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Cuentos para la autoestima

El despertar de pesadillo

Ogro Mogro, Gigantón y Abominable llevaban cientos de años encerrados en la cárcel de


los monstruos. Habían entrado allí voluntariamente, después de darse cuenta de que
asustar a los niños no era una buena forma de ganarse la vida.

Desde entonces, los tres andaban tristes y solitarios; no sabían hacer otra cosa que
asustar, así que carecían de ilusiones y pensaban que no servían para nada. Ya habían
cumplido sus condenas varias veces, pero cuando les decían que podían marchar,
respondían que a dónde iban a ir, si sólo sabían asustar... Pero todo cambió el día que
encerraron a Pesadillo. Pesadillo era un monstruo chiquitajo, que asustaba más bien poco
y se pasaba todo el día durmiendo, pero era realmente muy divertido. Contaba cientos de
historias de cómo había cambiado los sueños de la gente para que fuesen más divertidos,
y de cómo casi siempre sus cambios salían tan mal que acababan asustando a cualquiera.

A Ogro Mogro y sus amigos les encantaban sus historias, pero había que esperar a que el
dormilón de Pesadillo se levantase para escucharle. Y no era nada fácil, porque parecía
que ni un terremoto era capaz de despertarle. Hasta que un día, los tres monstruos
juntaron sus más terríficos gritos. Pesadillo dio un bote en la cama y se despertó al
instante. Les miró con los ojos muy abiertos, pero no parecía estar asustado, ni enfadado;
más bien parecía estar contento: - ¡Genial!- dijo- siempre he querido levantarme
temprano. El día se aprovecha mucho más. ¿sabéis? deberíais hacer de despertadores, sé
de muchos dormilones que os lo agradecerían.

Los tres monstruos se sintieron felices al oír aquellas palabras; servían para algo! Después
de tantísimos años, resulta que podían hacer más cosas de las que habían creído, y sin
asustar ni molestar a los niños. Ese mismo día abandonaron la cárcel dispuestos a crear su
primer despertador. Y así, los tres monstruos se hicieron famosísimos con su negocio para
dormilones, muy contentos de haber comprendido que siempre hay algo genial que
podemos hacer, pero que a veces, está por descubrir.

Inventa otro título para esta


historia:_____________________________________________

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento? Elige la opción correcta:

 Hay gente que no sirve para nada

 A todas las personas se nos da bien hacer algo, aunque en ocasiones resulta difícil saber
lo que es

 Los monstruos dan mucho miedo

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Cómo se sentían los monstruos? ¿por qué?

¿Te has sentido así alguna vez? ¿cuándo? ¿por qué?


La extraña pajarería

El señor Pajarian era un hombrecillo de cara simpática y sonriente que tenía una tienda de
pajaritos. Era una pajarería muy especial, en la que todas las aves caminaban sueltas por
cualquier lado sin escaparse, y los niños disfrutaban de sus colores y de sus cantos.

Tratando de saber cómo lo conseguía, el pequeño Nico se ocultó un día en una esquina de
la tienda. Estuvo escondido hasta la hora del cierre, y luego siguió al pajarero hasta la
trastienda.

Allí pudo ver cientos de huevos agrupados en pequeñas jaulas, cuidadosamente


conservados. El señor Pajarian llegó hasta un grupito en el que los huevecillos comenzaban
a moverse; no tardaron en abrirse, y de cada uno de ellos surgió un precioso ruiseñor.

Fue algo emocionante, Nico estaba como hechizado, pero entonces oyó la voz del señor
Pajarian. Hablaba con cierto enfado y desprecio, y lo hacía dirigiéndose a los recién
nacidos: "¡Ay, miserables pollos cantores... ni siquiera volar sabéis, menos mal que algo
cantaréis aquí en la tienda!"- Repitió lo mismo muchas veces. Y al terminar, tomó los
ruiseñores y los introdujo en una jaula estrecha y alargada, en la que sólo podían moverse
hacia adelante.

A continuación, sacó un grupito de petirrojos de una de sus jaulas alargadas. Los


petirrojos, más creciditos, estaban en edad de echar a volar, y en cuanto se vieron libres,
se pusieron a intentarlo. Sin embargo, el señor Pajarian había colocado un cristal
suspendido a pocos centímetros de sus cabecitas, y todos los que pretendían volar se
golpeaban en la cabeza y caían sobre la mesa. "¿Veis los que os dije?" -repetía- " sólo sois
unos pobres pollos que no pueden volar. Mejor será que os dediquéis a cantar"...

El mismo trato se repitió de jaula en jaula, de pajarito en pajarito, hasta llegar a los
mayores. El pajarero ni siquiera tuvo que hablarles: en su mirada triste y su andar torpe se
notaba que estaban convencidos de no ser más que pollos cantores. Nico dejó escapar una
lagrimita pensando en todas las veces que había disfrutado visitando la pajarería. Y se
quedó allí escondido, esperando que el señor Pajarian se marchara.

Esa noche, Nico no dejó de animar a los pajaritos. "¡Claro que podéis volar! ¡Sois pájaros! ¡
Y sois estupendos! ", decía una y otra vez. Pero sólo recibió miradas tristes y resignadas, y
algún que otro bello canto.

Nico no se dio por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras más, volvió a esconderse
para animar el espíritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les silbaba, y
les enseñaba innumerables libros y dibujos de pájaros voladores "¡Ánimo, pequeños,
seguro que podéis! ¡Nunca habéis sido pollos torpes!", seguía diciendo.

Finalmente, mirando una de aquellas láminas, un pequeño canario se convenció de que él


no podía ser un pollo. Y tras unos pocos intentos, consiguió levantar el vuelo... ¡Aquella
misma noche, cientos de pájaros se animaron avolar por vez primera! Y a la mañana
siguiente, la tienda se convirtió en un caos de plumas y cantos alegres que duró tan sólo
unos minutos: los que tardaron los pajarillos en escapar de allí.

Cuentan que después de aquello, a menudo podía verse a Nico rodeado de pájaros, y que
sus agradecidos amiguitos nunca dejaron de acudir a animarle con sus alegres cantos cada
vez que el niño se sintió triste o desgraciado.

Inventa otro título para esta historia:

Título:_________________________________________________________

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento? Elige la opción correcta:

 Los pollos no saben volar

 Si creemos en nosotros mismos podemos conseguir todo aquello que nos propongamos

 Debemos creer las cosas malas que nos dicen los demás
Contesta a las siguientes preguntas:

¿Cómo crees que se sentían los pajaritos cuando el pajarero les decía cosas negativas
sobre ellos?

¿Alguna vez te ha pasado eso a ti? ¿Cuándo? y ¿cómo te sentiste?

Y sin embargo ¿Cómo te sientes cuando alguien dice cosas positivas o bonistas de ti?

En la lectura anterior trabajamos el concepto de autoestima, a continuación te lo


recordamos con otras palabras.

La autoestima es aquello que sentimos, pensamos y manifestamos acerca de nosotros


mismos. Es decir, la forma en que nos valoramos o estimamos.

¿Cómo puede ser la autoestima?

 Alta o normal: cuando coincide el concepto que tenemos de nosotros mismos con
aquello que nos gustaría ser. Ejemplo, un alumno se considera inteligente y obtiene
buenas notas. En consecuencia, se siente contento o satisfecho consigo mismo.

 Baja: cuando existe una gran diferencia entre el concepto que tiene de sí mismo y
aquello que desearía ser. Ejemplo, un alumno se considera tímido y su ideal sería ser
popular y tener muchos amigos.

¿Qué consecuencias puede tener desarrollar una buena autoestima? Elige las opciones
que consideras adecuadas y escríbelas en el cuadro que aparece a continuación:

 Actuarás de forma independiente, defenderás tus derechos y respetarás los derechos de


los demás y al mismo tiempo asumirás tus responsabilidades

 Buscarás siempre la protección o la aprobación de los demás y no asumirás tus propias


responsabilidades

 Serás capaz de afrontar y resolver con seguridad tus problemas

 No serás capaz de afrontar los nuevos retos que se te plantean, ya que cualquier cosa
nueva te produce inseguridad y ansiedad

 Te sentirás satisfecho y contento por tus logros

 Si te valoras positivamente también lo harán los demás y les gustará compartir su tiempo
contigo
La rosa blanca

En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de la nada una
rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de terciopelo y el rocío de la
mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes. Ella no podía verse, por
eso no sabía lo bonita que era.

Por ello pasó los pocos días que fue flor hasta que empezó a marchitarse sin saber que a
su alrededor todos estaban pendientes de ella y de su perfección: su perfume, la suavidad
de sus pétalos, su armonía. No se daba cuenta de que todo el que la veía tenía elogios
hacia ella.

Las malas hierbas que la envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas
por su aroma y elegancia.

Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando cuántas cosas
bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto vio una rosa blanca en una parte
olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.

–Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará mustia. La llevaré a
casa y la pondré en aquel jarrón tan bonito que me regalaron.

Y así lo hizo. Con todo su amor puso la rosa marchita en agua, en un lindo jarrón de cristal
de colores, y lo acercó a la ventana.- La dejaré aquí, pensó –porque así le llegará la luz del
sol. Lo que la joven no sabía es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato
de ella misma que jamás había llegado a conocer.
-¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se fueron
enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue recuperando su
estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida vio, mirándose al cristal, que
era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!! Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era,
¿cómo he podido estar tan ciega?

La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin mirarse bien a sí
misma para saber quién era en realidad. Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo
que ves a tu alrededor y mira siempre en tu corazón.

Inventa otro título para esta historia:

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Te has sentido alguna vez como la flor? Explícalo:

Imagínate que el siguiente espejo es mágico y puede decirte cómo eres, ¿qué cosas crees
que te diría? ¿Cómo soy yo?
Cuento sobre la aceptación:
El hada fea

Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y amable
de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho que se esforzaba en
mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más
importante de una hada tenía que ser su belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso,
y cada vez que volaba a una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en
apuros, antes de poder abrir la boca, ya la estaban chillando y gritando:

- ¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.

Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un
encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su mamá de
pequeña:

- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por
alguna razón especial...

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las
hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y
ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y
una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con
murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo
consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.

Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del
hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada
vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas
por hacer.

Inventa otro título:


Título:_______________________________________________________

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Quién es el personaje principal de la historia?

¿Cómo es? Descríbelo:

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

¿dónde sucede la historia?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo? Ó ¿cómo transcurre la historia?

¿Qué pasa al final?

¿Te has sentido alguna vez como el hada fea?

¿Cómo se resolvió la historia?

EL VALOR QUE SE TRABAJA EN ESTA LECTURA ES QUE “ HAY QUE APRENDER A


ACEPTARNOS TAL Y COMO SOMOS”, AUNQUE SIEMPRE PODEMOS ESFORZARNOS EN
CAMBIAR O MEJORAR AQUELLOS ASPECTOS DE NOSOTROS MISMOS QUE MENOS NOS
GUSTAN.
El niño de las mil cosquillas

Pepito Chispiñas era un niño tan sensible, tan sensible, que tenía cosquillas en el pelo.
Bastaba con tocarle un poco la cabeza, y se rompía de la risa. Y cuando le daba esa risa de
cosquillas, no había quien le hiciera parar. Así que Pepito creció acostumbrado a
situaciones raras: cuando venían a casa las amigas de su abuela, siempre terminaba
desternillado de risa, porque no faltaba una viejecita que le tocase el pelo diciendo "qué
majo". Y los días de viento eran la monda, Pepito por el suelo de la risa en cuanto el viento
movía su melena, que era bastante larga porque en la peluquería no costaba nada que se
riera sin parar, pero lo de cortarle el pelo, no había quien pudiera.

Verle reir era, además de divertidísimo, tremendamente contagioso, y en cuanto Pepito


empezaba con sus cosquillas, todos acababan riendo sin parar, y había que interrumpir
cualquier cosa que estuvieran haciendo. Así que, según se iba haciendo más mayor,
empezaron a no dejarle entrar en muchos sitios, porque había muchas cosas serias que no
se podían estropear con un montón de risas. Pepito hizo de todo para controlar sus
cosquillas: llevó mil sombreros distintos, utilizó lacas y gominas ultra fuertes, se rapó la
cabeza e incluso hizo un curso de yoga para ver si podía aguantar las cosquillas relajándose
al máximo, pero nada, era imposible. Y deseaba con todas sus fuerzas ser un chico normal,
así que empezó a sentirse triste y desgraciado por ser diferente.

Hasta que un día en la calle conoció un payaso especial. Era muy viejecito, y ya casi no
podía ni andar, pero cuando le vio triste y llorando, se acercó a Pepito para hacerle reír. No
le tardó mucho en hacer que Pepito se riera, y empezaron a hablar. Pepito le contó su
problema con las cosquillas, y le preguntó cómo era posible que un hombre tan anciano
siguiera haciendo de payaso.
- No tengo quien me sustituya- dijo él, - y tengo un trabajo muy serio que hacer. Pepito le
miró extrañado; "¿serio?, ¿un payaso?", pensaba tratando de entender. Y el payaso le dijo:

- Ven, voy a enseñártelo.

Entonces el payaso le llevó a recorrer la ciudad, parando en muchos hospitales, casas de


acogida, albergues, colegios... Todos estaban llenos de niños enfermos o sin padres, con
problemas muy serios, pero en cuanto veían aparecer al payaso, sus caras cambiaban por
completo y se iluminaban con una sonrisa. Su ratito de risas junto al payaso lo cambiaba
todo, pero aquel día fue aún más especial, porque en cada parada las cosquillas de Pepito
terminaron apareciendo, y su risa contagiosa acabó con todos los niños por los suelos,
muertos de risa. Cuando acabaron su visita, el anciano payaso le dijo, guiñándole un ojo.

- ¿Ves ahora qué trabajo tan serio? Por eso no puedo retirarme, aunque sea tan viejito.

- Es verdad -respondió Pepito con una sonrisa, devolviéndole el guiño- no podría hacerlo
cualquiera, habría que tener un don especial para la risa. Y eso es tan difícil de encontrar...
-dijo Pepito, justo antes de que el viento despertara sus cosquillas y sus risas. Y así, Pepito
se convirtió en payaso, sustituyendo a aquel anciano tan excepcional, y cada día se
alegraba de ser diferente, gracias a su don especial.

Inventa otro título para este cuento:

Título: ____________________________________________

Contesta a las siguientes preguntas:

¿dónde sucede la historia?

¿Quién es el personaje principal de la historia?

¿Qué le ocurre?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo? Ó ¿cómo transcurre la historia?

¿Qué pasa al final?

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

ESTA LECTURA PRETENDE ENSEÑARNOS QUE “DEBEMOS APRENDER A ACEPTARNOS TAL Y


COMO SOMOS, PUES LAS COSAS QUE NOS DIFERENCIAN DE LOS DEMÁS PUEDEN SER
CUALIDADES POSITIVAS QUE PODEMOS UTILIZAR PARA MEJORAR NUESTRAS VIDAS”.
¿Qué piensas acerca de este valor?

¿Te ha ocurrido algo parecido a ti?

Fionina y Pionina, las hadas tímidas


Cuando viajas al país de las hadas y preguntas quién ha sido el hada más bella de la
historia, todos responden sin dudarlo que Pionina. Todos, menos la propia Pionina, que
mueve la cabeza y piensa en silencio en su hermana Fiorina.

Nadie la ha conocido aún, pero Fiorina era claramente la más bella de las dos hermanas.
Ambas nacieron de una misma gota de rocío grande y perfecta, y compartieron su vida
dentro de una misma flor durante años. Y es que eran tan tímidas, que ni siquiera se
atrevían a salir al mundo. Como no conocían otras hadas, se preguntaban si serían bellas o
feas, listas o tontas, afortunadas o desgraciadas. Y tanto y tan a menudo lo pensaban, que
terminaron estando convencidas de lo feas, tontas y desgraciadas que eran, de modo que
no se atrevían a abandonar su confortable florecilla, y se dedicaban a lamentar su
desgracia. ¿Cómo iban a presentarse al mundo siendo tan desastrosas? ¿Qué les dirían los
demás? ¿Y si las rechazaban o se reían de ellas?

Hasta que un día, Pionina consiguió reunir el valor suficiente para salir de la flor. "No tengo
la culpa de ser tan horrorosa", se dijo, "trataré de ser amable y alegre, así puede que
perdonen mis defectos", pensaba ya decidida a salir.

Pionina trató por todos los medios de conseguir que su hermana fuera con ella, pero
Fiorina no se sentía capaz de superar su timidez, y aunque se moría de ganas por salir,
decidió quedarse tranquila en la flor... Cuando Pionina abandonó su flor y comenzó sus
acrobáticos vuelos, un brillo especial envolvió el inmenso campo de flores del que formaba
parte su casa.
Al ver aquella luz, cientos de hadas salieron de sus flores para verla, y todas y cada una
contemplaron admiradas la más bella hada que nunca hubieran conocido. Se armó un
enorme revuelo alrededor de Pionina, y en unos minutos se convirtió en la más famosa de
las hadas por su belleza, inteligencia y fortuna.

Pionina corrió a avisar a su hermana de lo equivocadas que habían estado durante años,
pero no supo regresar a su flor. En aquel campo había tantos cientos de miles de flores tan
iguales, que Pionina no podía distinguir dónde había vivido. Buscó y buscó, pero no
consiguió dar con Fiorina.

Y allí sigue Fiorina, escondida en su flor, llena de miedo, pensando que podría ser la más
horrible de las hadas, sin saber que, si algún día se decide a salir y mostrarse tal y como es,
todos verán en ella la más afortunada y bella de todas las hadas

Inventa otro título:

Título: ______________________________________________________

Contesta a las siguientes preguntas:

¿dónde sucede la historia?

¿Quién es el personaje principal de la historia?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo? Ó ¿cómo transcurre la historia?

¿Cómo son ambas hermanas? ¿En qué se diferencian?

¿Qué pasa al final?

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

La cabeza de colores En este caso, el cuento de La cabeza de colores, habla de la envidia.


Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería aquello que no tenía:
los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus primos, los libros de sus papás... y llegó a
ser tan envidioso, que hasta los pelos de su cabeza eran envidiosos. Un día resultó que uno
de los pelos de la coronilla despertó de color verde, y los demás pelos, al verlo tan
especial, sintieron tanta envidia que todos ellos terminaron de color verde.

Al día siguiente, uno de los pelos de la frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente
todos los demás pelos acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de
color, llevado por la envidia que sentían todos sus pelos.

A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía tanta
envidia que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba tan enfadado por
ello, que se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no pudo aguantar el tirón y se
soltó, cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y entonces, los demás pelos, sintiendo
envidia, se soltaron también, y en un minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de
sorpresa parecía un chiste malo.

Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado de su
envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que tenía sin fijarse
en lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se encontró con su cabeza lisa y
brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para convertirla en su lienzo particular.

Desde aquel día comenzó a pintar hermosos cuadros de colores en su calva cabeza, que
gustaron tantísimo a todos, que con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en
el mundo entero.

Inventa otro título:

Título: _______________________________________________
Contesta a las siguientes preguntas:

¿Dónde sucede la historia?

¿Quién es el personaje principal de la historia?

¿Cómo es? Descríbelo:

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo? Ó ¿cómo transcurre la historia?

¿Qué pasa al final?

Cuentos sobre el valor de la alegría:


La báscula de las cosquillas
Cierto día en la selva apareció una báscula, de esas que se utilizan para medir el peso. Los
animales jugaron con ella durante algún tiempo, hasta que un papagayo que había
escapado de un zoológico les explicó cómo funcionaba, y todos por turno fueron
pesándose.

Al principio todo era un juego, cada animal veía cuánto engordaba o adelgazaba cada día,
pero pronto muchos comenzaron a obsesionarse con su peso, y cada mañana lo primero
que hacían era correr a la báscula, pesarse, y poner muy mala cara el resto del día, porque
marcara lo que marcara la balanza, siempre pesaban lo mismo: "más de lo que querían".

Según pasaron los meses la báscula comenzó a sufrir las iras de los animales, que le
regalaban pataditas y malas miradas cada día, hasta que un día decidió que a la mañana
siguiente las cosas cambiarían. Aquella mañana la primera en correr a pesarse fue la cebra.
Pero en cuanto se subió a la báscula, ésta comenzó a hacerle cosquillas en sus pezuñas
descalzas. Pronto encontró el punto justo, y la cebra no dejó de reír a carcajadas.

Aquello le pareció tan divertido, que ese día ni se preocupó de su peso, y se marchó
alegremente a tomar su desayuno por primera vez en mucho tiempo. Lo mismo ocurrió
con cuantos fueron a pesarse ese día, y el siguiente, y el siguiente... de forma que en poco
tiempo nadie estaba ya preocupado por su peso, sino por comentar lo divertidas y
simpáticas que eran aquella balanza y sus cosquillas. Con los meses y los años, la báscula
dejó de marcar el peso para marcar el buen humor y el optimismo, y todos descubrieron
con alegría que esa era una forma mucho mejor de medir la belleza y el valor de las
personas, de modo que en aquella selva nunca más hubo nadie preocupado por aquella
medida anticuada y pasada de moda que llamaban kilo.

Inventa otro título para esta historia:


Título:____________________________________________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 Los kilos de más nos proporcionan belleza

 No debemos preocuparnos tanto por nuestra apariencia

 El buen humor y la alegría con la que afrontamos la vida nos hacen parecer
personas más bellas, y nos dan más valor como personas.

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo? Ó ¿cómo transcurre la historia?

¿Qué pasa al final?

Escribe un listado de cosas que te producen alegría o buen humor: ¿Cómo es todo lo que
sucede a tu alrededor cuando estás de buen humor?

¿Se te ocurre qué puedes hacer para mejorar tu buen humor?

Lagrimita Joe
Lagrimita Joe era un niño con una habilidad especial: podía ponerse a llorar en menos de
un segundo. Si algo no le gustaba, o le resultaba difícil, o si alguien le contrariaba,
Lagrimita Joe no tardaba en poner cara de pena y mostrar grandes lagrimones rodando
por sus mejillas.

Así conseguía prácticamente todo lo que quería, porque no había quien resistiera la pena
que daba su carita llena de lágrimas. Pero un día, Lagrimita Joe conoció a Pipo. Se lo
encontró pidiendo unas monedas a cambio de ayudar en lo que fuera a las personas que
caminaban por la calle.

Pipo era muy pobre, y no tenía casa ni familia, así que se ganaba la vida como podía. Sin
embargo, siempre mostraba una gran sonrisa de oreja a oreja. A Joe le cayó simpático
aquel niño, así que decidió echarle una mano para conseguir algo de dinero.

Se acercó al lugar en que estaba Pipo, se quitó el sombrero, lo puso junto a sus zapatos, y
comenzó a llorar poniendo su penosísima cara de pena. ¡Menudo éxito! En unos pocos
minutos, el sombrero de Lagrimita Joe estuvo lleno de monedas y golosinas. Pero cuando
se lo ofreció a Pipo, éste lo rechazó. - Prefiero merecerme lo que tengo- respondió con su
habitual sonrisa-. Es mucho más divertido esforzarse por conseguir las cosas.

¿Sabes? Hoy he bañado a un perro, he recogido cientos de clavos con un imán, he


ordenado un armario de pinturas, he acompañado a una señora ciega por el parque...
puede que no haya conseguido todo lo que quería, pero he hecho muchas cosas
interesantes ¿Y tú? ¿te lo has pasado bien? Lagrimita Joe no contestó, y se marchó triste.
Había conseguido todo lo que quería, pero no había hecho prácticamente nada
interesante en todo el día. Ni siquiera se lo había pasado bien: casi todo el tiempo había
estado llorando. Aquella tarde, ya en su casa, Joe pidió cenar un riquísimo pastel.

Cuando su mamá le dijo que no, trató de echarse a llorar, pero al recordar al alegre Pipo y
ver su propia cara de pena reflejada en el espejo, no pudo hacerlo. ¿Cómo desaprovechar
aquella ocasión de hacer algo interesante? Así que trató de conseguir el pastel de otra
forma. Y para sorpresa y alegría de sus padres, dedicó toda la tarde a ayudar a su mamá a
ordenar y etiquetar la despensa, a regar las plantas y a colocar los libros de la biblioteca.

Sin embargo, al final no hubo pastel. Pero tampoco fue tan terrible, pues Joe descubrió
que había sido mucho más divertido hacer todas aquellas cosas que haber pasado la tarde
llorando sólo para conseguir cenar un pastel que ni siquiera se habría merecido.

Inventa otro título para esta historia:


Título:__________________________________________________________________

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Quién es el protagonista de esta historia?

¿Qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿A quién conoce?

¿Qué le enseña el otro niño?

Por lo tanto, ¿qué nos enseña esta historia?

¿dónde sucede la historia?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿Qué pasa al final?

Cuentos sobre el valor de la actitud positiva


Cuento, papel y pluma

En una pequeña ciudad hubo una vez un cuento vacío. Tenía un aspecto excelente, y una
decoración impresionante, pero todas sus hojas estaban en blanco. Niños y mayores lo
miraban con ilusión, pero al descubrir que no guardaba historia alguna, lo abandonaban
en cualquier lugar.

No muy lejos de allí, un precioso tintero seguía lleno de tinta desde que hacía ya años su
dueño lo dejara olvidado en una esquina. Tintero y cuento lamentaban su mala suerte, y
en eso gastaban sus días. Quiso el azar que una de las veces que el cuento fue
abandonado, acabara junto al tintero. Ambos compartieron sus desgracias durante días y
días, y así hubieran seguido años, de no haber caído a su lado una elegante pluma de
cisne, que en un descuido se había soltado en pleno vuelo.

Aquella era la primera vez que la pluma se sentía sola y abandonada, y lloró
profundamente, acompañada por el cuento y el tintero, que se sumaron a sus quejas con
la facilidad de quien llevaba años lamentándose día tras día. Pero al contrario que sus
compañeros, la pluma se cansó enseguida de llorar, y quiso cambiar la situación.

Al dejar sus quejas y secarse las lágrimas, vio claramente cómo los tres podían hacer
juntos mucho más que sufrir juntos, y convenció a sus amigos para escribir una historia. El
cuento puso sus mejores hojas, la tinta no se derramó ni un poco, y la pluma puso
montones de ingenio y caligrafía para conseguir una preciosa historia de tres amigos que
se ayudaban para mejorar sus vidas.

Un joven maestro que pasaba por allí triste y cabizbajo, pensando cómo conseguir la
atención de sus alumnos, descubrió el cuento y sus amigos. Al leerlo, quedó encantado
con aquella historia, y recogiendo a los tres artistas, siguió su camino a la escuela. Allí
contó la historia a sus alumnos, y todos se mostraron atentos y encantados. Desde
entonces, cada noche, pluma, tintero y cuento se unían para escribir una nueva historia
para el joven profesor, y se sentían orgullosos y alegres de haber sabido cambiar su suerte
gracias a su esfuerzo y colaboración.

Inventa otro título para esta historia: Título:


_________________________________________ Elige la opción correcta sobre lo que
nos enseña esta lectura:

 Llorar es bueno, aclara la vista

 Lamentándose no se soluciona nada, hace falta cambiar las cosas y buscar la ayuda
necesaria

 Cuanto más se llora menos sehace

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?

Las princesas del lago


Había una vez dos bellas princesas que siendo aún pequeñas, habían sido raptadas por un
rey enemigo. Éste había ordenado llevarlas a un lago perdido, y abandonarlas en una
pequeña isla, donde permanecerían para siempre custodiadas por un terrible monstruo
marino.

Sólo cuando el malvado rey y su corte de brujos y adivinos fueron derrotados, pudieron en
aquel país descubrir que en el destino estaba escrito que llegaría el día en que un valiente
príncipe liberaría a las princesas de su encierro.

Cuando el viento llevó la noticia a la isla, llenó de esperanza la vida de las princesas. La
más pequeña, mucho más bella y dulce que su hermana, esperaba pacientemente a su
enamorado, moldeando pequeños adornos de flores y barro, y cantando canciones de
amor.

La mayor, sin embargo, no se sentía a gusto esperando sin más. "Algo tendré que hacer
para ayudar al príncipe a rescatarme. Que por lo menos sepa dónde estoy, o cómo es el
monstruo que me vigila." Y decidida a facilitar el trabajo del príncipe, se dedicó a crear
hogueras, construir torres, cavar túneles y mil cosas más.

Pero el temible monstruo marino fastidiaba siempre sus planes. Con el paso del tiempo, la
hermana mayor se sentía más incómoda. Sabía que el príncipe elegiría a la pequeña, así
que no tenía mucho sentido seguir esperando.
Desde entonces, la joven dedicó sus esfuerzos a tratar de escapar de la isla y del monstruo,
sin preocuparse por si finalmente el príncipe aparecería para salvarla o no. Cada mañana
preparaba un plan de huída diferente, que el gran monstruo siempre terminaba
arruinando. Los intentos de fuga y las capturas se sucedían día tras día, y se convirtieron
en una especie de juego de ingenio entre la princesa y su guardián.

Cada intento de escapada era más original e ingenioso, y cada forma de descubrirlo más
sutil y sorprendente. Ponían tanto empeño e imaginación en sus planes, que al acabar el
juego pasaban horas comentando amistosamente cómo habían preparado su estrategia.

Y al salir la luna, se despedían hasta el día siguiente y el monstruo volvía a las


profundidades del lago.Un día, el monstruo despidió a la princesa diciendo: - Mañana te
dejaré marchar. Eres una joven lista y valiente. No mereces seguir atrapada. Pero a la
mañana siguiente la princesa no intentó escapar.

Se quedó sentada junto a la orilla, esperando a que apareciera el monstruo. - ¿Por qué no
te has marchado? - No quería dejarte aquí solo. Es verdad que das bastante miedo, y eres
enorme, pero tú también eres listo y mereces algo más que vigilar princesas. ¿Por qué no
vienes conmigo? - No puedo- respondió con gran pena el monstruo-. No puedo separarme
de la isla, pues a ella me ata una gran cadena. Tienes que irte sola.

La joven se acercó a la horrible fiera y la abrazó con todas sus fuerzas. Tan fuerte lo hizo,
que el animal explotó en mil pedazos. Y de entre tantos pedacitos, surgió un joven risueño
y delgaducho, pero con esa misma mirada inteligente que tenía su amigo el monstruo.

Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había estado con ellas desde el
principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes debían liberarlo a él. Algo que
sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la actitud de la hermana mayor.

Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna duda para elegir con qué princesa
casarse, dejando a la hermana pequeña con sus cantos, su belleza y su dulzura... y
buscando algún príncipe tontorrón que quisiera a una chica con tan poca iniciativa.

Inventa otro título para esta historia: Título:______________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura:

 Para qué esforzarte en conseguir las cosas, es mejor esperar a que éstas ocurran
sin más.
 Mostrar una actitud positiva ante la vida nos hace buscar soluciones inteligentes a
nuestros problemas, y tarde o temprano conseguimos resultados positivos, aunque
a veces estos se demoren.

 La solución a nuestros problemas están en los demás, hay que esperar a que nos
ayuden.

CUANDO TENEMOS UN PROBLEMA DEBEMOS DE BUSCAR LA FORMA DE


SOLUCIONARLO. PARA ELLO PODEMOS SEGUIR LOS SIGUIENTES PASOS:

 IDENTIFICAR EL PROBLEMA

 BUSCAR DIFERENTE FORMAS DE SOLUCIONARLO (PARA ELLO, A VECES ES


IMPORTANTE CONSULTAR CON PERSONAS ADULTAS O CON AMIGOS QUE SEAN DE
CONFIANZA, PERO RECUERDA QUE… LA DECISIÓN FINAL ES TUYA).

 ELEGIR LA FORMA QUE NOS PARECE MÁS ADECUADA  ACTUAR SEGÚN LA


DECISIÓN ELEGIDA
Cuentos sobre el valor del optimismo

El barrio de los artistas

Miki era un chico alegre, optimista y simpático. Nadie recordaba haberle visto enfadar, y
daba igual lo que le dijeran, parecía incapaz de insultar a nadie. Hasta sus maestros se
admiraban de su buena disposición para todo, y era tan extraño que incluso se corrió el
rumor de que era debido a un secreto especial; y bastó que fuera secreto para que nadie
pensara en otra cosa.

Tanto preguntaban al pobre Miki, que una tarde invitó a merendar a don José Antonio, su
profesor favorito. Al terminar, le animó a ver su habitación, y al abrir la puerta, el maestro
quedó como paralizado, al tiempo que una gran sonrisa se dibujaba en su rostro. ¡La
enorme pared del fondo era un único collage de miles de colores y formas que inundaba
toda la habitación!. Era el decorado más bonito que había visto nunca. - Algunos en el cole
creen que yo nunca pienso mal de nadie -comenzó a explicar Miki-, ni que nada me
molesta o que nunca quiera insultar a nadie, pero es mentira.

A mí me pasa como a todo el mundo. Y antes me enfadaba mucho más que ningún niño.
Sin embargo, hace años con ayuda de mis padres comencé un pequeño collage especial:
en él podía utilizar todo tipo de materiales y colores, siempre que con cada pequeña pieza
pudiera añadir algún mal pensamiento o acción que hubiera sabido contener.

Era verdad. El maestro se acercó y en cada una de las pequeñas piezas se podía leer en
letras finísimas "tonto", "bruto", "pesado", "aburrido" y otras mil cosas negativas. - Así que
comencé a convertir todos mis malos momentos en una oportunidad de ampliar mi
collage.

Ahora estoy tan entusiasmado con él, que cada vez que alguien me provoca un enfado no
dejo de alegrarme por tener una nueva pieza para mi dibujo. De muchas cosas más
hablaron aquel día, pero lo que el buen maestro no olvidó nunca fue cómo un simple niño
le había mostrado que el secreto de un carácter alegre y optimista está en convertir los
malos momentos en una oportunidad de sonreír.

Sin decírselo a nadie, aquel mismo día comenzó su propio collage, y tanto recomendó
aquel secreto a sus alumnos, que años después llamaron a aquel barrio de la ciudad, "El
barrio de los artistas" porque cada casa contenía las magníficas obras de arte de aquellos
niños optimistas.

Inventa otro título para esta historia: Título:______________________________________

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Quién es el protagonista de la historia?

¿Cómo es?

¿Por qué todo el mundo lo admira?

¿Cuál es su secreto?

¿dónde sucede la historia?

¿Qué pasa al final?


Juanija Lagartija

Juanija Lagartija vivía entre unas piedras en el campo. Como a todas las lagartijas, le
encantaba tomar tranquilamente el sol sobre una gran roca plana. Allí se quedaba tan a
gustito, que más de una vez había llegado a dormirse, y eso fue lo que pasó el día que
perdió su rabito: unos niños la atraparon, y Juanija sólo pudo soltarse perdiendo su rabo y
corriendo a esconderse.

Asustada oyó como aquellos niños reían al ver cómo seguía moviéndose el rabito sin la
lagartija, y terminaban tirándolo al campo después de un ratito. La lagartija comenzó
entonces a buscarlo por toda la zona, dispuesta a recuperarlo como fuera para volver a
colocarlo en su sitio.

Pero aquel campo era muy grande, y por mucho que buscaba, no encontraba ni rastro de
su rabito. Juanija dejó todo para poder buscarlo, olvidando su casa, sus juegos y sus
amigos, pero pasaban los días y los meses, y Juanija seguía buscando, preguntando a
cuantos encontraba en su camino.

Un día, uno de aquellos a quienes preguntó respondió extrañado "¿Y para qué quieres
tener dos rabos?". Juanija se dio la vuelta y descubrió que después de tanto tiempo le
había crecido un nuevo rabito, incluso más fuerte y divertido que el anterior.

Entonces comprendió que había sido una tontería dedicar tanto tiempo a lo que ya no
tenía remedio, y decidió darse la vuelta y volver a casa. Pero de vuelta a sus rocas,
precisamente encontró su rabito al lado del camino. Estaba seco y polvoriento, y tenía un
aspecto muy feo. Alegre, después de haber dedicado tanto tiempo a buscarlo, Juanija
cargó con él y siguió su camino. Se cruzó entonces con un sapo, que sorprendido le dijo: -
¿Por qué cargas con un rabo tan horrible y viejo, teniendo uno tan bonito? - He estado
meses buscándolo - respondió la lagartija. - ¿De verdad has estado meses buscando algo
tan feo y sucio? -siguió el sapo. - Bueno - se, excusó Juanija- antes no era tan feo... - Mmm,
pero ahora sí lo es, ¿no?... ¡qué raras sois las lagartijas! -dijo el sapo antes de largarse
dando saltos El sapo tenía razón.

Juanija seguía pensando en su rabito como si fuera el de siempre, pero la verdad es que
ahora daba un poco de asco. Entonces la lagartija comprendió todo, y decidió dejarlo allí
abandonado, dejando con él todas sus preocupaciones del pasado; y sólo se llevó de allí
un montón de ilusiones para el futuro.

Inventa otro título para esta historia: Título: ___________________________________

¿Qué pretende enseñarnos el autor de este cuento?

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Quién es el protagonista de la historia? ¿qué le ocurre?

¿Cómo se siente Juanija cuando pierde su cola?

¿Cómo decide arreglar su situación?

¿Le sirve de algo esta solución?

¿dónde sucede la historia?

¿Qué pasa al final?


Cuentos sobre el valor de la gratitud

Adalina, un hada sin alas

Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la
princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo
eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes
mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal.

Así que desde muy pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas.
Adalina creció dando las gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los
animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla. Pero cuando cumplió la edad en
que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera ser una buena reina
con tal discapacidad.

Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una prueba en
la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer. La pequeña hada se
entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera podía llegar
muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que
pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia
se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos
estaban junto a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara. - Muchas gracias,
amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de
sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme. - ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos,
¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas? - Ufff.... si pudiera, me encantaría
atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de
rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque.

O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida
luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su belleza... Pero como
no tengo magia ni alas donde guardarla... - ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira!
-gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de color
verde a su paso. Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de
magia había invadido a sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el
mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua
que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche
pudieron verse en el cielo ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de
luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del
bosque. Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella
sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa.

Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la
primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí mismas, sino
entre todos sus verdaderos amigos.

título para esta historia: Título: _____________________________________

¿Qué nos quiere enseñar este cuento?

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Quién es el personaje principal de esta historia?

¿Qué problema tiene?

¿Cómo lo soluciona?

¿dónde sucede la historia?

¿Qué pasa al final?


El comerciante sin suerte

Había una vez un comerciante que después de unos malos negocios, se lamentaba de su
mala suerte.

Un viajero que pasaba por allí le preguntó qué le apenaba, y al oír que era un hombre con
muy mala suerte, abrió el saco que llevaba y sacó un extraño artilugio, formado por dos
vasos de cristal unidos por la mitad, decorados con extraños dibujos, uno verde y otro rojo,
en cada uno de los cuales había unas raras semillas del mismo color que su vaso. - Pues
precisamente has tenido mucha suerte al encontrarme -dijo el hombre-. Esto es justo lo
que necesitas: unas vasijas de la suerte.

Y ante el asombro del mercader, le explicó que aquellas semillas eran las semillas de la
suerte; las de la buena suerte, las verdes, y las de la mala suerte, las rojas.

Nunca podían separarse las vasijas, y cuando alguna de ellas se llenaba, provocaba
múltiples sucesos de buena o mala suerte, según se hubieran desbordado unas semillas u
otras. El comerciante, ilusionado, agradeció el regalo, sin llegar apenas a escuchar las
últimas palabras del viajero, advirtiéndole lo difícil que era utilizar aquellas vasijas.
Esperanzado, examinó con cuidado las semillas verdes, las de la buena suerte. Aunque no
le eran familiares, estaba de poder encontrar alguien a quien comprarle varias vasijas, así
que cubrió la boca del tarro con sumo cuidado, evitando que se pudieran caer por
descuido.

Luego miró las semillas rojas, y pensó que la forma más segura de evitar que se llenara el
vaso rojo era vaciarlo allí mismo; así lo hizo y siguió su camino. Poco después, se cruzó con
una mujer que al ver sus vasijas debió reconocerlas, porque corrió a pedirle un buen
puñado de semillas. El comerciante se negó rotundamente, y la mujer se fue maldiciendo
entre dientes. "Qué quiere que haga", pensó apesadumbrado, "no puedo renunciar a mi
buena suerte", y siguió su camino, donde volvió a tener más encuentros similares.

Según pasaba el tiempo, el comerciante descubrió que el vaso rojo se llenaba solo. Le
pareció más o menos lógico, porque si no las vasijas no tendrían mucha gracia, así que
cada poco tiempo se paraba a vaciarlo y seguía su camino. Pero llegó un momento en que
el vaso se llenaba tan rápido, que casi no podía vaciarlo, y finalmente, se desbordó.

"Buena la he hecho", pensó el mercader, "lo único que me falta es otro montón de mala
suerte". Entonces miró a lo largo del camino, y vio que las semillas que había ido arrojando
se habían convertido en plantas malignas que acabaron con los sembrados y los pastos de
toda la zona. Los aldeanos del lugar al verlo, buscaron enfurecidos al culpable, y el
mercader casi había conseguido librarse cuando la mujer con la que no compartió sus
semillas verdes le delató, y el hombre huyó corriendo del pueblo entre golpes y porrazos.

Ése sólo fue el principio de la multitud de desgracias que le tocó sufrir al mercader.
Realmente, las vasijas tenían mucho poder y todo se volvió en su contra. En sólo 3 días
trató de librarse de las vasijas cien veces, pero como aquello no terminó con su mala
suerte, tuvo que volver por ellas y buscar la forma de llenar el vaso verde, y de no dejar
caer ni una semilla roja más. Así que cambió la tapa del tarro verde al rojo, para descubrir
con horror que la mayor parte de las semillas verdes habían desaparecido... Y mientras
lamentaba su mala fortuna, se detuvo a mirar los dibujos de las vasijas.

Eran como unas instrucciones, en las que siempre se veía el vaso rojo cerrado y el verde
totalmente abierto, y parecía que cualquiera pudiera tomar cuantas semillas verdes
quisiera. Decidió seguir su viaje de esa forma, y al encontrarse con un hombre que le pidió
algunas de sus semillas, esta vez le dejó servirse libremente. Y su suerte cambió, porque
en ese instante aparecieron los aldeanos que aún le perseguían, pero su nuevo amigo le
ayudó a escapar, y les dirigió en dirección contraria.

Cosas parecidas volvieron a ocurrir con muchos otros que encontró en el camino, hasta
que el comerciante comprobó que en lugar de vaciarse, cada vez que regalaba las semillas
verdes el vaso se llenaba más, hasta que tras ofrecer semillas a todo el mundo, el vaso
llegó a desbordarse.

Y efectivamente, la buena suerte se quedó con él y comenzaron a ocurrirle cosas


maravillosas; uno de aquellos a quienes había ayudado resultó ser un hombre muy rico,
que agradecido le llenó de lujos y regalos; otros le consideraban tan bueno que le
propusieron para alcalde, y así una y otra vez.
Algún tiempo después el mercader se cruzó con aquel viajero que le entregó las vasijas.
Después de saludarse, le contó todas sus aventuras y le dio de gracias. Pero antes de
despedirse, le preguntó: - ¿Por qué me diste las vasijas de la suerte? ¿Es que ya no querías
tener buena suerte? Y el hombre, riendo con fuerza, respondió: - ¡No me digas que aún las
tienes! ¡Pero si no hacen falta para nada!... la magia de las vasijas es muy tonta: sólo hace
crecer o disminuir unas estúpidas semillas venenosas y comestibles, pero no tiene ningún
efecto sobre la suerte.

He oído que las inventó un aprendiz de brujo muy torpe. - ¿Cómo? -exclamó sorprendido
el mercader. - Claro que no. Creo que fue un viejo maestro quien las encontró y se dio
cuenta de que serían geniales para enseñar a usar la suerte: guárdate lo malo para tí, y
comparte lo bueno con los demás. Y en verdad que es la única forma de atraer la buena
suerte y evitar la mala, ¡y vaya si funciona!... Cuando repartiste tu mala suerte, tratando de
conservar para ti la buena, te aseguraste de que nadie quisiera compartir las cosas buenas
contigo, sólo las malas. Las semillas no tuvieron nada que ver en eso, fueron tus obras. ¿lo
entiendes ahora? ¡Vaya si lo había entendido!. Y mientras el viajero se alejaba el mercader,
con las vasijas en la mano, miró a los habitantes del pueblo, buscando entre todos ellos
quien más necesitara aprender a utilizar la buena suerte.

Inventa otro título para esta historia: ”. Título: _________________________

¿Qué nos quiere enseñar este cuento?

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Quién es el personaje principal del cuento?

¿Qué le regala el viajero? ¿para qué sirve?

En realidad, ¿sirven para algo las semillas? ¿por qué?

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?


Cuentos sobre el valor de la fortaleza

Augustito Calentito

Augustito Calentito era un ratoncillo de ciudad que vivía plácidamente en una gran casa,
con todas las comodidades que ningún ratón pudiera soñar: siempre encontraba agua tibia
para bañarse, comida aún caliente, ropa de abrigo o lo que fuera.

Con él vivía un tipo raro, Duretas Aguantetas, que incomprensiblemente, a pesar de tener
todas esas comodidades, cada día renunciaba a una o dos de ellas.

Era capaz de lavarse con agua fría teniéndola caliente, o de mordisquear puerros teniendo
al lado un trozo de queso. Y lo peor era cuando trataba de convencer al bueno de
Augustito para que también lo hiciera: - Venga, hombre, te harás un tipo más duro. ¡Que
te estás convirtiendo en un blandito! - le decía.

Y el pobre Augustito se daba la vuelta, se envolvía en su manta calentita y se ponía a leer,


pensando cómo podía haber todavía gente tan bruta. Pero la desgracia quiso que una
noche cayera tal nevada en la ciudad, que la ratonera de nuestros amigos quedó
completamente sepultada y aislada por una montaña de nieve. Trataron de salir, pero el
frío era intenso y no creyeron poder cavar un túnel con tanta nieve, así que decidieron
esperar.

Pasaron los días, seguían rodeados de nieve, y ya no tenían comida. Duretas aguantaba
bastante bien, pero el bueno de Augustito, privado de sus baños, su comida y su abrigo,
estaba a punto de perder el control. Era un tipo culto, que había estudiado mucho, y sabía
que no aguantarían más de 3 días sin comida, los mismos que habían calculado que
necesitaban para cavar el túnel a través de la nieve, así que no les quedaba otro remedio
que lanzarse a cavar.

Pero en cuanto tocó la fría nieve, Augustito dio media vuelta. No podía con aquel frío, ni
con tanta hambre y ni siquiera sabiendo que estaba a punto de morir! Duretas, sin
embargo, lo aguantaba bastante bien, y comenzó a cavar, al tiempo que animaba a su
compañero a hacer lo mismo. Pero Augustito estaba paralizado, no podía aguantar tan
terribles condiciones, y ni siquiera podía pensar con claridad. Y entonces vio a Duretas,
"aquel bruto", y comprendió que era mucho más sabio de lo que parecía, pues en lugar de
hacer como él, se había acostumbrado a hacer las cosas porque quería, y no sólo las más
apetecibles de cada momento.

Y podía mandar cavar a sus patitas sin importar que estuvieran moradas por el frío, algo
imposible para él mismo, por mucho que lo desease. Y con esos pensamientos, y una
lágrima de impotencia, se echó sobre el calentito montón de plumas que le servía de
cama, dispuesto a dejarse morir. Cuando abrió los ojos, creyó estar en el cielo, pues la cara
de un angelito le estaba sonriendo.

Pero con gran alegría comprobó que sólo era la enfermera, quien le contó que llevaban
días curándole, desde que un valiente había llegado allí con las cuatro patas congeladas, y
les había indicado cómo encontrarle antes de caer sin fuerzas. Cuando Augustito corrió a
agradecer a Duretas su ayuda, le encontró en pie, muy recuperado. Había perdido varios
dedos y una oreja, pero se le veía alegre. Augustito se sentía muy culpable, pues él estaba
entero, pero el bruto de Duretas le respondió: - No te preocupes, si no fuera por esos
dedos y esa oreja, yo tampoco estaría aquí. ¡No han podido tener mejor uso! Por
supuesto, siguieron siendo grandes amigos, pero Augustito ya nunca pensó en Duretas
como un bruto, y junto a él, se propuso recuperar el control de su calentito y caprichoso
cuerpecito, renunciando cada día a una de esas innecesarias comodidades de la vida
moderna.

Inventa otro título para esta historia: Título:____________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 No importa si pierdes unos dedos del pie, es mejor salvar la vida

 Es preferible una ducha fría a una calentita

 Desarrollar la fortaleza y la fuerza de voluntad se consigue a través de las pequeñas


renuncias de cada día

Contesta a las siguientes preguntas: ¿Quién es el protagonista de esta historia?


¿Cómo es?

¿Se parece a su amigo? Explica las diferencias entre ambos

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?


El Murcipájaro

Había una vez un murciélago para quien salir a cazar insectos era un esfuerzo terrible.

Era tan comodón, que cuando un día por casualidad vio un pájaro en su jaula a través de
una ventana, y vio que tenía agua y comida sin tener que hacer ningún esfuerzo, decidió
que él también se convertiría en la mascota de un niño.

Empezó a madrugar, levantándose cuando aún era de día para ir a algún parque y dejarse
ver por algún niño que lo adoptase como mascota. Pero como los murciélagos son
bastante feuchos, la verdad, poco caso le hacían.

Entonces, decidió mejorar su aspecto. Se fabricó un pico, se pegó un montón de plumas


alrededor del cuerpo, y se hizo con un pequeñísimo silbato, con el que consiguió que sus
cantos de murcipájaro fueran un poco menos horribles. Y así, y con mucha suerte, se
encontró con un niño bastante ciego que casi nunca llevaba sus gafas, a quien no importó
el ridículo aspecto de aquel pájaro negro y pequeñajo.

El murciélago fue feliz en su jaula, dentro de una casa cómoda y calentita, donde se sintió
el rey de todos los murciélagos, y el más listo. Pero aquella sensación duró tanto como su
hambre, pues cuando quiso comer algo, allí no había ni mosquitos ni insectos, sino
abundante alpiste y otros cereales por los que el murciélago sentía el mayor de los ascos.

Tanto, que estaba decidido a morir de hambre antes que probar aquella comida de
pájaros. Pero su nuevo dueño, al notar que comenzaba a adelgazar, decidió que no iba a
dejar morir de hambre a su pajarito, y con una jeringuilla y una cuchara, consiguió que
aquel fuera el primer murciélago en darse un atracón de alpiste... Algunos días después, el
murcipájaro consiguió escapar de aquella jaula y volver a casa.
Estaba tan avergonzado que no contó a nadie lo que le había ocurrido, pero no pudo evitar
que todos comentaran lo mucho que se esforzaba ahora cuando salía de caza, y lo duro y
resistente que se había vuelto, sin que desde entonces volvieran a preocuparle las
molestias o incomodidades de la vida en libertad.

Inventa otro título para esta historia: Título:________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 La vida son dos días así que... ¡a vivirla!

 El que no sabe en qué emplear su tiempo se aburre

 Todo tiene su parte incómoda o desagradable, porque no se pueden separar esas


cosas del resto de la vida

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Por qué el murciélago se hace pasar por un pájaro?

¿Cómo vive en la jaula?

¿Por qué se escapa?

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?


El soldadito de plomo

Érase una vez un niño que tenía muchísimos juguetes. Los guardaba todos en su
habitación y, durante el día, pasaba horas y horas felices jugando con ellos.

Uno de sus juegos preferidos era el de hacer la guerra con sus soldaditos de plomo. Los
ponía enfrente unos de otros, y daba comienzo a la batalla. Cuando se los regalaron, se dio
cuenta de que a uno de ellos le faltaba una pierna a causa de un defecto de fundición.

No obstante, mientras jugaba, colocaba siempre al soldado mutilado en primera línea,


delante de todos, incitándole a ser el más aguerrido. Pero el niño no sabía que sus
juguetes durante la noche cobraban vida y hablaban entre ellos, y a veces, al colocar
ordenadamente a los soldados, metía por descuido el soldadito mutilado entre los otros
juguetes. Y así fue como un día el soldadito pudo conocer a una gentil bailarina, también
de plomo.

Entre los dos se estableció una corriente de simpatía y, poco a poco, casi sin darse cuenta,
el soldadito se enamoró de ella. Las noches se sucedían deprisa, una tras otra, y el
soldadito enamorado no encontraba nunca el momento oportuno para declararle su amor.
Cuando el niño lo dejaba en medio de los otros soldados durante una batalla, anhelaba
que la bailarina se diera cuenta de su valor por la noche, cuando ella le decía si había
pasado miedo, él le respondía con vehemencia que no.

Pero las miradas insistentes y los suspiros del soldadito no pasaron inadvertidos por el
diablejo que estaba encerrado en una caja de sorpresas. Cada vez que, por arte de magia,
la caja se abría a medianoche, un dedo amonestante señalaba al pobre soldadito.
Finalmente, una noche, el diablo estalló. -¡Eh, tú!, ¡Deja de mirar a la bailarina! El pobre
soldadito se ruborizó, pero la bailarina, muy gentil, lo consoló: -No le hagas caso, es un
envidioso. Yo estoy muy contenta de hablar contigo. Y lo dijo ruborizándose.

¡Pobres estatuillas de plomo, tan tímidas, que no se atrevían a confesarse su mutuo amor!
Pero un día fueron separados, cuando el niño colocó al soldadito en el alféizar de una
ventana. -¡Quédate aquí y vigila que no entre ningún enemigo, porque aunque seas cojo
bien puedes hacer de centinela!- El niño colocó luego a los demás soldaditos encima de
una mesa para jugar. Pasaban los días y el soldadito de plomo no era relevado de su
puesto de guardia. Una tarde estalló de improviso una tormenta, y un fuerte viento
sacudió la ventana, golpeando la figurita de plomo que se precipitó en el vacío. Al caer
desde el alféizar con la cabeza hacia abajo, la bayoneta del fusil se clavó en el suelo. El
viento y la lluvia persistían. ¡Una borrasca de verdad! El agua, que caía a cántaros, pronto
formó amplios charcos y pequeños riachuelos que se escapaban por las alcantarillas.

Una nube de muchachos aguardaba a que la lluvia amainara, cobijados en la puerta de


una escuela cercana. Cuando la lluvia cesó, se lanzaron corriendo en dirección a sus casas,
evitando meter los pies en los charcos más grandes. Dos muchachos se refugiaron de las
últimas gotas que se escurrían de los tejados, caminando muy pegados a las paredes de
los edificios. Fue así como vieron al soldadito de plomo clavado en tierra, chorreando
agua. -¡Qué lástima que tenga una sola pierna! Si no, me lo hubiera llevado a casa - dijo
uno. -Cojámoslo igualmente, para algo servirá -dijo el otro, y se lo metió en un bolsillo. Al
otro lado de la calle descendía un riachuelo, el cual transportaba una barquita de papel
que llegó hasta allí no se sabe cómo. -¡Pongámoslo encima y parecerá marinero!- dijo el
pequeño que lo había recogido.

Así fue como el soldadito de plomo se convirtió en un navegante. El agua vertiginosa del
riachuelo era engullida por la alcantarilla que se tragó también a la barquita. En el canal
subterráneo el nivel de las aguas turbias era alto. Enormes ratas, cuyos dientes
rechinaban, vieron como pasaba por delante de ellas el insólito marinero encima de la
barquita zozobrante.
¡Pero hacía falta más que unas míseras ratas para asustarlo, a él que había afrontado
tantos y tantos peligros en sus batallas! La alcantarilla desembocaba en el río, y hasta él
llegó la barquita que al final zozobró sin remedio empujada por remolinos turbulentos.

Después del naufragio, el soldadito de plomo creyó que su fin estaba próximo al hundirse
en las profundidades del agua. Miles de pensamientos cruzaron entonces por su mente,
pero sobre todo, había uno que le angustiaba más que ningún otro: era el de no volver a
ver jamás a su bailarina... De pronto, una boca inmensa se lo tragó para cambiar su
destino. El soldadito se encontró en el oscuro estómago de un enorme pez, que se
abalanzó vorazmente sobre él atraído por los brillantes colores de su uniforme.

Sin embargo, el pez no tuvo tiempo de indigestarse con tan pesada comida, ya que quedó
prendido al poco rato en la red que un pescador había tendido en el río.

Poco después acabó agonizando en una cesta de la compra junto con otros peces tan
desafortunados como él. Resulta que la cocinera de la casa en la cual había estado el
soldadito, se acercó al mercado para comprar pescado. -Este ejemplar parece apropiado
para los invitados de esta noche -dijo la mujer contemplando el pescado expuesto encima
de un mostrador. El pez acabó en la cocina y, cuando la cocinera la abrió para limpiarlo, se
encontró sorprendida con el soldadito en sus manos. -¡Pero si es uno de los soldaditos
de...! -gritó, y fue en busca del niño para contarle dónde y cómo había encontrado a su
soldadito de plomo al que le faltaba una pierna. -¡Sí, es el mío! -exclamó jubiloso el niño al
reconocer al soldadito mutilado que había perdido. -¡Quién sabe cómo llegó hasta la
barriga de este pez! ¡Pobrecito, cuantas aventuras habrá pasado desde que cayó de la
ventana!-

Y lo colocó en la repisa de la chimenea donde su hermanita había colocado a la bailarina.


Un milagro había reunido de nuevo a los dos enamorados. Felices de estar otra vez juntos,
durante la noche se contaban lo que había sucedido desde su separación. Pero el destino
les reservaba otra malévola sorpresa: un vendaval levantó la cortina de la ventana y,
golpeando a la bailarina, la hizo caer en el hogar.

El soldadito de plomo, asustado, vio como su compañera caía. Sabía que el fuego estaba
encendido porque notaba su calor. Desesperado, se sentía impotente para salvarla. ¡Qué
gran enemigo es el fuego que puede fundir a unas estatuillas de plomo como nosotros!
Balanceándose con su única pierna, trató de mover el pedestal que lo sostenía. Tras
ímprobos esfuerzos, por fin también cayó al fuego. Unidos esta vez por la desgracia,
volvieron a estar cerca el uno del otro, tan cerca que el plomo de sus pequeñas peanas,
lamido por las llamas, empezó a fundirse.
El plomo de la peana de uno se mezcló con el del otro, y el metal adquirió
sorprendentemente la forma de corazón. A punto estaban sus cuerpecitos de fundirse,
cuando acertó a pasar por allí el niño. Al ver a las dos estatuillas entre las llamas, las
empujó con el pie lejos del fuego. Desde entonces, el soldadito y la bailarina estuvieron
siempre juntos, tal y como el destino los había unido: sobre una sola peana en forma de
corazón.

Inventa otro título para esta historia: Título: ____________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 Es peligroso comer pescado  La envidia no es sana

 Con el valor y la fuerza de voluntad podemos conseguir lo que queremos

Contesta a estas preguntas:

¿Quién es el personaje principal de esta historia? Y ¿Cómo es?

¿Qué le quiere decir a la bailarina?

¿Cómo se pierde?

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?


El truco

Juanito Juanolas era un niño simpático y popular al que todos querían. Era tan divertido,
bueno y amable con todos, que le trataban estupendamente, siempre regalándole cosas y
preocupándose por él. Y como todo se lo daban hecho y todo lo tenía incluso antes de
pedirlo, resultó que Juanito se fue convirtiendo en un niño blandito; estaba tan consentido
por todos que no aguantaba nada, ni tenía fuerza de voluntad ninguna: las piedras en el
zapato parecían matarle, si sentía frío se abrigaba como si estuviera en el polo, si hacía
calor la camiseta no le duraba puesta ni un minuto y cuando se caía y se hacía una herida...
bueno, eso era terrible, ¡había que llamar a un ambulancia!.

Y se fue haciendo tan notorio que Juanito era tan blando, que un día el propio Juanito
escuchó como una mamá le decía a su hijo "venga, hijo, levanta y deja de llorar, que
pareces Juanito Juanolas". Puff, aquello le hizo sentir tanta vergüenza, que no sabía qué
hacer, pero estaba seguro de que prefería que le conocieran por ser un niño simpático que
por ser "un blandito".

Durante algunos días trató de ver cuánto podía aguantar las cosas, y era verdad: no
aguantaba nada, todo le resultaba imposible de soportar y cualquier dolor le hacía soltar
lágrimas y lágrimas.Así que, preocupado, se lo dijo a su papá, aunque le daba mucho
miedo que se riera por sus preocupaciones. Pero su papá, lejos de reírse, le contó que a él
de pequeño le había pasado lo mismo, pero que un profesor le contó un truco secreto
para convertirse en el chico más duro.

-¿Y cuál es ese truco? - Comer una golosina menos, estudiar un minuto más, y contar hasta
5 antes de llorar. Juanito no se lo podía creer -"¿sólo con eso?, ¡si está chupado!". - sólo
con eso -dijo su papá- es muy fácil, pero te aviso que te costará un poco.
Juanito se fue contentísimo dispuesto a seguir aquel consejo al pie de la letra. Al llegar
junto a su mamá, ésta le vio tan contento que le dio dos golosinas. "Una golosina menos",
pensó Juanito, así que sólo cogió una, pero comprobó que su papá tenía razón: ¡le costó
muchísimo dejar la otra en la mano de su madre! Aquella misma tarde tuvo ocasión de
poner el truco en práctica, y estudiar un minuto más.

¡Se perdió el primer minuto de su programa favorito! pero al conseguir hacerlo se sintió
muy satisfecho, lo mismo que ocurrió cuando se dio un golpe con la esquina de la mesa:
sólo pudo contar hasta 4, pero su mamá quedó impresionadísima con todo lo que había
aguantado.

Y así, durante los siguientes días, Juanito siguió aplicando el lema de comer una golosina
menos, estudiar un minuto más, y contar hasta 5 antes de llorar. Y cuanto más lo aplicaba,
menos le costaba, y en poco tiempo se dio cuenta de que no sólo podía comer menos
golosinas, estudiar más, y llorar menos, sino que también podía hacer cosas que antes le
parecían imposibles, como comer verduras o correr durante largo rato.

Y contentísimo, cogió un papel, escribió el truco, y lo guardó en un cofre con un cartel que
decía. "Cosas importantísimas que tendré que contar a mis hijos"

Inventa otro título para esta historia: Título:


________________________________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 Comer muchas golosinas es perjudicial, salen caries

 Contar hasta cinco es una buena técnica de relajación

 Para formar la fuerza de voluntad, basta con hacer pequeños esfuerzos constantes

Contesta a estas preguntas: ¿Quién es el protagonista de esta historia?

¿Cómo es? Descríbelo:

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo? Ó ¿cómo transcurre la historia?

¿dónde sucede la historia?

¿Qué pasa al final?


Facilitonia, el paraíso de las cosas fáciles

Contaba la leyenda que existía un país llamado Facilitonia donde todo era
extremadamente fácil y sencillo. Roberto y Laura, una pareja de aventureros, dedicó
mucho tiempo a investigar sobre aquel lugar, y cuando creyeron saber dónde estaba
fueron en su busca.

Vivieron mil aventuras y pasaron cientos de peligros; contemplaron lugares preciosos y


conocieron animales nunca vistos. Y finalmente, encontraron Facilitonia.

Todo estaba en calma, como si allí se hubiera parado el tiempo. Les recibió quien parecía
ser el único habitante de aquel lugar, un anciano hombrecillo de ojos tristes. - Soy el
desgraciado Puk, el condenado guardián de los durmientes - dijo con un lamento.

Y ante la mirada extrañada de los viajeros, comenzó a contar su historia. El anciano explicó
cómo los facilitones, en su búsqueda por encontrar la más fácil de las vidas, una vida sin
preocupaciones ni dificultades, habían construido una gran cámara, en la que todos
dormían plácidamente y tenían todo lo que podían necesitar.

Sólo el azar había condenado a Puk a una vida más dura y difícil, con la misión de cuidar
del agradable sueño del resto de facilitones, mantener los aparatos y retirar a aquellos que
fueran muriendo por la edad.
Todo aquello ocurrió muchos años atrás, y los pocos facilitones que quedaban, aquellos
que como Puk eran muy jóvenes cuando iniciaron el sueño, eran ya bastante ancianos.

Los viajeros no podían creer lo que veían. - ¿En serio sientes envidia del resto? - ¡Pues
claro!- respondió Puk- Mira qué vida tan sencilla y cómoda llevan. Yo, en cambio, tengo
que buscar comida, sufrir calor y frío, reparar las averías, preocuparme por los durmientes
y mil cosas más... ¡esto no es vida!

Los aventureros insistieron mucho en poder hablar con alguno de ellos, y con la excusa de
que les hablara de su maravillosa existencia, convencieron a Puk para que despertara a
uno de los durmientes. El viejo protestó pero se dejó convencer, pues en el fondo él
también quería escuchar lo felices que eran los facilitones.

Así, despertaron a un anciano. Pero cuando hablaron con él, resultó que sólo era un
anciano en apariencia, pues hablaba y pensaba como un niño. No sabía prácticamente
nada, y sólo contaba lo bonitos que habían sido sus sueños.

Puk se sintió horrorizado, y despertó al resto de durmientes, sólo para comprobar que a
todos les había ocurrido lo mismo. Habían hecho tan pocas cosas en su vida, habían
superado tan pocas dificultades, que apenas sabían hacer nada, y al verlos se dudaba de
que hubieran llegado a estar vivos alguna vez.

Ninguno quiso volver a su plácido sueño, y el bueno de Puk, con gran paciencia, comenzó a
enseñar a aquel grupo de viejos todas las cosas que se habían perdido. Y se alegró
enormemente de su suerte en el sorteo, de cada noche que protestó por sus tareas, de
cada problema y dificultad que había superado, y de cada vez que no entendió algo y tuvo
que probar cien veces hasta aprenderlo. En resumen, de haber sido el único de todo su
pueblo que había llegado a vivir de verdad.

Inventa otro título para esta historia:


Título:________________________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 Esforzarse en conseguir las cosas es importante, porque nos produce satisfacción


personal y nos ayuda a cambiar la realidad que nos rodea.

 Esforzarse no es importante, es mejor relajarse y esperar a que las cosas ocurran.

 Es mejor soñar y disfrutar.

Contesta a estas preguntas:


¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿Cómo es? Descríbelo:

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?


La ballena calurosa

Waky la ballena vivía en una pequeña laguna salada. Era la única ballena del lugar y
llevaba una vida muy cómoda, así que se había vuelto un poco caprichosa.

Pero un año llegó un verano de calores tan fuertes, que el agua subió su temperatura y
Waky, acostumbrada a una vida tan plácida, sentía que no podría aguantar tanto calor.

Un pececillo que había pasado algún tiempo en una pecera de unos niños, le contó que los
humanos utilizaban abanicos para refrescarse en verano, y la ballena ya no pudo pensar en
otra cosa que en construirse un abanico.

Todos le dijeron que era una exagerada, que aquellos calores pasarían rápido, pero Waky
creó su enormísimo abanico, y en cuanto estuvo listo, comenzó a abanicarse... ¡pobrecillos
todos! El gigante abanico sacudió tan fuertemente las aguas de la pequeña laguna, que
por todas partes surgieron enormes olas que se desbordaban, y terminaron por dejar la
laguna medio vacía, y a la enorme ballena en el centro, sin poder moverse, con sólo unos
pocos centímetros de agua para refrescarse.

"No podías aguantarte un poquito, tenías que vaciarnos la laguna", decían unos unos.
"¡Impaciente!, ¡egoísta!" le gritaban otros. Pero lo peor para Waky” no eran los insultos,
sino que con tan poquita agua el calor sí que era insoportable.

Y preparándose para morir de calor, se despidió de todos sus amigos, les pidió perdón, y
les aseguró que si volviera a vivir habría aprendido a ser más fuerte y aguantar mejor las
incomodidades. Pero una vez más, Waky estaba exagerendo, y por supuesto que pudo
aguantar aquellos días calurosos sin morirse, aunque en verdad sufrió un poquito.

Y cuando las siguientes lluvias devolvieron su agua a la laguna, y el tiempo mejoró, Waky
tuvo que cumplir su promesa, y demostrar a todos que había aprendido a no ser tan
comodona, impaciente y caprichosa.

Inventa otro título para esta historia:


Título:__________________________________________

Elige la opción correcta sobre lo que nos enseña esta lectura

 Es mejor no cambiar

 La falta de fortaleza lleva a hacer cosas sin sentido y desproporcionadas

 Ser una persona fuerte no sirve de nada en la vida

Contesta a las siguientes preguntas:

¿Cómo es la ballena?

¿Crees que la solución que busca a su problema es lógica? ¿por qué?

¿dónde sucede la historia?

¿quién es el personaje principal?

¿qué problema tiene? Ó ¿qué le sucede?

¿qué hace para solucionarlo?

¿Qué pasa al final?


Carrera de zapatillas: cuento infantil sobre la
amistad

Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se
levantaron temprano porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas!
A las nueve ya estaban todos reunidos junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan
presumida que no quería ser amiga de los demás animales.
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:

- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.

- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.

- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.

Y entonces, llegó la hora de la largada.

El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas


rosadas con moños muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes
con lunares anaranjados.

La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando


estaban a punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso
a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!

- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.


Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar
con ella y le dijo:

- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto,


todos somos diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos
podemos ser amigos y ayudarnos cuando lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y
vinieron las hormigas, que rápidamente treparon por sus zapatillas para
atarle los cordones.

Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus


marcas, preparados, listos, ¡YA!

Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una


nueva amiga que además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.

FIN
Cuento sobre la paz para niños: Las flechas del
guerrero habla de la Paz y de guerra, de cómo compensa luchar por
la Paz en lugar de librar la guerra. Un mundo en Paz, en definitiva, es un
mundo más hermoso.

De todos los guerreros al servicio del malvado Morlán, Jero era el más
fiero, y el más cruel. Sus ojos descubrían hasta los enemigos más
cautos, y su arco y sus flechas se encargaban de ejecutarlos.

Cierto día, saqueando un gran palacio, el guerrero encontró unas flechas


rápidas y brillantes que habían pertenecido a la princesa del lugar, y no
dudó en guardarlas para alguna ocasión especial.
En cuanto aquellas flechas se unieron al resto de armas de Jero, y
conocieron su terrible crueldad, protestaron y se lamentaron
amargamente. Ellas, acostumbradas a los juegos de la princesa, no
estaban dispuestas a matar a nadie.
¡No hay nada que hacer! - dijeron las demás flechas -. Os tocará
asesinar a algún pobre viajero, herir de muerte a un caballo o cualquier
otra cosa, pero ni soñéis con volver a vuestra antigua vida...

Algo se nos ocurrirá- respondieron las recién llegadas.

Pero el arquero jamás se separaba de su arco y sus flechas, y éstas


pudieron conocer de cerca la terrorífica vida de Jero. Tanto viajaron a su
lado, que descubrieron la tristeza y la desgana en los ojos del guerrero,
hasta comprender que aquel despiadado luchador jamás había visto otra
cosa.
Pasado el tiempo, el arquero recibió la misión de acabar con la hija del
rey, y Jero pensó que aquella ocasión bien merecía gastar una de sus
flechas. Se preparó como siempre: oculto entre las matas, sus ojos fijos
en la víctima, el arco tenso, la flecha a punto, esperar el momento justo
y .. ¡soltar!

Pero la flecha no atravesó el corazón de la bella joven. En su lugar, hizo


un extraño, lento y majestuoso vuelo, y fue a clavarse junto a unos lirios
de increíble belleza. Jero, extrañado, se acercó y recogió la atontada
flecha. Pero al hacerlo, no pudo dejar de ver la delicadísima y bella flor, y
sintió que nunca antes había visto nada tan hermoso...
Unos minutos después, volvía a mirar a su víctima, a cargar una nueva
flecha y a tensar el arco. Pero nuevamente erró el tiro, y tras otro
extraño vuelo, la flecha brillante fue a parar a un árbol, justo en un
punto desde el que Jero pudo escuchar los más frescos y alegres cantos
de un grupo de pajarillos...

Y así, una tras otra, las brillantes flechas fallaron sus tiros para ir
mostrando al guerrero los pequeños detalles que llenan de belleza el
mundo. Flecha a flecha, sus ojos y su mente de cazador se fueron
transformando, hasta que la última flecha fue a parar a sólo unos metros
de distancia de la joven, desde donde Jero pudo observar su belleza, la
misma que él mismo estaba a punto de destruir.
Entonces el guerrero despertó de su pesadilla de muerte y destrucción,
deseoso de cambiarla por un sueño de belleza y armonía. Y después de
acabar con las maldades de Morlán, abandonó para siempre su vida de
asesino y dedicó todo su esfuerzo a proteger la vida y todo cuanto
merece la pena.
Sólo conservó el arco y sus flechas brillantes, las que siempre sabían
mostrarle el mejor lugar al que dirigir la vista.
Un conejo en la vía. Educar en valores: El cuento Un
conejo en la vía, cuenta una bonita historia que hará reflexionar y pensar
a los niños sobre el valor de la bondad, de la compasión, de la gratitud,
responsabilidad y compromiso, hacia la naturaleza.

Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía
su hermano menor, Carlos. Iban de paseo con sus padres al Lago
Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían sus
nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De pronto el coche
se detuvo con un brusco frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con
voz ronca:
- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!

- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.

- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.

El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la


radio, empezó a sonar una canción de moda en los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás.
La mamá comenzó a tararear una canción. Pero Daniel miró por la
ventana trasera y vio tendido sobre la carretera el cuerpo de un conejo.

- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.

- ¿Para qué?, responde su padre.

- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!

- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.

- No, no, para, para.

- Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y llevarlo


al hospital de animales. Los dos niños estaban muy preocupados y
tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando
vuelta recogieron al conejo herido.

Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una
patrulla de la policía, que les informó de que una gran roca había caído
sobre la carretera por donde iban, cerrando el paso. Al enterarse de la
emergencia, todos ayudaron a los policías a retirar la roca.

Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a


tiempo al veterinario, que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y
carlos aceptaron a llevarlo a su casa hasta que se curara

Unas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito de nuevo


en el bosque. Carlos y Daniel le dijeron adiós con pena, pero sabiendo
que sería más feliz en libertad.

FIN
Cuento sobre el respeto. Itzelina y
los rayos de sol
Itzelina Bellas Chapas era una niña muy curiosa que se levantó
temprano una mañana con la firme intención de atrapar, para ella sola,
todos los rayos del sol.
Una ardilla voladora que brincaba entre árbol y árbol le gritaba desde lo
alto. ¿A dónde vas, Itzelina?, y la niña respondió:

- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos
del sol y así tenerlos para mí solita.

- No seas mala, bella Itzelina - le dijo la ardilla- Deja algunos pocos para
que me iluminen el camino y yo pueda encontrar mi alimento. -
Está bien, amiga ardilla - le contestó Itzelina-, no te preocupes. Tendrás
como todos los días rayos del sol para ti.
Siguió caminando Itzelina, pensando en los rayos del sol, cuando un
inmenso árbol le preguntó. ¿Por qué vas tan contenta, Itzelina?

- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos
del sol y así tenerlos para mí solita, y poder compartir algunos con mi
amiga, la ardilla voladora.

El árbol, muy triste, le dijo:

- También yo te pido que compartas conmigo un poco de sol, porque con


sus rayos seguiré creciendo, y más pajaritos podrán vivir en mis ramas.
- Claro que sí, amigo árbol, no estés triste. También guardaré unos rayos
de sol para ti.

Itzelina empezó a caminar más rápido, porque llegaba la hora en la que


el sol se levantaba y ella quería estar a tiempo para atrapar los primeros
rayos que lanzara. Pasaba por un corral cuando un gallo que estaba
parado sobre la cerca le saludó.
- Hola, bella Itzelina. ¿Dónde vas con tanta prisa?

- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos
del sol y así poder compartir algunos con mi amiga la ardilla voladora,
para que encuentre su alimento; y con mi amigo el árbol, para que siga
creciendo y le dé hospedaje a muchos pajaritos.

- Yo también te pido algunos rayos de sol para que pueda saber en las
mañanas a qué hora debo cantar para que los adultos lleguen temprano
al trabajo y los niños no vayan tarde a la escuela.
- Claro que sí, amigo gallo, también a ti te daré algunos rayos de sol – le
contestó Itzelina.

Itzelina siguió caminando, pensando en lo importante que eran los rayos


del sol para las ardillas y para los pájaros; para las plantas y para los
hombres; para los gallos y para los niños.

Entendió que si algo le sirve a todos, no es correcto que una persona lo


quiera guardar para ella solita, porque eso es egoísmo. Llegó a la alta
montaña, dejó su malla de hilos a un lado y se sentó a esperar al sol.
Ahí, sentadita y sin moverse, le dio los buenos días, viendo como
lentamente los árboles, los animales, las casas, los lagos y los niños se
iluminaban y se llenaban de colores gracias a los rayos del sol.

Este cuento quiere enseñarnos lo importante que es el respeto al bien


común.

Cuentos para niños. Laura cambia


de ciudad Cuentos infantiles para educar en la
diversidad
Las vacaciones se terminaron y Laura estaba triste. De nuevo tenía que
ir al colegio y no estaba entusiasmada con la idea. Y es que a su padre
lo habían ascendido a director de una sucursal bancaria y por ello
tuvieron que mudarse de ciudad. Ella quería volver al colegio de siempre
donde tenía muchos amigos.
Tan sólo le faltaba un mes para cumplir los cinco años y pensaba que en
su fiesta no tendría ningún amigo. Sin embargo, en presencia de sus
padres disimulaba, sus papás andaban muy ilusionados con la casa que
habían adquirido y ella no quería "aguarles" la fiesta. De camino para el
colegio, siempre de la mano de su mamá, iba pensando en
su maestra Cristina y lo bien que se la pasaba con ella ¡Desde luego, ya
no sería lo mismo!
Cuentos para niños que transmiten valores

La madre la condujo hasta la puerta de la clase cuando, ¡Qué sorpresa!


¿Cristina estaba allí? ¿Estaba soñando? Pronto se aclaró el equívoco. La
maestra se llamaba Rosa y era hermana gemela de Cristina. En la clase
había veinte niños y estaban sentados por grupos de siete. Laura se
sentó en el grupo donde había seis.
En dicho grupo estaba sentada María, que era hija de su maestra y que
casualmente vivía en su misma urbanización. Ricardo y Jaime eran dos
niños muy divertidos y habladores. Estaba también Carmen, una niña de
etnia gitana de ojos grande y tez morena, pero la que más le llamó la
atención era una niña de rasgos distintos de los de todos.

Era china y sus padres acababan de instalar un bazar frente al colegio,


por lo que llevaba poco tiempo residiendo en la ciudad. Se llamaba
Yenay y todavía no sabía hablar español. Laura, desde el primer
momento, conectó con Yenay y se entendían perfectamente sin
palabras. Había pasado un mes y Laura ya estaba mucho más alegre.
Jugaba constantemente en el recreo con los niños de su grupo y además
se había propuesto enseñarle su lengua a Yenay. Sus papás le había
preparado una fiesta de cumpleaños a la que habían acudido todos los
niños sin faltar ninguno de los de su grupo.
También acudieron a dicha fiesta amiguitos antiguos, ya que la distancia
entre las dos ciudades era de apenas veinte kilómetros. Laura disfrutó
muchísimo. Se había dado cuenta de que seguía teniendo los amigos de
siempre y había conseguido otros nuevos con los que compartiría todos
sus juegos.
FIN
Cuento sobre generosidad. Una lechuga no es un plato

¡Hay un gusano en mi plato!, dijo Matías haciendo gestitos con


la mano como para ahuyentarlo. El gusano primero miró el plato,
después miró a Matías y luego dijo:

- ¡Glup!, parece que me equivoqué. Esta no es una hoja de lechuga.

Cuando se le pasó un poquito el miedo, Matías, que era muy curioso, se


acercó a observar muy bien a don Gusano.

- ¡Vaya! -pensó- No sólo es


bastante extraño y bonitos
sus colores, sino que
también tiene muchas
patitas. Debe estar
desorientado.

- Desorientado no, apenas


un poco cegato –corrigió el
gusano- pero en voz tan
bajita que nadie lo
escuchó.

Por un instante el gusanito


detuvo su marcha, encorvó
su lomo verde y miró a
Matías con sus ojitos finitos
de gusano perdido.

Sonrieron cada uno a su


manera. Matías, entonces,
trajo una hoja de lechuga, que con mamá sacó de la heladera.

Lo cargó sobre ella y la llevó al jardín. Don Gusano sintió el airecito y


fue feliz. Entretanto, Matías lo miraba divertido.
Pasito a paso el gusano se fue perdiendo entre las rosas con un buen
bocado de lechuga entre las mandíbulas.

Pero eso sí ¡lechuga sin condimentar!

FIN

Cuentos para niños. El orejón Cuentos


sobre la tolerancia
Era su segundo día de clase. Henry se sentó en el primer pupitre del
aula, al lado de la ventana, como le recomendó su mamá. La profesora
entró en clase y les dijo "buenos días". Hoy vamos a estudiar algunos
animales. Comenzaremos con el asno, ese animal tan útil a la
humanidad, fuerte, de largas orejas, y...
- ¡Como Henry!, la interrumpió una voz que salía de atrás del salón.

Muchos niños comenzaron a reír ruidosamente y miraban a Henry.


- ¿Quién dijo eso?, preguntó la profesora, aunque sabía bien quién lo
había dicho.

- Fue Quique, dijo una niña señalando a su lado a un pequeñín pecoso


de cinco años.
- Niños, niños, dijo Mily con voz enérgica y poniendo cara de enojo. No
deben burlarse de los demás. Eso no está bien y no lo voy a permitir en
mi salón.
Todos guardaron silencio, pero se oía algunas risitas.
Un rato después una pelota de papel goleó la cabeza de Tomás. Al
voltear no vio quien se la había lanzado y nuevamente algunos se reían
de él. Decidió no hacer caso a las burlas y continuó mirando las láminas
de animales que mostraba Mily. Estaba muy triste pero no lloró. En el
recreo Henry abrió su lonchera y comenzó a comerse el delicioso
bocadillo que su mamá le había preparado. Dos niños que estaban cerca
le gritaron:
- Orejón, oye orejón, no comas tanto que va a salirte cola como un asno,
y echaron a reír.

Otros niños a su alrededor lo miraron y tocando sus propias orejas,


sonreían y murmuraban. Henry entendió por primera vez, que de verdad
había nacido con sus orejas un poco más grandes. 'Como su abuelo
Manuel', le había oído decir a su papá una vez.

De pronto se escucharon gritos desde el salón de música, del cual salía


mucho humo. Henry se acercó y vio a varios niños encerrados sin poder
salir, pues algún niño travieso había colocado un palo de escoba en los
cerrojos.
A través de los vidrios se veían los rostros de los pequeños llorando,
gritando y muy asustados. Dentro algo se estaba quemando y las llamas
crecían.
Los profesores no se habían dado cuenta del peligro, y ninguno de los
niños se atrevía a hacer nada. Henry, sin dudarlo un segundo, dejó su
lonchera y corrió hacia la puerta del salón y a pesar del humo y del calor
que salía, agarró la escoba que la trababa y la jaló con fuerza. Los niños
salieron de prisa y todos se pusieron a salvo.

Henry se quedó como un héroe. Todos elogiaron su valor. Los niños que
se habían burlado de él estaban apenados.

En casa, Henry contó todo lo sucedido a su familia, por lo que todos


estaban orgullosos de él. Al día siguiente, ningún niño se burló de Henry.
Habían entendido que los defectos físicos eran sólo aparentes, pero en
cambio el valor de Henry al salvar a sus compañeros era más valioso y
digno de admirar.
FIN

Cuentos para niños. Pedrito, el caracol y la babosa Cuentos


sobre la bondad y la generosidad

Pedrito era un pequeño caracol de bosque que deseaba encontrar a un amigo o amiga.
Caminó y caminó hasta llegar a un huerto. Allí había unas babosas que se rieron de su
caparazón.

Pedrito, triste, se ocultó en su caparazón. Tras unos cuantos días descansando, llovió, y
Pedrito salió dispuesto a irse a vivir a otro lugar, pero al sacar la cabeza vio a una pequeña
babosa que se había asustado al verlo.
- No te asustes, sólo soy un caracol.

- Pero, pero eres muy extraño, ¡llevas una piedra encima de tu cuerpo! –dijo temblando la
babosa.

- No, no es una piedra, se llama caparazón, es mi casa. Cuando tengo frío o llueve mucho
me escondo dentro y me siento mejor.

- Pues me gustaría tener un caparazón como tú. ¿Cuándo me crecerá?

- Tú eres una babosa y vosotras no tenéis caparazón, pero si quieres podemos intentar
encontrar uno vacío.

- Me gustaría mucho, dijo la babosa pequeña dando saltos de alegría.

Los dos amigos se pusieron a buscar por todo el bosque y finalmente debajo de la
hojarasca encontraron un caparazón precioso, con una espiral dibujada, pero le iba tan
grande, que decidieron buscar otra.

Al cabo de un buen rato encontraron un pequeño caparazón, pero era tan menudo que la
babosa no cabía de ninguna de las maneras. Se puso tristísima y el pobre Pedrito no sabía
qué hacer para que parase de llorar.

Finalmente se le ocurrió una brillante idea:

- Podríamos compartir mi caparazón, dijo Pedrito para consolar la babosa.

- ¿De verdad harías esto por mí?


- Pues claro que sí. Eres mi amiga. Se hizo de noche y los dos compañeros se pusieron
a dormir, el caracol se acurrucó al fondo del caparazón y la babosa cupo perfectamente.

- ¡Buenas noches! dijeron los dos a la vez.

FIN

Cuentos para niños. Santilin Cuentos sobre la naturaleza

Este cuento despierta el amor y el respeto de los niños por la naturaleza. Los valores son
las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que están de
acuerdo con aquello que consideramos correcto.
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso. Todos lo quieren mucho, y
sus amiguitos disfrutan jugando con él porque es muy divertido.

Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito. Después de la merienda se


reúnen y emprenden una larga caminata charlando y saludando a las mariposas que
revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.

Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de
enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin
destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.

Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y


enseguida invitó a jugar al puercoespín más pequeño. Lo aceptaron contentos hasta que la
ardillita, llorando, advierte: - Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.

El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos,
menos Santilin, que estaba seguro de encontrar una solución.

Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo: - Esperen, ya vuelvo. Santilin regresó con la gorra
de su papá y llamó al puercoespín.Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan
sencilla, taparon las púas para que no los pinchara y así pudieran compartir los juegos.

Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda y cantaron
felices. FIN

Cuento para niños. De sonrisa en sonrisa Cuentos sobre el amor de la


familia
Una mañana, Patricia se despertó asustada por un sueño que había tenido. Soñó que a
todas las personas que conocía se les había borrado la sonrisa.

Estaba rodeada de gente muy triste, con caras alargadas, con el ceño fruncido, con rostros
llenos de amargura, cosa que no le agradó nada. Hasta su mamá, que era muy alegre y
siempre tenía un chiste para compartir, sólo gritaba y mostraba mal humor.

De igual manera su padre y hermano; por no hablar de la maestra, que tenía un rostro de
estatua, y sus compañeros de clase, quienes ni con una broma reían.

Esto angustió mucho a Patricia, ya que siempre pensaba que la sonrisa era la forma natural
de comunicarse para entender al amigo, al hermano y a los padres.

Esto lo pensaba debido a que sus mejores ratos los había vivido cuando todos los
miembros de la familia se reían, y sabía lo importante que era ese pequeño gesto para
mantenerse unidos y comunicarse. Patricia cada vez se sentía más sola e incomprendida,
nadie reía a su alrededor e incluso ella llegó a dejar de sonreír y comenzó a llorar,
temiendo que nunca volvería a ver feliz a nadie.

Pero llegó al punto de que el susto invadió todo su cuerpo y de repente se despertó. Se dio
cuenta de que estaba en su cama, a salvo, y dijo: "Menos mal que sólo fue un sueño".

En ese momento su mamá llegó a la cama con el desayuno y una tremenda sonrisa,
dándole un beso y diciéndole que el día hay que empezarlo feliz.

FIN

Cuentos para niños. Sara y Lucía


Sara y Lucí. Cuentos sobre el valor de la sinceridad para los niños
Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde que eran
muy pequeñas y compartían siempre todo la una con la otra.

Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a su amiga
Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le quedaba
y le aconsejó buscar otro modelo.

Sara y Lucía, un cuento sobre la sinceridad

Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.

No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad. Al llegar a casa, Sara le
contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga sólo había
sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello.

Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón. Al día siguiente fue corriendo
a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con una gran sonrisa.

Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la
sinceridad. Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará
sentado. FIN

Cuentos para niños. Uga la tortuga


Cuento infantil sobre la perseverancia y el esfuerzo
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es
para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue
premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.

¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque
le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.

Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como
amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino
hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.

-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.

- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes,
pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.

No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás
con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.

Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos;
por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que
me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.

Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.

Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque
era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.

- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas,


sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.

FIN

Cuento sobre la amabilidad. Daniel y las palabras mágicas


Te presento a Daniel, el gran mago de las palabras. El abuelo de Daniel es muy aventurero
y este año le ha enviado desde un país sin nombre, por su cumpleaños, un regalo muy
extraño: una caja llena de letras brillantes.

En una carta, su abuelo le dice que esas letras forman palabras amables que, si las regalas
a los demás, pueden conseguir que las personas hagan muchas cosas: hacer reír al que
está triste, llorar de alegría, entender cuando no entendemos, abrir el corazón a los
demás, enseñarnos a escuchar sin hablar.

Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar. Hay
veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es que
Daniel es mágico, es un mago de las palabras.

Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere. Es muy
divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días,
preciosa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de
color azul. Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen
sentir bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.

Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de
felicidad de la gente cuando las oye. Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son
como llaves que te abren la puerta de los demás. Porque si tú eres amable, todo es amable
contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres intentarlo tú y ser un mago de las palabras
amables? FIN

Todos somos diferentes. Cuentos para niños


Cuento infantil que habla del respeto a los demás

Cuenta una historia que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se
reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serían impartidas durante el curso.

El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera
también incluida en el currículo. La ardilla creía que la enseñanza de subir en
perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de todas formas, que la
carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la escuela.

Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un gran error. Todas las
sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales
practicasen todas las disciplinas.

Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios. Al principio, el


conejo salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él.

Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a
aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara.

El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No
aprendió a volar y, además, no pudo seguir corriendo como antes.

Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un
topo, pero claro, no lo consiguió.
Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus alas,
quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo.

La misma situación fue vivida por un pez, una ardilla y un perro que no pudieron volar,
saliendo todos heridos. Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas.

¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos
diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus debilidades.

Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que
los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que vamos conseguir
con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y
por no hacer lo que realmente les gusta.

Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades y limitaciones. Si
alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni peor que nosotros. Es
apenas alguien diferente a quien debemos respetar.

FIN
Cuento infantil. El burrito albino Una historia que habla del respeto a las
diferencias

Gaspar era un burrito muy simpático y divertido. No le temía a nada ni a nadie. Tenía un
carácter jovial, alegre, era especial, diferente a los demás burritos.

Por ser diferente todos los animales lo miraban con desconfianza, y hasta con temor. ¿Por
qué era diferente? Cuando nació era totalmente de color blanco; sus cejas, sus ojos, sus
uñas, el pelaje, el hocico, todo era blanco. Hasta su mamá se sorprendió al verlo.

Gaspar tenía dos hermanos que eran de color marrón, como todos lo burritos. Su familia a
pesar de todo, lo aceptó tal cual era. Gaspar era un burrito albino. A medida que fue
creciendo, él se daba cuenta que no era como los demás burros que conocía. Entonces le
preguntaba a su mamá por qué había nacido de ese color. Su mamá le explicaba que el
color no hace mejor ni peor a los seres, por ello no debía sentirse preocupado.

- Todos somos diferentes, tenemos distintos colores, tamaños, formas, pero no olvides,
Gaspar, que lo mas importante es lo que guardamos dentro de nuestro corazón, le dijo su
mamá.

Con estas palabras, Gaspar se sintió más tranquilo y feliz. Demostraba a cada instante lo
bondadoso que era. Amaba trotar alegremente entre flores, riendo y cantando. Las
margaritas al verlo pasar decían:

- ¡Parece una nube que se cayó del cielo, o mejor un copo de nieve cayendo sobre el
pastizal, o una bola de algodón gigante!
Las rosas, por su lado opinaban:

- ¡es la luna nueva que cayó a la tierra y no sabe volver!

Cuando Gaspar salía de paseo por los montes, las mariposas salían a su encuentro,
revoloteando a su alrededor, cual ronda de niños en el jardín; los gorriones, lo seguían
entonando su glorioso canto. Gaspar se sentía libre y no le importaba que algunos
animales se burlaran de él. De repente llegó a un arroyo y mientras bebía agua, los sapos
lo observaban con detenimiento y curiosidad y se preguntaban:

- ¿Y este de donde salió?, ¿Será contagioso, un burro color blanco?, ¿o será una oveja
disfrazada de burro?

Siguió su paseo, y en el camino se encontró con un zorro que le dijo:

- Burro, que pálido eres, deberías tomar sol para mejorar tu aspecto.

- Yo tomo luna, por eso soy blanco, me lo dijo un cisne que nadaba en la laguna, respondió
el burrito inocentemente.

- ¡Qué tonto eres! Jajaja, eso de tomar luna, es muy chistoso, jajaja, se burlaba el astuto
zorro.

Gaspar no entendía dónde estaba el chiste, porque él se creyó eso de tomar luna. Siguió su
camino, pensando en lo que le había dicho el zorro. Entonces decidió recostarse sobre la
fresca hierba bajo el intenso sol de verano. Transcurrieron unas horas en las cuales,
Gaspar, se había quedado dormido.

Después de un rato se despertó, tan agobiado y muerto de calor que corrió a refrescarse
en la laguna. Cuando salió del agua, observó su imagen reflejada en ella y una triste
realidad, su pelaje seguía blanco como siempre. El cisne lo había engañado. Los cisnes que
lo miraban se reían de él.

- Que tonto eres, ¿crees que poniéndose al sol su pelaje cambiará de color?, se burlaban.

Gaspar siguió su camino, y de repente encontró frente a sus ojos, un paisaje muy bello que
lo dejó atónito. Se encontró en su lugar, su mundo. Todo era blanco, como él. Se metió
más y más, y empezó a reír y reír. Estaba rodeado de jazmines, por acá, por allá, más acá,
mas allá, todo blanco y con un aroma embriagador.

- Gaspar, ¿Qué vienes a hacer por aquí?, le preguntaron los jazmines.

- Aparecí de casualidad, no conocía este sitio, le contestó Gaspar.


- Cuando te vimos de lejos supimos que eras vos. Oímos hablar de vos, los gorriones y las
mariposas nos contaron tu historia. No debes sentirte triste por tu aspecto, míranos a
nosotros, deberíamos sentirnos igual, y sin embargo tenemos algo que nos identifica, que
no se ve pero se siente, es el hermoso perfume que emanamos, que es único y hace que
todos los días nos visiten cientos de mariposas y pájaros, tan bellos como nunca vimos.

Comparten todo el día con nosotros y no les importa si somos blancos o de otro color. Tú
también tienes algo que es más importante que tu color, que se percibe. Es tu frescura, tu
bondad y alegría. Cualidades que hacen que tengas muchos amigos verdaderos. Debes
aceptarte tal cual eres, para que te acepten los demás, le animaron los jazmines.

Gaspar, recordó las palabras de su mamá. Desde ese día se aceptó como era, y cosechó
muchos más amigos que no lo miraban por su aspecto, sino por lo que guardaba en su
gran corazón.

FIN
Cuento infantil. El niño y los clavos Un cuento para ayudar a controlar el mal
genio de los niños

El niño y los clavos. Un cuento que habla de las consecuencias del mal genio y
temperamento de los niños. Una experiencia para que los niños reflexionen sobre sus
malas reacciones.

Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa
con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la cerca
de detrás de la casa.

El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días
posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal
carácter, que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su
padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin,
controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que
controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.

Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos
los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás
de la casa y le dijo:

- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en
todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.

Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal
carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas
perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.

Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que
valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de
aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el
niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se
ha acabado.

FIN

Cuento para niños. Hace frío Cuentos infantiles sobre la solidaridad


Un cuento infantil para los niños que habla del valor de la solidaridad. Una bonita manera
de enseñar valores a los niños es a través de los cuentos y de sus mensajes. Un cuento
sobre la solidaridad.

El invierno es un viejito que tiene una barba blanca, llena de escarcha que le cuelga hasta
el suelo. Donde camina deja un rastro de hielo que va tapando todo.

A veces trae más frío que de costumbre, como cuando sucedió esta historia: Hacía tanto,
pero tanto frío, que los árboles parecían arbolitos de Navidad adornados con algodón. En
uno de esos árboles vivían los Ardilla con sus cinco hijitos.

Papá y mamá habían juntado muchas ramitas suaves, plumas y hojas para armar un nido
calientito para sus bebés, que nacerían en invierno.

Además, habían guardado tanta comida que podían pasar la temporada de frío como a
ellos les gustaba: durmiendo abrazaditos hasta que llegara la primavera.

Un día, la nieve caía en suaves copos que parecían maripositas blancas danzando a la vez
que se amontonaban sobre las ramas de los árboles y sobre el piso, y todo el bosque
parecía un gran cucurucho de helado de crema en medio del silencio y la paz. ¡Brrrmmm!

Y entonces, un horrible ruido despertó a los que hibernaban: ¡una máquina inmensa
avanzaba destrozando las plantas, volteando los árboles y dejando sin casa y sin abrigoa
los animalitos que despertaban aterrados y corrían hacia cualquier lado, tratando de salvar
a sus hijitos!
Papá Ardilla abrió la puerta de su nido y vio el terror de sus vecinos. No quería que sus
hijitos se asustaran, así que volvió a cerrar y se puso a roncar.

Sus ronquidos eran más fuertes que el tronar de la máquina y sus bebés no despertaron.
Mamá Ardilla le preguntó, preocupada:

-¿Qué pasa afuera?

- No te preocupes y sigue durmiendo, que nuestro árbol es el más grande y fuerte del
bosque y no nos va a pasar nada- le contestó.

Pero Mamá Ardilla no podía quedarse tranquila sabiendo que sus vecinos tenían
dificultades. Insistió:

- Debemos ayudar a nuestros amigos: tenemos espacio y comida para compartir con los
que más lo necesiten. ¿Para qué vamos a guardar tanto, mientras ellos pierden a sus
familias por no tener nada?

Papá Ardilla dejó de roncar; miró a sus hijitos durmiendo calientitos y a Mamá Ardilla. Se
paró en su cama de hojas y le dio un beso grande en la nariz a la dulce Mamá Ardilla y
¡corrió a ayudar a sus vecinos!.

En un ratito, el inmenso roble del bosque estaba lleno de animalitos que se refugiaron
felices en él. El calor de todos hizo que se derritiera la nieve acumulada sobre las ramas y
se llenara de flores. ¡Parecía que había llegado la primavera en medio del invierno!.

Los pajaritos cantaron felices: ahora tenían dónde guardar a sus pichoncitos, protegidos de
la nieve y del frío. Así, gracias a la ayuda de los Ardilla se salvaron todas las familias de sus
vecinos y vivieron contentos.

Durmieron todos abrazaditos hasta que llegara en serio la primavera, el aire estuviera
calientito, y hubiera comida y agua en abundancia.

FIN
Cuentos para niños. Toño y la sirena Cuento que fomenta la cooperación
A Toño le regalaron una red para que pescara a la orilla de la playa. Muy ilusionado se fue
el domingo a probarla y empezó a echarla, pero sólo sacaba del mar algas y algún pequeño
pez, que devolvía al mar para que pudiera crecer.

Después de varias horas cogió algo que brillaba en la red, y con cuidado lo sacó para ver lo
que era. Con gran sorpresa vio una orquídea de sal cristalizada, y enseguida quiso
regalársela a su madre para darle una gran alegría.

Pensando en lo que había encontrado, se sentó a descansar en una piedra que salía del
mar. De pronto oyó una voz a sus espaldas, y al volverse vio la sonrisa de una hermosa
niña que le dijo:

- Veo que has encontrado mi flor de cristal. La había perdido y estaba disgustada, ya que
todas las sirenas tenemos una que nos regaló nuestro Rey, Neptuno.

Entonces Toño se dio cuenta de que era una sirena, y le dijo:

- Yo quería regalársela a mi madre…

La sirena le contestó:

- Yo puedo traerte del fondo del mar un buen regalo para tu madre si me das mi orquídea.
Toño se la dio sin pensarlo dos veces y la sirena, con una gran sonrisa, la cogió
y nadó hacia el fondo del mar.

El niño pensó, 'igual ya no vuelve pero, claro, si la flor es de ella no podré quitársela'.
Terminaba de pensar en esto cuando salió la sirena sosteniendo una gran ostra, ¡era una
ostra! La sirena le dijo:

- Cuando tu madre la abra, verás como le gustará. Quizá sería bueno que la sirena se
sumergiera y entonces

Toño abriría la ostra y encontraría la perla.

Se dieron las gracias mutuamente. La sirena se sumergió en el mar y Toño se fue,


imaginando la cara que pondría su madre cuando le contara su aventura y, mejor aún, la
que pondría al recibir la sorpresa tan bonita que le iba a dar. ¡Estaba feliz!

FIN

Cuentos infantiles. Micaela y el hada de la obediencia


Éste es el país de los cuentos. Hoy Micaela ha llegado hasta aquí buscando algo, ¿qué
será?

- ¡Hola, soy Micaela!

- Hola, respondió el ratón Brillo Dorado, mientras apuntaba en su libreta de notas con su
gran lápiz también dorado.

- ¿Qué haces? - preguntó Micaela curiosa, acercándose al ratón.

- Tengo que anotar a todos los visitantes. Eres la visitante número 3.

- ¿Número 3?, pensé que aquí venían muchos niños y niñas de todo el mundo. - Tienes
razón, en realidad ese es mi número favorito, ji, ji, ji, se rió Brillo Dorado.

- ¿Y qué haces por aquí?, este es un lugar muy lejano.

- Mamá me ha enviado, estoy buscando al Hada de la Obediencia, necesito hablar con ella.

- Pues hoy es tu día de suerte, yo te llevaré - dijo Brillo Dorado.


Es así como juntos emprendieron el viaje. Subieron sobre unas nubes que los
transportaron por el cielo y durante el trayecto adoptaban diversas formas, ¡eran
hermosas!

Luego bajaron cerca de un río con aguas cristalinas, treparon sobre una hoja de eucalipto
se dejaron llevar por las aguas hasta la próxima orilla, ¡Todo era muy divertido! Al final del
camino había un castillo muy pequeñito, y Brillo Dorado dijo:

- Aquí es, ya llegamos, yo puedo entrar porque soy pequeño, pero tú necesitas pasar por la
prueba de la humildad.

- ¿Cómo es eso? – preguntó Micaela.

- Sólo párate frente a la puerta y si tu corazón tiene dentro el sentimiento de humildad te


harás pequeña y podrás entrar.

- ¿Y si no resulta?, tengo miedo Brillo Dorado –dijo Micaela.

- No te preocupes, eres una buena niña. Todo saldrá bien. Entonces Micaela se paró frente
a la puerta del pequeño castillo y de pronto, como por arte de magia, se hizo tan pequeña
que pudo entrar fácilmente.

- Qué bueno, ya estamos adentro, -se alegró Micaela-, vamos a buscar al hada de la
Obediencia, amigo ratoncillo. En medio de un gran altar estaba el Hada, con una sonrisa
hermosa.

- Hola, Micaela, ¿qué te trae por aquí?, -preguntó el Hada.

- ¿Cómo está usted, señora Hada?, necesito saber el secreto de la obediencia, pues me
está resultando difícil ser obediente con mamá. - Es fácil, querida amiga. ¿Recuerdas las
nubes que te trajeron y el río en el que navegaste hasta acá? Pues ser obediente es ser
como las nubes que pasan adoptando la forma que el viento les da, son hermosas y
pueden ir fácilmente a cualquier lugar.

También ser obediente es ser como el agua que fluye, que corre hacia abajo y llega al
océano. El que es obediente tiene ventaja ante Dios, no es una tarea fácil pero te ayudará
mucho a escuchar y aceptar las opiniones de los demás.

Luego le dio un abrazo a Micaela y salió por la ventana. Micaela en un abrir y cerrar de
ojos ya estaba en su cuarto. Ese día había aprendido mucho.

FIN
Cuento infantil. La desobediente tortuguita Ruby
Un cuento sobre qué puede pasar a alguien por ser desobediente

Con ese cuento de La desobediente tortuguita Ruby, los niños pueden aprender sobre qué
puede pasar a alguien por ser desobediente. Un cuento sobre el valor de la obediencia y
del respeto a los padres y al prójimo.

Era una vez una tortuguita que se llamaba Ruby y que vivía con su mamá y sus dos
hermanitas tortugas. Un día, la mamá le dijo a Ruby que cuidara de sus hermanitas porque
ella iba al campo en busca de unas hojas frescas para comer.

Ruby le contestó que sí, que ella cuidaría de sus hermanas. Pero a lo lejos, Ruby, la
tortuguita, escuchó una música que le gustaba y se colocó una blusa de color rojo, un
sombrero, una falda amplia y se puso sus tacones para ir a bailar, porque decía que le
gustaba esa música que estaba sonando.

Cuando llegó al lugar de donde venía la música, se encontró que allí vivía un perro que se
llamaba Franklin, el cual le dijo que él tenía mucha hambre y que si ella no había pasado
por algún lugar adonde hubiera comida abundante.

Ella le dijo:

- Tranquilo amigo, yo te voy a ayudar a conseguir comida. Cuando tu dueño se ponga a


comer me avisas.
Así fue, cuando el señor José se iba a llevar un muslo de pollo a la boca, vino la tortuguita
Ruby y le mordió el dedo gordo del pie. Del dolor que le produjo la mordedura de la
tortuga, soltó el muslo de pollo de inmediato, llegó el perro y se lo llevó corriendo para
comérselo lejos porque tenía mucha hambre.

El señor José se puso a llorar; de inmediato su esposa, la señora María le preguntó que por
qué daba tantos gritos. Él le mostró la herida que le había hecho la tortuguita y le pidió
que llenara una olla grande con agua y la pusiera en el fogón a calentar para meter a la
tortuguita dentro del agua caliente y poderla comer.

Después llegó el perro y escuchó que la señora María buscaba afanada a la tortuguita
porque el agua ya estaba caliente, pero Franklin, el perro, sabía que matarían a su amiga la
tortuguita Ruby por haberlo ayudado a conseguir comida.

Olfateó dónde se encontraba la tortuguita que se encontraba debajo de una cama y le


dijo:

- Sssssh..., no te preocupes, que cuando se acuesten yo te abro la puerta para que salgas.

Cuando oscureció la tortuguita Ruby salió y el perro se despidió de ella en la puerta.

La tortuguita tuvo mala suerte porque un señor que iba paseando por la calle la vio y la
metió en un saco, pero como el perro vio que Ruby la tortuguita estaba en peligro, corrió
muy deprisa y mordió en la nalga al señor.

Luego el señor soltó el saco y el perro Franklin ayudó a salir a Ruby, la tortuguita, del saco,
cuando de pronto vieron que la mamá de la tortuguita venía, llamándola, junto con sus
hermanitas.

La tortuguita Ruby le prometió a su mamá que la obedecería, ya que casi pierde la vida por
desobedecerla. Y además, no había sido tan responsable dejando a sus hermanitas solitas.

FIN
Las conejitas que no sabían respetar. Cuento para niños
En este cuento, 'Las conejitas no saben respetar', los niños se darán cuenta de que la falta
de respeto y las burlas hacia los demás pueden provocar heridas imborrables.

Había una vez un conejo que se llamaba Serapio. Él vivía en lo más alto de una montaña
con sus nietas Serafina y Séfora. Serapio era un conejo bueno y muy respetuoso con todos
los animales de la montaña y por ello lo apreciaban mucho. Pero sus nietas eran
diferentes: no sabían lo que era el respeto a los demás. Serapio siempre pedía disculpas
por lo que ellas hacían. Cada vez que ellas salían a pasear, Serafina se burlaba: 'Pero mira
que fea está esa oveja. Y mira la nariz del toro'. 'Sí, mira que feos son', respondía Séfora
delante de los otros animalitos. Y así se la pasaban molestando a los demás, todos los días.

Un día, cansado el abuelo de la mala conducta de sus nietas (que por más que les
enseñaba, no se corregían), se le ocurrió algo para hacerlas entender y les dijo: 'Vamos a
practicar un juego en donde cada una tendrá un cuaderno. En él escribirán la palabra
disculpas, cada vez que le falten el respeto a alguien. Ganará la que escriba menos esa
palabra'.

'Está bien abuelo, juguemos', respondieron al mismo tiempo. Cuando Séfora le faltaba el
respeto a alguien, Serafina le hacía acordar del juego y hacía que escriba en su cuaderno la
palabra disculpas (porque así Séfora tendría más palabras y perdería el juego). De igual
forma Séfora le hacía acordar a Serafina cuando le faltaba el respeto a alguien. Pasaron los
días y hartas de escribir, las dos se pusieron a conversar: '¿no sería mejor que ya no le
faltemos el respeto a la gente? Así ya no sería necesario pedir disculpas'.
Llegó el momento en que Serapio tuvo que felicitar a ambas porque ya no tenían quejas
de los vecinos. Les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo escrito hasta que
sus cuadernos quedaran como nuevos. Las conejitas se sintieron muy tristes porque vieron
que era imposible que las hojas del cuaderno quedaran como antes. Se lo contaron al
abuelo y él les dijo: 'Del mismo modo queda el corazón de una persona a la que le
faltamos el respeto. Queda marcado y por más que pidamos disculpas, las huellas no se
borran por completo. Por eso recuerden debemos respetar a los demás así como nos
gustaría que nos respeten a nosotros'.

Preguntas de comprensión lectora sobre el cuento

1. Responde 'V' si la afirmación es Verdadera y 'F' si es Falsa:

- Serapio era el papá de Serafina y Séfora

- Pedir disculpas lo soluciona todo y por ello no es importante aprender a respetar

- Solo debemos respetar a nuestros padres y maestros

- Debemos tratar a los demás como quisiéramos que nos traten a nosotros

2. Describe a los personajes con adjetivos:

- Serapio

- Serafina y Séfora

3. ¿Qué significa 'Respetar a los demás'?

4. Recuerda alguna vez en que sentiste que alguien te faltó el respeto (puede ser alguna
vez en que alguien se burló de ti por algo). ¿Cómo te sentiste en ese momento?
El pajarito perezoso. Cuento corto para niños
Este cuento, 'El pajarillo perezoso', es fantástico para explicar a los más pequeños por
qué la pereza puede ser mala.

Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos los días, a la hora de
levantarse, había que estar llamándole mil veces hasta que por fin se levantaba; y cuando
había que hacer alguna tarea, lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para
hacerlo. Todos le advertían constantemente:

- ¡Eres un perezoso! No se puede estar siempre dejando todo para última hora...

- Bah, pero si no pasa nada.-respondía el pajarito- Sólo tardo un poquito más que los
demás en hacer las cosas.

Los pajarillos pasaron todo el verano volando y jugando, y cuando comenzó el otoño y
empezó a sentirse el frío, todos comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país
más cálido. Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más
adelante, seguro de que le daría tiempo a preparar el viaje. Hasta que un día, cuando se
levantó, ya no quedaba nadie.

Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había
respondido medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido descansando
durante mucho tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las normas eran claras y
conocidas por todos: todo debía estar preparado, porque eran miles de pájaros y no se
podía esperar a nadie. Entonces el pajarillo, que no sabría hacer sólo aquel larguísimo
viaje, comprendió que por ser tan perezoso le tocaría pasar solo aquel largo y frío invierno.

Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había hecho
las cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se
puso a preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del invierno. Primero
buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas, construyó su
nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para
llenarlo de frutas y bayas, de forma que no le faltase comida para aguantar todo el
invierno, y finalmente hasta creó una pequeña piscina dentro del nido para poder
almacenar agua. Y cuando vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se
entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua, para poder permanecer en su nido
sin salir durante todo el tiempo que durasen las nieves más severas.

Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos permitieron al pajarito sobrevivir


al invierno. Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no dejó ni un día de arrepentirse por haber
sido tan perezoso.

Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron de su gran viaje,
todos se alegraron sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo, y les parecía mentira
que aquel pajarito holgazán y perezoso hubiera podido preparar aquel magnífico nido y
resistir él solito. Y cuando comprobaron que ya no quedaba ni un poquitín de perezaen su
pequeño cuerpo, y que se había convertido en el más previsor y trabajador de la colonia,
todos estuvieron de acuerdo en encargarle la organización del gran viaje para el siguiente
año.

Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien preparado, que hasta tuvieron tiempo para
inventar un despertador especial, y ya nunca más ningún pajarito, por muy perezoso que
fuera, tuvo que volver a pasar solo el invierno.

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