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La importancia de la lectura es algo incuestionable, puesto que ésta colabora con desarrollar distintos
aspectos en la vida de las personas. La lectura interfiere en nuestra personalidad, en nuestro pensamiento, en
nuestro proceso de socialización y, sin duda, será un factor fundamental en la adquisición de conocimientos.
Para que nuestra lectura sea significativa y eficaz, debemos abordarla de manera integral, es decir,
debemos adoptarla como un proceso dinámico y cooperativo de decodificación de signos, imágenes y
relaciones.
Todo texto tiene una organización específica. De acuerdo a esta organización nacen las diversas
preguntas que se realizan luego de cada una de las lecturas que aparecen dentro de la PSU. De acuerdo a
estas estructuras existen una serie de etapas esenciales para la comprensión de cualquier tipo de texto:
1. Análisis: es la descomposición del texto en partes, es decir, el análisis del significado de cada párrafo
individualmente y en relación con el texto como totalidad.
2. Síntesis: reconstrucción del texto en sus aspectos fundamentales. Es una operación de selección de sus
contenidos
3. Extracción de la idea central: requiere verificar la coherencia del texto (que mantenga un tema), y
determinar cuál es ese tema. Esto se logra mediante as preguntas ¿qué se plantea? o ¿de qué se trata el
texto?
4. Titulación: determinar un título del escrito implica reconocer qué es lo planteado fundamentalmente (el tema
sumado a lo dicho sobre él).
TIPOS DE PREGUNTAS
PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LITERAL: Preguntas que exigen entregar respuestas textuales o expresas.
(Información literal). Es importante fijarse en nombres y fechas. Las expresiones “se afirma”,“se dice”, “se
expresa”, “se enuncia” son equivalentes.
PREGUNTAS DE ANÁLISIS: Preguntas que exigen distinguir entre la Idea Principal y las Secundarias
contenidas en el texto identificando las partes del todo y asignando funciones específicas a cada unidad del
conjunto. (Análisis). “El autor emplea la expresión X (o cita a tal o cual personaje) con el propósito de”, es decir,
“en relación con” “En el texto X y Z forman parte de”, son preguntas de este tipo.
PREGUNTAS DE SÍNTESIS: Preguntas que exigen sintetizar información del texto. La síntesis sólo puede
hacerse luego de haber discernido lo que es principal y secundario del texto. La síntesis requiere del análisis
previo que desarticula las partes y extrae de cada una lo esencial. La construcción de un núcleo que integre y
reúna en un todo tales partes, desprendidas de lo secundario, es la síntesis. Preguntas por el título, la síntesis,
el enunciado que mejor expresa una idea, son preguntas de este tipo.
PREGUNTAS DE RELACIÓN: Preguntas que exigen relacionar las informaciones entregadas en los diferentes
párrafos. Requiere de todos los pasos previos mencionados: si no hemos distinguido las partes y asignado para
cada una función ¿cómo podríamos captar la relación entre ellas? Preguntas por la secuencia correcta de
enunciados o hechos, la relación entre párrafos, etc. son preguntas de este tipo.
PREGUNTAS DE INFERENCIA: Preguntas que exigen inferir ideas mediante el análisis de la información
textual, para deducir lógicamente otra información no dicha expresamente en el texto. De lo dicho por el autor
en el párrafo "X", podríamos:
Inferir
Deducir
Desprender
Colegir
La exigencia de este tipo de pregunta, es que el postulante derive conclusiones, manejando los datos de la
información textual. Esto requiere de todos los procesos anteriores: Análisis, Síntesis y Relación en forma
detallada.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN: Preguntas que exigen el conocimiento de los contenidos vistos durante la
Enseñanza Media, y aplicarlos a la comprensión lectora indicada. Preguntas del tipo ¿Cuál es la función del
lenguaje predominante en este texto? o ¿Qué tipo de narrador está presente en el texto? pertenecen a esta
categoría.
EJERCITACIÓN.
TEXTO 1
1. “Microcuento, minicuento, cuento minúsculo, cuento en miniatura, incluso cuentículo... Existen demasiadas
denominaciones para dar cuerpo al cuento brevísimo, entre las que parece imponerse la de "microrrelato".
2. Un fenómeno en absoluto nuevo en la literatura, que sin embargo parece ponerse de moda en el último
medio siglo, de la mano de insignes cultivadores de la ficción hispanoamericana como Borges, Cortázar, García
Márquez, Arreola, Denevi y Monterroso. Porque, aunque el microrrelato no es ajeno a todas las literaturas
contemporáneas -basta recordar la extraña belleza de los cuentos breves de Kafka o el impagable humor de los
de Slawomir Mrozek-, parece haber irrumpido con mayor fuerza al otro lado del Atlántico, donde también se ha
intentado dotarlo de base teórica y distinguirlo de especies afines. No faltan en nuestro país brillantes
cultivadores del microrrelato, como Luis Mateo Diez, Max Aub o Antonio Pereira, y es raro el escritor que no
haya perpetrado uno alguna vez.
3. El microrrelato hunde sus raíces, como toda literatura, en la tradición oral, en forma de fábulas y apólogos, y
va tomando cuerpo en la Edad Media a través de la literatura didáctica, que se sirve de leyendas, adivinanzas y
parábolas. Algunos han visto el microrrelato como la versión en prosa del haiku oriental y otros lo han hecho
derivar de la literatura lapidaria.
4. Pero es en la época moderna, al nacer el cuento como género literario, cuando el microrrelato se populariza
en la literatura en español gracias a la concurrencia de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las
vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para
llenar sus páginas culturales. Algunas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna son verdaderos cuentos
de apenas una línea, y también Rubén Darío y Vicente Huidobro publicaron minicuentos desde diversas
estéticas. Junto a estos autores, la crítica señala también al mexicano Julio Torri y al argentino Leopoldo
Lugones como decisivos precursores del actual microrrelato.
5. En la segunda mitad del siglo XX el microrrelato llega a su madurez. Ya no se trata de un ejercicio de estilo,
de una pirueta de agudeza o de un retazo más o menos misterioso de prosa poética. El microrrelato se presenta
como una auténtica propuesta literaria, como el género idóneo para definir, parodiar o volver del revés la
rapidez de los nuevos tiempos y la estética posmoderna. Algo que tiene que ver con Italo Calvino y sus "Seis
propuestas para el próximo milenio", con sus "hibridaciones multiculturales", como ha señalado Enrique Yepes,
uno de los estudiosos de este arte pigmeo. El cuento brevísimo es la arena ideal donde se bate la moda de la
destrucción de los géneros, hasta el punto de que resulte imposible -e inútil- tratar de definirlo, distinguirlo o
envolverlo de legalidad.
6. Proliferan así estos "cuentos concentrados al máximo, bellos como teoremas" -según expresión del argentino
David Lagmanovich- que, con su despojamiento, ponen a prueba "nuestras maneras rutinarias de leer". Para
diferenciarlos de los aforismos, las frases lapidarias o los miniensayos, deben cumplir los principios básicos de
la narratividad, aunque de una forma extravagantemente concentrada. Son, casi siempre, ejercicios de
reescritura, o minúsculo laboratorio de experimentación del lenguaje, o ambiciosa pretensión de encerrar en
unas líneas una visión trascendente del mundo. Pero queda una sospecha: ¿no habrá en todo esto un poco de
pereza? Con su humor de siempre, Augusto Monterroso parece sembrar la duda cuando escribe: "Lo cierto es
que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos en
que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o
se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto".
A) la época moderna.
B) la tradición oral.
C) la literatura medieval.
D) el siglo XX.
E) el último medio siglo.
3. ¿Con qué intención comunicativa se nombra en el fragmento el concepto de las vanguardias? Como un(a)
A) es un relato antiestético.
B) no ha sido lo suficientemente estudiado.
C) es un género híbrido.
D) no tiene reglas.
E) surge tardíamente.
8. “Acabo de leer en un periódico la siguiente frase: “la obliga a hacer el amor amenazándola con una navaja”.
Proust consideraba que el amor es una mala suerte. Rilke lo define como dos soledades compartidas. ¿Hay
forma de saber de qué hablamos cuando hablamos del amor? Solemos precisar ese vago sentimiento
añadiendo alguna calificación: amor maternal, a la naturaleza, a la patria, al dinero, al arte. ¿Hay algo común
entre todos estos sentimientos?
¿Existe un sentimiento que pueda dirigirse a las personas, a los vivientes, a las cosas?”
I. Expositiva.
II. Argumentativa.
III. Descriptiva.
A) Solo I.
B) Solo II.
C) Solo III.
D) Solo I y II.
E) Solo II y III.
9. “De las brasas y cenizas, del polvo y los carbones, como doradas salamandras, saltarán los viejos años, los
verdes años; rosas endulzarán el aire, las canas se volverán negro ébano, las arrugas desaparecerán. Todo
regresará volando a la semilla, huirá de la muerte, retornará a sus principios; los soles se elevarán en los cielos
occidentales y se pondrán en orientes gloriosos, las lunas se devorarán al revés a sí mismas, todas las cosas
se meterán unas en otras como cajas chinas, los conejos entrarán en los sombreros, todo volverá a la fresca
muerte, la muerte en la semilla, la muerte verde, al tiempo anterior al comienzo”.
11. “- Sus libros hablan siempre de viajes, y usted viaja mucho para buscar información. ¿Escribe durante esas
travesías?
- Sí, tomo notas. Pero hay algo curioso en la relación entre viaje y escritura, que es parecida a la relación entre
escritura y vida. Uno viaja o vive y luego intenta rescatar en la escritura eso que ha visto y ha vivido. Pero
cuando pasa el tiempo, lo que en el momento de la experiencia parecía central, desaparece en el recuerdo. Y
otro momento que parecía indiferente o insignificante, en el momento de la escritura se convierte en central”.
12. “Hace algunos años conocí en Nueva York a un joven que no hablaba ni una palabra de inglés y estaba
evidentemente asombrado de las costumbres norteamericanas. Por su “raza” era tan norteamericano como otro
cualquiera de los Estados Unidos, pues sus progenitores habían ido desde India a China como misioneros.
Habiéndose quedado huérfano en la infancia, fue educado por una familia china en una aldea lejana. Todos los
que conocía le encontraban más chino que norteamericano. El hecho de tener los ojos azules y el cabello rubio
impresionaba menos que su manera china de andar, los movimientos chinos de sus brazos y sus manos, la
expresión china de su cara y las modalidades chinas de su pensamiento. La herencia biológica era
norteamericana, pero la instrucción cultural había sido china. Volvió a China”.
Fuente: http://www.cenoc.gov.ar/pcad_archivos/LIB1.pdf
Del fragmento se infiere que: