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PETICIÓN DE HERENCIA

Por: Mg. Arturo Zapata Avellaneda. Abogado.

El presente artículo forma parte de las disposiciones de la Sección Primera


Sucesión en General, Título II del Libro IV del Código Civil vigente de 1984 y analiza
respecto al derecho de Acción de Petición de herencia y preterición, asimismo se
aborda la acción reivindicatoria como la acción de retribución y resarcimiento por
enajenación de bienes hereditarios, todo ello regulado desde el artículo 664 al 666°
del Código Sustantivo. Finalmente, como aporte, adjuntamos un modelo de
demanda de petición de herencia que esperamos sea útil a los abogados
defensores de causas justas.

1. ACCIÓN DE PETICIÓN DE HERENCIA.

Artículo 664.- Acción de petición de herencia.

El derecho de petición de herencia corresponde al heredero que no posee los bienes


que considera que le pertenecen, y se dirige contra quien los posea en todo o parte
a título sucesorio, para excluirlo o para concurrir con él.

A la pretensión a que se refiere el párrafo anterior, puede acumularse la de declarar


heredero al peticionante si, habiéndose pronunciado declaración judicial de
herederos, considera que con ella se han preterido sus derechos.

Las pretensiones a que se refiere este Artículo son imprescriptibles y se tramitan


como proceso de conocimiento.

I. Legitimidad para obrar.

El primer párrafo del artículo 664° del Código Sustantivo refiere que la pretensión
de petición de herencia se concede al heredero, quien no obstante que desde la
muerte del causante le han sido transmitidas de pleno derecho la propiedad y la
posesión de los bienes que constituyen la herencia, no puede entrar en posesión de
éstos porque se encuentran en poder de otros herederos, verdaderos o aparentes,
o de quienes poseen sin título, o de los causahabientes a título gratuito de
cualquiera de estas personas; que la mencionada norma permite acumular a aquélla
la pretensión de declaratoria de herederos.

Al respecto, Guzmán señala que “el artículo incluye entre aquellos contra quienes
procede esta acción, no solo a quienes poseen “pro haerede”, sino también a los
poseedores “pro posessore” y a los adquirientes a título gratuito de unos y otros.
Esta amplitud de la acción proviene de la que tuvo la “haereditatis petitio” en el
derecho romano, (…). La referida acción procede contra los coherederos para
concurrir con ellos a la posesión efectiva de la herencia, y contra los herederos
aparentes y los poseedores a título gratuito de unos u otros para excluirlos de la
posesión que detentan. Es heredero aparente y por lo tanto poseedor de buena fe,
el que ha entrado en la posesión de los bienes hereditarios creyendo por error que
era heredero, debido a que no conocía el mejor título del demandante, en la
sucesión legal, como pariente más próximo, o en la testamentaria como heredero
legitimario con título preferente”.

Aclaremos un poco estos conceptos. En principio, la acción petitoria es la que se


dirige contra los herederos declarados a título universal y se refiere a la totalidad de
la herencia (pro heredere), por lo tanto, la vocación sucesoria es el presupuesto
para que haya heredero, la cual se determina en base a un título:

· Fallecida una persona, la herencia transmisible que deje será asignada a los
herederos que sustenten su calidad de tales. Para ello deben acreditar su vocación
hereditaria con respecto al causante y el título que los califica como herederos. Así,
la vocación hereditaria actual determina el derecho sucesorio.

· En sucesión intestada es la ley la que establece la vocación sucesoria de los


herederos, por ello se les denomina herederos legales, correspondiéndoles el
primer orden sucesorio a los hijos del causante, sin distinguir el origen de la filiación,
y a los demás órdenes que señala el artículo 816° del Código Civil.
· Estando a que la convivencia no está reconocida como una de las fuentes de
la vocación hereditaria[3], es de colegir que, la conviviente del causante no tiene
vocación sucesoria reconocida por las normas del Libro IV de Sucesiones del
Código Civil de 1984; por ello carece de legitimidad para obrar como demandante
en un proceso de petición de herencia.

El título de heredero lo encontramos en el testamento, la sentencia judicial previa


acción de petición de herencia o el acta notarial protocolizada que lo declare. De
modo que, la finalidad del título hereditario consiste en la acreditación del titular, en
base a la vocación hereditaria que reúna el sucesor hereditario conforme a las
normas de derecho sucesorio.

Mediante el proceso de petición de herencia se reclaman los bienes que se


encuentran a cargo de otras personas declaradas herederas, asimismo se puede
acumular la demanda de declaración de heredero, de quien alegue tener derechos
sucesorios. En cuyo caso, la sentencia que ampare la demanda de petición de
herencia constituirá el título de heredero, quien entonces se encontrará facultado
para el ejercicio de sus derechos hereditarios sobre la herencia, y reclamar los
bienes y derechos que le correspondan.

II. Acumulación de pretenciones. Preterición.

Respecto al segundo párrafo del artículo bajo comentario, la jurisprudencia nacional


ha determinado que “para interponer la acción petitoria de herencia no es requisito
esencial” -o previo- “haber sido declarado heredero”, pues todo pronunciamiento en
ese sentido constituiría un pronunciamiento incompleto e infrapetita que afectaría el
debido proceso por parte de la autoridad jurisdiccional, “sino que dicha acción puede
ser ejercida por aquél que no habiéndolo sido, se considere con derechos sobre el
acervo hereditario. Para ello deberá acumular a su acción de petición de herencia
la de declaratoria de heredero”[4]. De lo expuesto se colige que la acción petitoria
de herencia es de naturaleza contenciosa y a ella puede acumularse la pretensión
de ser declarado heredero, en caso que habiendo declaratoria de herederos se
hubiera preterido los derechos del demandante, lo cual no se puede hacer valer en
vía no contenciosa.
Del mismo modo, en las cuestiones sucesorias, todos los sujetos llamados a
heredar tienen legítimo interés en lo que respecta a la herencia, por lo que si es
omitido uno o algunos de ellos, el proceso deviene nulo. Por lo tanto, el heredero
preterido puede ejercer su derecho de petición de herencia, en virtud del cual puede
pedir que se le declare heredero, y que se le permita el acceso a los bienes de la
herencia, excluyendo a quien los tuviera en su poder o concurriendo en la posesión.

III. Características de la acción de petición de herencia

Respecto al tercer párrafo del artículo, se declara además la imprescriptibilidad de


esta acción cuando se ejerce entre coherederos, porque éstos tienen entre sí la
condición legal de condóminos, entre los cuales no funciona la prescripción
adquisitiva[5].

La pretensión se tramita en la vía del proceso de conocimiento conforme al art. 475°


y ss. del Código Procesal Civil.

2. ACCION REIVINDICATORIA DE BIENES HEREDITARIOS.

Artículo 665.- Acción reinvidicatoria de bienes hereditarios.

La acción reinvicatoria procede contra el tercero que, sin buena fe, adquiere los
bienes hereditarios por efecto de contratos a título oneroso celebrado por el
heredero aparente que entró en posesión de ellos.

Si se trata de bienes registrados, la buena fe del adquirente se presume si, antes


de la celebración del contrato, hubiera estado debidamente inscrito, en el registro
respectivo, el título que amparaba al heredero aparente y la trasmisión de dominio
en su favor, y no hubiera anotada demanda ni medida precautoria que afecte los
derechos inscritos. En los demás casos, el heredero verdadero tiene el derecho de
reinvidicar el bien hereditario contra quien lo posea a título gratuito o sin título.

La acción reivindicatoria hereditaria es aquella que se dirige contra terceros, a título


particular y con relación, no a la totalidad de los bienes, sino a determinados bienes
hereditarios (pro possesore) de tal manera que ésta fluye, no de una posesión a
título hereditario sino de una posesión a título real. Esta acción también es
imprescriptible y participa de igual naturaleza que la acción de reivindicación
normada por el artículo 927° del Código Civil.

Lohmann[8] señala que “a diferencia de la acción petitoria, la reivindicatoria se dirige


contra quien tiene bienes concretos que fueron del causante sin haberlos adquirido
de éste o de un legítimo sucesor (por ejemplo, los ha adquirido de un heredero
declarado indigno). Esta acción judicial procede sólo en estos dos casos previstos
por el artículo 665° del Código Civil procede este tipo de acción.

a) Contra el tercero que, sin buena fe, adquiere los bienes hereditarios por efectos
de contratos a título oneroso celebrados por el heredero aparente que entró en
posesión de ellos. Respecto de los actos onerosos, se protege al tercero de buena
fe que los haya adquirido de quien registralmente tenía inscrito título sucesorio. Y
agrega el artículo 665: sin que hubiera anotada demanda ni medida precautoria que
afecte los derechos inscritos”. Por lo tanto, no cabe acción reivindicatoria contra
cualquier adquiriente a título oneroso y de buena fe. A la inversa si deberá prosperar
contra el adquiriente oneroso de mala fe.

b) Contra quien posee los bienes hereditarios a título gratuito o sin título. En el
primer caso la acción reivindicatoria debe prosperar pues el adquiriente no ha
entregado contraprestación alguna y es obvio que, por mucha buena fe que haya
tenido, entre empobrecimiento del heredero y adquisición sin costo por el tercero
debe prevalecer lo primero, sin otra prueba que acreditar la gratuidad de la
transmisión y el título de heredero del reclamante. En el segundo caso, no requiere
explicación pues el precario no puede alegar defensa en su favor y la justificación
de la norma salta a la vista.

La acción reivindicatoria de herencia supone como presupuesto de accionabilidad


que el reivindicante sea heredero declarado o instituido por testamento. En el primer
caso la vocación hereditaria debe acreditarse formalmente mediante sentencia
declarativa pertinente para poder accionar[10], mientras que en el segundo se
acredita por cualquier clase de testamento que prevé nuestro ordenamiento jurídico
siempre que éste sea otorgado conforme a ley.
3. ACCIÓN DE RETRIBUCIÓN Y RESARCIMIENTO POR ENAJENACIÓN DE
BIENES HEREDITARIOS.

Artículo 666.- Retribución y resarcimiento por enajenación de bienes hereditarios.

El poseedor de buena fe que hubiese enajenado un bien hereditario está obligado


a restituir su precio al heredero y si se le adeudara, se trasmitirá a este último el
derecho de cobrarlo. En todos los casos, el poseedor de mala fe está obligado a
resarcir al heredero el valor del bien y de sus frutos y a indemnizarle el perjuicio que
le hubiera ocasionado.

Lohmann señala que el precepto del artículo 666° del Código Civil solo tiene sentido
si la acción reivindicatoria no procede, por haberse transferido el bien a un tercero
a título oneroso y de buena fe, pues en los otros casos procede la reivindicación y
por tanto la recuperación del bien. Sólo cuando el bien no es recuperable tiene
lógica disciplinar legalmente no la restitución del bien, sino la compensación del
precio recibido por él[11].

Por su parte, Guzmán refiere que “este artículo (…) está inspirado en el párrafo
segundo del artículo 535 del Código Italiano que se refiere al caso en que el
transfiriente sea poseedor de buena fe” quien está obligado a restituir su precio al
heredero y si se le adeudara, se trasmitirá a este último el derecho de cobrarlo.
“Este artículo refiere, además, expresamente, al caso del poseedor de mala fe, para
declarar que está obligado no sólo a la restitución del bien, sino al reintegro de sus
frutos, pues lo poseyó indebidamente, y a la indemnización de los perjuicios que
hubiera ocasionado. En cuanto a la devolución de frutos, este artículo aplica las
disposiciones generales según las cuales el poseedor de buena fe hace suyo los
frutos y el de mala fe está obligado a restituirlos”[12].

Siguiendo a Lohmann[13], la norma contempla varios supuestos, a su vez


subdivisibles:

a) Al aludir la norma al poseedor de buena fe que hubiese enajenado un bien


hereditario plantea una doble hipótesis:
Que el poseedor enajenante sea un sucesor aparente que, por creerse heredero o
legatario, se consideró propietario y por tanto en aptitud de disponer libremente de
lo que creía suyo. En este caso se considera poseedor de buena fe a aquel que por
error considera ser heredero, pero la buena fe no favorece si el error depende de
culpa grave.

Que el poseedor de buena fe se creyera con derecho sobre el bien por título
diferente al sucesorio. En este caso es de aplicación las normas generales de
derecho real.

En uno u otro caso, como la recuperación del bien ya no procede por haberlo
adquirido un tercero de buena fe y a título oneroso, la ley impone al enajenante la
obligación de restituir al verdadero heredero con un monto equivalente al del
enriquecimiento del primero, que no necesariamente equivale al empobrecimiento
del segundo, puesto que la norma habla de precio de transferencia, no de valor el
bien.

El precepto regula la enajenación por un precio, o sea onerosamente, por el


poseedor de buena fe. Omite disciplinar la hipótesis de enajenación sin precio, es
decir, cuando el poseedor de buena fe enajena a título gratuito. Lohmann sostiene
al respecto que le asiste la posibilidad de reivindicar el bien contra el adquiriente,
tanto por lo dispuesto en la última parte del numeral 665° del Código Civil, como
porque nada en contra se deduce del 666°. Mientras no haya adquisición onerosa
de buena fe u otra causal impeditiva, siempre procede la reivindicación contra el
adquiriente.

b) Poseedor de mala fe es aquel en quien no concurren las circunstancias que


señala el artículo 907° del Código Civil. En concordancia con el artículo 910° del
Código Civil, el poseedor de mala fe contra el que no se pueda lograr la recuperación
del bien, ni lograrla de aquellos a quienes lo hubiese transferido, queda obligado a
indemnizar al heredero. La indemnización ya no es del precio, como en el caso
anterior, sino del valor del bien, a lo que habrá que agregar sus frutos y todos
los perjuicios que haya tenido el heredero.

Efectivamente, por ejemplo “los bienes transferidos por el heredero aparente o por
uno de los coherederos a favor de terceros, en el caso que no se puedan reinvindicar
los bienes hereditarios, no son materia de división y partición; sin embargo, el
poseedor de los bienes, dentro de los cuales debe incluirse al sucesor aparente o
coheredero, está obligado a restituir la totalidad o parte del precio al heredero
perjudicado, a tenor de lo dispuesto en el artículo 666 del Código Civil”

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