Sunteți pe pagina 1din 23

ARGENTINA EN LA ENCRUCIJADA: AVANCE

NEOLIBERAL O SEGUNDA OLA NACIONAL POPULAR

Apuntes sobre la situación nacional


CEFIPES·MARTES, 20 DE FEBRERO DE 2018

Por Gabriel Esteban Merino

Introducción: resultado electoral y hegemonía

Los resultados de las elecciones legislativas de 2017 significaron un avance de la Alianza


Cambiemos (PRO-UCR-Coalición Cívica/ARI) en el poder político institucional y en el
terreno de la legitimidad. Ello le permitió revertir en buena medida una sus debilidades
mayores al asumir en diciembre de 2015 el gobierno nacional: estar en amplia minoría
legislativa, lo que obliga a negociaciones-concesiones a otras fuerzas políticas y, por lo tanto,
a un mayor costo de transacción programática y de recursos.

La Alianza cambiemos avanzó electoralmente a pesar de la mala situación económico-social.


El PBI per cápita bajó en dos años el 1,4% y en términos de ingresos la diferencia entre el
10% más pobre y el 10% más rico se amplió de 16 a 20. Este aumento de la desigualdad,
también se verifica en el índice de Gini que pasó de 0,41 a 0,428.[i] Es decir, la torta a
repartir por persona es más chica y, además, el porcentaje para las mayorías populares es
menor. A su vez, el nivel de actividad industrial todavía es menor al de 2015 en 2,7% y la
cantidad de trabajadores industriales en manufacturas disminuyó en 135.702 entre diciembre
de 2015 y septiembre 2017.Los empleos generados son de peor calidad, predominando los
monotributistas (40,65% del empleo creado) y no mostró un crecimiento el empleo privado
registrado (supuesto objetivo del gobierno)[ii]. Por su parte, la deuda tomada llegó a los
80.000 millones de dólares en dos años, batiendo récords en un nuevo inicio de ciclo de
hiperendeudamiento para pagar déficit, sostener las transferencias de riquezas al capital
concentrado y a grandes terratenientes y garantizar la consecuente fuga de capitales que sólo
en 2017 llegó a los 22.148 millones de dólares[iii]. Por último, la inflación acumulada en dos
años fue de 78,5%, índice que aumenta para las clases populares cuya canasta de bienes y
servicios aumentó más que el promedio.
El avance de la Alianza Cambiemos en el gobierno implica un fortalecimiento del Bloque
“Financiero Neoliberal” en el Estado. Una fortaleza material y simbólica (legitimidad) para
avanzar en su programa y, en términos estratégicos, intentar resolver a su favor la crisis de
hegemonía que se abre en 1999 y estalla en 2001. Desde dicho año, la fortaleza de los
principales actores del bloque Financiero Neoliberal en el plano económico se ve
condicionada por el avance de otras fuerzas que se fortalecen en el plano político y en el
plano ideológico. Además, ello se refuerza por la fractura política al interior de dicho bloque,
porque desde el Estado ya no logra articularse.

En esta transición histórica nacional, pero también latinoamericana y mundial, que se


manifiesta con total claridad a partir de 1999, las fuerzas nacionales-populares pretendieron
resolver dicha crisis de hegemonía desde otro proyecto político-estratégico (aunque no
necesariamente hubo un solo proyecto) y, dominantemente, a través de la emergencia de la
identidad kirchnerista. En 2011 aparecieron las condiciones para avanzar en dicho sentido,
pero en el punto de máxima acumulación de poder por parte de las fuerzas nacionales-
populares, articuladas mayoritariamente aunque no totalmente como “kirchnerismo”,
comienzan a ponerse de manifiesto un conjunto de contradicciones, tensiones y límites,
señalando el inevitable declive.[iv] No es casualidad que a partir de allí, el Frente para la
Victoria o identidades afines, hayan tenido malos resultados electorales: 2013, 2015 y 2017.

En esta coyuntura, el Bloque Financiero Neoliberal –así llamamos resumidamente a la


articulación política-social en el poder del Estado tanto por su composición, su cosmovisión,
por el grupo dominante al interior y por los rasgos principales del modelo de acumulación
que impulsan— obtuvo fortaleza para acelerar el llamado “gradualismo”, que no es más que
la aceptación por parte del gobierno de que no cuenta con la relación de fuerzas para imponer
a fondo su programa y que puede avanzar a medida que va rompiendo resistencias. Ello se
plasmó en tres leyes claves: impositiva, laboral y previsional.

La resistencia popular que desató especialmente la reforma previsional horadó rápidamente


parte de la legitimidad obtenida en las elecciones por la Alianza Cambiemos. Además,
generó que un conjunto de resistencias de índole dominantemente gremial-sectorial-social
produzcan un salto cualitativo hacia la lucha político-gremial. Aunque las jornadas de
diciembre no hayan contado con una masiva movilización de la CGT y de otros sectores, la
mayor parte de estas organizaciones públicamente rechazaron la reforma, legitimando la
protesta. Incluso, este proceso se tradujo en una unidad política coyuntural de la oposición
parlamentaria, cuya foto reflejaba a los distintos sectores en que se ha fragmentando el
“kirchnerismo” desde 2012. Por ello, la marcha convocada para el 22 de febrero puede
significar un nuevo capítulo en este proceso de rearticulación político gremial de las fuerzas
nacionales populares. Donde el núcleo de la lucha “de calles” vuelve a ser, como durante la
etapa neoliberal de 1991-2001, la fracción de la CGT históricamente vinculada el MTA, la(s)
CTA y el movimiento estudiantil, y las organizaciones sociales de trabajadores desocupados
y/o de la economía popular en dónde hoy se destaca la CTEP. A ello debería sumarse, de
forma oscilante, organizaciones de pequeña empresa y cooperativas urbanas y rurales
crecientemente afectadas por las políticas de gobierno.

La situación es que el Bloque Financiero Neoliberal no logra tampoco resolver la crisis de


hegemonía a su favor como en 1991, aunque sea la fuerza dominante en el Estado y logre
mantener la iniciativa. Su apelación a la represión y a la “nueva” doctrina de seguridad tiene
relación con este aspecto crucial: la dificultad para vencer las múltiples resistencias populares
a su agenda programática (que amenaza con dar un salto cualitativo de rearticulación de la
fuerza político-social nacional popular) y la necesidad represiva que ello suscita en sectores
que tradicionalmente impusieron su programa a sangre, fuego y genocidios. Ello indica la
imposibilidad de consenso, de cierre hegemónico. Desnuda la naturaleza del dominio
político, cuya disimulación ya resulta harto contradictoria con un gobierno del gran Capital
concentrado atendido por sus propios gerentes, ya casi sin mediaciones políticas.

En esta transición histórica y crisis del Orden Mundial, donde todo es descomposición y
reconfiguración, la definición del sentido del devenir se encuentra abierta, en plena disputa.

Por qué retrocedieron las fuerzas nacional-populares desde 2012

1) En primer lugar porque se hizo presente el clásico cuello de botella a nivel económico de
los proyectos distributivos. Con una estructura económica desequilibrada (sector primario de
gran productividad y sector industrial de baja productividad), profundamente extranjerizada y
concentrada, y primarizada a pesar de ciertas políticas re-industrializantes, aparecen los
clásicos problemas: la restricción externa (que se expresa como faltante de divisas); las
crecientes pujas distributivas (que se traducen en inflación); los problemas de inversión (falta
el “actor” dinamizante de la misma); los grandes problemas para la mitad de los trabajadores
que se encuentran en negro (33% en el mejor momento), sobreviviendo con planes sociales,
desocupados y subocupados (6% y 6% respectivamente en el mejor momento); una pobreza
estructural (20%) que se desarrolla entre 1976-2001 difícil de revertir sin profundos cambios
estructurales, cuya temporalidad es el largo plazo.

Los problemas económicos y la imposibilidad de cumplir año a año con la promesa de un


mayor consumo entra en contradicción con una matriz ideológica cultural con un fuerte
componente consumista, propia del capitalismo financiero global actual (también
denominado “capitalismo salvaje”). Dicho componente consumista y en gran medida la
propia matriz ideológica del capitalismo salvaje, no fue sustituida por otra matriz, lo que se
traduce en otro “cuello de botella” fundamental.

2) A nivel regional no se consolidó un bloque de poder tendiente a un Estado continental.


Sólo a partir de allí es posible obtener la masa de poder suficiente en el escenario
internacional actual para conquistar la justicia social, la soberanía política y la independencia
económica. Sólo a partir de allí, desde la concepción del Estado Continental de la Patria
Grande, es posible avanzar en los 6 ejes críticos que se disputan globalmente para construir
mayores niveles de autonomía relativa y romper con el problema de la dependencia:
desarrollo de un complejo científico-tecnológico, acceso y disponibilidad soberana de los
recursos naturales, desarrollo del complejo industrial-militar, autonomía financiera y
monetaria, desarrollo de un sistema de medios de comunicación regional, matriz ideológico-
cultural autónoma.

Esta debilidad regional se pone en evidencia con la ofensiva que comienzan las plutocracias
occidentales (con sus contradicciones) a partir de 2011 para disciplinar a los poderes
emergentes, configurando un enfrentamiento entre las fuerzas unipolares –con conducción
del globalismo con núcleo en EEUU y el Reino Unido— y las fuerzas multipolares –con toda
su heterogeneidad y matices, y con los contradictorios y disputados BRICS como
protagonistas. El bloque regional latinoamericano, bajo el paradigma del regionalismo
autónomo, siente dicha embestida cristalizada en la constitución de la Alianza Pacífico
(2011-2012) entre otras cuestiones. Allí comienza su retroceso. En esta transición histórica,
con todos los bloques acumulando poder exacerbadamente y disputando cada territorio, se
profundiza o se retrocede. Y en general, salvo excepciones, las conducciones políticas y
militancias de las fuerzas anti-neoliberales nunca tuvieron consciencia real y práctica de ello
a nivel regional. No hubo real conciencia de lo más básico y elemental para pensar cualquier
proyecto nacional popular en la región, más en la escala del poder actual: la necesidad de una
estatalidad continental Latinoamericana (a veces dicha cuestión no va más allá de una idea
romántica de Latinoamericanismo…).

3) A ello se le agrega un proceso de desarticulación de la fuerza político-social a nivel


nacional, que superficialmente aparece como un problema de conducción:

A) Se exacerban las contradicciones secundarias y varias tensiones devienen antagónicas, en


lugar de resolver las contradicciones en el amplio y heterogéneo campo popular bajo la
fórmula expresada por García Linera de las Tensiones Creativas, en donde las mismas sirven
para profundizar un proyecto transformador. La muerte de Néstor Kirchner que, en el
esquema de conducción con Cristina hacía el rol de articulador de la fuerza político-social,
contribuye a que ello se profundice.

Este problema se agudiza, además, en un escenario de frazada “corta”, con restricción


externa y menor crecimiento, que exacerba una creciente puja distributiva y política entre el
sector empresarial del “modelo” comandado por la Unión Industrial Argentina y los
trabajadores representados por la CGT-CTA. Dicha puja se ve claramente en la Ley de
Participación de los Trabajadores en las Ganancias Empresarias, la Ley de ART, las
paritarias, la definición de la conducción de la CGT, etc. Lo que resulta paradójico es que si
el ala neodesarrollista y las demandas de la UIA se imponen a partir de 2011-2012, es este
sector un componente principal del “massismo” en las elecciones de 2013 que fractura al
FPV en la provincia de Buenos Aires. Y también paradójico resulta el accionar de la buena
parte de la CGT que en las tensiones con el gobierno se posiciona en el ala popular-
profundizadora pero que luego políticamente termina en distintos esquemas electorales
conservadores. En realidad lo que sucede es que al desarticularse la fuerza político-social
ningún sector por separado puede avanzar, por el contrario, sólo hay condiciones para
retroceder.

B) Se pone de manifiesto una ausencia de programa político estratégico para resolver los
problemas, cuellos de botella y límites evidentes. Programa que no puede ser mero producto
de la imaginación de una persona o un grupo de personas (“la conducción”) sino que emerge
como ideas-fuerza que cohesionan y dan sentido al movimiento y se sistematizan y
operacionalizan en la conducción. Del obvio fracaso de la consigna neodesarrollista “sintonía
fina” que se impone en 2012 y 2013, con la cual se asume que en términos estratégicos el
“modelo” era el correcto (y no de transición, un mero equilibrio producto de las relaciones de
fuerzas existentes, por cuya naturaleza era incapaz de resolver los problemas que se
vislumbraban), se retoma la consigna “profundización” pero sin un claro contenido y con una
cosmovisión dominada por el “progresismo” de sectores medios sobre otras líneas del campo
nacional y popular (que hace hincapié en un conjunto de importantes avances de derechos
civiles pero deja de lado en la agenda cuestiones fundamentales como el sistema financiero,
el comercio exterior, etc.). La última política contundente en tal sentido fue la estatización
parcial de YPF a principios de 2012, paradójicamente en plena “sintonía fina” pero ante una
impactante restricción energética que torpedeaba las cuentas externas y una perspectiva de
vaciamiento y caída en picada de la producción de la principal petrolera estatal.

C) A partir de 2011-2012 avanza en el seno de las fuerzas “nacionales-populares” (en su


sentido amplio) una concepción de la organización que aquí llamaremos de “Orga” y con
contenidos liberales por sobre la concepción “movimientista”, de la tradición nacional
popular. Bajo esta concepción, una organización particular (orga) lucha para aparecer por
encima de las otras, como organización principal, como vanguardia del movimiento, como
expresión directa del líder, y a partir de allí se desarrollar círculos concéntricos de
conducción.

Ello produce una crisis de representación en el movimiento nacional-popular, una profunda


exacerbación de las tensiones que devienen antagónicas y un límite muy estrecho para el
desarrollo de la fuerza político-social. No se produce un proceso de síntesis de los diferentes
referentes de frentes y organizaciones, un pasaje de movimiento a frente, sino que por el
contrario, el movimiento se fragmenta al intentar subsumirlo en un elemento particular.

Con ello, vuelve a cobrar peso la estructura burocrática de jefaturas por sobre la estructura de
liderazgos; se priorizan las formas instrumentales del poder (dinero, cargos, etc.) con que la
organización construye, desde el aparato estatal, la subordinación de otras organizaciones y
se desarrolla a si misma, por sobre la construcción material y moral de la fuerza: desarrollo y
formación de cuadros insertos en territorios sociales. Además, como en este tipo de
estructura organizativa vale más la “obediencia” (diferente a la organicidad) que la
construcción-formación para ocupar posiciones de mando, los cuadros poseen cada vez
menores cualidades, no están insertos en territorios y dejan de ser articuladores de demandas
y de tensiones para ser poleas de transmisión vertical y unidireccional del sistema de
jefaturas.

D) Se inicia un creciente proceso de desarticulación de los grandes lineamientos en que


podemos caracterizar a las fuerzas nacionales-populares: el progresismo popular (con un
fuerte legado socialdemócrata y gran presencia en sectores medios), el nacional
neodesarrollismo (con base en sectores pymes), la izquierda latinoamericanista y el
peronismo (mayoritario y con importantes líneas internas, donde por momentos aparece
como todas las formas anteriores y más allá).[v] En las elecciones de provincia de Buenos
Aires de 2017 ello es claro, apareciendo estos lineamientos que mayoritariamente formaban
el kirchnerismo hasta 2011, en distintas proporciones en tres candidaturas: Cristina
Fernández de Kirchner, Florencio Randazzo y Sergio Massa.

Esta situación de desarticulación, que en gran medida brota de la invisibilización de las


causas del retroceso desde 2011-2012, impide a las fuerzas nacionales-populares expresar en
la política a las luchas gremiales-sociales que se vienen dando contra las políticas de “ajuste”
del gobierno.

Así, el escenario electoral en 2017 continuó siendo propicio para la Alianza Cambiemos, a
pesar de la situación económico-social que describíamos con anterioridad: las fuerzas
nacionales populares desarticuladas, sin iniciativa ni programa estratégico, muchos sectores
jugando de forma subordinada al gobierno para negociar aspectos particulares y con la
candidatura de una Cristina aislada (a pesar de su liderazgo y gran caudal electoral) que
sirvió al gobierno para construir, desde un enorme poder de fuego mediático, la antinomia
Kirchnerismo vs Antikirchnerismo, desplazando el eje ordenador de la elección sobre dicha
antinomia y no en las políticas actuales del gobierno y sus resultados en dos años de
instrumentación.

Qué es el bloque financiero neoliberal y por qué avanza

Ni bien triunfa la Alianza Cambiemos identificamos que el “Bloque Financiero Neoliberal”


(BFN) pasaba a controlar el poder político.[vi] Llamamos BFN a la articulación política-
social que se produce entre las fuerzas político-sociales constituidas principalmente por las
fracciones de clase y los grupos que dominan la economía argentina (cuyo núcleo son 50
grupos) y las elites que los circundan, quienes ejercen una gran influencia en el campo
ideológico-cultural (a través de medios de comunicación, universidades privadas y think tank
locales y transnacionales). También poseen una fuerte presencia en las estructuras jurídicas
del país por su capacidad en la formación de cuadros y su influencia en las estructuras
institucionales del ejercicio permanente de la dominación.

La fuerza dominante dentro del BFN es la transnacional de origen norteamericano e inglés


(angloamericana) y ello no sólo en el programa dominante del gobierno, su cosmovisión y
alineamiento geoestratégico, sino directamente en el control de los principales lugares del
poder ejecutivo. Los CEOs de las redes financieras del HSBC (británico), JP Morgan
(norteamericano), así como de las empresas productivas pertenecientes estas redes
financieras como la Shell (británica-holandesa), Farmacity (fondo Pegasus) o Pampa Energía
(Tavistock Group de Joe Lewis), se desempeñan en el Ministerio de Producción, el
Ministerio de Finanzas, el Ministerio de Energía, la Jefatura de gabinete, etc. La alianza con
la oligarquía local también se expresa en forma directa con la presencia del expresidente de
la Sociedad Rural Argentina en el Ministerio de Agroindustria.

Y así podríamos continuar. Sin embargo, lo central es entender que este no es exactamente
un gobierno de CEOs, sino de las fuerzas político-sociales construidas por el gran capital
concentrado y los cuadros, think tank, universidades y ONGs afines. Es decir, es un gobierno
del capital concentrado y las tradicionales elites conservadoras, es el gobierno del núcleo de
50 grupos que controlan la economía Argentina, cuya fracción dominante es el capital
financiero transnacional. De hecho, resulta llamativo, aunque en realidad forme parte de una
tendencia global, especialmente en Occidente con crecientes procesos de plutocratización,
que el capital concentrado en su forma dominante (financiera transnacional, que contiene-
subordina en su interior las demás formas de capital) ejerza el poder a través de sus propios
gerentes.

Es decir, los gerentes de los negocios privados pasan a ser gerentes de los negocios públicos,
convirtiendo más que nunca al gobierno del Estado en la junta que administra los negocios
del gran capital. Existe un proceso de crisis que dinamita el sistema de mediaciones políticas
y queda completamente al descubierto el dominio del gran capital.

Bajo el gobierno del Bloque Financiero Neoliberal (BFN), el aumento sideral de los servicios
públicos, la baja de las retenciones a las exportaciones del agro y su eliminación en el caso de
las mineras, la baja del salario real, la desregulación de la tasa de interés cobrada por los
bancos, la elevación de la tasa de interés, la baja en los aranceles a la importación de
productos y la eliminación de protecciones no arancelarias, vuelve a constituir una profunda
modificación de los precios relativos de la economía a favor de los 50 actores económicos
que dominan nuestra estructura económica y en detrimento de los sectores productores de
bienes para el mercado interno y de los trabajadores.

El cambio de precios relativos es para consolidar un modelo de acumulación financiero


primario exportador, de bajo valor agregado y con salarios baratos, para competir como país
periférico en la producción de excedente a apropiarse por las redes financieras globales.

Para ello se aplica de forma sistemática, aunque con resistencias, el clásico recetario de
políticas económicas del capital financiero transnacional. Este se compone de nueve políticas
principales, conocidas como el programa neoliberal:

1- Administración de la emisión monetaria y aumento de la tasa de interés en beneficio de los


actores financieros dominantes.

2- Disminución de impuestos a los altos ingresos (con la excusa de incentivar la inversión,


pero que históricamente sólo aumentó los ingresos de los sectores más concentrados
derivando en la fuga de capitales, la cual para pero fue cubierta con endeudamiento externo).

3- Abolir controles a los flujos financieros, flujos de información y libre comercio (perdiendo
todo control soberano de nuestra economía).

4- Creación de desempleo (para quebrar la resistencia de los trabajadores y bajar sus


ingresos)

5- Coerción sobre huelgas y/o movilizaciones, persecución a dirigentes gremiales y


legislación “anti-sindical” para debilitar a las clases trabajadoras.

6- Recorte “gastos” sociales (se dice "gasto" y no "inversión" pública para deslegitimar) para
convertir los bienes públicos en mercancías (salud, educación, etc. mercantilizados).

7- Privatizaciones

8- Endeudamiento externo (récord en dos años con 80.000 millones de dólares)


9- Promoción a las Inversiones extranjeras como motor económico, que profundiza la
dependencia y el subdesarrollo (aunque la esperada “lluvia de dólares” ni asomó, salvo para
la timba financiera, porque no hay perspectivas de valorización en la economía real).

Este programa no puede avanzar completamente ni consolidarse bajo un proyecto


hegemónico porque no tienen la correlación de fuerzas suficiente. Pero día a día meten el
cuchillo y ven hasta donde llegan.

Hay tres cuestiones cruciales en el desarrollo de la rearticulación del BFN.

1) el Foro de Convergencia Empresarial creado en abril de 2014 constituyó un espacio


fundamental de articulación política y programática del capital concentrado de la Argentina.
En este sentido, se conforma un espacio que reunifica a las fracciones de capital dominantes
y al llamado “círculo rojo”, en profundas contradicciones desde 1999 a 2008 y, desde 2008 a
2014, en una posición expectante para recuperar el poder político.

Lo crucial es que el conjunto de fracciones identificadas con un programa neoliberal se


unifican con la gran mayoría de los actores que conforman en 1999 la conducción del Grupo
Productivo (UIA-Techint, CAC, CRA), en 2000 el Frente Productivo (GP más cámaras
pymes) y en 2001 el Movimiento Productivo Argentino (PJ-Duhalde, UCR-Alfonsín,
FREPASO) para quebrar el bloque en el poder y proponer la salida neodesarrollista en 2001
frente a la profundización del proyecto financiero neoliberal.

A partir de la conformación de Foro de Convergencia Empresarial el gran capital


concentrado decide expresarse de forma unificada, ya no sólo a través de mediaciones
(fuerzas políticas afines, think tank, medios de comunicación propios, etc.) sino de forma
directa y sobre cuestiones político-estratégicas (proyecto de país) además de cuestiones
gremiales-corporativas. Y para ello emiten un documento programático, que luego tomará
como propio la Alianza Cambiemos.

Igualmente, las contradicciones entre diferentes fracciones de capital continúan existiendo,


por ejemplo en la profunda batalla en torno a la tasa de interés que pagan las Lebacs o los
niveles de apertura económica. Por otro lado, muchos de los sectores industriales más débiles
de lo que fue el Grupo Productivo, aquellos que conforman una burguesía local industrial
mercado internista (como De Mendiguren y ese sector de la UIA), se expresan contrarios a la
actual política de gobierno. En el ballotage de 2015 jugaron o incluso pasaron a formar los
equipos técnicos de Scioli (por ejemplo Miguel Peirano).

2) La conformación de la Alianza Cambiemos y el fortalecimiento del PRO como partido


político, con características propias.

El PRO se consolida, desde la capital federal y la “city”, bajo un nuevo formato de partido
político pro “mercado” (forma que invisibiliza al gran capital monopólico transnacional).
Este formato guarda relación con el partido de promoción de candidatos que describía Weber
a principios del siglo XX en los Estados Unidos, que emerge en contraposición al partido
ideológico de masas (policlasismo en función de un programa y un conjunto de ideas fuerzas,
que conforma una estructura de dirigentes, militante y afiliados movilizados).

El PRO, al igual que los partidos políticos de las fuerzas plutocráticas de occidente, adquiere
una nueva estructura dual conformada, por un lado, 1) por candidatos (que deben ser
vendibles como paquetes de papas fritas) y cuadros estratégicos formados como CEOs y
algunos dueños del Gran Capital, 2) multimedios oligopólicos de formación de opinión y
ONGs, 3) audiencia y clientes. Históricamente, un medio o sistema de medios de
comunicación puede ejercer funciones de partido, pero esencialmente en cuestiones de
conducción teórica, en términos indirectos. En la actualidad ello cambia y pasa a ser el
componente central de articulación teórica y práctica. La base de audiencia (máximo
momento de desorganización, individualización, relación asimétrica de poder) y clientes
constituye la “gente”, masa informe y consumista, nueva plebe de la aristocracia financiera
global. No existe ya el ciudadano del liberalismo clásico, poseedor de derechos por ser
integrante de una comunidad política, no por ser “víctima” o estar afectado o ser una minoría.
Y menos aún el pueblo, sujeto clásico de los movimientos nacionales y populares, que pone
de manifiesto la escisión de la comunidad política, y construye un sujeto colectivo de los
oprimidos allí donde este se encuentra individualizado y aislado: como gente y como
ciudadano.

La insustancialidad, la falta de programa (público-mediático), la centralidad puesta en el


marketing político con su uso permanente de palabras generales vacías de contenido y sin
ningún significado concreto son los nuevos recursos de legitimación política de este
paradigma –única forma de legitimar un proyecto profundamente excluyente y desigual, que
históricamente pudo acceder al poder proscribiendo políticamente y desplazando por la
fuerza cívico-militar a las fuerzas nacional-populares.

La cosmovisión dominante en Cambiemos es el globalismo, no el neoconservadurismo,


aunque este sea parte de la articulación político-social (como Patricia Bullrich y en buena
medida Elisa Carrió) y, obviamente, recupere también la tradición conservadora liberal con
matices propios de las clases dominantes de Argentina. Esto la da al PRO y a Cambiemos la
imagen de “nueva derecha” o de derecha moderna o derecha “new age”. El globalismo, cuyo
núcleo es la city de Londres y Nueva York, tiene dos grandes líneas ideológico-políticas: el
neoliberalismo y el progresismo financiero. Este último, cuya expresión sintética es la
llamada Tercera Vía, constituye un reformismo al interior del proyecto de capitalismo
financiero global con hegemonía angloamericana, que no pone en discusión el propio
sistema, aunque concede reformas en derechos civiles y ciertos mecanismos regulatorios a la
acumulación sin fin del capital para construir consenso en sus bases de sectores medios.
Tony Blair, Gordon Brown, Obama, Al Gore o Santos en América Latina son claras
expresiones políticas de esta línea.

El globalismo, ya sea en su ala neoliberal como progresista, enfrenta al conservadurismo y a


los ‘neocon’ con línea propia en el feminismo, el ecologismo, el indigenismo y los derechos
humanos desde una perspectiva liberal. Expresa un reformismo en todos estos puntos que
evita abordar el corazón de dichas contradicciones al evitar poner en relación al conjunto del
sistema, a la naturaleza histórica del capitalismo financiero y salvaje, cada relación de
subordinación-opresión.

(De este modo, por ejemplo, el ecologismo verde apunta al preservacionismo o a ciertas
prácticas ambientalistas evitando abordar el drama ecológico como producto de un sistema
de producción y consumo voraz, desigual y que explota a niveles imposibles al ser humano y
a la naturaleza. El mundo y los pobres del mundo ya no aguantan más este sistema de
explotación y descarte, parafraseando a Francisco. Y el crecimiento económico o la
reducción de la pobreza bajo el actual modo de producción y consumo resultan ecológica y
humanamente imposibles. Se impone un cambio profundo de rumbo. Y con urgencia.)

El otro elemento fundamental para la Alianza Cambiemos y el BFN fue la territorialidad


capilar de la UCR a nivel nacional. Su penetración en el conjunto de provincias de Argentina
le dio a la Alianza Cambiemos proyección nacional, posibilitando a la estructura de la UCR
recuperar poder institucional (cargos) a cambio de ceder en la definición programática y
ocupar un lugar segundario en el armado gubernamental. A su vez, estos sectores expresan
un neodesarrollismo liberal-conservador y vestigios socialdemócratas al interior de la
Alianza Cambiemos (como en la secretaría de política universitarias) que debate de forma
subordinada al programa neoliberal dominante. Ello puede implicar fuertes contradicciones
futuras.

3) A partir de 2011-2012, cuando comienza una ofensiva del polo angloamericano y sus
aliados sobre las fuerzas multipolares (momento que se expresa con la guerra en Siria y en
Libia, las tensiones en la península de Corea y en el mar de china, y la conformación de la
Alianza Pacífico en América Latina), las fuerzas dominantes del BFN a nivel local
encuentran condiciones favorables para re-articularse y avanzar en el Estado. [vii]

Por ello y por las debilidades propias de las fuerzas nacionales-populares en la región,
observamos que de un pico en el proceso de acumulación del bloque regional en 2010,
cuando se conforma la CELAC –que viene de la conformación de la UNASUR en 2008, la
cumbre del MERCOSUR en 2006 con la incorporación de Venezuela y la presencia de Fidel
Castro, el No a la ALCA en noviembre de 2005, la conformación del ALBA en 2004— a
partir de 2011 comienza una curva descendente, la cual no se ha revertido hasta hoy.
Igualmente, nos encontramos en un proceso de amesetamiento de dicha pendiente
descendente para las fuerzas nacionales populares a nivel regional y un posible cambio de
etapa, con varias elecciones presidenciales cruciales en este año.

¿Nueva etapa? Lucha sociales, contradicciones del gobierno y condiciones


internacionales

1) La situación internacional es de transición histórica, con una profunda crisis del Orden
Mundial y agudización de la lucha entre polos de poder. Escenarios así siempre fueron de
oportunidad histórica para las fuerzas nacionales, populares y latinoamericanas y para el
conjunto de los pueblos oprimidos: el Yrigoyenismo y el Peronismo se desarrollaron en
escenarios similares al actual, en plena transición histórica del Orden Mundial, crisis
económica mundial y lucha entre polos de poder. Este escenario no va a cerrarse en los
próximos años.
La disputa se da en mayor o menor medida en todos los territorios por lo cual, a la vez que
escenarios de oportunidad histórica, también son escenarios de alta polarización y situaciones
catastróficas para los pueblos en su enfrentamiento con imperios, oligarquías, fuerzas anti-
populares en general que desatan genocidios, masacres, golpes, etc. También por la fractura
interna de los pueblos y el desarrollo de antagonismos que pueden devenir en los casos más
dramáticos en guerras civiles, en la cual intervienen de una u otra forma todos los polos y
bloques de poder en pugna.

Desde el punto de vista de la lucha entre polos de poder, la crisis se encuentra en su séptimo
momento, el cual comienza con el triunfo de Trump en Estados Unidos, precedido por el
triunfo del Brexit en el Reino Unido. Estos acontecimientos significaron la derrota política en
el principal núcleo del poder mundial de las fuerzas globalistas angloamericanas, conductoras
del capitalismo financiero global. La fractura del polo angloamericano debilita al principal
polo de poder mundial. Sus principales efectos son:

a) La fractura de la alianza “occidental” y del Norte Global, agudizándose las tensiones entre
sus cuatro bloques constitutivos: Global Angloamericano, Continentalista Angloamericano,
Germano-Francés, Japonés. La derrota electoral del globalismo puso en crisis sus grandes
proyecciones geoestratégicas de poder, cristalizadas en el TTIP y el TTP, la expansión de la
OTAN, la alianza militar del Asia Pacífico-Índico, la reconfiguración globalista del FMI, el
BM y la OMC.

b) El aumento del poder relativo de la alianza euroasiática cuyos pilares lo constituyen los
polos de poder chino y ruso. El avance de la llamada Ruta de la Seda por tierra y por mar,
“Una ruta un cinturón”, es una muestra de ello, así como el fortalecimiento de la influencia
de China en el Asia Pacífico y en su proyección global. El avance tecnológico e industrial-
militar de los polos Chino y Ruso, eclipsan crecientemente al Occidente geopolítico y el
Norte global geoeconómico.

El triunfo parcial en Siria de la Alianza Rusia/Irán/Hezbollah/gobierno de Bashar Al-Assad,


con la venia de China, sobre el Estado Islámico y las fuerzas apoyadas por la OTAN es un
indicador del cambio de escenario. La “derrota” de Estados Unidos en Irak (país de mayoría
chiita y con gran influencia iraní en la actualidad) así como el empantanamiento en
Afganistán pone de manifiesto la pérdida de hegemonía de Estados Unidos y el polo
angloamericano. E incluso su carácter de polo dominante, no ya hegemónico, puede verse
eclipsado en los próximos años.

El cambio en la doctrina de defensa y seguridad nacional de los Estados Unidos, en la cual


define que el adversario no es más el terrorismo sino las dos potencias revisionistas del
Orden Mundial que desafían su poder, China y Rusia, tiene que ver con este cambio de
relaciones de fuerzas, así como también con la nueva conducción de la política de la Casa
Blanca, más afín a las fuerzas dominantes del Complejo Militar Industrial del Pentágono
(tres generales son parte del gabinete), que prioriza otras estrategias en el enfrentamiento con
sus adversarios, apelando a un militarismo industrialista más clásico.

Este escenario dista de ser propicio para el BFN en Argentina y para las fuerzas
antipopulares en la región, ya que todos estos actores del drama regional tienen terminal en
las fuerzas unipolares. A su vez, el neoliberalismo como ideología y como programa posee
una profunda incapacidad de construir legitimidad y consenso en sus propios términos,
acudiendo a distintas estratagemas para relegitimarse parcialmente, que no terminan de
consolidarse. Y la variante neoconservadora al Consenso de Washington, con su mayor
unilateralismo, keynesianismo militar y americanismo tiene aún mayores límites para a
construcción hegemónica, apelando a la mera dominación por la fuerza sin zanahoria (ni
siquiera limones o biodisel dejan entrar al mercado de EEUU a cambio del alineamiento a su
política de defensa y seguridad regional y global).

La crisis de sentido es cada vez más profunda en el propio Occidente, donde el capitalismo
financiero global y el régimen democrático liberal tienen cada vez menos condiciones de
reconciliarse ante el evidente desenmascaramiento de sus características plutocráticas, que
van en aumento. La emergencia de expresiones anti-establishment y anti-plutocráticas por
izquierda y por derecha son las formas que adquiere una creciente crisis de legitimidad y de
los partidos políticos tradicionales, que se retroalimenta con las luchas en las “alturas”.

Un elemento fundamental en este nuevo escenario internacional, que también juega en contra
de una reconstrucción de la hegemonía del BFN, es la presencia del papa Francisco en la
conducción de la Iglesia Católica, con sus más de 1000 millones de feligreses, gran parte de
los cuales se encuentran en América Latina. Además de profundizar y amplificar los
lineamientos de la doctrina social de la Iglesia, el cambio de relaciones de fuerzas en el
Vaticano en detrimento de las fuerzas conservadoras y antipopulares aliadas a las
plutocracias occidentales, significó todo un cambio profundo en lo geopolítico y en la disputa
de sentido. Con sus críticas al capitalismo salvaje, al consumismo, a la cultura del descarte
deshumanizante, al materialismo occidental, al desastre ecológico actual, el papa Francisco
se contrapone al espíritu de Davos y se ubica como referente del espíritu de Porto Alegre,
parafraseando a Wallerstein. Con la enorme influencia de la Iglesia Católica en la región,
cada vez se siente más fuerte (y es más explícito) su papel como legitimador y articulador de
fuerzas populares anti-neoliberales, su acercamiento sincrético con los pueblos originarios de
América Latina y su apelación a la construcción de la Patria Grande.

La región

A nivel regional, el reflujo de las fuerzas nacionales populares no es absoluto. Es evidente el


avance del regionalismo abierto-dependiente y de las fuerzas neoliberales y
neoconservadoras. Sin embargo, la lucha que se abre a partir de 1999 con la asunción de
Hugo Chávez en Venezuela, en dónde se cristaliza a nivel institucional el resquebrajamiento
del Consenso de Washington, va a continuar abierta por los próximos años. En el corto plazo
no va resolverse de forma definitiva el rumbo de América Latina hacia ninguno de los
proyectos en pugna englobados en la tensión entre el regionalismo autónomo y el
regionalismo abierto-dependiente. Y ello no tanto por razones generales descriptas
anteriormente, como por la dinámica propia y las particularidades de cada país.

En este sentido, el bloque popular que conduce el MAS en Bolivia tiene una importante
fuerza relativa, continúa con importantes avances y está produciendo una revolución en
términos económicos y sociales, ocultada por los multimedios de formación de opinión
dominantes en la región. En 12 años triplicó su PBI per cápita expresado en dólares, lideró en
los últimos 4 años el crecimiento económico de Suramérica (5% en promedio), incrementó
en 103% la potencia eléctrica, disminuyó la pobreza extrema del 38,2% al 18%, bajó la
pobreza del 59,6% al 38,6% (2015) y se redujo la desigualdad según el índice de Gini (0,59
en 2005 a 0,46 en 2015).

En Venezuela, a pesar de la extrema fragilidad de la situación política y económica


(hiperinflación, desabastecimiento, contrabando), las fuerzas chavistas que respaldan al
actual gobierno ganaron tres elecciones seguidas: la Asamblea Constituyente (con más de 8
millones de votos a favor o un 41,53% del censo electoral), la elección de gobernadores (19
de 23 gobernaciones) y las elecciones municipales (308 de 335 alcaldías, mientras la mayor
parte de la oposición llamó boicotearlas y no se presentó). Con estos resultados, el chavismo
logra superar la situación de empate catastrófico de fuerzas que se produce a partir del triunfo
opositor en las elecciones para la Asamblea Legislativa en diciembre 2015, cuando se lanza a
la destitución de Maduro. A pesar de la extrema crisis económica, el chavismo cuenta con
una gran base de apoyo popular, del conjunto de sectores más beneficiados con políticas
sociales e integrados en distintos mecanismos de participación política. Mientras que el
exceso de los sectores más violentos de la oposición, así como su identificación con acciones
de boicot económico y articulación con el gobierno de los Estados Unidos, llevó a un proceso
de debilitamiento y fragmentación. La jugada del gobierno de Maduro de superar el empate
catastrófico a nivel institucional mediante la convocatoria a la constituyente fue estratégico.

En Brasil, si bien el gobierno de Temer claramente expresa a un conjunto de fuerzas


articuladas por un programa neoliberal conservador con dominio de la fracción financiera
global, el escenario político se encuentra abierto ante la falta de legitimidad política, las
tensiones en los grupos de poder dominantes, la falta de un candidato del establishment con
caudal electoral para las elecciones presidenciales de 2018 y el fortalecimiento progresivo de
Lula, que sintetiza un proceso de rearticulación y re-moralización de las fuerzas nacionales y
populares (se destacan la CUT, el MST, el MTST, la UNE, junto a las distintas fuerzas
políticas que forman parte de la alianza). La condena a Lula con una carencia absoluta de
pruebas contundentes (más allá de las delaciones premiadas) y la confirmación de la
sentencia en segunda instancia (de un tribunal que adelantó seis meses su decisión según está
previsto en tiempos normales) parece indicar que se busca dejar fuera de juego al candidato
que según todas las encuestas gana en primera y en segunda vuelta frente a cualquier
adversario. La cuestión es si, a diferencia del golpe que tumbó a Dilma, se produce una
suficiente reacción popular que rompa el cerco de la proscripción.

Por su parte, el triunfo en Ecuador de Lenin Moreno contra Correa puede ser leído como un
golpe para las fuerzas nacionales, populares y latinoamericanas, una avance del globalismo al
estilo Tercera Vía.

2) La gran capacidad de lucha gremial y social de las distintas fracciones sociales del campo
nacional popular.

Desde la asunción del gobierno de Macri las distintas fracciones sociales populares vienen
desarrollando importantes luchas sectoriales para impedir el avance de las políticas de ajuste
y garantizar un piso de conquistas. Basta hacer un breve repaso para constatar esto: la huelga
de ATE en febrero de 2016 frente a los despidos masivos en el sector público; la contundente
movilización de las distintas CGT (menos la de Barrionuevo) y las CTA el 29 de abril de
2016 en defensa del empleo que aglutinó a cientos de miles; la marcha del sector
universitario el 12 de mayo de 2016 sólo comparable en su masividad y heterogeneidad a la
de 2001 contra el feroz ajuste de López Murphy; la gran movilización de San Cayetano en
agosto de 2016 protagonizada por la CTEP y el conjunto de trabajadores precarizados; las
importantes luchas de los trabajadores de Ciencia y Técnica contra el ajuste y el
desmantelamiento del sistema científico y técnico nacional que explotaron en diciembre de
2016 obligando al gobierno a retroceder varios pasos; las movilizaciones masivas de marzo
de 2017 de docentes (6/3), CGT (7/3) y del movimiento feminista (8/3); la huelga general de
la CGT del 6 abril de 2017 que paralizó el país (y a la que se sumaron las CTA); la
movilización de la CGT del 22 de agosto contra las políticas del gobierno (aunque sin
consenso interno); la movilización de las CTA, Camioneros (y moyanismo) y la Corriente
Federal de Trabajadores contra las tres leyes impulsadas por el gobierno (previsional, laboral
e impositiva) el 29 de noviembre; la movilización de la CTEP y otras organizaciones el 13 de
diciembre; el paro de la CGT del 18 de diciembre contra la reforma previsional (aunqueque
luego no fue realizado efectivamente por varios de los gremios que habían votado por el
paro).

El conjunto de fracciones de la clase trabajadora (profesionales y técnicos, obreros,


trabajadores precarizados y de la economía popular), de los movimientos sociales (derechos
humanos, género, etc.) se encuentran muy movilizados sectorialmente. También podemos
agregar a capas del pequeño y mediano empresariado, aunque con un nivel menor de
movilización (muchos que tenían grandes expectativas por el cambio de gobierno). Ello pone
de manifiesto una gran capacidad de resistencia en términos gremiales y sociales que, en un
escenario político que no es de Resistencia gremial social sino que está abierta la situación
político-estratégica, ello deviene en capacidad de defensa de derechos. Aunque el BFN
avance, su programa se encuentra sometido a una permanente obstaculización, negociación,
idas y vueltas, pérdidas de capital político, etc.

El gran problema para estos distintos sectores, movimientos, grupos y clases subordinados
fue que dicha resistencia no se tradujo a la política, por el proceso de desarticulación de las
fuerzas nacionales y populares. Pero el piso organizativo y de derechos conquistados sigue
siendo elevado. Tanto los niveles salariales que existen en Argentina para buena parte de los
trabajadores o el importante gasto social en los trabajadores precarizados y excluidos al que
se vio obligado el gobierno por la lucha popular (a partir de lo cual se construye la economía
popular y solidaria) indican que el programa del BFN tiene una importante barrera popular.
Sin embargo, esta barrera va a ir retrocediendo paulatinamente si no se resuelva la
rearticulación político-estratégica de las fuerzas nacionales populares.

Los hechos de diciembre frente al avance de la reforma previsional pueden marcar


probablemente otra etapa: un salto cualitativo de lo gremial-social-sectorial a lo político
gremial (mayores niveles de unidad, organización, heterogeneidad y visión programática)
para enfrentar a la política de gobierno. De avanzar la situación en este sentido, va a
conformarse nuevamente y de manera progresiva un núcleo político gremial de los
trabajadores y los sectores populares (núcleo popular, desarrollo de la clase trabajadora), tal y
como sucedió a fines de los 90’: una fracción de la CGT (como entonces fue el MTA y hoy
moyanismo, CFT y otros), que por momentos motoriza a sectores del reformismo
corporativo (los llamados “dialoguistas”: gordos, independientes, etc.) y sólo en ocasiones
muy específicas al sindicalismo “amarillo” patronal (UATRE); las dos CTA; y la CTEP con
el conjunto de fuerzas que organizan trabajadores precarizados, desocupados (a veces mal
llamados barriales o territoriales). Este núcleo puede avanzar en alianzas con organizaciones
que expresan pymes urbanas y rurales y cooperativas, para sumar heterogeneidad en la lucha,
articulándose una fuerza político social de la Producción y el Trabajo.

Tanto las articulaciones que se vienen dando entre estos sectores, como la marcha del 21 de
febrero pueden avanzar en este sentido de consolidar un núcleo popular, un salto en el lucha
de hacia lo político-gremial, que iría configurando un contra qué, un para qué (programa), un
quién y con quienes (sujeto, alianza) y un qué (identidad). Y ello pude presionar para la
rearticulación de los actores políticos de las fuerzas nacionales populares, como sucedió en la
Cámara de Diputados en diciembre. Luego de las elecciones legislativas y el avance de
Cambiemos en ciertas políticas claves de su proyecto, las distintas organizaciones políticas
afines a lo nacional popular (o que contienen-representan parcialmente algunos sectores
nacionales populares) se encuentran en un proceso de debate y reflexión para avanzar en
mayores niveles de unidad.

3) Hay un conjunto de contradicciones que debe sortear el gobierno en la actual situación:


a) Los límites al endeudamiento externo para cubrir el déficit, especialmente en una situación
en que la Reserva Federal de Estados Unidos está subiendo la tasa, lo cual puede acelerarse
en los próximos meses, encareciendo el crédito. Además el endeudamiento público ya superó
los niveles de 2001 (del 54% del PBI al 58%, sumado a que el pago de intereses que llega a
casi el 10% del presupuesto) aunque con otra composición.

b) profundización del ajuste a las mayorías populares (que puede agudizarse en un contexto
de encarecimiento del crédito internacional) supone todo una contradicción en materia de
gobernabilidad. Incluso ello implica una posibilidad de crisis con sectores de su base social y
de sus votantes, como ya se observa en capas medias como la de maestros, trabajadores
bancarios, etc.

c) Las pujas internas entre fracciones de poder. Las contradicciones entre fracciones de
capital por la política económica (tasas de interés, grado de apertura comercial, etc.) y, en
relación a ello, las tensiones entre las líneas y grupos de poder: neoconservadores,
neoliberales, neodesarrollistas conservadores.

4) La opción represiva del gobierno frente a la defensa popular de conquistas y derechos: la


“nueva” doctrina de seguridad

La doctrina de seguridad de nueva tiene muy poco. Es la misma que en los convulsionados
años 2001-2002, en plena lucha por el rumbo de la Argentina, proponían los sectores a favor
del ALCA, la dolarización (en sus distintos esquemas), la privatización de lo poco que
quedaba en manos estatales (especialmente los bancos públicos) y la profundización
neoliberal. En dicho entonces, sus voceros loales eran Brinzoni, Jaunarena y Ruckauf. Hoy
son Bullrich o Aguad.

La doctrina tiene seis aspectos fundamentales: 1) la subordinación al Comando Sur de los


Estados Unidos y a las fuerzas de inteligencia y seguridad de dicho país, 2) Involucrar a las
Fuerzas Armadas en seguridad interior, ya que no hay soberanía que defender, bajo la
hipótesis del enemigo interno asociado a quienes sostienen demandas populares (la
ocupación de territorio nacional por una potencia extranjera ni se menciona), 3) el eje sobre
las Nuevas Amenazas (terrorismo, narcotráfico, migraciones, desastres naturales, crimen
organizado), como antes lo fue el comunismo y el populismo, para legitimar su accionar y la
intromisión de fuerzas de defensa y seguridad de Estados Unidos y el polo angloamericano,
4) Protección política y judicial, e incentivo encubierto, para los excesos de represión de las
fuerzas de seguridad, agitadas por los enemigos internos que oculta la guerra de pobres
contra pobres, lo cual va acompañado de una fuerte demagogia punitiva, 6) Compra de
armamento, instalación de bases, servicios de seguridad y entrenamiento por parte de las
fuerzas de defensa y seguridad del polo de poder angloamericano (en el que se incluye el
actual gobierno neoconservador de Israel).

Sobran los datos para ver los avances en todos estos puntos. Sin embargo, la salida represiva,
que desnuda la imposibilidad de consenso y la naturaleza del régimen de dominio, también
puede actuar como boomerang en la situación actual, provocando un gran reacción popular y
una deslegitimación profunda del gobierno.

Oportunidad histórica

Existen las condiciones históricas, un tiempo histórico para los pueblos de la región para
tomar la iniciativa y avanzar en una segunda oleada nacional popular latinoamericana a nivel
nacional y regional.

Todo taller de Forja parece un mundo que se derrumba. Como nuestro mundo actual que ya
no aguanta, bajo un capitalismo en crisis estructural y salvaje cuya salida es la guerra. Pero
ese mundo que se derrumba es, al mismo tiempo, el mundo desde el cual construir una nueva
forma de vida.

La región se debate entre ser protagonista (sujeto) en la configuración del mundo por venir o
ser territorio de disputa y saqueo (objeto) de los polos de poder en pugna.

Ser protagonista es posible si, desde la conformación de un “núcleo popular”, el desarrollo de


una “alianza” entre la Producción, la Ciencia y el Trabajo, y la rearticulación de las fuerzas
políticas nacionales populares, construir un bloque nacional popular. En otras palabras, la
actual encrucijada histórica se puede resolver desde la perspectiva de los pueblos si:

A) Si el núcleo popular se expresa en la política, se amalgama con las fuerzas políticas y se


rearticula la fuerza político-social nacional y popular en un nuevo momento, cualitativamente
distinto y que requiere una característica de la fuerza cualitativamente distinta. Es decir re-
articular no significa volver a una foto del pasado, sino reconstruir la fuerza político-social en
un momento cualitativamente distinto de las luchas por la conducción del Estado.
B) Si se desarrollan los frentes en una dialéctica entre lo gremial-social-sectorial-particular y
lo político-estratégico-general. (por ejemplo, si el desarrollo del frente universitario trabaja
en la dialéctica entre sus problemáticas de lucha particulares al tiempo que elabora en
articulación con los distintos sectores un proyecto de universidad)

C) Si se fortalecen los cuadros, la militancia, que entrelaza y da vida al movimiento nacional


popular. Para ello se debe trabajar sobre un conjunto de cuestiones: inserción territorial;
capacidad de organización, coordinación, movilización; trabajo en Red; visión estratégica,
programa de articulación político social y fuerza moral.

[i] Ver informe UNDAV del año económico a 2017.

[ii] https://www.cronista.com/economiapolitica/El-empleo-en-los-dos-primeros-anos-de-
Macri-20171204-0085.html

[iii] http://www.iprofesional.com/notas/262041-banco-central-inversiones-dolar-mercado-de-
capitales-pesos-fuga-de-capitales-moneda-demanda-divisas-privado-no-financiero-Se-
acelera-salida-de-dolares-la-fuga-de-capitales-se-duplico-en-un-ano-y-supero-los-us22000-
millones-

[iv] En parte, dichas contradicciones y límites lo señalamos en marzo de 2012 en el artículo:


“Kirchnerismo, contradicción principal y contradicciones secundarias”, que luego
profundizamos un poco más en el trabajo de 2014: Crisis del Orden Mundial y encrucijada
nacional-latinoamericana, y en sucesivos trabajos.

[v] No se incluye dentro de las líneas políticas que conforman el campo nacional-popular al
conservadurismo popular, a las líneas neodesarrollistas conservadoras, al nacionalismo
aristocrático, al oportunismo camuflado en el mal llamado “pragmatismo”. Aunque debemos
reconocer que ellas están presentes e influyen en el entramado del campo nacional-popular o
gobiernos identificados en mayor o menor medida con este campo. Además, los lineamientos
mencionados no son fijos ni existen en términos puros, mezclándose en distintas
proporciones.
[vi] https://www.facebook.com/notes/cefipes/borrador-de-an%C3%A1lisis-de-las-
elecciones-presidenciales-de-2015-en-argentina-71220/1671905689716191/ . En cuanto a la
composición del gobierno y su naturaleza, CIFRA publicó un muy buen trabajo en:
http://www.centrocifra.org.ar/publicacion.php?pid=92

[vii] Esto está desarrollado en los siguientes trabajos:


http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr7701 y
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr7992

S-ar putea să vă placă și