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Universidad Tecnológica de Panamá

Centro Regional de Chiriquí


TÓPICOS DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DE PANAMÁ
Lic. Silka Lasso de Morales
SEGUNDA EPOCA REPUBLICANA: EL MILITARISMO

8- 1968-1981
8.1-Torrijismo y militarismo. El golpe de cuartel y la Junta Provisional de Gobierno

Una vez que Arnulfo Arias ocupó la presidencia por tercera vez, el 1 de octubre de 1968, se
dedicó a realizar cambios dentro de la Guardia Nacional. El descontento creado por esta
situación, sumado al hecho de la manipulación de los resultados de las elecciones para
diputados, provocó una insatisfacción generalizada tanto entre los militares como entre los
civiles. Es más, estos comenzaron a pedir a través de las páginas de la prensa, la
intervención del cuerpo armado para frenar los abusos cometidos por el viejo líder.

El 11 de octubre, la oficialidad de la Guardia Nacional llevó a cabo el primer golpe militar


contra un gobierno civil en toda nuestra historia republicana. Aunque como ya vimos,
Remón y otros comandantes destituían y colocaban Presidentes según su voluntad, en
realidad nunca se había depuesto a un mandatario para ser reemplazado por un militar.

El movimiento estuvo encabezado por el Mayor Boris Martínez y el teniente Coronel Omar
Torrijos Herrera, así como otros oficiales entre ellos Federico Boyd, Amado Sanjur y
Ramiro Silvera.

En el comunicado oficial los golpistas señalaron que el intento por violar la voluntad
popular en las elecciones legislativas, así como la integración ilegal del Tribunal Electoral,
los había llevado a adoptar la decisión de asumir el poder por medio de un gobierno
provisional que preparara el retorno al orden democrático. La Junta Provisional de
Gobierno estuvo presidida por el Coronel José María Pinilla e integrada además por el
Coronel Bolívar Urrutia.

A partir de entonces, se comenzó a gobernar por decretos, al tiempo que se cancelaron los
derechos ciudadanos. En los primeros comunicados, tanto de la Junta como del Estado
Mayor, se presentaban ante la faz del país como los restauradores de la moral republicana y
del orden constitucional. Se erradicaría el peculado y el nepotismo y se aplicarían severas
sanciones a los responsables sin distingos de ninguna especie. Se propugnaba por una
nueva escala de valores humanos en la que la capacidad y la honradez fueran las únicas
credenciales. Se comprometieron a garantizar el divorcio de los miembros de la Guardia
Nacional con la política partidista y señalaron que en breve se llamaría a elecciones. Para
ello, era necesario reformar el Tribunal Electoral, con el fin de que pudiera garantizar unas
elecciones limpias y puras.

“Voy a clamar al Dios altísimo, al Dios que en todo me ayuda” Salmo 57: 2

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Era evidente que el Estado Mayor de la Guardia controlaba a la Junta de Gobierno, así
como al Poder Legislativo y también al Judicial. Sin embargo, para acallar la reacción
popular se adoptaron una serie de medidas, tales como la prohibición del alza de los precios
de los artículos de primera necesidad, el congelamiento de los cánones de arrendamiento, la
prohibición de aumentar los alquileres superiores a B/80.00, al tiempo que se transfirieron
más de B/100 mil del presupuesto nacional a la Universidad de Panamá. Así mismo, se
prohibió aumentar el precio de las medicinas y se prometió investigar los casos de
peculado. Incluso, se llegaron a arrestar a varios colaboradores del gobierno de Robles.

Entretanto, Estados Unidos no reconoció al gobierno surgido del golpe del 11 de octubre y
suspendió las relaciones diplomáticas con Panamá. No obstante, el 13 de noviembre,
inesperadamente decidió reanudar las justificando su posición en las declaraciones de la
Junta Provisional de Gobierno de que llamaría a elecciones a la brevedad posible, así como
el compromiso de que se respetarían los derechos humanos y las obligaciones
internacionales.

Las reacciones a lo interno del país por el golpe fueron diversas. Un grupo de civiles
aplaudió la decisión de los militares y colaboró estrechamente con la Junta Provisional de
Gobierno. Sin embargo, otros se opusieron al entronizamiento del poder militar.

En Chiriquí y Coclé hubo guerrillas arnulfistas, que sin embargo, fueron exterminadas. Se
produjeron también protestas por parte de los residentes en San Miguelito, de los
estudiantes universitarios, de los institutores y de la Federación de Estudiantes de Panamá,
máxime cuando la Universidad fue cerrada a mediados de diciembre.

Pese a que se hizo un llamado a huelga general, la CAPAC y el transporte se negaron a


participar. El gobierno a través de la prensa oficial culpó a los comunistas de estas protestas
y varios elementos de izquierda como Floyd Britton y José del Carmen Tuñón fueron
tomados prisioneros, el primero murió en Coiba.

A lo largo de los años de la dictadura las protestas fueron acalladas, ya fuera a través de la
Digedecom que terminó quebrantando voluntades o sencillamente por métodos violentos,
como la desaparición del Padre Héctor Gallego en Veraguas. Se eliminaron los partidos
políticos y se amordazó a la prensa de oposición. Incluso los periódicos El Panamá-
América y La Crítica fueron secuestrados por el gobierno militar.

Sin embargo, existían diferencias de criterio a lo interno de la cúpula militar en cuanto a la


dirección del Estado, que terminaron con la salida del gobierno y del país de Boris
Martínez.

A partir de entonces, Torrijos ya no tuvo quien le disputara el liderazgo de la ahora


denominada “Revolución” y afianzó cada vez más su poder. Pese a ello, el excesivo

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personalismo del régimen provocó, en diciembre de 1969, un intento de golpe en contra del
Comandante.

Encontrándose Torrijos en México, los coroneles Amado Sanjur, Ramiro Silvera y Nentzen
Franco, con la anuencia de la Junta de Gobierno Provisional, decidieron prohibirle el
regreso a Panamá. Pero el 16 de diciembre, el avión de Torrijos, con el apoyo de otros
oficiales del cuerpo armado, entre ellos Manuel Antonio Noriega, logró aterrizar en
Chiriquí desde donde se trasladó a la capital. Acto seguido destituyó a los golpistas y
nombró como Presidente de la Junta Provisional de Gobierno al ingeniero Demetrio Basilio
Lakas y a Arturo Sucre como vicepresidente. El intento de golpe sirvió para fortalecer el
poder de Torrijos.

8.2- El gobierno de Torrijos

El 11 de marzo de 1969, Omar Torrijos fue elevado al rango de General y a partir de


entonces intentó convertirse en la solución de todos los problemas del país. Con un estilo
desenvuelto e informal, poco apegado a reglas, normas o leyes que frenaran su iniciativa,
Torrijos gobernó el país. Los “patrullajes domésticos” sirvieron para mantenerse en
contacto con las regiones más alejadas del país, conocer sus problemas y sin ningún plan o
programa previo, proveer la ayuda necesaria.

Las reuniones, denominadas Yunta Pueblo-Gobierno, allanaron el camino para los


asentamientos campesinos y las Juntas Agrarias.

La época se caracterizó por la bonanza económica producto de la “danza de millones” que


hizo circular la banca internacional en nuestro país. Esta situación robusteció la posición de
los militares y el gobierno aprovechó la coyuntura para transformarse en inversionista y
empresario. Proyectos tales como el ingenio La Victoria y los Puertos Nacionales son
buena prueba de ello.

En 1972, se promulgó el Código de Trabajo y la nueva Constitución Nacional que sustituyó


a la de 1946. Pese a que en 1968, el gobierno militar prometió llamar a elecciones a la
brevedad posible, en 1970 Torrijos consideró que aún era prematuro.

Se hizo necesario, entonces, legitimizar el régimen para lo cual se necesitaba una nueva
Constitución. En 1972, para jurar la nueva Carta se nombró una Asamblea Nacional de
Representantes de Corregimientos, en sustitución de la Asamblea Nacional. Estaba
integrada por 505 Representantes y Torrijos la llamó el “Poder Popular”. Esta Asamblea
sancionó la Constitución de 1972 que convirtió a Torrijos en el “Líder Máximo de la
Revolución Panameña” y le otorgó poderes casi ilimitados por seis años. De esta manera, se
llevaba el personalismo a su máxima expresión.

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En este año, Lakas fue reelecto como Presidente por un período de seis años y se nombró
un Consejo Nacional de Legislación, en tanto que el Poder Judicial pasó a depender del
Ejecutivo.

Torrijos se transformó en el Coordinador de la labor de la administración pública,


nombraba y destituía a los Ministros de Estado y en general a todos los funcionarios
públicos de alto nivel, e incluso a los magistrados del Tribunal Electoral. Más aún, quedó
facultado para celebrar contratos, entablar negociaciones a nombre del gobierno, contratar
empréstitos y manejar las relaciones exteriores de la República.

En 1972, se nacionalizó la Compañía de Fuerza y Luz que abastecía de teléfono, luz y gas a
la ciudad capital. La misma fue absorbida por el IRHE y el INTEL. Gracias a los préstamos
del BID, el gobierno militar llevó adelante un ambicioso plan vial que se tradujo en la
construcción de carreteras, puentes y caminos, al tiempo que también se levantaron
importantes edificios públicos en todo el país.

En el aspecto social se estableció el Plan de Emergencia Nacional por el cual cada cabeza
de familia sin empleo recibiría del Estado B/100 mensuales. En consecuencia, la burocracia
estatal creció en forma incontrolable y originó muchos abusos.

Entre 1975 y 1976, el gobierno se dedicó a potenciar la producción azucarera y creó tres
ingenios Alanje en Chiriquí; Felipillo en Panamá y la Central Azucarera de Azuero. La
administración se encontraba centralizada en Panamá en la Corporación Azucarera La
Victoria.

También se dieron dos proyectos de Desarrollo Integrado en el interior del país, sobre todo
en Tonosí y Renacimiento para los que el BID aportó 43 millones de dólares. El Estado se
transformó en empresario e industrial a través de otros proyectos tales como fábricas de
alimentos, procesadoras de cal, plantas de harina, café, explotaciones de cobre en Cerro
Colorado, pesca artesanal, cementeras, entre otros. Se inauguró el puerto de Vacamonte en
Arraiján para centralizar las actividades de las industrias.

Respecto a la educación se inició un programa de alfabetización entre los campesinos y la


población en general con el fin de erradicar el flagelo del analfabetismo. En cuanto a la
Universidad, el gobierno decidió incrementar el ingreso de estudiantes a este centro. El
resultado fue la masificación en detrimento de las exigencias académicas. Entre 1969 y
1975, la matrícula universitaria creció un 249% y el gobierno se autoproclamó como un
Estado Docente. En 1975, se creó la Universidad Tecnológica.

También se estableció el Centro Financiero Internacional y se creó la Comisión Bancaria


para dirigir el sistema. En 1975, se creó la Corporación Financiera Nacional (COFINA)
para financiar proyectos prioritarios en el área de la producción. Pero esta institución se vio

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afectada por extraordinarios escándalos financieros que pusieron en entredicho el destino
de más de 75 millones de dólares. También se construyó un nuevo aeropuerto en Tocumen,
el Centro de Convenciones Atlapa en San Francisco, el Ministerio de la Vivienda y el
Banco Hipotecario Nacional.

En 1974, la Guerra del Banano, provocó serios conflictos con las transnacionales. El
gobierno comenzó conversaciones con la Chiriqui Land Company para la adquisición de
sus activos, pero la transacción finalmente no prosperó.

8.3- Los Tratados Torrijos-Carter

A comienzos de 1970, la cancillería panameña en un análisis sobre los proyectos de


Tratado Tres en Uno o Robles-Johnson indicó que los mismos no eran utilizables ni
siquiera como base para futuras negociaciones y decidió abrir un nuevo proceso de
entendimiento con el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, la actitud tibia de
Washington provocó que Torrijos aplicara una diplomacia agresiva con el objetivo de ganar
adherentes para la causa panameña.

Dentro del marco de esta política, logró que la reunión del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas se realizara en Panamá, en marzo de 1973. Los países participantes
votaron una resolución de apoyo a Panamá para que se firmara a la brevedad posible un
nuevo Tratado justo y equitativo que eliminara las causas de conflicto entre Panamá y los
Estados Unidos.

Casi un año después, el 7 de febrero de 1974, se firmó en la ciudad de Panamá la


Declaración de los Ocho Puntos entre el canciller Juan Antonio Tack y el Secretario de
Estado Henry Kissinger. Esta Declaración Conjunta, conocida como Tack-Kissinger,
establecía los principios básicos de la nueva relación contractual. Entre ellos, cabe destacar:
abrogación del Tratado de 1903 Hay-Bunau Varilla y de sus reformas; eliminación del
concepto de la perpetuidad, toda vez que el nuevo Tratado tendría una fecha fija de entrega
del Canal; fin de la jurisdicción norteamericana en territorio panameño; devolución a
Panamá de la Zona del Canal; Panamá tendría una participación justa y equitativa en los
beneficios derivados de la operación del Canal e intervendría en su administración, al
tiempo que participaría junto a los Estados Unidos en la defensa y protección del Canal y
en la ampliación de la vía, llegado el caso que fuese necesario.

A partir de entonces, Torrijos intensificó su lucha para dar a conocer a los países del mundo
las justas reclamaciones panameñas en relación al Canal. Panamá pasó a integrar el bloque
de países no alineados y buscó el apoyo de los países latinoamericanos. Incluso, el asunto
del Canal, llegó a ventilarse en la Cumbre de los No Alineados en Sri Lanka, en 1976, de la
que salió un comunicado a favor de nuestro país. Por primera vez, en siete décadas, Panamá
se escapaba de la órbita de los Estados Unidos.

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Finalmente, tras largas y complicadas negociaciones en las que participaron por parte de
Panamá Rómulo Escobar Betancourt, Carlos López Guevara, Aristides Royo, Diógenes de
la Rosa; Nicolás Ardito Barletta, y Gabriel Lewis Galindo, entre otros , y por los Estados
Unidos Ellsworth Bunker y Sol Linowitz, el 7 de septiembre de 1977, se firmaron en la
sede de la OEA en Washington, el Tratado del Canal de Panamá y el Tratado concerniente
a la neutralidad Permanente y Funcionamiento del Canal de Panamá, mejor conocidos
como Tratados Torrijos-Carter.

Dada la complejidad de los Tratados señalaremos los aspectos más importantes, agrupando
sus disposiciones en cuatro grandes ítems, a saber:

1) Soberanía: se reconocía la soberanía de Panamá sobre la Zona del Canal y por tanto la
República tendría una participación creciente en la administración protección y defensa del
Canal. En virtud de lo anterior, la Zona del Canal quedaba sujeta a la legislación panameña
y ahora se denominaba Área Canalera. Sin embargo, Panamá le otorgaba a los Estados
Unidos los derechos necesarios para operar el Canal, que entraría en poder nacional, el 31
de diciembre de 1999, al mediodía.

2) Administración del Canal: estaría a cargo de una agencia gubernamental estadounidense


denominada la Comisión del Canal de Panamá, cuya Junta Directiva estaría integrada por
nueve miembros (5 estadounidenses y 4 panameños) todos nombrados por los Estados
Unidos. Hasta el 31 de diciembre de 1989, el Administrador sería un ciudadano
norteamericano y el Sub administrador panameño. A partir del 1 de enero de 1990, esta
situación se invertía.

3) Defensa del Canal: ambas naciones se comprometían a proteger y defender el Canal. Sin
embargo, se dejaba constancia que durante la vigencia de este Tratado los Estados Unidos
tendría la responsabilidad primaria en este campo. Se estableció una Junta Combinada
compuesta por igual número de militares de alto rango de ambos países.

4) Beneficios económicos: revertirían a Panamá el 60% de las tierras e infraestructuras del


área canalera. Entre otros bienes pasaban a Panamá: el ferrocarril, los puertos de Balboa y
Cristóbal y el Fuerte Gulick donde funcionaba la Escuela de las Américas. Panamá recibiría
diez millones de dólares por parte de la Comisión del Canal por los servicios públicos que
prestaría en las áreas revertidas. Igualmente, recibiría una suma proporcional de los peajes
pagados por los barcos que transitaran por el Canal.

También se adoptaban medidas para preservar la ecología de la cuenca del Canal.

Adicional a este Tratado se firmó el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del


Canal y su funcionamiento que no tiene fecha de vencimiento. Este documento establecía la
neutralidad permanente de la vía interoceánica, pero advertía que si por cualquier razón los

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barcos de Panamá o de los Estados Unidos debían pasar antes, tendrían el paso expedito.
De manera que era una neutralidad muy sui generis. Según Torrijos este Tratado colocaba a
Panamá “bajo el paraguas del Pentágono”.

El 23 de octubre de 1977, Torrijos decidió someter los Tratados a un plebiscito popular.


Según cifras oficiales se dieron 500 mil votos a favor de la ratificación del pacto y poco
menos de 250 mil en contra. Pero en los Estados Unidos las cosas no serían tan fáciles. El
Congreso no ratificó los Tratados sin añadirles enmiendas que desvirtuaban con mucho el
documento original. La Reserva o Enmienda De Concini estableció que si el Canal fuese
cerrado o se entorpeciera su funcionamiento, cada parte podría tomar las medidas
necesarias, incluyendo el uso de la fuerza militar para normalizar el funcionamiento de la
vía interoceánica.

En tanto que la Reserva Nunn estableció que después del 31 de diciembre de 1999 ambas
naciones podían negociar y firmar acuerdos para preservar la neutralidad, e incluso el
establecimiento de fuerzas militares estadounidenses o de bases.

Estas enmiendas no fueron sometidas a un plebiscito en nuestro país y en abril de 1978 la


cancillería declaró que las mismas no mancillaban la dignidad nacional. Pero no era ese el
sentir popular.

Una de las consecuencias inmediatas de los Tratados fue la apertura política por exigencia
de los Estados Unidos. Así, los exiliados pudieron regresar al país. Torrijos anunció la
concesión de mayores garantías ciudadanas y libertades públicas, al tiempo que se
reglamentaron los partidos políticos que habían estado proscritos hasta entonces. A la vez,
una misión de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos puso en evidencia los
crímenes y otras arbitrariedades perpetradas por la dictadura.

Pero el Tratado fue violado, sobre todo a través de la Ley Murphy o 96-70 que introdujo
reformas a la Comisión del Canal de Panamá por parte del Presidente de los Estados
Unidos, situación que nuestro país denunció ampliamente.

8.4- El gobierno de Royo y la muerte de Torrijos

Un año después de la firma de los Tratados, la Asamblea de Representantes de


Corregimientos le ofreció la Presidencia de la República a Torrijos, pero éste declinó la
postulación. En su lugar, propuso a Arístides Royo como Presidente y a Ricardo de la
Espriella como Vicepresidente.

En marzo de 1979, se fundó el Partido Revolucionario Democrático (PRD) soporte


principal para la institucionalización del régimen durante la apertura política que siguió a la
firma de los Tratados. Pese a ello, el poder real continuó estando en los cuarteles.

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Por esta época, algunos gestos de independencia de Torrijos y Royo que no se ajustaban a
la política del Departamento de Estado no fueron vistos con buenos ojos en Washington. El
apoyo brindado al Movimiento Sandinista; el acercamiento hacia Cuba, así como la
identificación con la Argentina durante la Guerra de las Malvinas, hicieron que ambos
fueran tachados de izquierdistas, pese a que Torrijos proclamaba: “Ni con la derecha, ni con
la izquierda, con Panamá”.

También durante este período estallaron varios escándalos como el de la Caja del Seguro
Social, Cerro Colorado, el proyecto Turístico de Contadora, en el que se comprobó que
hubo malversación de fondos. Otro tanto ocurrió con los empréstitos obtenidos para la
construcción de la autopista Arraiján-La Chorrera, el puente Van Dam que nunca se
construyó y el Aeropuerto de Tocumen.

En medio de este panorama de deterioro económico, desgaste político y corrupción, el 31


de julio de 1981 se produjo la muerte de Torrijos en un accidente de aviación. La
desaparición del “Líder Máximo de la revolución” dejó un vacío de poder y en situación de
debilidad al Presidente Royo, quien apenas se mantuvo un año más en el poder. Desde
entonces, y hasta la invasión norteamericana de diciembre de 1989, se inauguró un período
de gran inestabilidad que llevó al sillón presidencial a siete Presidentes en siete años.

9- 1981-1989
9.1- Narcodictadura y crisis estructural. Inestabilidad política y desajustes
económicos

A la muerte de Torrijos en julio de 1981, le sucedió al frente de la Guardia Nacional el


Coronel Florencio Flores quien no mostró mayor interés por desempeñar la dirección del
cuerpo armado. De manera, que el 3 de marzo de 1982, pasó a retiro y fue sustituido por
Rubén Darío Paredes, un militar de derecha que sospechaba de las inclinaciones
izquierdistas de Royo. En consecuencia, en julio de ese año, en medio de una huelga de
educadores y de una creciente oposición social, Paredes se deshizo de Royo, quien justificó
su salida de la presidencia debido a un fuerte dolor de garganta. A partir de entonces, este
golpe se conoció como el “gargantazo” y puso de manifiesto que la democratización del
país aún estaba lejos.

El 31 de julio de 1982, De la Espriella, un tecnócrata graduado en los Estados Unidos


asumió la presidencia de Panamá, mientras Jorge Illueca se encargaba de la
vicepresidencia.

La década del 80 se caracterizó por el desajuste y la desaceleración económica. Después del


despilfarro de la década anterior, Panamá se vio doblemente afectada por la crisis del
petróleo, pues el país se encontraba fuertemente endeudado.

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En el campo socio-político, el Comandante Paredes planteó la necesidad de reformar la
Constitución con el fin de realizar elecciones presidenciales en 1984. Para entonces, ya
venía preparando su candidatura presidencial, para lo cual esperaba contar con el apoyo de
la Guardia Nacional.

Las reformas constitucionales se efectuaron en 1983, según lo planeado. Entretanto, en el


Estado Mayor se había pactado el llamado Plan Torrijos de sucesión en el escalafón militar,
que entrañaba asimismo, el apoyo a la candidatura de Paredes. Con este propósito, en
agosto de 1983, Paredes se retiró de la Comandancia y fue sustituido por Manuel Antonio
Noriega. Pero Noriega tenía ideas muy claras respecto al papel que le tocaba jugar, así
como al perfil del futuro Presidente de Panamá, y el mismo no coincidía con el de Paredes.
Es más, posiblemente Noriega temiera que, llegado el caso, Paredes como ex Comandante
y Presidente de la República detentara mayor poder que él y no se sometiera a los designios
de la Guardia Nacional.

Pocas semanas más tarde, retiró el apoyo de la Guardia a la candidatura de Paredes. Hacia
finales de año, Noriega dejó bien en claro el papel que le asignaba al instituto armado
cuando propuso y logró que se promulgara, la ley 20 Orgánica de las Fuerzas de Defensa de
Panamá, por la cual la nación se ponía al servicio de los militares.

9.2- Las elecciones de 1984 y el ascenso de Ardito Barletta

Noriega sustituyó a De la Espriella por Jorge Illueca y se comenzó en firme a organizar el


torneo electoral. El candidato oficial postulado por el PRD era paradójicamente un hombre
sin afiliación política. Pero se trataba de un ex colaborador de Torrijos y un hombre
agradable a los ojos de Washington. Nicolás Ardito Barletta fue traído desde su Oficina del
Banco Mundial para ocupar la presidencia de la República. Sus vicepresidentes fueron el
empresario Eric Arturo Delvalle y el doctor Roderick Esquivel. La Alianza Democrática de
Oposición ADO, candidatizó al octogenario caudillo Arnulfo Arias y como vicepresidentes
al banquero Carlos Rodríguez y al líder demócrata cristiano Ricardo Arias Calderón.

Las elecciones se realizaron el 6 de mayo y pese a las irregularidades que llevaron a la


Junta de Escrutinios a declararse impedida para continuar con el conteo de votos, once días
más tarde el Tribunal Electoral proclamó ganador al candidato del PRD. Los 1.713 votos
que habían transformado a Ardito Barletta después de más de diez días de conteo en
Presidente de Panamá, dejaron más que insatisfecha a la oposición. El Presidente del
Tribunal Electoral César Quintero declaró que había habido “un pequeño fraude”.

Por su parte, los Estados Unidos permanecieron impasibles, Pese a que Reagan le había
hecho saber sutilmente a los militares que debían respetar el resultado de las elecciones, lo
cierto es que Washington reconoció sin contratiempos a Ardito Barletta. Aunque la
oposición se lanzó a las calles y el Secretario de Estado George Schultz que llegó a Panamá

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para la toma de posesión del nuevo Presidente, fue testigo de ello, el gobierno de Reagan no
se pronunció en contra del anómalo estado de cosas impuesto.

Una vez en el poder Ardito Barletta encontró una situación económico-fiscal y financiera
desastrosa que intentó corregir mediante la adopción de una serie de medidas a las que
llamó “ajustes estructurales” y que contemplaban sobre todo el aumento de la carga
impositiva. El plan recibió el rechazo popular y se creó la Coordinadora Civil Nacionalista
(COCINA), integrada por médicos, profesionales, educadores y estudiantes que se propuso
como meta la derogación de la ley y el adecentamiento del sector público. Ello obligó al
Presidente a reconsiderar su propuesta.

9.3- Las Fuerzas de Defensa, el narcotráfico y Hugo Spadafora

En julio de 1984, poco después de las elecciones, el Teniente Coronel y Secretario


Ejecutivo del Estado Mayor de las FFDD Julián Melo Borbúa fue implicado en un caso de
narcotráfico. Si bien Melo fue destituido, poco después se capturó en Miami un avión
panameño de la compañía INAIR cargado de cocaína. También se conoció que poco antes
miembros de los principales carteles de la droga se habían reunido en Panamá, con el visto
bueno del General Noriega. Para entonces, ciertos sectores de los Estados Unidos tenían
bajo la mira al militar panameño.

Igualmente, desde tiempo antes, el médico guerrillero y ex vice Ministro de Salud de


Torrijos, Hugo Spadafora había comenzado a denunciar las actividades criminales de
Noriega, entre las que se destacaban el tráfico de drogas y de armas, así como el lavado de
dinero procedente de la droga. En septiembre de 1985, el cuerpo decapitado de Spadafora
apareció en la frontera con Costa Rica, en momentos que Noriega se encontraba en Francia
y el Presidente en Nueva York.

Presionado por la familia Spadafora y por la opinión pública para que se iniciara una
investigación seria e independiente, Ardito Barletta declaró que nombraría una comisión
especial. Pero Noriega ni sus secuaces estaban dispuestos a tolerar esta situación, de
manera que el 27 de septiembre Ardito Barletta, de regreso de su viaje a Nueva York, fue
obligado a renunciar. Asumió la presidencia Eric Arturo Delvalle, en medio de una de las
peores crisis políticas que vivió el país.

Pero la familia Spadafora no se dio por vencida y se trasladó a Washington con el fin de
alertar al gobierno de los Estados Unidos sobre la situación que se vivía en el país y con la
intención de que se iniciara una investigación seria sobre las actividades de las FFDD. La
suerte estuvo de su lado pues lograron interesar al poderoso Senador Jessee Helms, uno de
los mayores detractores de los Tratados Torrijos-Carter. Helms propuso en el Senado que la
CIA investigara las acusaciones vertidas contra las FFDD respecto al narcotráfico, venta

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ilícita de armas, blanqueo de dinero, violación de los derechos humanos y su participación
en el asesinato de Hugo Spadafora.

El gobierno de Panamá recibió muy mal la noticia. El Presidente Delvalle calificó la


medida como una intromisión injustificada en los asuntos internos del país, al tiempo que
reiteró el apoyo irrestricto del Ejecutivo a las Fuerzas de Defensa. Pero era evidente que la
buena estrella del régimen se había opacado y este era el principio del fin.

9.4- Estalla la crisis: Díaz Herrera se confiesa.

La tensa situación que se vivía desde hacía meses, unida a la inestabilidad política hizo
crisis en mayo de 1987 cuando Noriega violando el Plan Torrijos, desplazó de la jefatura
del cuerpo armado al Coronel Díaz Herrera y lo pasó a retiro.

Díaz Herrera resentido decidió dar a publicidad todo lo que sabía sobre Noriega y las
prácticas poco ortodoxas de las FFDD. Denunció el fraude electoral de 1984 que según dijo
se había organizado en su casa con la participación de Ardito Barletta; dio a conocer el plan
de Noriega para asesinar a Torrijos; los doce millones que Torrijos le cobró al Sha de Irán
por el asilo político y que fueron repartidos entre los miembros del Estado Mayor; el tráfico
de inmigrantes cubanos y la venta de las visas; la participación de las FFDD en la muerte
de Spadafora. Con un lenguaje poco coherente, por momentos, en el que se mezclaban
experiencias espirituales de reciente adquisición para el ex militar, Díaz Herrera confirmó
lo que era un secreto a voces en Panamá y en los Estados Unidos.

Poco después se creó la Cruzada Civilista que apeló a la desobediencia civil, instigando a la
población al no pago de los impuestos, de la luz, del agua, del teléfono y a abstenerse de
comprar lotería. El gobierno reaccionó suspendiendo las garantías individuales y
declarando el estado de emergencia nacional. Poco después, en una abierta intromisión, el
Senado emitió una Resolución en la que declaraba que Panamá debía restaurar las garantías
constitucionales y buscar el repliegue de las FFDD a los cuarteles. La Resolución planteaba
que el país debía regresar a un régimen democrático y le solicitaba a los altos oficiales de
las FFDD que se separaran de sus cargos para ser sometidos a investigación.

Las FFDD respondieron que los Estados Unidos buscaban crear un gran campo de batalla
en América Central y sobre todo desconocer los Tratados Torrijos-Carter. Consideraban
que esta actitud del Senado era netamente intervencionista y la rechazó de plano. Pero esta
postura nacionalista no tenía fundamento, pues para entonces ya se había confirmado que
Noriega era un agente de la CIA. Sea como fuere, el Congreso envió una Comisión
investigadora a Panamá, lo que originó actos de violencia contra las oficinas de la USIS y
la Embajada de los Estados Unidos.

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Entretanto, la oposición no se mantuvo inactiva en Panamá. El 10 de julio de 1987 la
Cruzada Civilista convocó al pueblo panameño a reunirse en la Iglesia del Carmen, donde
fueron emboscados por las fuerzas antimotines llamadas Doberman. La represión fue
brutal, al punto que ese 10 de julio pasó a la historia como “el viernes negro”.

9.5- La crisis se intensifica

Mientras tanto en los Estados Unidos se continuaban reuniendo pruebas en contra de


Noriega para llevarlo a juicio por narcotraficante y otras acusaciones. Asimismo, en
septiembre de 1987, Estados Unidos aplicó sanciones económicas a Panamá y se comenzó
a hablar de la salida del general de Panamá. Aunque las sanciones económicas no
decidieron la suerte de Noriega y éste finalmente se negó a abandonar el país, la justicia
norteamericana si logró su objetivo. En febrero de 1988 los Grandes Jurados Federales de
Miami y Tampa encausaron a Manuel Antonio Noriega acusándolo de tráfico de drogas,
lavado de dinero y pandillerismo.

Siguiendo instrucciones de Washington, el 25 de febrero Delvalle separó a Noriega de su


cargo como Comandante de las FFDD para ser investigado. Pero el Estado Mayor no acató
las órdenes del Presidente y, al día siguiente, una Asamblea Legislativa dominada por
Noriega destituyó a Delvalle y al segundo Vicepresidente Roderick Esquivel, y nombró
Presidente al Ministro de Educación Manuel Solís Palma.

Pero las consecuencias no se redujeron tan sólo al cambio de Presidente sino que tuvo
hondas repercusiones económicas cuando se produjo la retención del capital del Banco
Nacional en los Estados Unidos. Como esta entidad abastecía al mercado bancario, todos
los Bancos de Panamá cerraron sus puertas por la falta de flujo y el sistema financiero se
tambaleó.

El 16 de marzo de 1988, en medio de este caos político, social y económico se llevó a cabo
un intento de golpe de cuartel contra Noriega. Los cabecillas fueron Leonidas Macías y
Bernardo Barrera, pero el golpe se frustró y los implicados fueron encarcelados. El Consejo
de Gabinete declaró el estado de urgencia nacional y declaró que existía una real situación
de guerra no declarada.

Pese a esta situación de deterioro, aún el Departamento de Estado intentó llegar a un arreglo
con Noriega. El mismo requería que Noriega accediera a retirarse del poder antes de las
elecciones de 1989, con el fin de asegurar unas elecciones limpias y puras que condujeran a
la democratización de Panamá. Después de dos meses de negociaciones, y del fallido Plan
Blandón, el dictador expresó que no saldría al exilio.

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Para entonces, el gobierno norteamericano reconocía como Presidente constitucional de
Panamá a Eric Arturo Delvalle, a quien protegía. Como Presidente fantasma entre la Zona
del Canal y Washington, Delvalle disponía de 375 millones de dólares que Ronald Reagan
le retenía a Panamá en concepto de pagos por el Canal, impuestos de compañías
estadounidenses y otros. Por esta época, también se comenzaron a organizar los Batallones
de la Dignidad para defender a la patria de la agresión extranjera y que fueron adiestrados
por el siniestro asesor israelí Mike Harari.

9.6- Las elecciones de 1989

Con este trasfondo se realizaron las elecciones presidenciales el 7 de mayo de 1989. La


Alianza de Oposición Civilista ADOC, postuló al arnulfista Guillermo Endara como
Presidente y a Ricardo Arias Calderón y Guillermo Ford como vicepresidentes. El PRD
bajo la sigla COLINA, Coalición de Liberación Nacional, postuló a Carlos Duque para
Presidente y al cuñado de Noriega Ramón Sieiro y Aquilino Boyd como vicepresidentes.

Después de un torneo teñido de dramatismo, el día 10, el Tribunal Electoral declaró nulas
las elecciones y la ADOC fue a una gran marcha nacional. En el transcurso de la misma las
fuerzas de la oposición fueron atacadas brutalmente por los batalloneros. El candidato
presidencial recibió un fuerte golpe en la cabeza y Guillermo Ford también fue
terriblemente atacado, en tanto que uno de los guardaespaldas fue asesinado.

Las relaciones con Washington se hicieron aún más tensas. El Comando Sur aumentó el
número de efectivos en nuestro país, e intensificó las maniobras militares. Es más, la
intervención de la OEA como mediadora, entre ambas partes, terminó en un rotundo
fracaso. Los Embajadores viajaron a Panamá para alcanzar algún tipo de solución
negociada, pero regresaron con las manos vacías.

El 31 de agosto, al finalizar el período presidencial de Ardito Barletta, el Consejo General


de Estado designó para reemplazar a Solís Palma, al ex Contralor General Francisco
Rodríguez como Presidente Provisional y a Carlos Ozores Typaldos como vicepresidente.
A partir del 1 de septiembre se restauró la Asamblea de Representantes de Corregimientos
en lugar de la Asamblea Legislativa. Lo cierto es que muy pocas naciones reconocieron a
este nuevo gobierno que no era más que una máscara de la dictadura militar.

Dos meses después, en octubre, Moisés Giroldi uno de los oficiales más cercanos a
Noriega, intentó darle un golpe de Estado que fracasó por la indecisión de los alzados y por
la falta de compromiso del Comando Sur. Los implicados fueron ejecutados por órdenes de
Noriega. A partir de entonces, las críticas recibidas por el gobierno de George Bush por
desaprovechar esta oportunidad para deshacerse de Noriega, llevaron al Presidente y a sus
consejeros a aumentar las provocaciones con el fin de justificar una invasión armada a
Panamá.

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Pocos días antes de la invasión, el 15 de diciembre, la Asamblea Nacional de
Representantes declaró que el país se encontraba en estado de guerra y nombró al General
Noriega como Jefe de Gobierno, mientras durara esta delicada situación. Los días 17 y 18
se produjeron incidentes entre las fuerzas norteamericanas y las panameñas y un teniente
del Ejército de los Estados Unidos resultó muerto. Otro oficial y su esposa fueron detenidos
y maltratados. Esto era todo lo que Bush necesitaba para dar la orden de invadir.

9.7- Estados Unidos invade Panamá Crónica de una invasión anunciada

Después de la muerte del Teniente Roberto Paz del Ejército de los Estados Unidos y de las
agresiones perpetradas por miembros de las Fuerzas de Defensa al Teniente de la Marina, el
General Thurman puso sus 13.000 hombres en “Alerta Delta”. Entretanto, el gobierno de
Bush decidió ejecutar el plan “Cuchara Azul”, que comprendía “ocuparse de Noriega” y
eliminar a las Fuerzas de Defensa. Este plan había sido concebido para garantizar una
victoria espectacular contra las fuerzas de Noriega habida cuenta que estaba previsto que
24.000 soldados norteamericanos invadieran Panamá.

Para entonces las Fuerzas de Defensa poseían 16.000 efectivos, de los cuales apenas 3.000
estaban entrenados para el combate. El plan contemplaba además, la utilización de los
nuevos caza-bombarderos F 117 A Stalth de la Fuerza Aérea, cuya misión consistía en
descargar bombas de 1900 Kg. en torno a los cuarteles para sembrar el pánico y desorientar
a los militares panameños.

Poco después de la medianoche del 20 de diciembre de 1989 se inició una cruenta invasión
a Panamá que recibió la denominación de “Operación Causa Justa” en la que terminaron
participando 26.000 soldados, que emplearon armas, técnicas y equipos de guerra
sumamente sofisticados. El ataque como estaba previsto se concentró en los principales
cuarteles de las ciudades de Panamá y Colón, así como en los aeropuertos. Prácticamente el
barrio de El Chorrillo fue destruido en gran parte y también hubo choques armados en San
Miguelito. Fueron sobre todo los Batallones de la Dignidad los que, en forma desordenada,
respondieron al ataque norteamericano.

Según fuentes oficiales del Comando Sur en los enfrentamientos murieron 23 soldados
estadounidenses, aunque aún no se sabe con certeza cuántos panameños, entre civiles y
militares, perdieron la vida. Los cálculos más conservadores hablan de varios cientos. A
ello hay que sumar los heridos y detenidos en campos de concentración. Pese a este
despliegue de fuerzas Noriega, el principal objetivo de los Estados Unidos, logró
escabullirse y buscó asilo en la Nunciatura Apostólica.

En los días subsiguientes a la intervención y ante la ausencia de fuerzas de policía, se


produjeron en las ciudades de Panamá, Colón y La Chorrera saqueos y destrucción de
bienes públicos y privados, que arrojaron pérdidas por más de 200 millones de dólares.

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Mientras tanto, las tropas norteamericanas fueron espectadores impasibles y no adoptaron
ninguna medida para impedir estos actos vandálicos.

Con el fin de no dejar en acefalía al país, en la medianoche del 20 de diciembre, en la base


militar de Fort Clayton tomaron posesión como Presidente y Vicepresidentes,
respectivamente, Guillermo Endara y Ricardo Arias Calderón y Guillermo Ford. Al día
siguiente, fueron investidos por la Asamblea Legislativa según mandato constitucional.

Como se expresó en el documento “Estatuto de Retorno inmediato a la plenitud del orden


Constitucional” expedido por el nuevo gobierno, la toma de posesión en una base militar
norteamericana “se inspiró única y exclusivamente, con el propósito que, ante el vacío de
poder que habría de surgir como secuela de la mencionada acción militar, el pueblo
panameño no careciera en esta hora crucial, de representantes legítimos que ejercieran
inmediatamente su vocería y defendieran sus intereses con valentía y patriotismo”. Pero no
fue sino hasta el 27 de diciembre, cuando el Tribunal Electoral revocó la anulación de las
elecciones celebradas el 7 de mayo. Recién entonces proclamó el triunfo oficial de la ADO
Civilista.

Manuel Antonio Noriega, por quien el gobierno de Bush ofreció una recompensa de un
millón de dólares, se refugió, como ya señalamos, el 24 de diciembre, en la Nunciatura
Apostólica. Después de intensas negociaciones entre las fuerzas norteamericanas y el
Nuncio Apostólico Monseñor Laboa, el 3 de enero de 1990, Noriega se entregó a las
autoridades estadounidenses. De inmediato, fue trasladado a una prisión de alta seguridad
en Miami a la espera de su juicio y sentencia. Finalmente, fue juzgado y condenado a 40
años de prisión, pena que cumplió en los Estados Unidos.

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