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TEMA RELEVANTE
MARCO NORMATIVO
INTRODUCCIÓN
“El gerente general se encuentra facultado para realizar todo tipo de actos de
administración y disposición, con excepción de los asuntos que la ley, el estatuto o
acuerdos de la junta general o directorio atribuyan a la junta general u otro órgano o
excluyan expresamente de su competencia. No es materia de calificación registral si el
acto realizado por el gerente general es ordinario o extraordinario, o si se encuentra o
no dentro del objeto”.
Así, los argumentos de la observación del título se referían a que el gerente general no
se encontraba facultado para suscribir instrumentos públicos sobre levantamiento de
garantías, solicitando que se acredite dicha facultad, la que debía encontrarse inscrita
en la partida registral de la sociedad.
Asimismo, el gerente indicó la inobservancia del artículo 167 del Código Civil que
refiere que “un representante legal requiere autorización expresa para realizar, entre
otros y pertinentes al asunto, los siguientes actos sobre los bienes de la empresa que
representa: disponer de sus bienes o gravarlos, y celebrar los demás actos para los
que la ley o el acto jurídico exigen autorización especial”. Con base en lo cual sostuvo
que el levantamiento de garantía no constituye un acto de disposición o un gravamen
sobre los bienes de la sociedad, sino un acto de desafectación sobre un bien de
propiedad de un cliente que le otorgó en garantía a la sociedad y que este otorga el
levantamiento de garantía, como consecuencia del cumplimiento de la obligación
garantizada.
Si bien el recurrente basó su recurso en la inobservancia del artículo 167 del Código
Civil, dicha norma no fue tenida en cuenta al momento de la elaboración de los
fundamentos de derecho de la citada resolución; por el contrario, el Tribunal Registral
decidió aplicar el octavo precedente de observancia obligatoria ratificado en el primer
pleno del Tribunal Registral (22/01/2003), así como la interpretación del artículo 11 y
188 de la Ley General de Sociedades (en adelante, LGS).
Así, en cuanto al octavo precedente se tomó en cuenta el criterio establecido por el
Tribunal Registral sobre las facultades del directorio:
“Excepto los asuntos que la ley y el estatuto atribuyan a la junta general u otro órgano
o excluyan expresamente de la competencia del Directorio, dicho órgano social se
encuentra facultado para realizar todo tipo de actos, inclusive los de disposición”.
Al respecto, el Colegiado en este caso interpretó este criterio extrayendo cuatro puntos
fundamentales:
- Con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la junta general u
otro órgano o excluyan expresamente de la competencia del directorio, dicho órgano
social se encuentra facultado para realizar actos de administración y actos de
disposición.
- El gerente podrá celebrar también actos de disposición, siempre que se trate de actos
ordinarios correspondientes al objeto social.
Vale tener en cuenta que por el solo hecho de que una persona sea nombrada como
gerente de una sociedad se le confieren facultades de ejecución y de representación,
que le permiten llevar a cabo la gestión cotidiana de la sociedad y la represente en sus
relaciones jurídicas con terceros1. Desde este punto de vista es que se construye la
figura del gerente como un ejecutor que otorga dinamismo a la sociedad actuando
dentro de las facultades otorgadas por el directorio o la junta general y evitando así
que para cada decisión que deba adoptar la sociedad se tenga que reunir dichos
órganos, pues el cargo permite autonomía en las decisiones del gerente, sin necesidad
de consentimiento o de ratificación de otro órgano social2; de lo contrario la sociedad
carecería de la agilidad de la que requiere para llevar a cabo su objeto social.
De igual forma hay que considerar que “el gerente general es el representante de la
sociedad para todos los efectos, incluso de disposición, salvo que mediante estatuto se
limiten sus facultades; asimismo, también es competente para celebrar los actos de la
sociedad que obliguen a esta última, los cuales deben estar relacionados directa o
indirectamente con el objeto social, de forma que cumplan con el principio de
causalidad (negocios, operaciones y actos que coadyuven a la realización de sus
fines)”3.
Sin embargo, el Colegiado entiende que el objeto social puede comprender actos
relacionados que coadyuven a la realización de los fines de la sociedad, aunque no
estén expresamente indicados en el pacto social o en el estatuto.
Así, siendo que para estos actos relacionados no se requiere que se encuentren
expresamente indicados, no será posible que el registrador califique si estos actos
efectivamente coadyuvan a la realización de los fines de la sociedad puesto que ello
implicaría evaluar si las decisiones del gerente son adecuadas para la gestión de la
sociedad, evaluación que no solo no compete al registrador, sino que además este no
contaría con la información necesaria para poder pronunciarse al respecto.
Por ello, concluye el Colegiado que la calificación de los actos y contratos ordinarios de
una sociedad depende de su objeto y, por ende, no es materia de calificación en sede
registral si un acto del gerente es ordinario o extraordinario.
Fortalece la decisión del Colegiado, lo referido por Hundskopf quien indica que el
gerente “también es competente para celebrar los actos de la sociedad que obliguen a
esta última, los cuales deben estar relacionados directa o indirectamente con el objeto
social, de forma que cumplan con el principio de causalidad (negocios, operaciones y
actos que coadyuven a la realización de sus fines)”5.
Por ello, de la decisión del Colegiado se desprende que salvo disposición del estatuto
o acuerdo expreso de la junta general o del directorio, el gerente general se encuentra
facultado para realizar todo tipo de actos inclusive los de cancelación de gravámenes,
no resultando materia de calificación registral si el acto realizado por el gerente general
es ordinario o extraordinario, o si se encuentra o no dentro de su objeto social.
Sobre la base de lo anterior, el Colegiado entendió que las facultades del gerente
general eran amplias, aun respecto de la facultad de suscribir hipotecas que se
constituyan a favor de la sociedad, por lo que, aplicando los criterios que ya había
fundamentado, se entendía que también podía ejercer la facultad de dar por cancelado
los gravámenes a su favor, en la medida que no había sido limitada por el estatuto;
concluyendo que no existiendo reservas a favor del directorio o restricciones de las
facultades del gerente sobre la cancelación de gravámenes en el estatuto o que se
desprenda del estudio de la partida registral, se entiende que el gerente tiene
facultades para intervenir en la cancelación de la hipoteca materia del referido caso.
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2 MONTOYA MANFREDI, Ulises. Derecho Comercial. Tomo I., Cultural Cuzco, Lima,
1986, p. 250.