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El documento resume el libro "Inventar el futuro" de Alex Williams y Nick Srnicek, el cual argumenta que a pesar de que varias demandas de la izquierda como reducir la carga laboral y producir bienes útiles parecen más factibles que nunca debido al avance tecnológico, seguimos atados a relaciones sociales obsoletas que causan precariedad laboral. También critica a la izquierda por enfocarse demasiado en lo local en vez de proponer nuevas ideas a mayor escala. Finalmente, propone terminar con el est
El documento resume el libro "Inventar el futuro" de Alex Williams y Nick Srnicek, el cual argumenta que a pesar de que varias demandas de la izquierda como reducir la carga laboral y producir bienes útiles parecen más factibles que nunca debido al avance tecnológico, seguimos atados a relaciones sociales obsoletas que causan precariedad laboral. También critica a la izquierda por enfocarse demasiado en lo local en vez de proponer nuevas ideas a mayor escala. Finalmente, propone terminar con el est
El documento resume el libro "Inventar el futuro" de Alex Williams y Nick Srnicek, el cual argumenta que a pesar de que varias demandas de la izquierda como reducir la carga laboral y producir bienes útiles parecen más factibles que nunca debido al avance tecnológico, seguimos atados a relaciones sociales obsoletas que causan precariedad laboral. También critica a la izquierda por enfocarse demasiado en lo local en vez de proponer nuevas ideas a mayor escala. Finalmente, propone terminar con el est
En 2013 los académicos británicos Alex Williams y Nick Srnicek lanzaron el
“Manifiesto aceleracionista”, texto de referencia política que hace un revival de la “inminencia” del fin del capitalismo y llama a imaginar una forma de vida posible tras dicho colapso. En “Inventar el futuro. Poscapitalismo y un mundo sin trabajo” (Malpaso Ediciones, 2016), los autores amplían el manifiesto y se enfocan en explicar por qué hoy, cuando varias de las demandas clásicas de la izquierda -como disminuir la carga de trabajo, eliminar la escasez y producir bienes útiles para la sociedad- parecen materialmente más factibles que en cualquier otro momento de la historia, la realidad dice otra cosa. Porque, según los autores, “seguimos atados a un viejo y obsoleto conjunto de relaciones sociales” responsables de la precariedad e inestabilidad laboral, así como de extensas jornadas de trabajo, por ejemplo. A su vez, la desestabilización del clima y los efectos colaterales de las crisis económicas ejercen una presión extra que dentro del paradigma actual es difícil de resistir, sobre todo debido a la falta de ideas nuevas, es decir, a la “parálisis del imaginario político”. Parte de la culpa estaría en la misma izquierda, capturada la llamada “política folk”: privilegiar lo local, la pequeña escala, lo tradicional, lo que redunda, según Williams y Srnicek, en una fetichización de los espacios locales, acciones inmediatas y particulares, gestos efímeros donde “las victorias a largo plazo se canjearon por una simple anotación de descontento”. Otro punto relevante del libro es el impacto de la tecnología en este “día después” del capitalismo, llamando a terminar con el estigma de los avances tecnológicos como destructores de empleo, cambio de visión que se plantea como base para la construcción de un nuevo tipo de sociedad. En este diseño, que se nutre de pensamientos utópicos clásicos e incluso ciencia ficción, la tecnología libera al ser humano del trabajo y se establece un salario básico universal para que las personas puedan satisfacer sus necesidades.