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Los niños tienen muy buena disposición para el estudio y, sin embargo, en la práctica pasan
largo rato para poder memorizar una lección o poder comprender un concepto. Emplean su
tiempo sin recoger los frutos de su esfuerzo y, por tanto, acaban por desmotivarse y
postergar el momento de ponerse a estudiar.
Por desgracia muchas veces el fracaso o ineficacia en el estudio está provocado por una
falta de estrategias para hacerlo y no a una baja inteligencia o problemas de atención.
Aprender a aprender no tiene recetas, o recetillas. Tiene métodos, que tienen que adquirirse,
asimilarse y utilizarse.
De esta forma podrán adaptarse a nuevas situaciones y obtener el éxito en sus aprendizajes.
La Comisión Europea define esta competencia como “la capacidad para proseguir y
persistir en el aprendizaje, organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva realizar
un control eficaz del tiempo y la información, individual y grupalmente.”
Esta competencia implica un papel protagonista y activo de los estudiantes. Estos se deben
comprometer en la construcción de sus conocimientos, tomando como base aprendizajes y
experiencias anteriores. Llegando así a crear nuevos aprendizajes asociándolos a los previos
y modificando estos últimos, construyendo de esta forma una nueva estructura mental, con
el fin de reutilizar y aplicar el conocimiento y las habilidades adquiridas en una amplia
variedad de contextos.
La habilidad de aprender a aprender tiene como objetivo y fin último superar todos los
obstáculos para aprender con éxito. Implica el desarrollo de aspectos tanto cognitivos
como emocionales. Esta competencia incluye las siguientes habilidades:
1. Enseña a los niños y niñas a regular sus propios procesos de aprendizaje. Esto es
ayudarle a planificar, supervisar y evaluar su conducta cuando se enfrentan a la tarea de
aprender.
2. Plantea con ellos unos objetivos antes de comenzar con la planificación y el aprendizaje
en sí. Es importante que se pregunten que quieren conseguir.
3. Haz que centren su atención en comprobar si el proceso que siguen les ayuda y permite
lograr los objetivos.
4. Si no van por el camino de lograr los objetivos, muéstrales como modificar el camino.
5. Enséñales a revisar los resultados. Se trata de revisar el proceso de aprendizaje en
relación a los resultados, para modificarlo y mejorarlo.
6. Ante los éxitos y los fracasos, ayúdales a hacer atribuciones adecuadas. Es importante que
atribuyan las causas de los resultados a procesos que están bajo su control, y que por lo
tanto son modificables, como el tiempo dedicado al aprendizaje.
7. Haz que verbalicen lo que van pensando, tanto de forma oral como escrita. El lenguaje
hace que se ordenen las ideas y que se tome conciencia de las mismas, apoya por tanto al
razonamiento y a la construcción de aprendizajes.
8. Dales la oportunidad de construir aprendizajes en diferentes contextos y situaciones.
Claves para motivar a los niños para aprender La percepción del resultado por parte de los
alumnos y alumnas, con claros efectos sobre su motivación, dependerá de la información
que sobre dicho resultado le vayan dando los adultos de referencia. Estos son los puntos
que debemos tener en cuenta a la hora de proporcionar a alumnos e hijos un feedback
realista sobre sus resultados y, por tanto, mantener su motivación para aprender:
Evitar emitir elogios o alabanzas sin más. Esto puede tener efectos contraproducentes: en
algunos casos basta que un niño reciba un signo de aprobación del profesor o sus padres,
para que se detenga en su actividad o produzca una conducta disruptiva o provocadora. Es
más efectivo decirle a un alumno que está desarrollando su trabajo correctamente e
indicarle su progreso señalando en qué se apoya el elogio (la evidencia objetiva en que se
apoya la afirmación)
- Trabajar con alumnos o hijos e hijas las atribuciones y creencias correctas, es decir,
hacerles ver el valor real del éxito (como ocasión de saber y como pasos superados hacia
una meta en lugar de cómo triunfo de la persona o indicador de su inteligencia) y el fracaso
(como fallos solventables en lugar de inutilidad); y atribuir los éxitos o fracasos a las causas
objetivas, normalmente el esfuerzo y la dedicación.
- Ajustar el tipo de tareas y retos que se proponen a los alumnos para su aprendizaje a su
capacidad real. Si se encuentran fuera de su capacidad, le producirán frustración y
desmotivación, si son demasiado fáciles o no constituyen un reto, le desmotivarán y
aburrirán.