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Werther está construido al modo de la novela epistolar y en su inicio se percibe ciertos rasgos

de la novela pastoril, es decir, que se reflexiona sobre la naturaleza, pero lo notable es que
aquí se empieza a hablar de la vida urbana y de la humanidad como algo mundano: “Si me
preguntas cómo son las personas de este país, diré que iguales a todas. ¡El género humano es
una cosa tan monótona!” (17 de mayo). En la siguiente carta (22 de mayo) se aborda el tópico
medieval de la vida como sueño (en la tradición castellana podemos mencionar a Calderón de
la Barca, pero xxx).

Se describe a dos niños pequeños que son dibujados, se produce una reflexión sobre la pintura
y la poesía, hay que reconocer lo bello y luego expresarlo; luego habrá un baile que es
acechado por el mal clima. Carlota, una de las chicas es lectora de novelas y apunta sus
preferencias como que “El autor que prefiero es aquel que me pone en contacto con los de mi
clase y sabe animar todo lo que me rodea; aquel cuyas historias son tan caras a mi corazón
como a mi vida interior, que sin ser un paraíso, es para mí un manantial de inexpresable
felicidad.” (16 de junio). Hay una defensa de la niñez cuando encuentran a Werther jugando
con unos niños y el médico tiene una mirada reprobadora, frente a esto Werther alega que los
niños tienen temple y pureza.

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