depende de porciones mas inferiores de la corteza
prefrontal izquierda, esta región desempeña un importante papel en el output
lingüístico (si se sufre de transcurso a corto plazo quizás se deba a que no pueda activar
esta área (olvidarse lo que iba a decir))
Pensar y hablar de experiencias mejora la probabilidad de recuerdo posterior
Lo que ocurre después de codificarse inicialmente una experiencia también puede
agudizar el transcurso (personas que se van de vacaciones podrían recordar mejor su
ultimo día de trabajo que sus compañeros que siguen trabajando recuerden ese día).
Las experiencias semejantes a las que desearíamos recordar producen interferencias
que deterioran la memoria
Se ha demostrado también que la información aparentemente perdida puede
recuperarse mediante señales o pistas
Para la reducción del transcurso, la técnica quizás más adecuada conlleva cierta forma
de mnemotecnia de imágenes (transformar lo que desean recordar en imágenes), para
sacar provecho de estas técnicas, el método debe ser bastante sencillo para poder
utilizarlo de manera regular, una manera fácil es mediante preguntas sobre lo que
deseamos recordar: ¿a quién se parece? ¿de qué color era?
Donald Hebb: los recuerdos se forman cuando aumenta la fuerza de las conexiones
neuronales