Sunteți pe pagina 1din 5

UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER

ESCUELA DE HISTORIA
ASIGNATURA: HISTORIA REGIONAL UNO
DOCENTE: William Buendia Acevedo

ESTUDIANTE:
CÓDIGO:
FECHA:
ACTIVIDAD
La sección del texto se inicia con una presentación algo corta, aunque provista de claridad
conceptual suficiente, para situar el escrito dentro del ámbito de las “representaciones
históricas”, aclarando de paso, las implicaciones sociales de aquellas.
La autora maría Cristina Ockier, desarrolla su investigación local enfatizando el carácter
de “género” y los determinantes de “clase” que resultan evidenciables en el “discurso
militar”, al hacer referencia al grupo femenino particular y local que fue llamado “las
fortineras”, llamado así por haber convivido en los fortines militares al lado de soldados
y personal militar en general caracterizado por su fuerte sentido de “lo masculino”.
-En un primer aparte, el grupo social femenino estudiado será identificado en función de
estereotipos aplicados a la conducta del grupo social femenino, los cuales arrojaron
visiones subjetivas que se movieron en un amplio rango que fue de los señalamientos al
reconocimiento de las virtudes.
-En un segundo momento del procedimiento analítico, la autora estudia los elementos del
discurso militar relativos a la identificación del ambiente social del que procedía el grupo
social femenino de las fortineras. En este punto, adjetivos como: “ranchos”, “tolderías”,
“vagabundez”, “delincuencia”, “plebe”, “piel negra”, “objetos apropiables y forzadas
integrantes de matrimonios militares”, tanto como otros más, adornan el despliegue de
alusiones al grupo de compañeras de la experiencia viva del soldado.
-Seguidamente, actuando como “marca del ser femenino”, se hace referencia a los
lugares objetivamente ocupados por ellas: más atrás… “entre pilchas, ollas y maletas”,
no sin dejar de cargar el fusil y vestir el uniforme, aunque en condiciones bastante
particulares que se consideraban propias de una “desigualdad”, de una “jerarquía”.
-Pero el proceso no paró allí, sino que además de “no tener voz propia”, se las puede
definir como las “sin nombre”, y es que en el marco del ideario militar, se les negó el
nombre propio y solo se las llamaba: “chinas”, “milicas”, “cuarteleras”, “fortineras” o
“chusma”. Y cuando se las reconocía individualmente fue a través de apodos: “la pecho
e`lata”, “la cacho mocho, “la cama caliente”, “la vuelta yegua”, “la mamboretá”, “la
siete ojos” y otros.
-Finalmente, la autora concluye de su análisis sugerencias para pensar tanto la
desigualdad como la intolerancia, y la definitiva inexistencia de un ejército “regular y
moderno integrado por ciudadanos…”
CONTENIDO DE LA ACTIVIDAD
La autora expone cuatro procesos que caracterizaron el ambiente social y de género, los
cuales expresaron la exacerbación del tono militar masculino en torno a temas tales como:
la desigualdad de los géneros y la intolerancia, reflejados en sus elementos de convivencia
cotidiana. Finalmente, la autora concluye de lo expuesto, hace sugerencias y toma
posiciones en el contexto de sus interpretaciones.

1. Proceda a identificar y sintetizar separadamente la explicación de cada uno de los


procesos estudiados en el texto.
a. Prostitutas… pero también abnegadas y heroicas
Lo femenino siempre ha estado rodeado de estereotipos que funcionan a modo de
representación. Entre los anteriores, para el caso del texto destacan tres: prostituta, madre
y heroína. Por su parte, estos calificativos solo señalaban a aquellas mujeres que
guardaban algún tipo de relación con los ejércitos legítimos, debido a que las mujeres
aborígenes, por pertenecer a un grado distinto de otredad, eran relegadas al ámbito de la
animalidad.
No obstante, dentro de cada uno de estos estereotipos se presentan diferentes matices que
no permiten su designación unívoca o por medio de una sola palabra. Así, prostituta tiene
unas fronteras borrosas con fortinera. Adentrándose a un caso específico, el General Paz
utilizó el término prostituta para referirse al acompañamiento femenino de los ejércitos,
este significado suele reiterarse en otros autores. Luego, se asemejan las mancebas y
concubinas (significado más inmediato) con aquellas que repartían sus favores entre los
militantes. Éstas eran usadas como artículo de pertenencia de los hombres, perdidas,
ganadas o intercambiadas en juegos de azar cual moneda de cambio con valor mercantil.
Este panorama, como ya se mencionó en el caso de las mujeres del enemigo, no resultaba
totalizante. Se puede diferenciar entre las prostitutas y decentes, es decir, las mujeres
propiamente (esposas) de los soldados. Las primeras son culpadas de grandes males de
la milicia.
Con la entrada de la fortinera junto a la figura de prostituta aparece la de abnegada y
heroína (aquellas que eran valientes en guerra). Madres que abandonaban su oficio mayor
para prestarse a servicios comunitarios: acompañar a los hombres durante la guerra, con
todo lo que aquello implica. Metafóricamente, las fortineras son identificadas con “un
poco de María y otro poco de Magdalena”.

b. Vienen de los ranchos y las tolderías…

Los entornos sociales de los cuales venían las mujeres, descritas anteriormente, fueron
descritos con grandes cargas peyorativas, en especial cuando trataba de la procedencia de
las negras y de las aborígenes. Estas últimas eran reclutadas como mano de obra para
trabajo y “diversión” (referida al ámbito sexual) de los soldados. Las indias, llamadas
peyorativamente chinas o chusma, eran cazadas y posteriormente comerciadas entre los
hombres. Ante este panorama los líderes militares impusieron ciertas prohibiciones y
obligaciones, en especial para frenar este negocio y dotar de orden sus filas. Las recién
incorporadas no mostraban mayor pesadumbre al reemplazar a los hombres que dejaban
atrás por los militantes. Al respecto, se llevaban a cabo “matrimonios militares” evitando
con ello problemas en la repartición de las mismas.
Entre las diversas prácticas en las cuales las “chinas” se veían inmiscuidas eran los bailes,
en los cuales brillaban los colores chillones de sus trajes y los olores a perfume barato,
los cuales eran comprados por sus maridos. Los epítetos con que se identifican en ellos a
las “cholas” también cambia a “distinguidas” o “señoritas”, debido a que poseían vínculos
maritales (así fuesen sumamente circunstanciales) con los hombres pertenecientes a las
filas. Lo anterior refleja los diversos prejuicios de género: las mujeres solo valen en
cuanto pertenecen a un hombre (sea padre, esposo, hijo, etc.). Pese al anterior contexto,
se guardaba un aire de fidelidad, el cual puede ser justificado en la asimilación por parte
de ambos actores (soldados y cholas) de unas circunstancias en común.

c. Entre pilchas, ollas y maletas...


Dentro de los múltiples episodios de las campañas militares en los cuales se pueden
estudiar las diferencias latentes en las prácticas de género se encuentra el éxodo, es decir,
las marchas del ejército, el cambio de su localización espacial en función de conquistar
nuevas tierras. Las mujeres se encargaban de cargar diferentes pertenencias: ropa,
maletas, utensilios de cocina, a la par que colgaban sus hijos al pecho o a la cintura. La
colorida marcha resultaba, bajo la mirada de los hombres, un desfile de suciedad.
Si bien las tareas se encontraban jerarquizadas y repartidas dependiendo el sexo, como se
ve anteriormente, cabe la pregunta por cómo se percibía a las mujeres que protagonizaron
acciones bélicas, las cuales, de forma innata, pertenecen al mundo masculino. Muchas
que se veían inmersas lo hacían al ver caer al hombre que acompañaban, otras adquirieron
un nombre por su habilidad en el arte de matar. Dichas actitudes heroicas no dejaban de
caer en los prejuicios machistas. Todo acto bélico de la mujer se tachaba de
extraordinario, la mujer que asumía de forma excepcional un rol de guerrera solía tener
un gran reconocimiento, no porque su acto en realidad fuese extraordinario (puesto que
cualquier hombre estaba capacitado para una gesta cuanto menos similar) sino por ser
asumido por un ser aparentemente “inferior” e incapaz.

d. Las sin nombre

Además de no poseer una voz propia (invalidez del habla), las fortineras tampoco poseían
nombre. En colectivo eran determinadas como se ha venido explicando (chinas, chisma,
fortineras) y las individualizadas y recordadas por sus méritos eran señaladas con
sobrenombres con altas cargas sexistas. Si bien, los hombres también solían ponerse
motes entre ellos, su reconocimiento oficial estaba ligado a su nombre real. La existencia
de estos apodos esconde códigos de género, ocultos y compartidos por la sociedad del
momento.

e. Conclusiones

El ser mujer relega directamente a quienes poseen esta condición a ser tratadas bajo la
mirada del “otro”, de la alteridad. Más en una sociedad sexista y patriarcal donde lo
femenino es sancionado. Un elemento clave planteado en la argumentación del texto es
la proyección de esta ideología sobre el cuerpo femenino, cosificándolo y dándole un
valor mercantil. No obstante, los atentados contra dichos cuerpos no se quedaron en su
acceso carnal o en sus labores serviles sino que se reforzaban a partir de un discurso,
legitimador de las relaciones jerárquicas. Pese a todo lo anterior, sin existir una relación
de supeditación, el papel de las mujeres fue clave pues de sus servicios de
acompañamiento sexual y servil (doméstico) al hombre dependió la solidez de los
ejércitos, los cuales se encontraban siempre en situaciones cercanas a la desintegración.
Viendo el panorama anterior, para crear un discurso mítico de las campañas, en diversas
fuentes esta labor anterior, en el plano fáctico asumidas como prostitutas pasó al discurso
“oficial” como abnegadas y heroínas.

2. Sugiera posibilidades de adelantar investigaciones sobre estas temáticas a nivel


local.

Al respecto, hay dos casos que considero similares en cuanto a las circunstancias bélicas
planteada por la autora, sin querer reducir las intenciones de la misma de denunciar un
sistema sexista a sólo la guerra. El primero sería el estudio de las mujeres durante el
periodo de La Violencia en Colombia, ya no como agentes de suma importancia para
consolidar masacres o matanzas (pese a que se sabe que hubo mujeres bandoleras), sino
como cuerpos usados y ab-usados. Mujeres que fueron extraídas de su lugar de
asentamiento para ser torturadas, violadas, asesinadas, etc. Mujeres que pierden el rol que
han asumido a partir de su feminidad: madres sin hijos (asesinados), esposas sin marido
(asesinado) ¿Qué significaba ser mujer y estar inmersa en el conflicto bipartidista de
mediados del s. XX? ¿En qué se convierte una mujer cuando la despojan de lo constitutivo
de la feminidad (ser madre y ser esposa)? Son preguntas poco hechas que, de hacerse,
podrían rescatar una voz aún silenciada desde la alteridad.
En segunda medida, considero que un estudio similar al que adelanta la autora podría ser
llevado a cabo analizando los roles y papeles de las mujeres partícipes de las guerrillas
colombianas surgidas en los años 60 (FARC, ELN, entre otras). Lo anterior, partiendo de
la ideología sexista existente en el campo colombiano, resulta, cuanto menos, curioso ya
que dichas mujeres guerrilleras perpetran actos que, en principio, corresponden a los
hombres. Por su parte la ideología comunista propia de estas guerrillas puede influir en
el trato y visión dada sobre las mujeres en la guerra. Por tanto, en un mismo campo de
análisis existe un contraste entre dos posturas: una ideología hegemónica difícil de
combatir y de tendencia sexista y una ideología comunista adoptada que a la vez genera
un peso combativo contra la primera.

3. Señale los aspectos que considere relevantes en las conclusiones de la autora para
ayudar en el desarrollo de investigaciones locales.

Si bien, la autora trabaja unas circunstancias históricas bélicas, no considero que su interés
sea quedarse en ellas sino manifestar la ideología sexista en unas circunstancias
específicas. Por ende, sus planteamientos pueden ser extrapolables a otras dimensiones
sociales. Un elemento clave planteado en la argumentación del texto es la proyección de
esta ideología sobre el cuerpo femenino, cosificándolo y dándole un valor mercantil, lo
cual puede estudiarse en diversas facetas en una comunidad local. Nuestra limitada
comprensión del mundo, ahogada en un modelo económico que impera sobre los demás
aspectos, nos pone en los ojos la venda de lo útil, cosificando así todo el mundo que nos
circunda. Las mujeres, en ese ámbito, se convierten en una cosa sexuada y en el objeto
predilecto de deseo por parte de la sociedad, basta analizar esto, para no irnos muy lejos,
en los planos discursivos y del lenguaje ordinario.

Algo que a nivel muy personal me llamó la atención es que, como dice la autora, las
acciones bélicas de las mujeres tienen la característica de ser extraordinarias, no obstante,
esta característica no devenía de las acciones mismas (porque todo hombre sabía usar
armas y montar a caballo) sino del hecho de que eran mujeres. Lo anterior, saliendo del
ámbito bélico puede estudiarse en la actualidad en las comunidades locales. Las mujeres
son calificadas de extraordinarias cuando emprenden alguna labor masculina por más
que ésta no sea desempeñada con la misma destreza. Un ejemplo muy casual se ve en
deportes de carácter “masculino” como el fútbol o en disciplinas que solían estudiarse
solo por hombres, como las ingenierías. Es decir, aún podemos ver una “jerarquización
de las tareas que competían a uno y al otro”. Lo anterior crea una apertura al plano de la
discriminación positiva en la cual a la mujer, considerada como algo inferior, se le celebra
cualquier logro por minúsculo que este sea. Una consecuencia directa de lo anterior es la
mediocridad de las mujeres a la hora de desempeñar diversas prácticas que han sido
ejecutadas históricas por hombre. Es curioso cómo esta lógica, mayoritariamente rural,
se ha trasladado al ámbito de lo urbano, producto de una configuración de las ciudades
en Colombia producto de la violencia. No obstante, una visita a lo rural demuestra que
las mujeres en el campo desempeñan, cada vez más, funciones que sólo pertenecían a los
hombres, en especial ligadas a prácticas sociales (deportes, trabajos de fuerza, etc.).

S-ar putea să vă placă și