Emotivo ante todo, siente vivamente todos y cada uno de los estímulos del mundo exterior, el menor roce es bastante para excitar su sensibilidad hiperestesiada. Al ser inactivo, posee un alto potencial energético, que al no descargarse por la actividad persistente queda disponible a las pulsiones, instintos y tendencias antisociales. Cuando llega a su punto máximo reacciona instantáneamente sin medir las consecuencias de sus actos. El más criminógeno de entre todos los caracteres.
Se trata de un sujeto por excelencia relacionado con los llamados crímenes “pasionales”, pese a que tiene una débil incidencia criminógena. El elemento peligroso del carácter apasionado proviene de que sus emociones afectadas por su secundariedad se prolongan con el paso del tiempo que suelen organizarse en ocasiones sobre una base de odio y/o celos que, ligadas a la actividad que posee, facilita sus actos y que podrían fácilmente transformarse en acciones con intenciones homicidas. La hipertrofia adquirida es la consecuencia de una derivación de la energía psíquica que utiliza la vía de salida que favorece mejor la perpetración del homicidio, provocado por odio, celos o venganza. Los estados paranoides se dan con bastante frecuencia y orientan fácilmente al mecanismo apasionado hacia una conducta antisocial agresiva. 3. Carácter colérico (emotivo, activo, primario) Fácilmente observable en este tipo que la emotividad se transforma en reacción. El mecanismo colérico condiciona fácilmente la iniciativa, la combatividad, la agresividad: estos rasgos del comportamiento corren fácilmente el riesgo de ser dirigidos contra las personas convirtiéndose en actos antisociales. La necesidad de acción da lugar a ciertas tendencias tales como la codicia o la sexualidad e inclusive expresividad. Este mecanismo colérico favorece más a las lesiones y a la estafa que al robo.
Heymans, Wiersma y Resten señalan que este carácter no predispone a la delincuencia. El sentimental es frenado en la expresividad de sus emociones por su secundariedad, que traza delante de él unas perspectivas alejadas de su conducta y también por su inactividad que muy raras veces le encauza por el camino de la delincuencia. Sin embargo, su secundariedad puede organizar emociones sobre un tema pasional, cuya base puede ser el odio, rencor, envidia, etc. De ahí que las reacciones violentas, agresivas e insólitas, la mayor parte de las veces sean dirigidas en contra de las personas. Como el clásico ejemplo de algún sujeto que de la noche a la mañana decidió asesinar a toda su familia o causar un tiroteo en una escuela, y que posteriormente se suicida. Este hecho solo puede explicarse por un eclipse momentáneo del mecanismo sentimental que cede ante un mecanismo nervioso.
5. Carácter sanguíneo (no emotivo, activo, primario)
El sanguíneo tiende a dar rápida y completa satisfacción a los reclamos de su cuerpo: comiendo y bebiendo con avidez por ejemplo, también procurando saciar su apetito sexual. Interviene relativamente poco en los delitos contra la propiedad (como el robo por ejemplo), en cambio tiene cierta incidencia en delitos sexuales y de violencia contra las personas.
6. Carácter flemático (no emotivo, activo, secundario)
Individuos generalmente fríos, tranquilos, puntuales, ordenados, veraces y reflexivos. De escasa participación en los delitos. Sin embargo sus rasgos intelectuales y meticulosos pueden hacer que cuando el flemático opte por encauzarse al delito, realice conductas antisociales largamente meditadas, cuidadosamente preparas y realizadas, a diferencia de por ejemplo el nervioso o el colérico quienes pueden delinquir por arrebatos de impulsividad. Comúnmente se les relaciona con delitos intelectuales sumamente intrincados como asaltos a bancos, delitos de cuello blanco, etc.
7. Carácter amorfo (no emotivo, inactivo, primario)
Su rasgo dominante es una pereza sumamente radical. Vive en el presente inmediato y no suele ser reflexivo en cuanto las consecuencias de sus actos, solo atiende a sus necesidades para darles satisfacción siempre con el mínimo esfuerzo. El amorfo se deja influenciar fácilmente al delito por influencia de otros ya que no tiene aptitudes para resistirse a sugestiones de un grupo. El caso de aquellos que solo son colaboradores secundarios en un delito (por ejemplo en un secuestro: el que retiene a la víctima en la casa y le da de comer). 8. Carácter apático (no emotivo, inactivo, secundario) Caracterológicamente mal dotados y difícilmente adaptable al medio. En ocasiones tienen debilidad mental de algún tipo con fallas en la esfera moral y volitiva. Con deficiencias notorias en la educación. Especialmente partícipe de delitos sexuales contra menores, dado a sus múltiples dificultades para establecer relaciones con otros individuos.