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El microcuento: sus características y 4 pasos para construir el tuyo

¿QUÉ ES UN MICROCUENTO?

Si tienes dudas acerca de cómo funciona un microcuento intenta pensar que, salvo ciertos detalles, se
trata de un cuento reducido a su mínima expresión. Funciona igual que un relato extenso, con la misma
secuencia (inicio, desarrollo, clímax y final) y saltos elípticos (temporales). Sin embargo, amerita un
mayor trabajo, pues implica una condensación narrativa, al no poder poseer más de 500 palabras.

¿CÓMO ES UN MICROCUENTO?

Para que comprendas cómo es un microcuento, es útil que recuerdes sus características principales
1. Es una narración condensada y breve de no más de 500 palabras.
2. Los recursos más utilizados para conseguir el efecto esperado en el lector es la ironía, el humor y el
ingenio, potenciando las posibilidades de un efecto llamativo en el lector hacia el final del texto.
3. Usualmente está construido, dada su extensión, desde el tiempo de la narración Ab Ovo (desde el inicio)
4. Es necesario que sea leído por un lector lo bastante culto, pues es característico que en el microcuento
se esté recurriendo a otros textos previos, por lo que el lector tendrá que detectar intertextualidades y
comprender la intencionalidad de estas.

¿CÓMO HACER UN MICROCUENTO EN 4 PASOS?


A continuación encontrarás una manera óptima de construir tu propio microcuento en solo cuatro pasos.

1. Antes que nada, lo primero que debes preguntarte es ¿qué deseo narrar en mi relato?
El microcuento es un relato por sobre todo inteligente. Debes pensar en una historia que sea lo bastante
interesante, llamativa y que permita una condensación profunda de las ideas. La recomendación es que
pienses el argumento de tu microcuento como una cebolla: podrías presentar una historia que en
apariencia tiene una sola forma, pero que al ser leído por el lector, éste comprenda que tiene muchas
más capas de las que se están mostrando.
2. Para conseguir el efecto mencionado anteriormente, tendrás que apoyarte en alguno de los recursos
que son propios del microcuento ¿qué recurso utilizaré para conseguir un efecto que impacte al
lector? Podría tratarse de un juego de ingenio para producir extrañamiento en el lector, recurrir al humor
o bien, utilizar la ironía, el cual es el recurso más típico del microcuento. Diego Muñoz Valenzuela es un
escritor de microcuento, que en su relato “Amor cibernético” utiliza el recurso de la ironía para presentar
a dos personas deformes que se conocen a través de la red y que se inventaban una realidad virtual,
donde ninguno de los dos tenía defectos.
3. En tercer lugar, es fundamental que juegues con los tiempos de la narración ¿de qué forma el narrador
manejará el tiempo de mi relato? Puede que tu microcuento se límite a reflejar un solo minuto en la vida
de alguien, el cual se extiende a lo largo de todo el texto; o bien, puede que construyas un microcuento
que tenga múltiples saltos elípticos, consiguiendo que en un solo microcuento se condense la vida
completa de una persona. Esos efectos estéticos tienen un profundo efecto en el lector. Aprovecha las
ventajas de jugar con estos recursos que están a disposición de cualquier escritor, sea novato o experto.
4. Por último, pregúntate ¿quién será el lector ideal de mi microcuento? No subestimes a tu lector, sobre
todo tratándose de un microcuento. Necesitarás a uno que sea lo bastante culto para comprender que
detrás de tu texto está presente una multiplicidad de otros textos literarios (intertextualidad). Un
microcuento por el hecho de ser breve, no implica que sea un texto menos rico en términos de contenido.
No olvides lo siguiente: Al escribir un microcuento estás bordeando un texto que podría tener la misma
potencialidad de una novela o un cuento largo.
Ejemplos:
ENCUENTRO

..... Se dio maña para saludarlo en la calle y convencerlo de que habían sido compañeros en la escuela primaria allá
en el sur tan lejano en tiempo y en distancia. Recordaron a sus profesores, se rieron de las bromas espantosas que
les hicieron a algunos, de las muchachas que amaban en silencio, de las revistas pornográficas que miraban juntos,
palpitantes, amparados en las sombras. Sin que él ofreciera demasiada resistencia, lo invitó a beber a una cantina,
y siguieron su trayectoria por el pasado remoto y feliz. Hablaron de amores, de esperanzas, de frustraciones, de
alegrías mínimas que iluminaban una vida difícil. Llegó la embriaguez y juntos, abrazados, salieron del bar cuando
la noche se cernía amenazante sobre la ciudad. Transitaban muy pocas personas a esa hora y se escuchaban de
vez en cuando sirenas lejanas de autos que corrían con urgencia. Su invitado estaba muy borracho y fue sencillo
arrastrarlo al callejón donde lo degolló limpiamente, de un solo golpe. (Diego Muñoz Valenzuela)

LA COSA DE ALLÁ ARRIBA

..... Yo sé que estás allí, dentro del ropero, puedo escuchar desde el primer piso tu respiración dificultosa, sentir
como te revuelves inquieta, maldita criatura, siento los lamentos de la madera que se queja bajo tu peso. Si
pudieras, saldrías de ahí -a veces lo haces- y bajarías la escalera haciendo crujir los escalones uno a uno con tus
pies escamosos, verdes, llenos de algas igual que tu piel resbalosa, cubierta de légamo de quizás qué horrible lugar.
Respiras más fuerte ahora, es casi un bramido, el ropero se estremece. Bajo el volumen del televisor, pero
inmediatamente viene un silencio más difícil de soportar que los ruidos de la película o tus movimientos allá arriba,
parece que si ese silencio durara más, tú saldrías de allí en todo tu esplendor, con toda tu malignidad, con tus ojos
hambrientos y terribles, tus garras filosas, tus dientes de tiburón. Eso, podrías llegar al fin. A veces todo se reduce
a esperarte, espero la noche para este duelo cotidiano. Yo sé que un día va a ocurrir. No sé cómo explicarlo: sólo
lo sé. Bajarás con tus tentáculos, tus ventosas, tus brazos -lo que sean- dirigidos hacia mí y yo no podré moverme,
me quedaré mirándote, paralizado, inmóvil, así como si fuera de piedra. Tal vez alcance a recordar algún párrafo
de Lovencraft. Pero lo importante es que estarás acá, de este lado, y yo no podré moverme. Respiras, te mueves
inquieta, maldita criatura. Te puedo ver casi, agazapada en la oscuridad, tus ojos brillando. A pesar del miedo, a
veces me imagino qué ocurriría si tú bajases, qué ocurriría, qué ocurriría si entraran en ese momento mis padres,
que están prontos a regresar, por eso creo que ya no bajarás, aunque a veces, a veces, casi es como si lo deseara.}

(Diego Muñoz Valenzuela)

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