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Pierre-Simon Laplace

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Información personal
Nombre en
Pierre-Simon de Laplace
francés
23 de marzo de 1749
Nacimiento Beaumont-en-Auge (Normandía),
Francia
5 de marzo de 1827 (77 años)
Fallecimiento
París, Francia
Residencia Francia
Nacionalidad Francés
Lengua
Francés
materna
Religión Ateísmo
Familia
Marie-Charlotte de Courty de
Cónyuge
Romanges
Hijos 2
Educación
Educado en Universidad de Caen
Jean d'Alembert
Supervisores
Christophe Gadbled
doctorales
Pierre Le Canu
Supervisor
Jean Le Rond d'Alembert
doctoral
Información profesional
Área Astronomía y Matemáticas
Teorema de Laplace
Conocido por Transformada de Laplace
Determinismo científico
 Par de Francia

 Member of the Sénat


Cargos
conservateur
ocupados
 Ministro del Interior de
Francia (1799)

 École normale

Empleador  Bureau des Longitudes

 Instituto de Francia

Estudiantes Siméon Denis Poisson


doctorales Joseph Fourier
Miembro de
 Royal Society

 Société Philomatique de Paris

 Academia Estadounidense de
las Artes y las Ciencias

 Academia Prusiana de las


Ciencias

 Academia de Ciencias de
Rusia

 Real Academia de Artes y


Ciencias de los Países Bajos

 Academia de Ciencias de
Baviera

 Academia de Ciencias de
Francia (desde 1773)

 Real Academia de las


Ciencias de Suecia (desde
1806)

 Academia Francesa (desde


1816)

 Sociedad de Geografía de
París (desde 1821)

Pierre-Simon Laplace (francés: /pjɛʁ simõ laplas/; Beaumont-en-Auge, Normandía,


Francia, 28 de marzo de 17491-París, 5 de marzo de 1827) fue un astrónomo, físico y
matemático francés. Continuador de la mecánica newtoniana, descubrió y desarrolló la
transformada de Laplace y la ecuación de Laplace; como estadístico sentó las bases de
la teoría analítica de la probabilidad; y como astrónomo planteó la teoría nebular sobre
la formación del sistema solar. Compartió la doctrina filosófica del determinismo
científico. Nacido en una humilde familia de granjeros de la baja Normandía, se marchó
a estudiar a la Universidad de Caen, donde fue recomendado a D'Alembert, quien,
impresionado por su habilidad matemática, lo recomendó a su vez para un puesto de
profesor en la Escuela Militar de París en 1767, en la que tuvo entre sus discípulos a
Napoleón Bonaparte.2 En 1785 es nombrado miembro de la Academia de Ciencias y en
1795, miembro de la cátedra de matemáticas del Nuevo Instituto de las Ciencias y las
Artes, que presidirá en 1812. En 1788 se casó con la joven Marie-Charlotte de Courty
de Romanges, perteneciente a una familia de Besançon, 20 años más joven que él, y con
quien tuvo dos hijos, Sophie-Suzanne y Charles-Émile, nacido en 1789 y que alcanzaría
el grado de general.3 En 1795, Laplace empezó a publicar el primero de los cinco
volúmenes que constituirán su Mecánica celeste y en 1796 imprime Exposition du
système du monde, donde revela su hipótesis nebular sobre la formación del sistema
solar. En 1795 fue uno de los diez miembros originales del comité fundador del Bureau
des Longitudes, y en 1799 fue nombrado ministro del Interior durante el Consulado,
aunque no estuvo en el cargo más que seis semanas. Su antiguo alumno Napoleón
Bonaparte le confirió en 1805 la Legión de honor y en 1806 el título de conde del
Imperio. En 1812 publicó su Teoría analítica de las probabilidades y en 1814 el Ensayo
filosófico sobre la probabilidad. En 1816 fue elegido miembro de la Academia
Francesa. A pesar de su pasado bonapartista, tras la restauración de los Borbones fue lo
bastante hábil como para conseguir ser nombrado marqués en 1817.4

También es destacable su intervención entre 1806 y 1822 como uno de los principales
promotores y animadores (junto con el químico Berthollet) de la Sociedad de Arcueil,
un influyente círculo interdisciplinar de científicos que tuvo una considerable influencia
en el posterior florecimiento de la ciencia aplicada en la Francia del siglo XIX.

En la Exposition du système du monde (Exposición del sistema del mundo, 1796)


describió una teoría sobre la formación del Sol y del sistema solar a partir de una
nebulosa o remolino de polvo y gas. Esta hipótesis nebular, la cual ya había sido
perfilada anteriormente por Inmanuel Kant, con mucho mayor detalle y múltiples
refinamientos, permanece en nuestros días como el fundamento básico de toda la teoría
de la formación estelar. Por otra parte, demostró también la estabilidad del sistema solar,
sentó las bases científicas de la teoría matemática de probabilidades (en su obra Théorie
analytique des probabilités, donde, entre otros logros, formuló el método de los
mínimos cuadrados, que es fundamental para la teoría de errores) y formuló de manera
muy firme e influyente la imagen de un mundo completamente determinista.

Atento a los descubrimientos de nebulosas realizados por William Herschel en


Inglaterra, Laplace pensó que el colapso gravitatorio de una nebulosa podría haber dado
origen a la formación del Sol y que el material orbitando en torno al Sol podría
condensarse para formar una familia de planetas. Esta teoría explicaba de manera
natural que todos los planetas orbiten en torno al Sol en el mismo sentido (de oeste a
este) y que sus órbitas estén en un mismo plano. Herschel concordó con esta idea y la
generalizó para explicar la formación y evolución de todas las estrellas y sistemas
estelares.

Es recordado como uno de los máximos científicos de todos los tiempos, a veces
referido como el Newton de Francia, con unas fenomenales facultades matemáticas no
poseídas por ninguno de sus contemporáneos.5

Su obra más importante, Traité de mécanique céleste (Tratado de mecánica celeste,


1799-1825, 5 vols.), es un compendio de toda la astronomía de su época, enfocada de
modo totalmente analítico, y donde perfeccionaba el modelo de Newton, que tenía
algunos fenómenos pendientes de explicar, en particular algunos movimientos anómalos
que seguían sin solución: Júpiter estaba sometido a una aceleración aparente, mientras
que Saturno parecía frenarse poco a poco y la Luna también mostraba un movimiento
acelerado. Si estos movimientos continuaban indefinidamente, Saturno caería sobre el
Sol, Júpiter se escaparía del sistema solar y la Luna caería sobre la Tierra. Con tan solo
23 años de edad, Laplace demostró que la aceleración de Júpiter y el frenado de Saturno
eran movimientos periódicos. Los larguísimos períodos (en torno a mil años) habían
hecho creer hasta entonces que estas variaciones eran continuas e indefinidas
('seculares'); en 1785 demostró que tales anomalías se debían a la posición relativa de
Júpiter y Saturno respecto del Sol. Todo ello necesitó una cantidad enorme de cálculos
muy detallados. En 1787 Laplace demostró que el movimiento anómalo de la Luna
también era oscilatorio y que estaba ocasionado por pequeños efectos (de 'segundo
orden') en el sistema triple Sol-Tierra-Luna. Las variaciones eran periódicas y, por tanto,
el sistema solar debía ser estable y autorregulado. Todas estas ideas se recogieron en su
obra Exposition du système du monde publicada en 1796.

Laplace creó una curiosa fórmula para expresar la probabilidad de que el Sol saliera por
el horizonte. Decía que la probabilidad era de , donde d es el número de días que el sol
ha salido en el pasado. Laplace afirmaba que esta fórmula, conocida como la regla de
sucesión, podía aplicarse en todos los casos donde no sabemos algo, o donde lo que
conocíamos fue cambiado por lo que no. Aún se usa como un estimador de la
probabilidad de un evento, si sabemos el lugar del evento, pero solo tenemos muy pocas
muestras de él.

Laplace creía fuertemente en el determinismo causal, tal como puede apreciarse en la


siguiente cita:

Podemos mirar el estado presente del universo como el efecto del pasado y la causa de
su futuro. Se podría concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera
todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones de los seres que la
componen; si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos
a análisis, podría condensar en una simple fórmula el movimiento de los grandes
cuerpos del universo y del átomo más ligero; para tal intelecto nada podría ser incierto y
el futuro, así como el pasado, estarían frente a sus ojos.

Este intelecto se refiere al demonio de Laplace (cf. demonio de Maxwell). Los


descubrimientos de la física moderna, especialmente la mecánica cuántica y el principio
de incertidumbre, prueban que la existencia de tal intelecto es imposible al menos en
principio.

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