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Para Sacha

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1. Antoine Watteau, El paso en falso, 1717.

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Tzvetan
Todorov

La
pintura
de la
Ilustración
De Watteau a Goya
Traducción de Noemí Sobregués

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I Aproximaciones 10 VI Hogarth 110
El marco 12 Orígenes y religión 112
El espíritu de la Ilustración 14 Consciencia política 115
La gran división 18 En la escuela del teatro 118
Pintura y literatura 122
La verdad sin maquillaje 124
II Watteau 22 Moderno, moral y estético 133
Inicios 24
Comediantes y papeles 26 VII Los márgenes
Los artistas salen de la escena 31 de la mente 136
Los juegos del amor y del azar 33 Fantasmagorías, sueños y locura 138
Fiestas galantes 37 Mujeres desnudas 143
Pensamiento de Watteau 42 Máscaras y disfraces 154

III Los géneros VIII Goya 160


La entrada en la Ilustración 162
inferiores 46
La ruptura 168
Retratos 48 Los estragos de la guerra 174
Paisajes 58 Elogios, sátiras y exorcismos 179
Naturalezas muertas 64 Goya y los pintores de la Ilustración 183

IV Magnasco 70 IX La pintura
Formación 72 de la Ilustración 186
Al margen 75
La transgresión de las normas 79
En comunicación con el más allá 82
anexos 192
Notas 194
Magnasco y la Ilustración 86
Lista de las ilustraciones 198
Índice de nombres 204
V Los márgenes Bibliografía selecta 210
de la sociedad 90
Autonomía de los niños 92
Dignidad de los pobres 100
Los extranjeros lejanos 105

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2. Louis Le Nain, La fragua, c. 1633.

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I

Aproxima-
ciones

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el
marco no tiene una existencia previa al cuadro en forma verbal, de
ilS. 3,

modo que la labor del cuadro sea traducirlo en imágenes. El


pensamiento de los pintores del que hablo surge de sus cua-
dros y, en la gran mayoría de los casos, no aflora a la cons-
ciencia de sus autores ni antes ni después de su acto de crea-
ción. Los espectadores, críticos e historiadores, ávidos de
La pintura siempre mantiene una estrecha comuni- sentido, intentan hacer inteligible lo que ven sus ojos, y lo
cación con el pensamiento de su tiempo. A este respecto, hacen interpretando la elección del tema, la manera de re-
comparte la misma suerte que las demás actividades vincula- presentar y la relación del cuadro con el contexto pictórico y
das a las representaciones colectivas, en especial la literatura social de su tiempo. Al hacerlo, corren ciertos riesgos. El cua-
y el teatro. Esta comunicación es un movimiento de doble dro es como una frase cuyo sujeto conocemos, pero cuyo
sentido. Por una parte, los pintores, como todos los demás predicado no está formulado ni puede estarlo. Las imágenes
miembros de la sociedad, nacen, crecen y actúan en el seno no tienen significado. Como el oráculo de Delfos, se limitan
de una cultura cuyos conocimientos, ideas y valores absor- a sugerir. En las páginas siguientes intento evocar el espíritu
ben, y que influyen en sus actividades, en especial cuando de esta pintura e indicar el horizonte al que se dirige, pero
son de naturaleza intelectual y artística. Por otra parte, al no es mi intención formular el sentido último de una u otra
margen de lo que reciben está lo que ofrecen. No se limitan obra.
a sufrir la acción de la sociedad en la que viven, sino que a su La época que voy a abordar no es una parte cual-
vez estos pintores –‍sobre todo los más audaces‍–‍ desvían ese quiera del pasado, sino que supone uno de los episodios bi-
legado, lo reorientan y lo alteran radicalmente, lo cual trans- sagra de la historia europea. El periodo de la Ilustración, y
forma el pensamiento de su tiempo. Por esta razón es legíti- en general el siglo xviii, es un momento de cambio radical
mo incluir la creación pictórica en la historia no sólo del entre el mundo antiguo y el mundo moderno, y en él los
arte, sino también del pensamiento, estudiar no sólo el estilo pequeños cambios acumulados desde hace mucho tiempo
artístico, por ejemplo el rococó, sino también la orientación culminan en un cambio de mentalidad, en el momento en
del pensamiento que el cuadro pone de manifiesto, y por lo que se decide nuestra identidad actual. Tanto si somos parti-
tanto, siguiendo el título de una obra ya antigua, llevar a darios de la Ilustración como si somos adversarios, todos he-
cabo una historia del arte como historia del espíritu. Max Dvo- mos surgido de esos cambios. Entenderlos mejor es vital para
rak escribía hace un siglo: «El arte no sólo consiste en la evo- nosotros y podría permitir construir mejor nuestro mundo
lución de tareas formales y la resolución de los problemas actual.
que éstas plantean. Siempre es también, y en primer lugar, la La producción pictórica siempre ha sido muy varia-
expresión de las ideas que rigen la humanidad. Su historia, da y ha ilustrado diversas opciones estéticas e ideológicas, de
no menos que la de la religión, la filosofía y la poesía, es una manera creciente en los últimos siglos. Con más razón si,
parte de la historia general del espíritu».1 El objeto del pre- como será nuestro caso, la observamos en varios países. Por
sente libro será, como indica su título, la pintura de la Ilus- lo tanto, de entre todas las obras legadas por este siglo, he
tración: la pintura en la Ilustración, y la Ilustración en la decidido seleccionar un grupo que está en consonancia con
pintura. lo que llamo «el espíritu de la Ilustración». Las obras selec-
Es preciso advertir de entrada una primera objeción cionadas poseen las siguientes características:
que plantea hace ya tiempo Eugène Delacroix. Al principio 1) Su objeto no son los superhombres, sino los hombres.
de su carrera escribe en su Diario: «Cuando he pintado un Por lo tanto, no forman parte de ese corpus de imágenes que
cuadro bonito, no he escrito un pensamiento. Es lo que di- representan a dioses y diosas, sátiros, ninfas, héroes y santos,
cen. ¡Qué tontos son!».2 El pensamiento que trataremos aquí escenas mitológicas, religiosas y de gala. Lo que vemos es a

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seres humanos similares a los que nos rodean habitualmente, El espacio en el que se mueven estos personajes
que se dedican a sus actividades cotidianas y se mueven por se naturaliza y se sitúa en el mundo que conocemos. La pin-
el mundo natural. tura de la Ilustración es la de un mundo totalmente humani-
2) Dirigen su atención a todos los hombres. A los zado.
ilS. 3, 4, 6, 7 hombres y a las mujeres, evidentemente, pero también a En los siglos anteriores había ya cuadros que reivin-
los niños y a los ancianos, a los ricos y a los pobres, a los dicaban este mismo espíritu, pero ocupaban una posición
autóctonos y a los extranjeros, de cualquier profesión, in- marginal, aparecían esporádicamente en uno u otro lugar,
cluso a los que se sitúan en los márgenes de la sociedad, mientras que en el siglo xviii los encontramos por todas par-
como los locos, los delincuentes y las prostitutas. tes y, aunque siguen siendo cuantitativamente minoritarios,
3) Y representan la totalidad del hombre. Esto inclu- acaban ocupando una posición fuerte. El presente capítulo
ye sobre todo el amor en todas sus formas, pero también los de introducción está ilustrado únicamente con obras de ar-
actos de crueldad, las alegrías y las violencias, las acciones tistas del siglo xvii para recordar la presencia de este tipo de
nobles y las bajas, las disputas y las reconciliaciones, la religión imágenes en un pasado más lejano, y por lo tanto eventual-
y la política, el teatro e incluso la pintura. mente en la memoria de los pintores.

3. Bartolomé Esteban Murillo,


Niños comiendo uvas y melón, 1650.

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El espíritu
de la
Ilustración

En Francia, el periodo principal de interacción entre


la Ilustración y la pintura se sitúa entre dos fechas: 1715
(muerte de Luis XIV) y 1789. La demarcación está menos
definida en los demás países europeos, aunque la distribución
es similar. Será también el intervalo de tiempo que recorrere-
mos aquí, con sólo algunas incursiones en el pasado y en el
futuro. Este breve siglo xviii estará marcado en Francia por la
Regencia y el largo reinado de Luis XV, un periodo que con-
trasta con el siglo anterior. Se traslada el centro de gravedad de
la vida pública de la corte a la ciudad, de una organización
social basada en principios religiosos a un espacio civil. Un
antiguo historiador de la pintura afirma, de manera quizá hi-
perbólica, que se trata de un momento en el que «la licencia
iba a suceder a la extrema devoción».3 Pero el contraste con el
periodo posrevolucionario también es fuerte.
En este sentido, podemos comparar la corte del si-
glo xviii con otro periodo de transición, un momento de la
historia romana que Flaubert describe así: «Como los dioses
ya no estaban, y Cristo todavía no había llegado, hubo un
momento único, de Cicerón a Marco Aurelio, en el que
el hombre estuvo solo».4 Podríamos parafrasear a Flaubert para
hablar de este otro «momento» más reciente: Como el Dios
cristiano ya no estaba, y los dioses modernos –‍la nación, el
pueblo y el Estado‍–‍ todavía no habían llegado, hubo un raro
momento, de Watteau a Goya, en el que el hombre estuvo
completo, en el que los hombres consiguieron establecer un
frágil equilibrio entre sus diferentes aspiraciones. Se trata
aquí de un espíritu, de un Zeitgeist, no de una filosofía. La
Ilustración no crea un sistema de pensamiento riguroso y
homogéneo, sino una síntesis, y en cuanto «espíritu» se rela-
ciona con los pintores de la época. Sin embargo, podemos 4. José de Ribera, El patizambo, 1642.
enumerar algunas características de este espíritu, lo que per-

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mite oponerlo a otro, el del Antiguo Régimen, ahora clara- abren camino y renuncian a convertir a todos a su propia fe.
mente diferenciado, aunque antes constituía un terreno co- La religión deja de ser la base del orden social y se convierte
mún a todos. en un objeto de curiosidad entre otros. Lo que antes se con-
Ante todo nos enfrentamos a un mundo desencan- sideraba manifestaciones de lo sobrenatural se interpreta ilS. 5, 9
tado, regido por las leyes de la naturaleza, y a instituciones ahora como metáfora del exceso, extravagancia pintoresca o
sociales que son obra exclusiva de los seres humanos. Dios convención literaria. Ya no se quema a las brujas. Se intenta
era el garante de la tradición y del orden inmutable. A conse- educarlas o curarlas.
cuencia de su retirada, los individuos pueden empezar a mo- La búsqueda de la salvación, que se pedía al cielo,
dificar su destino. Así se prepara el paso de una sociedad de queda sustituida por la búsqueda de la felicidad, objetivo
costumbres a una sociedad de deliberación. La religión no que ha pasado a ser legítimo. El placer y el disfrute ya no se
desaparece, ni mucho menos, pero su papel en la sociedad consideran malditos. Ahora el amor ocupa un lugar central y
evoluciona. Por una parte, los individuos la convierten en un se supera la separación de cuerpo y espíritu. Las pasiones son
asunto personal, y por otra, son cada vez más conscientes de legítimas en cuanto expresiones de las leyes naturales. Como
la pluralidad de creencias religiosas, sienten curiosidad por
conocer las de pueblos lejanos, las ideas de tolerancia se
5. David Teniers el Joven, La cocina de las brujas, 1646-1650.

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6. Diego Velázquez, El aguador de Sevilla, 1618.

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decía Louis Dumont, el homo equalis amenaza al homo tarismo posteriores, que reivindicamos hoy. Sin embargo,
hierarchicus, se discuten las divisiones sociales y empiezan a cabe preguntarse si no deberíamos invertir el juicio de valor.
extenderse las ideas de igualdad universal. Esto lleva a tener La Ilustración radical es monista, porque lleva al extremo
en consideración a los más humildes y a preocuparse por uno solo de sus elementos y descarta los demás. En cuanto a
primera vez de las personas marginales, lo que no contradice la Ilustración moderada, está lejos de ser el agua tibia del
la moral cristiana. Se puede desafiar a las autoridades y criti- compromiso, la mezcla ecléctica de partes heterogéneas o el
car las doctrinas. mantenimiento del dualismo tradicional del cuerpo y el es-
Es también la época en la que en Europa avanza rá- píritu. Deberíamos entender el término «moderación» en el
pidamente el conocimiento de sociedades lejanas, aunque sentido que le otorgaba Montesquieu, el de una articulación
sigue siendo una sociedad etnocentrista. Las ideas surgen de entre los diferentes principios que se reivindican, en el que
una pluralidad de culturas, leyes y valores. Al mismo tiempo, cada uno desempeña el papel de freno de los demás, y man-
se deja de reducir el pasado a una serie de ejemplos que ilus- tener los debates, en ocasiones intensos, que recorren el pen-
tran leyes eternas. La querella de los antiguos y los modernos samiento de la Ilustración. Por ejemplo, entre los que defien-
queda definitivamente zanjada en favor de los últimos. Toda den el reino de la razón y los que lo ponen en cuestión, entre
época posee sus propios valores, que no siempre pueden ser los que creen en el progreso y los que renuncian a ver un
calificados de superiores o inferiores. Toda sociedad es en sí sentido en el avance de la historia. Esta pluralidad aboca no
misma plural, está formada por grupos cuyos intereses no a la incoherencia, sino a la complementariedad. De esta for-
necesariamente coinciden en todo. ma tenemos más posibilidades de no eludir las contradic-
El reconocimiento tanto de la diversidad social ciones, a veces irresolubles, de la condición humana. Por su
como de la multiplicidad de direcciones que toma el pensa- parte, artistas, pintores y escritores hacen una aportación
miento favorece la pluralidad interna de las doctrinas de esta indispensable al espíritu de la Ilustración, que también lo
época. En nuestros días, a veces distinguimos en la Ilus- matiza y lo hace más complejo.
tración una corriente moderada y otra radical, la primera
todavía comprometida con el pensamiento del Antiguo Ré-
gimen, y la segunda más cercana al materialismo y el iguali-

7. Jacques Callot, Las miserias y desgracias de la guerra, n° 5, 1633.

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Título de la edición original: La peinture des Lumières
Traducción del francés: Noemí Sobregués Arias

Publicado por:
Galaxia Gutenberg, S.L.
Av. Diagonal, 361, 1.º 1.ª A
08037-Barcelona
info@galaxiagutenberg.com
www.galaxiagutenberg.com
Círculo de Lectores, S.A.
Travessera de Gràcia, 47-49, 08021 Barcelona
www.circulo.es

Primera edición: noviembre 2014

© Tzvetan Todorov, 2014


© de la traducción: Noemí Sobregués, 2014
Créditos de las ilustraciones: © akg-images: 171; Album/Oronoz: 172; Album/Prisma: 169; Erich Lessing: 73; Joseph Martin: 166, 178, 186.
The Art Archive: Bibliothèque des Arts décoratifs, París/Dagli Orti: 121 (detalle); Castle Howard/Eileen Tweedy: 108. © The Art Institute of Chicago/Robert A. Waller
Memorial Fund/Fotografía desconocida: 176. © BPK/Kupfertichkabinett, SMB/Collection Dieter Scharf en memòria de Otto Gerstenberg/Volker-H. Schneider: 139.
Bridgeman: 52, 54, 59, 60, 94, 101, 123, 126, 127, 129, 136, 156, 157, 184; Cortesía de Trustees of Sir John Soane’s Museum: 116, 125; Institute of Arts, Detroit/Founders Society
purchase with Mr. and Mrs. Bert L. Smokler and Mr. and Mrs. Lawrence A. Fleischman funds: 141; Gift of Mrs. Lyndon M. King; 113; National Gallery of Art, Washington: 27;
National Museums, Liverpool: 119; Colección privada/© Lawrence Steigrad Fine Arts, New York: 15; © Trustees of Leeds Castle Foundation, Maidstone, Kent, Inglaterra: 159;
© Upton House, Warwickshire, Inglaterra/The Bearstead Collection National Trust Photographic Library/Angelo Hornak: 131. Colección privada, Florencia: 20. Colección privada,
Viena: 88. Colección Oskar Reinhart, « Am Römerholz », Winterthur: 61. Corbis: © The Gallery Collection: 32; © North Carolina Museum of Art, Raleigh: 77.
© English Heritage/The Iveagh Bequest, Kenwood House, Londres: 98. © The Fine Arts Museums of San Francisco, bequest of Grace Hamilton Kelham, 1 978.2.13:53. Iris & B. Gerald
Cantor Center for Visual Arts en la Stanford University/Gift of Mortimer C. Leventritt: 158. The J. Paul Getty Museum, Los Angeles: 147. Leemage: 65, 97, 106, 107, 164;
© Aisa: 16, 90, 163, 175, 181, 182; © Electa: 21, 49, 81; © Heritage Images: 114; © Photo Josse: 80, 93, 151; © Raffael: 103; © Selva: 150; © Ravenna: 64. © Musée d’Art et d’Histoire, Ginebra,
Gabinete de artes gráficas, inv. n° 1925-5/Photo Bettina Jacot-Descombes: 46, 67. © Musée de l’Ermitage, Saint-Pétersbourg: Vladimir Terebenin, Leonard Kheifets,
Yuri Molodkovets: 25; Foto de Natalia Antonova, Inna Regentova: 149. © Musei di Strada Nuova, Palazzo Bianco, Gênes/Foto de Luigino Visconti: 76. © Museo di Castelvecchio,
Direzione Musei d’Arte Monumenti di Verona, inv. 1 749-1B0223: 62. © Museo G. Luxoro, Gênes/Photo Luigino Visconti: 78. Nationalmuseum, Estocolmo, 2009/© Erik Cornelius: 34.
National Gallery of Scotland, Edimburgo: 35 (detalle), 128. © National Portrait Gallery, Londres: 120. © The Norton Simon Foundation, Pasadena: 83, 146. Photo 12/Oronoz: 177.
© RMN-Grand Palais: © Alinari: 153; © BPK, Berlín, Dist. RMN-Grand Palais: 13, 19, 28; © BPK, Berlin, Dist. RMN-Grand Palais/© Jörg P. Anders: 40; Musée du Louvre: 29;
© Franck Raux: 6, 10; © Stéphane Maréchalle: 14, 22, 36, 39; © Jean-Gilles Berizzi: 44; © Martine Beck-Coppola: 48; © René-Gabriel Ojéda: 57, 104; © Thierry Ollivier: 68;
© The Metropolitan Museum of Art, Dist. RMN-Grand Palais/Image of the MMA: 160, 165; © The National Gallery, Londres, Dist. RMN-Grand Palais numérique: 66; © Tate: 130;
© París, Musée de l’Armée, Dist. RMN-Grand Palais: 17, 70 (detalle); © National Gallery of London, Dist. RMN-Grand Palais: 110. © Photo Scala, Florencia; 63, 102;
© Cameraphoto: 155; Cortesía de Ministero Beni e Att. Culturali: 50. Staatliche Kunsthalle, Karlsruhe 2 012/A. Fischer/H. Kohler: 144. © Su concessione del Ministero
per i Beni e le Attività Culturali, Soprintendenza per i Beni A., P., St. A. E. di Arezzo/Photo Alessandro Benci: 84. © tretterfotografie@t-online.de: 55. © Ufficio Beni Culturali,
Bologne/Ritiro San Pellegrino, Bologne: 85. © Niza/Foto de Muriel Anssens: 56. Iconografía reunida por Marie-Anne Méhay y Karine Benzaquin Laidain.

© Galaxia Gutenberg, S.L., 2014


© para la edición club, Círculo de Lectores, S.A., 2014

Preimpresión: Maria Garcia


Depósito legal: B. 7781-2014
ISBN Galaxia Gutenberg: 978-84-16072-48-4
ISBN Círculo de Lectores: 978-84-672-6079-3

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