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CONDENADO A EXPLORAR – WASERMAN

La clínica de la adolescencia puede ser considerada desde el punto de vista


de la psicopatología de la exploración. El punto de partida es tomar el trauma
puberal como aquello que condena al sujeto a explorar. La exigencia
exploratoria le viene de la metamorfosis de su propio cuerpo, del cual debe
apropiarse, sino también le viene del medio social, que lo expulsa del
protectorado donde residía bajo la protección de sus padres. La
metamorfosis de la pubertad origina una neurosis esperada, la neurosis
propia del adolescente. El derivado de esta neurosis es la constitución del
fantasma, que es el que regula las relaciones con el goce. Winnicott dice que
la adolescencia es una enfermedad que se cura con el tiempo. Enfermedad
que es natural y puede ser atravesada de distintas formas.
Un proceso de investidura es consecuencia o coincide con un proceso de
exploración. El trauma puberal condena al sujeto a explorar. Esta exigencia
exploratoria le viene del cuerpo (debe explorarlo y apropiarse de él, como si
se tratara de un terreno desconocido) y del medio social (debe encontrar en
él su cobijo, lejos del hogar paterno). El otro sexo también debe ser
explorado. La exploración se hace acompañado de objetos internos, objetos
transicionales (winnicott) y grupo de pares todos ellos cumplen una
función de apuntalamiento. Hay en la adolescencia un deseo de recuperar el
apuntalamiento perdido, a través del objeto o el grupo de pares de la
latencia, que también se perdió.
El adolescente puede producir un objeto transcicional apuntalador, cuya
función ya conoció en la infancia (el espacio entre el objeto subj-la ilusión, y
el obj. Objetivo, la realidad). Un objeto que lo acompaña en el mundo
externo, una parte de él que es no-yo; “Habitar” la transicionalidad posibilita
habitar psíquicamente el cuerpo que cambia para metabolizar lo desconocido
del propio yo. Ej.: diario intimo, zapas, guitarra viajera, representa al sujeto
ante los demás.
Las estructuras psicopatológicas y la exploración
Las problemáticas de la exploración se pueden dar en un contexto neurótico,
psicótico o perverso ya que todos están condenados a explorar; y es con
mucha frecuencia que la puesta en acto de la exploración lo que
desencadena el episodio psicótico.
Los resultados de la exploración
En cuanto al fin de la adolescencia, está socialmente ligado a los ideales
culturales, y estos ideales se vinculan especialmente al área de la
independencia económica y la constitución de la familia. Se produce una
detención del desarrollo en la adolescencia con consecuencias futuras
cuando se produce un tropiezo en el proceso de exploración.
La exploración y los apuntalamientos
La exploración es una experiencia personal e intransferible que se hace
acompañado de distinta clase de objetos cuya presencia es beneficiosa para
el recorrido exploratorio. Estos objetos son internos como los objetos
narcisistas que sostienen al yo, objetos transicionales, el grupo de pares y el
objeto complementario. Todos estos cumplen una función de
apuntalamiento.
En su búsqueda de ayuda exploratoria el púber adolescente debe aprender a
apuntalar sus apuntalamientos. El sostén necesita de la investidura. Los
procesos de desinvestidura se dirigen especialmente al sostén. En el
aislamiento se dirigen al grupo, en los trastornos del cuerpo se dirigen al
sostén de la libido.
Kaes es otro referente. En su búsqueda de ayuda exploratoria, el púber
adolescente debe aprender a apuntalar sus apuntalamientos. El sostén
necesita de la investidura. Los procesos de desinvestidura se dirigen al
sostén. El gran secreto del apuntalador es lograr que el sujeto se convierta en
“apuntalador del apuntalamiento”. La transferencia es una reedición de una
relación de apuntalamiento que atraviesa procesos diversos.
Hay en la adolescencia un deseo de apuntalamiento. Un deseo de recuperar
el apuntalamiento del objeto que se está perdiendo, y de recuperar el
apuntalamiento del grupo de pares de la latencia, ya que el grupo de pares
cuya gestación se produce en la latencia se pierde al entrar en la
adolescencia.
El concepto de apuntalamiento de Kaes se enriquece con las ideas de
Meltzer. Podríamos decir que el yo no sólo se reconstruye sino que sufre un
proceso que me gustaría llamar de inflación, es decir que el self se expande y
el yo trata de incluir dentro de sí toda esa expansión y asimismo distribuir
partes en su entorno grupal.
La función apuntaladora del objeto transicional
En muchos casos el adolescente produce un objeto apuntalador cuya función
ya conoció en su infancia. Es el objeto que es parte de él y parte de un objeto
exterior. Está presente cuando la ausencia es más punzante, y lo representa a
él ante los otros. Por ejemplo el diario íntimo, las zapatillas que nunca deja
de usar. Los objetos transicionales, los espacios y tiempos transicionales son
conceptos que nos ayudan a comprender el mundo adolescente.

La función apuntaladora de la sustancia adictiva


El uso de la misma sustancia lleva al sujeto a emprender un viaje, viaje que
representa la exploración adolescente. Muchos de ellos, a través de la
adicción, hacen un viaje llevados por el despliegue de la excitación sensorial
que sienten los conduce a la exploración de mundos diferentes. Esta
exploración de un nuevo autoerotismo a veces inhibe toda salida al mundo y
se transforma en un sostén que captura al yo hasta hacerlo desaparecer. En
muchos otros casos, es una exploración metafórica que transita únicamente
el mundo sensorial y brinda una satisfacción alucinatoria en un tiempo de
espera.
Sublimación y apuntalamiento
Hay fenómenos regresivos que permiten la instalación temporal de un área
de ilusión reencontrada, que apoyan asimismo la creación de objetivos
sublimatorios y de espacios intermedios en los cuales la vida puede ser vivida
de un modo no amenazante. Se trata de la instalación del sujeto a partir de la
adolescencia en mundos cuya función es de consuelo (mundo de la música, la
danza), son espacios derivados del área transicional que el niño transitó
cuando deambulaba por el mundo del juego. En muchos adolescentes la
droga es vivida como instrumento para entrar a ese otro espacio definido
como de ilusión reencontrada, cuyo abandono se hace muy difícil cuanto más
agudo es el temor a la desilusión.
La exploración y la cultura
Debemos diferenciar un espacio intrasubjetivo donde el sujeto debe iniciar
una exploración de su cuerpo para construir una nueva representación de él,
y el espacio vincular e intersubjetivos donde la cultura interviene de un modo
diverso.
El permiso a los accesos exploratorios al mundo adulto son proporcionados
por el entorno cultural. La sociedad señala los caminos. Estos caminos de
acceso que el sujeto nunca antes recorrió están más fijados en ciertos marcos
culturales que en otros.
En las sociedades modernas y posmodernas aparece el llamado mundo
adolescente y es éste, el que fija los modos de exploración y transición,
modos que cuestionan tajantemente las propuestas que el mundo adulto
propone para convertirse en uno de ellos. Los tránsitos exploratorios
posmodernos se vinculan a la trasgresión por factores vinculados a los
procesos históricos sociales y a las ideologías vinculadas a la función paterna
y su alcance. En cambio, en las sociedades lineales los caminos de pasaje a la
adultez están marcados por ritos, y estos ritos que acompañan la elección y
hallazgo de objeto están fijados por la cultura de un modo estricto. Es un
reglamento ancestral que representa la ley del padre y asegura el modo de la
sustitución exogámica. En la sociedad lineal el púber acepta sin cuestionar los
caminos de la transición.
En una sociedad posmoderna llega a haber absoluto cuestionamiento a la ley
del padre. En la juventud moderna hay un ataque de la trasgresión, momento
al mismo que se considera intrínseco a nuestra adolescencia. El mundo
adulto acepta pacientemente esa bravuconada, esperando que ceda con el
tiempo,
¿Metamorfosis o transformación?
Metamorfosis y transformación son dos términos que pueden ser usados
para definir dos procesos diferenciables cuyas características pueden ser
inferidas por las producciones del sujeto, es decir por la sintomatología que
acompaña a uno u otro proceso. Para algunos sujetos el cambio puberal es
vivido como un cambio radical, una ruptura, un desgarramiento, una
fragmentación del cuerpo. El niño asiste atónito al desarrollo de una
metamorfosis imprevisible.
Para otros sujetos lo que predomina son procesos de transformación, se
conserva algo del orden de lo invariante. El cuerpo sufre transformaciones,
pero estas son derivadas del mismo cuerpo que le pertenecía al yo desde su
asunción y el sujeto se puede reconocer en él y espera la constitución de una
imagen aceptable. Las vivencias de fragmentación no son extremas. Son
menos temidas por el yo porque los modelos establecidos en el imaginario
del sujeto son menos terroríficos. Cierto grado de metamorfosis está siempre
presente aunque predomine la transformación y viceversa.
Exploración del cuerpo y de género
Hay en el primer campo exploratorio un interés agudo por el desarrollo
genital, aparición del vello pubiano, desarrollo de las mamas, etc. estos
centros de interés inundan al yo. Cada uno de estos signos certifica la
pertenencia al género o la aleja. Cualquier deficiencia en los rasgos primarios
que el sujeto constate en su exploración lo arroja al foso de la castración y al
riesgo de la pérdida de su identidad sexuada. Por el contrario su desarrollo
reasegura el narcisismo en los dos sexos más allá de la presencia o no del
falo, en eso se diferencia de la sexualidad infantil. Castrado o fálico se
resignifican adquiriendo el segundo y final término con la significación de
masculino-femenino.
El sujeto está condenado a explorar su propio cuerpo que abarca los
caracteres tanto primarios como secundarios. Lo hace mirando la mirada del
otro que adquiere una dimensión de apuntalamiento o de derrumbe.
Aparece en estos momentos la pasión por la estética, la obsesión del espejo,
etc.
Desfiguración, pérdida de la forma en el proceso de
transformación/metamorfosis es donde el yo debe reconocerse, o sea, volver
a conocerse. Es en la adolescencia donde a veces se asiste a la asunción
delirante de una identidad ajena como si realmente apareciese otro que
ocupase el lugar del sujeto. En su metamorfosis el sujeto se ha perdido
completamente, su nuevo cuerpo es la prueba de la emergencia de otra
persona.
El hallazgo de objeto
Hay dos procesos, dos campos exploratorios, uno es la búsqueda y encuentro
de la cavidad excitadora de la zona genital, otro es el objeto que se ha venido
construyendo desde la temprana niñez y cuyo retorno se anhela.
La cavidad excitadora para el varón debe ser hallada y también debe ser
hallada en la mujer, vía una regresión del clítoris a la zona anal y de ahí a la
vagina. Esta búsqueda se hace primero en la fantasía, y sigue allí un recorrido
donde encuentra un goce limitado y alucinado.
La necesidad del hallazgo del objeto condena al sujeto a una exploración del
mundo porque ese objeto, no puede ser compensado suficientemente por
una parte del propio cuerpo ni por la satisfacción alucinatoria que condena al
sujeto al aislamiento y a la pérdida del encuentro amoroso. En ese encuentro
con el otro es donde se inscribe un nuevo pictograma vinculado al nuevo
cuerpo ahora regenitalizado.
La exploración de la identidad de género se hace más allá del cuerpo real, y
se vincula a la exploración escénica de gestos y actos que se imitan del ideal
estético y conductual de la época. Actúa el personaje de un modo
anticipatorio, en un movimiento exploratorio de afuera hacia adentro que se
diferencia y se conecta a veces a la investigación del cuerpo.
Hallar un objeto adecuado para sus nuevas posibilidades sexuales. Freud
concluye que el objeto buscado es el objeto perdido, de lo que
fundamentalmente se trata es de su búsqueda. Y es esa búsqueda la que
condena al sujeto a la exploración. Freud afirma que lo que empuja al sujeto
lejos de sus padres, lo que lo condena a la exploración, es fundamentalmente
el peligro de la consumación del incesto. Buscando el objeto perdido, debe
alejarse lo más posible de él. En ese alejamiento exploratorio es donde es
posible encontrar el objeto adecuado. Va entonces desde las cercanías del
objeto incestuoso, al objeto nuevo: el exogámico.
Mas q reencuentro en el hallazgo de objeto es algo neo, algo nuevo, algo a
descubrir. Pq para ser hallazgo tiene q ser algo a descubrir. Es el hallazgo de
objeto apuntalado en ese nuevo cuerpo (cuerpo genitalizado). Hallazgo de lo
nuevo, de lo altero, del otro, de la otredad.
En la pubertad prevalece lo originario. La pulsión siempre va a buscar la
descarga directa. El proceso adolescente, en la medida q comienza a buscar
el objeto por fuera de los objetos incestuosos ya q son inadecuados y se
busca el objeto en lo extrafamiliar, fuera de lo endogámico y lo edípico, hay
una “huida feliz” del C de Edipo q más q un sepultamiento es una superación.
Hay un antes del encuentro con el objeto, donde no hay objeto, y el
encuentro con dicho objeto representa algo prohibido. Por eso la huida. Y es
necesaria la capacidad de idealizarse el objeto. Requiere nuevas búsquedas y
nuevas exploraciones.

Ensueño y realidad
Este recorrido tiene un momento imaginario, masturbatorio, donde los
objetos incestuosos y nuevos desfilan incesantemente y todas las formas de
sexualidad son exploradas. El placer alucinatorio no se abandona por
completo, y representa el remanente autoerótico que se retiene como una
reserva de placer ante las vicisitudes del vínculo real. Una parte de la
sexualidad se conserva pues, autoerótica. Pero, se muestra insuficiente,
empujando al sujeto al mundo real.

La errancia y el movimiento exploratorio


En nuestra civilización, es poderoso el mito de la adolescencia como errancia
casi necesaria. Puede errar en el amor, en el pensamiento, en el lugar. Social
y psicológicamente se libera del aporte parental y familiar narcisista,
permitiendo el régimen del intercambio inter e intrageneracional. Ese tiempo
de moratoria culmina en una elección: de profesión, de pareja, por
nacimiento, real o fantaseado, de un hijo. En la adultez tendrá nostalgia por
este momento de errar. Este tipo de subjetividad adolescente es producto de
una determinada construcción social, pero si el adolescente no se constituye
en esa subjetividad queda como un producto paralizado de esa época.
A la errancia psíquica de buena ley en cuanto a su capacidad de desarrollo se
opone dialécticamente la errancia repetida.
Exploración y elección vocacional
Se deviene lo que se elige, lo que uno elige no es un envoltorio
intrascendente. Antes de la adolescencia el sujeto se encuentra en un estado
de alienación donde el deber ser se lo marca el otro, a menos que esté
embarcado en el más terco de los oposicionismos. El adolescente, exigido
socialmente de una elección, se desorienta más de lo que estaba
anteriormente. Y allí aparece en la superficie la búsqueda de una orientación
vocacional que va más allá de una orientación profesional. La orientación
vocacional plantea en su profundidad el asunto del ser. Allí se plantea la
cuestión si va a ser el otro el que diga para que sirvo yo, para que estoy acá y
me instruya para aquello que soy apto, o si se trata, en cambio, de algo que
atañe a mi propia decisión, más allá del plano de la necesidad, de la oferta y
de la demanda, y de lo bien visto. Este problema se plantea en la
adolescencia, que se emparenta con los senderos de la sublimación y es por
eso que constituye un campo exploratorio de gran importancia. Su no
desarrollo es factor de graves consecuencias con el pasar de los años. La
desinvestidura de los espacios vocacionales y laborales despoja al medio
social de todo atractivo, dificultando toda salida hacia el mundo y encerrando
al sujeto en un espacio cada vez más regresivo.
Condenado a investir
Cuando Waserman habla de exploración esta hablando de investir. (P.
Aulagnier – condenado a investir). La exploración es consecuencia de la
investidura. Es el momento paradigmático de la exploración al mundo.
Piera: “Estás condenado por y para toda la vida a una puesta en
pensamientos y en sentido de tu propio espacio corporal, de los objeto-meta
de tus deseos, de esta realidad con la que deberás cohabitar, que les asegure
para siempre permanecer como soportes privilegiados de tus investiduras.”
“Para conservarse vivo está condenado a preservar una relación de
investidura con su propio cuerpo, con el Yo de esos otros cuyo deseo se
revela siempre autónomo y a veces antagónico al suyo, con esa realidad que
nunca corresponderá totalmente a la representación que él desearía darse
de ella” “ese cuerpo, ese otro investido por él, esa realidad serán periódica e
inevitablemente fuente de sufrimiento, provocando por lo tanto un
movimiento de desinvestidura, un deseo de fuga”.
Es tan valida la capacidad de estar con otros como la capacidad de estar solos
en el adolescente. Hay un fuerte fervor del adolescente de encerrarse en su
cuarto, de estar solo, y es muy importante desarrollar esa capacidad de
poder estar solo. También hay una fuerte necesidad por crear grupos, por
estar con otros, la categoría del “nosotros”, del pertenecer…
Campos exploratorios:
- una tiene q ver con el cuerpo como territorio a ser explorado
- otra tiene q ver con el mundo social
- y otra tiene q ver con el otro sexo
El cuerpo se presenta como un territorio, como un campo a ser explorado.
Hay algo q tiene q darse también en el plano psíquico, búsqueda del otro
como sujeto no solo como objeto parcial en relación a quien porta ese objeto
complementario. Para Waserman este trabajo es impersonal, intransferible y
se hace siempre acompañado por unos objetos q funcionan como
apuntalamiento.
Objetos de apuntalamiento:
1) objetos internos o narcisistas: q son generalmente los propios padres. El
adolescente necesita del amor de sus padres para poder realizar este camino
exploratorio. Para poder reforzar su narcisismo. Toda exploración conlleva un
peligro. Cuando ese peligro es mayor, aparece un refugio. Hay padres q
dañan ese narcisismo mas q apuntalarlo.
2) objetos transicionales: en el adolescente por ejemplo las mismas
zapatillas. El objeto transicional se juega en el adolescente como algo q lo
representa ante el mundo exterior. Algo q no es el yo, es no-yo, no forma
parte del yo, pero a la vez lo representa ante la sociedad. También puede ser
un espacio, un lugar donde apuntalarse para arrancar ese camino
exploratorio. Puede ser un espacio transicional cargado de una significación q
se construye en ese encuentro con los otros. Por ej: la plaza como lugar de
encuentro.
3) el otro objeto de apuntalamiento q señala Waterman es el “otro
complementario”. Aquello q completa. Ese encuentro complementario con el
otro sexo. Aquello q apuntala. Estar capacitado para tener relaciones no
significa estar capacitado para el recorrido exploratorio del otro en cuanto
sujeto.
4) el otro objeto es el grupo de pares. Esta necesidad de hacerlo todo en
grupo (por ejemplo irse de vacaciones 10 adolescentes en un
monoambiente).

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