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Diez, María Laura

Escuelas y migrantes Igualdad en la diversidad?

Las escuelas son actores fundamentales de construcción de imágenes sobre

• Procesos migratorios;

• Pueblos indígenas y

• Distinción entre nativos y extranjeros.

Cumplen una función integradora y nacionalizadora en la incorporación de migrantes.


Diez toma la migración latinoamericana como referencia para

• tratar la diversidad y desigualdad educativa;

• visibilizar contradicciones entre los viejos mandatos históricos y los nuevos ,


impuestos por nuevos consensos.

• Revisar los sentidos de inclusión social y educativa y

• Analizar el lugar de niños/ as y adolescentes como sujetos de derecho, trabajando una


hospitalidad que reconozca las experiencias interculturales en los procesos formativos.

En un contexto de xenofobia y racismo que atraviesan los procesos del Estado , Diez se
pregunta por las condiciones de escolaridad de niños en las cuales la nacionalidad de origen ( o
de padres) arrastran marcas que los fijan en extranjeridad, y pueden articularse con pobreza
y/o componente indígena de la población.

Estudios sobre la migración boliviana ( visibilizada por su fenotipo andino) visibilizan las
experiencias que enfrentan los estudiantes, poniendo la atención en los prejuicios instalados
en el debate público.

En la Argentina durante décadas las narrativas dominantes fueron civilización o barbarie.

La nacionalización del inmigrante europeo supuso el extrañamiento del indígena e inmigrante


latinoamericano.

En los textos escolares se enfatizaba “la homogeneidad cultural” marcando el componente


blanco y europeo de la población.

La visión de la migración latinoamericana como una invasión incivilizada que hace uso de
bienes y servicios que no le corresponden fue instalándose en los discursos sociales como
parte del proyecto ideológico del Estado, apelando a ciertas imágenes como la del “sacrificio”
de los migrantes europeos, que permiten diferenciar y ponderar las migraciones deseables.
Imágenes apropiadas y reproducidas por los descendientes argentinos de aquellos migrados
desde Europa, sobre las que los mismos lograron legitimarse. Las escuelas fueron escenarios
donde se naturalizaron esas ideas, en contenidos curriculares que tendieron a abordar la
migración regional como “problemática”.

La migración desde Bolivia, ( centro de las controversias en este último tiempo) no es la


primera extranjería,( es Paraguay)) pero sí la más visible en al Área Metropolitana, donde se
concentraron en las últimas décadas. Ello generó sistemas de visibilidad en barrios donde hay
nucleamientos de población migrante, en algunos casos vinculados al acceso a la vivienda, en
otros a nichos o enclaves productivos (producción/comercialización frutihortícola y textil, x ej).

Quien nace en suelo argentino, en términos jurídicos y políticos, es considerado nacional,


nativo. Sin embargo, en innumerables escenarios estatales, los hijos e hijas de inmigrantes son
“extranjerizados”. Se trata de un proceso de distanciamiento social y simbólico con
independencia del lugar de nacimiento.

Se extranjeriza a las personas por su ascendencia nacional o étnica, por las prácticas asociadas
a sus colectivos de pertenencia, por su tono de voz y sus apellidos, y también por las
condiciones de desigualdad material en las que viven.

Niños inmigrantes o hijos de inmigrantes, sus mismas presencias en las aulas definen tramas
de diversidad en las que se articulan referentes étnicos y nacionales que desafían el trabajo
docente y ponen en evidencia debates no saldados en educación. Entre la negación de la
diversidad o el señalamiento de su carácter problemático, las migraciones contemporáneas
aparecen como un tipo de otredad que recuerda el carácter monolítico con que se construyó
la imagen de ser educable y el arduo camino para su redefinición.

Los cambios en marcos legales logran discutir (dentro de ciertos límites) las miradas
homogeneizantes.

La Ley de Migraciones 25.871 del 2003 pone de relieve el derecho a la salud, a la educación y a
la reunificación familiar de la población inmigrante y establece el derecho irrestricto a la
educación, cualquiera sea su condición de regularidad documentaria. La perspectiva
intercultural de la Ley de Educación Nacional explicita la promoción de la integración
latinoamericana y establece que deben disponerse las medidas necesarias para garantizar a las
personas migrantes o extranjeras el acceso a los distintos niveles educativos y las condiciones
para la permanencia y el egreso. Las políticas educativas interculturales en Argentina han sido
formuladas atendiendo principalmente a comunidades indígenas y rurales. Con algunas
excepciones, aún no se involucra al resto de la población escolar, tampoco a otras minorías
culturales, como la población inmigrante latinoamericana y población indígena extranjera.

La investigación etnográfica registra situaciones cotidianas que escapan al dato estadístico y


condensan gran parte de las contradicciones que atraviesan las prácticas diarias, advirtiendo
que, pese a muchos de los avances mencionados, algunas situaciones de desigualdad referidas
a quienes, aun estando en las escuelas, son incluidos en términos subordinados, aún no se han
revertido . O sea que hay múltiples factores asociados que combinan aspectos de la inclusión y
la exclusión educativa :

• la presencia de la población migrante en la escuela, pero nucleada notoriamente en


algunas escuelas o circuitos escolares;
• a la disminución de las expectativas sobre sus desempeños;

• al desconocimiento de las trayectorias educativas anteriores;

• al silenciamiento de sus palabras, saberes, pertenencias.

Se trata de procesos que implican a las escuelas, pero las exceden.

La escuela es un espacio cotidiano de referencia para las generaciones jóvenes, donde se


evidencia que todas las personas atraviesan experiencias interculturales de vida. Allí, nativos y
extranjeros realizan un intenso trabajo biográfico. (Pierre Bourdieu, llamaba “ilusión
biográfica” a la intención de dotar de sentido y coherencia a experiencias que, en principio,
aparecen como discontinuas. La producción de esos enlaces ayuda a interpretar las situaciones
que viven, a contestar los prejuicios que se les asignan, a enfrentar lo que no se conoce. )

Para las generaciones jóvenes atravesadas por la migración, la experiencia se vuelve


particularmente desafiante cuando sus nacionalidades de origen (o la de sus padres) no son
reconocidas como identificaciones legítimas. Porque mientras sostienen prácticas escolares
que asimilan y suponen la posibilidad de alcanzar la inclusión en términos más igualitarios
(como discontinuar el uso de una lengua indígena durante la escolaridad), también son
interpelados por sus familias o comunidades de referencia, en las que se juegan añoranzas por
lo que quedó atrás y la necesidad de marcar un sentido congruente con lo que se concibe
como persona educada.

Los niños/as y jóvenes construyen identificaciones que les permiten defenderse de los
prejuicios, no quedar atrapados en la parcialidad de algunos atributos asociados a una
nacionalidad, colectividad o grupo étnico. Pero no por ello resignan un repertorio cultural e
identitario amplio que les permita transitar por distintos escenarios y, en ocasiones, también
reafirmarse como parte de un colectivo.

Pensar la escuela como espacio clave para plantear la interculturalidad implica reconocer que
también proveen recursos contradictorios.

Las migraciones en las escuelas son un tema curricular pero también experiencias vividas que
lo confrontan; forman parte de narraciones hegemónicas de la Nación, y de biografías y
memoria colectiva de los sujetos que transitan; se revelan como mitos románticos y encarnan
el drama de la desigualdad y la discriminación de la que muchos colectivos son objeto.

El tema que debe ser analizado desde múltiples dimensiones, sin omitir los dramas cotidianos
de las distintas generaciones migrantes. Los dilemas de la membresía y la ajenidad no se
agotan en la sanción de marcos normativos que regulen el tipo de ciudadanía a la que se
accede ni las condiciones institucionales de inclusión social del extranjero. La vida cotidiana de
las escuelas se convierte en un escenario central para analizar los procesos de Estado y
advertir las contradicciones entre la persistencia del asimilacionismo en educación y las
perspectivas de la interculturalidad.

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