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EL DUELO Y SUS ETAPAS:

La palabra duelo, procede del vocablo en latín “dolus” o dolor. En nuestra vida
diaria entendemos por duelo al dolor emocional que supone cualquier pérdida
importante: la muerte de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad
potencialmente mortal como el cáncer, una ruptura sentimental, etc.

El proceso del duelo hemos de conocer que es diferente para cada persona y el

abanico de formas de afrontarlo y expresarlo también. Sin embargo el duelo tiene

en común una serie de etapas por las que se atraviesa y que hemos de entender

que son lógicas y normales.

Estas etapas según el modelo de la Dra Elisabeth Kübler-Ross son:

1. Negación, desconcierto e incredulidad.

Es normal que ante el primer impacto la primera reacción sea: “Esto no me está

pasando a mi”. Se vive como si se estuviera en una posición de espectador de una

película. Es la negación de la realidad, un alejamiento del hecho para paliar los

efectos del inmenso dolor que produce un acontecimiento de este tipo. Hemos de

entenderlo como un mecanismo de defensa de nuestra propia mente.

2. Tristeza profunda y agresividad.

Se producen reacciones de ira, de llanto desconsolado, de descontento incluso ante

los amigos o familiares que le rodean. Se siente una profunda angustia por ser el

protagonista de una desgracia.

3. Negociación.
Ante la dificultad para aceptar la realidad, surge la necesidad de llegar a un pacto
con uno mismo para poder superar la situación.

4. Desesperación y depresión.
Es un proceso adaptativo que hace que el que lo sufra presente apatía, tristeza,
fragilidad y vulnerabilidad. El doliente se va haciendo a la idea de que la pérdida es
irreversible. Es lo que conocemos como resignación.

5.Aceptación y paz.

En esta etapa va reapareciendo la necesidad de centrarse en que la vida continúa

y la persona empieza a abrirse a las relaciones sociales. No obstante, hemos de

tener en cuenta que nunca se vuelve al estado anterior a la pérdida.

Todas las pérdidas precisan de este proceso. No se puede hablar de un tiempo

“normal” para superarlo, pero lo habitual es que oscile entre los 6 meses y los 3

años, pues depende de muchos factores.

Los factores que influyen en el proceso de elaboración de un duelo dependen:

 De la importancia de esa relación en la vida de la persona en el caso del


fallecimiento de un ser querido.

 Del apoyo socio-familiar. Las personas que cuentan con una buena red familiar

y social que le quieren y le entienden, se sienten más apoyados y comprendidos.

Por lo tanto tendrán más mecanismos para amortiguar el dolor. El duelo necesita

de un reconocimiento social. En la medida que el entorno del doliente respete

su proceso de duelo, menos dificultades habrá para aceptarlo y eleborarlo de

forma adecuada y no patológica. Las personas que se sienten presionadas, no

reconocidas, apoyadas o respetadas es más fácil que desarrollen un duelo


patológico.

 De la personalidad. Todos somos diferentes y la forma de afrontar los

acontecimientos adversos no tiene por qué ser igual. El duelo es un proceso

íntimo y social a la vez. Hay personas que sienten las cosas, tanto las alegrías
como las tristezas de forma muy intensa son muy dados a expresarse, mientras
que otras tienen mayor contención, les cuesta expresar los sentimientos y

prefieren vivirlo desde dentro. En los extremos de este espectro de

personalidades tenemos personas que entran en una espiral catastrofista y otras

que muestran una admirable capacidad de resiliencia o de sobreponerse de


forma positiva ante el dolor y la adversidad.

 De la confianza y autoestima. Un nivel alto de autoestima o confianza ayuda y

mucho a no tener pensamientos autodestructivos ni de acontecimientos


catastróficos.

 De la forma de afrontar los problemas. Muchas personas son capaces de

evaluar la situación y buscar apoyo emocional bien a través del tejido social o
bien con ayuda profesional.

¿Cómo podemos ayudar a nivel de relación en un proceso de duelo?

 Ofreciendo seguridad. Es importante que el doliente se pueda mostrar como

es sin miedo a perder el respeto y el afecto de la otra persona. Ser esa persona

que acoja el hecho de que el otro, en un momento dado, se pueda desmoronar


sin miedo.

 Validación. Es importante para que el que pasa por un proceso de duelo el

sentirse valorado y que su función o sentido de vida siga siendo importante, sin

juzgarle nunca. Al valorar su forma de pensar y de sentir le damos legitimidad a


su dolor.

 Aceptación. Se necesita una figura estable que sostenga, acepte y apoye la


respuesta a la pérdida.
 Reciprocidad. Es la necesidad de estar con alguien que haya pasado por una
experiencia similar que pueda comprender la situación.

 Autodefinición. Consiste en ayudar a elaborar su propio y particular proceso de

duelo, escuchando, fomentando la reflexión con actitud de curiosidad, respeto y


cariño en todo momento.

 Hacer impacto. Implica ver que su dolor también nos impacta de alguna

manera. El hecho de compartir el impacto con alguien significativo alivia de


alguna manera su dolor.

 Tomar la iniciativa. Es frecuente ofrecer ayuda al doliente con frases cargadas

de buenas intenciones como “llámame cuando lo necesites”. Hemos sin

embargo de tomar nosotros la iniciativa, pues la persona que pasa por el duelo

puede tener muchas dificultades tomarla por las circunstancias difíciles que
atraviesa y que le restan energías.

 Expresar amor y afecto. En momentos de pérdida, la necesidad de afecto,

cariño o estima es fundamental para una buena salud emocional, pues es en


esos momentos cuando estas expresiones cobran mayor relevancia.

Tal y como he expresado, más allá del dolor de la pérdida, la respuesta de las
personas de nuestro entorno van a influir en el desarrollo de nuestro proceso de
duelo. Por eso es importante si queremos de verdad ayudar a una persona en duelo
tener presente el no presionar, reconocerla, darle valor, evitar darle consejos,
ofrecer seguridad, tomar la iniciativa y posibilitar la expresión de cariño

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