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La tribu de Isacar tenía una característica muy especial y es el conocimiento de

los tiempos y para los tiempos que estamos viviendo muchos de nosotros nos
gustaría conocer, tener la habilidad y el discernimiento para saber que hacer
realmente en el tiempo que estamos actualmente y como podemos proteger y
advertir a los nuestros de lo que se viene.
Pero el don que tenía los de la tribu de Isacar no era un don o espíritu de
adivinación como el que ronda en muchas de las iglesias de hoy en día con el malo
y dañino objetivo de manipular a las personas; los hombres de la tribu de Isacar
eran hombres obedientes que tenían la Palabra del Señor escrita en sus corazones
y eso los hacía sabios.
Isacar es el quinto hijo de Lea y el noveno de Jacob, fue concebido en el mes de
Sivan porque era el tiempo de la cosecha, es decir en la fiesta de Shavuot
(Pentecostés) y se podría calcular que nació en el mes de Adar. La concepción de
Isacar es prácticamente la que mas se describe en la Biblia, sabemos que la lucha
por el amor de Jacob entre Lea y Raquel fue muy dura, cada una de ellas queria
ocupar un lugar más alto en el corazón de Jacob y aunque este amaba mas a
Raquel, Lea siempre buscaba al Señor Elohim de Israel y le daba gracias por cada
hijo que ella o su esclava concebían mientras que Raquel le reclamaba a Jacob por
no tener hijos hasta que finalmente volvió su corazón a Elohim y El escucho sus
suplicas.
Raquel cambio unas Mandragoras por una noche entre Lea y Jacob. Las
Mandragoras son unos frutos que crecen abundantemente en Israel y en el
Mediterráneo, tienen su flor púrpura y se les considera unos frutos de fertilidad
debido a sus características narcoticas que pueden ser usadas como medicina.
Curiosamente estos frutos son usados en películas de hechicería como Harry
Potter.

Los hijos de Isacar:


Convirtámonos en varones con entendimiento e influencia en la comunidad
Como “Hijos de Isacar” del siglo veintiuno, centrados en Cristo y fundamentados en la Biblia, los
varones tienen en sí el poder de ejercer una influencia catalizadora en sus respectivas comunidades.
He aquí tres formas en las cuales estos varones pueden transformar al mundo.

Por Samuel Rodriguez

Nuestra fe no es como cualquier otra fe. Ella es transparente, trascendente y transformadora. Nuestra
fe nos enseña a atravesar obstáculos, derrumbar murallas con nuestras voces, abrirnos paso a través
de las multitudes y caminar sobre el agua, aun en medio de las tormentas.

Nuestra fe nos capacita para sobrevivir a las llamas de la vida, salir victoriosos de las cuevas de los
leones, sacudirnos serpientes y mover montañas. Nuestra fe nos da el poder de ver lo invisible,
abrazar lo imposible y esperar lo increíble.

Esta misma fe es la que nos capacita para distinguir entre lo patético y lo profético. Porque
reconocemos que vivimos en tiempos difíciles; tiempos entenebrecidos por el relativismo moral, la
apatía espiritual, la decadencia cultural y la conformidad eclesiástica. Con todo, nuestro malestar
sociocultural y espiritual del presente se ha exacerbado como resultado de la falta de algo: la falta de
varones cristianos que puedan ejercer su influencia.

A lo largo de toda la historia de los Estados Unidos, los varones cristianos se han enfrentado a los
momentos desafiantes con valor recto, heroísmo virtuoso, liderazgo ungido y activismo profético.
Desde los pastores que predicaron contra la tiranía durante la Guerra de Independencia, hasta los
líderes abolicionistas cristianos del siglo diecinueve, han sido los varones que sirven a Cristo los que
han transformado a nuestra nación. Hoy en día, la ausencia de varones que sean líderes cristianos en
nuestra cultura y en el ámbito público, aumenta la velocidad sin precedentes de decadencia moral y
espiritual que caracteriza a esta generación.

No obstante, en medio de una patética realidad, se oye un toque de clarín que llama a la inclusión de
un sector demográfico dentro de la iglesia: varones cristianos con el potencial de proporcionarnos un
antídoto profético a nuestro precario ambiente. La iglesia y la nación necesitan con urgencia el
compromiso, fortalecimiento y surgimiento de los padres, esposos, hermanos e hijos cristianos de
Estados Unidos como “Hijos de Isacar”.

Cinco retos culturales que los varones deben enfrentar


1. La muerte y la violencia
Los varones cristianos debemos enfrentarnos a una cultura que con frecuencia menosprecia la vida,
tanto dentro como fuera del seno materno. Nosotros debemos proporcionar una alternativa bíblica a
una cultura que celebra la violencia, sirviendo como mentores de los hijos sin padre, proporcionando
espacio para la solución de conflictos, y facilitando un ministerio constante de reconciliación.

2. La Imago Dei (la imagen de Dios)


Debemos reconocer que todos los seres humanos son creados a imagen de Dios, lo cual nos servirá
como un marco fundamental para enfrentarnos a una cultura que sufre de miopía espiritual y cultural.

3. La defensa de la vida
Debemos estimular a la adopción y defender el principio de la santidad de la vida, tanto para los que
aún no han nacido, como para los demás.

4. La libertad religiosa
Protejamos las libertades que reconocieron los padres fundadores de nuestra nación: el derecho a la
vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

5. La protección del matrimonio


Defendamos esta sagrada institución dispuesta por Dios contra las fuerzas adversarias tanto internas
como externas, entre ellas la pornografía, el adulterio, el divorcio y las redefiniciones de tipo judicial y
legislativo.

Samuel Rodriguez

“De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel
debía hacer” (1 Crónicas 12:32).
La tribu de Isacar vivía rodeada por el paganismo, la idolatría, la injusticia, la consternación, el
desasosiego y los cambios constantes. Sin embargo, los varones de esta tribu comprendían los
tiempos y, por consiguiente, procedieron a dirigir a Israel por medio de su influyente liderazgo.

De igual manera, como “Hijos de Isacar” del siglo veintiuno, centrados en Cristo y fundamentados en
la Biblia, los varones tienen en sí el poder de ejercer una influencia catalizadora en sus respectivas
comunidades. Podemos iniciar el cambio al reconciliar los planos vertical y horizontal del mensaje
cristiano, renovar una ética en el poder del Espíritu, repudiar la autocomplacencia, y redimir la
narración del activismo profético.

RECONCILIEMOS EL PLANO VERTICAL CON EL HORIZONTAL

Los varones de la tribu de Isacar entendían los tiempos, y guiaban a Israel de acuerdo con ese
entendimiento. Hoy en día, los varones cristianos estarán preparados para influir en su familia, su
comunidad, su iglesia y su cultura cuando comprendan el mensaje integral de la cruz.

No hay ningún otro símbolo que incorpora en sí la pasión y la promesa, como la cruz. Un simple
símbolo que representa dos trozos de madera, uno vertical y el otro horizontal, marcó con éxito la
esperanza eterna de gloria para toda la humanidad.

En Génesis 22:7, Isaac le pregunta a Abraham: “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” Juan el
Bautista le responde en Juan 1:29: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”

El Cordero de Dios sin pecado proporcionó el medio para la redención de los seres humanos, al cargar
sobre sí la maldición del pecado en la cruz. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas
3:13).

Ni la Avenida Madison y las campañas publicitarias de miles de millones de dólares podrían conseguir
la lealtad, la consagración y la fidelidad de numerosas generaciones al mensaje que inspira esa
humilde cruz. Usted no va a encontrar el mensaje de la cruz escrito en la madera. Es el sacrificio de
Cristo el que nos comunica ese asombroso mensaje: amor, gracia y vida eterna.

Ese símbolo universal de los cristianos no sólo presenta poderosamente y con una persuasión sin
límites un mensaje sobre lo que habrá de venir, sino que también nos recuerda lo que es realmente la
vida: una cruz. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame” (Lucas 9:23).

La cruz, como la vida, es vertical y horizontal a la vez. En sentido vertical, nos conectamos con Dios,
su reino, la vida eterna, las verdades espirituales, los principios divinos y la gloria. En sentido
horizontal, a derecha e izquierda, vivimos en comunidad y nos desarrollamos dentro del contexto de
las relaciones, la familia, la cultura y la sociedad.
Dicho de manera sencilla, la cruz es vertical y horizontal a la vez; es redención y relación; santidad y
humildad, pacto y comunidad, Reino y sociedad, rectitud y justicia, salvación y transformación.

Durante demasiado tiempo, los varones han vivido, o bien verticalmente, o bien horizontalmente, pero
son pocos los que han logrado vivir, hablar, formar, guiar y ministrar desde donde se cruzan el plano
vertical y el horizontal de la cruz: el nexo del cristianismo.

Notablemente, este es el lugar donde la convicción se vincula con la compasión y la verdad toma de la
mano a la misericordia. El nexo representa ese lugar donde los varones reconcilian lo profético con lo
práctico y la fe con la acción.

Los Hijos de Isacar deben mantenerse comprometidos con lo vertical, así como con lo horizontal.
Ahora bien, ¿cómo reconciliar entre sí estos dos planos? Aceptando el mandato bíblico que se nos ha
dado de proporcionar liderazgo en nuestros hogares, nuestra comunidad y nuestras esferas de
influencia. Nuestras actividades de reconciliación nos exigen que aceptemos una sencilla verdad: Dios
nos cambia a nosotros, para que nosotros podamos cambiar al mundo.

El perfil de una iglesia


Que ningún varón quede atrás

El pastor Mike Modica, veterano del ejército que sirvió durante la guerra de Vietnam, cree que nadie
debería tener que enfrentarse solo las batallas de la vida.

El lema del grupo de varones de su iglesia es este: “Que ningún hombre quede atrás”. Los varones
que asisten a los servicios semanales para varones reciben una placa de identificación de estilo militar
donde está grabada esta inscripción.

“Yo me llevaría a estos varones a cualquier tiroteo del mundo”, dice Modica, pastor principal y
director del ministerio con los varones en la Primera Asamblea de Dios de DeLand, Fla. “Todos somos
hermanos. Lo que tenemos es algo formidable”. Modica afirma que este ejército de varones es la
columna vertebral de su iglesia.

“Cuando logramos que un padre vaya a la iglesia y comience a servir al Señor, hay un setenta y
cinco por ciento de probabilidades de alcanzar a su familia entera” dice Módica. “Queremos hacer que
los varones se sientan responsables por su llamado: amar a Dios, amar a sus esposas y amar a sus
hijos”.

El grupo se reúne todos los jueves, y asisten entre cincuenta y ciento sesenta varones. Cuando hace
buen clima en la Florida, los varones se reúnen alrededor de una fogata en un hueco hecho en el suelo
con tazas de buen café. Cada varón se presenta a sí mismo, y entonces, o bien hace una oración
sencilla, o comparte una necesitad, una lucha, una tentación o una petición de oración. Modica dice
que esta rutina crea una atmósfera de vínculo mutuo, fraternidad y comunicación abierta.

“Encender una fogata y estar al aire libre con una vista hermosa le añade algo al ambiente”, dice
Modica. “Es un lugar formidable para que los varones rindan cuentas de su situación, compartan sus
necesidades y traigan a sus amigos. El Espíritu Santo se mueve realmente durante esos tiempos. Si
alguien está luchando, nosotros podemos dedicar el tiempo que sea necesario a orar por él y ayudarlo.
Algunas veces, tenemos varones que sólo han venido de visita y reciben la salvación”.

Aunque tiene que manejar una multitud de responsabilidades como pastor principal de una
congregación grande, Modica siempre está disponible para todos los varones del grupo. Les entrega a
todos el número de su teléfono móvil y los invita a llamarlo en cualquier momento. Prepara un
devocional diario llamado Municiones Mañaneras, y se lo envía por medio de un mensaje de texto a los
varones y a otras personas de la iglesia y de la comunidad. Y él dirige personalmente la reunión
semanal de los varones.

“Estoy disponible para ellos todos los días y a toda hora, y no lo querría hacer de ninguna otra
manera”, afirma Modica. “¿Cómo puedo enviar a la batalla a mis varones sin estar yo en medio de
ellos?”

El tema militar es más que una simple metáfora. El grupo de varones representa un ejército de
voluntarios. Especialmente entrenado por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) y por
el Convoy de la Esperanza, el grupo se moviliza y salta de inmediato a la acción después de los
huracanes, los tornados, los fuegos incontrolados y otros desastres naturales que se produzcan en la
región.

“Los varones quieren tener una misión y poder servir a su comunidad”, dice Modica. “Nosotros los
recibimos y les damos un lugar. Luego, les damos un objetivo”.

Christina Quick, escritora independiente, Springfield, Missouri

Además de llevar una vida íntegra, y de proveer para la alimentación espiritual y física de nuestras
familias, los varones que seguimos a Cristo debemos hacer de la reforma de la cultura una prioridad.
Lograremos esta meta cuando busquemos a diario la forma de satisfacer una necesidad en nuestra
comunidad, ya se trate de alimentar a los hambrientos, de recibir a un extranjero, de terminar el
tráfico con seres humanos, de promocionar la reconciliación racial, de ser mentores de hijos sin padre,
o de llevar las buenas nuevas a los pobres.

Por ejemplo, si orar, ayunar, adorar y presentar el evangelio representan lo vertical, entonces
defender la vida, proteger los matrimonios, votar de acuerdo con los valores bíblicos, enfrentarnos a
la injusticia, advertir en contra de la pornografía, rechazar el racismo, ser mentores de hijos sin padre
y servir a los menores entre estos representa lo horizontal. Además de esto, como sacerdotes y
adoradores verticales y horizontales, recibimos la unción y la instrucción de Dios los domingos, para
que podamos cambiar el mundo para la gloria de Cristo de lunes a sábado.

Necesitamos varones que se dediquen a una deliberación llena de oración y al activismo profético,
enfrentándose al pecado y a la injusticia, protegiendo la vida y aliviando la pobreza, alcanzando al
pecador y reformando la cultura. No se trata de esto o lo otro, sino de ambos. Se trata de la rectitud y
la justicia.

La iglesia y la sociedad serán mejor servidas cuando los varones que siguen a Cristo reconcilien el
mensaje de salvación de Billy Graham con la marcha por la justicia del Dr. Martin Luther King Jr.
Como Hijos de Isacar, podemos ejercitar, y ejercitaremos nuestra máxima influencia cuando
levantemos manos santas con convicción y extendamos nuestras manos para ayudar con compasión.

RENOVEMOS UNOS VALORES LLENOS DEL PODER DEL ESPÍRITU

Los varones de la tribu de Isacar entendían los tiempos y guiaban con valor profético; no lo hacían
como producto de la casualidad, sino como consecuencia del poder espiritual que habían recibido. De
manera similar, los hijos actuales de la tribu de seguidores de Cristo pueden influir a nuestras
comunidades y proporcionarles un liderazgo profético, al renovar su vida en el poder del Espíritu.

Por esta razón, la aplicación de unas lentes guiadas por el Espíritu nos va a capacitar para discernir y
comprender nuestros tiempos. Así, a través del conducto de alusiones bíblicas, comprendemos y
reconocemos que existen espíritus reales en las comunidades de todo Estados Unidos en el día de hoy.

Por ejemplo, vive un espíritu de faraón que mantiene cautivo al pueblo en el Egipto de las ataduras y
los temores. Un espíritu de Goliat que insiste en burlarse de los hijos de Dios para intimidarlos. Un
espíritu de Jezabel que sigue haciendo que tanto varones como mujeres se escondan en cuevas por
medio de la perversión sexual y la manipulación. Un espíritu de Absalón que sigue dividiendo hogares,
iglesias y relaciones. Y un espíritu de Herodes que asesina trágicamente a los más jóvenes por medio
del aborto, la pobreza y el tráfico sexual que destruye los sueños y la visión de la niñez.

Con todo, Hijos de Isacar, tengamos la seguridad de que existe un Espíritu más poderoso que todos
esos espíritus combinados. La orden de marcha que tiene nuestra tribu consiste en demostrar que el
espíritu más poderoso que vive hoy no es un espíritu de faraón, de Saúl, de Absalón, de Goliat, de
Jezabel o de Herodes. El llamado y la misión encomendada a nuestra generación exigen de nosotros
que hagamos saber con verdad y con amor que el Espíritu más poderoso que hay en el planeta es
nada menos que el Espíritu Santo del Dios Todopoderoso. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6).

Al mismo tiempo, una vida en el poder del Espíritu nos capacita para ejercer nuestra influencia en
nuestras comunidades al llevar una vida de libertad (2 Corintios 3:17), santidad (1 Pedro 1:16),
consuelo (Juan 14:16) y poder (Hechos 1:8). Debemos recordar que el carisma sin carácter es como
conducir un automóvil de lujo con la reserva de combustible que queda en el tanque. No nos puede
llevar muy lejos.

Como varones llenos del poder del Espíritu, con comprensión e influencia, vivimos para ofrecer una
contra-narrativa. De aquí que, frente a todo espíritu que les facilite la plataforma de expresión al
relativismo moral, a la apatía espiritual, a la decadencia cultura y a la tibieza espiritual, nosotros
debemos construir la siguiente alternativa: Para cada faraón debe haber un Moisés. Para cada Goliat
debe haber un David. Para cada Nabucodonosor debe haber un Daniel. Para cada Jezabel debe haber
un Elías. Y para cada diablo o demonio que se levante contra nosotros, hay un Dios más poderoso que
se levanta a favor de nosotros.

REPUDIEMOS LA AUTOSATISFACCIÓN

Existe una línea muy fina entre lo profético y lo patético. Una iglesia profética reconoce que el mayor
problema de los Estados Unidos no es un patético relativismo moral, ni una decadencia cultural, ni un
empeoramiento de la vida espiritual. El primer problema de Estados Unidos es la infortunada postura
adoptada por una iglesia tibia.

En los días del Antiguo Testamento, los varones de la tribu de Isacar entendían los tiempos en los
cuales ellos vivían, y guiaban con sabiduría. Repudiaban la apatía, entendiendo que la conformidad de
hoy es la cautividad de mañana.

Podemos mantener que la iglesia, que en el pasado fuera la institución más catalizadora e influyente
en nuestras comunidades respectivas, es ahora culpable, no sólo de conformidad, sino de sacrificar las
verdades bíblicas en el altar de las conveniencias políticas y culturales. Hemos abandonado en alto
grado nuestro manto de mensajeros de la verdad y la razón de ser que Dios nos dio.

Hoy en día, una sociedad y una cultura dedicadas a marginalizar la fe, redefinir a la familia y limitar la
libertad, silencia las voces de muchos varones cristianos. Sólo el repudio de esa conformidad por parte
de los agentes de cambio que creen en la Biblia podrá edificar un cortafuego contra los enemigos de la
verdad y de la gracia.

La situación me recuerda un documental de la naturaleza que vi. Una leona que regresaba de cazar
fue emboscada y sufrió heridas aparentemente mortales. No le quedaban fuerzas; ni siquiera las
suficientes para levantar las garras, alzar la cabeza o abrir los ojos.

En ese momento, las cámaras captaron las imágenes de un grupo de depredadores que se movían
hacia la posición donde estaba la leona. No venían para rematar al animal herido, sino para matar a
sus cachorros. Aunque la leona herida apenas se podía mover, utilizó el último recurso que le
quedaba: sus rugidos. Inmediatamente, todos los enemigos que amenazaban a los cachorros de la
leona salieron huyendo.
El narrador del documental dijo entonces: “¿Por qué huyen los enemigos de la leona? Porque saben
muy bien que mientras la leona ruja, no le van a poder quitar lo que le pertenece”.

¿Qué decir de los varones de nuestra generación? ¿Vamos a conformarnos, o vamos a rugir? Los Hijos
de Isacar de la actualidad debemos reconciliar una comprensión de nuestros tiempos con una
deliberada decisión de repudiar la autosatisfacción. No nos podemos quedar callados.

No debemos permitir que el patético ruido de estos tiempos silencie la voz profética. El silencio no es
una opción válida cuando treinta millones de hermanos y hermanas nuestros viven en la pobreza. El
silencio no es una opción válida cuando en los Estados Unidos de 2014, los varones abandonan su
papel de padres, nuestros hijos son asesinados, la pornografía se casa con la tecnología, la gente se
burla de Dios, se admira más a los traficantes de drogas que a los predicadores, las dependencias de
las escuelas parecen campos de batalla, y nuestros vecinos se sientan como paralíticos junto a la
puerta llamada La Hermosa, suplicando que les den unas monedas. Es hora de levantarnos como
corderos verticales y leones horizontales. Es hora de orar, pero también es hora de dejar oír un rugido
colectivo lleno de fe.

REDIMAMOS LA NARRATIVA SOBRE EL ACTIVISMO PROFÉTICO

En el Antiguo Testamento, los varones de la tribu de Isacar sabían qué curso seguir y qué acciones
realizar para obtener resultados eficaces. Los Hijos de Isacar del día de hoy deben entender y aceptar
lo que compartí recientemente con un grupo de varones comprometidos a transformar sus
comunidades en el nombre de Jesús.

En primer lugar, el cristianismo cómodo no existe. En segundo lugar, nunca se debe sacrificar la
verdad en el altar de la conveniencia. En tercer lugar, debemos medir el cristianismo por la constante
de las acciones movidas por el amor, y no por la variable de la elocuencia retórica.

Como varones cristianos que somos, nuestra encomienda incluye la redención de la narrativa sobre el
activismo profético. En otras palabras, nosotros, como varones de la justicia, debemos vivir el
evangelio a diario, no sólo por medio de las palabras que pronunciamos dentro de nuestros hogares,
sino más aún por medio de las acciones que realizamos afuera, en el mundo.

Mientras tanto, aunque los enemigos de la verdad siguen proyectando con respecto a nuestros valores
la imagen de que ellos son arcaicos, intolerantes e irrelevantes, nosotros hemos sido llamados a hacer
resplandecer la luz de Cristo en un mundo entenebrecido por el agnosticismo, una espiritualidad
ecléctica y una ambigüedad moral. Como varones de Dios, como varones piadosos, podemos redimir
esta narrativa por medio de nuestro fruto y nuestras acciones. Le podemos mostrar al mundo que el
cristianismo no tiene que ver en primer lugar con aquello a lo que nos oponemos, y que nunca se
refiere a nada que queramos imponer. El cristianismo tiene que ver con aquello que proponemos: una
relación personal con Jesucristo.
Hijos de Isacar, ha llegado la hora de levantarnos. Esta hora representa la mayor de las oportunidades
para redimir la narrativa sobre el activismo profético. Un reportero secular, escéptico con respecto al
cristianismo, preguntó: “¿Qué hacen los cristianos, además de asistir a la iglesia los domingos?”

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