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¿Quién inventó el dinero?

Estamos tan acostumbrados a usar esos papeles impresos para cambiarlos por bienes y servicios, que dan la
impresión de siempre haber existido, pero no es así…

¿Quién inventó el dinero?


nos acompañará a descubrirlo…

Decimos que tiene “valor” todo aquello que sirve para nuestra subsistencia o para nuestro disfrute. Para los
primeros humanos, sobrevivir era cuestión de encontrar esos recursos que nos daba la naturaleza: agua,
alimentos, refugio... pero muchas veces eran insuficientes.

Entonces aprendimos a cultivar plantas, a criar animales, a fabricar ropa y utensilios: o sea, inventamos el trabajo,
lo que le agregó. valor a las cosas naturales. En las comunidades primitivas, los bienes se repartían entre todos,
según sus necesidades. Sucedía que no todos los grupos humanos producían las mismas cosas. Por ejemplo, si
una tribu vivía cerca de un yacimiento de arcilla podría hacerse hábil en la producción de cerámica; mientras que
otra que había logrado domesticar ovejas habría tenido buenos fabricantes de abrigos.

Entonces las tribus podían intercambiar cosas que les hicieran falta, a veces como regalo, o con el entendido de
que quien que recibe el artículo “le debía una” al que se lo daba.

¿Y qué tal si necesito algo que tú tienes, pero lo que yo produzco no te hace falta?
Sería ideal poder darte algo que ambos grupos estemos de acuerdo que es valioso. O algo que, aunque no le
puedas dar uso, puedas dárselo a una tercera tribu.

Conchas de bonitos colores, por ejemplo, que se pudieran usar como decoración. Estas fueron la más extendida
forma de dinero y se usaron en África, Asia y Oceanía. En Mesoamérica, se usaron por mucho tiempo granos de
cacao.

En Europa se usó la sal como medio de pago: de ahí viene la palabra “salario”. Y en la isla de Yap usaban unas
piedrotas labradas llamadas “piedras rai”. Todos estos son ejemplos del “dinero mercancía”, y a diferencia de
otros productos, tenía la ventaja de que podía guardarse, ahorrándolo para momentos difíciles. El dinero
mercancía que más se extendió fue el oro y otros metales. Con esos metales en China hicieron monedas.

¿has visto que tienen un agujerito en medio?


Servía para pasar un cordón, hacer grupos y así poder cargar muchas. Pues en el siglo XI, durante la dinastía Song,
se empezó
a volver un engorro cargar con todos esos chorizos de monedas. Así que el emperador se ofreció a guardar el
dinero de la gente y, a cambio les daba vales, para que pudieran recoger su dinero cuando quisieran. Son los
primeros billetes, y representaban dinero-mercancía.

El viajero Marco Polo vio este “papel-moneda” y llevó la idea a Italia. Ahí, había mercaderes especializados en
guardar y cambiar monedas y hacer préstamos. Ahora, cuando alguien les daba a guardar dinero, le daban un
documento, como los chinos. También hacían préstamos y cobraban intereses. Hacían sus negocios en bancas y
hasta la fecha a esos negocios les llamamos “bancos”.
En algún momento las personas, en vez de cobrar sus monedas, pagaban a los demás con los papeles, ya que
estos eran tan válidos como el oro que representaban ¡y más prácticos!. El uso del papel moneda se extendió por
toda Europa. Durante mucho tiempo, cada banco imprimía sus propios billetes, pero el asunto se complicaba
muchísimo: podía ser que unos bancos no aceptaran el dinero de otros o que no estuvieran de acuerdo con el
valor. Por eso en el siglo XVII, nace en Amsterdam el primer Banco Central: una organización que se encarga de
regular el valor del dinero. Actualmente cada país tiene un banco central que es el único autorizado para imprimir
dinero.

Y hasta hace poco tiempo, ese dinero representaba el oro que existía en reserva: cada billete estaba respaldado
por oro, lo que lo hacía confiable… pero al mismo tiempo frenaba el desarrollo: en tiempos difíciles, la gente con
mucho dinero prefería conservar su oro en vez de arriesgarlo creando negocios.

Después de la Segunda Guerra Mundial la reserva de oro más grande del mundo la tenía Estados Unidos, y el
resto de los países estaban endeudados. Entonces, en vez de respaldar sus billetes en oro, la libra, el marco, el
franco y la mayor parte de las monedas del mundo se respaldaron en dólares: cada país tenía su reserva de
dólares y la economía mundial dependía de esa moneda. Hasta que en 1965 los franceses cambiaron sus dólares
y se llevaron su oro. Otras naciones hicieron lo mismo, lo que causó una crisis económica. Así que en 1971 los
norteamericanos decidieron que su moneda ya no dependería del oro: el mercado determinaría su valor.

La mayor parte de los países siguieron respaldando su moneda en el dólar y dejando que la oferta y la demanda
determinaran cuánto valía. Por eso, ahora no tenemos “dinero mercancía”, sino “dinero fiat”: vale porque
tenemos fe en que lo podemos cambiar por bienes y servicios. Y, si lo piensas, el dinero no tiene por qué
representar oro, granos de cacao o conchas de colores. Es, fundamentalmente, una representación del trabajo:
con él nos pagan el trabajo que hacemos y pagamos el trabajo que otros hacen para nosotros. Por lo tanto hay
que valorarlo y saber en qué invertirlo y no.

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