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UNIVERSIDAD AUTONOMA

GABRIEL RENE MORENO

DERECHO PRIVADO: DE LOS CONTRATOS

DOCENTE: RENY SALVATIERRA NEGRETE


MATERIA: DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO Y PRIVADO
ALUMNAS: TAINARA ZAMBRANA ZABALA - REG 215167619
NATHALIA SAUCEDO CHAVEZ - REG 216049342

SANTA CRUZ – BOLIVIA

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INTRODUCCION
DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

Ahora, refiriéndonos a la otra división del derecho internacional, el Derecho Internacional Privado, Como sabemos, el
contrato es una convención por la que una o muchas personas se obligan hacia una o muchas a dar o hacer alguna cosa; o
bien una convención que, según la intención de las partes y conforme a las reglas del derecho, hace nacer una obligación
civil.

Todo contrato -expresa Aspiazu- supone esencialmente la existencia de una convención. Pero hay algunas convenciones
que no se elevan al rango de contratos, porque no tienen por efecto hacer nacer una obligación civil. Así, la convención de
perdón o remisión de la deuda no es un contrato, porque ella extingue una obligación en lugar de hacer nacer una. Sucede
lo mismo con la convención de donación que no está revestida de las formas legales, porque ella hace nacer una simple
obligación natural, y no confiere, por consiguiente, al donatario el derecho de compeler por las vías legales a que el
promitente le entregue la cosa ofrecida. Lo mismo sucede, en fin, con la convención de dos personas para hacer un paseo,
porque en este caso el objeto de la convención no consiste en una cosa apreciable en dinero, ninguna de las partes tiene
interés ni acción para compeler a la otra a cumplir su promesa.

Las obligaciones -prosigue el autor- nacen ordinariamente de los contratos; pueden también nacer sin que intervenga
ningún contrato, ninguna convención; tales son las obligaciones que provienen ya de la autoridad sola de la ley, de los
cuasi-contratos, ya de los delitos o cuasi-delitos.

También sabemos que los contratos son bilaterales y unilaterales, conmutativos y aleatorios, de beneficencia y a título
oneroso. Además, se conocen los contratos consensuales o reales, solemnes y no solemnes, nominados e innominados,
principales y accesorios.

Ahora, cuáles son las condiciones necesarias para la existencia del contrato? La doctrina más sostenida establece que son
cuatro las condiciones:
el consentimiento, la capacidad, el objeto lícito y la causa lícita. Planiol no admite la última condición y expresa que es
falsa e inútil. Primeramente, porque en los contratos sinalagmáticos la causa de la obligación de una de las partes es la
obligación de la otra, siendo así que las obligaciones recíprocas de los contratantes nacen simultáneamente. Luego, la una
no es posible que sea causa de la otra, porque el efecto es siempre posterior a la causa. Falsa -dice- porque relativamente
a los contratos reales se afirma que la causa es la prestación

Efectuada, tomándose la palabra en un sentido completamente distinto del que jurídicamente le conviene, dándole a la
causa una doble y contradictoria significación. Falsa, porque en lo que respecta a las donaciones se hace consistir la causa
en la voluntad de donar, lo que equivale a suministrar una explicación inocua, que jurídicamente no expresa nada
concreto.

Inútil -prosigue- porque el fin a que se destina la teoría, o sea declarar nulos los contratos sin causa, o en los que
intervenga una causa ilícita, se obtiene también prescindiendo de aquella. Lo primero se alcanza por medio de la
resolución del contrato, debido a la inejecución del mismo por una de las partes, resolución que se desprende del carácter
sinalagmático de la obligación, Lo segundo equivale a que el objeto no sea lícito.

Según las anteriores ideas -dice Caicedo Castilla- contrarias a la teoría de la causa, algunos códigos modernos, como el
código federal suizo de las obligaciones y el código civil alemán, que no hablan de la causa de las obligaciones, sino se
limitan a expresar que el objeto de estas no debe ser ilícito, ni falso, ni contrario a las buenas costumbres. En tales códigos
no se habla de causa sino en otra acepción, o sea para prohibir el enriquecimiento sin causa, dando una acción para
repetir. Claro está que ello no tiene nada que ver con la teoría de la causa propiamente dicha.

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DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO

DE LOS CONTRATOS

LOS CONTRATOS EN EL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO


Ahora, desde el punto de vista del Derecho Internacional Privado nos corresponde el estudio de varios temas directa e
íntimamente vinculados con los contratos. De ese modo a: La capacidad de los contratantes, la forma externa del
contrato, la naturaleza y efectos del contrato, ejecución de los mismos.

CAPACIDAD DE LOS CONTRATANTES.- Sabemos que la capacidad es la aptitud de una persona para tener derechos y
contraer obligaciones. Nuestro Código art.483 - dice que toda persona puede contratar si no es declarada incapaz por la
ley. La capacidad para contratar regla general en nuestra legislación; siendo la incapacidad la excepción en los casos
expresados por la ley.

Ahora bien, ¿qué ley rige la capacidad de una persona para que pueda contratar válidamente? Se han dado sobre el
particular varias soluciones. Dentro del sistema de la territorialidad del derecho, será la ley local. Dentro del principio
sustentado por Mancini será la ley nacional. Dentro del principio seguido por Savigny será la ley del domicilio. Los países
con derecho consuetudinario, como Inglaterra, adoptan la ley del domicilio. En los Estados Unidos de América la
jurisprudencia ha decidido que es la ley del lugar de la celebración del contrato que rige la capacidad de los contratantes.
Después veremos las soluciones positivas establecidas en los Tratados de Montevideo y en el Código de Bustamante.

FORMA EXTRINSECA DEL CONTRATO.- Por lo que hace a las formalidades extrínsecas de que se rodea a un acto jurídico,
por ejemplo un contrato, para su validez, es obviamente aplicable la regla locus regit actum, ya conocida de nosotros. De
modo que, en cuanto a éstas formalidades se refiere, debe aplicarse la ley del lugar de la celebración del acto o contrato.

Caicedo Castilla dice sobre el particular que hay una conveniencia práctica y otra de índole jurídica para ello. Saber pues
que la aplicación de dicha regla es en el fondo un procedimiento salvador, ya que de otra manera no habría acto jurídico
válido sino en el lugar de su celebración.

Legislación Nacional.- Bien sabemos que la legislación boliviana consigna de modo expreso el principio locus regit actum,
pues el art. 36 del Código Civil dispone que “Todo instrumento de boliviano o extranjero, hecho en país extranjero, hará fe
si ha sido redactado en las formas usadas en dicho país". Consideramos que esta disposición adopta a plenitud el referido
principio y, como se halla redactado, lo adopta para todo instrumento, bien sea público o privado, diferenciándose en éste
orden con otras legislaciones que adoptan la regla sólo para los instrumentos públicos.

NATURALEZA DEL CONTRATO.- Se fija por la ley del lugar de la celebración porque las disposiciones legales relativas a
contratos tienen por fin interpretar la voluntad presunta de las partes. Y lo más natural es suponer que la ley que las
partes conocen mejor y a la cual han tenido la intención de referirse, es la del lugar donde se celebra el contrato. Esta ley
dirá si la obligación es civil o puramente natural, si es solidaria o no, si es divisible, si es alternativa, facultativa, etc.

EFECTOS DE LOS CONTRATOS.- Como vamos a estudiar, desde el punto de vista del derecho internacional privado, uno de
los temas más controvertidos ha sido este del relativo a los efectos de los contratos, o sea el determinar la ley que debe
regirlos. Veamos en primer término las soluciones de la doctrina sobre este palpitante tema:

La Ley Nacional.- En algunos países de Europa que han adoptado el sistema de la personalidad del derecho, como
principio de derecho internacional privado, establecen de que es la ley nacional la que debe regir el contrato, siempre y
cuando los contratantes pertenezcan o sean nacionales del mismo Estado. Dice Caicedo Castilla que se alegra en favor de
esta solución de dicha ley es la que mejor conocen los contratantes, y es de suponer, por tanto, que a ella tuvieron la
intención de referirse. Si los contratantes residen desde mucho tiempo en país extranjero, donde tienen el asiento de sus
negocios, debe aplicarse la más conocida de los contratantes.

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Ahora, ¿cuál es la solución cuando los contratantes son nacionales de distintos Estados? Los mismos países que siguen la
corriente doctrinaria anterior, en este caso da las siguientes soluciones: 1a. Se aplicará la ley del lugar de la situación de
los bienes, cuando naturalmente el contrato se refiere a bienes raíces. Es inaceptable -dice el mismo Caicedo- por- que si
los contratantes no son nacionales del Estado donde se encuentran los bienes, ni han residido en éste nunca, mal pueden
conocer la legislación, ni abrigar la intención de referirse a ella. 2a. Otra solución indica que debe aplicarse la ley nacional
del deudor. Se expresa que este sistema se halla de acuerdo con el interés del deudor, ya que todo contrato
necesariamente debe interpretarse en contra del acreedor y en favor del deudor. El mismo autor expresa que esta
solución es inaceptable porque las partes, al contratar están colocadas en un pie de igualdad y, de ese modo, sería
inequitativo interpretar el contrato necesariamente en favor de una de las partes y en contra de la otra. 3a, La tercera
solución es la de la ley del cumplimiento de la obligación. 4a. Finalmente, la de la ley del lugar de la celebración del
contrato. Nos corresponde referirnos a estas dos últimas seguidamente.

Lex Loci Solucionis.- Conocida también como la ley del lugar del cumplimiento de la obligación. La doctrina ha sido
expuesta por Savigny y puede resumirse en el sentido de que la esencia de la obligación que es hacer cierta una cosa
anteriormente incierta, está en el lugar del cumplimiento, porque es precisamente ese cumplimiento el que convierte en
cierto lo convenido. Por lo tanto, la sede de la obligación se halla donde se cumple; en cambio el lugar de la celebración
generalmente es accidental o transitorio.

El propio Caicedo manifiesta que la teoría de Savigny aceptada por el Tratado de Montevideo "no está exenta de
dificultades en la práctica cuando las obligaciones recíprocas de las partes se deben ejecutar en lugares diferentes o
cuando el contrato debe tener su desarrollo en varios países. Por ejemplo: el vendedor se ha obligado a entregar la
mercancía en la cantidad y de la calidad convenida en New York. El comprador se ha obligado a pagar el precio en Bogotá.
Ambas partes han cumplido. Dónde se ha ejecutado ese contrato?
Lo que sucede en la compraventa puede acaecer asimismo en otros contratos. Ejemplo: en uno de transporte el objeto
transportado pasa por varios países; en un mandato el mandatario se compromete a gestionar en varios países los
negocios del mandante; en un contrato de prestación de servicios un artista se compromete a trabajar en lugares de varias
naciones", etc.

Prosigue el autor expresando que puede ocurrir "que no se haya determinado en ciertos casos el lugar donde la obligación
ha de cumplirse y sea esa precisamente la cuestión que discutan los interesados. Entonces, habrá que ocurrir a las
presunciones legales, las que pueden ser diferentes en las diversas leyes. Puede suceder también que al tiempo de
celebrarse el contrato no se conozca dónde debe cumplirse, por ejemplo la venta de mercaderías pagaderas y entregables
a tres o seis meses en donde designe el comprador".
"Para eliminar la dificultad se ha propuesto que se tenga en cuenta el lugar de la obligación principal considerándose
como tal en la compra-venta la obligación de entregar la cosa, en el contrato de trabajo la promesa de trabajo, en la
donación la cesión del respectivo objeto, en el mandato la rendición de cuentas por el mandatario.

Lex Loci Contractus.- Esto es la ley del lugar de la celebración. Está basada sin duda en la territorialidad del derecho. Se
manifiesta expresando que la soberanía de un Estado regula los actos creados en su propio territorio, "los cuales
simplemente son reconocidos en los demás Estados".
"En consecuencia esos actos deben regirse por la ley que los crea y no por aquella que se limita a reconocerlos”.

En los Estados Unidos el sistema del Restatement reconoce este sistema y aplica la ley del lugar de la celebración del
contrato en los siguientes casos:
a) La capacidad de los contratantes; b) A la forma del contrato; c) Al consentimiento; d) Condiciones establecidas para
hacer la convención obligatoria; e) Al dolo y demás circunstancias que hagan el contrato nulo o anulable; f) A la naturaleza
y extensión de la obligación de las partes; g) Al tiempo y lugar de la ejecución; h) Al carácter condicional o incondicional
del contrato.

Beale, defensor del sistema adoptado por el Restatement manifiesta que debe aplicarse la ley del lugar de la celebración
por lo siguiente: 1o. Porque se conforma con el sistema de la territorialidad preferido por el derecho anglo-americano 2o.
Porque el lugar de la celebración es uno, eliminándose los problemas que resultan de la multiplicidad de los lugares de
ejecución. 3o. Porque las partes pueden conocer fácilmente el derecho a que van a someterse y consultar a profesionales

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abogados. Por lo demás cabe hacer notar que esta solución ha sido generalmente adoptada por los tribunales de los
Estados Unidos. Creemos que se trata de una solución realmente práctica
Sin embargo -agrega Caicedo Castilla- a tales razonamientos se pueden hacer dos observaciones principales: 1ra. La teoría
de la territorialidad, aunque sea adoptada por el derecho sajón no es de ninguna manera la solución más científica y
racional para los conflictos de leyes. 2a. No siempre se obtiene que haya una sola ley del lugar de la celebración, desde
luego que en muchos casos existe la duda acerca del lugar donde se ha celebrado el contrato.

Además -dice- la lex loci contractus no es aplicable en dos casos: lo. Cuando se celebra a bordo de un buque mercante en
alta mar. 20. Cuando se celebra en un territorio sobre el cual no se han ejercido actos de soberanía por ningún Estado.
Este caso es muy hipotético.

Luego, no es raro, sino por el contrario frecuente, que se dude acerca del lugar donde un contrato ha sido celebrado Es
posible citar el contrato que no se perfeccione sino por el cumplimiento de varias condiciones cada una de las cuales se
verifica en un Estado distinto. Por ejemplo el Código francés establece que la transacción pactada por el tutor, relativa a
los bienes del pupilo, no queda en firme sino en virtud de la posterior aprobación judicial.

Se supone que un tutor francés celebra una transacción en Inglaterra con un súbdito inglés; luego ese tutor va a Francia y
solicita y obtiene del juez la correspondiente aprobación. ¿Dónde se ha celebrado ese contrato y, por lo tanto, qué ley lo
rige?

También entre las dificultades del sistema pueda citarse el siguiente ejemplo: un comerciante argentino ofrece a un
boliviano, desde aquél a éste país, la celebración de un contrato. Si en realidad ambos están de acuerdo en el convenio
dónde se ha celebrado el contrato, en la Argentina o en Bolivia?. Qué ley rige por tanto a ese contrato? Savigmy y
Zacarias, entre otros, sostienen que el contrato se perfecciona al aceptarse la oferta. Merlin por su parte dice que el
contrato se perfecciona al tener el que hizo la oferta conocimiento de la actuación.

Otras Situaciones.- Tenemos también el caso del contrato convenido a bordo de una nave aérea en la atmósfera del
Estado y el pactado en un navío en aguas territoriales; ambos casos los contratos se consideran celebrados en el
correspondiente Estado.

Sobre la extensión del mar territorial existen varios sistemas. España impuso en el Siglo XVI el sistema de que las aguas
territoriales alcanzan hasta el lugar visto desde la costa. Holanda, en el Siglo XVII establecía que el mar territorial abarca el
espacio que pudiera ser dominado con los cañones de la costa. En los tiempos modernos España establece seis millas.
Suecia, Noruega y Dinamarca cuatro millas. Italia 12, etc.
Por lo que hace a los derechos del Estado sobre la atmósfera se conocen tres sistemas:
1a. Evidentemente todo Estado ejerce soberanía y dominio absoluto sobre la atmósfera. Es un principio absolutamente
romanista según el cual el dueño del suelo lo es también del subsuelo y del aire. Por consiguiente, todo Estado a su
arbitrio puede permitir o negar el tránsito de naves aéreas extranjeras. Consiguientemente el contrato celebrado en un
avión se tiene por celebrado en el respectivo Estado.
2a. Otro sistema establece que la atmósfera es absolutamente libre por naturaleza, no debiendo sujetársela a ninguna
soberanía, por lo que existe libre tránsito para toda clase de aeronaves.
3a. Este último sistema establece que en principio la atmósfera es libre, pero que el Estado en ejercicio de su derecho de
conservación y defensa está facultado a tomar ciertas medidas de seguridad, como prohibir el paso de aviones militares,
señalar rutas para el tránsito de los aviones, etc.

En la práctica, como señala Caicedo, ha triunfado el primer sistema, por ejemplo la Conferencia Interamericana de La
Habana estableció que "cada país goza de completa y exclusiva soberanía sobre el espacio que cubre su territorio y sus
aguas territoriales", sin embargo de lo cual aceptó también el libre tránsito de naves de los países signatarios dándoles el
derecho de cerrar ciertas zonas y establecer igualmente ciertas rutas de tránsito.

Sistemas de Lorenzen.- El profesor de la Universidad de Yale Lorenzen no es partidario de la ley del lugar de la celebración
porque la considera accidental, la subsistencia misma de la obligación. Tampoco es partidario de la ley del lugar del
cumplimiento por cuanto expresa que es poco segura cuando no se ha fijado en el contrato el lugar de la ejecución, e

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"inaplicable cuando el contrato es bilateral y cada parte debe ejecutar su obligación en un Estado diferente, como sucede
en el contrato de transporte". Entonces pues, al rechazar ambos sistemas, Lorenzen "aplica la ley que reconozca la validez
del contrato, de manera que el principio que formula es el que la validez intrínseca de un contrato debe ser reconocida si
la acepta cualesquiera de las leyes conlas cuales el contrato tiene una relación sustancial". Como excepción a la regla
establece el caso de prohibición por una disposición de orden público del país de la celebración y si por otra parte su
ejecución está prohibida por la ley del lugar de la ejecución.

Se ha criticado al sistema de Lorenzen que buscando el autor un principio que fuera "a la vez elástico y de aplicación
segura, sin duda alguna ha obtenido lo primero pero no lo segundo, porque las normas propuestas son vagas, y por lo
tanto se presentan a diversas y aun contradictorias interpretaciones".

Sistema de Batiffol.- Según este autor no debe hablarse de la autonomía de la voluntad sino de "la ley de la autonomía".
Las partes -dice no eligen la ley del contrato sino localizan su contrato y el juez o tribunal de ahí deduce la ley aplicable.
Luego, el contrato no se localiza como una cosa por una regla simple y general, porque no consiste en un objeto material
sino en un acuerdo de voluntades del que se derivan ciertos efectos. Ese acuerdo y esos efectos se manifiestan por
diversos actos diversamente localizados, y por con siguiente es necesario determinar, para evitar la división de una
operación unitaria entre leyes cuya aplicación simultánea podría llevar a resultados incoherentes, cuál de los diferentes
actos caracterizan mejor el conjunto de la operación. Y esto es un puro hecho, dependiente de la voluntad de las partes
porque se trata de saber cuál de los elementos de la operación tiene una importancia preponderante en su economía. La
localización objetiva del contrato depende de su autonomía y necesariamente debe basarse en la intervención de las
partes en cuanto a la organización de su acuerdo. Por ejemplo, un contrato de venta entre un francés y un alemán; la
entrega del objeto se hace en Alemania y el pago en Francia. En caso de diferencia el arbitramento será en Francia. No es
evidente que al aceptar esa cláusula compromisoria, al manifestar su referencia por el arbitramento en Francia, las partes
claramente manifiestan que en su concepto la operación está centralizada, localizada en Francia.

Sobre el particular cabe citar a manera de ejemplo lo dispuesto en una sentencia de la Corte de Justicia Internacional en
relación a empréstitos brasileños, dice: "La Corte, al conocer de una controversia relativa a la cuestión de saber cuál es la
ley que rige las obligaciones contractuales de que trata, no podrá determinar esa ley sino inspirándose en la naturaleza
misma de esas obligaciones y de las circunstancias que han acompañado su creación, salvo tener en cuenta también la
voluntad de las partes. Es por otra parte lo que también deben hacer los tribunales nacionales en ausencia de reglas de
derecho nacional relativas a la solución de los conflictos de leyes".

De manera que, como dice Caicedo, dentro del sistema de la ley de la autonomía, tal como lo expone Batiffol,
necesariamente no se llegan a aplicar la ley de la celebración ni la del cumplimiento, como normas absolutas. En cada
clase de contrato hay que examinar los diversos factores o índices de la voluntad de las partes. La celebración y el
cumplimiento son los factores más importantes pero hay varios otros que tener en cuenta; es a saber, nacionalidad y
domicilio de las partes, situación de los bienes, idioma empleado en el contrato, características de la garantía, atribución
de jurisdicción o cláusula compromisoria, actitud de las partes con posterioridad al contrato.

La localización del contrato depende de la concepción que de él tienen las partes y corresponde a estas precisar salvo la
apreciación del juez, bajo el imperio de qué sistema jurídico han entendido localizarlo. Si falta esa localización o si es
abusiva, el juez debe tener sus directivas para llegar a un completo. Esas directivas son los índices y el principio de que
pueden aplicarse varias leyes: el contrato no debe ser parcelado por el juez porque precisamente el objetivo de éste al
examinar el problema es el regir de una manera única y, por lo tanto coherente, un conjunto de intereses solidarios los
unos con los otros aunque existentes en diversos países.

El autor cuya doctrina estudiamos, Batiffol, propone, una clasificación de índices. Para él, primeramente, hay extrínsecos:
1o. Tenor de las leyes en conflicto; una de ellas declara válido el contrato; otra lo anula. Una admite la existencia del
contrato respectivo y lo reglamenta; la otra no 2o. La actitud de las partes con posterioridad al contrato, y especialmente
en la instancia, al manifestar su preferencia por determinada ley.
3o. Referencias de las partes en el contrato a un texto o a una ley de una determinada legislación. Entonces debe decidirse
si esa ley se aplica al conjunto del contrato o sólo a la cláusula a que se ha referido.

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Para Batiffol hay también índices intrínsecos como valores decisivos:
1o. Cláusula de arbitraje o atributiva de jurisdicción;
2o. Bajo ciertas condiciones el contrato de adhesión;
3o. En ciertos casos el vínculo del contrato con otros.
4o. El contrato de derecho público con un Estado.

En defecto de estos índices -dice- el lugar del cumplimiento del contrato es la solución general. Si no está netamente
determinado aquel lugar debe preferirse el de la celebración si concorda con otros índices: la ley de la nacionalidad o
domicilio de las partes, moneda del pago, idioma del contrato, intervención de un funcionario público, ubicación de la
garantía, etc.

Tratado de Montevideo.- En lo fundamental hemos estudiado hasta aquí en materia de contratos y obligaciones las
soluciones preponderantemente aceptadas de la doctrina. Ahora nos toca estudiar las soluciones positivas del mismo
problema, vale decir las soluciones contenidas en el Tratado de
Derecho Civil de Montevideo de 1889.

Art. 32.- La ley del lugar donde los contratos deben cumplirse decide si es necesario que se hagan por escrito y la calidad
de documento correspondiente.

Art. 33.- La misma ley rige:


a) su existencia;
b) su naturaleza;
c) su validez;
d) sus efectos;
e) sus consecuencias;
f) su ejecución;
g) en suma, todo cuanto concierne a los contratos bajo cualquier aspecto que sea.

Art. 34.- En consecuencia, los contratos sobre cosas ciertas e individualizadas se rigen por la ley del lugar donde ellas
existían al tiempo de su celebración.

Los que recaigan sobre cosas determinadas por su género, por la ley del lugar del domicilio del deudor al tiempo en que
fueron celebradas.

Los referentes a cosas fungibles, por la ley del lugar del domicilio del deudor al tiempo de su celebración.

Los que versen sobre prestación de servicios:

a) Si recaen sobre cosas, por la ley del lugar donde ellas existían al tiempo de su celebración.

b) Si su eficacia se relaciona con algún lugar especial, por la de aquel donde hayan de producir sus efectos;

c) Fuera de estos casos, por la ley del lugar del domicilio del deudor al tiempo de la celebración del contrato.

Art. 35.- El contrato de permuta sobre cosas situadas en distintos lugares, sujetos a leyes disconformes, se rige por la del
domicilio de los contratantes si fuese común al tiempo de celebrarse la permuta y por la del lugar en que la permuta se
celebró si el domicilio fuese distinto.

Art. 36.- Los contratos accesorios se rigen por la ley de la obligación principal de su referencia.

Art. 37- La perfección de los contratos celebrados por correspondencia o por mandatario se rige por la ley del lugar del
cual partió la oferta.

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Art. 38.- Las obligaciones que nacen sin convención se rigen por la ley del lugar donde se produjo el hecho lícito o ilícito de
que procede.

Código de Bustamante.- .Ahora, veamos las soluciones que da en materia de contratos y obligaciones el Código de
Derecho Internacional Privado, o Código de Bustamante:

Art. 164.- El concepto y clasificación de las obligaciones se sujetan a la ley territorial.

Art. 165.- Las obligaciones derivadas de la ley se rigen por el derecho que las haya establecido.

Art. 166.-Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y deben cumplirse
al tenor de los mismos, salvo las limitaciones establecidas en este Código.

Art. 167.- Las originadas por delitos o faltas se sujetan al mismo derecho que el delito o falta de que proceden.

Art. 168.- Las que deriven de actos u omisiones en que intervenga culpa o negligencia no penadas por la ley, se regirán por
el derecho del lugar en que se hubiere incurrido en la negligencia o la culpa que las originen.

Art. 169.- La naturaleza y efectos de las diversas clases de obligaciones, así como su extinción, se rigen por la ley de la
obligación de que se trata.

Art. 170.- No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, la ley local regula las condiciones de pago y la moneda en que
debe hacerse.

Art. 171.-También se somete a la ley del lugar la determinación de quien debe satisfacer los gastos judiciales que origine el
pago, así como su regulación.

Art. 172.- La prueba de las obligaciones se sujeta, en cuanto a su admisión y eficacia, a la ley que rija la obligación misma.

Art. 173.- La impugnación de la certeza del lugar del otorgamiento de un documento privado, si influye en su eficacia,
podrá hacerse siempre por el tercero a quien perjudique, y la prueba estará a cargo de quien la aduzca.

Art. 174.-La presunción de cosa juzgada por sentencia extranjera será admisible siempre que la sentencia reúna las
condiciones necesarias para su ejecución en el territorio, conforme al presente Código.

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BIBLIOGRAFIA

- MANUEL DIEZ DE VELASCO - INSTITUCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO, UNDECIMA EDICION.

- JULIO D. GONZALEZ CAMPOS, LUIS I. SANCHEZ RODRIGUEZ, PAZ ANDRES SAENZ DE SANTA MARIA - CURSO DE
DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO, SEGUNDA EDICION REVISADA.

- JAIME PRUDENCIO COSIO, CURSO DE DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO, LIBRERÍA EDITORIAL JUVENTUD, LA
PAZ, BOLIVIA 1986.

- ANTONIO REMIRO BROTONS, ROSA RIQUELME CORTADO, ESPERANZA ORIHUELA CALATAYUD, JAVIER DIEZ-
HOCHLEITNER Y LUIS PEREZ-PRAT DURBAN – DERECHO INTERNACIONAL

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