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Rolando Astarita Los trabajadores del sector comercial

​Los trabajadores del sector comercial


Esta nota, dedicada al análisis de la situación del trabajador comercial,
complementa las entradas anteriores dedicadas al capital comercial (​aquí​,​ ​aquí​,
aquí​). El supuesto entonces es que el trabajador de comercio “realiza valores,
pero no los crea” (p. 381, t. 3, ​El Capital​, edición Siglo XXI). Por lo tanto, cabe
preguntarse en qué medida, desde el punto de vista de la teoría de Marx, los
trabajadores comerciales son explotados, y pertenecen a la clase obrera.

En primer lugar, Marx señala que, en tanto el trabajador de comercio recibe un


salario igual al valor de su fuerza de trabajo (en condiciones normales), el
ejercicio de esa fuerza de trabajo (tensión, despliegue, desgaste), igual que
ocurre con cualquier otro asalariado, no está limitado por el valor de la misma
(véase ​ibid​., p. 384). Por lo tanto, “su salario no guarda relación necesaria
alguna con la masa de la ganancia que ayuda a realizar al capitalista” (​ibid​.).
Pero, ¿cómo calcular, al menos teóricamente, en qué medida el trabajador del
comercio realiza el valor? Sobre este punto, el análisis de Marx no es muy claro.
En la p. 384, enseguida después del pasaje que acabamos de citar, apunta que el
trabajador de comercio “ayuda [al capitalista] a disminuir los costos de la
realización del plusvalor, en la medida en la que efectúa trabajo, en parte
impago”. Un argumento que plantea la pregunta: ¿disminuye los costos en
relación a qué? Marx sugiere que en relación a los costos que tendría el capital
aplicado al comercio (o el capitalista industrial, si se ocupara él mismo de la
comercialización de las mercancías), ​si​ no empleara trabajadores. Este
razonamiento lo encontramos en las pp. 377-8, donde Marx especula qué
sucedería si cada comerciante “solo poseyese la cantidad de capital que es capaz
de hacer rotar personalmente, en virtud de su propio trabajo”. Dice entonces que
los costos de comercialización se ampliarían “infinitamente”, con lo que se
perderían las ventajas ligadas a la intervención del capital comercial (en
términos actuales, podríamos decir las ventajas asociadas a las economías de
escala).

A partir de este razonamiento, podría establecerse la explotación del trabajador


del comercio, determinada por la diferencia entre los costos que permite ahorrar

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su trabajo, y el valor de su fuerza de trabajo. Pero se trata de un argumento


contrafáctico, y por lo tanto, excesivamente especulativo.

Una vía alternativa de encarar el problema

Pienso que un abordaje alternativo del que presenta Marx en los borradores del
tomo 3 de ​El Capital​, es partir del hecho de que la forma mercantil exige,
necesariamente, una cierta cantidad de trabajadores abocados a la
comercialización. Presento el argumento a través de un ejemplo numérico.

Supongamos una sociedad en la cual hay 100 trabajadores productivos, que


reciben un salario de $50 cada uno, y que la tasa de plusvalía es el 100%. De
manera que de conjunto estos trabajadores producen $5000 de plusvalía, siendo
el capital variable total $5000. Supongamos asimismo que hay 20 trabajadores
dedicados a la comercialización. Esto significa que los trabajadores vinculados
al comercio representan el 16,7% de la fuerza laboral de esta sociedad. Es el
número de trabajadores determinado por el tiempo social medio para la
comercialización (por ejemplo, en muchas grandes tiendas se calculan
cantidades vendidas, en promedio, por empleado). Suponemos también que la
fuerza de trabajo de los asalariados comerciales tiene el mismo valor que la de
los trabajadores productivos (Marx suponía que la fuerza laboral del empleado
de comercio era más calificada, en promedio, que la del trabajador productivo;
hoy no parece que haya apoyo empírico para este supuesto).

En cualquier caso, y por lo que explicamos en una nota anterior, los trabajadores
improductivos son pagados con una deducción de la plusvalía. Esto es, los
$1000 del capital variable comercial se deducen de los $5000 de plusvalía
producida. ¿Cómo podemos calcular entonces el grado de explotación de los
trabajadores del comercio? Pues sencillamente considerando de qué manera se
distribuirían los $10.000 de excedente de valor generado por los 100
trabajadores productivos entre los 120 trabajadores totales. Claramente, 10.000
÷ 120 = 83,3. Un ingreso superior al 60% de lo que reciben en pago de su fuerza
de trabajo (se puede pensar en una cooperativa obrera, en la cual una parte de la
fuerza laboral está dedicada a la comercialización, y lo producido se reparte

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igualitariamente entre sus miembros; provisto lo cual, estos pueden decidir


dedicar una parte a inversiones en la cooperativa, etcétera).

El trabajador del comercio pertenece a la clase obrera

Desde el enfoque marxista, el trabajador comercial –sea el dedicado a la compra


y venta de mercancías, o al tráfico de dinero, como ocurre con el bancario- es
parte de la clase obrera. Esta es una diferencia importante con la tesis burguesa,
muy extendida, que ubica a los trabajadores comerciales en la llamada “clase
media”. En este punto, recordemos que el marxismo define la posición de clase
por la relación que guarda el productor con respecto a la propiedad de los
medios de producción y de cambio. En ​El Capital​ Marx es claro con respecto a
los trabajadores comerciales. Escribe: “La pregunta es ahora la siguiente: ¿cuál
es la situación de los asalariados comerciales que ocupa el capitalista comercial,
en este caso el comerciante de mercancías? (p. 375). Y responde:

“En un aspecto, tal trabajador de comercio es un asalariado como cualquier otro.


En primer lugar, en la medida en que lo que compra trabajo es el capital variable
del comerciante, y no dinero gastado como rédito, por lo cual se lo compra
también no para adquirir un servicio privado, sino con el fin de la
autovalorización del capital allí adelantado. Segundo, en la medida en que el
valor de su fuerza de trabajo, y por ende su salario, está determinado, como en
el caso de los restantes asalariados, por los costos de producción y reproducción
de su fuerza de trabajo específica, y no por el producto de su trabajo” (​ibid.​ ).

Esto es, el trabajador comercial no genera plusvalía, pero está subsumido al


capital; y en la medida en que es indispensable para la realización de la
plusvalía, y recibe una remuneración determinada por el valor de su fuerza de
trabajo, forma parte de la clase obrera.

Para concluir,​ pienso que este enfoque conserva plena vigencia para el análisis
de los trabajadores comerciales. Es que a medida que se ha desarrollado la
producción capitalista –esto es, la producción capitalista de mercancías- ha
crecido, tendencialmente, y a nivel mundial, la masa de trabajadores explotados
por el capital comercial. Es lo opuesto de lo que dice el usual discurso burgués y

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pequeñoburgués sobre la pretendida desaparición de la clase obrera en las


“nuevas clases medias”. Pero la masa de trabajadores comerciales no solo crece
cuantitativamente, sino también tiende a profundizarse su subsunción al capital.
Esto es, los ritmos y formas de trabajo de los trabajadores comerciales están
determinados, más y más, por la lógica de la ganancia. Con el resultado de
trabajos monótonos y descalificados (para los cuales el capital dispone de mano
de obra muchas veces sobrecapacidatada), esto es, completamente
deshumanizados y alienantes.

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