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PASADO

-El presente determina lo que el historiador busca, pero s—lo el gran historiador
deja al pasado determinar lo que halla.

-La posteridad deja hundir en el olvido los trechos insignificantes de toda vida
ilustre, para que sus momentos insignes surjan y se destaquen sobre el
horizonte del pasado, adosados y unidos, como cimas de lejanas serran’as.

-El impacto de la ciencia sobre la religi—n aconteci— en el siglo pasado.


Lo que acontece en este siglo es el impacto de la tŽcnica sobre la imaginaci—n
de los imbŽciles.

-Si la filosof’a, las artes, las letras del siglo pasado, solo son superestructuras de
su econom’a burguesa, deber’amos defender el capitalismo hasta la muerte.
Toda tonter’a se suicida.

-La arquitectura del siglo pasado confundi— el organismo con el vestido, la de


este siglo lo confunde con el esqueleto.

- El pasado que el reaccionario encomia no es Žpoca hist—rica, sino norma


concreta.
Lo que el reaccionario admira en otros siglos no es su realidad siempre
miserable, sino la norma peculiar a que desobedec’an.

-Ni la imitaci—n del pasado, ni la del presente, son recetas infalibles.


Nada salva al mediocre de su mediocridad.

-En menos de siglo y medio los acontecimientos convirtieron a los "profetas del
pasado" en simples profetas del futuro.

-La historia se suicida al negar toda trascendencia.


Si la realidad es s—lo temporal, su lugar es el presente.
El pasado carece de importancia.
Para que la historia nos concierna, algo en ella debe trascenderla:algo debe
haber en la historia m‡s que la historia.

-Gran escritor es el que transforma en razones, inconscientemente, los prejuicios


de sus antepasados.

-Los enemigos del mundo moderno, en el siglo XIX, pod’an confiar en el futuro.
En este siglo s—lo queda la nuda nostalgia del pasado.

-El escritor tradicional no se ocupa de la tradici—n a que pertenece, porque no


duda de la legitimidad de su genealog’a.
El escritor tradicionalista, en cambio, imita cuidadosamente a sus presuntos
antepasados, para parecer de la misma familia.

-El futuro apasiona a quienes creen en la eficacia de la voluntad, mientras que el


pasado fascina a los que conocen la impotencia de los prop—sitos humanos.
Lo que el hombre se propone es siempre tedioso, pero lo que obtiene no
asombra a veces.

-El pasado no es suma de lo que el hombre se propuso, sino de lo que Dios


concedi—.
El futuro apasiona a quienes creen en la eficacia de la voluntad, mientras que el
pasado fascina a los que conocen la impotencia de los prop—sitos humanos.
Lo que el hombre se propone es siempre tedioso, pero lo que obtiene nos
asombra a veces.
-No es haciendo tabla rasa del pasado como podemos obrar eficazmente, sino
labrando nuestro prop—sito en su m‡rmol.
La originalidad es el plagio de un genio.

-Religi—n de la burgues’a fuŽ la que profesaron los burgueses del siglo pasado
-religi—n burguesa es la que profesan los cristianos revolucionarios de este siglo.
All’ se trataba de homenaje, quiz‡s hip—crita, a la idea cristiana - aqui se trata
de sincero entusiasmo con las ambiciones terrestres y los utilitarios oficiales de
la burgues’a.

-Al cabo de pocos a–os s—lo el historiador reaccionario respeta al revolucionario


pasado de moda.

-S—lo se enorgullese de su dependencia del pasado el que sabe leg’timo


heredero de la historia.
Quienes piden la abrogaci—n del pasado son libertos recientes que anhelan
ocultar el erg‡stulo donde nacieron.

-El arte consiste en una pluralidad emp’rica de procesos particulares de


perfeccionamiento compasados por sendas sucesiones de rupturas.

-Cuando el historiador descubra que el marxismo lo indujo a escribir, bajo el


nombre de historia econ—mica, una obra de instituciones jur’dicas, el pasado
cambiar‡ de faz.
As’ como no es el salario, lo que define econ—micamente al mundo moderno,
sino la f‡brica; as’ no es sobre el siervo que se asienta la econom’a medieval,
sino sobre la villa.
Villa romana o carolingua, castillo feudal o abad’a benedictina, Lansdsitz,
chateau, country-house, la hacienda fuŽ la autŽntica estructura de la Europa
pretŽrita.
La civilizaci—n occidental fuŽ una conspiraci—n de hacendados.

-La muerte del pasado disculpa a los que su imaginaci—n indigente obliga a
preferir el presente, pero nada excusa al que prefiere el arte presente, cuando el
arte pasado sobrevive.

-Si los altoparlantes culturales callaran un momento, el pœblico retornar’a a la


pintura oficial del siglo pasado.
El ascŽtico admirador de cuadros abstractos volver’a a colgar en las paredes de
su casa, sus suspiros de descanso, cuadros anecd—ticos, sentimentales o
discretamente pornogr‡ficos.

- Admitir que cada Žpoca escriba una distinta historia del pasado no es confesar
que todas las interpretaciones se valgan.
Ciertas Žpocas tienen vocaci—n para la historia, mientras que otras carecen de
talento historiogr‡fico.
Toda visi—n de la historia es peculiar a una Žpoca, pero el genio historiogr‡fico
de algunas transmite a su visi—n un valor historiogr‡fico intemporal, an‡logo a la
intemporal, an‡logo a la intemporalidad del valor estŽtico.
La torpeza historiogr‡fica de otras Žpocas, en cambio aventura interpretaciones
que documentan meramente sobre la Žpoca que las fabrica.

- La historia es objetiva mientras se limita na reconstru’r la conciencia que un


determinado pasado tuvo de s’ mismo.
El historiador en contra, que investiga "causas", "estructuras", "leyes", se
encierra en su subjetividad.
La ambici—n de trascender las presentaciones emp’ricas de la conciencia ajena
transforma la historia en mera proyecci—n del historiador.
M‡s all‡ de la conciencia de los sujetos hist—ricos el historiador no descubre sino
su propia conciencia.

- El historiador obviamente no estudia el pasado, sino datos presentes con que lo


imagina.
Llamamos historiador al hombre capaz de hallar huellas en los objetos.

- El historiador no se instala en el pasado con el prop—sito de entender mejor el


presente.
Lo que fuimos no le interesa para indagar quŽ somos.
Lo que somos le interesa para averiguar quŽ fuimos.
El pasado no es la meta aparente del historiador, sino su meta real.

- Los viejos libros de ciencias naturales no interesan sino al historiador de la


ciencia.
En las ciencias humanas, la inteligencia no cumple su tarea por su cuenta y
riesgo, en todo momento, el pasado entero de esas ciencias modernas.

- El socialismo de este siglo no hered— de la sociedad burguesa que sepulta sino


las deformidades denunciadas por el socialismo del siglo pasado.

- La interpretaci—n hist—rica reclama categor’as Žticas. El historiador que las


alude empobrece su objeto.
Ayer pareci— necesario eliminarlas, porque se confund’an con prejuicios
congŽnitos al aniversario liberal, progresista, dem—crata. Pero es desmesura
suprimir la Žtica para evitar meramente la virtuosa indignaci—n del progresista
con la "inmoralidad del pasado".

- Bajo el soplo del progresismo contempor‡neo, el historiador se ha esfumado,


dejando el pasado nuevamente en manos del simple erudito.
La erudici—n moderna -m‡s refinada que la del infolio barroco, pero viciada por
categor’as hermenŽuticas igualmente anacr—nicas- archiv— a la historia ese
sutil y fr‡gil invento de unos reaccionarios decimon—nicos.

- Si el cristiano pudiese ser dem—crata todos los venablos de Nietzsche lo


hubiesen traspasado.
Pero la democracia proclama la soberan’a del hombre, el cristiano la de Dios.

- El historiador debe mostrarnos que el pretŽrito fuŽ a la vez, trivial como todo
presente y fascinante como todo pasado.

- A finales del siglo pasado s—lo hubo un "arte sin estilo" en la segunda mitad de
Žste s—lo hay un estilo sin arte.

- No esperemos nada de la novela mientras el buen novelista no se resuelva a


escribir, como en el siglo pasado, "malas" novelas.

El que no cree en los mitos que el gran poeta inventa no lo ha entendido, aun
cuando haya pasado su vida estudi‡ndolo.

- Como los soci—logos proyectan sobre el pasado el esquema formalizado de las


circunstancias en que viven, no esperemos que un subjetivismo tan crudo
produzca ideas, sino f‡bulas.
La sociolog’a es un ap—logo prosaico improvisado por mit—logos pedantes.

- La filosof’a, sin ser cumulativa, s—lo avanza asumiendo en cada etapa la


totalidad de su pasado.

- S—lo el alma anclada en el pasado no naufraga bajo vientos nocturnos.


-El izquierdista no se descubre antepasados sino en los barrios bajos del esp’ritu.

-Reaccionar no es caer en pasados muertos, sino arrancarse a una enfermedad


que mata.

-La existencia perdi— densidad, desde que el prurito innovador impide vivir
entre las basuras del pasado.

-El reaccionario no anhela la vana restauraci—n del pasado, sino la improbable


ruptura del futuro con este s—rdido presente.

-Nuestros contempor‡neos denigran el pasado para no suicidarse de verguenza


y de nostalgia.

-El odio al pasado es s’ntoma inequ’voco de una sociedad que se aplebeya.

-El pasado es la fuente de la poes’a; el futuro es el arsenal de la ret—rica.

-Los dem—cratas describen un pasado que nunca existi— y predicen un futuro


que nunca se realiza.

-Debemos luchar sin descanso contra la propensi—n del intelecto a simplificar el


pasado.

-El progresista observa el pasado con sonrisa ir—nica.


El reaccionario se contenta con observar ir—nicamente al progresista.

-Los literatos resucitados por el izquierdismo en busca de antepasados


pertenecen apenas a la cuasi-literatura.

-Los j—venes son menos el futuro que la reiteraci—n tediosa del pasado.

-En el siglo pasado pudieron temer que las ideas modernas fuesen a tener raz—
n.
Hoy vemos que s—lo iban a ganar.

-Posteridad es la diminuta minor’a a quien el pasado importa.

-El intelecto estuvo preso en el pasado siglo, pero la sensibilidad se hallaba libre.
En este siglo el intelecto se liber—, pero la sensibilidad est‡ en prisi—n.

-Lo œnico que averguenza al moderno es confesar admiraci—n por un autor


pasado de moda.

-Del impacto sobre la cr’tica erudita del descubrimiento de la fascinaci—n propia


al pasado como tal proviene la "historia".

-El reaccionario neto no es so–ador de pasados abolidos, sino cazador de


sombras sagradas sobre las colinas eternas.

-Pobreza de las almas que no se sienten ante todo herederas del pasado.

-La genealog’a importante es la de los antepasados intelectuales que adoptamos


esforz‡ndonos a que nos adopten.

-El pasado parece no haber dejado herederos.


-La desaparici—n del campesinato y de la humanidades cl‡sicas rompi— la
continuidad con el pasado.

-La historiograf’a destruye el ideal situado en el pasado y la historia del ideal


situado en el futuro.

-El reaccionario no aspira a que se retroceda, sino a que se cambie de rumbo.


El pasado que admira no es meta sino ejemplificaci—n de sus sue–os.

-Desde mediados del siglo pasado, desde Baudelaire, Flaubert, Kierkegaard,


Dostoievski, Ruskin, Burckhardt, es cosa sabida que la fŽ en el progreso
caracteriza al imbŽcil.

-Ningœn pasado es ideal.


Pero s—lo del pasado surgen ideales que no sean linf‡ticos, ideales con sangre
en las venas.

-Una naci—n no "demistifica" su pasado sin empobrecer su substancia presente.

-No debemos ser eco de voces ajenas, sino articulaci—n inteligente de rumores
ancestrales.
La inteligencia no fructifica liber‡ndose del pasado que hereda sino del presente
que lo agobia.

-A finales del siglo pasado s—lo salv— a la estŽtica de confundirse con la


crusiler’a su tradicional alianza con la Žtica.

-Cuando un pasado no perdura como inextinguible pasi—n de ciertas almas m‡s


vale incendiar pronto sus restos.

-Para no ser mero entom—logo del comportamiento humano, el historiador


necesita que ninguna cat‡strofe grave lo separe del pasado por donde se
propone transitar.
Pero aun cuando baste a veces un tenue hilo de continuidad, despuŽs de cuatro
generaciones el historiador capta el concepto del pasado m‡s que el pasado
mismo.
El olor de su tiempo se va desvaneciendo de historiador en historiador.

-Criticar un presente en nombre de un pasado puede ser vano, pero haberlo


criticado en nombre de un futuro suele resultar rid’culo cuando ese futuro llega.

-En el cristianismo dura el pasado como en una conciencia individual.

-El realismo de la fotograf’a es falso: omite en la representaci—n del objeto, su


pasado su trascendencia, su futuro.

-El interlocutor del solitario es el pasado entero.

-La falsificaci—n del pasado es la manera como la izquierda ha pretendido


elaborar el futuro.

-DespuŽs de haber sido en el siglo pasado el instrumento del radicalismo


pol’tico, el sufragio universal se est‡ convirtiendo, como lo previ— Tocqueville,
en mecanismo conservador.

-Lo que consuela de la insolencia del hoy con el pasado es la previsible


insolencia del ma–ana con el hoy.
-Cuesta trabajo imaginar que el mundo moderno pueda tener algœn d’a el
encanto de todo mundo pasado.

-Hay que cuidarse de quienes se dice que "tienen mucho mŽrito".


Siempre tienen algœn pasado que vengar.

-Colocar al "pr—jimo" en el lugr de Dios ha sido el prop—sito del protestantismo


liberal del siglo pasado y del progresismo cat—lico post-conciliar.

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