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Apropiación del espacio cómo zona de tolerancia.

Una de las fuertes discusiones que se han generado en esta segunda década del siglo Xl
tiene que ver con las maneras de sentir y de actuar ante las diversas sensaciones inherentes
al cuerpo humano. Durante mucho tiempo se han aceptado y asimismo juzgado como
inapropiadas distintas conductas construidas por la misma sociedad. Es en una directa
oposición entre regulación y festejo, donde la primera va encontrando maneras de justificar
y adoptar normas que invaliden estas conductas sociales y la segunda como una forma de
dispersión ante el estrés o los hábitos generados por algún oficio. Básicamente es el juego
llevado durante mucho tiempo del jale-apriete para poder regular cualquier modelo
civilizatorio.

Cómo animales que somos el cuerpo constantemente nos está exigiendo que le atribuyamos
algún tipo placer, y así suplir algún tipo de necesidad biológica o por código –necesidad-
cultural. Es acá donde la fiesta, el ritual, las conmemoraciones de algún tipo, etc. hacen
parte de las construcciones sociales para el equilibrio estructural de la sociedad. Todos los
países, todos los tipos de sociedad poseen dinámicas concretas de festejo, y es que la forma
de ver el mundo a partir de la fiesta puede tener infinitas respuestas en la manera que se
dan.

Es en esta mirada cómo la fiesta puede entenderse desde una acción libre para satisfacer
algún tipo de necesidad. La pregunta es si este tipo de acción puede considerarse
tendenciosamente deliberada y opuesta a la norma que define la idea de festejo en cualquier
cultura. Es en este sentido donde quiero traer a colación el término “desaforo”, definido
como “el derecho de obrar en contra de lo dispuesto por el fuero o la ley”. Han sido
demasiadas las reflexiones que se han interrogado el concepto de libertad, donde se ha
servido cómo modelo tergiversante o estratégico en razón del dominio social. En la
actualidad es de rescatar – afortunadamente – las distintas soluciones dadas a partir de
problemáticas de diferencia como las raciales, de género, de consumo y elección, pues se
han roto variados tabúes que tiempo atrás eran tajantemente aceptados por algún tipo de
razón emparentada por alguna norma.

El lugar es sumamente importante para poder entender cualquier acción desaforada. A


medida que pasa el tiempo las personas delimitan este espacio con la intención de darle
algún tipo de significado. Todo esto se debe a la voluntad y los intereses de apropiación que
se hacen sobre este. El estar, el pasar, el mirar, el sentarse serían algunas de las acciones
básicas y necesarias de las personas que lo frecuentan. Asimismo estas acciones dejan de
ser básicas para luego convertirse en hábitos que estén libres de prejuicios y algún tipo de
modestia. Finalmente este significado del espacio es una manera de encontrar un lugar que
pueda brindar algún tipo de acción desaforada.
Con base a lo anterior me quiero dirigir o parar en un lugar de la ciudad de Medellín
llamado parque Carlos E Restrepo. Es un lugar amplio y dinámico que posee amplias zonas
verdes, también por una convivencia pacífica entre sus habitantes. Su intención
arquitectónica estaba dirigida para estudiantes y profesores que tuvieran un lugar de
esparcimiento y tranquilidad. Se encuentra ubicado en la comuna 11 y fue uno los primeros
barrios obreros fundados en Medellín.

Este lugar posee un gran interés en la ciudad gracias a su ambiente de estilo “bohemio”, ya
que las personas que constantemente lo frecuentan hacen del Carlos E un lugar para la
música, la charla, el ritual del café y ante todo las manifestaciones de arte. Asimismo estas
características estilísticas han generado en la comunidad que lo frecuenta un lugar de
apropiación. Esa apropiación se ve representada en la seguridad que le puede dar el lugar,
donde se generan hábitos de festejo y asimismo de tranquilidad.

Al Carlos E se le ha encontrado un significado, por eso la apropiación de este, y son los


jóvenes quienes se han puesto en la tarea de empoderarse a partir del arte, el deporte, y la
academia. Este lugar se eligió dado a sus múltiples características dinámicas desarrolladas
por las personas que lo frecuentan. En este sentido el Carlos se ha convertido en uno de los
parques más conocidos de la ciudad, donde finalmente los visitantes buscan un lugar que
propicie sensaciones de descanso, dispersión a la monotonía del trabajo y una manera
tranquila de buscar fiesta.

Lo siguiente son las conclusiones de la observación generada el sábado 22 de Mayo en el Parque


Carlos E.

El sábado llegué a las 7:00 de la noche al Carlos E, puntualmente a un lugar llamado


Papitienda. Ese día a diferencia de los demás el parque se encontraba hacinado por quienes
asistían a “la fiesta del libro”. Es una diferencia radical, ya que posiblemente la mayoría de
personas que asistieron ese día no frecuenten habitualmente el lugar, o quizás sea la
primera vez que estén allí. En este sentido el parque cambia sustancialmente debido a la
formalidad de la noche, pues el evento congrega a familias, personas de la tercera edad,
niños y otras que no estén familiarizadas con la dinámicas habituales del Carlos E. El
cambio de esencia se debe a que el Carlos es uno de los parques catalogados en la ciudad
cómo zona de tolerancia, y esto se debe a la aceptación de hábitos o prácticas relacionadas
con el desaforo u ocio del consumo de drogas y alcohol por las personas que lo frecuenta. Y
es así cómo esta esencia se ve un poco bloqueada por un evento formal cómo la fiesta del
libro; quienes consumen marihuana se ven obligados a guardar cierta prudencia en
beneficio de evitar algún tipo de altercado con quien no tolere esta práctica. Lo mismo
sucede con el alcohol.

Lo anterior con base al consumo se explica en la medida de la distancia, o la debida


próxemia que se tomó esa noche por parte de muchas personas. Pues el hecho de controlar
estas prácticas de consumo no quiere decir que se abstuvieron de hacerlo. Según la
observación, las personas que tenían la intención de consumir marihuana o alcohol se
arrinconaron o se aislaron del parque para poder llevar práctica su objetivo. Es así como el
parque recibía un matiz diferencial al de otras noches, sin negar la legitimidad que se le ha
dado para el libre consumo.

Normalmente en horas de la noche la población que frecuenta el Carlos E vienen a ser


estudiantes de distintas universidades (en su mayoría de la Nacional o la de Antioquia),
jóvenes residentes del lugar, turistas y quienes lo conocen por primera vez y se adaptan a
sus dinámicas. Cómo dije anteriormente el evento de la fiesta del libro convocó a otras
personas en su mayoría familias; abuelos, padres y niños que transitaron cómodamente
debido a la seguridad que procuraba el evento. Es así como el sábado 22 se generó una
mixtura de personas que asisten frecuentemente al Carlos E, y quienes acudieron con el
objetivo de estar en el evento.

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