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VII Bases para una política anticiclica

El autor inicia el capítulo definiendo el ciclo como “la forma de crecer la economía en el régimen
en que vivimos” sin embargo lo que él pretende es esbozar o tantear algunas ideas de las políticas
anticilicas realizando un contraste entre los países del centro con los de la periferia, sin embargo el
resalta que para el caso de los países de la periferia hay que tener un plano claro, nada abstracto
donde cabe las particularidades de cada país.

Se especifica que dentro de los países del centro la política tiene como objetivo el actuar sobre el
volumen de inversiones donde se les atribuyen un papel dinámico en el movimiento ondulatorio
mientras que en la periferia se centra en las exportaciones. Donde el autor comenta “Lo cual no es
de extrañar, pues las alternativas de las exportaciones reflejan las del ingreso de los centros que,
como se sabe, varían en estrecha interdependencia con aquellas inversiones. No está, ciertamente
al alcance de la periferia influir sobre sus exportaciones de la misma manera en que los centros se
proponen regular sus inversiones” esto quiere decir que en la relación que tienen los dos tipos de
países la ventaja la presentan los de centro debido a la gran influencia de las inversiones de los
países del centro.

El autor sugiere derrumbar la idea de que una industrialización a los países de la periferia evitaría
que fueran afectados por los fenómenos de la influencia mencionados anteriormente, sin embargo
se presenta un caso hipotético en el cual las influencias serían mucho menores si las exportaciones
llegan a presentarse en una porción lo suficientemente pequeña respecto a el ingreso nacional.
Esto con el fin de evitar tales influencias además de que al realizar una industrialización en algunas
economías agrarias se expresarían en crisis de las zonas rurales.

En síntesis la industrialización se vería en desventaja desde la perspectiva cíclica si la actividad


económica se viera librada por sus propias fuerzas (no intervención del estado).

Se trata de atenuar o contrarrestar los efectos de las variaciones de la exportación sobre la


actividad interna, mediante una política de carácter compensatorio, que hace variar las
inversiones, principalmente en obras públicas, en sentido contrario al de dichas variaciones. Esta
política traería consigo, ciertas exigencias. En la creciente cíclica aumentan las recaudaciones de
impuestos y el mercado es propicio para la colocación de títulos públicos. A pesar de ello, el Estado
no sólo debiera abstenerse de emplear estos mayores recursos en ampliar sus inversiones públicas,
sino que tendría que restringirlas a medida que aumenta la ocupación privada.

Por lo mismo que estos países están en pleno desarrollo, hay siempre proyectos de inversiones
muy superiores a los realizables con los limitados medios de que se dispone. Pretender que
cuando estos medios aumentan y se presenta la posibilidad de ejecutar tales proyectos, los
hombres de gobierno, en vez de hacerlo, acumulen recursos para el futuro, de que tal vez disfruten
sus sucesores, significaría hacer depender el éxito de la acción anticíclica de actitudes que no
siempre se concilian con respetables intereses políticos.
El autor toma en cuenta el modelo de las exportaciones de los países de la periferia donde explica
que al aumentar las exportaciones también aumenta la demanda interna, la ocupación (empleo) y
los ingresos. Debido a la dependencia de las exportaciones también se crea un vínculo
dependiente a las importaciones, esto en la fase ascendente de los países periféricos. En el ciclo
descendiente la caída de las exportaciones causa una baja en las variables mencionadas
anteriormente.
El autor presenta un ejemplo de la correlación de las variables de las exportaciones e
importaciones y las consecuencias que se presentan en los países periféricos:
“Supóngase, ahora, que en el curso de estos fenómenos se ha llegado
al punto mínimo de la actividad interna. La ocupación ha declinado y
los ingresos han disminuido correlativamente de un máximo de 10000,
digamos, a un mínimo de 7 500; de estos 7 500, el 20 por ciento, o sea,
1 500, se gasta en importaciones requeridas para satisfacer, junto con la
producción local, las necesidades corrientes de la población; y estas
importaciones apenas pueden pagarse con la cantidad mínima a que se
redujeron las exportaciones.
Si para llevar nuevamente la ocupación y los ingresos al máximo se
siguiera una política expansiva similar a la preconizada en los grandes
centros, aumentarían inmediatamente las importaciones, si es que no
se hubiese modificado aquel coeficiente. De tal manera que al llegar el
ingreso a 10000, las importaciones serían por lo menos de 2 000, y si las
exportaciones se mantuviesen en un nivel cercano a aquellos 1 500, habría
un desequilibrio que, en tiempo relativamente breve, reduciría las reservas
monetarias a exiguas proporciones.”

Dicho sea de paso: en los centros es difícil concebir contratiempos semejantes en la fase
descendente, pues es precisamente cuando afluye a ellos el oro que sale de los países periféricos.”

En consecuencia de lo mencionado para los países periféricos a falta de recursos extraordinarios


no puede practicar una política de carácter expansiva con la intención de aumentar la importación,
sin reducir al tiempo las importaciones.
El autor sugiere tener un mínimo de exportaciones para que las importaciones que se realicen
sean las que verdaderamente ayuden a mantener la ocupación, esto durante un ciclo
descendiente, para cuando llegue el crecimiento cíclico llega el momento de realizar las demandas
adicionales que el crecimiento de la demanda exija.
Se sugiere tomar acciones para dos tipos de obstáculos explicados:
El primer obstáculo es que al haber tomado un modelo de sustitución de importaciones se tuelen
tomar aumentos en las aduanas, esto causa una perdida en el ingreso real pero el autor lo toma
como el precio que hay que pagar para una ocupación estable, se sugiere que hayan importaciones
de algunos bienes de capital con la consiguiente necesidad de ahorrar sin embargo para tomar esta
medida es necesario comprimir las importaciones correspondientes al consumo corriente.
El segundo es el encarecimiento del consumo que puede aliviarse con la cooperación de entidades
internacionales de préstamos quienes deberán demostrar que sus operaciones anti ciclicas
contribuyen a los periféricos concentrando la demanda de capital entre los céntricos.

En nuestros países el punto mínimo en la curva fIuctuante de las


exportaciones e inversiones extranjeras, ha ido subiendo en sucesivos ciclos.
Por ello no quiere decir que aquéllas no puedan caer a un nivel inferior al
mínimo del ciclo precedente; el caso no es frecuente, pero ha ocurrido,
por ejemplo, en la gran crisis mundial. Si se repitiese tal hecho, sólo podría
mantenerse un alto nivel de ocupación en la medida en que hubiera
reservas monetarias suficientes para cubrir el exceso de importaciones
esenciales sobre las exportaciones mínimas, o en tanto cuanto las entidades
internacionales de préstamo pudieran cumplir su misión anticíclica.

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