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Balance del parlamentarismo chileno

El parlamentarismo hunde sus raíces históricas en el proceso de reformas constitucionales


de carácter liberal, que comenzaron a realizarse desde el gobierno de José Joaquín Pérez
(1861 - 1871). De hecho, este Presidente, proveniente del Partido Nacional, debió gobernar
de acuerdo con una mayoría parlamentaria opositora, formada en 1859 con el nombre de
Fusión Liberal - Conservadora. Durante el mandato de Pérez, la reforma constitucional más
importante, desde una perspectiva política, fue aquella que prohibía la reelección inmediata
del presidente (1871), con lo que se ponía término al período de los decenios.

Su sucesor, Federico Errázuriz Zañartu (1871 - 1876), representante de la Fusión, consolidó


las reformas liberales en los años legislativos de 1873 y 1874. Mediante estas el presidente
perdió las prerrogativas que le dieron en el período anterior un enorme poder frente al
Congreso.

Entre estas pueden mencionarse aquellas reformas orientadas directamente a restarle poder
al Ejecutivo, como la restricción de las facultades extraordinarias; el cambio de composición
del Consejo de Estado (en el que los ministros de Estado quedaban solo con derecho a voz,
mientras ahora se agregaban seis consejeros representantes de ambas cámaras); y sobre todo
la reforma de 1874, que le otorgó control de las Elecciones a las Juntas de Mayores
Contribuyentes, perdiendo el Presidente la posibilidad de administrar los procesos
eleccionarios a través de su intervención en las Municipalidades.

En 1891, tras la crisis política que significó la caída del gobierno de Balmaceda y el triunfo
de las fuerzas parlamentarias, se dio el golpe de gracia a todo intento por reinstaurar el
intervencionismo electoral, con la Ley de Comuna Autónoma que permitió la creación de
comunas a lo largo del país, cuyas autoridades (el regidor) serían elegidas por votación
directa y no por el Presidente de la República. Desde ese momento en adelante los regidores
comunales fueron los encargados de entregar las boletas de calificación para las votaciones
de Senadores y Diputados. Desde el punto de vista de la relación entre las instituciones
políticas fundamentales, estas reformas significaron la apertura de un nuevo estilo de hacer
política que exigía de ambos (Ejecutivo y Legislativo), la vocación del diálogo y del respeto
mutuo.

Logros del parlamentarismo


Entre las virtudes que este régimen político desarrolló, podemos mencionar las siguientes:

• Continuidad y estabilidad del régimen legal: más adelante, se anotará entre los defectos
de este régimen la esterilidad parlamentaria. Pero se debe mencionar que este fue el período
de la codificación de los cuerpos legales que reglamentó diversos ámbitos de la vida
nacional.

A este período pertenecieron, por ejemplo, el Código de Comercio (1865), el Código Penal
(1874), la Ley Orgánica de Tribunales (1875). Además, hubo dos reformas a la ley de
elecciones (en 1874 y en 1912); un nutrido conjunto de leyes destinadas a fomentar la
educación, dentro de las que destacó la incorporación de la mujer a la Universidad (1877),
la preparación técnica de los maestros (creación del Instituto Pedagógico, 1889), la Ley de
instrucción primaria obligatoria (1920) y la dictación de una nutrida legislación social (entre
1916 y 1924).

• Equilibrio cívico - militar: hasta la formación y consolidación del régimen parlamentario


las Fuerzas Armadas habían ocupado un rol protagónico en la constitución política nacional,
al punto de que numerosos generales habían ocupado, desde O’Higgins en adelante, la
Presidencia de la República. Pero, desde el momento en que comenzó a consolidarse una
perspectiva del quehacer político de carácter parlamentario, coincidió con el sometimiento
de las Fuerzas Armadas al poder civil y a la Constitución.

• Juego regular entre Gobierno y oposición: una de las claves de este período fue la
continuidad de las reglas del juego democrático. La mayoría gobernaba y la minoría,
transformada en oposición, debía desarrollar su accionar dentro de las instituciones
establecidas.

• Funcionamiento normal del sistema representativo: se expresó a través de la


representación parlamentaria de los siete partidos que existieron a lo largo del régimen
parlamentario: el Partido Conservador, el Partido Nacional, el Partido Liberal (mayoritario),
el Partido Liberal - Democrático (balmacedista), el Partido Demócrata, el Partido Radical y
el Partido Obrero- Socialista. El régimen electoral y de partidos consolidó la presencia y el
respeto institucional a las minorías, lo cual era coherente con el espíritu cívico de la época.
Solo en una ocasión esta virtud fue puesta en dudas: cuando fue destituido de su cargo
parlamentario el diputado obrero Luis Emilio Recabarren (en 1907).

• Respeto a las libertades públicas: durante el régimen parlamentario, se reconoció


constitucionalmente y se consolidó la práctica del respeto a las libertades de pensamiento,
de opinión, de conciencia y de culto, de prensa y electoral.

Desde esta perspectiva, con razón se considera al régimen parlamentario como un período
en el que se constituyen las bases sociales y políticas de lo que va a ser la democracia social
que va a dominar en Chile por casi medio siglo (1925 - 1973).

La libertad religiosa no se practicó antes de 1881. Fue la acción del gobierno de Santa María
y el apoyo parlamentario de los Partidos Liberal y Radical, lo que permitió consolidar la
democratización de las creencias y cultos, y permitió el libre acceso de la población a
instituciones tan básicas como el matrimonio, los cementerios y el Registro Civil, sin
discriminaciones religiosas de ninguna especie.

La libertad de reunión nació y se consolidó en el régimen parlamentario. Durante todo su


transcurso solo en dos ocasiones se dictaron facultades extraordinarias a favor del
Presidente de la República (una en 1893 y la otra en 1919). Sin este respeto a las libertades
públicas habría sido imposible, por ejemplo, la rápida propagación y reproducción de la
propaganda socialista y anarquista.
La libertad de prensa ejemplifica claramente el espíritu cívico de la época. En pleno conflicto
militar entre Balmaceda y el Congreso, la prensa anti balmacedista que acusaba al
Presidente de tirano no fue cerrada por orden oficial alguna.

Entre 1894 y 1919 hubo once periódicos pertenecientes al Partido Demócrata, la mayoría de
ellos del ala más izquierdista; 30 periódicos socialistas fueron publicados entre 1896 y 1921;
más de 50 correspondieron a orientaciones anarquistas, en los cuales no era raro leer
llamados a la sublevación general y a terminar con el Estado y la oligarquía; y 12 periódicos
comunistas vieron la luz entre 1922 y 1925. Es decir, en su conjunto, la prensa opositora a
todo el sistema político tuvo la libertad de abrir (y cerrar) sus puertas a las ideas de los
sectores que no se sentían representados por el régimen.

Debilidades del parlamentarismo


Al lado de estas virtudes propias del régimen parlamentario chileno, se han destacado
numerosos defectos que este tuvo y que son los que tradicionalmente han sido puestos en
relieve para explicar el porqué del fracaso histórico de esta forma de hacer política.

Entre estos defectos se pueden mencionar:

• Ineficiencia gubernativa e inestabilidad ministerial: una de las consecuencias de la


pérdida de poder del Ejecutivo a manos del Congreso fue que el Presidente debía constituir
sus gabinetes con acuerdo de la mayoría parlamentaria. Sin embargo, estas cambiaban
continuamente, por lo cual generalmente con el cambio de la mayoría, el gabinete perdía la
confianza del Congreso y carecía, de este modo, de las garantías suficientes para poder
desarrollar una iniciativa legislativa de acuerdo con los parámetros del programa del
gobierno. De este modo, el gobierno de turno no podía desarrollar políticas públicas de
largo plazo y numerosos problemas sociales quedaron sin respuesta por parte de la clase
política.

• Las prácticas parlamentarias: las causas principales de la ineficacia gubernativa


residieron en ciertas prácticas parlamentarias que tornaron imposible el buen gobierno.
Entre estas prácticas, se debe mencionar el Voto de Censura del gabinete, el que una vez
conseguido en el Congreso obligaba al gabinete a renunciar. De este modo, se consolidó en
este período la Rotativa Ministerial, es decir, la permanente rotación, parcial o total, de los
ministros de Estado.

• La consolidación de una oligarquía parlamentaria: lo que está fuera de discusión es que


las reformas constitucionales de carácter liberal, que se realizaron desde 1871 en adelante,
consolidaron el predominio de la aristocracia terrateniente y de la burguesía financiera y
comercial sobre los más altos cargos del Estado. Entre 1891 y 1925 no más de cuatrocientas
familias pudientes monopolizaron los cargos públicos.

Junto con ganar la administración del proceso electoral, las grandes familias basaron su
poder y su riqueza en la mantención de los altos puestos del Estado y del Congreso. Se hizo
una práctica cotidiana lo que de hecho era una corrupción de las costumbres: el cohecho y
el fraude electoral se constituyeron en herramientas eficaces para mantener el poder en esas
manos. No hubo ninguna forma de evitar o siquiera disminuir la influencia de esta elite.

• La esterilidad parlamentaria en materias sociales: en general, el Congreso estuvo ajeno a


los grandes problemas sociales que abundaban en Chile en ese período. Cuando tuvo acceso
al conocimiento de algunos de los problemas más urgentes, como el de habitaciones obreras
o el de sanidad pública, permaneció por largos años indiferente a ellos. En gran parte, la
causa principal de esta indiferencia no fue tanto el carácter social que dominaba en su seno
(la oligarquía), como su orientación ideológica y económica. Dentro del Parlamento la
discusión de ideas y de proyectos políticos diferentes sólo operaba para la relación entre
Estado e Iglesia, no para los asuntos relacionados con la economía.

En este ámbito, había una sola convicción, compartida desde los conservadores hasta los
radicales, pasando por nacionales, liberal-demócratas e incluso algunos demócratas, y esa
convicción era la del liberalismo a ultranza, la no intervención del Estado en materia
económica, el “dejar hacer”, “dejar pasar”, el libre juego de las fuerzas vivas del mercado,
especialmente, la libertad de producción, industria y precios.

En resumen, el régimen parlamentario que un período en el que se comenzaron a


desarrollar algunas tendencias políticas y procesos que van a servir, en el futuro inmediato
de la Historia de Chile, de antecedente fundamental para la democracia social que se
desarrollará en el período siguiente. Pero, así como propendió al desarrollo de las libertades
públicas, también dejó una enorme deuda social y un terreno amplio para la emergencia de
los grupos, movimientos y generaciones que, cansados de su eterna ineficacia en los temas
sociales, van a impulsar el cambio del régimen político. El parlamentarismo no caerá por
obra de una revolución social, sino por efectos de una creciente movilización civil (y militar)
partidaria del cambio de régimen y de la constitución y, con ella, del Estado en su conjunto.

La Crisis del Centenario

La celebración del Centenario como ocasión de balance histórico

A comienzos del siglo XX, Chile vivía un progreso económico considerable, fruto del auge
de la explotación del salitre que se desarrolló en el norte del país. Gracias a este apogeo, se
incentivó un proceso de modernización, el cual abarcó el aspecto económico cambiando las
relaciones laborales entre empresario y obrero, modificando la forma de vida de este último.
En medio del contexto de la Cuestión Social y de una profunda desigualdad, es que nuestra
República se encaminaba hacia la conmemoración de cien años de vida independiente.

En 1910, las actividades de celebración del Centenario comenzaron a programarse desde


comienzos del año. Se cursaron las invitaciones para las delegaciones de países amigos y se
inauguraron obras emblemáticas, como el Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho,
y se prepararon festejos ostentosos por parte del gobierno y de algunos privados.

La arquitectura del Centenario, contempló la construcción de una serie de obras públicas,


que no solo hermosearon la ciudad, sino que representaron el desarrollo que la sociedad
chilena había alcanzado en sus primeros cien años de vida.
Pese a las modernizaciones y celebraciones que comenzaba a vivir el país por el Centenario
de la República, la situación del país era de profunda crisis:

- En lo económico, una fuerte inestabilidad económica, consecuencia de las fluctuaciones


de los mercados internacionales y de la alta dependencia de las exportaciones de materias
primas, especialmente salitre.

- En lo político, el sistema parlamentario había caído en el descrédito, pese a la gran


cantidad de divisas que ingresaban al fisco por motivos de las exportaciones salitreras, no
había un modelo de desarrollo nacional a mediano o largo plazo, que fuera impulsado por
la elite política y empresarial.

Los efectos que arrastraba el sistema a consecuencia de lo anterior, se expresaron para gran
parte de la población en un aumento del costo de la vida (inflación), alta tasa de desempleo,
despreocupación por la pobreza urbana y rural, intensificación de la migración campo-
ciudad, precariedad en viviendas y servicios básicos, y malas condiciones de trabajo.

Todo esto explica el descontento y el estallido social que se manifestó en huelgas y


movilizaciones de los trabajadores que reclamaban por el desamparo en que se encontraban;
la respuesta de la oligarquía en ese momento fue represiva. Por este motivo y otros, la
celebración del Centenario no estuvo exenta de críticas. ¿Era pertinente tanta alegría?
¿Quiénes podían celebrar? ¿Todos o solo un sector social?

Profundización de las tensiones sociales y culturales a través del desarrollo intelectual

Gran parte de las manifestaciones artísticas e intelectuales estuvieron atravesadas por el


complejo contexto derivado de la “Cuestión Social” y más aún en un momento que invitaba
a la reflexión sobre el devenir de Chile desde su Independencia, el Centenario de la
República.

De este modo, se gestó la noción de Crisis del Centenario, para explicar esta idea de crisis
que se fue apoderando no solo de la clase dirigente, sino que de artistas y pensadores
pertenecientes a diversos estratos sociales. En sus creaciones, hicieron sentir las críticas en
torno a la condición en que vivían los sectores más desposeídos del país, caracterizándose
por una producción de denuncia social.

Entre los ensayistas que sobresalen encontramos a Nicolás Palacios (Raza Chilena, 1906),
Francisco Antonio Encina (Nuestra inferioridad económica, 1911), Luis Ross Mujica,
Tancredo Pinochet, Valentín Brandau, Luis Galdames, Alberto Cabero, Carlos Keller y
Alejandro Venegas, el “doctor Cange” (Sinceridad. Chile íntimo, 1910). La mayoría de estos
intelectuales publicó sus obras en el período de 1900 a 1920 y en ellas expresaron sus críticas
a la despreocupación de los políticos hacia los problemas de la sociedad chilena de la época,
tanto la pobreza y marginalidad, así como también al sistema educativo desigual existente;
casi todos identificaron en este último punto una barrera que impedía el adecuado
desarrollo de habilidades de la población para las actividades económicas ligadas al
comercio y la manufactura, algo que se tradujo en el atraso social e industrial del país. El
político radical Enrique Mac-Iver definió este hito como “Crisis moral de la República”,
como la pérdida del espíritu público, sobrio y positivo, que caracterizó a la clase alta chilena
durante el siglo XIX, misma elite dirigente que en el inicio del siglo XX no mostró ningún
interés por el desarrollo del país ni de sus habitantes, y que solo pensaba en la mantención
de su nivel ostentoso de vida. Dice Mac Iver: “Me parece que no somos felices; se nota un
malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el
país y de la generalidad de los que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado en estrechez,
la energía para la lucha de la vida en laxitud, la confianza en temor, las expectativas en
decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que
producen la intranquilidad…” (Discurso sobre la crisis moral de la República, 1900).

El historiador e intelectual Francisco Antonio Encina publicó en 1911" Nuestra Inferioridad


Económica", libro que no solo abordó temáticas económicas, sino que también centró sus
críticas en el sistema educativo de la época, cuestionaba duramente la falta de vocación
económica en el país, la poca efectividad del sistema parlamentario, el nulo aporte que hizo
el sistema educativo, y más específicamente el liceo (educación secundaria), en el avance de
los estudiantes para focalizarse en carreras técnicas.

Para el profesor Luis Galdames era urgente sacar de la ignorancia la clase popular,
sacándolos de ese estado deplorable, se conseguiría cambiar la vida de miles de ciudadanos
del país: “Redimir a nuestras multitudes de la semi-barbarie en que el analfabetismo las
mantiene y en el cual la mugre las consume”.

Desde el punto de vista del socialismo, Luis Emilio Recabarren planteaba lo siguiente: “Hoy
todo el mundo habla de grandeza y de progreso y les pondera y les ensalza considerando
todo esto como propiedad común disfrutable por todos (…) Nosotros, que desde hace
tiempo ya estamos convencidos que nada tenemos que ver con esta fecha (…) creemos
necesario indicar al pueblo el verdadero significado de esta fecha, que en nuestro concepto
solo tienen razón de conmemorarlo los burgueses, porque ellos, sublevados en 1810 contra
la corona de España, conquistaron esta patria para gozarla ellos y aprovechar todas las
ventajas que la independencia les proporcionaba; pero el pueblo, la clase trabajadora, que
siempre ha vivido en la miseria, nada, pero absolutamente nada gana ni ha ganado con la
independencia de este suelo…” (Ricos y Pobres a través de un siglo de vida republicana,
1910).

Estos fueron algunos planteamientos de los intelectuales del Centenario, los cuales
establecieron un marco de discusión y reflexión que se mantuvo más allá de tal fecha
conmemorativa, con una vigencia de su crítica social que se mantendría durante mucho
tiempo, incluso hasta nuestros días. Su legado intelectual serviría de base para muchos de
los cambios socioeconómicos y educacionales que experimentaría Chile durante el siglo XX.
Comparación de las celebraciones del Centenario y el Bicentenario de Chile

Centenario de la República (1910) Bicentenario de la República


(2010)
 Extrema pobreza de gran  Desigualdad social como
Socioeconómicos

parte de la población. problema clave de la


 Modelo económico sociedad.
Elementos de continuidad

capitalista de tipo liberal  Modelo económico capitalista


clásico. de tipo neoliberal.
 Dependencia económica  Dependencia económica,
en la exportación de principalmente en el área
materias primas. tecnológica
 Celebraciones y obras  Celebraciones y obras
públicas conmemorativas públicas conmemorativas
Políticos

desarrolladas por el realizadas por el gobierno.


gobierno y la elite  Gobiernos de tendencia
oligárquica. liberal conservadora al
 Gobierno de tendencia mando del país
liberal al mando del país.
 Baja calidad de vida para  Mejoramiento sustantivo de
gran parte de la población la calidad de vida de la
chilena. población, reflejado en cifras
 Extrema pobreza y de índice de desarrollo
Socioeconómicos

problemas derivados de la humano.


“Cuestión Social”. Alta  Reducción al mínimo de la
tasa de natalidad y tasa de extrema pobreza,
Elementos de cambio

mortalidad. desigualdad social instalada


 Alfabetización inferior al como problema a causa del
50% de la población. desarrollo económico
alcanzado.
 Baja tasa de natalidad y
mortalidad.
 Régimen político:  Régimen político: república
república parlamentaria. presidencial. Sufragio
 Sufragio restringido. universal.
Políticos

 La participación en la  La participación en la
actividad política estaba actividad política abarca a un
limitada a una elite de segmento mayoritario de la
personas. población.
 Gobiernos de tipo  Gobiernos de tipo
oligárquico. mesocrático.

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