LAS NOVELLE Y LA TRADICION
PROSISTICA ESPANOLA
por Julia BARELLA VIGAL
Hablar de prosa de fiecién en el Siglo de Oro siempre resulta un tema
incémodo que, normalmente, se circunscribe a la figura de Cervantes, a los,
libros bizantinos, picarescos y pastoriles y a la novela cortesana, tomada
‘como ejemplo de la desintegracion o decadencia de un género apenas
‘naugurado. En la prosa anterior a Cervantes y a la novela cortesana se
suele dedicar un aparte al didlogo —hoy dia enriquecido con importantes
investigaciones—, donde se mencionan obras como EI Crotalén 0 el Viaje
de Turquia y autores como les hermanos Valdés y Guevara. Unas minimas
‘referencias a las misceléneas (Pedro de Mexia, Melchor de Santa Cruz,
Antonio de Torquemada y Zapata) y a las colecciones de apotegmas y
sentencias (Juan Rufo) completardn el capitulo dedicado a la prosa
novelistica
‘No cabe duda de que las dificultades con las que se encuentra el citico 0
‘el historiador de la literatura de estos siglos son muchas. Podemos sefialar,
‘por ejemplo, dos de tipos bien distintos. La primera seria la falta de
‘ediciones criticas actuales de muchos textos; la segunda, la problematica
que suscita el uso del término «novela», {cules son las fronteras entre
‘ejemplo, cuento, patrafia y novela en la época?, qué es novela?
Pero si el estudioso se encuentra con grandes dificultades a la hora de
‘organizar el variado panorama de subgéneros novelisticos entre los siglos
XVLy XVil, no menos fueron los problemas que tuvo que superar el escritor
fen su momento.
En primer lugar, la prosa novelistica en el Renacimiento carecia por
‘completo de libros normativos. En un momento en el que la imitacién del
modelo clisico es el punto de partida de cualquier produccién artistica y el
eecritor necesita mas que nunca modelos por los que guiarse, la prosa de
ficcién no sabe dénde acudir. La poesia, la comedia, la historia y la sétira,
‘todas ellas, tienen sus preceptivas y poéticas. La ausencia, por el contrario,
de normas'y reglas para la novela tendria importantes consecuencias en el
desarrollo de la prosa no s6lo del Siglo de Oro, sino también de los
siguientes.
En segundo lugar, la novela, como género nuevo, no goz6 de mucha
aJULIA BARELLA VIGAL
‘estima entre los sectores mis conservadores, es més, tuvo que suftir las
‘continuas reprobaciones de los moralistas, que veian todo tipo de peligros
en los efectos de la lectura’,
EI escritor se movia en un ambiente leno de inseguridades. Prueba de
ello son las justificaciones ret6ricas que aparecen en los prélogos y
dedicatorias, en las formulas de captar la benevolencia cel lector y el favor
del poder civil y eclesifstico para las aprobaciones.
El inseguro escritor se justifica en los prélogos, al tiempo que nos
presenta en esos mismos prOlogos los primeros intentos de ‘eoria de la
El prosista nos explica cual es la finalidad de la obra, se disculpa por
su estilo poco culdado, nos habla de sus fuentes y de las autoridades que le
inspiraron y del piblico al que se dirige?.
‘Uno de los temas que mas se repite y que es comin a la mayorla de los
prologos es [a insistencia en el dictamen horaciano del miscere utile dulei.
Esta doctrina, que tanto éxito tuvo a lo largo de la Edad Media, reaparece
con fuerza, sobre todo a partir de la segunda mitad del xvi de acuerdo con
el espiritu tridentino. A instancias del poder civiP se recomienda que los
libros de entretenimiento deben huir de las mentirosas ficciones caballeres-
cas y acercarse a una literatura veridica. Debian proporcionar, ademés,
instruccién moral, ensefianza y ejemplaridad, y estar escritos en un lenguaje
limpio y honestot.
La necesidad de la doble finalidad se convierte en lugar comin, en
formula retérica que no debe faltar en el prélogo. La dosis de deleite, de
entretenimiento sera aceptada siempre que se acompatie de correccién,
aviso y ensefianza. De lo que se trata es de dejar bien claro, desde el
principio, que el fondo moral y la doctrina es lo principal, aunque al llegar
al final de la leetura comprobemos que esas ejemplaridaces y doctrinas, que
se prometian con insistencia en el prélogo, no corresponden al fondo
disoluto y relajado de muchos de los parrafos lefdos.
Pero ni el espiritu. de Trento ni la censura civil o eclesidstica fueron,
como se ha venido diciendo, las tnicas causas que motivaron este
( Recordemas, sabre todo, como se recomendaba huir de las ementirosas historias de
‘abulleiasy f. Amico CASTRO, El pensamiento de Cervantes, Medi, 1972, p. 28; A. A.
PARKER, Los ploara en la teratura. La novela picaresca en Expats Europa (1599-1733),
Madrid. Gredos, 1971, pp. 56-65; Willam NELSON, Factor Fiction: The Dilemma of the
Renaissance Storyeller, Cambridge, Mast. Harvard Univerty Press, 1973, pp. 93, 9 W.
PABST, La novela corta en la teoria » en la creacién lieraria, Madrid, Gredes, 1972
1@) Vid. A. PORQUERAS MAYO, EI prélogo en el Manierimo y' Barroco espaol,
Madrid. CSIC, 1968.
(GIP. E. RUSSELL, Temas de le «Celestings, Buenos Aires, Ae, 1978, p. 468.
(4) El primer objetivo de loe censorer fue cuidar el lengua. En Tos prélogos a las
traduccionts de fs novel talianos se insste en que se ha cuidado el estilo impisindolo de
limpureas. El aprender a decir ls cosas sdando rodeos y sin nombrarlas claramenie» se
onvirtis en norma de exo. desde que asi To aconsejara Gracia Dantsce. Dantisco
recomendaba, como To habla hecho Castiglione, contar historias, pero: eprocure el enti
hombre que se pone & contar agin euento o fibula, que sea tal que no tenga palabras
deshonestae, ni cosas suels, i puereas que puedan causa asco a quien le oye (£1 Gelateo
‘Eypaio. ed. de Margherita Morreale, Madrid, CSIC, 1968, p. 155),
2JAS NOVELLE ¥ LA TRADICION PROSISTICA ESPAROL
desequilibrio entre prélogo y texto, la paradoja no era nueva ni origiral en
nuestras letras.
El recurso de encubrir el fondo liviano de algunas obras, insistiendo en
moralidades y sentencias en sus preliminares, y el prescntar ejemplos
adeshonestos» y luego decir que su ejemplandad estriba en que «no deben»
imitarse, son, como ya dijo Joaquin del Val, recursos que habian sido
utilizados por el Arcipreste de Hita y que se mantenfan en las colecciores de
-cuenlus medievales y en La Celestinus
La «utilidady era una caracteristica inseparable de la breve narracién
medieval. La prosa novelistica de los siglos xvi y xvi! heredari esa
caracteristica y agudizard esa tensiOn entre la ensefianza y elentretenimien-
to, que también aparecia en las colecciones de exempla. Los humanistas,
cargando de moralidad la actividad intelectual, primero, y el espiritu
tridentino, después, inclinaron la balanza hacia ‘la «ejemplaridad» en la
literatura.
Segiin parcce, y a primera vista, pocos escritores abiertamente se
rebelaron al dictamen, pero la tradicién de libros de caballeries, la
‘cuentistica, el folklore y el éxito de las novelleitalianas habian conseguido
a lo largo del siglo XVI tener un pilblico asegurado que s6lo buscaba
centretenerse con la lectura.
La influencia de los exempla medievales en el desarrollo de la prosa
novelistica, en los siglos que tratamos, ha sido sefialada por numerosos
criticos, Zumthor, Kromer, Pabst, Chevalier, entre otros.
Zumthor inclufa bajo la denominacién de ejemplo anécdotas, milagros,
Fabliaux y cuentos piadosos y, como caracteristicas comunes, sefialaba el
carécter cerrado de la narracién, la brevedad y el didactismo implicito’.
Para Pabstel ejemplo equivalia, por un lado, a «cuento plo» y religioso,
con la consiguiente carga moral’ y, por otro, a una adesignacion de
‘enmasearamiento, tras de la que se oculta lo agudo e ingenioso y la patrafia,
lo festivo y lo frivolo, la historia de mentiras y la jécara de libre invencidny?.
Esta ultima definiciOn nos acerca claramente al género de manifestacio-
nes prosisticas que nos interesa. Un género que recogerd los temas y las
caracteristicas formales de estos exempla medievalest y los transformaré en
novelitas cortas con otra finalidad y otro desarrollo narrativo, ahora
G) Che capiato que ttula wa novels espaol ene siglo xvi en la Historia general de
las lteraturas hspénicas, Barcelona, 1953, val. Ill pp. XLV-LXXAIX.
(6) Essai de posrique médiévale, Parl, Sui, 1972, pp. 293 y w. Para Uda Ebel! milagro
ra igual de representativo de la realidad que e ejemplo, pues se le consideraba como unhecho
formal y cotidiano (Das aliromanische Mirakel. Ursprang und Geschichte einer leraschen
Gartung, Heidelberg, 1965. Citado por W. Krémer‘en Formas de la narracién breve en la
Ieranura romadnica, Madrid, Gredos, 1979, pp. 41-47, Vid, aderds, el estudio de M Jexis
LACARRA, Cuetistiea medieval en Espafa: los origenes, Zaragoza, Departameato de
hterature, 1979.
) Op. cite, 292.
(8) No olvidemos la definci6n que da el Diccionario de Autoridades de ejemplo: scas0,
sucssso, u hecho cue se propone y refer, 0 para que emit sia, siendo buenoy howto, 0
pera que se huyay evite, endo malo
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