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CURSO DE ESPECIALISTA
EN TÁCTICA Y DIRECCIÓN
DE EQUIPOS DE FÚTBOL
Dirigido a Entrenadores de Fútbol Titulados
MÓDULO 3
MODELO DE JUEGO: EJERCICIOS
ESPECÍFICOS DE ENTRENAMIENTO
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Índice
1.- INTRODUCCIÓN
2.- CONTENIDOS
PROGRAMA TEÓRICO
PROGRAMA PRÁCTICO
4.- BIBLIOGRAFÍA
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1.- INTRODUCCIÓN
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2.- CONTENIDOS
PROGRAMA TEÓRICO
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En el juego del fútbol, los jugadores están agrupados en dos equipos en una
relación de confrontación, denominada de rivalidad deportiva. Durante ella, los
equipos luchan por la posesión del balón, con el objetivo de introducirlo el mayor
número posible de veces en la portería adversaria y evitar que suceda en la propia,
con vistas a ganar el partido. Los jugadores se enfrentan en forma directa y
deliberada, intentando que sus acciones e interacciones desorganicen en todo
momento al rival, y que las de éste no desorganicen a su propio equipo.
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Todos estos factores determinan que haya que aplicar, para nuestro equipo,
variaciones adaptativas (cambio de misiones tácticas, substituciones, etc.).
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arbitraje, etc., han de ser tomados en cuenta por cada jugador y el equipo en
conjunto para elaborar respuestas adaptadas.
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4. Juego de decisiones/acciones
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acaso surgiera el fallo; por contra, si le presentan pocas opciones de solución, más
co-responsables han de sentirse de un hipotético fallo. Somos un equipo, y el
compañero directamente implicado sólo podrá elegir entre lo que los compañeros
le ofrezcan, entre lo que el contexto permita.
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1. Pensar bien y deprisa. Todos los jugadores son, como seres humanos,
inteligentes. No se trata de dudar de ello, sino de proporcionarles condiciones
adecuadas para que puedan desarrollar al máximo sus posibilidades cognitivas y
motoras. Todos los jugadores, en todo momento, -y no sólo cuando están
actuando con o sobre el balón- tienen una actividad mental constante de decisión
y de potencial ejecución motora. El entrenamiento ha de ir en la línea de optimizar
todas las potencialidades del jugador y el equipo
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A. Modelo versus juego. Cada persona tiene un modelo mental del mundo, y
en función de ello creamos una forma de actuar. Un modelo es siempre una
aproximación o simulación de la realidad, con grados diferentes de similitud. Cuando
reunimos sus elementos específicos intentamos alcanzar un triple objetivo:
(i) entenderlos mejor, analizándolos aisladamente;
(ii) establecer hipótesis sobre su comportamiento conjunto, y,
(iii) intentar prever su evolución.
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Jogo de futebol
Concepção de jogo
do treinador
Dimensão
funcional Constrangimentos
do modelo estruturais e humanos
Compreensão
Organização
Dimensão Dimensão
estrutural relacional
do modelo do modelo
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a) Conseguir todos los títulos en que está inmerso. En este caso, se trata
de limitar hasta el extremo las carencias del equipo, de estar en disposición de
ganar a todos y en todas las competiciones. En este nivel de exigencia
tomaremos en consideración los siguientes aspectos:
(1) elaboración del modelo de juego, que debe de ser lo más actualizado
posible,
(2) optimizar el dispositivo táctico del equipo, lo que, a su vez, obliga a:
(i) reclutamiento de jugadores de gran calidad, sea cuál sea su precio,
(ii) reorientación de jugadores polivalentes a otras posiciones, y,
(iii) promoción de jóvenes talentos.
(3) valor de los suplentes, que son decisivos en estos niveles, y que han de
aceptar su papel inicial –que puede no ser definitivo- de “segunda opción”.
(4) concepción y atribución de las misiones tácticas, de manera que no se
produzcan ambigüedades,
(5) establecer reglas de colaboración entre los jugadores.
(6) lidiar con el “exceso” de calidad de los jugadores, causa de permanente y
latente competitividad. La forma de resolver este tipo de conflicto es variable:
(i) intentando esclarecerlos; (ii) insistir en el motivo de reunir tanto talento; (iii)
“ignorar” los conflictos; (iv) atenuarlos (resolver unos, ignorar otros), o,
(v) establecer compromisos. En cualquier caso, no siempre el conflicto es
absolutamente negativo: si sabemos tratar con ellos, y revertirlos, esa misma
resolución se vuelve un elemento de cohesión interna.
(7) integración de nuevos jugadores, lo cual es siempre más o menos
traumático; de todos modos, si los recién llegados muestran un mínimo interés
en integrarse, y aceptable calidad, la asimilación no suele ser problemática.
(8) optimizar el proceso de entrenamiento; en el fútbol de máximo nivel no
basta con la calidad de base, sea individual, sea colectiva, hay que estar
continuamente perfeccionándola.
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Identidade e
integridade
Jogo de futebol
Modelo de Modelo de
preparação análise
Modelo de jogo
Modelo de
jogador
Es importante analizar:
(a) Cómo nace una experiencia, y (b) la necesidad de realinear
comprensiones y significados de los jugadores como miembros de un equipo.
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La evolución que han supuesto las exigencias del fútbol de hoy han tornado
obsoletos los abordajes improvisados, realizados sin preparación previa. Pero
también han caducado los enfoques ausentes de visión de futuro y la aplicación
incoherente de programas operacionales de intervención. En realidad, es inherente a
la condición humana que orientemos cada momento hacia un futuro más o menos
planeado, y nos sujetemos a unas constantes tomas de decisión y acciones allí
orientadas. El fútbol actual se enmarca en un planteamiento similar, y el entrenador
ha de adoptar una metodología de entrenamiento que permita que los jugadores y
el equipo trabajen con vistas a una constante evolución del modelo de juego que
adopte, el cual a su vez deriva del análisis del juego y la mejor manera de
rentabilizar las características de nuestro grupo deportivo. La construcción de
ejercicios que impliquen “decisión/acción”, en contextos situacionales variados y
similares a la realidad competitiva, es la mejor manera de desenvolverse en el
presente y evolucionar hacia el futuro de nuestro modelo de juego. Manipulando las
limitaciones contextuales de los ambientes de entrenamiento perfeccionaremos la
capacidad del equipo para operar en los dos tipos de situaciones que se producen:
las previsibles (que resolveremos por reglas tácticas), y las imprevisibles (que
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1. Interviniendo sobre las partes nada nos garantiza que influimos sobre el
todo. Todos tendemos a fragmentar para entender. Igualmente en el fútbol,
esperando que luego, por asociación, se expresen las mejoras. De ahí procede la
organización de los medios de enseñanza/entrenamiento, desglosando los factores
físico, técnico y táctico, y utilizando tareas integradas únicamente cuando se
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Con este ejemplo simple, queremos decir también que hay que analizar
globalmente un problema dado y diseñar medios de entrenamiento bien
centrados en él. Lo contrario supone la no resolución, luego tiempo y energía
perdida y alta frustración.
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practicar ejercicios que corrijan los puntos clave del desajuste. Sólo más tarde,
una vez resueltos, puede trabajar sobre pequeños detalles de afinamiento
máximo: intentar mejorar rápidamente absolutamente todo y al máximo nivel, lo
cual precisa de mucha información, podría ser contraproducente y confuso para
los jugadores. Se ha de seguir la pauta de “primero, los grandes desajustes, y
luego los pequeños detalles”.
a) Una dimensión conceptual del juego debe ser acompañada por los
medios operacionales de soporte. Conceptualmente nos referimos al juego
como un ámbito de dos fases fundamentales –ataque y defensa-, enlazadas por
las correspondientes transiciones. Por tanto, la construcción de medios de
entrenamiento ha de respetar y ser coherente con el abordaje que de ellas
haremos en nuestro modelo de juego. No deberíamos distraernos con otras
herramientas pedagógicas, lo cual no implica en ninguna manera que no
tengamos que estar siempre dispuestos a incorporar mejoras, bien dentro del
conocimiento general del juego, bien como necesidad del propio modelo en
cuanto evoluciona constantemente y precisa nuevos estímulos. El proceso de
entrenamiento y mejora del modelo ha de ser “elaboración teórica-práctica-
evaluación-teorización-práctica....”, ininterrumpidamente, para una permanente
evolución.
b) Cada parte del juego debe ser operacionalizada en el interior del todo. A
veces sucede que los entrenadores tenemos una visión actualizada y global del
juego, y lo sabemos expresar teóricamente con brillantez, pero no sabemos
traducir esa visión a metodologías coherentes para entrenarla, y los trabajos son,
de alguna manera, “mutilaciones” y compartimentaciones del juego. El problema
central es ¿cómo relacionar un modelo de juego con un modelo de preparación
sin que la metodología específica que lo sostiene contenga ejercicios de
entrenamiento que provoquen indebidamente una nueva mutilación “por partes”
de ese modelo? La solución es formular una lógica de continuidad de acción de
los jugadores y equipo plasmada en una coherencia real (modelación) entre
modelo de juego y modelo de preparación, y para ello hacer converger los
ejercicios en un sentido: (i) único (para aquel modelo específico de juego) y, (ii)
flexible (adaptándose a los diferentes cuadros y posibilidades situacionales del
juego real).
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Este fue y sigue siendo para algunos el paradigma (principio oculto que gobierna
nuestra visión de las cosas) que fundamentó/a su metodología de entrenamiento y
de ahí sus medios de entrenamiento/enseñanza. En su momento, supuso grandes
mejoras, y los grandes jugadores y equipos del pasado siguen siendo admirados
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hoy, pero actualmente este paradigma, que ha ido mostrando sus limitaciones,
está siendo substituido por otro que acepta la complejidad del juego, y con ello
nuevos modelos organizativos y nuevas formas de entrenar/enseñar.
2. Dimensión estratégica del acto motor. Los escenarios de juego pueden ser
modificados según las informaciones que van llegando al compás del desarrollo de
las acciones y su aleatoriedad. Por esto decimos que la acción es siempre
estratégica. Según Garganta, 1999: “el jugador con experiencia evoca su pasado
para prever las consecuencias de lo que está realizando”, o sea, su mente está
continuamente actuando/previendo, porque todas las situaciones se dan en un
cuadro circunstancial, obligando al jugador a dar dimensión estratégica a sus
acciones, considerando factores como: los objetivos preestablecidos, el tiempo de
juego y el resultado numérico momentáneo. Estos aspectos básicos alientan bajo
otros más llamativos (adversarios, compañeros, balón, espacios, porterías, etc.).
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c) Ni todos los ejercicios provocan los mismos efectos. En función del nivel
de correspondencia de los ejercicios podemos distinguir: (i) una adaptación
específica (cuando la concordancia entre ejercicio y especialidad o modelo de
juego es elevada), y, (ii) una adaptación inespecífica (cuando esa concordancia
es reducida). Si comparamos la capacidad de resistencia (adaptación específica)
entre un maratoniano, un ciclista o un nadador de fondo, ésta se sitúa
fundamentalmente en la estructura motora de soporte, y no tanto en la capacidad
de absorción de oxígeno, la concentración láctica o la función cardiovascular.
Del mismo modo, el ejercicio de entrenamiento tiene una relación específica
definida y direccional con el grado de reclutamiento de los recursos del jugador,
que, a su vez y en función de la adaptabilidad al ejercicio, presionan más o
menos sobre los mecanismos adaptativos específicos.
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De la misma manera que los jugadores reflejan lo que entrenan, los ejercicios
que diseña y aplica un entrenador reflejan su visión y concepto del juego y del
proyecto que le orienta.
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Gr
x
x
o x x
o
x
o o
o
x x
o o
Gr
El equipo “O” ha de atacar la puerta rival circulando el balón por todo el espacio de
juego atendiendo muy especialmente a mantener la articulación del mediocentro
retrasado con su portero y defensas y enlazar con la gente adelantada. Se produce
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En definitiva, del análisis del ejercicio verificamos que éste representa referencias
esenciales del modelo de juego adoptado (estructura y método) sin
compartimentarlo, potenciando formas de intervención individual, sectorial e
intersectorial.
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2ª fase: los medios pueden pasar en ataque a los pasillos o al sector adelantado,
para forzar superioridades ofensivas.
3ª fase: los jugadores exteriores pueden ir en fase defensiva al corredor central,
siempre y cuando el balón transite por el pasillo opuesto; si el balón vuelve al
pasillo central, han de retornar a los laterales.
4ª fase: los punteros pueden moverse al sector medio para crear superioridad o
intercambiar función con uno de los medios, y también pueden ir a los pasillos
laterales.
5ª fase: se suprimen los pasillos laterales y permanecen los tres sectores donde
podemos fijar diferentes repartos (2-3-3 vs 3-3-2, ó 2-4-2 vs 2-4-2).
6ª fase: juego real Portero+9 vs 9+Portero.
Gr
x
x
o o
x
x x
x x o
o
o o
o
x x
o o
Gr
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los atacantes van a tratar con mayor cantidad de información, por la cantidad
de variaciones que ofrece, sobre la primera, la presencia de un compañero
(apoyos, rupturas, posibilidad de caer en “fuera de juego”, etc.). En cuanto al
concepto dificultad, es justo al contrario: esa misma variedad de posibles
soluciones hace más fácil la finalización en gol.
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Ejemplo ilustrativo de los dos niveles de esta cuestión podría ser el trabajo de
recuperación de balón, utilizando defensa zonal presionante. Este método
defensivo promueve una intencionalidad y patrón consistente en: (1) orientación
agresiva hacia el balón, (2) marcaje de los atacantes posibles receptores de
pase, (3) eliminación de líneas de pase; este conjunto representa la convergencia
del equipo en una idea defensiva. La divergencia comportamental de cada
defensor, que asume decisiones y comportamientos con relación a: (1) el espacio
que ocupan/deberían ocupar, (2) el atacante posicionado lejos o cerca del centro
de juego, (3) los índices pertinentes que emanan de cada momento de juego
durante el ataque rival, etc.; todo esto representa la contingencia situacional.
Si analizamos profundamente todas las posibilidades, vemos que pese a
determinadas variaciones, hay latente y subyacente un mismo patrón
comportamental. El efecto potencial del ejercicio de entrenamiento será tanto
más elevado cuanto más veces sitúen a los jugadores ante situaciones lo más
variadas posibles. Así, jugadores y equipo irán aproximando más sus
concepciones y acciones incluso ante las situaciones aleatorias.
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Esforço
_ Optimização do processo
_
de treino
_
Efeitos
_ +
_ +
Tempo
_ +
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b) Con el menor esfuerzo posible. Este reto nos mueve a hacer el trabajo del
entrenador -y consecuentemente, el del jugador- mejor y diferente. Minimizando
el gasto intelectual, energético y afectivo, por medio del afinamiento cognitivo y
motor, podemos emplear recursos liberados no en descansar o hacer menos,
sino en hacer más, más rápido y mejor, y en recuperar más y mejor, lo que nos
permite rendir con más eficacia, eliminar riesgo de lesiones y preparar el
siguiente compromiso en mejor estado. Y, por supuesto, progresar en el nivel de
capacidad y rendimiento, individual y colectivo.
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cierta medida de ese proceso y toman posiciones adecuadas para que el equipo
no se vea sorprendido en un contraataque, e incluso para reorganizar el ataque
de su equipo si hay que recomenzar o dirigirlo hacia otros ángulos, o, más aún,
incorporarse súbitamente al ataque desde esa plataforma atrasada. En definitiva,
todo jugador está implicado en el juego, sea de forma directa o sea indirecta; sea
atacando, sea defendiendo, o sea preparando la transición. Para que el juego se
desarrolle correctamente, es fundamental que se haga sentir la contribución de
cada jugador, tanto: (i) en la resolución inmediata de los diferentes contextos
situacionales puntuales y temporales, como (ii) en la anticipación/preparación de
los posibles escenarios futuros que derivan de los anteriores.
b) Fomentar una especificidad con una identidad propia. (el modelo de juego
adoptado). Cuando un jugador aprende “algo”, ese algo pasa a formar parte de
su memoria y experiencia. También es “almacenada” la contextualidad de
aprendizaje, junto con la respectiva información y los aspectos pertinentes de
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e) Delimitar o ampliar los medios tácticos. Ante las limitaciones del juego y del
proceso de entrenamiento, los jugadores exploran su espacio y posibilidades de
decisión/acción basándose en los patrones y relaciones estructurales de los
comportamientos entrenados. Sin embargo, los jugadores, durante esa
exploración, dan lugar a innovaciones y a la creación, generadas por el
incremento del repertorio motor específico. La posibilidad de manipulación de
parámetros relacionados con los condicionantes estructurales de los ejercicios,
permite solicitar selectivamente determinadas actitudes, capacidades táctico-
técnicas y medios tácticos predominantes. Las manipulaciones de los
condicionantes estructurales (tiempo, espacio, número, etc.) nos permiten poner
a los jugadores en crisis de decisión ante las nuevas situaciones, lo cual provoca
adaptaciones que enriquecen el bagaje individual y colectivo, tanto ante las
regularidades como las aleatoriedades.
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las variables que componen cada uno de esos niveles. Los sistemas fisiológicos y
comportamentales participan de una multiplicidad de recursos, a través de los que
se adaptan a las condiciones globales del entorno. Por tanto, cualquier análisis o
medición ha de tener en cuenta esa unidad global del ser humano, por lo que es
difícil interpretar la influencia de cada factor concreto. Es más seguro afirmar que la
mejora en las respuestas se debe a una mejora de la relación entre las partes y
entre las partes y todo el sistema.
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parcelada de la preparación de los jóvenes relega al último plano algo que reside
en la interioridad natural del propio joven, esto es, el placer de ejercitarse y
competir en la modalidad que ha elegido.
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Esta perspectiva promueve dos aspectos esenciales: (i) el primero es que los
entrenadores del área formativa han de desarrollar su actividad encuadrados en
una dirección y orientación parametrizada por un modelo de juego, secundada
por un modelo de entrenamiento común; han de compartir modelo de juego
(independientemente de que ésa sea la visión personal de cada entrenador) y
metodología y tecnología didáctica; (ii) el segundo es que desarrolla un proceso
de aprendizaje/entrenamiento dirigido por el modelo de juego en el que cada
jugador cumple un conjunto de tareas tácticas específicas para cada posición
dentro del sistema táctico del equipo, sincronizando sus tareas con las de los
compañeros del sector, las de los otros sectores y las de todo el equipo. Cada
jugador está adscrito a una posición de base (“4”, “6”, “9”...), y ha de entender
sus misiones individuales integradas en lo colectivo a través de unos principios
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a) Fisiología del esfuerzo. Este área del conocimiento, a través del empleo de
tests físicos, nos aporta datos cuantitativos sobre factores de rendimiento
determinados. Pero hay que tener presente que, por muy científicos y ajustados
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torno a los 360-400, y las distancias totales entre 10-14 kilómetros. Evidentemente,
el incremento, bien que mínimo, seguirá produciéndose, porque la historia nos
demuestra que siempre cabe “un poquito más”. Pero en el futuro se incidirá y
evidenciará más la mejora en la predisposición global del jugador para actuar, en la
“prontitud”, y en la mejora de sus percepciones y decisiones/ejecuciones táctico-
técnicas.
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Las acciones motoras ejecutadas por los jugadores, en los más variados
contextos competitivos, resultan del afinamiento, durante el proceso de
entrenamiento, de los complejos sistemas de orden cognitiva, nerviosa, muscular,
energética, etc., que constituyen el ser humano. Por tanto, la construcción y
aplicación de los ejercicios específicos deben respetar y reflejar esa inteligibilidad,
sin la cual la práctica, encarada como medio de preparación para competir, no tiene
sentido alguno, por más horas que le dediquemos.
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sustituir al entrenamiento, aunque sirve como parte del proceso. Garganta (2006),
refiere una sugestiva diferenciación entre el papel de la competición según
tratemos en altos niveles o en niveles formativos: según este profesor, en la élite
se entrena para competir, y en las etapas formativas se debería competir para
entrenar, es decir, la competición debe ser un elemento más en el proceso de
crecimiento deportivo, un complemento y extensión del entrenamiento.
Uno de los problemas actuales en el fútbol de alto rendimiento es que los equipos,
en diversos momentos, se ven inmersos en cuadros de elevada densidad
competitiva. Para manejar esta situación y evitar efectos negativos, los
entrenadores usan un conjunto de estrategias de carácter metodológico y de
gestión de recursos humanos:
(i) división de los esfuerzos competitivos, utilizando muchos jugadores y haciendo
rotaciones,
(ii) reducción del volumen de entrenamiento o aumento del número de sesiones de
recuperación,
(iii) diversificación de las sesiones, con dos o tres contenidos diferenciados entre
jugadores, según sus cargas de competición,
(iv) utilización de partidos de entrenamiento con equipos normalmente más débiles,
para que toda la plantilla mantenga ritmo competitivo,
(v) reestructuración de la plantilla, en caso de darse lesiones de larga duración o
bajos rendimientos inesperados, y,
(vi) promoción de la competición, en el sentido de contemplarla como un medio
más de preparación y test de importancia decisiva para analizar necesidades y
carencias y tomar decisiones clave al respecto.
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Modelo de jogo
é suportado por um
com o intuito de responder Competição
às necessidades competitivas
Figura. Las inter-relaciones entre modelo de juego, competición, análisis del juego, y
cómo éstos se influencian mutuamente.
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conceptualizamos las regularidades que hay que mantener y potenciar, y las que
hay que corregir o eliminar. Es absurdo plantearse un futuro sin haber analizado
objetivamente el pasado y sin contrastar lo que ha pasado con lo que hubiéramos
querido, dándonos así la pauta de lo que puede estar fallando.
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con lo vivido durante la semana y lo que ha sucedido desde el inicio del partido,
intentando enlazar causas y efectos. Así se extraen conclusiones ajustadas y
válidas a emplear en el ciclo inmediato.
Modelo de jogo
Modelo de treino
Correcto Correcto
Congruente Incongruente
Incorrecto Incorrecto
Congruente Incongruente
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Perspectivas asociacionistas
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3. Ejercicios que procuran reproducir todos o casi todos los aspectos ligados a la
competición, por ejemplo a través de juegos de entrenamiento.
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Perspectivas estructuralistas
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1. Correlatividad
Los ejercicios son los medios más importantes para la elevación del rendimiento. Su
selección parte de una doble articulación, correlacionando: (1) la lógica interna del
juego, y, (2) los niveles de complejidad vs. dificultad, con respecto a las
capacidades de los jugadores.
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alguna. Lo que buscamos son ejercicios un poco por encima del nivel puntual de
nuestro equipo, pero que los jugadores puedan entender y abordar (“dificultad
optimal”, Famose, 1990); así es como se mantiene un aprendizaje y mejora
continua.
2. Unidad
3. Del equipo. Los ejercicios se dirigen, a través de los individuos, al equipo. Por
tanto, han de ir enfocados a culminar en la plasmación reconocida y eficaz del
modelo de juego elegido, en el presente, y en su evolución.
3. Competitividad
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2. Crear comportamientos. Una vez planteada una situación, ésta no debe ser
dejada al albur de los jugadores, porque pudiera ser que el entrenamiento pierda
desnaturalizarse, convertirse en poco eficaz. Por ello el entrenador ha de sabe
mantener la tensión en el trabajo, a través de varias estratagemas (marcar
objetivos concretos en determinados momentos de la sesión –como las “metas
volantes” del ciclismo, valga la comparación-; rectificar resultados y que sea el
equipo que iba arriba el que pase a ir abajo; dar un tiempo límite para revertir un
tanteador o incrementarlo; obligatoriedad de realizar determinados elementos
táctico-técnicos –pared, regate, remates de volea, etc.- para que el gol sea
válido.....). Aparte de estos detalles, hay que cuidar el Reglamento y no permitir
que surjan roces que podrían crear disputas en la sesión y/o malos hábitos, que
pueden ser de consecuencias negativas en la competición (agarrones, protestas,
entradas por detrás...).
4. De la toma de decisiones
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Volumen
1. Definición
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Del volumen deriva otra noción muy usual, que es la duración. Son dos
conceptos semejantes que no deben ser confundidos. La duración es el tiempo
dedicado a un ejercicio de entrenamiento, ésto es, el período de tiempo que se
ejecuta sin interrupción, sin pausas. La duración es muy importante y es un
parámetro muy sujeto a errores. Paralelamente a la cuestión de la duración óptima
se desarrollan otros aspectos relacionados con su orientación funcional (general o
específica), al ritmo y a las transferencias positivas entre unos ejercicios y otros.
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Intensidad
1. Definición
2. Niveles
Podemos establecer cuatro niveles de intensidad: (i) baja, (ii) media, (iii)
ajustable, y (iv) elevada.
4. Elevada, esto es, por encima del límite superior de la zona óptima de
intensidad. Entrenar con estas intensidades nos llevará a sobrepasar los límites
fisiológicos del jugador, lo que a su vez originará una disminución de las
capacidades de rendimiento, individual y colectivamente.
3. Aumento de la intensidad
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Densidad
1. Definición
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2. Importancia
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(1) Completas. Con vistas a que los jugadores repitan el ejercicio –o pasen a
otro- sin sentir fatiga. Se necesitan prácticamente los 3/3 del período de
recuperación.
(3) Reducidas. Cuando queremos que los jugadores inicien la siguiente tarea
con una capacidad muy disminuída. Se dan completando sólo 1/3 del período
de recuperación.
3. Referenciales de recuperación
Aunque existan grandes dudas para determinar los tiempos de pausa con
vistas a recuperarse, es normal utilizar estas tres referencias: (i) frecuencia cardiaca,
(ii) observación del entrenador, y, (iii) resíntesis del sistema de energía utilizado.
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Frecuencia
1. Definición
La frecuencia como componente estructural del ejercicio de entrenamiento es
definida por el número de repeticiones de un ejercicio o serie de ejercicios en la
unidad de tiempo, sea dentro de la misma sesión, sea en cuanto a número de
sesiones por microciclo o por ciclo anual de entrenamiento.
2. Número de repeticiones
La naturaleza de los efectos del entrenamiento, influenciada por el número
de repeticiones de uno o varios ejercicios, es de dimensión compleja. Por ejemplo,
en una sesión en la que se intenta desarrollar el contraataque o ataque rápido con
pausas completas, si realizamos un bajo número de repeticiones se concentrarán los
efectos en la velocidad y el ritmo de juego. Pero si aumentamos incoherentemente el
número de repeticiones (frecuencia), creamos condiciones para la reducción gradual
de la velocidad motora, pasando a desarrollar la resistencia anaeróbica, y, si
insistimos, la aeróbica. De esta manera, un aumento en el número de repeticiones
del ejercicio específico transformó una sesión orientada al ritmo y velocidad de
ataque en otra del mismo tema, pero en régimen de resistencia.
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Importancia
Todos los ejercicios de entrenamiento con carácter específico del juego tienen
implícitos un conjunto de elementos estructurales de ámbito reglamentario, temporal,
espacial, comportamental, numérico e instrumental. A través del estudio de estos
elementos se establece la posibilidad de:
(i) su manipulación, para dar preponderancia a unos u otros,
(ii) desarrollar estados diferenciados para acceder a determinado/s elemento/s, por
medio de condiciones, (iii) comprender sus interrelaciones,
(iv) utilizar diferentes estrategias de intervención para un mismo objetivo, a través
del reclutamiento de diferentes condicionantes estructurales, y
(v) potenciar determinados efectos, direccionando diferentes mecanismos de
decisión y acción.
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Objetivos
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(4) Dimensión física. Podría ser que cada jugador, después de contactar con
el balón, tenga que hacer un salto, o unos abdominales, o una flexión de
brazos/piernas, o una carrera, etc.
Reglas básicas
Efectos
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objetivos a diferentes plazos), los efectos de los ejercicios se hacen sentir en: (1) la
concreción de decisiones y respuestas; (2) la elevación de la capacidad de
responder a las demandas individuales y colectivas, y (3) en el afinado de las
relaciones del espacio con la acción y el número.
Constreñimientos/Limitaciones
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Momentos de aplicación
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Condicionante reglamentaria
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Condicionante espacio
(2) Común. Igual que en el juego real, todos se pueden mover libremente.
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Condicionante táctico-técnica
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Condicionante tiempo
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Condicionante número
(2) Limitadas. Aquí el jugador puede decidir entre varias soluciones, siempre
dentro del límite impuesto. Por ejemplo, cuando ponemos como condición dar
un máximo de tres contactos/intervención, el jugador puede agotar el número
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(1) Fijo. En este caso obligamos a respetar un número fijo de pases, lo cual
implica que el equipo tiene que relacionar los objetivos del ejercicio con el
número de pases obligado, ya que, por ejemplo, no sería válido un gol si no
se hubiera completado antes el total de pases prescrito; ello obliga a
numerosas variaciones y adaptaciones.
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Condicionante instrumental
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3. La aceleración del rendimiento del jugador sólo podrá ser cimentada con
diferentes medios y diferentes potenciales de entrenamiento, creando la
variabilidad necesaria para un mejor desarrollo de la adaptación del jugador y de
la organización dinámica del equipo.
Una taxonomía de los ejercicios del juego de fútbol, deberá presentar las
siguientes cuatro líneas orientadoras:
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PROGRAMA PRÁCTICO
Los ejercicios de preparación general son conceptualizados y operacionados sin tener en cuenta ni los
contextos situacionales, ni los condicionantes estructurales objetivos en los que se realiza la competición del
juego de fútbol. En la práctica, son todos los ejercicios que no incluyen la utilización de la pelota como centro de
decisión y acción motora del jugador. En efecto, las diferentes acciones motoras de respuesta a los diferentes
contextos situacionales de la actividad competitiva requieren siempre la movilización de un conjunto de
capacidades condicionales de soporte para que la ejecución sea eficiente o eficaz. En este sentido, cada
respuesta motora requiere diferentes niveles de exigencia de fuerza, velocidad, resistencia y flexibilidad. Importa
tener presente que cualquier acción motora, más o menos compleja, resulta inevitablemente de dos aspectos
esenciales: (i) las múltiples formas de combinación de capacidades condicionales con los elementos críticos que
constituyen cada acción motora, y (ii) de la combinación, en diferentes proporciones, de todas las capacidades o
formas específicas de manifestación, ya que ninguna acción motora, por muy simple que pueda parecer, está
basada en una sola capacidad condicional.
Características
Las capacidades condicionales (velocidad, fuerza, resistencia y flexibilidad) presentan, también, dos
aspectos fundamentales:
1. Independencia elementar. Este aspecto significa que las diferentes capacidades condicionales podrán
ser estudiadas y potenciadas de forma aislada, a través de diferentes medios de entrenamiento. En este
ámbito, podemos constatar que éstas son: (i) soportadas e influenciadas de forma predominante por un
sistema funcional específico, (ii) transferibles (de forma positiva o negativa) entre acciones motoras
estructuralmente semejantes, (iii) significativas para todas las acciones motoras, estando así contenidas en
todas ellas, aunque con predominancias diferenciadas (iv) individualizables, dentro de ciertos limites, ya que
su grado de manifestación no está influenciado por el grado de manifestación de otros presupuestos de
rendimiento, aunque surja asociada a ellos en el movimiento, y establezca con ellos relaciones o
interrelaciones, y, (v) entrenables a través del desenvolvimiento de un sistema propio de medios y métodos
de entrenamiento coherentes y sistematizados.
2. Interrelación compleja. La potenciación de una de las capacidades al más alto nivel, podrá aumentar
(transferencia positiva, por ejemplo entre el entrenamiento de la fuerza rápida con la velocidad de
aceleración) o disminuir (transferencia negativa, por ejemplo la influencia negativa de la fuerza máxima en la
flexibilidad) el rendimiento de las diferentes formas de manifestación de las capacidades condicionales.
Componentes
Sin perder de vista los presupuestos fundamentales referidos, podemos establecer algunos ejemplos de
ejercicios condicionales con una perspectiva individualizada:
1. Ejercicios de carrera continua o variable (para la mejora de la resistencia de base). Estos ejercicios
son construidos en base a los diferentes sistemas de producción de energía y respetando las componentes
estructurales de volumen, intensidad, densidad y frecuencia, teniendo o no en cuenta la observación de la
realidad competitiva que el juego del fútbol encierra en sí. Quiere decirse que existe la posibilidad de que
estos ejercicios sean elaborados a partir de las observaciones y análisis de los desplazamientos de los
jugadores cuando compiten. Partiendo de estos datos, se puede intentar reproducir esos índices en los
ejercicios de entrenamiento con el objeto de mejorar las capacidades de resistencia general de los
jugadores, teniendo también en cuenta las diferencias de sus misiones tácticas (defensa, delantero,
portero...) dentro del sistema de juego del equipo. En función del grado de especificidad con respecto a la
situación competitiva, podemos clasificar la resistencia distinguiendo dos tipos: (i) resistencia general o de
base y, (ii) resistencia específica.
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(1) Resistencia general o de base. Las características fundamentales del trabajo de resistencia
general se manifiesta en los siguientes aspectos: (i) fomenta la preparación multilateral de los
jugadores, contribuyendo a la mejora de la coordinación motora, factor importante en las modalidades
“complejas”, (ii) direcciona los procesos de recuperación del jugador, después de la realización de
períodos de entrenamiento con elevados niveles de volumen e intensidad. En efecto, la resistencia
general como factor de recuperación activa disminuye la posibilidad de la aparición de estados de
sobreentrenamiento, y, coincidentemente, el aparecimiento de lesiones y la frecuencia de su
manifestación. (iii) crea una base funcional sobre la que se deberá apoyar firmemente la resistencia
específica. En este sentido, la resistencia general, enfocada al rendimiento deportivo del jugador,
asumirá un carácter auxiliar en el perfeccionamiento del proceso de entreno, ampliando las reservas de
adaptación del organismo; (iv) potencia condiciones positivas para la variación de ejercicios de
entrenamiento utilizados en las diferentes unidades del proceso de entreno (sesiones, microciclos, etc.).
Es importante mantener una cierta variación entre los ejercicios de resistencia general y específica.
2. Ejercicios para aumentar la tasa de producción de fuerza. Estos ejercicios son construidos con base
en las diferentes formas de manifestación de la fuerza. Tal como en el caso de la resistencia, podrán ser
elaborados de forma que se correspondan y respeten la predominancia de cada forma de manifestación de
la cualidad en directa relación con la realidad competitiva del juego del fútbol. La fuerza puede ser
clasificada de varias formas. Cada una de ellas está definida por manifestaciones de diferentes capacidades
del sistema neuromuscular. En este sentido, podemos considerar la capacidad de fuerza dividida en tres
tipos específicos: (i) máxima, (ii) rápida y, (iii) resistente.
(1) Máxima. Es entendida como el valor más elevado de fuerza que el sistema neuromuscular es capaz
de producir, independientemente del factor tiempo, contra una resistencia inmóvil. La fuerza máxima es
la componente básica de la fuerza muscular, estando desde un punto de vista jerárquico en un nivel
superior, lo que significa en términos prácticos que cualquier alteración de los niveles de fuerza máxima
condicionan, por sí solos, elevando o disminuyendo los parámetros de la fuerza rápida y la fuerza
resistente. En el dominio de la fuerza máxima influyen, además de evidenciar, formas de manifestación
de la fuerza que están íntimamente relacionadas con el peso del jugador: (i) la fuerza relativa, que es el
valor de la fuerza que puede ejercer un jugador por unidad de su peso corporal (norm. Kilo) y, (ii) la
fuerza óptima, que es el nivel ideal de fuerza máxima necesaria en una determinada modalidad
deportiva, teniendo en cuenta que un aumento de los niveles de fuerza máxima pudiera pasar a ser
contraproducente con vistas a la obtención de buenos resultados.
(2) Rápida. Representa la capacidad del sistema neuromuscular para producir movimientos a velocidad
elevada en un determinado período de tiempo, venciendo resistencias de valor medio y bajo. La fuerza
rápida es prioritaria en la mayoría de los deportes acíclicos, como es el caso de los juegos deportivos
colectivos. Podemos distinguir tres componentes relativos a la fuerza rápida, pese a que éstos no deben
ser abordados separadamente, ya que se tratan de conceptos interrelacionados y que fácilmente se
confunden: (i) la fuerza inicial, que es la capacidad del sistema neuromuscular de desarrollar, a partir de
cero, la mayor fuerza posible en la menor unidad de tiempo posible, (ii) la fuerza explosiva, que es la
capacidad neuromuscular de continuar ejerciendo las tensiones ya iniciadas, lo más rápidamente
posible, y (iii) la fuerza reactiva, que es la capacidad de pasar rápidamente de una contracción
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excéntrica a una contracción concéntrica. La fuerza reactiva regula los altos rendimientos en
modalidades deportivas en las que la actividad del ciclo muscular alargamiento-acortamiento es
determinante para la obtención de buenos resultados, como es precisamente el caso del fútbol.
(3) Resistente. Representa una capacidad mixta de fuerza y resistencia. Se manifiesta en la posibilidad
de realizar esfuerzos de fuerza en actividades de media y larga duración, resistiendo la fatiga y
manteniendo el funcionamiento muscular en niveles elevados.
3. Ejercicios de velocidad. Estos ejercicios buscan la mejora de las diferentes formas básicas de
manifestación de la velocidad, tal como la de reacción (simple y compleja), máxima, resistente, etc.
Verchoshanskij (1988) refiere que " el rendimiento deportivo está determinado por diferentes factores, que
también desempeñan un papel significativo en el desarrollo del rendimiento del practicante. Esos factores no
tienen todos el mismo valor. Algunos son más importantes, o uno en concreto puede ser el más importante –
el factor principal-, que determina de forma dominante y objetiva el rendimiento deportivo y su evolución”. Si
a partir de aquí analizáramos las variadas modalidades deportivas con importante componente locomotiva,
podremos ver a la velocidad de movimientos del jugador como el factor dominante. La velocidad, casi
exclusivamente, determina decisivamente el resultado deportivo. Los demás factores, como son la fuerza y
la resistencia, por supuesto que son importantes, pero no “hacen” el rendimiento. El establecimiento
concreto de objetivos en el ámbito del desarrollo de estos factores consiste entonces en facilitar la ejecución
del ejercicio de competición con la máxima velocidad posible y posibilitar nuevos progresos de la velocidad,
a través del perfeccionamiento cuantitativo y cualitativo en el entrenamiento. En este sentido, la velocidad en
el juego del fútbol se expresa por la rapidez de percepción y análisis de la situación, de la velocidad al
encontrar mentalmente la solución del problema y por la velocidad en la ejecución motora de esa respuesta
a las variabilidades y transitoriedades de las situaciones contextuales de competición. La velocidad como
factor condicional de la ejecución de la acción motora podría ser clasificada atendiendo a diferentes criterios,
los cuales establecen diferentes formas de manifestación. Así, si tomáramos por criterio el ámbito cognitivo,
podríamos evidenciar la velocidad de percepción, la velocidad de discriminación de los indicadores
pertinentes de la situación dada, la velocidad de anticipación, la velocidad de encontrar solución, etc. En
términos “clásicos” aún es habitual clasificar la velocidad según un criterio neuromuscular. En este contexto,
podemos distinguir cuatro formas de manifestación de la velocidad: (i) reacción, (ii) ejecución, (iii)
aceleración y (iv) resistente.
(1) Reacción. Es la capacidad del sistema neuromuscular para responder a una estimulación dada en
el menor tiempo posible. La reacción al estímulo puede ser considerada bajo dos formas: (i) simples,
que es la respuesta a una señal conocida con anticipación del momento en que va a suceder y con
conocimiento del tipo de respuesta que hay que dar, y (ii) compleja, que es la respuesta a una señal, sin
conocer exactamente ni cuándo ni cómo va a ser esa señal, ni tampoco tener una respuesta motora
exclusiva. Es una reacción por elección, por selección dentro de las varias soluciones posibles. La
velocidad y precisión de la reacción compleja son determinadas por los siguientes factores: (a)
capacidad de observación, (b) capacidad de anticipación y resolución, (c) capacidad de orientarse
correctamente, que depende a su vez del sentido del equilibrio y de la adaptación motora, (d) capacidad
motora específica, (e) nivel de pensamiento táctico, (f) conocimiento y experiencias de juego, y, (g)
velocidad del movimiento, como elemento exteriormente condicionante.
(2) Ejecución. Es la capacidad del sistema neuromuscular para efectuar una acción con la velocidad de
contracción máxima por parte de un músculo o un grupo muscular. La velocidad de ejecución es, de
este modo, la velocidad máxima de contracción al ejecutarse una acción motora; p. ej. , el remate.
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movilización de esas reservas de energía sin presencia de oxígeno, (iii) capacidad muscular para poder
seguirse contrayendo, incluso en presencia de fuerte concentración de ácido láctico en la sangre, y, (iv)
capacidad volitiva, movilización de las reservas de “voluntad”.
4. Ejercicios para mejorar o mantener niveles de flexibilidad. Estos ejercicios determinan que el jugador
pueda: (i) mejorar la ejecución de sus acciones táctico-técnicas, facilitando su práctica y optimizando de
igual modo su aprendizaje. En sentido contrario, la falta de flexibilidad parece condicionar la economía en la
ejecución de las acciones, lo que facilita la aparición de la fatiga, (ii) ayuda a crear una imagen de facilidad y
suavidad. Desde la biomecánica, una mayor amplitud de movimientos permite aumentar la velocidad, la
energía y el “momento” que es necesario generar durante la ejecución técnica. Por otro lado, permite
también producir una mayor cantidad de fuerza en los músculos involucrados en el movimiento, porque la
energía elástica que es producida durante la fase de estiramiento es almacenada en el tejido muscular y es
utilizada en el acortamiento subsiguiente, (iii) promueve la relajación. Desde el punto de vista puramente
fisiológico, la relajación disminuye la tensión muscular. Los altos niveles de tensión muscular tienen efectos
negativos varios (disminución de la vigilancia, aumento de la presión arterial, menor economía, disminución
del aporte de oxígeno y de los nutrientes al músculo, lesiones, etc.), que predisponen a la fatiga. El trabajo
de flexibilidad permite un mejor conocimiento de los límites del jugador, siendo en este sentido una óptima
forma de enriquecimiento personal e interiorización, y, (iv) disminuye la probabilidad de lesionarse
(prevención). Existe una amplitud “óptima”, que depende del tipo de movimiento de la modalidad deportiva
concreta y permite, de hecho, disminuir el riesgo de lesión cuando los músculos y las articulaciones sean
accidentalmente hiper-estirados. Podemos clasificar la flexibilidad bajo dos criterios: (i) de la existencia o no
de movimiento, y, (ii) de la acción que origina la amplitud máxima.
(1) Existencia o no de movimento. En este marco se divide en: (i) estática, que se evidencia cuando
se sostiene durante un cierto tiempo una determinada posición de la articulación. Así, es la amplitud del
movimiento de una articulación sin entrar a valorar la velocidad, y, (ii) dinámica, que es la capacidad de
utilizar la amplitud del movimiento de una articulación durante la actividad, que puede demandar
movimientos normales o rápidos. Estos dos tipos de flexibilidad no están necesariamente relacionados.
(2) En función de la acción que origina la amplitud máxima. En este caso, clasificamos la flexibilidad
en: (i) pasiva, siendo producida utilizando solamente las fuerzas internas. Representa la amplitud
gestual obtenida a nivel de una articulación sin ayuda y como resultado de la contracción muscular, o
sea, por la acción exclusiva de la musculatura agonista, y, (ii) activa, mayor que la flexibilidad pasiva,
que representa la amplitud máxima a nivel de una articulación, obtenida por la intervención de una
fuerza externa (gravedad, compañero, propio peso, etc.) *
*(nota del traductor: se reproduce fielmente el texto, pese a que parece haber una diferencia conceptual
con la ortodoxia española, al menos)
Objetivos
Los ejercicios que no incluyan el balón como elemento central en la percepción y análisis de la
situación, solución mental que soporta una solución motora a través de programas motores específicos con
respecto a la realidad de la actividad deportiva, son considerados medios generales de entrenamiento. Estos
ejercicios tienen como objetivos fundamentales los siguientes aspectos: (i) aislar uno o varios factores
condicionantes, (ii) fomentar procesos de preparación, (iii) activar procesos de recuperación, (iv) concretar una
base orgánica funcional, y, (v) crear condiciones positivas para la alternancia de ejercicios.
1. Aislar uno o varios factores condicionantes. Los factores condicionales de entrenamiento, como la
fuerza, la velocidad, la resistencia y la flexibilidad podrían ser mejorados y potenciados individuadamente.
De esta forma, “se espera” que sus efectos tengan un nivel de transferibilidad positiva para soportar o
posteriormente potenciar uno o varios programas motores específicos de respuesta a las situaciones reales
de competición.
2. Fomentar procesos de preparación. Los ejercicios de entrenamiento de carácter general podrán tener
como objetivo fundamental el aumento de la actividad de los diferentes sistemas funcionales de ámbito
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cognitivo, orgánico, neuromuscular y psicológico, con vistas a preparar al organismo para la siguiente parte
del entrenamiento, esto es, para la parte principal de la sesión de entrenamiento. En este sentido, podemos
resumir los objetivos de esta preparación (también denominada “de calentamiento”) de la forma que sigue:
(i) facilitar la adaptación progresiva del organismo, principalmente de sus grandes sistemas: cardiopulmonar,
neuromuscular y articular, para un esfuerzo intenso y prolongado, (ii) preparar a los jugadores en el plano
psicológico para el entrenamiento, desde el momento en que el movimiento tiene un efecto tranquilizador, y,
(iii) evitar, en la medida de lo posible, las posibilidades de lesiones musculares, articulares y tendinosas.
4. Concretizar una base orgánica funcional. Los ejercicios de preparación general las condiciones para
que se promueva una adaptación orgánica funcional de base, esto es, mínima, con vistas a apoyar/soportar
la aplicación de los ejercicios especiales de preparación del jugador.
5. Crear condiciones positivas en la alternacia entre ejercicios. Durante la pausa entre la realización de
dos ejercicios de carácter específico, con una complejidad dada, es útil utilizar ejercicios generales como por
ejemplo: estiramientos, carrera a ritmo lento, etc. con la intención de recuperar físicamente tras el ejercicio
realizado y preparar mentalmente para el siguiente ejercicio.
Los factores condicionales determinan en gran medida el cumplimiento de las exigencias inherentes al
aprendizaje y, especialmente, al perfeccionamiento y desarrollo de las acciones motoras de respuesta a los
contextos situacionales que derivan de la competición de fútbol. Una acción de remate, por ejemplo, podrá ser
realizada de forma “técnicamente” correcta y en el momento “tácticamente” preciso, pero ser ineficiente debido a
una fuerza insuficiente producida por los grupos musculares implicados en la ejecución de esa acción técnico-
táctica, la cual, lógicamente, resulta ineficaz. Un jugador podrá ejecutar una acción de desmarque, con el objetivo
táctico de desequilibrar la organización defensiva del equipo adversario, pero su acción puede no producir efecto
positivo alguno si la velocidad con la que éste se desplaza fuera tan escasa que determinara la imposibilidad de
establecer condiciones ventajosas para la conclusión del proceso ofensivo de su equipo.
Es fácil concluir que la mejora adecuada y específica de las capacidades condicionales, -que soportan la
respuesta motora, de forma interdependiente (léase “no compartimentada”)- con su perfeccionamiento y
desarrollo, establece la potenciación en sentido positivo de su eficacia y eficiencia, cuando son reproducidas en
situaciones de entrenamiento o competición. De esta manera, podemos imaginar lo que esta mejora podría
aportar a los jugadores, que ejecutan “técnicamente” bien (desde el punto de vista biomecánico), pero cuya
ejecución no posee la fuerza, la resistencia, la velocidad o la flexibilidad necesarias para una afirmación correcta
de esos mismos comportamientos motores.
Aunque no sea discutible la importancia de las capacidades condicionales en la mejora de la ejecución de las
acciones motoras, lo que sí es discutible en la mayoría de las situaciones es la conceptualización subyacente a
la construcción de los ejercicios, medios y métodos de entrenamiento utilizados para el desarrollo de las
capacidades condicionales que soportan los diferentes procedimientos táctico-técnicos, tanto durante su
aprendizaje como más tarde, durante sus propios procesos de perfeccionamiento y desarrollo. Si la
conceptualización de base hubiera sido la compartimentación de las diferentes capacidades condicionales, y de
la ejecución motora, descontextualizada de la situación en la que éstas normalmente ocurren, desarrollaremos
sin duda jugadores más “fuertes”, más “rápidos”, más “resistentes” y más “flexibles”, ejecutando acciones
motoras desajustadas en el dominio técnico, táctico, estratégico, etc. y consecuentemente ineficaces con
respecto a los objetivos de la lógica interna del juego fútbol. A pesar de la relación de interdependencia entre el
factor motor y el factor condicional, es igualmente importante considerar la existencia de una subordinación entre
lo que es esencial (en este caso, la acción técnica o táctico-técnica) y lo que es complementario (la condición en
sus diferentes formas de manifestación). Así, el entrenador deberá conceptualizar ejercicios de entrenamiento
que potencien las diferentes capacidades condicionales de soporte a la respuesta motora del practicante,
siempre que sea posible, de forma integrada, y que corresponda al nivel de las capacidades de los jugadores,
corrigiendo la ejecución con “errores técnicos”, pero que puedan originarse en falta de velocidad, de fuerza, de
resistencia y de flexibilidad (a pesar de que éstos se esforzasen para ejecutar eficaz/eficientemente la acción
motora). A la inversa, tampoco será correcto desde el punto de vista deportivo desarrollar de forma más o menos
profunda, exhaustiva, las capacidades condicionales o sus diferentes formas de manifestación, si al mismo
tiempo se desvirtúa la ejecución de la respuesta motora en el plano de su perfeccionamiento o de su mero
desarrollo.
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El modelado es el proceso que intenta correlacionar el ejercicio de entrenamiento con las exigencias
específicas de la competición. Según esta forma de pensar, cuanto mayor fuese el grado de correspondencia
entre los modelos utilizados (ejercicios de entrenamiento) y la competición futbolística, mejores y más eficaces
serán sus efectos, fundamentándose así la optimización del proceso de entrenamiento. El modelado intenta
trasladar al entrenamiento los modelos más eficaces, tanto como las tendencias evolutivas que caracterizan el
desempeño de los mejores jugadores y de los mejores equipos del mundo. De esta manera, se estimula, a través
de los ejercicios de entrenamiento, el desarrollo de actitudes y comportamientos táctico-técnicos que serán
altamente potenciados por medio de la maximalización de los factores condicionales específicos de soporte. De
hecho, no siempre se ha prestado la debida atención a la necesidad de crear ejercicios de entrenamiento que
integrasen de forma inter-activa los diferentes factores del entrenamiento, específicamente, en el sentido de la
fundamentación de este proceso; ni desde el punto de vista conceptual, ni desde el punto de vista metodológico
y aplicativo. Partiendo de esta perspectiva, han sido muchas veces establecidas pautas para los parámetros de
la fuerza, de la velocidad, de la resistencia y de la flexibilidad, sin tener en cuenta la verdadera esencia y
finalidad de los ejercicios de entrenamiento en cuanto a la concreción del perfeccionamiento y desarrollo de la
acción de respuesta motora a la contextualidad de la situación propuesta.
Características
Los ejercicios especiales de preparación general tienen por objetivo desarrollar el contenido específico
del juego, a través de una relación primordial del jugador con el balón, siendo éste el elemento determinante de
su acción, conjuntamente con un reducido número de compañeros y adversarios. Es muy importante en este
ámbito reflexionar sobre la importancia de la presencia del balón, como elemento constitutivo fundamental de los
ejercicios específicos de preparación general y de los ejercicios de preparación específica. En el juego del fútbol
la presencia del balón es el elemento que: (1) en términos individuales determina un trabajo sistemático
denominado de técnica individual, y, (2) en términos colectivos regula los problemas de sincronización del equipo
y concomitantemente la desincronización de las acciones del equipo adversario. Resumiendo, “la pelota es el
elemento que separa o une a los jugadores” (Grehaigne, 1992). Así, la pelota, en el juego de fútbol, confiere a
su portador un estatuto especial, adjudicándole responsabilidades específicas en relación a las elecciones
tácticas de carácter individual o también de relación colectiva. Los diferentes elementos materiales del juego
(portería, líneas limitadoras, etc.) y en especial el balón constituyen en la realidad el eje a partir del cual se
pueden expresar un número infinito de relaciones abstractas. La pelota y su posicionamiento en el espacio de
juego crea un sistema de ambivalencias y un núcleo de permutaciones que forman un centro, a partir del cual el
sistema se constituye.
El balón no suscita solamente las relaciones interpersonales, sino también la lucha entre dos jugadores
o entre dos equipos. Es el objeto que convoca y seduce, apareciendo como el trazo de unión posible entre todas
las situaciones contextuales del juego. Desde una perspectiva dualista del problema, se podría decir que la
pelota es el elemento de mediación entre el ataque y la defensa, esto es, con su posesión es posible atacar de
manera que se concrete el objetivo del juego (el gol). En otro sentido, el hecho de no poseer el balón determina
la necesidad de recuperarla, evitando que ésta sea utilizada para que el equipo rival concrete un gol. Este hecho
determina la reversibilidad del juego futbolístico, en el cual los jugadores desempeñan en cada momento
acciones de predominancia ofensiva o defensiva, en función de ser o no poseedor del balón, de las diferentes
configuraciones del juego y de los objetivos estratégico-tácticos para ese momento. Concretamente, los
ejercicios específicos de preparación general establecen la relación del jugador con la pelota, pero no implican la
concreción del objetivo fundamental (el gol).
Clasificación
Los ejercicios específicos de preparación general manipulan las condicionantes estructurales, tales
como el espacio, el número, el tiempo, el reglamento, etc., de forma que se creen condiciones favorables para
potenciar la relación del jugador con la pelota y un número restringido de compañeros y adversario con los que
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éste se relaciona, y los cuales van a ser progresivamente aumentados hasta alcanzar el número establecido por
el reglamento de la modalidad y la capacidad de prestación de los jugadores. En el ámbito de esta clasificación
agruparemos los ejercicios de ahí derivados en cuatro grandes temas:
2. Mantenimiento de la posesión del balón. Estos ejercicios son caracterizados por la creación de condiciones
que objetiven resoluciones tácticas de las diferentes acciones del juego, desde el lado de la seguridad. Esto
significa la concreción de un esfuerzo colectivo, en el cual el equipo, siendo impedido de atacar la puerta rival o
no existiendo condiciones favorables para hacerlo, prefiere mantener la posesión del balón antes que correr el
riesgo de “regalarla” al adversario de forma extemporánea e irreflexiva. Los ejercicios que tienen por objetivo el
mantenimiento de la posesión del balón pueden ser organizados bajo tres grandes grupos:
(1) Ejercicios para mantenimiento de posesión en espacios reducidos, los cuales pueden a su vez ser divididos
en: (i) realizados en superioridad numérica, (ii) realizados en igualdad numérica, (iii) realizados en inferioridad
numérica, (iv) realizados con apoyos, (v) realizados con tres equipos, (vi) con objetivos tácticos múltiples.
(2) Ejercicios para mantenimiento de posesión en espacios de juego reglamentario, los cuales pueden ser
divididos en: (i) realizados en superioridad numérica, (ii) realizados en igualdad numérica, (iii) en inferioridad
numérica, (iv) realizados con tres equipos, (v) con objetivos tácticos múltiples y, (vi) con dominante de carácter
físico, y,
(3) Ejercicios para mantenimiento de posesión combinando con los métodos de juego ofensivo y defensivo,
siendo constituidos por el (i) contra-ataque, (ii) ataque rápido, (iii) ataque posicional, y, (4) defensa de zona
presionante.
3. En circuito. Los ejercicios de entrenamiento organizados son constituidos por un conjunto, más o menos
extenso, de estaciones metodológica y estratégicamente situadas en el espacio de entreno y diferenciadas por la
ejecución de acciones motoras de carácter específico o inespecífico. En función de la predominancia del tipo de
tarea establecida para cada una de las estaciones a cubrir, podemos clasificar los circuitos de entrenamiento
como de índole eminentemente a) técnica, b) táctico-técnica o c) técnico-física. En este sentido, organizaremos
los ejercicios de entrenamiento en circuito bajo cuatro temas fundamentales: (1) circuitos técnico-físicos, los
cuales a su vez pueden ser clasificados como de: (i) fuerza-resistencia, (ii) fuerza-velocidad, y, (iii) velocidad-
resistente; (2) técnico/táctico-físicos, (3) técnico/tácticos-técnicos, y (4) técnico-recreativos.
4. Lúdico-recreativos. Estos ejercicios de entrenamiento promueven a los jugadores tareas de carácter lúdico y
recreativo, de forma que contribuyan al perfeccionamiento técnico, al fortalecimiento del espíritu de equipo y a la
creación de condiciones que minimicen las tensiones que derivan de situaciones pre- o post- competitivas.
Objetivos
Partiendo de estos presupuestos, los ejercicios especiales de preparación general tienen la finalidad de alcanzar
los siguientes cuatro aspectos fundamentales en lo que se refiere:
3. A las fuentes energéticas. Estos ejercicios condicionan la utilización de diferentes vías de producción
energética en regímenes próximos a la realidad competitiva, aunque inferiores en exigencia debido al
aumento del número y tiempo de pausas entre ejercicios.
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4. A los factores psico-emocionales. Estos ejercicios demandan del jugador una involucración psíquica en
el contexto del entrenamiento, de forma que lo habitúen a ambientes de elevado estrés emocional, y a
canalizar de forma positiva esos factores.
Ejercicios descontextualizados
1. Concepto
2. Objetivos
Cualquier actividad humana, en el ámbito que sea, se basa en una determinada racionalidad, que está
generalmente caracterizada por la técnica. En efecto, durante la actividad competitiva el desempeño de un
jugador o un equipo consiste siempre en la unidad entre la ejecución de una acción o de acciones sucesivas
y el resultado objetivo de esa/s acción/es. En competición o en entrenamiento, cuando decimos que éste o
aquel jugador tienen una buena técnica, intentamos expresar que su forma de resolver las diferentes
contextualidades situacionales es: (1) más precisa, más segura y más económica y, (2) coherente y
adaptada con relación a los comportamientos de los restantes compañeros en una dimensión estratégica
(preconcebida) y táctica (establecida por las circunstancias de la situación de juego). Los objetivos básicos
en la aplicación de estos ejercicios de entrenamiento se basan fundamentalmente en la posibilidad de que
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los jugadores desenvuelvan sus tareas de carácter fundamentalmente técnico en espacios reducidos,
organizados en pequeños grupos, en el cual se:
3. Producen elevadas tasas de éxito en la realización de las acciones técnicas que se pretende
aprender o perfeccionar. Esta elevada tasa deriva principalmente de la baja complejidad de las
situaciones programadas.
4. Desarrollan condiciones para la mejora simultánea de las capacidades físicas específicas de los
jugadores. Efectivamente, estos ejercicios de entrenamiento pueden prescribir simultáneamente tareas
de carácter eminentemente físico, realizadas de forma secuencial a las acciones técnicas a ejecutar
(p.ej.: el jugador, después de ejecutar un pase, tiene que saltar sobre una o varias barreras, o efectuar
desplazamientos rápidos y cortos, abdominales, salticados, repiqueteos, etc.)
3. Reglas
La acción técnica es, para la generalidad de las modalidades deportivas, factor importante de su
estructura de rendimiento, y, en algunas, es ella misma el único elemento determinante de ese rendimiento.
Esta importancia deriva esencialmente de la complejidad de las habilidades motores exigida por ella. Por
tanto, la acción técnica tiene para cada una de ellas una implicación más o menos preponderante. Es más,
tiene importancia retener que, incluso en las modalidades deportivas en las que los procedimientos técnicos
de base son determinados fundamentalmente por factores tácticos, estéticos, o por aspectos energéticos (en
este caso fundamentados en un movimiento cíclico), se vuelve imposible alcanzar un elevado rendimiento
sin una óptima expresión técnica. En otras palabras, a pesar de los diferentes factores que condicionan la
capacidad de rendimiento de los jugadores, éstos sólo pueden manifestar su total eficiencia cuando están
enlazados por el factor técnico. Las reglas básicas para la construcción de estos ejercicios de entrenamiento
se fundamentan en los siguientes seis aspectos fundamentales:
1. Distribuir un pequeño número de jugadores por grupo (entre dos y ocho jugadores), lo cual es
determinado por la tasa de actividad que pretendemos que éstos cumplan (más o menos elevada). Así,
si disminuimos el número de jugadores por grupo, se aumenta la tasa de actividad (intervención sobre la
pelota), incrementando igualmente las componentes estructurales del ejercicio de entrenamiento,
especialmente en lo que se refiere a la intensidad, frecuencia y densidad. Inversamente, si aumentamos
el número de jugadores por grupo, se aumenta la tasa de inactividad, disminuyendo del mismo modo las
componentes estructurales del ejercicio de entrenamiento, fundamentalmente en lo que se refiere a la
relación entre el tiempo de pausa y actividad de los jugadores (densidad).
2. Usar espacios reducidos de juego, con vistas a aumentar el número de intervenciones de los
jugadores por unidad de tiempo, posibilitando de este modo que éstos se encuentren continuamente en
el centro de la decisión desarrollando, en este contexto, las tareas a realizar.
5. Posibilitar aproximaciones a las condiciones por las cuales se mueven las circulaciones tácticas
esenciales en el modelo de juego del equipo, reproduciéndolas de forma fragmentada y estandarizada.
Así se objetiva un mínimo de transferencia para situaciones de entreno más próximas a las condiciones
reales de competición.
6. Planear tiempos de ejecución correctos, no debiendo ser muy prolongados, pues hay que ser
consciente de que estos ejercicios no son esenciales para el aprendizaje y perfeccionamiento del juego
futbolístico, no reproducen su lógica interna, ni siquiera el modelo de juego adoptado. Por tanto, su
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4. Efectos
3. Los jugadores, al elevar el número de ejecuciones motores por unidad de tiempo (repetitividad,
reiteración), son obligados a alcanzar un marco en el que conocen las circunstancias y la respuesta
técnica a realizar, teniendo “solamente” que adaptarla con respecto a la velocidad del balón (mayor o
menor), a su dirección (más o menos correcta), a su trayectoria (más o menos rasante) y al “efecto” al
que éste puede venir sometido.
4. Los jugadores, mediante el incremento de la complejidad del ejercicio, podrán mantener una
elevada tasa de éxito en la ejecución de la acción técnica, aspecto fundamental para la afirmación de su
capacidad. En este aspecto, se desarrolla en los jugadores, simultáneamente, la reflexión crítica sobre
sus reales capacidades y las posibilidades de evolución en el futuro. Así, no es de extrañar que los
propios jugadores, individualmente, establezcan en su interioridad objetivos más ambiciosos que los
que traslada el propio entrenador, cuando éste presente la tarea a realizar (p.ej.: no fallar ni un pase,
dar pases siempre óptimos al compañero, etc.)
6. Los jugadores pueden también realizar estos ejercicios de entrenamiento bajo condiciones de
predominancia física. En este sentido, ejecutan constantes desplazamientos en diferentes direcciones e
intensidades y con períodos de descanso dirigidos, que en el final de algún momento de la ejercitación
corresponden a los diferentes ejercicios de carácter general de entreno de la resistencia, velocidad
corta, velocidad resistente, de fuerza rápida, de destreza, de coordinación motora, etc. Ejercicios ésos
tantas veces realizados en el entrenamiento, de forma estereotipada, artificial y totalmente separada de
cualquier contexto situacional relacionado con el juego del fútbol, los cuales tienen un efecto
(transferencia positiva) muy dudoso en el desarrollo de los jugadores, tanto en el plano motor, como en
el plano físico específico enfocado al entreno de este deporte.
5. Limitaciones
Pese a las posibilidades referidas, y debido al hecho de que estos ejercicios de entrenamiento se
realizan en espacios restringidos, para que el entrenador pueda controlar eficazmente su realización, es
importante tener en cuenta seis aspectos con vistas a no desvirtuar los efectos positivos que aporta su
práctica:
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1. No perder mucho tiempo con este tipo de ejercicios de entrenamiento, y, en especial, cuando se
de el caso de que los jugadores tarden mucho en aprenderlos. Es preciso no olvidar que estos ejercicios
no son fundamentales para el entrenamiento del fútbol, ni tampoco para la implantación o desarrollo del
modelo de juego adoptado. Por ello, la construcción de estos ejercicios se debe caracterizar por que
sean de fácil comprensión para los jugadores, tanto la organización como la ejecución. No hemos de
extrañarnos de su momento idóneo de aplicación sea durante el período de calentamiento o entre dos
situaciones o ejercicios que produzcan alta fatiga. En este caso, la aplicación de estos ejercicios,
además de la utilización de los programas motores de soporte y de acción motora en situaciones de
fatiga, buscan también configurar un efecto regulador de los parámetros fisiológicos, creando
condiciones favorables para la práctica del siguiente ejercicio de entrenamiento.
4. Mantener un elevado nivel de concentración y motivación entre los jugadores, factores que
pueden disminuir debido a la fácil comprensión y reducida complejidad con las que estos ejercicios son
construidos. Así, es importante resaltar la importancia de un elevado nivel de concentración mental y de
predisposición óptima para la realización de los ejercicios por parte de los jugadores. La falta de
concentración durante la ejecución de la acción motora o el olvido, por parte de un jugador, del tipo de
desplazamiento (dirección, velocidad, etc.) en un cierto momento, pondría en compromiso el correcto
desarrollo del ejercicio, lo mismo que afectaría a las acciones del resto de compañeros (p.ej.: no saber a
qué compañero pasar el balón o hacia dónde se debe de mover después de haberlo golpeado). Una vez
comprendido y asimilado, es fundamental que la monotonía no se apropie de los jugadores durante la
ejecución de estos ejercicios.
6. Momentos
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2. En la introducción de un ejercicio más complejo, cuyo contenido prima una determinada acción
motor específica realizada en la fase principal de la sesión de entrenamiento (p.ej.: sirviendo de base a
la ejecución en la cual se privilegien las acciones de recepción/pase, como es el caso de los ejercicios
de posesión)
7. Organización
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Concepto
Los ejercicios de entrenamiento para mantener la posesión del balón se establecen como medios
específicos de preparación general de los jugadores y de los equipos. Estos ejercicios son caracterizados
por la creación de condiciones que objetivan resoluciones tácticas de las diferentes situaciones de juego, por
medio de la seguridad. Esto significa la concreción de un esfuerzo colectivo, en la cual el equipo, ante la
imposibilidad de atacar la puerta rival, o no habiendo condiciones favorables para intentarlo, prefiere
mantener la posesión antes que correr el riesgo de “regalarla” al adversario de de forma extemporánea e
irreflexiva.
Objetivos
El objetivo de los ejercicios para el mantenimiento de la posesión es preparar al equipo frente al riesgo
irracional de perderla en forma extemporánea, que algunos jugadores presentan en diferentes situaciones.
Actuando de esta forma malogran todo un esfuerzo colectivo, el que determinó su anterior recuperación,
tanto como todos los procedimientos ofensivos realizados hasta ese momento. Efectivamente, si las
acciones individuales o las circulaciones tácticas utilizadas para la construcción y creación de situaciones de
finalización no resultan fructíferas, se recomienda que las mismas se reinicien, y no que se transformen en
una lotería. En función de un conjunto de circunstancialismos inherentes al propio juego,
independientemente de la dimensión estratégica y táctica del equipo para ese partido concreto, la resolución
de los diferentes contextos situacionales deben prever la imposibilidad temporal de progresar o de atacar la
portería adversaria en condiciones que posibiliten una mínima posibilidad de éxito. En esta línea, no
habiendo o no percibiéndose esas mínimas condiciones, los jugadores deben mantener la posesión,
realizando una temporización del proceso atacante hasta que esas condiciones se reúnan. Así, la
maximalización de este objetivo presupone: (1) resolver los diferentes contextos situacionales evaluándolos
en función del binomio riesgo/seguridad, (2) romper el ritmo del juego adversario, y, (3) mantener la iniciativa
del juego. La aplicación de estos ejercicios de entrenamiento se encamina a crear condiciones favorables
para que todos los jugadores, individual y colectivamente, entiendan que, manteniendo la posesión del
balón, se hace posible:
2. Circular la pelota entre los jugadores del equipo. De esta manera es posible: (i) crear
situaciones de juego que contribuyan constantemente a un mejor apoyo a los diferentes intervinientes
con el balón, (ii) aumentar el abanico de opciones de resolución táctica en las diferentes situaciones de
juego con el máximo de eficacia, esto es, aprovechar los ofrecimientos de los compañeros mejor
situados, y, (iii) desequilibrar puntual y temporalmente la organización defensiva del equipo rival.
4. Percibir las situaciones de juego. Estos ejercicios implican por parte de los jugadores una
percepción y lectura constante de las situaciones de juego, y la anticipación a las acciones de los
adversarios. Esto significa que en muchos momentos del juego es esencial tomar decisiones que
posibiliten soluciones satisfactorias, más que hacer mejores elecciones pero que necesiten de más
tiempo para pensar sobre la situación y de más esfuerzo para ser realizadas. Hay que hacer un balance
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entre los costes de una toma de decisión y de sus beneficios cualitativos concretos en la resolución
eficaz de la situación en análisis.
Reglas
Uno de los aspectos fundamentales a tener en cuenta en la organización de los ejercicios para
mantener la posesión es que ésta no es sinónimo de ataque. Efectivamente, es normal referirse a que el
equipo que detenta un mayor tiempo de posesión durante el encuentro, controla el juego, reuniendo
probablemente las mejores condiciones para alcanzar la victoria. Aunque, si analizamos los diferentes
marcos competitivos (incluso a alto nivel), se verifica la existencia de equipos que basan su modelo y
esquema de juego en un fuerte y eficaz bloque defensivo, sacrificando, en este contexto, algunas
oportunidades para atacar, y pese a ello salen victoriosos de sus partidos, durante los cuales: (i) aceptan
estratégicamente el control del juego por parte del equipo adversario, (ii) esperan a que éste cometa fallos
en el plano técnico, táctico y estratégico, aprovechándose de ellos, y, (iii) transforman sus escasas
aproximaciones al área grande del equipo rival en oportunidades de remate, teniendo como consecuencia el
gol. Efectivamente, tener la posesión del balón es un factor importante, para el cual los dos equipos deben
luchar permanentemente. Con todo, su verdadera importancia sólo tendrá sentido si se plasma básicamente:
(1) en el mantenimiento de un determinado tanteador, (2) en el desplazamiento eficaz del balón desde la
zona dónde se recuperó hacia las zonas predominantes de finalización, manteniendo o desequilibrando la
estructura defensiva rival, y, (3) en el ataque efectivo a la puerta enemiga, transformando las oportunidades
de remate en goles.
Las reglas básicas para la construcción de los ejercicios de entrenamiento con vistas al mantenimiento
de la posesión se basan en los siguientes aspectos:
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de juego (p.ej.: desmarcarse a un espacio, para lo cual es necesario que lleguen simultáneamente a ese
punto el jugador que se mueve y el balón), y, (4) con la norma de que un equipo se relacione
privilegiadamente con un determinado componente (p.ej.: el equipo habrá de sumar una serie de pases
con un compañero que cumple misiones tácticas específicas). La elaboración de ejercicios que
contengan objetivos múltiples (mantenimiento de posesión o finalización) suscita algunos
esclarecimientos suplementarios. No existe tipo alguno de contraindicación o incompatibilidad en la
conceptualización de ejercicios que determinen, en un primer momento, la necesidad de mantener la
posesión, y, a continuación, atacar la puerta rival y concretar un gol. Efectivamente, el hecho de que se
pueda finalizar en gol no cambia necesariamente un ejercicio que se pretende “de posesión” en uno “de
finalización”. Pues al establecerse un objetivo intermedio, que puede pasar, entre otros: por un cierto
tiempo de posesión; por una secuencia de acciones técnicas; por la conquista de un sector específico;
por un intercambio privilegiado con un determinado compañero, etc., significa que las posibilidades de
producirse una situación de finalización disminuyen. Luego, las condiciones iniciales (mantener la
posesión) continúan siendo válidas, pues la prescripción de un objetivo intermedio pueden formularse
de tal manera que la práctica demostrará que serán más las veces en que se registra lucha por la
posesión que las que se concrete en gol. A la inversa, si reducimos los condicionantes iniciales, se
incrementan las posibilidades de remate, disminuyendo lógicamente el tiempo de posesión colectivo. Es
dentro de este binomio de prescripciones que un ejercicio podrá tener como objetivo la posesión, sin
perder nunca de vista la posibilidad de que surja la finalización, manteniendo así intactas las
características y los efectos básicos de este método de entrenamiento y el objetivo lógico del juego (el
gol).
Efectos
2. El romper el ritmo del rival. Operacionalmente, estos ejercicios influyen en el sentido táctico de
los jugadores, en cuanto a que en ciertas situaciones han de romper el ritmo de juego del rival
imprimiendo un ritmo más favorable a su propio equipo, o deben crear una apariencia falsa de ritmo,
para proporcionar seguidamente una acentuación de la iniciativa del ataque. Para que esto se haga
real, es preciso que el balón y los jugadores circulen por el espacio de juego, en forma continua,
estableciéndose diferentes opciones tácticas de resolución de las situaciones que se le aparecen.
Limitaciones
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técnicos en función de una referencia fundamental, la que significa la portería rival. Esto significa que
las acciones motoras específicas (recepción, pase, conducción, regate, etc.) son solamente ejecutadas
en función de las limitaciones momentáneas de la situación contextual, independientemente de la
direccionalidad objetiva del juego. Se puede así observar, de forma más sistematizada, por ejemplo la
utilización de recepciones de balón en diferentes direcciones, cuando el objetivo del jugador sería (y de
hecho es) direccionarla constantemente hacia la puerta rival. Pues bien, el uso abusivo de estos
comportamientos disminuye claramente la eficacia comportamental del jugador del jugador y del equipo
en su conjunto, cuando se ve confrontado con situaciones más próximas a la realidad competitiva de
esta modalidad. En efecto, si en el entrenamiento se diluye esta noción de direccionalidad del juego, el
jugador crea en él mismo hábitos inadecuados, que a corto o a largo plazo disminuyen la eficacia de sus
comportamientos, lo mismo que coartan cualquier posibilidad de evolución.
Momentos
Estos ejercicios de entrenamiento deben ser fundamentalmente aplicados en una de las siguientes
partes de la sesión:
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Organización
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Tema 3. Ejercicios para el mantenimiento de la posesión combinado con los métodos de juego ofensivo
y defensivo:
(1) contra-ataque,
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Ejercicios en circuito
Concepto
Objetivos
La lógica conceptual de los ejercicios de entrenamiento organizados en circuito pretende situar a los
jugadores en disposición de desarrollar tareas variadas (estaciones), con la intención de alcanzar los cinco
siguientes objetivos:
2. Diferenciar niveles de dificultad y complejidad. Las tareas a desarrollar a lo largo del circuito
de entrenamiento, concretamente en sus estaciones, deben ser construidas interrelacionando, de modo
correcto, diferentes niveles de dificultad y complejidad. Así, aunque las diferentes tareas inherentes a
cada estación deban ser diseñadas de forma que los jugadores las comprendan rápidamente y las
ejerciten con elevadas tasas de éxito, es importante establecer una relación metodológicamente
coherente entre sus diferentes niveles de complejidad y dificultad.
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Reglas
2. Estandarizar las estaciones. Al estandarizar los contenidos inherentes a las estaciones del
circuito de entrenamiento, se está pretendiendo que haya una rápìda comprensión por parte de los
jugadores, tanto como concretizar elevadas tasas de éxito en su ejecución. De esta manera, se
posibilita una correcta potenciación de las acciones motoras específicas y, pararela o secuencialmente,
el desarrollo de las capacidades condicionales de soporte.
4. Utilizar diferentes grupos musculares. Debido al gran volumen de trabajo, tanto como por la
aplicación de diferentes niveles de intensidad, es importante que cada estación objetive la utilización de
diferentes grupos musculares. De esta manera, la fatiga producida por haber completado las tareas
inherentes a cada estación es diseminada por el cuerpo del jugador, evitándose elevadas
concentraciones de fatiga en un determinado grupo muscular, que a medio plazo podría constituirse
como factor que imposibilite la continuación de la sesión.
6. Modelar las diferentes tareas. Todas las tareas inherentes a las diferentes estaciones del
circuito deben ser modeladas de acuerdo con la lógica del juego o del modelo de juego que se pretende
implantar o desarrollar. Efectivamente, las tareas de índole técnica y física deben corresponder a las
exigencias de una concepción de juego predeterminada, optimizando así el proceso de entreno. De este
modo es posible orientar la práctica en una direccionalidad específica e inteligible, creándose
escenarios substanciales y significativos del juego.
8 Optar por un determinado perfil de circuito. El diseño de los ejercicios de entreno en circuito
posibilita que el entrenador, para un mismo tiempo de trabajo, pueda optar por uno de los dos siguientes
niveles básicos de organización: (i) circuitos cortos; concentran un menor número de estaciones y,
consecuentemente, un menor número de tareas a desempeñar, siendo más reiterativos, y, (ii) circuitos
largos, que contienen mayor número de estaciones, una mayor diversificación de las tareas y una
menor repetitividad de las mismas.
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Efectos
Los efectos derivados de la aplicación de los ejercicios organizados en circuito se basan principalmente
en los siguientes aspectos:
1. Concentración. Los jugadores pueden concentrarse de forma aislada: (1) en el programa motor
de soporte a la ejecución de una acción técnica dada (p. ej.: conducción, pase, etc.) en situaciones
contextuales de baja complejidad, o, (2) en la manifestación de una capacidad condicional dada, como
por ejemplo: fuerza rápida (saltar vallas), fuerza resistente (flexión/extensión de brazos, abdominales,
etc.), capacidad de aceleración, o resistencia anaeróbica aláctica y láctica.
2. Repetición. Los jugadores podrán repetir las acciones de forma secuencial (continua) o temporal
(por tiempos o por repeticiones). De esta forma se benefician de un cuadro de resistencia específica
importante, con la cual se crean bases para soportar esfuerzos de mayor exigencia.
3. Modelado. Los jugadores podrán efectuar estaciones de entrenamiento que recreen condiciones
más o menos próximas a la competición o al modelo de juego adoptado (p. ej.: ejercicios de finalización
con o sin oposición, de posesión, juegos sobre dos porterías no reglamentarias, etc.)
Condicionantes
2. Promover diferentes estaciones. Las tareas inherentes a las diferentes estaciones deben
ser caracterizadas por su fácil comprensión, cuya aplicación determine elevados niveles de acierto,
para mantener altos grados de motivación.
3. Mantener un ritmo ajustado. La utilización de este tipo de ejercicios debe recrear en las
diferentes estaciones programadas recrear condiciones similares al juego o al modelo de juego
adoptado. Por ello es importante que se establezcan tareas de desarrollo motor específico variando
entre puntos altos (elevada exigencia) y bajos (recuperación activa).
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Momentos
Organización
2. Los técnico/táctico-físicos.
3. Los técnico/tácticos-técnicos.
4. Los técnico-recreativos
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Ejercicios lúdico-recreativos
Concepto
Objetivos
Los ejercicios lúdico-recreativos pretenden colocar a los jugadores en situaciones que permitan alcanzar
los siguientes objetivos:
1. Modelar tensiones. La práctica de estos ejercicios objetiva la modelación de las tensiones que
derivan de la competición deportiva. No nos ha de extrañar que la colocación más frecuente de estos
ejercicios, con respecto a la planificación, sea en las sesiones anteriores o posteriores a la realización
de la competición oficial.
4. Potenciar el espíritu de equipo. La práctica de estos ejercicios facilita la aproximación mutua de los
jugadores, potenciando y fortaleciendo un clima positivo dentro del grupo de trabajo (equipo),
fomentando relaciones personales y fortaleciendo otras.
5. Reforzar la seriedad. Estos ejercicios en la práctica evidencian la necesidad de que los jugadores
sean leales, responsables, solidarios, esforzados, etc., en aquello que se ejecuta, aunque sea en
condiciones de diversión, en los cuales el nivel de exigencia es mínimo.
Reglas
Las reglas para la construcción de ejercicios lúdico-recreativos deben pasar por dos aspectos
esenciales:
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(2) Del funcionamiento reglamentario de otras modalidades deportivas, tales como el tenis, el
balonvolea, el balonmano, el baloncesto, el squash, etc., de las cuales se extraen los elementos
estructurales de base y se adaptan a las condiciones del fútbol.
2. Elección de los equipos o de los compañeros. Concomitantemente con las reglas utilizadas
para disponer los diferentes ejercicios que constituyen estos ejercicios de entrenamiento, es importante
evidenciar también cómo formar los diferentes equipos, que puede pasar por la libre elección de los
jugadores, por la utilización de dos o más jugadores que eligen su equipo, o por diferentes formas “no
oficiales”. En este ámbito, el entrenador podrá, si está atento, verificar en el plano social:
(1) Las relaciones. La elección de los colegas para la realización del ejercicio posibilita, con
frecuencia, el análisis de relaciones personales más fuertes entre las que existen entre los
jugadores, las cuales, a su vez, fomentan o no la formación de grupos más reducidos dentro del
propio equipo.
(2) Las rivalidades. El clima deportivo en el que estos ejercicios son realizados, permite
observar rivalidades de carácter positivo o negativo entre los jugadores y entre grupos de jugadores
dentro del seno del equipo.
(3) Las personalidades. Debido al reducido nivel de exigencia en el que se desenvuelven
estos ejercicios, sobresalen de forma más natural las personalidades de los diferentes jugadores.
Así, es normal que se puedan observar los más individualistas y egoístas, o los más responsables y
grupales.
(4) Las voluntades. La operacionalidad de estos ejercicios hace sobresalir a los jugadores que
se implican activa y profundamente y a los que nunca están predispuestos para entrenar,
independientemente del contenido de cada ejercicio, de cada método o de cada sesión práctica de
entrenamiento.
Efectos
1. Controlar. Los jugadores tienen la posibilidad de manipular, en sentido positivo, los diferentes
niveles de tensión psico-emocional que derivan de las situaciones pre- o post- competitivas.
2. Fomentar. Los jugadores están bajo el dominio de diferentes formas de recuperación activa,
utilizándose acciones motoras específicas e inespecíficas en ambientes de menor exigencia y desgaste
físico.
3. Potenciar relaciones. Los jugadores se enfrentan a situaciones a partir de las que se fomenta el
surgir de relaciones personales fuertes y se refuerzan las ya existentes.
4. Proporcionar positividad. Los jugadores construyen climas de carácter positivo dentro del
equipo, para la realización de las diferentes tareas inherentes a la sesión de entrenamiento.
5. Posibilitar. El perfeccionamiento motor específico, sin que ello sea una exigencia prioritaria en la
realización, se desarrolla en un ambiente muy favorable.
Limitaciones
Los diferentes aspectos que se señalan con respecto a los objetivos de estos ejercicios sólo podrán ser
rentabilizados con efectividad si son aplicados juiciosamente, respetando los siguientes detalles:
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medios de soporte de estos ejercicios lúdico-recreativos son y serán medios generales de ayuda al
entrenador y jugadores para minimizar tensiones, crear espíritu de equipo y corregir algunas
deficiencias de carácter eminentemente técnico.
Momentos
Organización
Existe un largo número de medios que satisfacen las condiciones estipuladas para los objetivos, reglas
y efectos de los ejercicios lúdico-recreativos. En virtud de este hecho, no es fácil establecer una
sistematización lógica y coherente de estos ejercicios. Por ello, desarrollaremos aquéllos que son más
utilizados y, también, más apreciados.
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La manifestación de un elevado nivel de rendimiento deportivo, tanto por parte de los jugadores como
del equipo, es sostenido por los efectos de la aplicación regular, racional y metódica de ejercicios de entreno
caracterizados por su especificidad, que posibilitan adaptaciones funcionales constantes, permanentes y
duraderas. La especificidad de los medios de entrenamiento son la orientación y tendencia fundamental del
entrenamiento, actualmente. Este hecho de innegable impacto obliga a la reorganización de las prioridades en la
conceptualización y aplicación de los ejercicios de entreno. En la perspectiva de la Teoría y Metodología del
Entrenamiento, podemos definir la especificidad como una cualidad compleja y constitutiva de una subdivisión
pormenorizada a partir de la globalidad de los ejercicios, que se distinguen unos de otros por que ejercen una
determinada función específica y objetiva, que sólo a éstos es común. La especialización comprende todas las
adaptaciones estables, adquiridas por el organismo, conseguidas a través de la especificidad de las condiciones
y contextos situacionales propios del juego futbolístico, y en consonancia con la implantación y desarrollo del
modelo de juego adoptado. En otras palabras, el ejercicio específico de entrenamiento se enfoca
fundamentalmente a la potenciación de un mayor efecto de transferencia del proceso de entreno con vistas a
competir, teniendo como elemento central el modelo de juego adoptado por el entrenador. Algunos autores,
erróneamente, confunden la especificidad con una manifestación reduccionista del juego y de falta de
interdisciplinaridad. Es al contrario, la especificidad es un fenómeno racional e inteligible, que resitúa el proceso
de entrenamiento en interacción con las exigencias de la competición y del modelo de juego adoptado. Luego, la
especificidad tiene un amplio espectro, en el sentido de la aplicación de los medios de entrenamiento/enseñanza
del juego, manteniendo los presupuestos (guías) a través de los cuales fue conceptualizado, y en relación a
aquello que objetivamente se pretende alcanzar. Los ejercicios específicos se basan en un conjunto de ideas,
actitudes y comportamientos enfocados al modelo de juego preconizado, y que dirige y regulariza –en el sentido
útil de la acción– el trabajo individual y colectivo del equipo. Se establecen, de este modo, como medios de
causa y visionamiento continuo del futuro siempre en construcción, en busca del cual se pueden utilizar
diferentes caminos, no reduciéndolos a una simple y exclusiva forma de trabajar. En los distintos ámbitos de
nuestra vida social y profesional se observa una creciente tendencia hacia la especialización. Esta tendencia es,
naturalmente, visible en la misma proporcionalidad para las diversas didácticas y metodologías que basan los
procesos de entrenamiento de las diferentes modalidades deportivas en el máximo nivel de rendimiento. En
concreto, un grupo de practicantes de una determinada modalidad se distingue de otros practicantes de otras
modalidades por un carácter que les es específico, y que sólo a éstos es común y aplicable. Si admitimos que el
único medio para alcanzar un determinado estado de entreno es realizar cotidianamente ejercicios, se deduce
que las características que muestra el estado de forma del jugador serán el resultado de las adaptaciones
determinadas exclusivamente por las condiciones y contextos situacionales específicos del entrenamiento que ha
realizado. Por todo ello, podemos afirmar que la especificidad del entrenamiento viene dada por la especificidad
de los ejercicios que se hayan empleado. Por tanto, una correcta selección y sistematización del enfoque del
entrenamiento se traducirá, obligadamente, en un aumento de las capacidades de respuesta a las situaciones
que se darán en el entrenamiento y en la competición. El rendimiento deportivo es función de la especificidad de
los ejercicios de entrenamiento utilizados. Es decir, un determinado ejercicio de entrenamiento será soportado
durante un tiempo más largo y con un mayor nivel de exigencia por un jugador mejor entrenado que otro o que
un individuo no entrenado. En este ámbito, también se tiene en consideración que, de partida, existen diferencias
biológicas, fisiológicas, motoras e intelectuales entre el estado de una misma persona, si se encuentra o no
entrenada, presuponiéndose consecuentemente que esta diferencia explica la mayor parte de las causas que
determinan un aumento de la capacidad de rendimiento. La funcionalidad específica de los diferentes sistemas
orgánicos del jugador, traducidas en sus prestaciones deportivas, son condicionadas por “presiones adaptativas”
específicas, determinadas por la realización de ejercicios específicos, la cual significa, a su vez, la realización de
sesiones de entrenamiento específicas. En este campo, la creciente tendencia y orientación fundamental de la
Teoría y Metodología del Entrenamiento Deportivo para una elevada especialización se basa en el hecho de que
ésta es esencial para potenciar y maximizar los éxitos y los altos rendimientos, tanto a nivel individual como
colectivo. El organismo responde a los estímulos externos con transformaciones adaptativas solamente cuando
éstas son objetivamente necesarias. En efecto, un nivel más alto de rendimiento solamente se alcanzará por
medio de sistemas funcionales que tengan capacidad de satisfacer las exigencias que de ahí deriven.
Los ejercicios específicos deben ser el núcleo central de la preparación de los jugadores, teniendo
siempre en consideración las condiciones estructurales en las que se verifiquen las diferentes situaciones del
juego. “Aprender a jugar equivale a acumular experiencias en las situaciones fundamentales del juego” (Dietrich,
1978). Así, sólo los ejercicios que derivan de la contextualidad situacional del juego son los que posibilitan
mantener la “tensión dramática” del propio juego. Luego, los ejercicios específicos han de ser construidos de
forma que los jugadores sientan que derivan realmente de la lógica estructural del fútbol y/o del modelo de juego
adoptado. Para que los ejercicios específicos se ajusten convenientemente al nivel de formación deportiva del
jugador es básico que establezcan diferentes niveles que coincidan con la realidad competitiva o con el modelo
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de juego, teniendo siempre presente su objetivo final, esto es, el gol, al cual se llega ineludiblemente a través de
remates. En función de los diferentes presupuestos estructurales, podemos establecer tres niveles de
complejidad del juego:
1. Primer nivel. Los ejercicios específicos se caracterizan por la acción ofensiva de uno o más atacantes,
que desarrollan las acciones, incluida la finalización, sin oposición defensiva. Los ejercicios de este nivel de
complejidad del juego se construyen con uno o más atacantes, y sobre una portería.
2. Segundo nivel. Los ejercicios específicos de entrenamiento se caracterizan por la acción ofensiva de uno
o más atacantes que desarrollan sus acciones y finalizan sobre una portería, ya con la oposición de
defensas, que pueden estar en inferioridad, igualdad o superioridad numérica.
3. Tercer nivel. Los ejercicios específicos se caracterizan por el hecho de que utilizamos dos porterías, lo
cual implica que los circunstancialmente atacantes, de perder el balón, habrán de pasar a actuar
defensivamente. Los ejercicios de este nivel implican comportamientos táctico-técnicos defensivos y
ofensivos, simultánea y alternativamente.
En función de los diferentes niveles de complejidad de los juegos establecidos, podemos referenciar en
una misma medida tres tipos de ejercicios específicos de entrenamiento para cada uno de esos niveles: (i)
ejercicios específicos de juego sin oposición sobre una portería, (ii) ejercicios específicos de juego con oposición
sobre una portería y (iii) ejercicios específicos de juego con oposición sobre dos porterías.
1. Ejercicios específicos de juego sin oposición sobre una portería. Estos ejercicios se construyen a
partir de que uno o más atacantes conduzcan el balón o la circulen entre sí, y rematan a puerta cuando
llegan a zonas favorables a la consecución del gol, en función de los ángulos y distancias propuestas. Una
vez realizado el remate y la acción finalice (con éxito o no), el ejercicio se reinicia con los mismos u otros
atacantes.
2. Ejercicios específicos de juego con oposición sobre una portería. Estos ejercicios se construyen con
uno o más atacantes, que conducen o se intercambian pases, superando continuamente las dificultades que
planteen los defensores, y cuando llegan a situación propicia rematan, con vistas a concretar el objetivo del
juego. Tras marcarse gol, o bien tras robo de balón por parte de los defensores, se interrumpe el ejercicio,
para recomenzar con los mismos o con otros atacantes. No existe la posibilidad de que los defensores, si
roban balón, puedan a su vez hacer gol.
3. Ejercicios específicos de juego con oposición sobre dos porterías. Estos ejercicios son, en realidad,
un traslado del juego real. Se construyen con uno o más atacantes, que desenvuelven un conjunto de
acciones ofensivas para atacar la portería contraria. Si pierden la pelota, los hasta ese momento defensores
pasarán a atacar la puerta rival. El ejercicio se practica en función de tiempo o de llegar a determinado
número de goles.
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Consonante con el establecimiento de los niveles de complejidad del juego, podemos conceptualizar
diferentes fórmulas básicas para cada uno de los niveles descritos: (i) ejercicios específicos de juego sin
oposición, sobre una puerta, (ii) ejercicios específicos de juego, con oposición y sobre una puerta, y, (iii)
ejercicios específicos de juego, con oposición, y sobre dos porterías.
1. Ejercicios específicos de juego, sin oposición, sobre una portería. La fórmula básica de este tipo de
ejercicio es el 1x0, 2x0, 3x0, etc. La amplitud de esta fórmula puede alcanzar hasta el máximo estipulado por
el reglamento (10x0+Portero). Entre límites mínimo y máximo, se pueden crear un número ilimitado de
ejercicios, con diferentes situaciones contextuales, de manera que se adapte el ejercicio a las capacidades
de los jugadores y a los objetivos que la sesión pretende conseguir. Por tanto, en función del número de
atacantes, el espacio de juego en el que se prevé que esas situaciones acontecen durante la competición,
incluso haciendo similares los factores condicionales (resistencia, velocidad, etc.) y los de orden táctico-
técnico, de manera que se potencien comportamientos motores específicos del juego, a través de
situaciones específicas. Para ello se pueden crear una serie de condicionantes para la ejecución de este tipo
de ejercicios, como pueden ser:
A. Factor tiempo. Informar que el ejercicio está limitado en el tiempo, y si en ése no se consigue
finalizar, ya no habrá opción.
B. Factor espacio. Demarcar objetivamente los espacios de acción de los jugadores, lo que determina
una mayor capacidad técnica de los jugadores, individualmente considerados. Se pueden disponer,
también, espacios más amplios; ello va en función de las capacidades del equipo/jugadores.
C. Factor técnico. Fomentar situaciones con la ayuda de ejercicios que incluyan obstáculos inmóviles
que es obligatorio contornear antes de poder finalizar. O finalizar inmediatamente a que suceda “algo”,
como por ejemplo un golpe de silbato (factor sorpresa). Esta condición obliga a los jugadores a que
estén preparados en cualquier momento en términos de equilibrio, coordinación, relación con el balón,
para que cuando esa situación ocurra puedan responder con exactitud.
Mediante esta fórmula básica es factible establecer una panoplia de situaciones contextualmente
correcta, ya que recrean ambientes cuya estructura deriva del cuadro competitivo específico. Incluso las
fórmulas máximas (10 contra 0+Portero), por extraño que parezcan, son fundamentales para el afinamiento
de las diferentes circulaciones tácticas ofensivas, de manera que ajusten convenientemente el
comportamiento motor de cada jugador, en cada momento de la situación, lo cual tendrá una función
fundamental en el engarce, sincronización, ritmo y eficacia que el proceso ofensivo busca concretar.
2. Ejercicios específicos de juego con oposición, sobre una portería. La fórmula base de este tipo de
ejercicio es el 1x1, 2x1, 3x1, 3x2, etc. La franja de variación de esta fórmula básica potencia la construcción
de un número ilimitado de ejercicios que se construyen teniendo presente la posibilidad de que se juegue en
igualdad, superioridad o inferioridad numérica, con vistas a valorizar una determinada capacidad.
Transcurren en un espacio en el que, en función del número de jugadores, se prevé que puedan darse en
torno a una portería. Este tipo de ejercicios específicos determina un dualismo muy claro entre jugadores en
actitud ofensiva (los poseedores del balón) y jugadores en defensa. Así, tras concretarse el objetivo del
ejercicio (conseguir gol), o bien tras surgir pérdida de balón por parte del grupo atacante, no se permite que
los defensas pasen a atacar, y el ejercicio recomienza con los mismos o diferentes atacantes. Estos
ejercicios son fundamentales para:
A. Aumentar la capacidad de duelo. Estas situaciones de 1x1 entre los jugadores son consideradas,
por muchos autores, como la célula base de los juegos deportivos colectivos. Es a través de estas
situaciones como los jugadores desarrollan los procedimientos técnicos individuales básicos para jugar
al fútbol.
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D. Seleccionar misiones tácticas específicas dentro del sistema de juego. Estas situaciones de
entrenamiento tienen como finalidad elevar la prestación deportiva de un jugador o de un grupo de ellos
(sector de juego), en contextualidades próximas a la realidad del juego, y que implica la reproducción de
acciones táctico/técnicas similares, en lo que se refiere al espacio y condiciones de ejecución (velocidad
y presión defensiva ejercida por los rivales).
E. Potenciar diferentes sectores del sistema táctico (defensa, ataque, etc.). Estos ejercicios crean
condiciones favorables para: (1) la comprensión de las situaciones de juego (establecimiento de un
lenguaje común), (2) la sincronización y coordinación de las acciones motoras de los jugadores, y, (3) el
ritmo y cadencia de esos comportamientos.
G. Proporcionar situaciones de finalización. Estos ejercicios deben situar a los jugadores ante
situaciones continuas de evaluación, en las que propicien finalizaciones con elevadas probabilidades de
éxito, a través de condiciones favorables o de sorpresa, las cuales se pueden crear con su ejecución.
3. Ejercicios específicos de juego con oposición sobre dos porterías. La fórmula base de este tipo de
ejercicio es de Port.+1 vs. 1+Port; Port.+2 vs. 2+Port.; Port.+3 vs. 3+Port., etc. La amplitud de esta fórmula
alcanza su máximo en el modo Port.+10 vs. 10+Port. De esta fórmula básica se establece la posibilidad de
construir un número ilimitado de ejercicios específicos, a través de los que los jugadores desarrollan, además de
los comportamientos fundamentales del fútbol, la potenciación de actitudes de ataque y defensa de forma
continua, en función de la recuperación y la pérdida de la posesión del balón. Con estos ejercicios aumentamos
su grado de identidad, aproximándonos así a la lógica interna del juego de fútbol o del modelo de juego
adoptado, a través de la materialización de dos grandes grupos de ejercicios: (A) juegos con un número reducido
de jugadores, y (B) juegos de entrenamiento.
A. Juegos con un número reducido de jugadores. Estos ejercicios específicos de preparación son
construidos de manera que se adecue un número reducido de jugadores, en función de un espacio y de
un tiempo dados, con la intención de potenciar un mayor número de contactos con el balón, de finalizar
más veces, y de alternar constantemente las actitudes de ataque y defensa.
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1. Ejercicios de entrenamiento para la concreción del objetivo del juego. También denominados de
finalización, buscan potenciar la creación de contextualidades situacionales de carácter individual y colectivo
propicias a la finalización con elevadas probabilidades de éxito, y perfeccionar el comportamiento táctico-
técnico de remate en momentos sucesivos, con vistas a desenvolver simultáneamente aspectos como la
iniciativa, la espontaneidad, la improvisación y la destreza en la ejecución de esta acción. Dentro de esta
clase de ejercicios, establecemos tres subtemas fundamentales: (i) situaciones de finalización
caracterizadas por su reducida complejidad, (ii) juegos de finalización con un número reducido de jugadores
y espacio reducido, y, (iii) juegos de finalización con un número de jugadores y un espacio de juego
próximos a las de las del partido real.
3. Ejercicios de entrenamiento dirigidos. Son medios construidos con base en dos vertientes
fundamentales: el modelo de juego establecido y las condiciones y circunstancias en las que ciertas
situaciones se desenvuelven habitualmente durante la competición. Los ejercicios dirigidos, siendo
construidos se enfocan al establecimiento de formas superiores de coordinación de las acciones individuales
y colectivas de varios jugadores, para asegurar la creación de contextualidades propicias a la concreción del
objetivo del juego (el gol), y pueden ser organizados bajo cuatro subtemas fundamentales: (i) circulaciones
tácticas a partir de una organización ofensiva de tres medios y una o dos puntas de lanza; (ii) circulaciones
tácticas a partir de una organización ofensiva de cuatro medios y una o dos puntas de lanza; (iii)
circulaciones tácticas construidas a partir de una organización con defensas, medios y delanteros, y, (iv)
circulaciones tácticas realizadas en régimen de resistencia específica.
4. Ejercicios de entrenamiento por sectores. Son medios para promover condiciones contextuales de
juego, y a través de los que se perfecciona el trabajo del equipo, esencialmente en lo que se refiere a la
sincronización de las acciones del portero con los jugadores del sector defensivo, o de éstos con los
jugadores del sector de mediocampo, o de éstos con los jugadores del sector más adelantado. Los ejercicios
potenciadores de la articulación de los sectores de juego del equipo pueden ser reunidos bajo cuatro
subtemas fundamentales: (i) ejercicios organizados sobre dos sectores de juego, (ii) ejercicios organizados
sobre tres sectores de juego, (iii) ejercicios organizados en espacios reglamentarios con un número reducido
de jugadores en cada sector de juego del equipo, y, (iv) ejercicios de sectores organizados por “oleadas”.
5. Ejercicios de entrenamiento para las situaciones fijas del juego. Son medios construidos sobre la
base de las situaciones de “balón parado”, a través de las que se estudian y entrenan soluciones
estereotipadas, especialmente aquéllas que, debido a la proximidad a la puerta rival, potencian situaciones
de finalización con elevadas posibilidades de éxito. En este campo, vamos a establecer diferentes
soluciones para esas situaciones, atendiendo a: (i) libres directos o indirectos cerca del área grande, en
diferentes angulaciones, y también lejos del área; (ii) saques de esquina; (iii) saques de banda cercanos al
área rival; (iv) saques de centro, y, (v) penaltis.
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Tema 2. Juegos de finalización con un número de jugadores y espacios de juego próximos a las
condiciones normales de competición
(2) Juegos de finalización precedidos de una situación de juego realizado en espacios reducidos.
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Tema 4. Juegos de finalización con un número de jugadores y espacios de juego parecidos a los de la
competición real.
(2) Los de finalización precedidos de una situación de juego, y realizados en espacios reducidos
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Ejercicios meta/especializados
Concepto
Objetivos
Para que el éxito (victoria) sea viable, sustentable y perdurable, se parte a través de una colocación
específica del equipo dentro de los límites que establece el Reglamento. Esta ocupación se concreta en un área
más o menos amplia, que se expande o se comprime en torno a sus dos ejes fundamentales –anchura y
longitud-. En este particular, se intenta racionalizar y optimizar las acciones del equipo, estableciendo espacios
adecuados a partir de los cuales cada jugador individual o colectivamente, tanto en fase de ataque como de
defensa, y en un tiempo concreto de intervención, responda de forma apropiada a los problemas que surgen ante
las condiciones de variabilidad situacional del juego –que derivan de su lógica- o del modelo de juego del equipo.
En la misma y precisa orientación, se potencian diferentes niveles de actividad especializada durante el
desarrollo del juego, cuyas responsabilidades de ámbito individual (jugadores) y de ámbito grupal (normalmente
denominadas de sector defensivo, medio o avanzado) son determinadas por diferentes atribuciones funcionales
y operacionales. Estas atribuciones, por otro lado, son soportadas en un primer análisis por el modelo de juego
adoptado, por el plano estratégico-táctico preestablecido antes del partido o por alteraciones efectuadas a lo
largo del desarrollo de éste, y que derivan de la operacionalidad táctica. El jugador constituye el elemento central
del rendimiento del equipo durante la competición. La ocupación del terreno de juego determina ligazones que, a
su vez, definen líneas de fuerza, o sea, redes de comunicación o intercepción. Para que esto se plasme
realmente, es necesario el respeto por una cierta distancia relativa entre jugadores, ni demasiado larga –ya que
aumentaría el riesgo de intercepción del balón por parte del rival-, ni demasiado corta –con lo que la progresión
en dirección a la puerta rival sería muy dificultosa- . En este sentido, cada jugador en el campo representa una
fuerza que se manifiesta por la:
1. Ocupación dinámica de una parte del espacio de juego. Cuando analizamos el área del terreno
de juego en función del total de jugadores que se mueven dentro de él, observamos una media de 325
m2/jugador. En estas circunstancias, dentro de la estructura del equipo cada jugador, independientemente
de su misión táctica específica, deberá ocupar y dinamizar una parte del terreno de juego, pudiendo
expresar individualmente su propia personalidad, no siendo “prisionero” del puesto, pretendiéndose un
amplio apoyo basado en una organización estructurada y fomentada desde una cobertura permanente y
recíproca.
2. Acción sobre el balón. En cada momento del juego solamente un jugador de los 22 que juegan
podrá detentar la posesión del balón. Esto implica que cada jugador, al intervenir sobre ésta, direcciona el
juego en uno u otro sentido, esto es, concretando –o no- los objetivos del juego. Simultánea o
paralelamente, en cada intervención sobre el balón por parte de cualquier jugador, se observa una
interacción operativa entre éste y los demás jugadores (compañeros y rivales), materializado por un conjunto
de complejas movilizaciones en torno o hacia el balón (apoyo y/o cobertura por parte de un compañero, o
bien marcaje por parte del adversario de jugador con balón).
3. Relación con los compañeros. La cooperación representa una forma específica de sociabilidad del
juego futbolístico. Cualquier jugador dentro del equipo, en función de un determinado objetivo común, debe
ayudar a sus compañeros y comunicarse con ellos. Para comunicarse, es necesario establecer un “lenguaje
común”, o, en otras palabras, tener un sistema referencial compartido, que está fundamentado en el
establecimiento y definición de principios de juego. La comunicación se realiza de una forma instrumental –a
través del balón –y comportamental– a través de las acciones táctico-técnicas ejecutadas-. Así, los
jugadores deberán comprender las intenciones y proyectos de sus compañeros en cada situación de juego,
y adoptar comportamientos conducentes a obtener el máximo de eficacia de esa situación, en función de los
objetivos del equipo. Las peculiaridades y el carácter de las acciones, sin balón, de los jugadores,
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representan la base del concepto de juego del equipo. El posicionamiento escogido por el jugador en las
diversas situaciones de juego refleja la fase cualitativa del pensamiento creativo y de madurez táctica,
basados en la capacidad de leer y valorar rápidamente las situaciones, de forma a poder adoptar
operacionalmente las soluciones más eficaces para el trabajo táctico que está realizando el propio equipo.
4. Interceptación de las conexiones de los adversarios. La presencia del adversario constituye otra
de las constantes del juego, lo que determina el “jugar con y contra”. El juego puede ser analizado y
comprendido en términos de relaciones de fuerza entre los equipos. Estos, cuando están en fase ofensiva,
intentan desequilibrar el sistema de fuerzas del rival, y establecer las condiciones más favorables para la
consecución del gol. Por contra, el equipo en acción defensiva intenta mantener en todo momento el
equilibrio dinámico de su sistema, procurando recuperar la pelota y proteger su portería.
6. Concreción del objetivo del juego. Cada jugador representa una identidad indivisible con una
voluntad propia, y que transporta consigo una mentalidad, una capacidad y una finalidad. Redimensionando
esta cuestión en el seno de un equipo, la integración de cada jugador se realiza por la aceptación, por parte
de éste, de un conjunto de valores, convicciones y de un proyecto común, asumiendo, en este contexto, una
conciencia colectiva. De forma simultánea, cada jugador deberá saber lo que el equipo espera de él, y la
mejor forma de corresponder a esas expectativas. Así, cada jugador, ante un cuadro de confrontación
deportiva, debe entender que en cualquier momento del juego (interviniendo o no sobre el balón) él es parte
integrante de una cadena de acontecimientos, cuya importancia es determinada por sus decisiones. Son
éstas decisiones las que contribuyen a la resolución de los diferentes contextos situacionales del juego, de
forma que se plasmen los objetivos estratégicos preestablecidos o los objetivos tácticos momentáneos del
equipo.
Reglas
1. Funcionalidad táctica del equipo. Las diferentes misiones tácticas de los jugadores son
conjugadas en función de una cooperación que busca la interdependencia funcional (adecuar las
relaciones de cooperación entre los jugadores, con vista a aumentar la eficacia del juego del equipo) y
operacional, sin la cual no es posible alcanzar determinados objetivos de forma sostenible. Todos
estamos de acuerdo en que no es humanamente posible que todos los jugadores acometan todas las
operaciones inherentes al equipo. Luego, es muy importante que se dé lugar a la especialización, la
cual deriva de las tareas o misiones tácticas que deben corresponder a cada jugador y que deben
expresar de forma eficaz en aras de la resolución de las diferentes situaciones de juego. La distribución
de las tareas y misiones tácticas de los jugadores es, en último término, sostenido por el modelo de
juego a implantar y desarrollar por el equipo.
2. Valorizar las capacidades de base de cada jugador. Más allá de que el hecho de la división
de las diferentes tareas tácticas obedece a la racionalidad del juego, importa sin embargo subrayar que
ésta debe contener una flexibilidad lógica y coherente, de forma que atienda y valore las
potencialidades y tendencias de los jugadores, haciendo así un aprovechamiento armonioso de todo lo
que existe y sea positivo, dentro del plantel. Efectivamente, cualquier determinación táctica operacional
es manifestado por la: (1) atribución de tareas tácticas a los jugadores, tareas que deben estar
subordinadas a sus capacidades y aptitudes, (2) presentación de la información pertinente de aquello
que se pretende que los jugadores capten, de manera que ayuden a sus acciones de dominio motor, (3)
potenciación de sus acciones a través de medios correctos de entrenamiento, (4) coordinación del
complejo de sus acciones táctico-técnicas específicas, desarrolladas en una secuencia y ritmo
apropiados al método de juego ofensivo y defensivo, y, (5) responsabilización de las acciones táctico-
técnicas ejecutadas, las cuales deben expresar soluciones eficaces en función de las diferentes
contextualidades que el juego futbolístico contiene.
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5. Articulación individual y sectorial del equipo. Cada misión táctica tiene objetivos, tareas
responsabilidades y espacios fundamentales de actuación bien establecidos. Sin embargo, esta
dinámica organizacional no excluye la posibilidad de que, en ciertos momentos del juego, se exija a los
jugadores que asuman otras funciones, bien de forma temporal, bien permanente o incluso accidental.
Más allá de este aspecto, la organización estructural de un equipo de fútbol pone a la vista igualmente
la necesidad de que se creen sectores de juego, en los cuales un número reducido de jugadores
desenvuelvan sus acciones conjuntas y en cooperación, de forma especializada. Aquí se estaría
intentando mejorar su articulación interna, promoviendo el trabajo de equipo, especialmente en lo que
concierne a su sincronización.
6. Elementos para racionalizar as missões tácticas. Uno de los problemas más complejos que
determina la eficacia de cualquier estructura de un equipo, es la forma en la que los jugadores
desarrollan su acción dentro de la organización del equipo. En efecto, la concreción de los objetivos
preestablecidos da lugar a la necesidad de establecer de una distribución (p.ej.:,portero, defensa,
delantero, etc.) y de una función o misión táctica específica (p.ej.: marcaje individual, moverse
exclusivamente en un pasillo de juego, en defensa o en ataque, ejecutar sistemas tácticos de una forma
definida, etc.), las cuales definen el sentido y los límites de participación de cada jugador en la
resolución de las variadísimas situaciones que el juego, de por sí, engloba. Un equipo presupone una
funcionalidad general (constante –realizada con base en principios y reglas de coordinación de las
acciones-) y una funcionalidad especial (variable – para cada partido, para cada adversario, en función
de diversas condiciones, etc.-). Tanto la funcionalidad general como la especial del equipo se realizan a
través de una determinada programación de las acciones individuales y colectivas, según un sistema de
relaciones e inter-relaciones dinámicas, desenvueltas y coordinadas según estos principios y reglas
tácticas. En estas circunstancias, la complejidad de las diferentes misiones tácticas específicas es
concebida a partir de finalidades y objetivos comunes, siendo atribuida con vistas a:
(1) No restringir la iniciativa y la capacidad individual. Hay que tomar en consideración que cada
jugador es único en sus ambiciones personales, actitudes, preferencias y tendencias. En este sentido,
se debería ampliar el “radio de acción” de los jugadores en términos de participación en el juego,
ampliando fundamentadamente sus misiones tácticas generales y específicas, dejando espacio,
paralelamente, a sus capacidades de creatividad e improvisación.
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(3) Combinar las diferentes misiones tácticas específicas. En este aspecto, se pretende asegurar
que el potencial operacional de cada jugador se inter-relacione y se complemente con relación a los
restantes compañeros. Solamente de esta manera es posible crear una fuerza integradora que
establezca la cohesión, la homogeneidad y la funcionalidad efectiva del equipo.
(4) Obtener ventajas del conocimiento del equipo adversario. El conocimiento general y
particularizado de la expresión táctica colectiva e individual del equipo adversario tiene por objetivo, por
un lado, minimizar o anular sus aspectos más eficientes, y, por otro, evidenciar sus carencias de
preparación en el ámbito de la capacidad de respuesta motora, de interconexión de sus sectores de
juego, de su organización en las situaciones de balón parado, etc.
(5) Establecer organizadores de juego. Si es cierto que el colectivo y la capacidad de ayuda mutua
son fundamentales en un equipo, no es menos cierto que sigue habiendo jugadores que,
individualmente, pueden decidir un partido. De ahí la importancia de los organizadores de juego o de
los jugadores de nivel táctico-técnico superior. Efectivamente, el gran número de acciones táctico-
técnicas (ofensivas y defensivas) determinó el surgimiento y especialización de los organizadores de
juego. Así, en ataque, el organizador tiene como funciones específicas adaptar, de forma creativa y en
las situaciones concretas de juego, el plan táctico del ataque. Estos jugadores son caracterizados por un
elevado raciocinio táctico y una gran capacidad de ejecución técnica, así como por una fuerte
personalidad y cierta autoridad sobre los compañeros. Los equipos tienen necesidad de incorporar en
su seno jugadores con cualidades humanas y competitivas especiales, capaces de: (1) conducir/liderar
a sus compañeros, (2) organizar el juego de un sector o de un equipo, y, (3) servir de ejemplo,
encorajinando a sus compañeros en todos los momentos (incluyendo los más difíciles).
Efectos
1. Promueve la eficacia de la organización del equipo. Esta mejora estructural del equipo surge: (1)
del afinado de su articulación y comunicación interna, (2) de la racionalización del espacio de juego, en
función de los diferentes dispositivos tácticos de posible aplicación, y, (3) en la especialización y
universalización de las tareas tácticas individuales y de pequeñas sociedades (sectores).
2. Proporciona una dirección. La estructura del equipo orienta a los jugadores en cuanto a la dirección
a seguir, dándoles un sentido y un significado. Paralelamente se enfoca también a los diferentes futuros
ambientes posibles, indicando y fijando las tareas tácticas “clave” para cada jugador y sector de juego.
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Limitaciones
A pesar del gran número de ventajas que se consiguen por la aplicación de los ejercicios
metaespecializados de entrenamiento, éstos no están exentos de limitaciones que cuando no se interpretan
bien conducen a la disminución de su eficacia. Estos condicionantes derivan de los siguientes aspectos
esenciales:
3. Focalizan sus acciones ofensivas y defensivas. Los jugadores focalizan demasiado sus
acciones específicas de orden defensivo u ofensivo, no desenvolviendo, por esta razón, actitudes y
comportamiento táctico-técnico de ataque y defensa de forma simultánea y permanente durantes el
desarrollo del ejercicio.
Momentos
Organización
Para las cuatro situaciones podemos establecer varias prescripciones: Ejercicios realizados en el corredor
central; ejercicios realizados en el corredor central con la posibilidad de que se utilicen los corredores
laterales de juego; y, finalmente, ejercicios realizados sobre tres corredores de juego. Se exponen a
continuación varios ejemplos.
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(2) ejercicios realizados en el corredor central, con la posibilidad de que se utilicen los
corredores laterales de juego.
(2) ejercicios realizados en el corredor central, con la posibilidad de que se utilicen los
corredores de juego laterales.
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Ejercicios dirigidos
Concepto
Los ejercicios dirigidos son medios específicos de preparación, y se construyen con base en dos
vertientes fundamentales: el modelo de juego y las condiciones y circunstancias en las que normalmente se
desarrollan ciertas situaciones durante la competición. Los ejercicios dirigidos establecen formas de
organización con la intención de moldear y coordinar los comportamientos e intenciones de los jugadores en
el ámbito táctico y estratégico, en el cual un cierto necesario grado de autonomía se integra en la
imprescindible cooperación e interdependencia.
Objetivos
(1) Sectorial. Aquí se agrupa un pequeño número de jugadores, con tareas básicas idénticas,
asegurándose la estabilización y reforzamiento de sus actitudes y comportamientos individuales
con los de los compañeros del mismo sector. Cada sector de juego establece una sincronización de
las acciones de los jugadores que lo forman, reflejando en un mismo momento diferentes
contextualidades situacionales, que se van transformado por la variabilidad de las decisiones y
acciones de respuesta de los propios jugadores.
(2) Intersectorial. En este marco se articulan los diferentes sectores del equipo, normalmente
denominados defensivo, medio y ofensivo, en los cuales se intenta evitar que, mientras cada sector
ha de atender a desenvolver correctamente sus misiones, pierda de vista el objetivo y
funcionamiento global. Si no consiguiéramos esa interconexión entre sectores y el todo, se
produciría una alta compartimentación del equipo, haciéndose muy sensible y vulnerable a las
acciones del rival.
3. La lógica del trabajo colectivo. Todo trabajo colectivo desarrollado por el equipo debe
obedecer a una lógica, la cual establece el modo y grado de cooperación entre las diferentes misiones
atribuidas a cada jugador. La articulación de las tareas individuales dentro de los sectores y la
articulación de los diferentes sectores del equipo nos lleva a cumplir, en función del modelo de juego
adoptado, los objetivos estratégicos, permitiendo que los jugadores aborden con fluidez sus
comportamientos compuestos de balances de seguridad, seguridad/riesgo y riesgo, en función de su
proximidad a la portería propia o a la del rival.
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(2) Articulación sectorial e intersectorial. Una correcta articulación entre los jugadores de
los diferentes sectores del equipo deberá, en la mayoría de las situaciones, establecer un equilibrio
dinámico, teniendo la posibilidad de: (1) desarrollar el proceso atacante, (2) reiniciarlo tras una
interrupción momentánea de éste, (3) ser capaz de recuperar el balón, caso de haberlo perdido, y,
en último caso, (4) defender con eficacia su propia portería.
(3) Movilidad coherente y global del equipo. Esta coherencia comportamental sólo es
posible cuando todos los jugadores están identificados con sus tareas tácticas específicas,
conociendo anticipadamente su contribución y valoración en aras del desenvolvimiento de cualquier
situación del juego, sea defensiva u ofensiva.
(7) Afinado de los tiempos de resolución mental y de ejecución motora. En este ámbito,
se intenta potenciar y afinar los tiempos de respuesta motora a cada situación generada por el
juego. Cada jugador está ante la necesidad de dialogar con un determinado número de veces por
unidad de tiempo que estos procesos son reclutados, y de gestionarlos correctamente, tanto en su
vertiente individual como en su interrelación con el todo del equipo. La variabilidad y transitoriedad
situacional característica del fútbol obliga a los jugadores a perfeccionar sus mecanismos de acción
con respecto a los “timings” pertinentes a cada situación de juego. Cada jugador y todo el equipo
han de asumir comportamientos de respuesta que correspondan adaptativamente al ritmo
cambiante del juego. Un equipo de alto nivel de rendimiento, cuando impone su ritmo de juego,
trata, en última instancia, de impedir que el rival consiga adaptarse a la tasa de variabilidad y
transitoriedad del juego; intenta que los funcionamientos individuales y colectivos del rival vayan
siempre desfasados con respecto a la evolución del juego.
(8) Rentabilización de los esfuerzos de carácter físico. Los aspectos de orden físico, que
sostienen los mecanismos de respuesta a las situaciones del juego, pueden ser rentabilizados,
evitando gastos energéticos baldíos. Cuanto mayor sea el grado de coherencia, racionalidad y
sincronización colectiva, menor es la necesidad de reclutar mecanismos de soporte físico-
fisiológico. Y al reducir nuestro gasto energético sin por ello poner en peligro el funcionamiento
táctico-estratégico, ampliamos la disponibilidad para otras tareas ofensivas y defensivas. Así
creamos condiciones favorables para el “radio de acción” de los jugadores, lo que significa que
éstos podrán tomar más decisiones e intervenir directamente más veces. Partiendo de este
raciocinio, podemos garantizar, para un determinado nivel de organización del equipo, una alta
disponibilidad para actuar pronta y correctamente con un mínimo gasto. Los ahorros energéticos
nos sirven, por un lado, para potenciar aceleraciones del ritmo de juego en espacios y momentos
clave, y, por otro, para perfeccionar el funcionamiento individual y colectivo, sectorial e
intersectorial.
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4. Articulación sectorial. La articulación entre los varios jugadores que constituyen los diferentes
sectores, además de procurar la obtención del gol, mantiene el equilibrio dinámico del sistema táctico,
en función de las situaciones, atendiendo a la posibilidad de que el proceso ofensivo tenga que ser
reiniciado, o, peor, haya que recuperar la posesión del balón. El perfeccionamiento de la organización
del equipo busca evitar dispendios inútiles de recursos intelectuales (decisiones) y energéticos, con lo
que impedimos que dos o más jugadores, en un mismo momento y en una misma situación, realicen el
mismo comportamiento y con las mismas intenciones tácticas.
Reglas
Para una mejor comprensión de las reglas de construcción de los ejercicios dirigidos de entrenamiento,
es clave analizar los aspectos que potencian:
2. División de tareas y funciones tácticas. Que deben ser comprendidas y asimiladas por todos
los jugadores, esto es, que cada uno entienda las suyas y también las de sus compañeros. Cuando un
jugador analice una realidad situacional del juego, ha de asumir actitudes y comportamientos
coordinados con las pautas táctico-técnicas que adoptan sus compañeros.
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5. Un tiempo y el ritmo de juego. Este ritmo deber ser el más conveniente para el mantenimiento
de elevados niveles de rendimiento, lo cual determina, entre otros aspectos: (1) la variación secuencial
de la velocidad de ejecución de todos los procedimientos táctico-técnicos, tanto individuales como
grupales; (2) el conocimiento detallado de los espacios de juego en dónde se aplicarán los diversos
procedimientos, y la manera en que éstos se aplicarán metódica y sistemáticamente, en aras del éxito
de cada iniciativa; (3) el uso del factor sorpresa para obtener ventajas que derivan de los desequilibrios
–ofensivos o defensivos- que ello produce en el rival; (4) el llevar a los rivales a crisis de raciocinio
táctico, lo que les conducirá, a su vez, a cometer errores en sus decisiones y ejecuciones; (5) el jugar
convenientemente con los balances de “seguridad/riesgo” en la resolución de las situaciones de juego,
lo que creará constantemente alteraciones estructurales y organizativas en el equipo rival, y, (6) el
imponer una tasa alta de variaciones de ritmo en las situaciones de juego, para llevar al equipo rival a
respuestas desfasadas en el “timing”.
(3) Construcción de las acciones ofensivas a través del ataque constante a los espacios
vitales de juego, por la creación y exploración de esos espacios por parte de los mismos o
diferentes atacantes.
(1) Inversión del desarrollo del proceso. Los jugadores tendrán que recurrir a mecanismos de
inversión de carácter táctico-técnico y espacial, para cambiar rápidamente los ángulos de ataque.
Desenvolvimiento del proceso.
(2) Reinicio del proceso; cuando la circulación táctica sea circunstancialmente interrumpida,
no debe ser reiniciada desde el mismo punto, sino que hay que intentar coordinar las acciones
individuales y de grupo para, partiendo de un nuevo contexto situacional, elaborar una circulación
diferente.
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(3) Transición controlada a la fase defensiva del juego. Se debe prever la posible pérdida del
balón, creando mecanismos de soporte para poder transitar controladamente a la fase defensiva.
(2) Fomentar condiciones a través de las que la creación, innovación e improvisación son
predicados fundamentales del juego ofensivo.
(3) Posibilitar un fácil aprendizaje acorde con las capacidades momentáneas de los
jugadores, en el plano de la comprensión y de la práctica, sin cuestionar el modelo de juego
establecido.
(4) Reunir condiciones para que el mayor número posible de jugadores puedan estar en
condiciones de finalizar el proceso de ataque con elevadas probabilidades de éxito.
Efectos
Partiendo de los datos de nuestra experiencia, se observa una cierta reluctancia y desconfianza, por
parte de los jugadores, y también por parte de algunos entrenadores, con respecto a la importancia,
aplicabilidad y positividad de estos ejercicios de entrenamiento. Ello deriva del hecho de que el juego del
fútbol es una realidad colectiva de carácter “abierto”, cuya variabilidad y transitoriedad de acontecimientos es
elevada. Luego, no se puede esperar que el estudio y entrenamiento de las circulaciones tácticas se
plasmen idéntica e inmediatamente en la competición. Efectivamente, no es posible verificar una
transferencia positiva total de las condiciones y contextos de entrenamiento a los partidos, que es donde
queremos que se evidencien. Pero hay que tener en cuenta que esto sucede con cualquier ejercicio y
método de entrenamiento. En otras palabras, el hecho de utilizar muchos ejercicios de finalización y con
elevadas tasas de éxito, no quiere decir que se vayan a reproducir exactamente, ni las situaciones ni los
niveles de eficacia. Pero los ejercicios dirigidos no dejan de ser por ello instrumentos fundamentales para el
trabajo de entrenadores y jugadores, en lo que se refiere a la racionalización y coordinación de las acciones
de estos últimos en aras de potenciar el modelo de juego propuesto, y por ello se deben usar de forma
regular y sistemática. Luego, los comportamientos táctico-técnicos utilizados, las contextualidades en que
son reproducidos y las condiciones para la comprensión de la dinámica organizativa del equipo que de ahí
derivan, compensan largamente los posibles aspectos o impresiones/percepciones menos positivas que
éstos ejercicios puedan sugerir. En este sentido, basta reflejar los efectos más importantes que se buscan a
través de la aplicación de estos ejercicios:
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Constreñimientos
(1) La primera deriva del hecho de que el entrenador llegue a pensar que la eficacia verificada
en la ejecución de estos ejercicios va a verse plasmada en la competición, cuando lo cierto es que
las maniobras diseñadas están culminándose eficazmente por el desinterés del grupo opositor, que
se desempeña con escasa implicación, iniciativa y agresividad.
(2) La segunda se basa en la posibilidad de que los compañeros que ejecutan la oposición,
conocedores de los detalles en que los atacantes van a realizar la circulación táctica, anticipen las
situaciones, haciendo inviable el desarrollo exitoso de los ataques, y reduciendo así la eficacia del
ejercicio.
Desde esta perspectiva, la dosificación y aplicación de estos ejercicios deben ponderar correctamente
los aspectos que derivan de la motivación, concentración, entusiasmo, etc., para que su eficacia sea
consecuencia de la acción concienzuda y positiva de todos los jugadores implicados.
Momentos
La utilización de los ejercicios dirigidos debe darse en la primera y segunda fases de la etapa principal
de la sesión de entrenamiento. Hay tres tipos básicos de sesión en las que su utilización es muy válida:
2. Las que se orientan a la recuperación de los parámetros fisiológicos de los jugadores. Así, cuando los
jugadores presentan elevadas tasas de acumulación de fatiga se pueden utilizar estos ejercicios para
proceder a la realización de una recuperación activa dentro de una dimensión técnico-táctico-estratégica.
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3. Las que preceden a la competición. En estas sesiones se procura afinar un conjunto de situaciones
fundamentales de la organización del equipo, que deben ser reproducidas con el máximo de eficacia posible
durante la competición. Esta utilización presupone una mínima exigencia en el plano físico, no poniendo en
peligro aspectos relativos a la fatiga de los jugadores.
Con relación al microciclo semanal de preparación del equipo, la aplicación de estos ejercicios se sitúa
predominantemente en las primeras tres o cuatro sesiones inmediatamente posteriores al partido, reduciéndose
su uso a medida que nos acercamos al siguiente encuentro.
Organización
(i) 1 punta.
(ii) 2 puntas.
(i) 1 punta.
(ii) 2 puntas.
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Concepto
Los ejercicios de entrenamiento para los sectores de juego son medios específicos de preparación de
los jugadores y equipos, siendo así denominados debido al hecho de que promueven condiciones
contextuales a través de las que se perfecciona el trabajo del equipo, fundamentalmente en lo que se refiere
a la articulación y sincronización de las acciones de los porteros con los jugadores de la defensa, del sector
defensivo con los jugadores del sector mediocampista y con los del sector medio con los jugadores
adelantados.
Objetivos
Los ejercicios de entrenamiento para los sectores del juego tienen como objetivos fundamentales el
desarrollo de los dos siguientes elementos:
(1) La homogeneidad táctica y comportamental. Cada sector está constituido por un número
variable de jugadores, con una determinada homogeneidad y sincronización de los
comportamientos táctico-técnicos y de los objetivos específicos. Así, las decisiones tácticas y su
puesta en práctica para la resolución de las diferentes contextualidades situacionales, dentro de
estas “unidades orgánicas”, deberán poseer un elevado grado de similitud con el modelo de juego
preconizado por el equipo.
(2) Articulación de las acciones sectoriales. Más allá de las cuestiones derivadas de la
homogeneidad y sincronización de los jugadores dentro de cada sector, es fundamental que se
desarrolle una articulación coherente y racional entre sectores, para disminuir su permeabilidad
ante las acciones agresivas rivales, mejorando así su organización dinámica.
2. Establecimiento de una relación lógica entre las diferentes misiones tácticas específicas
atribuidas a cada jugador. Los jugadores de los diferentes sectores del equipo evidencian misiones
tácticas específicas cuya nomenclatura tradicional es:
(1) Guardameta. Jugador que dentro del área grande goza de un estatuto diferenciado, en el
sentido de sus contactos con el balón y de la protección que goza en sus acciones táctico-técnicas.
La responsabilidad primaria en el plan defensivo es evitar el gol y dirigir las acciones de los
compañeros más cercanos. En el aspecto ofensivo, ha de regular el juego mediante el uso de
puestas en juego rápidas o lentas, y mediante pases largos y cortos, modulando así las
transiciones al ataque.
(2) Defensas. Jugadores que, en número normalmente cifrado entre 3 y 5, forman el sector
inmediato a la portería propia. Su responsabilidad defensiva primaria es proteger la portería, bien a
través de marcajes presionantes sobre los puntas, bien a través de una constante regulación de la
profundidad defensiva, intentando mantener a los delanteros rivales lo más lejos de la portería
propia o dejarlos en “offside”. En el aspecto ofensivo, deben incorporarse al ataque, creando
situaciones de ventaja numérica y desequilibrio en la organización rival.
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(3) Medios. Se mueven entre el sector defensivo y el atacante, en una posición intermedia.
Suelen ser entre 3 y 5, partiendo de dos medios laterales y un total de medio-centros que va de 1 a
3. Su responsabilidad primaria es equilibrar constantemente el sistema de juego, auxiliando al
sector defensivo, realizando marcajes y permutando sus misiones de organización. En el aspecto
más ofensivo asumirán funciones de dirección de juego, fomentarán la posibilidad de finalizar los
ataques y crearán, ocuparán y explotarán espacios vitales de juego.
(4) Delanteros. Forman el sector atacante, normalmente constituido por entre 1 y 3 jugadores.
Su responsabilidad primaria es marcar goles, siendo una especie de “blanco” constante y
alternativo para dar soluciones tácticas al compañero en posesión del balón, o bien para crear
espacios que puedan ser aprovechados por otros compañeros. En el aspecto defensivo, han de
presionar sobre las líneas de pase que intenta montar el rival para atacar y/o contraatacar y deben
seguir a los defensas rivales que se lancen al ataque, para impedir que creen posibles
superioridades numéricas.
Reglas
Los ejercicios de entrenamiento denominados de sectores son construidos teniendo como puntos
referenciales los dos siguientes aspectos:
(1) Corredor central. Espacio delimitado por la proyección de las líneas laterales de las áreas
de portería, traducen un gran número de zonas vitales del terreno de juego. La importancia de
estas zonas deriva fundamentalmente del establecimiento de ángulos frontales (formados por la
posición del balón y la portería propia o rival), que proporcionan la posibilidad de concretar
elevados niveles de eficacia, tanto en el aspecto defensivo como ofensivo. Este pasillo es
privilegiadamente ocupado y explorado, en el aspecto ofensivo, por jugadores de marcada acción
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organizativa, pues gozan de excelentes condiciones para dar pases a compañeros posicionados
tanto en los pasillos laterales (incluyendo cambios de frente), como en el corredor central (a través
de pases de ruptura). En el plano defensivo, los equipos procuran privilegiar su ocupación de forma
concentrada, con el objetivo de disminuir las distancias entre defensas y así construir una
organización defensiva eficaz que proporcione posibilidades de recuperar el balón, lo mismo que de
proteger la portería. El pasillo central es normalmente ocupado por tres tipos de jugador: (1) de
reconocida capacidad técnica y raciocinio táctico, que procuran resolver de forma eficaz las
diferentes situaciones momentáneas del juego (directores de juego o medio-centros); (2) de gran
capacidad de sacrificio y empeño, cuyas funciones tácticas son de equilibrar el sistema táctico,
tapar determinadas zonas al avance rival y/o permutando funciones con compañeros que en ciertos
momentos desempeñen otras misiones dentro de la organización, y, (3) “especialistas” cuya función
es la culminación del proceso ofensivo en busca del gol (puntas de lanza) o la defensa implacable
de su portería (centrales).
(2) Corredores laterales. Los corredores laterales son espacios delimitados por las líneas de
banda y la proyección imaginaria de las líneas laterales de las áreas de puerta. En el plano
ofensivo, los pasillos laterales son excelentes espacios para hacer progresar el balón hacia zonas
cercanas a la portería rival, debido a la reducida concentración de defensas. En este sentido, los
atacantes procuran, por un lado, apoyar el ataque creando situaciones de superioridad numérica o
explorando los espacios “a espaldas” de los defensas, y, por otro, asumir actitudes y
comportamientos táctico-técnicos de eminente carácter creativo y finalizador, cuando están cerca
de la puerta rival. En el plano defensivo, los jugadores encuadrados en estos sectores y fases del
juego procuran conducir a los atacantes hacia los corredores laterales, con el objetivo de: (1)
reducir el espacio de juego, lo que se traduce en una disminución de los ángulos y opciones de
pase, y, (2) aprovechar las líneas laterales como elementos de presión sobre el raciocinio táctico de
los atacantes y sobre la ejecución táctico-técnica de resolución de la situación de juego. Los
pasillos laterales son normalmente ocupados por jugadores con el siguiente perfil: (1)
“universalidad”, para desarrollar eficazmente las acciones defensivas y ofensivas. En el plano
defensivo, haz de cerrar el pasillo en que están situados, y han de moverse hacia el interior del
terreno para reforzar esa zona cuando el balón se encuentre en la banda contraria. En el plano
defensivo, han de moverse hacia delante y hacia atrás de la altura del balón, para desequilibrar la
organización defensiva adversaria, crear situaciones de superioridad numérica o explotar los
espacios libres de juego, para lo que realizarán cruzando en dirección de sus compañeros “puntas
de lanza” posicionados en el área grande contraria, y, (2) han de ser, a la vez, veloces y
resistentes, dado que el alto ritmo de juego que se da en los pasillos, con la variedad de acciones
táctico-técnicas y la frecuencia con la que se realizan, obligan a poseer un gran poderío.
2. Sectores de juego. Proyectando dos líneas imaginarias, paralelas a la divisoria central, que
subdividieran en dos partes iguales cada mitad de campo, formaríamos cuatro sectores de juego: sector
defensivo, sector de mediocampo defensivo, sector de mediocampo ofensivo y sector atacante.
(1) Sector defensivo. Zona preponderantemente ocupada por jugadores de corte defensivo
bien definido. Se constituyen redes escalonadas en función del balón, adversario y portería, con
vistas a condicionar y, mejor, interrumpir las conexiones ofensivas rivales. Es en esta zona donde
las aglomeraciones de los jugadores son frecuentes, por lo que se requiere de ellos una mayor
eficacia en la ejecución de las acciones táctico-técnicas con o sin balón, y de ahí que se observe
una mutua cobertura de los compañeros y un marcaje constante de los adversarios con o sin balón,
ya que la presencia de un atacante libre de marcaje constituye un grave problema, dada la
posibilidad de que origine una rotura de la organización defensiva. Una vez recuperada la posesión
del balón, se debe intentar una rápida progresión hacia la puerta rival, o, de ser ello inviable, al
menos asegurar la posesión, sin crear situaciones que puedan ser peligrosas para la puerta propia;
raramente las acciones ofensivas son interrumpidas en esta zona del campo, debido, por una parte,
a que los rivales adelantados no suelen presionar fuerte, sino más bien retroceder, y, por otra, a
que los jugadores suelen ser muy responsables individualmente y colectivamente como para perder
el balón cerca de su portería. Cualquier acción ofensiva técnico-táctica de los jugadores del sector
defensivo que contacten con el balón ha de ser ejecutada teniendo siempre como idea central la
máxima seguridad.
(2) Sector del medio-campo defensivo. En esta zona del campo se da un cierto equilibrio
entre la seguridad y el riesgo que envuelve la ejecución de cualquier acción táctico-técnica, siendo
una zona excelente para apoyo y soporte al jugador en posesión del balón. Ofensivamente, este
sector es ocupado y vitalizado por jugadores fundamentalmente dedicados a la busca de espacios
libres, con vistas a asegurar eventuales compensaciones y circulaciones tácticas. La ejecución
deficiente de cualquier acción táctico-técnica no sólo interrumpe la construcción del proceso
ofensivo, sino que también puede desencadenar el contraataque rival, aprovechando que los
jugadores del equipo en posesión disminuyen la vigilancia de sus adversarios directos. En lo que
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(3) Sector del medio-campo ofensivo. En esta zona del campo subsiste un cierto equilibrio
entre: (i) el riesgo en el intento de desequilibrar de forma definitiva la organización defensiva,
siendo así una zona de base fundamental para desarticular la resistencia adversaria. En esta zona
es dónde se desencadenan la primeras “acciones verdaderas” que llevan a desbordar el sistema
defensivo rival. En términos de ataque, esta zona está ocupada y animada por jugadores
fundamentalmente dedicados a la creación y ocupación de espacios vitales de juego, a través de
desplazamientos ofensivos de progresión y ruptura (perpendicular y diagonal), de combinaciones
tácticas simples, directas e indirectas (paredes), y de acciones táctico-técnicas de pase, regate,
conducción y engaño, (ii) y la seguridad, que se basa en mantener el equilibrio dinámico de la
propia organización, ya que la pérdida del balón en esta zona del campo también puede
desencadenar un contraataque rival con grandes probabilidades de éxito. Por tanto, se necesita
una organización dinámica equilibrada para poder contrarrestar rápidamente esta hipotética
situación. En cuanto al aspecto defensivo, en esta zona hay que procurar evitar que los adversarios
relancen rápidamente su proceso ofensivo, y emplearemos con este fin acciones de temporación
para ganar el tiempo necesario para organizarnos defensivamente de forma cohesionada y
homogénea, atendiendo igualmente a las enormes ventajas que podríamos obtener si
recuperásemos el balón en esta zona del campo.
(4) Sector ofensivo. Hacia esta zona es adonde se orientan las líneas de fuerza y donde
culminan las grandes combinaciones y circulaciones tácticas, con vistas de romper la organización
defensiva rival. Su proximidad a la meta rival permite que, en especial desde ciertos ángulos, aquí
se concluyan con mayores probabilidades de éxito las acciones ofensivas. Para eso, siendo una
zona de aglomeraciones frecuentes, no deberá haber dudas en la decisión y ejecución de las
acciones táctico-técnicas, especialmente en aquellas situaciones en las que, caso de perder la
posesión, puedan tener como consecuencia un contraataque rival. Es una zona en la que los
equipos procuran, tras perder el balón, equilibrarse defensivamente, de manera que demoren al
rival el tiempo necesario para que todos los compañeros asuman actitudes y comportamientos
táctico-técnicos de marcaje, sin descuidar las posibilidades de volver a recuperar inmediatamente el
balón. En esta ocupación racional, constante y fluida del espacio en función de las situaciones
momentáneas de juego se identifican los sistemas de juego actuales, que expresan una gran
movilidad y flexibilidad, convirtiendo a este sector avanzado en lugar donde no sólo se gestan
situaciones de finalización, sino también de defensa y/o contraataque.
Efectos
Los efectos preconizados por la aplicación de ejercicios para los sectores de juego van enfocados a los
cinco siguientes objetivos fundamentales:
1. Crear un sentido y mentalidad colectiva. Nada que hagamos será verdaderamente útil si no es
proyectado bajo un trabajo colectivo y entrenado y adaptado a las situaciones contextuales del juego o
del modelo de juego adoptado. Evidentemente, ningún jugador, por bueno que sea, podría enfrentarse
aisladamente a un ataque o una defensa contraria, salvo situaciones excepcionales. El trabajo colectivo
requiere que el jugador, dentro de sus misiones individuales y grupales, trabaje articuladamente con la
globalidad del equipo, para que el rendimiento de todos sea fluido y constante; unos jugadores y
misiones se complementan con todas las de los demás compañeros. La funcionalidad de un equipo de
fútbol pasa, inevitablemente, por la implantación y desarrollo del modelo de juego adoptado y el ajuste
de los comportamientos de los jugadores en función de las contingencias contextuales de las
situaciones de juego.
2. Existencia de una comprensión elementar de base. Una organización debe posibilitar que
cada jugador participe en las diferentes fases del proceso ofensivo y defensivo, asegurando una mayor
eficacia porque cada uno sabe que sus compañeros van a colaborar con él en el desempeño de sus
misiones básicas. De la misma manera, será indiscutido que, si cada jugador va a tener el apoyo de los
demás, así también cada uno se implicará en ayudar a cualquiera que lo necesite. Y que si un jugador,
en un momento dado del juego, pasa a realizar misiones en principio correspondientes a otro, éste, si
bien volverá a sus tareas específicas cuando el momento circunstancial del juego lo permita, ha de
relevar con plena implicación a su compañero mientras se resuelve la situación puntual. Se
intercambian así, momentáneamente, posiciones y misiones específicas, pero nunca se pierde la
responsabilidad, la organización y la solidaridad. En el fútbol actual es inevitable que la racionalidad y la
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funcionalidad de un equipo pasen por una colaboración entendible y constante, independientemente del
momento y espacio de juego o de las funciones tácticas específicas de los jugadores dentro del sistema
de juego.
3. Los jugadores deben conocer y estar preparados para asumir las funciones específicas de
sus compañeros. Se hace fundamental y necesario que cada jugador, además de tomar conciencia de
la superficie del terreno de juego en la que va a evolucionar, de sus límites y de sus misiones básicas
específicas (misión táctica individual), deberá conocer igualmente las funciones y misiones de sus
compañeros, y estar preparado para ayudarles en las situaciones de juego o incluso asumir él mismo
esas funciones. En cada situación, los jugadores deben interiorizar y valorar constantemente su
contribución para el desarrollo del proceso ofensivo de su equipo, con disponibilidad total,
presuponiendo: (1) la evaluación de sus posibilidades de éxito, preparado su futura intervención,
anticipando su intención y su comportamiento en función de la situación que prevea posible, y, (2) la
ejecución de una respuesta que sea previsible a los ojos de sus compañeros e imprevisible a los de los
adversarios. Esto presupone una continua toma de informaciones acerca del posible desarrollo de las
situaciones de juego.
5. Crear condiciones para que cada jugador pueda optar por una entre diferentes respuestas
tácticas posibles. La resolución de cada situación de juego deberá resultar de la mutua
responsabilidad de todos los jugadores del equipo, dándose a todos ellos la posibilidad de decidir
ejecutar, entre varias opciones de respuesta táctica, aquélla que les parezca más adaptada y ajustada a
cada situación. No hay que darles una opción excluyente, porque ello podría derivar en que nuestros
rivales prevean más fácilmente nuestras acciones, y, aún peor, en que los jugadores de nuestro equipo
se habitúen a crear muy pocas opciones de resolución.
Constreñimientos/Limitaciones
Las limitaciones más importantes que hay que considerar cuando usamos este tipo de ejercicios derivan
de los hechos siguientes:
1. Los jugadores del sector defensivo que, no teniendo otro objetivo más que proteger la portería,
simplemente procuran “destruir” el proceso ofensivo de sus compañeros, dedicándose a despejar de
cualquier manera el balón, bien fuera del sector, bien incluso fuera del campo. Así, al no tener actitud
constructiva alguna tras recuperar el balón, los jugadores del sector defensivo simplemente se limitan a
desestabilizar la acción de sus “compañeros-rivales”, y no se movilizan para nuevas acciones de
dominio táctico o estratégico.
2. Los jugadores en proceso ofensivo, si no tienen que poner en práctica alguna iniciativa inmediata
a la posible pérdida del balón, tienen tendencia a disminuir la eficacia de sus acciones de ataque a la
portería, pues íntimamente saben que la pelota volverá, antes o después, a ser suya. Si dejamos que
este método de entrenamiento se ejecute de esta manera, los jugadores perderán la noción de la
importancia de tener o no posesión de balón, por no haber en el ejercicio ninguna condición que
estimule la iniciativa, la actitud y los comportamientos tendentes a que los jugadores desarrollen
acciones más allá de las que cumplen los objetivos básicos.
Para aminorar los constreñimientos señalados, estos ejercicios deben ser organizados de manera que
los jugadores en proceso defensivo, después de recuperar el balón, deban pasar a una segunda fase, que
los lleve, por ejemplo: (1) a marcar goles en porterías pequeñas colocadas a lo ancho en la línea de medio
campo; (2) a conseguir hacer llegar el balón a un compañero posicionado en el círculo central; (3) a enlazar
cuatro pases seguidos en un espacio determinado, etc. En esta dinámica “ataque vs. defensa”, los
jugadores que atacan son obligados a un mayor cuidado en cuanto a las consecuencias de perder el balón
(excepto, lógicamente, si marcan gol), ya que, si lo hacen, vendrán obligados a recuperarla so pena de que
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los defensivos consigan su correspondiente objetivo. Con este diseño de los ejercicios es como se
consigue que todos los participantes mantengan la motivación e intervengan positivamente.
Momento
El emplazamiento de estos ejercicios debe ser en la parte principal de la sesión. Pero se han de
utilizar tras la aplicación de otros que les son orgánicamente complementarios, con es el caso de los ejercicios
metaespecializados o los ejercicios dirigidos (circulaciones tácticas). Por tanto, lo normal es que los realicemos
como tramo final de la parte principal, inmediatamente antes de la parte final de la sesión. Con respecto al
microciclo semanal, estos ejercicios han de realizarse a partir de la 2ª o 3ª sesión, aumentando su presencia a
medida que nos acerquemos a la competición.
Organización
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Concepto
Los ejercicios de entrenamiento para las situaciones fijas del juego son medios específicos de
preparación de los jugadores y equipos, siendo construidos con base en las situaciones de balón parado, y a
través de los cuales se estudian y entrenan soluciones estereotipadas, especialmente aquéllas que, debido a la
proximidad de la puerta rival, potencian situaciones de finalización con elevadas posibilidades de éxito.
Objetivos
El objetivo esencial de los ejercicios de entrenamiento para las situaciones fijas de juego es establecer
formas superiores de coordinación en las acciones individuales y colectivas de varios jugadores. Estas
formas superiores de coordinación se enfocan a asegurar la creación de contextualidades propicias para la
finalización con elevados niveles de éxito. Las jugadas a balón parado en competición y en entrenamiento
aportan un conjunto de ventajas que se basan en el hecho: (i) de que el balón está parado (no hay
problemas de control), (ii) no existe presión del adversario (se encuentra a un mínimo de 9,15), (iii) puede
involucrar a un gran número de atacantes, y (iv) de que se desarrollan en espacios preplaneados para
aprovechar al máximo las condiciones individuales, dentro de un funcionamiento colectivo. En función del
modelo de juego adoptado y de los objetivos estratégico-tácticos del equipo, los esquemas tácticos se
expresan según seis vertientes fundamentales:
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1. Circulación precisa del balón. Circulación efectuada de forma pre-planeada, en dirección a los
atacantes, y para espacios concretos de juego, buscando una solución eficaz de esas situaciones.
3. Variación del ritmo de ejecución de las acciones. Los ejercicios de entrenamiento para
situaciones de balón parado promueven, más allá incluso de los desplazamientos variados de carácter
convergente y divergente con relación a la situación, un ritmo variable en la ejecución de las acciones
táctico-técnicas. De esta manera se objetiva la creación de condiciones más favorables para alcanzar la
portería, y, simultáneamente, crear condiciones para que surjan desajustes defensivos en el equipo
rival.
Reglas
Los esquemas tácticos, denominación para las situaciones fijas a balón parado, planificadas y
entrenadas durante la preparación del equipo, representan, en su esencia, la coordinación de las acciones
individuales de algunos jugadores, con la intención conjunta de asegurar las condiciones más favorables
para concretar un gol. La concepción de ejercicios de entrenamiento para el desarrollo de los esquemas
tácticos deben asegurar los siguientes aspectos:
1. Agresividad en la acción. Esta condición debe derivar de: (1) de la ejecución sucesiva y
múltiple de movimientos ofensivos y desmarques, (2) de la orientación permanente de los
comportamientos ejecutados en la dirección de la puerta adversaria, (3) de y en el ataque
constante a los espacios vitales del juego, y, (4) de y en los posibles contactos físicos con los
adversarios, debido a la elevada concentración de jugadores en espacios vitales de juego y las
acciones de marcaje efectuadas por los defensores.
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los jugadores, en función de sus capacidades reales, puedan ir aprendiendo y perfeccionando estas
acciones, y, (4) reunir las condiciones para que el mayor número posible de jugadores pueda estar
en condiciones de ejecutar y finalizar estas acciones con razonables expectativas de éxito.
(2) Ocupación rápida del dispositivo fijo. Un aspecto clave en los entrenamientos de
acciones a balón parado y en su ejecución en el juego real es que los atacantes ocupen
rápidamente sus posiciones fijas de partida, con vistas a poder aprovecharse de una posible puesta
en juego rápida y sorpresiva. De todos modos, cuando no sea esto factible, no es menos
importante conservar la calma y usar el factor tiempo a favor, sin cometer precipitaciones, y esperar
a que todo el dispositivo previsto esté bien organizado.
(1) Al jugador que pone el balón en juego. A este jugador se le exige: (1) un claro
conocimiento de la solución táctica y de sus variantes; (2) una puesta en juego en el momento justo
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y adecuado a los movimientos de sus compañeros, y, (3) una ejecución táctico-técnica eficaz y
precisa.
(2) A los jugadores que participan en el esquema táctico. A estos jugadores se les exige:
(1) claro conocimiento de la solución táctica y de sus variantes, (2) coordinación eficaz del objetivo
de su comportamiento y del de sus compañeros, (3) estar preparados para la eventualidad de tener
que finalizar de forma no exactamente prevista, (4) reorganizar el proceso ofensivo en caso de fallo
en la ejecución, y, (5) transición a defensiva en caso de que se pierda la posesión del balón.
Efectos
Los efectos más importantes preconizados por la aplicación de los ejercicios de entrenamiento para las
situaciones de balón parado son los siguientes:
2. Variación temporal de las acciones. Los ejecutantes, más allá de ejecutar las acciones
sincronizadamente, han de hacerlo introduciendo cambios de ritmo, creando condiciones para los
defensas atiendan a estímulos falsos, a movimientos que buscan, realmente, su descolocación.
3. Creación de un bagaje opcional. Los jugadores deben establecer, aunque sea de forma
limitada, un abanico opcional con un mínimo de posibilidades de respuesta/solución para el jugador que
saca. La compenetración entre sacador y resto de compañeros es fundamental para la eficacia de estas
acciones.
4. Preparación del equipo para la situación de fallo. Los jugadores deben estar preparados para
la posibilidad de que la acción no finalice en gol, y, especialmente, para que el balón pase a posesión
del rival, que es lo peor que puede suceder. Hay que establecer medidas preventivas por si ello sucede,
independientemente de dónde y del motivo de que se haya fallado; lo urgente pasa a ser recuperar el
dominio de la situación, y olvidarse de recriminaciones.
Constreñimientos
Las limitaciones más importantes a tener en cuenta en la aplicación de los ejercicios de entrenamiento
para las partes fijas del juego, se centran en los siguientes aspectos:
(1) Variabilidad situacional. Esta primera deriva del hecho de que hay tanta variabilidad en
las situaciones, que es absurdo preparar acciones estudiadas. Si ello fuera cierto, todos los
ejercicios de entrenamiento serían igual de absurdos. Entrenar es crear un conjunto de simulacros
(representación artificial de una realidad), a través del cual los jugadores se preparan para lo
previsible e incluso lo imprevisible. Cuanto mejor preparados están los jugadores para las
situaciones lógicas, mejor lo estarán también para descifrar las imprevistas y saberlas manejar.
(2) Conocimiento por parte del adversario de la acción que va a suceder. Esta segunda se
basa en el hecho de que, al ejecutar una vez el esquema táctico, todos los adversarios acabarán
por saber anticiparnos. Ahora bien, esto sólo sucederá si los equipos no preparan, para la misma
situación, diferentes variantes. Es importante señalar que cerca del 40% de los goles obtenidos
tienen su origen en las partes fijas del juego. Esta alta cifra, por sí sola, ya justifica una máxima
atención e interés, considerando que los esquemas tácticos son instrumentos fundamentales para
el trabajo del entrenador y del equipo, especialmente en lo que respecta a la racionalización y
coordinación de las acciones individuales y colectivas, debiéndose por tanto practicarse de forma
regular y sistemática.
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que sobre otros. Surgen condiciones favorables para que algunos jugadores “desconecten” del
entrenamiento, dejen de tomar decisiones, pierdan la concentración y desarrollen malos hábitos, que
después pueden verse reflejados de forma negativa en la competición.
(1) Desinterés de los compañeros. Puede suceder que las acciones sean exitosas en el
entrenamiento, pero más por dejadez del grupo opositor que por precisión del ejecutor. Esto puede
dar una falsa idea de eficacia, que va a ser contradicha cuando nos enfrentemos a la competición
real.
(2) Anticipación de las acciones. También puede ser al contrario, o sea, que el grupo
opositor, conociendo los movimientos que se estudian, se anticipen al grupo ejecutor, impidiendo
que las acciones se completen y reduciendo así su eficacia.
(3) Falta de convicción. Una reducida eficacia en las situaciones a balón parado pueden
derivar de falta de convicción por parte de los jugadores que la ejecutan. Muchas de estas
situaciones pueden ser conceptualizadas a partir de contextos no habituales, y algunas incluso ser
consideradas “ridículas”. Aún así, pueden conseguir la descoordinación y desorganización del
equipo rival. De todas las maneras, no existe sistema táctico alguno que sea realmente eficaz si no
se efectúa convencidamente. Una vez establecido el esquema táctico a desarrollar, todos los
protagonistas han de implicarse seriamente y convencidos de sus posibilidades de éxito; si éste no
llega, ha de ser porque los rivales se muestren eficaces en la contratáctica, pero nunca por falta de
implicación de los ejecutantes.
Momentos
La utilización de los ejercicios de entrenamiento para las partes fijas del juego se debe verificar al final
de la parte principal de la sesión, o también en su parte final, en la cual un grupo reducido puede seguir
trabajando en el perfeccionamiento de estas situaciones. Con relación al microciclo de preparación, la
aplicación colectiva de estos ejercicios se deben situar, predominantemente, en las últimas tres sesiones de
trabajo. En cuanto al trabajo individual, es aconsejable que los jugadores especialistas practiquen un poco
cada día.
Organización
1. Libres directos e indirectos cercanos al área rival, estudiando los ángulos libres lejanos al área rival.
2. Saques de esquina cortos y largos.
3. Saques de banda, cerca y lejos del área rival.
4. Saques de centro.
5. Penalti.
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Ejercicios competitivos
Concepto
Objetivos
Los ejercicios competitivos tienen como objetivo esencial establecer una adaptación funcional más
compleja y específica a la realidad competitiva del fútbol. Contribuyen así con especial eficacia en la
armonización entre las varias componentes del entrenamiento, ajustando los factores de preparación de
carácter individual, sectorial, intersectorial y de equipo a las situaciones específicas competitivas. Podemos
sintetizar los objetivos a alcanzar de la siguiente forma:
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rivales; (iii) la aplicación de acciones tácticas diferentes para sorprender al adversario; (iv) la
constitución del equipo, y, (v) las misiones tácticas específicas que se han distribuido. Así es posible
examinar el plan de juego construido para la futura competición, con el objetivo de perfeccionar
condiciones y circunstancias para su aplicación eficaz. En este ámbito, se observan las consecuencias
de las alteraciones puntuales y temporales preconizadas para una determinada competición.
7. Observación de las actitudes. Los ejercicios competitivos posibilitan analizar de forma más
exacta las actitudes, los temperamentos y los niveles de confianza ante situaciones contextuales. Los
jugadores tendrán que confrontarse con condiciones objetivas del juego, esto es, con “verdaderos”
rivales y con arbitrajes formales.
(1) sólo es posible dirigir un equipo cuando los jugadores están predispuestos a dejarse dirigir, (2) sólo
es posible dirigir un equipo cuando se usan medidas directivas apropiadas acompañadas por medios
apropiados, (3) sólo es posible dirigir un equipo cuando se conocen y respetan las necesidades
individuales y se consigue que se satisfagan dentro del marco de las necesidades grupales, y, (4) para
una dirección eficaz, son condiciones básicas el escuchar y observar; presuponen que el entrenador
sabe y tiene buena predisposición.
Reglas
Desde el análisis de los ejercicios competitivos podemos establecer cuatro tipos de reglas básicas para
su construcción:
1. Práctica del juego. Los ejercicios de entrenamiento de práctica del juego se conceptualizan y
desenvuelven en condiciones próximas a las situaciones reales de competición, y en ellos el entrenador
da un mayor énfasis sobre determinados aspectos específicos de la organización del equipo. En este
dominio, se crean condiciones para que esos aspectos más particularizados se puedan expresar de la
forma más frecuente y visible, posibilitando que los jugadores se hagan conscientes de cómo los
pueden interpretar y resolver de forma eficaz. Para estas prácticas pueden utilizarse solamente los
jugadores del equipo o también los de un equipo más joven del mismo Club. De esta última forma, se
proporcionaría un contacto práctico con diferentes realidades en el ámbito de la eficacia táctico-técnica,
del ritmo de juego, de los diferentes niveles de experiencia acumulada, y también la posibilidad de
aplicación de nuevas concepciones en el dominio estratégico y táctico. El hecho de que estemos
confrontando equipos teóricamente más débiles con el nuestro puede ser contrarrestado por el mayor
empeño y motivación que suelen mostrar los jóvenes jugadores para responder a estos nuevos retos, o
bien a través de desequilibrios (numérico, jugando 11 contra 9, por ejemplo; de resultado, haciendo que
el equipo más débil parta de un 2-0). En los ejercicios de práctica de juego, el entrenador deberá
interrumpir siempre que lo considere conveniente y necesario, para corregir acciones desarrolladas. Es
más importante desarrollar acciones individuales y colectivas acordes con nuestros planteamientos
básicos de resolución, que mantener un ritmo de juego dado. El objetivo fundamental de estas prácticas
de juego es el estudio y perfeccionamiento de acciones competitivas correctas.
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aplicación del modelo de juego adoptado. Consecuentemente, el número de interrupciones por parte del
entrenador ha de ser menor que en los ejercicios de práctica del juego. Para llevar esto a cabo, se
entrena “compitiendo” contra jugadores de la propia plantilla, de un equipo filial o de un equipo vecino.
Con objeto de valorizar y potenciar los efectos específicos que derivan de la aplicación de los diferentes
tipos de ejercicios competitivos, el entrenador deberá desarrollar este conjunto de acciones:
(1) Nivel de cumplimiento del plan de juego. Analizar el cumplimiento del plan de juego por
parte del equipo, observando su idoneidad general y específica, que es la que fomentará –o no- un
rendimiento conducente a la consecución de los objetivos.
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(3) Utilizar feedbacks. Deberá dar realimentaciones positivas a los jugadores más emotivos o
inexpertos, animándoles, reforzándoles siempre que la situación lo precise. Pero ha de ser
intransigente ante faltas de actitud o empeño y desmoralizaciones. Hay que tener siempre presente
que los jugadores son muy sensibles a la crítica y a los gritos del entrenador durante la
competición, especialmente si esas manifestaciones no tienen como objeto ayudarles, sino la
pretensión del entrenador de justificarse ante sí mismo, ante los directivos, ante los socios, el
público, etc.
(5) “Reaccionar" ante las alteraciones introducidas por el rival. Deberá utilizar las
substituciones, modificar posicionamientos, alterar misiones tácticas, etc., de manera que “nuevas”
funcionalidades del equipo rival sean inocuas, o, mejor aún, acaben siendo superadas por nuestras
propias variaciones. Hay que estudiar las variaciones del rival, asimilarla y contrarrestarla
rápidamente, bien con los jugadores que están actuando, bien con gente del banquillo,
introduciendo las variaciones pertinentes para responder a las del rival y, de ser posible,
sorprenderle. De esta manera, también nuestros jugadores se van habituando a la necesidad y el
hábito de entender y crear mecanismos tácticos que nos hacen más flexibles y capacitados.
(1) Las substituciones se ven desde una perspectiva negativa. Las substituciones son
normalmente encaradas negativamente por el jugador que sale (salvo cuando son debidas a
lesiones serias), pues éste siente que ha fallado en su tarea o bien que otros factores
“incomprensibles” (para él) han provocado su cambio. En este campo, el entrenador debe “educar”
y “convencer” a los jugadores del equipo, para que entiendan que un cambio es un medio táctico
fundamental con vista a la mejora del juego del equipo, y que se utiliza meramente en beneficio
colectivo.
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riesgo de perjudicar al equipo, (viii) cambiar al jugador para que entre un compañero que viene de
una inactividad y que necesitamos asimilar al ritmo del grupo, y, (ix) mantener activos a un buen
número de jugadores, con vistas a que la mayoría de la plantilla no pierda nunca un aceptable ritmo
de juego.
(1) Relajar/tranquilizar. Los primeros minutos de la pausa deben ser utilizados para: (1) que
los jugadores han de adoptar posturas que les permitan reposo y recuperación del esfuerzo
realizado. A mayor esfuerzo, y cuánto más desfavorable haya sido el desarrollo del mismo, más
necesario es respetar esta recomendación, y, (2) utilizar bebidas regenerativas (minerales, hidratos
de carbono, etc.).
(2) Vigilancia médica. El período de relajación debe aprovecharse por el cuerpo médico y el
entrenador: (1) para vigilar y atender las pequeñas heridas, contusiones, aplicar vendajes, ejecutar
masajes puntuales, etc., y, (2) el entrenador debe preguntar individualmente a los jugadores si
sienten algún impedimento físico para mantener el rendimiento (lesiones, cansancio, etc.).
(3) Preparación táctico-técnica para la siguiente parte. Después de los tres a cinco minutos
de reposo/relajación, el entrenador pasará a la siguiente fase de preparación con vistas al siguiente
período de juego. Metodológicamente, ha de comunicar con frases cortas, instrucciones claras,
refuerzo de lo correcto, repetir o reestructurar –si procede- misiones tácticas. Es preciso tener
presente que las instrucciones centradas en errores de la parte anterior no tienen efecto positivo
alguno. Los jugadores necesitan instrucciones centradas en sus misiones tácticas específicas. Si
fuera preciso criticar algo, es fundamental que esa crítica vaya envuelta en forma de instrucciones
y consejos. Se establecen, entre otros, los siguientes principios esenciales: (1) cualquier crítica, por
necesaria que sea, se opone a la necesidad que tienen los jugadores de sentirse reconocidos; (2) a
nadie le gusta que le critiquen, sea o no justamente; (3) la persona que critica siempre es mal vista,
aunque se le reconozca que lo hace en busca del bien común; (4) es más exitoso el uso de los
elogios que el criticar, y, (5) el entrenador deberá reforzar la autoconfianza de los jugadores,
acentuando y potenciando los comportamientos positivos. En este aspecto, se imponen los
siguientes aspectos importantes: (i) informar a los jugadores; el entrenador deberá dar
informaciones que respeten la estima propia y la estima hacia el rival, para mejor concretar una
mejor comprensión de las situaciones clave en el plan táctico de la funcionalidad colectiva, y, (ii)
realizar ajustes; a partir de las informaciones, el entrenador deberá hacer ajustes o modificaciones
en el plano individual y en el colectivo, como también en la orientación general del equipo en cuanto
al ataque y a la defensa.
Efectos
Los efectos derivados de la aplicación de los ejercicios competitivos se basan en los seis siguientes
aspectos:
1. Recrean los requisitos específicos del juego. Los ejercicios competitivos desempeñan en la
preparación de jugadores y equipo un papel extremadamente importante en el entrenamiento, porque
sin ellos es imposible moldear de forma correcta los requisitos específicos del juego futbolístico, porque
estimulan indeleblemente la consecución de un elevado nivel de preparación. En este aspecto, se crean
condiciones favorables: (1) para que los jugadores mejoren sus prestaciones, ampliando los límites de
sus capacidades, y, (2) hacer posible que el entrenador analice las formas de influenciar positivamente
en los factores que puedan estar limitando la progresión de sus jugadores.
2. Posibilitan la evaluación del modelo y del plan de juego para la competición. Es a través
de los presupuestos establecidos por estos ejercicios de entrenamiento como es posible experimentar y
evaluar, con un elevado grado de certeza: (1) el nivel de consolidación y asimilación del modelo de
juego preconizado por el equipo. Se reúnen de este modo datos o referencias fundamentales para
redireccionar, perfeccionar o modificar aspectos más o menos particulares de la planificación conceptual
del equipo, y, (2) el nivel de pertinencia del plan de juego, a través del cual se efectúan alteraciones
puntuales y temporales de la expresión táctica de base del equipo, en función del conocimiento del
equipo adversario y de las condiciones objetivas sobre las que se jugará la próxima competición.
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3. Se confirman como los medios más eficaces de entrenamiento. Los ejercicios competitivos
son las formas de preparación que más se asimilan a las condiciones reales de competición. En este
sentido, desde que se haya conseguido la comprensión y asimilación correcta de los elementos
generales y específicos de la funcionalidad del modelo y del plan de juego, estos ejercicios se
consideran como, probablemente, los medios más eficaces del proceso de entrenamiento. Sin embargo,
hay que insistir en que los ejercicios competitivos son parte de un trayecto de preparación cuya
sostenibilidad deriva de la previa aplicación de otros ejercicios sin los que no es posible su
rentabilización. En otros términos: los ejercicios competitivos están en la cima de una perspectiva
didáctico-metodológica, cuya aplicación sólo tiene sentido cuando está basada en los efectos derivados
de los contenidos de otros ejercicios de entrenamiento.
5. Potencian un ritmo específico de juego. Los ejercicios competitivos crean condiciones para
que se potencie una variedad de velocidad de ejecución de las acciones individuales y colectivas que
sea la más conveniente para mantener los niveles de rendimiento. Este ritmo ha de impedir que el
equipo adversario se adapte a los constantes y secuenciales cambios de ritmo de ejecución motora.
Constreñimientos
3. Reducir la posibilidad de ejecución de acciones al margen de las leyes del juego. En este
sentido, es importante tener especial cuidado en lo que se refiere a los eventuales roces (faltas,
infracciones...) que pudieran ocurrir durante los partidos de entrenamiento, y que podrían originar
lesiones que impidan a algunos jugadores seguir en el partido o incluso su concurso en los próximos de
competición oficial.
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Momentos
1. presente la reflexión sobre los aspectos menos positivos identificados en el partido anterior y el
reforzamiento de los positivos.
Organización
4. Variando su duración.
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3.- ANEXO
Entrevista realizada a Jorge F. F. Castelo por Jesús Cuadrado
(Publicada en el número 116 de TRAINING FÚTBOL, octubre-2005)
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- El juego del fútbol es una modalidad deportiva colectiva que recurre continua
y persistentemente al perfeccionamiento de su organización, intentando alcanzar sus
objetivos y superar sus propias limitaciones momentáneas. En esta dimensión,
basada en la organización de un equipo de fútbol, es la cooperación, es decir, la
congregación de esfuerzos (en el sentido del cumplimiento de los objetivos) lo
importante para que la organización se mantenga. Es a través de la cooperación
como se refuerza la acción individual, gestionando la organización para cumplir con
eficacia el objetivo marcado, que está completamente fuera del alcance de cada
jugador que actúa de forma aislada (efecto de sinergia). La sinergia produce un
efecto más grande que la suma de los efectos que producirían los jugadores
actuando individualmente (2+2=6 – aritmética organizativa).
El juego del fútbol constituye para los jugadores, en este sentido, un ambiente
notable de la expresión (definido por el conjunto de posibilidades que éstos tienen
para resolver las situaciones de juego). Esto significa que el fútbol encarado como
un sistema social abierto no posee una dirección "unidireccional" y puede, por un
lado, partir de diferentes condiciones iniciales para llegar a un mismo objetivo, es
decir, utiliza otros caminos para llegar al mismo propósito; y por otro lado, ninguno
de estos caminos (en la mayoría de las situaciones) parece mejor ni más eficiente
que otro. Hay que tener en cuenta que "cuanto más se desarrolla el orden y la
organización, más necesidad hay de desorden", sin el cual no habría una evolución
estratégico-táctica. Pero hay que recordar que paralelamente se crean mecanismos
de regulación o control, siempre que las acciones de los jugadores respeten el
objetivo inicial, ya que de no ser así se realizarían modificaciones. Estas
correcciones presuponen que existen mecanismos de retroacción que tienen como
objetivo modificar el comportamiento del equipo si fuese necesario, siempre
respetando ciertos límites, definidos por los objetivos de la propia competición.
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- La finalidad del juego es marcar gol y evitar que el rival nos lo marque a
nosotros, ¿pueden existir momentos en que la finalidad de los equipos no
coincida con la finalidad del juego?
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- Me inclino a pensar que el juego del fútbol, analizado bajo una perspectiva
dualista, se traduce por dos bloques antagonistas condicionados por una unidad de
tiempo, de espacio, y de acción. Por ello, cada jugador apoya a todos sus
compañeros de equipo y es un rival para todos sus adversarios. En relación con la
pregunta, la acción es claramente consecuencia de la existencia de una concepción
de la unidad para el desarrollo del juego: la planificación táctica. En realidad, la
planificación táctica no significa sólo una organización en función del espacio, del
tiempo del juego y de las misiones específicas de los jugadores, sino que presume,
en último análisis, de la existencia de esa concepción de la unidad, en la que la
velocidad, la coordinación y la coherencia de los desplazamientos de los jugadores,
su orientación y el ritmo, la relación y el contacto con los adversarios, tanto en las
fases ofensivas como en las defensivas, determinan la orden de ejecución de las
acciones individuales y colectivas en las que el espacio necesario y su distribución
en el tiempo son variables, secuenciales, coherentes y organizadas con el objetivo
de alcanzar la victoria.
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Sólo de esta manera será posible que los procesos cognitivos que están en la
base se mezclen con la ejecución de acciones motrices muy eficientes y más
adaptadas a la situación. Estos procesos son el resultado de la respuesta motriz del
jugador (feedback) en función de su eficacia, y llegan a ser una experiencia
significativa. Por ello facilitan la resolución de otras situaciones idénticas (debido a la
participación de la conciencia) y llegan a servir de base para la resolución de una
situación momentánea nueva del juego (debido a la utilización de un pensamiento
productor). Para concluir, en el juego del fútbol todos los jugadores, en el mismo
momento, tienen una actividad mental constante de decisión y ejecución motriz que
sólo se activa cuando éstos juegan con el balón. Es necesario comprender que la
actividad de los jugadores con el balón representa, como promedio, entre el 7% y el
10% de su actividad bruta en la competición.
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- En el fútbol, en cada momento del juego solo un jugador (de los 22 en juego)
podrá conservar la posesión del balón. Sin embargo, la coordinación y el rendimiento
del equipo dependen extensamente de las conductas táctico-técnicas de los
restantes diez compañeros. De esta constatación deducimos el grado elevado de
complejidad que las conductas de los jugadores expresan. Ejecutar una acción
correcta, en el momento exacto, empleando la fuerza necesaria, siguiendo la
velocidad ideal, anticipándose a las acciones de los adversarios, llega a ser
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- La variación del ritmo del juego es uno de los aspectos más importantes en
la modificación estructural del fútbol. Esta variación se relaciona con el grado del
riesgo o de la seguridad con que los equipos realizan sus acciones táctico-técnicas
con el objetivo de llegar al gol, y con el equipo en el ensayo defensivo, donde deberá
asumir una actitud más o menos determinante y agresiva en el intento de conquistar
la posesión del balón. Por ello, el equipo impondrá un ritmo más rápido al adversario
a través de acciones colectivas e individuales, para que sea: (1) variable la orden
con que son realizados; (2) determinado el espacio para su ejecución,
especialmente cuando se utilizan las zonas finales; (3) la velocidad de la ejecución
de cada uno de ellos; (4) su direccionalidad, tras lo cual el ritmo aumenta cuando
estas acciones están dirigidas contra la defensa del adversario (por ejemplo la
utilización de acciones de conducción y dribling); (5) la distribución del tiempo
durante el cual se realiza el ataque. Sin embargo, es necesario tener presentes tres
aspectos fundamentales: (1º) un ritmo elevado es la consecuencia de la variación
("puntos altos y bajos") de la velocidad de la ejecución de las conductas táctico-
técnicas colectivas e individuales, y de la importancia de que el equipo reaccione,
reconociendo cuándo, dónde y cómo lo aplica, de forma sistemática y metódica. Un
ritmo más grande o más pequeño del juego, al igual que el factor sorpresa,
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4.- El enfoque y la distancia no son una fragmentación del juego, pero sí una
lógica de la continuidad. Atendiendo a las consideraciones mencionadas, se verifica
que los jugadores se acercarán (apoyando a los colegas) o se marcharán de la
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posición del balón (rompiendo o equilibrando el sistema táctico del equipo adversario
y del propio equipo respectivamente) cumpliendo los supuestos fundamentales de
carácter táctico y estratégico de la base para el desarrollo del juego. El juego mismo
no "se fragmenta" (en el sentido de partirse o separarse), pero sí se desarrolla en
una continuidad lógica de la acción, implicando en el mismo momento: (1) la
resolución de las situaciones de juego y (2) la creación de condiciones adecuadas
en espacios más lejanos, lo que puede tener como resultado la ruptura de la
organización del adversario y del equilibrio del sistema táctico propio. Con esta
situación, apoyada por dos decisiones y conductas (que al principio parecen
divergentes) se podrá contribuir a la concretización de los objetivos del ataque o de
la defensa.
5.- En el desarrollo de cada fase del juego, ni todos los jugadores están
directamente envueltos en el ataque ni tampoco en la recuperación de la posesión
del balón. Un ejemplo típico de estas consideraciones sería que los jugadores no se
viesen implicados directamente en la recuperación de la posesión del balón y se
situasen en ciertos espacios estratégicos del juego en los que preparasen el ataque
de su equipo (cuando se verifica la recuperación de éste). Simultáneamente obligan
al equipo adversario a atacar en condiciones de inferioridad numérica. Por lo tanto,
estos jugadores deben ser marcados por los adversarios, cuyo equipo se encuentra
en ese momento en un proceso ofensivo. Según este razonamiento los jugadores
que no estén implicados directamente en el ensayo ofensivo de su equipo se
situarán en ciertos espacios estratégicos del juego (equilibrando el sistema táctico)
en el que se desarrolla y prepara la posibilidad de una pérdida improvisada de la
posesión del balón. Consecuentemente, marcarán y vigilarán los espacios y a los
rivales que pueden ser corrientes de transmisión del desarrollo rápido del proceso
ofensivo del adversario. Su posición debe permitir también una reorganización
rápida del ataque de su equipo en caso de que la táctica anterior no funcionase.
Bajo esta perspectiva, dentro del desarrollo de cada ensayo defensivo y ofensivo no
todos los jugadores que pertenecen a los equipos están envueltos en el ataque a la
defensa del adversario ni en el intento de recuperar el balón. Esto no significa que
en cualquier circunstancia del juego se puedan dar las condiciones favorables para
la concretización efectiva de los objetivos de una de las dos fases fundamentales del
juego del fútbol.
6.- Las unidades estructurales funcionales (de que las derivan los principios
específicos del juego). Si analizamos parte de las modalidades deportivas del
carácter colectivo como, por ejemplo, el balonmano, el baloncesto, el voleibol, el
jockey en patines, etc., de inmediato veremos que éstos se desarrollan en un
espacio limitado de juego y con un número más pequeño de jugadores por equipo.
Este hecho tiene como consecuencia práctica dos aspectos esenciales: (1) en todas
las situaciones, todos los jugadores del mismo equipo, en el mismo momento,
participan en una de las fases fundamentales del juego (el ataque o la defensa), y
(2) debido a la posición operativa de proximidad, los jugadores (atacando y
defendiendo) adoptan situaciones diferentes, con diferentes contextos de juego, lo
que hace que sus conductas táctico-técnicas tengan en cuenta sus decisiones de
carácter estratégico-táctico y las acciones realizadas por otros jugadores
(compañeros y adversarios). En la mayoría de las situaciones, todos éstos quedan
en su campo visual. Debido a un esfuerzo de atención, las relaciones de
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Cada unidad lógica (estructura) funcional que se forma en todos y cada uno
de los momentos del juego en función de los objetivos tácticos momentáneos de
quien ataca o de quien defiende, se establece dentro de un marco situacional de
justificación, caracterizado por una "incertidumbre", pero también por una integridad
estructural cuyos componentes establecen: (1) un espacio concreto de juego donde
esta unidad operacional se verifica; (2) un tiempo real de juego ya que a medida que
el tiempo se agota estas unidades estructurales operacionales tienden a
deteriorarse; (3) un resultado numérico del juego en función del resultado positivo o
negativo, existiendo la posibilidad de que se produzca un aumento o reducción de la
eficacia de estas unidades lógicas funcionales; (4) un jugador que interviene cerca
del balón, recibiendo la atención de los compañeros y adversarios; (5) un contexto
de cooperación, constituido por compañeros que asumen la ejecución de verdaderas
opciones tácticas; (6) un contexto de oposición, constituido por adversarios que se
sitúan a una distancia determinada del jugador que posee el balón y que decide las
opciones tácticas de resolución de la situación; (7) un propósito determinado por la
necesidad de cumplir, simultánea o separadamente, los objetivos estratégicos
preestablecidos y los objetivos tácticos momentáneos del equipo en función de los
circunstancialismos contextuales de la situación.
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(2) Al analizar las acciones tácticas de los jugadores (en juegos de alto nivel
de rendimiento), inmediatamente antes de que éstos intervengan sobre el balón se
verifica en un 64% de las situaciones que éstos ejecutarán acciones de apoyo al
compañero que posee el balón. Esta constatación abarca todos los jugadores del
equipo, independientemente de sus misiones tácticas, cuyo número disminuye,
naturalmente, en función de la distancia en la que éstos se sitúan frente al
adversario. Por ello los jugadores defensivos presentan los valores más elevados
(76%), seguidos por los medios (62%) y por los avances (44%). Este hecho admite
igualmente que la mayoría de las soluciones del juego pasen por una conservación y
progresión del balón en dirección al adversario, o creando situaciones de finalización
cuya circulación del balón pasa fundamentalmente por relaciones de proximidad,
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privilegiando a los compañeros que se encuentran cerca del jugador con posesión
del balón. De este análisis podemos concluir que el fútbol es un juego
fundamentalmente de apoyo/equilibrio.
Para concluir, nos parece correcto establecer dos niveles: (1) los principios
generales del juego, que tienen como objetivo asegurar las líneas orientativas
básicas que coordinan las actitudes y los comportamientos táctico-técnicos de los
jugadores que no se encuentran dentro de la unidad estructural funcional del juego
(en este punto se deben distinguir los principios generales de tipo ofensivo y
defensivo; y (2) los principios específicos del juego, que tienen como objetivo
garantizar las líneas de orientación básicas que coordinan las actitudes y los
comportamientos táctico-técnicos de los jugadores que se colocan dentro de la
unidad estructural funcional del juego (distinguiéndose en este nivel los principios
específicos ofensivos y los principios específicos defensivos).
- Se aconseja la conducción del balón con el pie del lado opuesto al que
se encuentra el oponente para interponer el cuerpo entre éste y el balón. Pero
si un jugador sólo tiene capacidad técnica para utilizar eficazmente uno de sus
pies, ¿debe conducir con el pie inhábil para cumplir este consejo, o debe
conducir siempre con su pie hábil para hacerlo con efectividad?
- Es aconsejable que la conducción del balón se haga con el pie del lado
opuesto al del adversario, para evitar que éste le pueda desarmar (protección del
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balón). En este sentido, el cuerpo del atacante sirve de obstáculo, reduciendo las
posibilidades del defensa de llegar al balón. En el caso de que el jugador tenga
dificultades a la hora de utilizar el pie dominante, deberá ejecutar la acción con el pie
más eficaz colocará el balón más cerca del adversario directo. Al hacerlo deberá,
para mejorar su rendimiento en esta situación, utilizar la parte interna del pie y
aumentar el número de contactos del balón con los siguientes objetivos: (1)
mantener el dominio sobre éste, (2) aumentar la protección del balón contra las
acciones de defensa del adversario, y (3) cambiar rápidamente el sentido de la
acción si se diese el caso.
1.- Los atacantes sin posesión del balón deben realizar los desplazamientos
ofensivos en los límites (imaginarios) de las zonas de marcación de defensas. Los
atacantes se situarán en los límites de responsabilidad individual creando
incertidumbres del tipo: ¿quién marca a quién? Se intentarán crear situaciones de
superioridad numérica puntual y temporal, y se tratará de llevar a los defensas a los
espacios no habituales. Los defensas se situarán en posiciones poco habituales,
disminuyendo la eficacia del desarrollo de sus acciones táctico-técnicas.
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5.- Utilizar los enfoques de juego ofensivo caracterizados por una transición
rápida de la fase defensiva a la fase ofensiva, por un lado, y por una transición
rápida de la zona de recuperación de la posesión del balón a las zonas
predominantes de finalización, por otro. De esta forma, se intentan crear
continuamente condiciones de inestabilidad en el método defensivo del adversario,
no permitiendo, ni en el tiempo ni el espacio, que se pueda organizar
convenientemente.
1.- Los atacantes sin posesión de balón deben: (a) realizar desplazamientos
ofensivos constantes hacia el compañero que tiene el balón, realizando las acciones
de cobertura ofensiva y de movilidad, intentando lograr soluciones tácticas sencillas
y efectivas dentro de ese centro del juego; (b) utilizar un juego en profundidad a
través de desplazamientos ofensivos de ruptura intentando explorar los espacios
existentes entre la última defensa y el guardameta (aumenta así el espacio de juego,
tanto en la longitud como en el fondo, y se obliga a los adversarios a recuperar
espacios más cerca de su propio límite, obteniendo más tiempo y más espacio para
organizar el ataque).
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situados más lejos. Se debe cambiar el ángulo de ataque, pasando el balón a los
compañeros que seguramente lo recibirán sin marcación y se aprovecharán del
tiempo necesario para que la organización defensiva se equilibre de nuevo,
obteniendo grandes posibilidades de éxito. Forzar las situaciones de 1x1. Existe la
posibilidad de que los defensas cometan infracciones en espacios vitales del terreno
de juego debido a los elevados niveles de agresividad, especialmente sobre el
atacante que tiene el balón.
- Los planes tácticos tienen como objetivo asegurar las condiciones más
favorables para la concretización inmediata del gol. En la actualidad el 40% de las
situaciones de finalización y de creación de situaciones de finalización se basan en
soluciones tácticas a balón parado. Otro hecho, el de los partidos importantes, será
cada vez más determinante a través de los goles que se producen en estas
situaciones. Si analizamos específicamente estas situaciones verificamos, a lo largo
del tiempo, la especialización de cada jugador que: (i) realiza la situación, (ii) crea
escenarios creíbles para alterar la concentración de los adversarios, y (iii) simula
acciones de falta para hacer que al árbitro se equivoque. En lo que se refiere a este
último aspecto, como entrenador no considero que se deba entrenar específica y
objetivamente esta clase de situaciones porque es negativo para la credibilidad de
todos los que intervienen en el fenómeno futbolístico. Forzar una situación para que
el adversario cometa una falta, provocar situaciones de 1x1 sobre un adversario que
ya tiene una tarjeta amarilla, etc., forma parte de las tácticas dinámicas de un
equipo. Por otro lado, entrenar para simular que el adversario ha cometido falta no
es sinónimo de juego limpio ni de los principios de formación deportiva como son la
moralidad y el profesionalismo.
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gran número de jugadores para cada posición táctica. Esto nos hace entender que la
formación de un equipo de fútbol no tiene como objetivo la ampliación indiscriminada
de la plantilla de jugadores. Con otras palabras, prevalece el supuesto de calidad
sobre cantidad.
(1) las modificaciones de las condiciones climáticas (la lluvia, el viento), (2) las
condiciones del terreno de juego (regular o irregular), (3) el resultado numérico
momentáneo del juego (favorable o no a los objetivos del equipo), (4) el tiempo de
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juego (cerca o no del final), y (5) las modificaciones puntuales de la táctica del
equipo adversario (substituciones, cambios en las funciones tácticas del los
jugadores). El carácter operativo de las funciones tácticas tiene como objetivo: (1)
mejorar la organización del equipo en el terreno del juego, (2) la utilización de
acciones táctico-técnicas con fines precisos, (3) mejorar la capacidad de
colaboración entre los sectores del equipo o entre dos o tres jugadores (todo dentro
de una cierta fase de coyunturas favorables a la concretización de los objetivos
preestablecidos), y (4) la capacidad de pasar rápidamente de un sistema o enfoque
de juego a otro durante la competición. Dentro de esta perspectiva, consideramos
que la táctica de un equipo se expresa a través de: la fluidez (refleja la capacidad de
creación rápida, fluida y fácil del mayor número posible de soluciones en un tiempo
limitado para la competición, la adaptabilidad (representa la capacidad de encontrar
soluciones heterogéneas para una determinada situación problemática, (3) la
originalidad/creatividad (representa la capacidad de lograr soluciones ingeniosas,
sutiles, descubriendo coincidencias y conexiones imperceptibles), (4) la
reestructuración (representa la capacidad de modificar o reestructurar la acción del
equipo, en función de las particularidades de la nueva situación competitiva), y (5) la
anticipación (representa la capacidad de discernir y prever las necesidades y las
consecuencias de la situación competitiva).
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- ¿Puede marcarse el ritmo del partido sin estar en posesión del balón?
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largos) para que éstos entren en una crisis de raciocinio táctico, exteriorizando
constantemente comportamientos inadecuados para la situación de juego.
Estos ejercicios se basan en los siguientes aspectos: (1) crear una conciencia
individual y colectiva que evite el riesgo irracional presente en algunos jugadores,
que en diferentes circunstancias de juego pierden la posesión del balón; (2)
establecer contextualidades situacionales utilizando pivotes (regulares o pequeños),
espacios y señalizadores para que los jugadores, cuando sea posible, es decir en la
mayoría de los casos, puedan dirigir sus comportamientos táctico-técnicos; (3)
favorecer la circulación del balón y de los jugadores de forma continua, fluida y
eficaz; y (4) entrenar con objetivos múltiples y sucesivos. Esto significa que el
mantenimiento debe entenderse como un medio, y no como un fin, a través del cual
se intentan crear condiciones favorables para lograr el objetivo fundamental del
juego -el gol-, teniendo los jugadores la posibilidad de rematar después de la
realización de un objetivo intermedio.
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- ¿El juego libre, sin marcar ningún objetivo ni norma concreta, puede
ser válido como instrumento pedagógico y de entrenamiento?
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4.- BIBLIOGRAFÍA
BOTA, I., EVULET, D., (2001) Jogos desportivos colectivos - teoria e metodologia.
Horizontes pedagógicos. Instituto Piaget. Lisboa.
CASTELO, J., (1999) Fútbol - estructura y dinámica del juego, INDE Publicaciones,
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EIGEN, M. WINKLER, R., (1989) O jogo. As leis naturais que regulam o acaso,
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GARGANTA, J., (2000) Horizontes e Órbitas no treino dos jogos desportivos. Edição
do autor FCDEF-UP. Porto.
PÉREZ, L., & BANUELOS F., (1997). Rendimiento Deportivo. Claves pera la
optimización de los aprendizajes. Editorial Gymnos.
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Programa teórico
1.- Considere el paradigma a través del que debe ser analizado el juego.
2.- Considere las implicaciones más importantes para el entrenamiento del fútbol,
teniendo en cuenta el juego como una entidad abierta, dinámica y compleja.
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Programa práctico
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