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Coleccion: Gaceta Civil - Tomo 19 - Numero 07 - Mes-Ano: 1_2015

Acción de nulidad del acto jurídico


Aníbal TORRES VÁSQUEZ*

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TEMA RELEVANTE

El autor señala que la nulidad no es declarada por las partes, sino que está prescrita
por la ley, por lo que sigue el principio de legalidad, ya que no hay causas de nulidad
acordadas por las partes o dispuestas por los jueces. Por ello, afirma que el acto nulo
es ineficaz desde su celebración y no desde que las partes optan por no ejecutarlo.
Concluye que, en el ejercicio del derecho de acción, el justiciable obtiene una
sentencia que reconoce dicha invalidez, declarando judicialmente la nulidad del acto
jurídico, es decir, no está recién condenando con la nulidad un acto jurídico, sino que
está declarando una situación ya existente.

MARCO NORMATIVO

• Código Civil: arts. VII TP, 220, 284, 707, 948, 1267, 1625, 1969, 2001 y 2014.

• Ley General de Sociedades, Ley N° 26887 (09/12/1997): art. 37.

Introducción

El acto nulo carece ab origine y a perpetuidad de los todos los efectos deseados por
las partes, salvo que la ley disponga diversamente, o que se declare judicialmente la
prescripción de la acción de nulidad (art. 2001.1), caso en el que el acto nulo queda
saneado ab initio. El acto nulo no se puede subsanar por confirmación.

Son actos nulos los que no reúnen algún elemento esencial o requisito de validez, o
contravienen normas imperativas, el orden público o las buenas costumbres.

El acto jurídico nulo no produce los efectos propios de un acto jurídico válido, pero si
puede producir las consecuencias del hecho jurídico, entendido como todo
acontecimiento que, por disposición del ordenamiento jurídico, crea, modifica o
extingue relaciones o situaciones jurídicas.

Como las causales de nulidad están establecidas por la ley con el fin de proteger
intereses generales, están legitimadas para promover la acción de nulidad de cualquier
interesado o del Ministerio Público. Puede declararse de oficio por el juez, si es
manifiesta.
I. Efectos que puede producir un acto jurídico nulo

Las relaciones o situaciones jurídicas materia del acto nulo, permanecen en el mismo
estado en que se hallaban antes de la celebración de dicho acto, y los interesados
pueden comportarse como si nunca se hubiese celebrado. Es decir, el acto jurídico
nulo es ineficaz. Sin embargo, esta afirmación, como todo en Derecho, presenta
excepciones, porque en ciertos casos el acto nulo es eficaz.

Se trata, a veces, de efectos negociales (contractuales). Veamos unos ejemplos:

1) El contrato nulo produce efectos frente al tercero que de buena fe adquiere a título
oneroso e inscribe su derecho (art. 2014). Precisamos, que los derechos reales y
personales trasmitidos a terceros sobre bienes muebles o inmuebles adquiridos en
virtud de un acto jurídico nulo, carecen de valor alguno, y pueden ser reclamados
directamente del tercero adquirente o subadquirente, excepto que la adquisición de
estos sea a título oneroso y de buena fe. El tercero adquirente a título oneroso y de
buena fe fundamenta la validez de su adquisición en la apariencia de verdadero que
tiene el acto nulo, pues no conoció ni estaba en la posibilidad de conocer que no era
verdadero; desde el Derecho Romano rigió el principio de la fuerza legitimadora de la
apariencia que brinda seguridad en el tráfico jurídico.

En la adquisición a non dominus de bien mueble, el que de buena fe adquiere el


dominio de un enajenante que lo posee con un título nulo, no está sujeto a
reivindicación (art. 948).

2) El artículo 37 de la Ley N° 26887, Ley General de Sociedades, establece que la


nulidad del pacto social no surte efectos frente a los terceros de buena fe. Es decir, la
nulidad de la sociedad no tiene efectos retroactivos, porque no afecta la validez y
eficacia de los actos y contratos que celebró con terceros de buena fe, durante el
periodo que transcurre entre la inscripción de la sociedad y la declaración de nulidad
del pacto social.

3) El matrimonio invalidado produce los efectos civiles respecto de los cónyuges e


hijos si se contrajo de buena fe, como si fuese un matrimonio válido disuelto por
divorcio (art. 284).

Otras veces, en cambio, los efectos del acto nulo son diversos de los negociales. Esto
es, los actos jurídicos nulos no producen los efectos de los actos jurídicos válidos,
pero pueden dar lugar a otras relaciones o situaciones de hecho, como son las
reparaciones de daños y las restituciones que correspondan. Ejemplos: 1) De la
existencia de un contrato nulo y del silencio de la parte que conoce de la nulidad surge
para esta la obligación de resarcir el daño sufrido por la otra (art. 1969), quien, sin su
culpa, ha confiado en la validez del contrato; 2) Cuando se ha ejecutado prestaciones
sobre la base de un contrato nulo, por desconocimiento de la causal de nulidad
absoluta que lo afecta, el solvens tiene derecho a la restitución (art. 1267).

Se concluye que el acto jurídico nulo es ineficaz desde su celebración, salvo


disposición distinta de la ley. Pero no por esto se puede afirmar que “todas las
nulidades no son sino anulabilidades”, porque sería convertir a las excepciones en
regla. En Derecho se habla por los principios y no por las excepciones, porque en el
mundo del deber ser todo es relativo.

Ciertos autores, como Flume1, sostienen que el negocio nulo no es un acontecimiento


fáctico, sino un negocio jurídico que puede producir consecuencias jurídicas. Pero el
autor precisa que esas consecuencias se producen en lugar de la reglamentación
establecida negocialmente, por ejemplo, la responsabilidad civil.

Es un contrasentido afirmar que el “negocio nulo” es un “negocio jurídico”, porque ello


significa identificar invalidez (negocio nulo) con la validez (negocio jurídico); sin
embargo, el autor germano no está afirmando que el negocio jurídico nulo puede
producir los efectos jurídicos de un negocio válido, porque si así fuera esos efectos
estarían provistos de acción, por tanto, se podría demandar judicialmente el
cumplimiento de prestaciones creadas sobre la base de un negocio nulo (en el
Derecho alemán se denomina “negocio” a lo que nuestro Código llama “acto”), y el juez
no podría declarar la nulidad de oficio cuando es manifiesta. Precisamente, una de las
diferencias entre el acto nulo y el anulable es que el primero no produce los efectos
negociales de un acto válido, salvo excepciones; en cambio, el segundo sí los produce.

II. Nulidad de pleno derecho

Cuando el acto es nulo falta del todo una regulación privada de intereses. La ineficacia
tiene lugar de pleno derecho (ipso iure) desde el inicio, por lo que no hay necesidad de
declaración judicial que lo haga constar; excepto que exista controversia sobre si el
acto es o no nulo, caso en el que habrá la necesidad de recurrir al juez para que
resuelva la controversia. Ejemplos:

1) Si tomo conocimiento que mi casa donde vivo, cuya propiedad la tengo registrada,
ha sido vendida sin mi consentimiento mediante un contrato privado, mientras no sea
perturbado en mi derecho de propiedad, no estoy obligado, para conservar y ejercer
plenamente mi derecho, a demandar judicialmente la declaración de nulidad de tal
venta.

2) Si el propietario de un lote de terreno contrata con un arquitecto y un ingeniero para


que le construyan un edificio de diez pisos en tres días, el contrato es nulo por objeto
imposible, las partes se pueden comportar como si tal contrato no existiera, no tienen
necesidad de recurrir al juez para que declare la nulidad, salvo que el comitente haya
pagado alguna suma a los constructores y estos se nieguen a restituirla.

3) Si en un contrato de mutuo se conviene que el mutuante prestará al mutuatario una


cantidad de dinero si su burro comienza a cantar, el contrato es nulo por estar
sometido a una condición imposible, las partes no tienen necesidad de que el contrato
se declare nulo judicialmente; así, los ejemplos son infinitos. Por ello, no es correcto
sostener que la nulidad necesariamente debe ser declarada judicialmente2.

4) Cuando con base en la compraventa nula, se entrega el bien y se paga el precio; o


el aparente vendedor exige, o hay la posibilidad de que puede exigir el pago del precio,
o el aparente comprador pretenda la entrega del bien. Para destruir efectos pasados
no negociales, devolviéndolos a su estado anterior, o para poner fin a una perturbación
o anticiparse a ella, puede haber la necesidad de obtener una declaración judicial de
nulidad con el fin de que si las pretensiones no se han ejecutado, desaparezca toda
posibilidad de exigir su cumplimiento, o si han sido ejecutadas, total o parcialmente,
cese el estado de hecho contrario a la realidad jurídica, volviendo las cosas al mismo
estado en que se hallaban antes del acto nulo; por ello, la ley concede a los
interesados la acción de nulidad como un medio para obtener a través de un proceso
judicial la declaración de nulidad de un acto nulo.

5) La donación de bienes inmuebles debe hacerse por escritura pública, bajo sanción
de nulidad; si se ha celebrado por escritura privada la donación es nula, pero si nadie
se opone, nada impide que las partes se comporten como que si el supuesto donante
hubiera transferido gratuitamente al supuesto donatario la propiedad del inmueble. Sin
embargo, el aparente donatario, que puede estar usando y disfrutando el bien, no
podrá ejercer el derecho de disposición (vender, hipotecar, etc.) ni el de reivindicación.
Si el supuesto donatario se niega a restituir el bien al aparente donante, este deberá
recurrir al juez para obtener la devolución del bien.

De la consideración de estos ejemplos resulta que es una cuestión de hecho, el


determinar cuándo es o no es necesario judicializar la nulidad.

En la exposición de motivos se lee: “El acto nulo lo es de pleno derecho, lo que


significa que no requiere de una sentencia judicial que así lo declare. Como
característica de la nulidad ipso iure es que el acto sea jurídicamente inexistente, o
sea, que no genere efectos. Solo si una de las partes, o ambas, pretende su validez,
corresponderá al juez declarar la nulidad absoluta, sin que la sentencia tenga un
carácter constitutivo, sino declarativo”3.

La Corte Suprema se ha pronunciado reiteradamente, declarando que la nulidad


absoluta del acto jurídico opera de pleno derecho, y por ello no requiere de una
sentencia judicial que lo declare. Así, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la
Corte Suprema ha resuelto: Cas. N° 1843-98-Ica. “Los actos jurídicos lo son ipso iure,
esto es, que no requiere de una sentencia judicial para que así lo declare, puesto que
la sanción de nulidad sobre el acto jurídico opera de pleno derecho; sin embargo, en el
desenvolvimiento de las relaciones jurídicas existen muchos actos jurídicos nulos que
se les da la apariencia de válidos, porque las partes contratantes o una de ellas actúan
como si tales así lo fueran y de ello persuaden a terceras personas; empero ello solo
es una apariencia de validez; y a fin de eliminar esta apariencia se encuentra
precisamente este poder del Estado de quien, en el ejercicio del derecho de acción, el
justiciable obtiene una sentencia que reconoce dicha invalidez, declarando
judicialmente la nulidad del acto jurídico, es decir, no está recién condenando con la
nulidad un acto jurídico sino que está declarando una situación ya existente”.
Hay una corriente doctrinaria que considera que no hay nulidad de pleno derecho, por
considerar que necesariamente se requiere de una sentencia o laudo arbitral que
declare nulo al acto jurídico; argumentan que las partes no pueden determinar por sí
mismas la causal de nulidad y la sanción de nulidad. Esta doctrina fue desarrollada en
Francia en las primeras décadas del siglo XX: “Actualmente la nulidad absoluta ya no
opera de pleno derecho, aun cuando se trate de un acto que lesione abiertamente el
orden público. Al respecto, recordamos que desde el siglo XVI Coquille e Imbert no
hablaban de la acción de declaración de nulidad. Esta tesis ha recibido,
posteriormente, su confirmación por dos reglas de origen consuetudinario, cuya
influencia es notoria. Existe desde luego, la regla de que en Francia están prohibidas
las vías de hecho y que hay también el principio aún más explícito de que nadie puede
hacerse justicia por sí mismo. Si se agrega, finalmente, la fórmula no menos respetada
de que el documento es válido hasta en tanto se declare su nulidad (provisiones
dueautitre), se comprenderá fácilmente que aun cuando nulo, el acto que tiene
apariencia de regularidad no puede ser rechazado de plano”4.

No compartimos esta tesis por ser ajena a la realidad jurídica. La nulidad no es


declarada por las partes sino está prescrita por la ley; la nulidad se rige por el principio
de legalidad, no hay causas de nulidad acordadas por las partes o dispuestas por los
jueces. El acto nulo es ineficaz desde su celebración y no desde que las partes optan
por no ejecutarlo; la ineficacia se produce por imperio de la ley, mas no por voluntad de
las partes. Los actos jurídicos nulos, si bien no producen los efectos propios de un acto
válido, pueden dar lugar a los efectos del hecho jurídico (el acto jurídico nulo no es un
acto jurídico válido, pero es un hecho jurídico), como son las reparaciones y
restituciones que correspondan. No existe ni puede existir una norma jurídica que
establezca que el acto nulo requiere necesariamente de declaración judicial; menos
puede existir una norma que disponga que el acto nulo es válido y eficaz mientras no
se declare judicialmente su nulidad. Finalmente, el acto nulo es ineficaz de pleno
derecho, pero si surge controversia sobre la presencia de alguna causal de nulidad,
habrá la necesidad de acudir al juez para que lo resuelva.

III. Fundamento de la nulidad

La nulidad absoluta se fundamenta en razones de interés social o público, en


contraposición a la anulabilidad, inspirada en la protección del interés particular de las
partes; de ahí el carácter absoluto de la acción de nulidad que puede ser alegada,
como lo establece el artículo 220, por cualquiera que tenga interés económico o
moral, actual y directo o por el Ministerio Público y que, inclusive, el juez pueda
y deba declararla de oficio (aunque nadie la hubiera pedido) cuando resulte
manifiesta.

IV. Titulares de la acción de nulidad

Artículo 220.- La nulidad a que se refiere el artículo 219 puede ser alegada por quienes
tengan interés o por el Ministerio Público.

Puede ser declarada de oficio por el juez cuando resulte manifiesta.

No puede subsanarse por la confirmación.

La legitimación para interponer la acción de nulidad concierne a cualquiera de las


partes (los que han intervenido en la celebración del acto)5 y a los terceros (los que no
han intervenido en la celebración) perjudicados o que pueden verse perjudicados en
sus intereses económicos o morales, por tanto, el que interpone la acción debe probar
que tiene un interés propio para accionar, interés consistente en la exigencia de
obtener un resultado útil jurídicamente apreciable, que no se puede conseguir sin la
intervención judicial. El tercero totalmente extraño al acto jurídico, que no ha sido
perjudicado ni puede serlo, no es beneficiario de la acción de nulidad. La Corte
Suprema ha resuelto: nadie puede pedir la nulidad de un contrato en que no ha
tomado parte ni deriva derechos o afectación alguna, por carecer de legitimación
activa para ello (Exp. Nº 677-90-Callao. En: Revista Normas Legales. T. 214, marzo
de 1994). El tercero que conoce de la nulidad, pero que carece de interés para
accionar porque no lo afecta ni directa ni indirectamente, podrá ponerla en
conocimiento del Ministerio Público.

La legitimación para alegar la acción de nulidad corresponde también al


Ministerio Público. Se debe entender que el Ministerio Público puede alegar la
nulidad absoluta en todos aquellos procesos en que por ley le toca intervenir y en todo
caso en que el acto nulo atente contra el interés social, como cuando transgrede una
norma imperativa, el orden público o las buenas costumbres.

Siempre en el sentido del artículo 220, La nulidad, cuando es manifiesta, puede ser
declarada de oficio por el juez, en cualquier estado o etapa del proceso. La nulidad
es manifiesta cuando no existe lugar a dudas sobre su existencia, es visible, patente,
ostensible, advertible a simple vista; se infiere del simple examen del documento que
contiene al acto jurídico o de las pruebas actuadas en el proceso, por ej., la donación
de un inmueble hecho en documento privado contraviniendo los dispuesto en el
artículo 1625, un testamento ológrafo digitado en computadora, violando lo establecido
en el artículo 707, casos en los que puede ser declarada de oficio por el juez, sin
requerirse de que exista invocación de parte. El juez no acciona en el sentido de
interponer una demanda para que se declare la nulidad, sino que cuando en ejercicio
de sus funciones jurisdiccionales conozca de los hechos que la provocan, puede e
incluso y debe declararla de oficio, pues, le está vedado permanecer impasible, por ej.,
frente a un acto ilícito o contrario a las normas imperativas o a las buenas costumbres.

V. Carácter procesal de la norma del artículo 220

El artículo 220, en su primer párrafo, establece qué personas están legitimadas para
peticionar la nulidad de un acto jurídico; por lo tanto, se trata de una norma de carácter
procesal.

No hay que perder de vista que en Derecho Procesal el juez está limitado por el
principio de congruencia procesal, consagrado en el artículo VII del TP del CPC, según
el cual no puede ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos
de los que han sido alegados por las partes. La actuación del juez se enmarca
dentro de las situaciones fácticas presentadas por las parte en la demanda,
contestación de la demanda, reconvención, o en la contradicción a la ejecución cuando
se trata de proceso único de ejecución. Las partes tienen el dominio del proceso, no
permitiéndose al juez apreciar hechos no alegados ni probados por los litigantes o
conceder derechos no reclamados. La congruencia exige identidad entre los hechos
alegados y probados durante el proceso y lo resuelto por la decisión que dirime el
conflicto o incertidumbre. Debe existir congruencia entre lo peticionado por las partes y
lo que declara el juez en su fallo. Si el fallo va más allá de lo peticionado estamos ante
una sentencia ultra petita, si se pronuncia alegando un pretensión no reclamada la
sentencia es extra petita, y si omite pronunciarse sobre alguna de las pretensiones
deducidas estamos ante una sentencia citra petita. El juez debe pronunciarse sobre
todas y cada una de las pretensiones deducidas, le está prohibido resolver
pretensiones no ejercitadas o alterar o exceder las deducidas, es decir, resuelve las
cuestiones planteadas y nada más que ellas.

Como todo en Derecho, el principio de congruencia procesal no es absoluto, porque


presenta excepciones como es la dispuesta por el segundo párrafo del artículo 220
que faculta al juez, en forma excepcional, declarar de oficio la nulidad un acto jurídico,
aun cuando ella no haya sido materia de las pretensiones formuladas por las partes del
proceso, siempre que la causal que la produce sea manifiesta, es decir, la nulidad de
oficio es la consecuencia inherente a la nulidad de pleno derecho del acto jurídico,
pues no requiere de mayor prueba que el propio documento que contiene el acto o de
los otros medios probatorios actuados en el respectivo proceso, independientemente
de la vía procedimental de que se trate, ya sea un proceso de conocimiento, uno
abreviado, uno sumarísimo o un proceso único de ejecución.

La Corte Suprema ha resuelto: Cas. N° 2473-2010-Ancash (El peruano, 02/11/2011):


“Se debe tener en cuenta que el artículo 220 del Código Civil es una norma de carácter
procesal, la cual establece en su primer párrafo quiénes se encuentran legitimados
para solicitar la nulidad del acto jurídico. Por otro lado en su segundo párrafo faculta al
juez a declarar la nulidad de oficio, aun cuando la misma no sea materia de las
pretensiones formuladas por algunas de las partes del proceso; para ello es necesario
que la nulidad del acto sea manifiesta, es decir, cuando la causal que la produce se
encuentre al descubierto de manera clara. En ese sentido, la declaración de nulidad de
oficio, es una consecuencia inherente a la nulidad ipso iure del acto nulo; se trata de
una facultad conferida a los jueces en forma excepcional, y les permite declarar en la
sentencia, aunque no haya sido alegada en el petitorio de la demanda, en el de la
reconvención, ni en las constataciones mediante las cuales se ejercita el derecho de
contradicción”.

No siempre lo manifiesto por las partes reside en la visibilidad o en la ostensibilidad del


vicio que afecta al acto, sino, como dice Zannoni6, “en la posibilidad de subsumir ese
vicio en una hipótesis normativa prevista, sin sujeción a una previa e imprescindible
valoración de circunstancias contingentes para detectarlo”, por ej., la ley reputa nulo el
acto jurídico cuyo objeto fuese prohibido; “si se celebra un contrato que tiene por
objeto el ejercicio de la prostitución y, más tarde cualquiera de las partes pretendiese
alegar derechos derivados del negocio, el juez subsumirá el objeto en la previsión
normativa, y, objetivamente, sin más, lo declarará nulo”.

Con la sentencia declarativa de nulidad se corta todo intento de perturbación y se


destruyen todos los efectos producidos al amparo del acto nulo, las cosas vuelven al
mismo estado en que se hallaban antes de la celebración del acto nulo, debiendo en
este caso las partes restituir aquello que se hubieran pagado y si esto no fuera posible,
pagarán su valor. Para los efectos de la restitución es conveniente que a la acción de
nulidad se acumule la de restitución de lo pagado indebidamente (con base en el
acto nulo); también puede acumular la acción de indemnización de daños.

VI. Prescripción de la acción de nulidad

La acción de nulidad prescribe a los 10 años (art. 2001.1)7. En tanto que la acción
para recuperar lo indebidamente pagado prescribe a los 5 años de efectuado el pago
(art. 1274).
Como expresan Bonfilio y Mariconda8, “no hay duda, en todo caso, que la acción de
repetición de lo pagado indebidamente actúa como forma de tutela derivada respecto
de la verificación de la nulidad, meramente eventual y no exclusiva, dirigida a la
recuperación de lo que le corresponde al actor respecto al otro contrayente en
ejecución del contrato nulo. La acción tiene carácter personal y está sujeta al plazo de
la prescripción ordinaria. Concurre alternativamente con esta, sobre el presupuesto de
la ineficacia del negocio nulo y de la idoneidad de este a efectos de transferir la
propiedad de cuando haya sido dado sine causa, la acción real de reivindicación”. Para
nuestro Derecho el plazo ordinario de prescripción de la acción personal es de 10
años; en cambio, la acción para exigir la restitución de lo pagado indebidamente está
sujeta al plazo especial de 5 años. En nuestro Derecho, la acción reivindicatoria es
imprescriptible (art. 927).

VII. Carácter de la sentencia que declara la nulidad

La acción de nulidad –o excepción9 o reconvención– no está encaminada a atacar el


acto ni a borrar sus efectos que no existen desde el inicio, sino a destruir la apariencia
de validez de un acto que ha nacido muerto, por lo que la realidad ha quedado
inmutable; es una acción de mera declaración de certeza. Tanto la acción como el fallo
son declarativos, no constitutivos.

VIII. Efectos de la sentencia declarativa de nulidad

Como el acto nulo lo es erga omnes, la sentencia que lo declara afecta también a los
terceros quienes están obligados a la restitución de lo que han adquirido de quien, a su
vez, adquirió con base en un acto nulo, por cuanto este no puede trasmitir un derecho
que no tiene, o derecho mejor que el que tiene (nemo plus iuris in aliud transfer repot
est quam ipse habet), con excepción, en aplicación del principio de la fuerza
legitimadora de la apariencia, de los terceros que actuando responsablemente han
hecho su adquisición a título oneroso y de buena fe, o sea, creyendo fundadamente en
la plena eficacia del acto nulo con apariencia de validez.

Todos los derechos reales o personales, sobre bienes muebles o inmuebles,


transferidos en virtud de un acto nulo no tienen ningún valor, por tanto, pueden ser
reclamados directamente del tercero adquirente o subadquirente, excepto contra el
adquirente o subadquirente a título oneroso y de buena fe (ejs., arts. 194, 2014)10.

IX. Insubsanabilidad del acto nulo por confirmación

Como con la nulidad absoluta se trata de amparar no solamente el interés de las


partes intervinientes sino fundamentalmente el social, los actos nulos no pueden
subsanarse por confirmación; las partes no pueden convalidar un acto cuando es la
misma sociedad la que está interesada en su invalidez.
Los únicos medios para subsanar un acto nulo son: 1) la prescripción de la acción de
nulidad declarada judicialmente, la misma requiere invocación de parte (art. 1992)11; y,
2) la repetición de su celebración, con la eliminación, obviamente, de la causa de
nulidad.

___________________________

* Exdecano del Colegio de Abogados de Lima. Presidente honorario de la


Academia Peruana de Leyes. Miembro honorario de los Colegios de Abogados de
Loreto, Puno, Cusco, Cajamarca y Apurímac.

1 FLUME, Werner. Ob. cit., pp. 643-644.

2 Código boliviano: Artículo 546 (Verificación judicial de la nulidad y la


anulabilidad). La nulidad y la anulabilidad de un contrato deben ser pronunciadas
judicialmente.

3 VIDAL RAMÍREZ, Fernando. “Acto jurídico”. En: Código Civil. Tomo IV,
Exposición de Motivos y Comentarios, Comisión Encargada del Estudio y Revisión del
Código Civil, Compiladora: Delia Revoredo de Debakey, Lima, 1985, p. 332.

4 LUTZESCO, George. Teoría y práctica de nulidades. Ob. cit. de NINAMANCCO


CÓRDOVA, Fort. La invalidez del negocio jurídico en la jurisprudencia de la Corte
Suprema. Gaceta Jurídica, Lima, 2014, p. 66.

5 Algunos ordenamientos jurídicos no confieren la acción de nulidad a la parte


que invoque la propia torpeza para lograr un provecho; así, por ejemplo, el nuevo
Código Civil y Comercial argentino prescribe: Artículo 387. Nulidad absoluta.
Consecuencias. La nulidad absoluta puede declararse por el juez, aun sin mediar
petición de parte, si es manifiesta en el momento de dictar sentencia. Puede alegarse
por el Ministerio Público y por cualquier interesado, excepto por la parte que invoque la
propia torpeza para lograr un provecho. No puede sanearse por la confirmación del
acto ni por la prescripción.

6 ZANNONI, Eduardo A. Ob. cit., p. 176.

7 En algunas legislaciones, la acción de nulidad no está sujeta a prescripción. El


Código italiano prescribe: artículo 1422. Imprescriptibilidad de la acción de nulidad. La
acción para hacer declarar la nulidad no está sujeta a prescripción, salvo los efectos de
la usucapión y de la prescripción de las acciones de repetición.

8 Cit. de ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Acto jurídico negocial. 2ª edición, Gaceta


Jurídica, Lima, 2010, p. 492.

9 Código Civil y Comercial argentino: Artículo 383. Articulación. La nulidad puede


argüirse por vía de acción u oponerse como excepción. En todos los casos debe
sustanciarse.

10 Código Civil y Comercial argentino: Artículo 392. Efectos respecto de terceros


en cosas registrables. Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros
sobre un inmueble o mueble registrable, por una persona que ha resultado adquirente
en virtud de un acto nulo, quedan sin ningún valor, y pueden ser declarados
directamente, excepto contra el subadquirente de derechos reales o personales de
buena fe y a título oneroso.

11 En el Derecho Comparado, el acto nulo no se puede subsanar por prescripción.


Ej., el artículo 387 del Código Civil y comercial argentino dispone que la nulidad
absoluta “no puede sanearse por la confirmación del acto ni por la prescripción.

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