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Causas precipitantes de la violencia intrafamiliar.

Un estudio de 15 casos de mujeres


demandantes en la Físcalía de la Mujer en la ciudad de Guatemala.

Dr. Enrique Estrada C.


Motives for intrafamily violence in a case study of 15 plaintiffs at the Women´s Attorney
Office in Guatemala City.

Summary. Introduction. Family violence has traumatic consequences in their victims, their
families and on children witnessing it. Nevertheless, women victims maintain their marital
relationship with the aggressor, regardless of the negative consequences to their physical,
reproductive or mental health. Aim. To investigate the perception that victims have of the
causes that predispose family violence. Subjects and method. The sample was composed of 15
plaintiffs at the Women’s Attorney Office for Family Violence. An open questionnaire was
designed as an interview guide. The analysis was based on a hermeneutical interpretative
method. Results. More than half of the women had witnessed family violence between their
parents, while others had been victims themselves, 86% of the husbands had family violence
antecedents, both families of origin had dysfunctional family patterns, forceful sexual relations
by their partners was always present as a result of alcohol consumption, low self-esteem is a
constant, rationalization was the main defense mechanism used. Conclusions. The existence
of family violence antecedents in her family is a factor that predisposes a woman to become
involved in abusive relations, the transmission of violent behavior patterns in both families
predisposes to family violence , the presence of predisposing, maintenance and contributing
factors need further research, victims of family violence present some of the symptoms of
General Anxiety Disorder or Post Traumatic Stress Disorder.
Key words. Family violence, PTSD, GAD, intergenerational transmission theory, violence
against women, hermeneutical interpretative method.

Introducción

La violencia intrafamiliar cómo un reflejo del fenómeno universal de la violencia contra la mujer
persiste a pesar de los esfuerzos que realizan las diferentes sociedades a través de sus
políticas públicas y las recomendaciones de las Organizaciones de los Derechos Humanos y
afecta a todos los sectores de la sociedad (OMS, 1996). La violencia intrafamiliar tiene
consecuencias traumáticas para las mujeres víctimas y para los otros miembros de la familia
que la presencian, en especial los niños. El estudio de la violencia como un problema social ha
sido en los últimos años un tema de gran interés para numerosos investigadores y constituye
una de las afecciones más severa que ha venido azotando a la humanidad. Las distintas
formas de expresión individual y colectiva, los factores que la originan y las consecuencias que
generan hacen de ella un fenómeno complejo (OMS, 2005).

Según el Informe mundial sobre la violencia y la salud realizado por Krug et al., (2002) y el
realizado por Heise y Gottemoeller (1999), previo a 1999 se comprobó que en 35 países entre
el 10% y el 52% de las mujeres había sufrido maltrato físico por parte de su pareja en algún
momento de su vida y entre el 10% y el 30% había sido víctima de violencia sexual por parte de
su pareja. Por otro lado, los estudios en los países en desarrollo eran escasos y se iba
perfilando el hecho de que los niveles de violencia variaban de un ambiente a otro, tanto entre
los países como dentro de cada país. Los estudios continuaron pero en cada uno de ellos se
prestó mayor atención a las consecuencias para la salud, especialmente lo relacionado a la
salud reproductiva (Heise y Gottemoeller, 1999). La violencia doméstica representa una
amenaza directa hacia la salud de la mujer y tiene efectos adversos para otros indicadores de
la salud y bienestar tanto de la mujer como la de sus hijos (Heise, Pitanguy y Germanin 1994).
Las consecuencias de la Violencia basada en el género es uno de los problemas de salud
pública más difundidos que actualmente afectan a una de cada tres mujeres y las
consecuencias de esta violencia además de ser desvastadoras son también prolongadas
afectando la salud física y el bienestar mental y emocional de mujeres y niñas. Sus
consecuencias ponen en peligro el desarrollo social de otros miembros de la familia, en
especial otros niños y las comunidades donde este fenómeno se da (OMS, 2005).

La violencia por el número de víctimas y las secuelas que produce, ha adquirido un carácter
endémico siendo responsable de una proporción creciente de mortalidad general y de
porcentajes significativos de años de vida potenciales perdidos. Los traumatismos causados
por violencia que no resultan en muerte ocasionan daños físicos y trastornos psicológicos que
limitan la funcionalidad personal y social.

La violencia afecta a toda la población, sin embargo en condiciones de pobreza y desventaja


social, algunos sectores resultan especialmente amenazados. Explicar las causas de la
violencia solo por características individuales de origen biológico o psicológico reduce su
esencia y desdibuja el proceso interactivo entre los individuos y sus ambientes sociales
específicos. Las causas de la violencia son complejas pero son predominantemente producto
de una organización social estructurada basada en la desigualdad la cual es ejercida por los
que se sienten con más derecho a intimidar y controlar (disponible en
http://www.ops.org.bo/musade/violencia/estudioviolencia)

La violencia intrafamiliar se puede entender como toda acción u omisión que consista en
maltrato físico, psicológico o sexual, ejecutado por un miembro de la familia en contra de la
mujer o demás integrantes del núcleo familiar. A través del ejercicio de cualquier forma de
violencia intrafamiliar se persigue el dominio, el control, la anulación y el aislamiento del
“otro/a”, para someterlo/a a un patrón de subordinación. Es una forma de control o manejo del
poder en las relaciones familiares. Se considera de que existen tres formas de violencia
intrafamiliar, a saber: la violencia física, la violencia psicológica y la violencia sexual (disponible
en http://www.monografías.com/trabajos14/violen-intrafam.shtml).

La violencia física es todo acto de fuerza que cause daño, dolor o sufrimiento físico en las
personas agredidas cualquiera que sea el medio empleado y las consecuencias que traiga. Sin
que se considere el tiempo que necesite la víctima para su curación y recuperación. Al
respecto, es importante indicar que la violencia física no se refleja solamente con huellas
externas, pues, puede ocasionar lesiones en el interior del organismo, que no dejan huellas a
simple vista. Ej. Golpes de puño, patadas, quemaduras, heridas con armas corto punzantes o
de fuego, mordeduras, cachetadas (disponible en http://www.undp.org/rblac/gender/campaign-
spanish/ecuador.htm).

La violencia psicológica es toda acción u omisión que cause daño, dolor, perturbación
emocional, alteración psicológica o disminución de la autoestima de la mujer o el familiar
agredido. Es también la intimidación o amenaza que infunda miedo o temor a sufrir un mal
grave e inmediato en su persona, o en la de sus padres, hijas/os, o parientes. Es toda conducta
que cause daño a la estima de la persona agredida. Ej. Insultos, amenazas, críticas,
humillaciones, chantajes, ridiculización, indiferencia (disponible en
http://www.undp.org/rblac/gender/campaign-spanish/ecuador.htm).

La violencia sexual es toda acción mediante la cual se imponga y obligue a una persona a tener
relaciones u otras prácticas sexuales con el agresor o con terceras personas, mediante el uso
de la fuerza física, intimidación, amenazas, agresiones o cualquier otro medio coercitivo. Son
manifestación de este tipo de violencia las infecciones vaginales, los problemas ginecológicos,
las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados, los abortos. Este tipo de
violencia ocurre con frecuencia en la relación de pareja a pretexto del llamado “débito
conyugal” (disponible en http://www.undp.org/rblac/gender/campaign-spanish/ecuador.htm).

Los estudios sobre violencia conyugal han señalado que las parejas que se estructuran de un
modo violento tienen un modelo de relación específico, con una pauta repetitiva que abarca a
ambos miembros. A diferencia de otros delitos, el maltrato conyugal se produce de una forma
continuada a través del tiempo, y puede persistir hasta alcanzar los 20 años o más antes de
que la víctima tome la decisión de denunciar al agresor o bien de que la policía tenga
conocimiento explícito de la situación (disponible en
http://www.medicinadefamiliares.cl/proptocolos/violenciaintrafam.htm)

Una vez que la pareja ha incorporado dentro de su dinámica la violencia como modo de
relación o de resolución de problemas, se torna cada vez más complicado el precisar los
factores específicos que actúan como desencadenantes en cada situación violenta. La
violencia según Leonor Walker(1984) cumple un ciclo que se divide en tres fases las cuales
varían tanto en duración como en intensidad para una misma pareja y entre parejas distintas.
Por lo general el maltrato conyugal comienza con el maltrato emocional, el cual es un
proceso lento que tiene como fin el menoscabo de la autoestima de la mujer a través del uso de
verbalizaciones criticas y acciones destructivas, que buscan desestabilizarla emocionalmente.

La primera fase corresponde a la acumulación de tensión: en esta fase la mujer muestra una
actitud que le permite impedir que la golpeen, al no enojarse con el agresor y minimizar los
incidentes y los golpes menores. Con el tiempo, la tensión aumenta y con ésta los incidentes
violentos físicos y psíquicos; hasta el punto que se incrementa la rabia y disminuye al mismo
tiempo el control que tenía sobre sí misma y la situación (Walter 1984)

Muchas parejas permanecen en esta fase por mucho tiempo ya que ambos desean evitar el
ingresar a la segunda fase, la cual corresponde al episodio agudo de golpes, este punto
representa la finalización de la acumulación de tensiones y el proceso ya no responde a ningún
control. Cuando esta fase finaliza sigue un periodo de shock caracterizado por la negación e
incredulidad de la veracidad frente a lo sucedido. La tercera fase se conoce como conducta
arrepentida, amante o luna de miel: Aquí el golpeador demuestra su arrepentimiento, con
muestras de afecto a su pareja. Con el tiempo el ciclo se hace cada vez más corto, de tal forma
que ya no se tiene que dar las tres fases, se puede pasar de la segunda a la tercera fácilmente
(Walter 1984).

Según diferentes estudios que se han hecho sobre maltrato conyugal (Gelles,1974;
Labell,1979, Citados por Echeburúa,1998 ), se ha encontrado que entre un 57 por ciento y un
78 por ciento de las mujeres maltratadas continúan con sus parejas pese a los años de maltrato
y vuelven con estas aún después de haberlos denunciado. Interesados en esta anómala
situación algunas teorías como la de la indefensión aprendida de Seligman (1975) y otras
como la de Strube (1988), (Citados por Echeburúa,1998) han tratado de explicar las razones
por las cuales una mujer se mantiene en una relación violenta.

Strube (1988) analiza la situación basado en tres modelos teóricos que buscan dar
respuesta a este fenómeno: la teoría de costos y beneficios, la teoría de la acción razonada y la
teoría de la dependencia psicológica. La teoría de los costos y beneficios (Pfouts, 1978) se
basa en el modelo de Thibaut y Kelly (1959), el cual sugiere que la decisión de dejar la relación
violenta depende del hecho de que el beneficio total de esa decisión sea mayor que el costo de
permanecer en la situación. La teoría de la dependencia psicológica, señala que la mujer
permanece en la relación violenta por el compromiso establecido a través del matrimonio.
Según Strube (1988), la mujer sólo saldrá de la relación violenta luego de comparar las
consecuencias positivas con las negativas y del análisis de las posibilidades de éxito percibidas
a través del apoyo que reciba de sus seres queridos.

Con frecuencia, y sobre todo cuando no se tiene claro como funciona el ciclo de la violencia, las
personas no terminan de entender por qué razón la agredida no da por terminada su relación
con el agresor o por qué no lo denuncia. A continuación se dan algunas de las razones por las
cuales la agredida no finaliza la relación violenta: 1) porque cree que con su amor transformará
la situación; 2) porque cree que lo ocurrido es un hecho aislado que no se va a volver a repetir;
3) porque tiene temor de que el agresor le haga más daño a ella o a sus hijos; 4) porque el
agresor es el proveedor económico del hogar y les mantiene a ella y a sus hijos; 5) porque la
violencia mina la autoestima de las víctimas a tal punto que éstas creen que no valen nada, que
son incapaces de defenderse a sí mismas e, incluso, que son las culpables de lo que pasa;
6) porque se sienten solas emocionalmente y sienten la necesidad de tener una pareja, sin la
cual no son “nadie”; 7) porque tienen hijos pequeños y prefieren “aguantar” al agresor antes
que abandonarlo y que sus hijos crezcan sin la imagen paterna; 8) porque tienen miedo de que
su matrimonio “fracase” y
9) porque sus creencias religiosas, y las de su familia, obligan a que hay que estar con el
marido “hasta que la muerte nos separe” (Walker, 1991)

También existe amplia evidencia de la influencia de la presencia de antecedentes de violencia


intrafamiliar tanto en la familia de la víctima como en la familia del agresor –transmisión
intergeneracional- para que se dé la violencia intrafamiliar (Bahamón 2005, Pollack 2202,
Kalmuss 1984, Seltzer y Kalmuss 1988). La transmisión o concordancia intergeneracional
madre-hija fue advertida por Freud en 1900, cuando en la Interpretación de los Sueños,
describe el relato onírico de una paciente que "veía a su hija muerta y metida en una caja que
tenía forma de ataúd". Menciona que "como tantas otras mujeres jóvenes, consideraba cada
nuevo embarazo como una desgracia y se confesaba mas de una vez el deseo de que el feto
muriera antes del nacimiento. En una ocasión que tuvo un grave disgusto con su marido, llegó
a golpearse el vientre, poseída por la cólera para matar al hijo que en su seno llevaba" (Freud,
1900, p.441). Esta paciente, siendo una niña oyó comentar a su madre, que cuando se
encontraba embarazada de ella deseó a causa de serios disgustos, que el ser que llevaba en
su seno muriera antes de nacer. "Llegada a la edad adulta y embarazada a su vez, siguió la
sujeto el ejemplo de su madre" (p. 499).

Uno de los principales postulados de la teoría psicoanalítica es la existencia de una


concordancia intergeneracional en los patrones de relación, en donde el vínculo temprano con
la madre se internaliza, y se activa posteriormente cuando se reedita y revive en otras
relaciones significativas; como se aprecia en la relación de pareja y en la liga emocional que se
establece con los hijos. Son diversas las hipótesis psicoanalíticas que se han formulado para
explicar la influencia del mundo representacional de los padres y los abuelos – principalmente
la historia personal de la madre- en el desarrollo y en la estructuración psíquica de un nuevo
ser; (Freud, 1900, 1940; Bowlby, 1969, 1973, 1980; Fraiberg et al., 1975; Em de, 1988; Zeanah
et al., 1993; Lebovici, 1991, 1993, 1994; Kaes, 1993).

Fraiberg y colaboradores (1987), postulan que en toda crianza existen fantasmas, visitadores
del pasado no recordado de los padres, huéspedes no invitados al bautizo, que en algunas
familias aparecen en escena en momentos inesperados, en donde padres e hijos se
encuentran así mismos protagonizando, reeditando, papeles de obras de tiempos pasados.
Otras familias se manifiestan como poseídas por sus fantasmas, huéspedes permanentes que
claman por la tradición y por los derechos de permanencia y han estado presentes en el
bautizo de dos o tres generaciones sin haber sido invitados.

Selma Fraiberg (1987) considera que son estos fantasmas los que compelen a la repetición del
pasado en el presente; es decir, los conflictos pasados –no resueltos- de los padres interfieren
en la relación actual con sus hijos. Esta autora concede gran importancia a los mecanismos
defensivos que emplean los padres para combatir las dificultades pasadas; señala que la
denegación del afecto asociado con el trauma y la identificación de la víctima con el agresor,
son las dos modalidades defensivas mas utilizadas por los padres que maltratan a sus hijos y
que son incapaces de resistir, de oponerse a la necesidad de infligir su propio dolor y las
trasgresiones de su infancia sobre su propio hijo. En cada caso, el bebé viene a ser un
compañero silencioso en la tragedia familiar. El bebé es cargado por el pasado opresivo de sus
padres desde el momento que él entra al mundo. Los padres parecen condenados a repetir,
-reeditar-, la tragedia de su infancia con su propio bebé.

Lebovici (1991) en uno de sus trabajos sobre la teoría del apego, cita a Bowlby quien considera
el apego como un vínculo universal, que está basado en modelos internos, que son
transmitidos. Es decir, como señala Bowlby (1980), existen modelos de transmisión del apego,
en los que se puede transmitir a través de tres generaciones un "estado de mente", que es
comunicado al hijo o a la hija, a través de la conducta materna, especialmente la manera, o la
forma de responder de la madre en situaciones de estrés, que es cuando se activa el sistema
de apego.

Lebovici (1993) al describir el concepto de la transmisión intergeneracional del vínculo, señala


que el foco ha sido puesto sobre los conflictos infantiles de los padres, con su respectiva
infancia de los abuelos, constituyéndose así lo que él designa como "el mandato
intergeneracional". Asimismo, Lebovici (1994) hace notar que la transmisión intergeneracional
hace posible comprender los efectos de los conflictos de la infancia de los padres en el
desarrollo de sus hijos. La transmisión intergeneracional también introduce a las generaciones
de los abuelos dentro de la vida psíquica de los hijos, a través de los conflictos infantiles de los
padres, ya sea pre-conscientes o reprimidos.

El rol que juega el bebé, entonces, es el de ser portador de un mandato de la transmisión


familiar y participa también del equilibrio familiar. El bebé, es a menudo portador de un secreto
de familia. El bebé como portador de un mensaje, reproduce la manera de ser de los padres, y
a su vez la manera de ser de los abuelos, esto es el mandato que es dado al bebé a través de
las generaciones. El concepto de Lebovici sobre el árbol de la vida, consiste en dibujar la
patología intergeneracional, que aclara el mandato implícitamente dado al infante. Este aspecto
es la esencia de la consulta, ya que lo que se transmite del pasado intergeneracional va a tener
una influencia perdurable en la vida psíquica del infante.

La transmisión intergeneracional está vinculada al concepto de relaciones objetales. Una


forma de definir la teoría de las relaciones objetales es afirmar que ésta pretende dar cuenta de
cómo la experiencia de la relación con los objetos genera organizaciones internas perdurables
de la mente. En otras palabras, se trata del desarrollo, hasta sus últimas consecuencias, de la
hipótesis de que las estructuras psíquicas se originan en la internalización de las experiencias
de relación con los objetos. Existe, desde luego, una interacción entre la internalización de las
experiencias de relación, por una parte, y la actualización de las estructuras relacionales
internalizadas, encarnándose en nuevas relaciones, que a su vez serán internalizadas. En
consecuencia, la vida de relación toma la forma de un proceso circular, semejante a los
descritos por los teóricos de los sistemas generales (Bateson, 1972; Foerster, 1991). Esta
teoría permite integrar, en forma armoniosa, los elementos “internos” y “externos” de la
experiencia humana, ya que investiga y conceptualiza la influencia de las relaciones
interpersonales “externas” sobre la organización de las estructuras mentales “internas”, así
como la forma en que estas últimas determinan las nuevas relaciones interpersonales que se
establecen posteriormente.

Vinculado a la problemática de la perseverancia de ciertas conductas inapropiadas y


disfuncionales así cómo la búsqueda de una explicación adicional de porque la mujeres
víctimas de violencia se mantienen en esa relación o porqué son incapaces de reaccionar de
una manera pro-activa y principalmente de autoprotección, encontramos que la teoría de la
indefensión aprendida de Seligman, M.E.P., Abramson L.Y., Semmel, A & von Baeyer, C. (1979)
ofrece una respuesta, la cual esta ligada a la teoría atribucional.

Esta teoría está basada en la necesidad de controlar el entorno o por lo menos considerar que
se tienen dominadas nuestras acciones. La pérdida de la creencia (intelectual y emocional)
cognitiva de dominación del entorno produce indefensión de orden cognitivo, por lo tanto el
orden cognitivo surge por la necesidad de control sobre el entorno.

Martin Seligman (1991) se preguntó por qué frente a las dificultades algunas personas se dan
por vencidas rápidamente y otras perseveran y salen adelante. Y encontró que frente a las
dificultades aparecían preferentemente dos tipos de atribuciones causales: el estilo optimista y
el estilo pesimista.
Sus investigaciones muestran como las personas optimistas tienden a ser más esperanzadas y
perseverantes, tener mejor autoestima y generar acciones más exitosas y, por el contrario, las
personas pesimistas tienden a ser más desesperanzadas, tienen autoestima más baja y se dan
por vencidas más fácilmente frente a la adversidad.
Cuando las personas, sobre todo en etapas tempranas de la vida, se han visto acorraladas en
situaciones altamente aversivas ante las cuales no podían reaccionar o huir (como es el caso
de los niños cuya familia les está brindando un patrón de apego disfuncional), aprenden a ser
desamparadas. Es decir, uno aprende a quedarse paralizado frente a determinadas situaciones
aversivas, se aprende a ser indefenso. De tal manera que se aprende a ser asertivos y hacerse
respetar por muchas personas, pero es mucho más difícil lograrlo con las personas que se
aman, porque en los momentos de conflicto las conductas que surgen no suelen ser las que
dicta la lógica sino las que los patrones de apego desatan automáticamente.

El desamparo aprendido está acompañado de pensamientos destructivos. Las tendencias de


las personas en esta situación son: a) la reacción a bajar los brazos y darse por vencidas; b) a
no asumir la responsabilidad de producir cambios y c) a no contestar frente a las adversidades.
Y esto sucede porque han construído, sin quererlo, una paralizante teoría, la creencia de que
no vale la pena hacer nada, porque haga lo que haga nada cambiará.

El estilo atribucional modula el desamparo aprendido. Esto significa que cuando más
pesimistas y extremistas sean las cosas que se dicen, más sentimientos de desamparo e
indefensión aparecerán y se actuará de acuerdo a ello.
Seligman (1991.) estudia tres dimensiones o características del estilo atribucional: a)
permanencia, b) penetración, y c) personalización (esta dimensión tiene que ver con la
autoestima). El estilo atribucional se adquiere en la infancia a través de tres grandes vías: a) El
análisis causal cotidiano, más optimista o más pesimista, que el niño o la niña observaron
modelar a sus padres, b) El tipo de crítica que los adultos (padres, maestros, modelos, etc.)
realizaban de él o ella, c) las etiquetas que les ponían: “la tonta”, “el torpe”, etc.

La literatura relevante (Heise y Gottemoeller,1999), (Campbell, 2002) enfatiza los vínculos entre
la experiencia de violencia doméstica y los efectos mortales y no mortales para las mujeres y
sus hijos. Las consecuencias mortales relacionadas con la violencia doméstica pueden resultar
en homicidio o indirectamente en suicidio, así como en efectos relacionados con el SIDA y
mortalidad. Las consecuencias no mortales incluyen manifestaciones adversas de salud
mental, física y reproductiva así como comportamientos negativos para la salud.

Entre los problemas de salud mental que se han encontrado que ocurren con mayor
frecuencia entre las mujeres abusadas que entre aquellas que no han sido abusadas son tasas
mayores de depresión, estrés postraumático y desordenes de la alimentación, escasa
autoestima, disfunciones sexuales, angustia y estados de pánico. Entre los efectivos
negativos para la salud física de las mujeres abusadas se encuentran el dolor crónico, golpes,
desórdenes gastrointestinales, alteraciones funcionales, síntomas físicos o discapacidad
permanente. La salud reproductiva de las mujeres abusadas también es afectada a través de
mayores tasas de problemas ginecológicos, HIV e infecciones transmitidas sexualmente,
pérdidas, abortos, embarazos no deseados, enfermedades inflamatorias pélvicas,
complicaciones del embarazo y bajo peso al nacer (Campbell, 2002). Los comportamientos
negativos sobre la salud incluyen sobrealimentación, abuso de alcohol y drogas y conducta
sexual de riesgo y tabaquismo.

La investigación científica de la violencia doméstica es relativamente reciente ya que es solo en


los últimos 30 años que la violencia hacia la mujer ha sido reconocida internacionalmente como
una amenaza hacia su salud, sus derechos y el desarrollo de las comunidades internacionales
(OMS 2005). Con el reconocimiento de la violencia hacia la mujer como un problema global se
creó la necesidad de desarrollar metodologías de investigación para recolectar la información
de manera ética y al mismo tiempo maximizar la validez y confiabilidad de los datos. Con esos
propósitos ORC Macro recolectó información del programa Measure DHS ( Demographic and
Health Surveys) sobre la prevalencia de la violencia doméstica hacia las mujeres dentro del
contexto del hogar a inicios de los años 1990. Sin embargo, no fue sino hasta finales de la
década de 1990 que el programa DHS estableció un módulo estándar de cuestionario a través
de consultas con expertos sobre la medición, género e investigación sobre violencia doméstica.
El módulo que se desarrolló y su implementación se conforman a las recomendaciones de la
Organización Mundial de la Salud para la recolección ética de datos sobre violencia doméstica
(Kishner, Sunita and Kiester Johnson 2004).

De acuerdo a estudios previos (Campbell et al.,2003) las mujeres que reportan violencia por
parte de su pareja varía de acuerdos a los países. Por ejemplo, son más altos en Zambia con
un 48% de prevalencia, 44% en Colombia, 42% en el Perú y más bajos en Camboya a con un
18%, 19% en la India y un 22% en la República Dominicana. En Egipto y Nicaragua una de
cada tres personas reportan haber tenido la experiencia de violencia doméstica. En estos
estudios se incorporaron datos sobre mujeres que fueron víctimas de violencia doméstica
durante su embarazo y se encontró que la proporción de abuso sexual durante el embarazo
fueron mayores en Colombia y en Nicaragua con un 11% y más bajo en Camboya con un 1%,
Haití y la República Dominicana reportaron un 5% cada uno.

En el reporte del Demographic Health Surveys (2004) los cinco países: Colombia, Camboya,
República Dominicana, Nicaragua y Haití, reportan los actos más frecuentes de violencia física
que consistieron en sacudidas, empujones, abofeteadas o agredidas con objetos. En todos los
países investigados más de una mujer en cada seis reporta haber sufrido por lo menos el tipo
de violencia arriba descrito. El porcentaje de mujeres que reportaron un acto de violencia
sexual por sus esposos fue desde un 4% en Camboya hasta un 17% en Haití y por lo menos
una de cada diez mujeres en cada país investigado había sido emocionalmente abusada por su
esposo (amenazas o humillaciones públicas) en algún momento de la relación.

Otro dato que se encuentra en los reportes del DHS es que las mujeres que reportaron
violencia doméstica presentaron consecuencia físicas inmediatas. En Colombia más de la
mitad de las mujeres entrevistadas que reportaron violencia doméstica reportaron golpes.
Entre el 5% y el 13% que experimentaron violencia doméstica en los seis países investigados
reportaron golpes y fracturas. Al examinar las características de las mujeres que reportaron
violencia y el contexto dentro cual se dio ayudaron a identificar algunos de los factores de
riesgo entre los cuales encontró que en todos los países las mujeres que habían contraído
matrimonio más de una vez, divorciadas o separadas reportaron mayores índices de violencia
que las mujeres estaban casadas en la actualidad o que se habían casado solo una vez. Estos
resultados no sorprenden ya que la violencia doméstica es un causal para la separación o
divorcio. El estudio también encontró que las mujeres que se casaron muy jóvenes (antes de
los 25 años) y aquellas que tienen varios hijos son más propensas a reportar violencia
doméstica.
Otro dato significativo es que las mujeres cuyos esposos que regresan a su casa bajo los
efectos de la bebida en varias ocasiones son más propensas a sufrir violencia doméstica que
aquellos que no beben. También se encuentra como elemento relevante que al tener
antecedentes de violencia intrafamiliar entre los padres se incrementa significativamente la
probabilidad de sufrir violencia doméstica. En todos los países en los cuales se dieron estos
datos, los dos factores mencionados: consumo de alcohol por la pareja y antecedentes de
violencia intrafamiliar en la familia de origen se asocian de manera positiva y consistente de
que la mujer sea víctima de violencia doméstica. Esta relación identificada en los análisis de
variancia también se mantiene para los análisis de multi- variancia (Kishner, Sunita and Kiester
Johnson 2004).

De todas las variables hipotéticas medibles que influyen la posibilidad de violencia doméstica,
la borrachera habitual de la pareja (hombre) es la que tiene la relación más fuerte y consistente
con el fenómeno (Coker et al., 2000; Johnson, 2003). Los resultados de los cuestionarios del
Demographic and Health Surveys apoya este cuerpo de literatura: la relación entre la
experiencia de violencia por las esposas y la frecuencia de borrachera entre los hombres que
consumen alcohol es positiva, monotónica, y altamente significativa en todos los países donde
se obtuvieron datos. Las mujeres que reportan que sus esposos llegan a la casa borrachos
frecuentemente son las más predispuestas a reportar violencia doméstica. Entre los seis
países estudiados en donde se obtuvieron datos sobre el consumo de alcohol y borrachera, la
violencia es de dos a cinco veces más común entre los esposos que se emborrachan con
frecuencia que entre aquellas cuyos esposos nunca se emborrachan. Esta relación
generalmente se mantiene consistente cuando se considera las experiencias de violencia de
las mujeres durante un año previo: entre más frecuentemente un esposo llega borracho a la
casa, es más probable que la mujer sufra de violencia. Por ejemplo, en Nicaragua, el 8% de
las mujeres cuyos esposos no beben reportaron violencia en el período de un año, mientras
que el 30% de las mujeres cuyos esposos llegaron borrachos experimentaron violencia
(Kishner, Sunita and Kiester Johnson 2004).

Otros hallazgos en el mismo estudio fue que en Colombia la prevalencia de violencia entre las
mujeres cuyos esposos les acusaban de infidelidad era el 76% comparado con el 34% entre las
mujeres que no eran acusadas por los esposos. Esa investigación también muestra que la
posibilidad de experimentar la violencia se incrementa con el número de conductas
controladoras por parte del esposo. En la República Dominicana, el 10% de las mujeres cuyos
esposos no manifestaron ninguna de las conductas controladoras reportadas indican haber
sido víctimas de violencia, comparado con un 17% de mujeres que reportan que sus esposos
exhiben uno o dos tipos de conductas controladoras y 76% de mujeres cuyos esposos
manifiestan cinco o seis conductas controladoras. Estas conductas controladoras son: 1) el
esposo se pone celoso o enojado si la esposa habla con otros hombres; 2) acusar de
infidelidad con frecuencia; 3) no permitir que la mujer se reúna con sus amigas; 4) limitar el
contacto con la familia de la esposa (pareja); 5) insiste en saber donde está todo el tiempo y 6)
no le confía el dinero.

Otro de los factores de riesgo considerados en el estudio del Demographic Health Surveys fue
el efecto intergeneracional. Las investigaciones de (Kalmuss,1984; Seltzer y Kalmuss, 1988),
han documentado el efecto negativo de la violencia doméstica en los niños, aún si los niños no
han sido abusados directamente: los hijos hombres quienes ven a su ser abusada por su padre
están en un riesgo mayor de volverse abusadores en sus relaciones íntimas como adultos,
mientras que las niñas mujeres son más propensas a entrar en relaciones con parejas
abusadoras como adultas. Los reportes de la influencia intergeneracional en la violencia
doméstica se reportó solo en seis países ya que esta información no se obtuvo en Egipto, India
y Zambia. En este estudio también se encontró que las mujeres que sabían que sus madres
habían sido abusadas por sus padres eran más propensas a haber experimentado y
experimentar en la actualidad violencia que las mujeres que respondieron que “no” en la
pregunta del cuestionario sobre el abuso del padre hacia la madre. Los adultos con
antecedentes de violencia familiar en la infancia incorporan la violencia como una pauta de
comportamiento que tienden a reproducir, configurándose así un factor de riesgo en las
relaciones interpersonales que establece. Asociado a este hallazgo se tiene como
consecuencia la transmisión de una generación a otra de pautas de comportamiento
disfuncional, diferentes manifestaciones de violencia en niños y jóvenes que son
principalmente: falta de autorregulación de la conducta, bajo control de los impulsos,
agresividad y escasa capacidad de empatía, bajo rendimiento escolar, dificultades en la
relación con pares y adultos, violencia callejera, conflictos con la ley, consumo de drogas,
sexualidad temprana, desórdenes en la alimentación (especialmente en la mujer), trastornos
emocionales, déficit en el crecimiento físico (negligencia) que en los casos mas graves,
configuran problemas nutricionales que puedan llevar a la muerte, patologías psiquiátricas,
aislamiento, depresión entre otros. La influencia de la transmisión intergeneracional en la
violencia intrafamiliar también está documentada en los estudios de Bahamón (2005), Rao
(1995) y Pollack (2002) .

En la región Centroamericana se han realizado estudios sobre la Violencia de Género como


resultado de esfuerzos de colaboración entre la Organización Panamericana de la Salud y el
Programa para la Tecnología Apropiada en Salud (PATH). Según una reseña reciente de 50
estudios provenientes de todo el mundo, entre 10% y 50% de las mujeres han sufrido en algún
momento de sus vidas un acto de violencia física realizada por sus parejas (Heise, Ellsberg y
Gottenmoeller, 1999). Esa reseña y otra anterior realizada del Banco Mundial (Heise, Pitanguy
y Germain 1994) destacan algunas de las características que a menudo acompañan la
violencia en las relaciones de pareja, entre ellas aparecen: la violencia física casi siempre va
acompañada de maltrato psicológico y en muchos casos, de abuso sexual; la mayoría de las
mujeres que sufren alguna agresión física de su pareja por lo general serán víctimas de
múltiples actos de violencia con el paso del tiempo. Los estudios muestran que la violencia
contra la mujer es un problema complejo que tiene múltiples causas. Entre los factores de
riesgo están el abuso del alcohol y de drogas, la pobreza (aunque la violencia contra las
mujeres traspasa los límites de la clase socioeconómica, la religión y el origen étnico), y el
hecho de haber presenciado o haber sufrido violencia en la niñez. Por ejemplo, el modelo
ecológico de Heise, Ellsberg y Gottenmoeller (1999), proporciona la información que entre las
características del agresor individual están entre otras el haber presenciado violencia conyugal
durante la niñez, sufrir abusos durante la niñez y padre ausente o que lo rechaza.

En relación a la magnitud y frecuencia de este problema se cuenta con datos que en


Guatemala durante el año 2004 al mes de julio ya se habían reportado 2904 casos de delitos
cometidos contra la mujer ingresados en los órganos jurisdiccionales del ramo penal. Es
preocupante el incremento de estos delitos contra la mujer a partir de 1998: en este año el total
de delitos fue de 2944, en 1999: 2970, en el año 2000: 3779, en el 2001: 4799, en 2002: 4652 y
en el 2003 4399. Como se nota, en los primeros seis meses del año 2004 ya se habían
reportado más de la mitad de todos los delitos conocidos en el año 2003. Estos delitos
comprendían: violaciones, estupro, rapto, desaparición, concurso y ocultación. Específicamente
los casos ingresados de violencia intrafamiliar en los diferentes órganos jurisdiccionales de la
republica de Guatemala al 30 de julio del año 2004 fueron 1,195. De igual manera se ha dado
un incremento preocupante de violencia intrafamiliar desde el año 2000 cuando los casos
reportados fueron 499, en el 2001 253 casos, en el año 2002 555 casos y en el año 2003 2,862
casos. (Organismo Judicial 2004).

Por otro lado, la Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y en


Contra de la Mujer CONAPREVI (2003) presentó una investigación apoyada por UNICEF sobre
un Diagnóstico nacional sobre la atención institucional a la problemática de violencia
intrafamiliar y contra las mujeres. En este estudio se reafirma de nuevo la problemática de la
violencia intrafamiliar y se hace énfasis en la importancia de diferenciar conceptualmente la
violencia intrafamiliar de la violencia contra las mujeres: “Por otro lado, la violencia contra las
mujeres ha sido equiparada u homologada a la violencia intrafamiliar y con ello, la definición de
estrategia” (Conaprevi, 2003). En ese estudio para efectos de proponer acciones y sanciones
más efectivas, definen la violencia contra las mujeres así: “ Desde el punto de vista teórico, la
violencia contra las mujeres es un concepto que sirve para explicar las causas, manifestaciones
y consecuencias de cualquier acción o conducta, en contra de las mujeres, por su condición de
género subordinado y que les ocasiona daños en los ámbitos físico, emocional, sexual,
patrimonial o económico que pueden llevarles a la muerte” (Conaprevi, 2003).

En un estudio sobre la violencia en la mujer que versa sobre la características epidemiológicas


realizado por Barcas Haecheverria (2004), encontraron que los factores precipitantes de los
hechos violentos son comunes tanto a mujeres como en hombres, sin embargo estos últimos
en mayores porcentajes atribuyen el desenlace de hechos violentos a "estados de ebriedad",
"conflictos por celos", "problemas familiares" y "económicos".

Aparentemente la condición "casado/a" o "conviviente" influye en la vivencia de Violencia


Doméstica. En este sentido se ha registrado un mayor número de casos con violencia en
cualquiera de sus formas en parejas de personas casadas legalmente. El contexto de la
Violencia Doméstica es también común en la percepción de hombres y mujeres, y se repite con
el mismo comportamiento en las diferentes formas de violencia. Así los momentos de mayor
riesgo son la noche y el fin de semana; el lugar: la casa y los testigos los hijos.

Tanto hombres como mujeres en actual situación de violencia en cualquiera de sus formas
reconocieron en magnitudes similares (entre un 70 y 80%) que la comunicación con su pareja
era "regular", "pésima" y "mala" con una tendencia a empeorar en la forma Física II. Se
encontraron efectos importantes de la Violencia Doméstica sobre la salud mental de las
personas que viven estas situaciones, siendo la mujer la que sufre mayores problemas
especialmente en la Violencia Física con amenaza para la vida. Los efectos se traducen en
alteraciones psíquicas y del sistema nervioso neurovegetativo que afectan su salud y la vida de
relaciones sociales pudiendo alterar su conducta (Barcas Haecheverria et al, 2004)

En la Revista Cubana de Medicina General Integral (Colectivo de autores. Violencia Doméstica.


Mesa Redonda. MEDIJUS ’94. Camagüey; 1994) se proporciona el dato de que en el 64% de
los casos de violencia intrafamiliar existen antecedentes de violencia en la familia, por lo cual
se plantea el peligro de la transmisión generacional, al igual que se afirma que mientras más
violencia reciba un niño de sus padres, más proclive es éste, a su vez, a ser violento con otros
durante su adultez.

Durante tres años la OMS (1996) investigó con el apoyo de 160 expertos del mundo, la
crueldad que los seres humanos infligen unos a otros y contra sí mismos. El mas completo
informe sobre el tema de la violencia domestica que se haya conocido, revela que la violencia
en todas sus formas mata a 1,6 millones de personas cada año en todo el mundo y cerca de la
mitad de los casos son suicidios.

El "Informe Mundial sobre la violencia y salud" de Krug et al (2002), señala que casi la mitad
de las mujeres que mueren por homicidio son asesinadas por sus maridos o parejas actuales o
anteriores, un porcentaje que se eleva hasta el 70 por ciento en algunos países. Las mujeres
son las que corren más riesgos de sufrir violencia en entornos domésticos o familiares y, según
estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (1996), una de cada cuatro mujeres será
víctimas de los abusos sexuales de su pareja en el curso de su vida.

La violencia entre parejas incluye actos de agresión física, acoso psicológico, actos sexuales
forzados y diversos tipos de comportamiento, como aislar a una persona de su familia y amigos
o restringirle el acceso a la información o ayuda.
En 48 investigaciones realizadas por todo el mundo, entre el 10 y el 69 por ciento de las
mujeres han reconocido haber sufrido algún tipo de violencia física por parte de su pareja
masculina en algún momento de su vida y además la mayoría de las víctimas sufren estos
abusos durante un periodo largo de tiempo. Algunos de los estudios que incluye el informe,
realizados entre 1991 y 1998, señalan que en Egipto un 34 por ciento de las mujeres
entrevistadas había sufrido al menos una agresión física por parte de su marido. Este
porcentaje era del 29 por ciento en Canadá; 28 por ciento en Nicaragua; 22 en Estados Unidos;
21 en Suiza; 13 en Sudáfrica y 10 por ciento en Paraguay y Filipinas. De los casos de
agresiones físicas, al menos un tercio conlleva abusos sexuales, problemas que para muchas
de estas mujeres comienza en la infancia o adolescencia. El estudio muestra datos del
porcentaje de mujeres que han sufrido abusos sexuales o tentativas por parte de sus parejas
en algunas ciudades. Por ejemplo, el 46,7 por ciento de las mujeres de Cuzco (Perú) dicen
haber sufrido este problema; el 29,9 en Bangkok; el 23 por ciento en el norte de Londres o en
Guadalajara (México); 21,7 en León (Nicaragua); 15,3 en Toronto (Canadá) y 10,1 en Sao
Paulo (Brasil), (OMS, 2002)

Según los expertos de la OMS hay una serie de factores de riesgo entre los hombres que los
hacen más propensos a abusar de sus mujeres como es la existencia de antecedentes de
violencia familiar, en especial si ellos mismos fueron agredidos cuando eran niños. También la
inseguridad personal, la baja autoestima, la depresión o los problemas de personalidad pueden
incidir en las conductas violentas. Hay numerosos estudios que demuestran una evidente
relación entre el consumo excesivo de alcohol y la violencia, aunque no está claro si la bebida
es el desencadenante o sirve de justificación (Kishner, Sunita and Kiester Johnson 2004).

El informe de la OMS señala que aunque es importante reformar los sistemas jurídicos y
policiales para tratar el problema de la violencia contra la mujer, estas medidas son ineficaces
si no se acompañan de cambios culturales y en las prácticas institucionales. El texto dice que
la violencia es una de las principales causas de muerte desde la adolescencia media hasta la
vida adulta media y aunque algunos estudios apuntan a factores biológicos e individuales, que
pueden explicar la predisposición hacia un comportamiento violento, con frecuencia se añaden
elementos familiares, sociales, culturales y externos para crear situaciones en las que es
probable la aparición de la violencia (OMS, 2002).
Por lo anteriormente mencionado se considera a la violencia intrafamiliar como un problema de
salud pública que impacta gravemente las condiciones comórbidas y mortalidad de la mujer.
Estas se encuentras asociadas al consumo de sustancias adictivas, a un alto riesgo de
complicaciones del embarazo y el parto, problemas ginecológicos, enfermedades de
transmisión sexual, entre otras cosas, lo que genera un alto uso de los sistemas de salud con
un alto costo a nivel de vidas y recursos económicos. (OPS-OMS, 2001).

A través de muchos estudios, los especialistas han podido comprobar que las personas cuyo
carácter se torna agresivo provienen de relaciones familiares altamente conflictivas o han
sufrido rechazo o ausencia de amor por parte de sus padres. También han podido determinar si
sus padres son gente normal y equilibrada o no, y que, al servir como modelos de identidad al
niño, le enseñan a vivir en esa clase de ambiente. A esto se añade inevitablemente la situación
del medio en que han vivido (marginación y pobreza, o bien, exceso y abundancia, que suelen
ser los peores extremos) y en el que se han educado. Así, se comprueba que la violencia
encuentra en el ámbito familiar su núcleo de reproducción, dado que el patrón de relaciones
sociales se arma e inculca dentro de la familia (Kalmuss, 1984)

Frente a situaciones de desequilibrio en el grupo familiar, muchas veces la primera víctima


suele ser el niño. Los factores de riesgo para que se produzca una situación de maltrato dentro
de una familia están referidos tanto a la estructura de la misma como al funcionamiento y a la
dinámica de esta. Estos pequeños crecen con una grave imagen de fragilidad, inseguridad y
amenaza cuando su personalidad es introvertida. Si son extrovertidos, crecen con un modelo
de impulsividad agresiva, reacciones violentas, alcoholismo, drogadicción e incluso vandalismo
y delincuencia ( Alconada,J., 2002).

En cuanto a las condicionantes de tipo estructural que contribuyen a la violencia doméstica o


intrafamiliar se encuentran: el número de integrantes de la familia, familias monoparentales,
padres adolescentes, entre otras. Las malas relaciones y comunicación, la carencia de
vínculos afectivos y la violencia familiar, son factores de riesgo relacionados con el
funcionamiento de la propia familia. Por último, la inexistencia de límites o reglas familiares y la
relación marital, pueden influir de manera negativa en la dinámica familiar, contribuyendo a que
se produzca una situación de maltrato infantil.

La violencia intrafamiliar en cualquiera de sus formas y tanto en el ámbito público como


privado, constituye una violación de los derechos humanos. Es también un obstáculo para la
equidad y un problema de justicia. Por las graves implicancias que tiene para la salud de las
víctimas debe ser considerada una prioridad para la salud pública. Esta violencia se ha
perpetuado y tolerado como resultado de inequidades históricas, culturales y estructuralmente
arraigadas en las relaciones sociales y en especial en las relaciones entre hombres y mujeres,
en los diferentes ámbitos socioculturales, económicos y políticos (OPS, 2003).

No se puede intervenir para conocer o para transformar la problemática de la violencia


doméstica sin posicionarse desde el enfoque multicausal, donde el género y el poder son
conceptos claves para explicar y comprender este fenómeno. En ese sentido, la violencia es
uno de los mecanismos de control social que tiende a mantener el esquema de autoridad
patriarcal, sustentado en la desigualdad de los sexos; constituyéndose en una forma de control
social legitimada. De todas formas, con base en este supuesto a veces se observa que se dan
hechos violentos frente a hijos y ancianos por parte de mujeres que en muchos casos son
vulnerables ante el hombre ,pero tienen poder en el hogar y se transmite la violencia de la que
es objeto frente a otro más débil, como suele ocurrir (Kishor et al.,2004)

En América Latina y el Caribe 8 de cada 10 mujeres ecuatorianas han sido maltratadas por sus
maridos y el 22 % es agredida más de una vez al mes (3). Según un estudio de la UNICEF
publicada en Ginebra, la violencia ocurre en todas las culturas y clases sociales, en todos los
niveles de educación y capacidad económica, etnias y edades de todos los países. Además
plantean que 60 millones del número de mujeres que no aparecen en las estadísticas
mundiales se corresponden a víctimas de sus propias familias, asesinatos de forma deliberada,
muertes por falta de cuidados o porque sencillamente nacieron mujeres. Estos datos otorgan al
fenómeno características peculiares y remiten a la situación de vulnerabilidad en que se
encuentran todas las mujeres independientemente del lugar que ocupan en la estructura
socioeconómica. No es sorprendente que la Declaración del Programa de Acción de Viena
considere la violencia contra la mujer como la violación de los derechos humanos de la mayoría
de la población mundial (Kishor et al.2004).

Al hablar de Violencia Doméstica, la Comisión Nacional de Seguimiento (CNS) de las mujeres


por democracia, equidad, ciudadanía del Uruguay consideran el rol de las construcciones
socioculturales entorno a los ejes de género y edad, que participan en la organización de las
jerarquías familiares, y sustentan la adjudicación de funciones, deberes y poderes en una
sociedad. En las situaciones de violencia doméstica existe una relación de poder basada en la
desigualdad. La asimetría de poder, por tanto, es uno de los factores estructurales
fundamentales en la génesis de la violencia doméstica. Sin embargo, no basta con que exista
una relación de poder asimétrica sino que, el que detenta el poder, lo utilice en forma abusiva.
La asimetría de poder puede estar dada por las diferencias de edad, de género, de
conocimientos, de fuerza, dependencia económica o por la ascendencia y autoridad que el
abusador tiene reconocidas, ya sea por su víctima o por el entorno inmediato o comunidad. Es
muy importante señalar que este desequilibrio de poder en el que se basa toda relación de
abuso no siempre es visible para un observador externo.

Con frecuencia es el producto de una construcción de significados que sólo resulta


comprensible desde los códigos interpersonales; es suficiente que alguien crea en el poder del
otro para que se produzca el desequilibrio (disponible en
http://chasque.net/frontpage/comision/violencia/001_plan_nacional.htm).

Existen diferentes concepciones acerca de la etiología de la violencia doméstica, pero puede


consensuarse que la comprensión del fenómeno debe abordarse desde una perspectiva
multicausal, donde los factores socioculturales tienen un peso preponderante.

El enfoque sistémico es una perspectiva teórica que permite comprender y explicar los
comportamientos de las personas, no a partir de sus características individuales, sino en
función de las relaciones que esas personas establecen con sus contextos más próximos.

El modelo ecológico amplía el enfoque sistémico, al considerar diferentes niveles para el


análisis: nivel individual, micro sistémico, exosistémico y macro sistémico. Para su aparición y
mantenimiento se conjugan múltiples factores, (formación individual, características e historia
personal de cada adulto, relaciones y modos de comunicación en la familia, y de ésta con el
entorno, características socio-culturales y socio- económicas del entorno) pero no como una
simple relación causa-efecto.

Las familias, como todo sistema abierto, están en interrelación continua con el sistema social,
en consecuencia lo que sucede dentro de las familias es también reflejo de lo que sucede en la
sociedad. Hay una interacción entre las familias donde se da el abuso, los malos tratos y los
factores del entorno que la facilitan. Tanto el abuso sexual como el maltrato físico, el
psicológico y el patrimonial son abusos de poder. Un factor facilitador del abuso de poder es la
impunidad; por tanto, los contextos que toleran y permiten, el no respeto por el otro, la
deshumanización o cosificación de los más débiles, y la impunidad son contextos facilitadores
de abuso y maltrato.

Las creencias y construcciones culturales son un pilar central para comprender este fenómeno.
Los sistemas ideológicos de una sociedad se van transmitiendo de generación en generación,
a través de los procesos de socialización donde la familia, la escuela y los medios de
comunicaciones juegan roles claves. La sociedad va trasmitiendo su modo de entender las
relaciones sociales, las de género, las intergeneracionales, el uso del poder, la legitimación
del uso de la violencia y el control de las relaciones humanas. De esta forma se va
construyendo y sosteniendo una cultura donde el sometimiento y el abuso son maneras de
relacionarse aceptadas y justificadas.

La Organización Mundial de la Salud, el 24 de noviembre de 2001, en informe de la Secretaría,


sobre Violencia y Salud, hacía pública la información correspondiente al año 2000, de la que
surge que: 1) 1,7 millones de muertes en el mundo, fueron causadas por actos de violencia; 2)
alrededor de 40 millones de niños son objeto cada año de malos tratos y de desatención. Los
adolescentes y los adultos jóvenes son las principales víctimas y autores de actos de violencia
interpersonal en todas las regiones del mundo; 3) las violaciones y la violencia doméstica
representan entre el 5% y el 16% de años de vida saludable que pierden las mujeres en edad
fecunda y, según el estudio de que se trate, entre el 10% y el 50% de las mujeres
experimentan durante su vida violencia física en manos de su pareja. A las víctimas y
victimarios o victimarias de la violencia debe sumarse a los testigos de esos actos, que suelen
presentar trastornos del comportamiento, problemas diversos de salud y otros síndromes
(OPS, 2003)

Finalmente, otros aspectos del impacto social difíciles de cuantificar son el efecto sobre la
productividad, el empleo y el desarrollo de potencial personal. En resumen, la violencia afecta
el desarrollo de habilidades y el ejercicio de las ya presentes, disminuye la autoafirmación, la
iniciativa y la capacidad de propuesta. La consecuencia, en cada caso, puede ser una
educación disminuida, una menor participación social, una menor oportunidad de conseguir un
empleo lucrativo y un aporte reducido a su calidad de vida y la de su comunidad.

II. Planteamiento del Problema

Los estudios y bibliografía revisada sobre la violencia intrafamiliar o contra la mujer,


proporciona datos significativos y sorprendentes para reflexionar y abordar el problema desde
varias perspectivas tales como: frecuencias, factores de riesgo, perfiles demográficos,
consecuencias en la salud física, salud mental, salud reproductiva, cuadros clínicos y sus
trastornos, énfasis en el sector salud, diagnósticos nacionales sobre atención institucional a la
problemática de la violencia, propuestas de políticas de gobierno, modelos de atención integral,
estudios sobre la “Ruta Crítica” (Sagot y Schrader 2000 y Sagot, 2000).

Sin embargo, toda esta información no explora con mayor profundidad una arista del problema
que de una visión para lograr nuevas vías de comprensión que sean significativas, esta arista
es la explicación de la violencia desde la perspectiva de la víctima. Es decir la visión que tiene
la víctima del problema para explicarse el “porqué” le sucede esto, es decir, cómo ella
interpreta lo que sucede. Entre las variadas formas de violencia reportadas están la violencia
física a corporal no accidental, violaciones, la violencia psicológica como el hostigamiento
verbal entre los miembros de la familia, el abandono y la negligencia de los cuidados, dados
por la falta de protección y cuidados físicos, falta de respuesta a las necesidades afectivas,
descuido en la atención. Esto debe hacer reflexionar de que cualquier miembro de la familia
puede estar expuesto a este fenómeno, aunque los estudiosos de la violencia han apreciado
que los grupos más vulnerables son las mujeres, los niños y discapacitados.

En relación al problema específico de Guatemala, en1999, la Defensoría de los Derechos de la


Mujer de la Procuraduría de los Derechos Humanos recibió 5.000 denuncias por violencia
contra las mujeres, de las cuales 3.484 fueron por violencia intrafamiliar (Ministerio Público,
2000). La Fiscalía de la Mujer del Ministerio Público denunció que en el año 2000 se
presentaron 5.029 denuncias por violencia intrafamiliar y 949 por violaciones sexuales y otros
tipos de agresión. (Ministerio Público, 2000). En el 90 por ciento de los casos por violaciones
sexuales denunciados a la policía Nacional, las víctimas fueron mujeres el 50 por ciento y
niñas el 40 por ciento (AID, 2000). Por otro lado, las estadísticas proporcionadas por el
Departamento de Psicología del Organismo Judicial ( Organismo Judicial 2004), muestra que
en Guatemala a partir de 1998 el total de delitos contra la mujer fue de 2944, en el año 1999:
2970, en el año 2000: 3779, en el año 2001: 4799, en el año 2002 y en el año 2003 un total de
4399; de tal manera que para el mes de julio del año 2004 ya se habían reportado 2904 casos
de delitos cometidos contra la mujer. Es preocupante que ya para los primeros seis meses del
año 2004 se habían reportado más de la mitad de todos los delitos conocidos en el año 2003
Por otro lado, los informes médicos legales realizados entre los años 2000 al 2002
establecieron de que en el año 2000 hubo 5560 casos por lesiones, en el año 7941 casos por
lesiones y en el año 2002 un total de 7227 casos.

En vista de los múltiples estudios sobre la violencia intrafamiliar anteriormente expuestos, así
como los datos proporcionados sobre la prevalencia y mantenimiento de este fenómeno, surge
la pregunta: ¿cuál es la percepción que tiene la mujer agredida sobre la violencia intrafamiliar?

2.1 Objetivos

2.1.1 General

Conocer la percepción que tiene la mujer sobre las causas precipitantes de la violencia
intrafamiliar.

2.1.2 Específicos

Conocer los sentimientos, creencias y emociones asociados a la experiencia de la violencia


intrafamiliar.

Conocer los factores predisponentes de la violencia intrafamiliar desde la experiencia de las


mujeres agredidas.

Conocer los factores de mantenimiento de la violencia intrafamiliar desde la perspectiva de las


mujeres agredidas.

2.2. Variables de estudio

2.2.1 Violencia Intrafamiliar

La definición conceptual dentro del marco de estudio, es el concepto de violencia basada en el


género o “violencia contra las mujeres” que abarca muchos tipos de comportamientos físicos,
emocionales y sexuales nocivos para las mujeres y las niñas, que son practicados con más
frecuencia por miembros de la familia, pero a veces también por extraños.

La Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer


incluye la siguiente definición de violencia:

“…todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener
como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce
en la vida pública como en la vida privada.” (OPS, 2003. pág.4).
Hay un gran debate acerca de una terminología sobre la Violencia Basada en el Género (VBG)
aceptada en forma universal. En los países latinoamericanos, la mayoría de las leyes y
políticas emplean el término “violencia intrafamiliar” cuando se refieren principalmente a la
violencia perpetrada por su pareja. La OPS utilizó inicialmente el término “violencia
intrafamiliar” en los primeros días de su labor en esta área, pero luego cambió al empleo de
“violencia basada en el género” o “violencia contra las mujeres” para referirse a toda la gama
más amplia de actos que comúnmente sufren las mujeres y las niñas, realizados tanto por sus
parejas y los miembros de la familia como por individuos ajenos a ella.
Dentro de la definición de Violencia Doméstica se debe tomar en cuenta la agresión física,
agresión verbal, maltrato psicológico, contacto sexual no deseado, destrucción de la propiedad,
control del dinero, amenazas de aislamiento social. Frecuentemente las personas agredidas en
la violencia doméstica provienen de todas las culturas y de cualquier religión. No hay división
en clases sociales toda la sociedad se está viendo afectada por este problema.
También debemos de considerar la definición de Revollo (1995) que considera la violencia
intrafamiliar a la violencia que sucede en las relaciones familiares diferenciadas dentro de una
estructura social que ha determinado y valorado los roles y los espacios tanto de hombres
como de mujeres en razón de género.
Las categorías de violencia intrafamiliar que se manejaron en esta investigación son de tres
tipos: violencia tipo 1 que se conforma de gritos, ofensas, humillaciones y amenazas; violencia
del tipo 2 que consiste en empujones, sacudidas y bofetadas; y violencia del tipo 3 que
comprenden las siguientes acciones: patadas, golpes de puño y forzamiento o violencia
sexual., y que puede incluir los dos tipos anteriormente mencionados (tipo 1 y tipo 2).

2.2.2. Percepción

La definición conceptual dentro del marco de investigación comprende las siguientes


acepciones: “1. acto de darse cuenta de lo objetos externos, cualidades o relaciones, que
siguen directamente a los procesos sensoriales, a diferencia de la memoria o de otros procesos
centrales. 2. complejo o integración psíquica que tiene como núcleo experiencias sensoriales.
3. Acto de darse cuenta de datos presentes, ya sean externos, ya intra-orgánicos” (Warren,
1996)

Otra acepción dentro del marco conceptual es la percepción incluye la organización,


interpretación, análisis e integración de sensaciones así como las experiencias básicas
generadas por los estímulos aislados simples dándoles significado (Matlin y Foley 1996).

2.3. Definición operacional de las variables

2.3.1 En el estudio denominamos violencia intrafamiliar a toda acción o manifestación de


violencia por parte del hombre hacia su pareja, tales como golpes, amenazas, gritos, ofensas,
humillaciones, amenazas, empujones, sacudidas, bofetadas, patadas, golpes de puño,
fracturas, heridas quemaduras, lesión por objetos cortantes o contundentes, violencia sexual o
forzamiento a tener relaciones sexuales sin el consentimiento de la pareja.

2.3.2 En nuestro estudio denominaremos percepción a la manera en que las entrevistadas


interpretan y se explican las experiencias generadas por la violencia o agresión de la que son
víctimas.

2.4. Alcances y límites

En síntesis, esta investigación está conformada por el análisis cualitativo de 15 entrevistas


realizadas a 15 mujeres que presentaron quejas de violencia doméstica en el Organismo
Judicial en el Departamento de Guatemala. La investigación pretende recoger la experiencia de
la mujer sobre la agresión para determinar la manera en que ella interpreta y se explica la
experiencia personal de violencia intrafamiliar. En vista de que se trata de una investigación
de tipo cualitativo se recurrió a las fuentes y centros de investigación cualitativa que han
desarrollado y establecido modelos utilizados en la investigación cualitativa entre ellos:
Qualitative Social Research (Schorn 2000) y Qualitative Methods Research (Boeree, 2005).
2.5 Aporte

Esta investigación pretende proporcionar conocimientos que den una luz sobre la manera en
que las mujeres agredidas se explican e interpretan la experiencia de la agresión por parte de
sus parejas en el contexto familiar con el propósito de comprender mejor la dinámica de las
relaciones disfuncionales que llevan a la instauración de la violencia basada en el género, sus
consecuencias a nivel psicológico y su efecto en las relaciones familiares.

El comprender la violencia intrafamiliar desde la perspectiva de la víctima contribuirá a


entender mejor la psicología femenina en las situaciones de poder detentado por el hombre,
los efectos de la violencia sobre las futuras generaciones y los motivos de permanencia de la
mujer en un contexto violento. Como resultado de nuestras investigaciones esperamos que
este nuevo conocimiento proporcione nuevas opciones de intervención y prevención en los
programas diseñados para erradicar la violencia basada en el género y contribuya a conformar
directrices sobre programas de salud mental en el ámbito de las relaciones interpersonales y
familiares.

III. Método

3.1 Sujetos

La población de la investigación fueron un total de 15 mujeres que presentaron quejas en la


Fiscalía de la Mujer del Organismo Judicial del Departamento de Guatemala por ser víctimas
de violencia intrafamiliar. Los criterios específicos en la selección de la población fueron: a)
presentar queja de violencia intrafamiliar y b) estado civil al momento de presentar la queja era
de unión de hecho, casada o separación temporal. Las características de la población
estudiada fueron las siguientes: 1) Edad perteneciente al rango de los 20 a 49 años,
distribuidas de la siguiente manera:20-24 años (1); 25-30 años (5); 31-35 años (3); 36-40 años
(4); 41-45 años (1); 46-50 años (1). Estado civil: 13 casadas y 2 unidas. Nivel educativo: trece
(13) completaron el 6º. Grado de primaria, una (1) estudió hasta 3er. Año de básico y una (1)
realiza estudios universitarios.

3.2 Instrumentos

Se elaboró y aplicó un cuestionario abierto semi-estructurado-como guía de entrevista- cuyo


objetivo principal era determinar la existencia de antecedentes familiares de violencia
intrafamiliar tanto en la familia de la agredida como en la del esposo así como actitudes,
creencias, suposiciones y percepciones del sujeto entrevistado sobre la experiencia de la
violencia a la que fue expuesta.

3.3 Procedimiento

El inicio de esta investigación se remonta a los vínculos establecidos con el Departamento de


Psicología del Organismo Judicial relacionados con los casos que sobre violencia intrafamiliar
fueron remitidos al Instituto de Psicología de la Universidad Rafael Landívar. Al confirmarse el
interés sobre la temática de la violencia en la agenda de investigación de la Universidad Rafael
Landívar, se iniciaron los primeros contactos con la Fiscalía de la Mujer, que es la entidad
responsable de documentar, asentar y proceder en los casos en los cuales hay quejas sobre
violencia intrafamiliar o violencia basada en el género.

La propuesta de investigación presentada a la Fiscalía de la Mujer comprendía conocer la


vivencia de la experiencia de la violencia desde la perspectiva del agredido, y esclarecer cuáles
creían que eran las causas que generaban la violencia en contra de ellas, cómo se sentían al
respecto, actitudes hacia su pareja y familia como resultado de la violencia, creencias,
percepciones y actitudes hacia el fenómeno. La guía de entrevista se afinó para incluir
antecedentes de violencia intrafamiliar tanto en la familia del agredido como del agresor, así
como otros ítems en los cuales se conocieran las razones de permanencia en el contexto de
violencia a pesar de las graves consecuencias a nivel físico y emocional.
Las modalidades de la violencia doméstica (disponible en http://www.coriac.org.mx),
permitieron definir tres tipos de violencia. Violencia tipo 1 que comprende los siguientes actos
o comportamientos: tirarse objetos, empujones, sacudidas y/ o bofetadas. Violencia tipo 2 que
comprende los siguientes actos o comportamientos: gritos, ofensas, humillaciones, y/ o
amenazas. Violencia tipo 3 que comprende los siguientes actos o comportamientos: patadas,
golpes de puño, fracturas, heridas quemaduras, lesión por objetos cortantes o contundentes y
violencia sexual.

Después de ser aprobada la propuesta por la Dirección de la Fiscalía de la Mujer se procedió a


establecer el cronograma de actividades y seleccionar el espacio para las entrevistas. Por
parte de la Fiscalía se indicó a los oficiales encargados y encargadas de las demandas, remitir
a las demandantes para realizar las entrevistas. Los criterios bajo los cuales los oficiales de la
Fiscalía debían de remitir a las demandantes a la entrevista fue de que cumplieran el requisito
de haber sido víctimas de violencia intrafamiliar en cualquiera de sus tres modalidades. Previo
a iniciar la entrevista, se le explicó el propósito de la misma y se les aseguró absoluta
confidencialidad.

Las entrevistas se realizaron en el tercer nivel de la Fiscalía de la Mujer en el horario de 9


horas a 12 horas los días martes y jueves. Las entrevistas no se grabaron sino se anotaron
todas las respuestas dadas. El promedio de mujeres entrevistadas en cada día de
investigación fue de 2 a 3 y en algunas ocasiones hubo una entrevista. En dos ocasiones no
hubo referencia alguna.

Al completar las 15 entrevistas se procedió a las transcripciones en la modalidad de historia


clínica con las modificaciones que comprenden tanto el enfoque de entrevista centrada en un
tema concebida por Leithaeuser y Volmerg (1979, 1988) y la modificación de entrevista
centrada en un problema desarrollada por Witzel (1989), en la cual se hace un énfasis en el
análisis cualitativo del contexto subjetivo de los significados.

En esta investigación el foco fue sobre el individuo, sus experiencias y opiniones sobre el tema.
Para el efecto, se procedió a una conversación abierta la cual se estableció al inicio de la
entrevista en la cual se explicó de que se trata el tema a discutir y se proporcionaron las
clarificaciones necesarias (duración, confidencialidad). El tema de la entrevista se inició con las
preguntas base escritas en la guía elaborada. Las preguntas se formularon de tal manera que
fueron lo suficientemente abiertas para evitar las resistencias usuales. Después de la entrevista
se hicieron anotaciones que comprendían mis primeras impresiones (ideas, asociaciones,
teorías relacionadas) sobre lo discutido, sentimientos, emociones (interacción, atmósfera de la
conversación, dinámica).

La evaluación de la entrevista partió del método de interpretación hermenéutica del texto


desarrollada por Leithaeuser y Volmerg (1979, 1988). En esta investigación se recurrió a una
modalidad de “hermenéutica vertical” que fue un análisis de los casos individuales que tiene la
ventaja de considerar las experiencias, puntos de vista e ideas de la persona entrevistada. De
ahí se partiò hacia una segunda evaluación en la cual de la suma de todas las entrevistas
permitiò tomar los temas especiales (“análisis horizontal”).

Los pasos del análisis de datos fueron en resumen los siguientes:

a) un recuento de la entrevista, la cual dio una visión general de los contenidos; b) el texto
se examinó para identificar comentarios que se consideraron relevantes. Estas fueron
oraciones significativas en las cuales las experiencias principales, puntos de vista,
actitudes, posiciones y acciones fueron comprimidas. (ejemplo: entrevistador: “porqué
cree que él es así?”; entrevistada: “Porque así son los hombres”); c) posteriormente lo
obtenido se subdividió por temas y contenido manifiesto; d) los textos y comentarios se
analizaron para su interpretación.

Realizados los análisis respectivos se procedió a la interpretación de la información y se


elaboró el informe final del trabajo realizado.

IV. Presentación y análisis de resultados

La investigación proporcionó los siguientes resultados:

 De las 15 mujeres entrevistadas, 8 de ellas presentan antecedentes de violencia


intrafamiliar en la familia de origen. Esta violencia se dio entre los padres de las
víctimas quienes recuerdan haber visto en sus hogares maltrato del padre hacia la
madre. El tipo de violencia fue del tipo 1 y del tipo 3. Aunque algunas las entrevistadas
no fueron víctimas directas de esta violencia, (de las ocho, dos de ellas fueron víctimas
en su infancia de la violencia y las seis restantes únicamente presenciaron el hecho), el
haber presenciado la violencia dejó de manera evidente sus secuelas emocionales.
 De acuerdo al relato de las 15 mujeres entrevistadas 13 de sus parejas tienen
antecedentes de violencia intrafamiliar. Esta violencia fue predominantemente del tipo
3 entre el padre y la madre del esposo. En todos los casos reportados en los cuales la
mujer comentó que en la casa de su esposo se había dado violencia doméstica,
sufrieron ellas el mismo tipo de violencia por parte de su pareja.

 En ambas familias de origen (agresores y víctimas) existen patrones de disfunción


familiar, especialmente negar o disminuir la severidad de los problemas que se les
presentan, represión en los miembros significativos que quieren hablar de los
problemas familiares y problemas de comunicación (los miembros no se escuchaban o
en ocasiones se gritaban o no se hablaban). En la mayoría de los casos los problemas
que se suscitaban fueron sobredimensionados o subestimados lo cual no permitió vías
de solución adecuadas o llevó a un sentimiento de incapacidad para resolverlos.

 En 14 casos de las 15 mujeres entrevistadas, sus parejas o esposos han tenido o


tienen al momento de la entrevista relaciones sexuales con otra mujer fuera del
matrimonio. Esta se ha dado de manera ocasional o permanente. Esta infidelidad ha
sido tolerada por las víctimas a pesar de sus consecuencias emocionales tales como el
descenso de la autoestima personal, la modificación del auto concepto y el ser
relegada emocionalmente a un segundo plano. La tolerancia de la mujer ante esta
situación le genera y acumula sentimientos de frustración, cólera reprimida y estados
depresivos.
 De las 15 mujeres entrevistadas, 11 fueron víctimas de violencia sexual como
consecuencia del consumo de alcohol. Se encuentra que el consumo de alcohol por
parte de la pareja, se presenta de manera positiva, consistente y altamente significativa
tanto como causa precipitante y factor de riesgo en la violencia intrafamiliar. Todas las
mujeres que reportan consumo de alcohol por parte de la pareja reportan violencia y
agresión por parte de su compañeros y en 11 de los casos la violencia las mujeres
fueron obligadas a tener relaciones sexuales contra su voluntad por lo que muchas de
ellas se consideran violadas.

 Todas las entrevistadas reportaron antecedentes de problemas matrimoniales. Los


problemas mencionados fueron: infidelidad, falta de comunicación en el sentido de ser
escuchadas o comprendidas sobre sus problemas personales y negación o
disminución de la severidad de los problemas. Las parejas problemáticas muestran
menos afecto positivo, y más sentimientos negativos.
 Las entrevistadas aceptan de manera tácita la asimetría de las relaciones como
producto de los patrones de crianza observados por la víctima, la cual fue aprendida
en su hogar al observar y comprobar el poder de decisión del padre sobre la madre y la
familia. Este tipo de relación refuerza de alguna manera el maltrato continuado el
cual genera en la mujer un proceso patológico de adaptación.

 En todas las entrevistadas se da, en diferentes grados, una dependencia emocional y/o
económica. La dependencia emocional esta asociada a la creencia de que está en
ellas o que depende de ellas el evitar los conflictos o la ruptura matrimonial a pesar de
la violencia. La dependencia económica en algunas de las entrevistadas es sustentada
por su oficio, que por ser amas de casa no generan ingresos al sustento familiar.
 Se observa la presencia de un comportamiento que contribuye a que la mujer
permanezca con su pareja violenta, que corresponde al síndrome de indefensión
aprendida, el cual es que al ver que no hay manera de evitar los malos tratos ya no
actúan para evitarlo, lo cual desde el exterior da la impresión de que la mujer no quiere
remediar el problema.
 Una de las razones que demora o impide el abandonar a la pareja violenta es el temor
a las represalias o amenazas que han surgido en los diferentes actos de violencia que
ella ha padecido, a este factor le sigue la dependencia económica y el miedo a perder
los hijos.
 El estilo explicativo de las entrevistadas para entender las razones por las que suceden
ciertos problemas en el seno familiar así como los hechos violentos a las que han sido
expuestas, es un estilo pesimista lo cual permite que se perpetúe, se agrande o
propague la experiencia de desamparo como producto de la violencia intrafamiliar.

 Vinculado al estilo explicativo pesimista se muestra una reacción de indefensión


aprendida la cual a través del tiempo ha reforzado la creencia de que no importan lo
que se haga, no hay una solución. Esa actitud está reforzada por los miedos, temores a
las amenazas que la pareja ha expresado cuando ha habido intentos de separarse o de
divorciarse, de tal manera que las víctimas no ven solución al problema.

 Todas las entrevistadas presentan un descenso de su autoestima. Los


comportamientos característicos de baja autoestima detectados fueron:1) desconfianza
en ellas mismas, temen enfrentar las situaciones de la vida y se siente incapaz de
abordar exitosamente el problema matrimonial y de violencia por lo que optan por
inhibirse y esperar un mejor momento que casi nunca llega; y 2) incoherencia: la
entrevistada dice una cosa y hace otra, asegura querer cambiar pero se aferra a sus
creencias adquiridas en el seno familiar disfuncional.
 La posición de las mujeres entrevistadas ante los comportamientos familiares
disfuncionales y la violencia de la que son víctimas, es de pasividad y tolerancia. Esto
está apoyado por el hecho de que han vivido y experimentado las agresiones por
períodos que van desde dos años hasta diez años.

 El principal mecanismo de defensa utilizado por las entrevistadas para manejar la


ansiedad que les provoca la vivencia de la violencia es el de racionalizar la conducta de
su pareja lo cual hace parecer el comportamiento violento de la pareja racional o como
producto de que lo que le sucede a su esposo es causado por “el maltrato de pequeño
en su familia”, “tiene otros problemas”, “Dios así lo quiere”, de esta manera el conflicto
es minimizado.

 El fenómeno de la violencia intrafamiliar se comprende y explica mejor a través de tres


factores: los factores precipitantes, los factores de mantenimiento y los factores
contribuyentes, los cuales interactúan y crean una dinámica propia que contribuye,
mantiene y manifiesta de manera abierta la violencia intrafamiliar.
 Entre los factores precipitantes de la violencia intrafamiliar de manera regular se
encuentran los siguientes: consumo de alcohol por parte del agresor, el asumir una
actitud confrontativa hacia el esposo por la infidelidad de éste, superación del umbral
de tolerancia hacia los problemas de pareja o familiares (frustración, conductas de
dominancia por parte del esposo) los cuales habían sido contenidos o reprimidos.

 Entre los factores contribuyentes de la violencia intrafamiliar aparecen los siguientes:


antecedentes de violencia familiar en las familias de origen tanto en el agresor como en
la víctima, baja autoestima, el establecimiento y aceptación de conductas
controladoras por parte del esposo, pérdida del vínculo afectivo (amor), infidelidad por
parte del esposo, conductas características de disfunción familiar tales como sentido de
incapacidad para resolver problemas, desesperanza y frustración, negación de que
exista un problema en la familia, humillación y/o represión a los seres significativos
que quieren hablar del problema familiar y el provocar culpa y pena a los hijos por las
cosas que pasan.

 Entre los factores de mantenimiento de la violencia intrafamiliar se muestran:


amenazas por parte del esposo, miedo a ser agredida como represalia, dependencia
emocional y económica, prejuicio a ser identificada como “divorciada”, recurrir a la
racionalización de quedarse “por los hijos”, falsas expectativas de cambio por parte de
la pareja, baja autoestima, estilo explicativo pesimista, concepto distorsionado o
equivocado de lo que significa “amar”.
 La presencia de conductas características de una escasa autoestima en las mujeres
agredidas es una constante, las cuales son: a) poca confianza en sí mismas, sus
capacidades y potencialidades; b) el desarrollo de un sentimiento de incapacidad lo
cual promueve el desarrollo de la tolerancia hacia la relación disfuncional y violenta de
manera permanente la cual la coloca en un estado de desgaste emocional.

 A través de las entrevistas se evidencia que los efectos de la violencia intrafamiliar


sobre la salud mental son depresión, angustia y escasa autoestima.

 Las entrevistadas presentan alguna o algunas de las características de los trastornos


de ansiedad, específicamente las del trastorno por estrés postraumático tales como
ansiedad, recuerdos constantes del abuso, pesadillas, conducta de evitación a ciertas
situaciones asociadas al abuso.

V. Discusión

Los hallazgos de la presente investigación sobre la existencia de antecedentes de violencia


intrafamiliar tanto en la familia de la mujer agredida como la del agresor como factor
predisponente y de mantenimiento en las conductas de violencia intrafamiliar estudiadas,
confirma las hipótesis de Pollack (2002) planteadas en su modelo intergeneracional y violencia
doméstica de que: 1) la probabilidad de que el esposo sea violento depende de si él creció en
un hogar violento; 2) la probabilidad de que la mujer permanezca casada con un esposo
violento depende de si ella creció en un hogar violento y 3) de que los individuos que crecieron
en hogares violentos tienden a casarse con individuos que crecieron en hogares violentos.

Los estudios de Lebovici (1993) también confirman los hallazgos del presente trabajo, al
describir el concepto de la transmisión intergeneracional del vínculo, en donde señala que el
foco ha sido puesto sobre los conflictos infantiles de los padres, con su respectiva infancia de
los abuelos, constituyéndose así lo que él designa como "el mandato intergeneracional". Así
mismo, Lebovici (1994) hace notar que la transmisión intergeneracional hace posible
comprender los efectos de los conflictos de la infancia de los padres en el desarrollo de sus
hijos. La transmisión intergeneracional también introduce a las generaciones de los abuelos
dentro de la vida psíquica de los hijos, a través de los conflictos infantiles de los padres, ya sea
preconscientes o reprimidos.

Los mismos hallazgos son confirmados por las investigaciones realizados por el Colectivo de
autores sobre Violencia Doméstica en la Mesa Redonda. MEDIJUS en Camagüey (1994), y
sobre la transmisión intergeneracional de la violencia intrafamiliar en Colombia Bahamón
(2005) en donde se repite el fenómeno y corrobora las hipótesis de Pollack (2202) y las
investigaciones de Kalmuss (1984),Seltzer y Kalmuss (1988). Esta experiencia de violencia en
la familia de origen así como la internalización de los modelos de identificación; refuerza la
literatura que enfatiza el efecto y la influencia intergeneracional de la violencia y de que las
niñas tengan más probabilidad de involucrarse en relaciones donde se de el predominio de una
relación de violencia o abuso. Este hallazgo también confirma las investigaciones en las cuales
se encontró de que hay una mayor probabilidad de que una mujer en su vida adulta se
involucre en relaciones abusadoras o sea víctima de violencia doméstica cuando de pequeñas
han presenciado violencia de parte del padre hacia la madre en el hogar, y no necesariamente
deben de haber sido víctimas de ésta.

En la vida de las entrevistadas, la experiencia de la relación con las personas significativas-


padre o madre-son perdurables y afectan las futuras relaciones con otros, lo que destaca la
importancia de la matriz interpersonal y social en las relación y elección de pareja Lo anterior
sugiere una dirección de causalidad evidente en los casos en los cuales hay antecedentes de
violencia o abuso hacia la madre de la víctima.

Este hallazgo junto al de antecedentes de violencia doméstica en la familia de la víctima, hace


reconsiderar la teoría de la transmisión intergeneracional en cuanto a la imitación de patrones
de conducta de una generación a otra. Por otro lado, es probable que la mujer haya sufrido
malos tratos en la infancia o los haya observado en su familia de origen con lo que ha
desarrollado una baja autoestima y una alta tolerancia a la violencia, ya que se trata de un
modelo aprendido anteriormente. El paso constante de la violencia al afecto, refuerza las
relaciones de dependencia por parte de la mujer maltratada, que empeoran cuando la
dependencia también es económica..

La investigación realizada por Gutiérrez, García y Ceballos (2005) sobre los factores
psicológicos y sociales asociados a la violencia intrafamiliar a través del ciclo vital apoya los
datos de este estudio en los que el haber sido miembro y participante de una familia
disfuncional es un factor predisponente a ser víctima y victimario de violencia intrafamiliar. El
estudio de Gutiérrez et al., (2005) establece que la familia se convierte en el lugar propicio
para manejar el poder que conecta al individuo con el mundo que lo rodea, sin embargo dicha
conexión depende fundamentalmente del estilo funcional de la pareja. En este orden de ideas
el factor comunicación se podría denominar como de vital importancia en la presentación de
comportamientos violentos, es así, como el estilo persuasivo predomina, circunstancia que se
ejemplifica a través de los insultos, amenazas y chantajes generados al interior del grupo
familiar, como mecanismos para cambiar la actitud y conducta de los más cercanos.

Por otra parte, el manejo del poder al interior del núcleo familiar es un aspecto tan o más
importante que la comunicación, reflejo de esta afirmación lo constituyen las diferentes
manifestaciones de agresividad utilizadas como una estrategia para establecer quien y en que
momento se tiene el poder. El mismo estudio encuentra relaciones significativas entre la
violencia intrafamiliar y la presencia de patrones familiares disfuncionales, esta observación
apoya la presencia de antecedentes de rasgos de patrones familiares disfuncionales en las
historias de las entrevistadas.

El consumo del alcohol y la violencia intrafamiliar concuerda con los estudios realizados por
Kishner y Johnson (2004) en su reporte “Profiling Domestic Violence” A Multi-Country Study en
el cual los resultados de los cuestionarios del Demographic and Health Surveys (DHS)
encontraron una relación entre la experiencia de violencia por las esposas y la frecuencia de
borrachera entre los hombres que consumen alcohol, la cual es positiva, monotónica, y
altamente significativa en todos los países donde se obtuvieron datos. Las mujeres que
reportan que sus esposos llegan a la casa borrachos frecuentemente son las más
predispuestas a reportar violencia doméstica. Entre los seis países estudiados en donde se
obtuvieron datos sobre el consumo de alcohol y borrachera, la violencia es de dos a cinco
veces más común entre los esposos que se emborrachan con frecuencia que entre aquellas
cuyos esposos nunca se emborrachan.

La asimetría de las relaciones entre el hombre y la mujer y la aceptación de ésta se ve apoyada


por el modelo ecológico de factores asociados a la violencia por la pareja de Heise, Ellsberg y
Gottemoeller (1999) en el eje de sociedad que otorga a los hombres el control sobre el
comportamiento de las mujeres y en el eje de relaciones en los cuales el varón controla el
patrimonio y la toma de decisiones en la familia. La legitimización cultural sobre los estereotipos
de género en el contexto cultural y el uso del poder en las familias de corte autoritario también
están documentadas en Corsi (2004).

Los datos de la dependencia económica como un factor contribuyente a la violencia


intrafamiliar aparece también vinculada al eje de relaciones del modelo de Heise, Ellsberg y
Gottemoeller (1999) que se refiere al patrimonio y toma de decisiones.

La baja autoestima como factor común en las víctimas de violencia intrafamiliar se confirma y
se puede constatar en los estudios, ensayos e investigaciones sobre la relación y efectos de
la violencia intrafamiliar y baja autoestima en la mujer, los que se encuentran Burga (1997),
Ministerio Público de Guatemala (2004), Corsi (2004) en su estudio sobre violencia intrafamiliar
e identidades masculinas de Kaufmann “Hombres, placer, poder y cambio. La construcción de
la masculinidad y la tríada de la violencia masculina” e Irigoyen (1999).

El estudio coincide con los hallazgos de Walter (1991) sobre las razones por las cuales las
mujeres agredidas permanecen o no finalizan la relación violenta a pesar de las graves
consecuencias para su salud física y salud mental. Los argumentos expuestos por las
entrevistadas para no finalizar la relación violenta fueron específicamente: 1) por el temor de
que el agresor le haga más daño a ella o a los hijos, 2) porque el agresor es el proveedor
económico del hogar y les mantiene a ella y a sus hijos, 3) porque tienen hijos pequeños y
prefieren “aguantar” al agresor antes que abandonarlo y que sus hijos crezcan sin la imagen
paterna.

Las teorías que explican mejor el fenómeno de la violencia intrafamiliar que se revelan en los
casos estudiados son: a) la teoría de las relaciones de objeto, b) los estilos explicativos e
indefensión aprendida (Seligman et al.,1979) la cual dice que los seres humanos con depresión
han aprendido a no enfrentarse a las situaciones de la vida, porque han tenido experiencias
previas que les han mostrado lo inútil que resulta esforzarse por resolver los propios
problemas. El haber estado expuesto a situaciones consideradas por ellas irresolubles dificulta
o impide que se enfrenten y resuelvan problemas posteriores; c) el modelo ecológico de
factores asociados de Heise, Ellsberg y Gottemoeller (Heise et al., 1999) y d) la teoría de la
transmisión intergeneracional.

Los resultados de la investigación proporcionan informaciòn sobre las actitudes, percepciones,


creencias y condiciones en las que la violencia intrafamiliar se desarrolla así como de los
vínculos que preservan el ciclo de la violencia. Subrayan, asimismo la necesidad de realizar
más estudios que aclaren los perfiles psicológicos tanto de víctima como de agresor para
tener una visión más coherente y completa de la dinámica de su relación y efectos en las
generaciones futuras. También es importante la revisión sobre la influencia de la transmisión
intergeneracional la cual es apoyada de manera tácita por el contexto cultural.
Nuevas investigaciones permitirán complementar los estudios multipaís realizados por la
OMS, así como apoyar las políticas públicas y los esfuerzos de las organizaciones en derechos
humanos que buscan implementar programas de intervención, prevención y erradicación de la
violencia en contra de la mujer.

VI. Conclusiones

1. El tener antecedentes de violencia intrafamiliar en la familia de origen es un factor que


predispone a la mujer a involucrarse en relaciones abusivas y ser víctima de violencia
intrafamiliar.
2. La presencia de antecedentes de violencia intrafamiliar en la familia de origen del
agresor es un factor que predispone, contribuye y perpetúa la violencia basada en el
género o violencia intrafamiliar.

3. El consumo de alcohol por parte de la pareja tiene una relación directa y altamente
significativa con el abuso físico y sexual hacia la mujer.

4. Las mujeres agredidas presentan conductas que corresponden a una baja autoestima,
específicamente falta de confianza en sí mismas, incoherencia y dependencia
emocional como resultado de la violencia a la que han sido expuestas desarrollando
una tolerancia hacia la relación disfuncional y violenta de manera permanente la cual la
coloca en un estado de desgaste emocional.

5. La infidelidad por parte de los esposos es parte del cuadro de los problemas
matrimoniales que la mujer agredida vive, y el confrontar al hombre sobre su infidelidad
es motivo precipitante de violencia.

6. Para poder entender las razones de la violencia de la cual son víctimas, las mujeres
entrevistadas recurren a un estilo explicativo pesimista.

7. Las entrevistadas presentan algunos de los síntomas o comportamientos asociados a


un trastorno de ansiedad o de trastorno por estrés postraumático.

8. Los factores que predisponen a involucrarse en una relación que culmine en violencia
intrafamiliar son antecedentes de violencia intrafamiliar tanto en la familia de la víctima
como la del agresor.

9. Los factores que precipitan la violencia física y/o la violencia sexual son
primordialmente el consumo de alcohol, el confrontar al esposo con la infidelidad y la
superación del umbral de tolerancia de los problemas matrimoniales.

10. Los factores de mantenimiento de relaciones abusivas o violencia intrafamiliar son


amenazas por parte del esposo, miedo a ser agredida como represalia, dependencia
económica, recurrir a la racionalización de “aguantar (quedarse) por los hijos”, falsas
expectativas de cambio por parte de la pareja, baja autoestima, estilo explicativo
pesimista y un concepto distorsionado o equivocado de lo que significa “amar”.

VII. Recomendaciones

Recomendación 1

Realizar estudios verticales y longitudinales sobre la transmisión intergeneracional y sus


consecuencias en las familias urbanas.

Recomendación 2
Realizar estudios que investiguen la interrelación de la matriz transmisión intergeneracional-
relaciones objetales-estilo atribucional e indefensión aprendida.

Recomendación 3

Realizar estudios sobre violencia intrafamiliar en el ámbito rural.

Recomendación 4

Investigar el perfil psicológico, las creencias y actitudes en los hombres agresores que
perpetúan la violencia contra la mujer.

Recomendación 5

Incluir en las futuras investigaciones con víctimas de violencia intrafamiliar una batería de
pruebas psicológicas que nos proporcionen mayores y mejores datos sobre su estado
emocional y mental.

Recomendación 6

Elaborar un psicodiagnóstico de las víctimas de la violencia intrafamiliar para conocer sus


motivaciones, estilos cognitivos, procesos de pensamiento y características de personalidad
que nos proporcionen un cuadro psicológico que permita mejor la dinámica de la víctima en
sus relaciones interpersonales.

Recomendación 7

Ampliar y profundizar las investigaciones sobre los tres factores que explican la violencia
intrafamiliar: factores de mantenimiento, factores precipitantes y factores contribuyentes.

Recomendación 8

Desarrollar, ejecutar y evaluar programas preventivos destinados a las víctimas demandantes


de violencia intrafamiliar sobre los factores precipitantes y de mantenimiento de la violencia
intrafamiliar.

Recomendación 9

Iniciar el cabildeo con Organismos Internacionales para incluir a Guatemala en los Estudios
Multipaís de la OMS sobre la salud de la mujer y violencia doméstica.
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Warren, H. (1996). Diccionario de Psicología, Fondo de Cultura Económica, México.


ANEXO 1
Historias Clínicas

Historia 1.

Mujer de 46 años, casada desde hace 24 años, ama de casa, la familia nuclear la componen el
esposo, la víctima y tres hijos (dos hombres: uno de 21 y otro de 9 años y una hija de 23 años).
En el nivel de escolaridad encontramos que curso hasta el 6º. Año de primaria.

La entrevistada no refiere antecedentes de violencia doméstica en su hogar, pero refiere que


en la casa del esposo si se dio violencia intrafamiliar así como patrones disfuncionales
familiares tales como:
1) el hermano dejó a la esposa, 2) otro hermano fue asesinado, y 3) el padre golpeaba a la
madre. Estos antecedentes en la familia del esposo nos indican un patrón disfuncional con
características disociales en el desarrollo de algunos de sus miembros lo cual es fuente
propicia para la violencia intrafamiliar. En este ambiente patológico y disfuncional, el esposo
creció y copio los modelos de comportamiento además de realizar una identificación con el
agresor.
Por parte del esposo hay antecedentes de violencia doméstica tipo 3 en su primer matrimonio
que consistieron en amenazas verbales y con arma blanca (cuchillo) contra la ex-esposa
además de golpearla y ocasionarle fracturas lo que requirió la necesidad de hospitalización.

El tipo de violencia doméstica actual que sufre la entrevistada es del tipo 3 la cual se
caracteriza por golpes de puño (los cuales recibió), patadas y violencia sexual (la entrevistada
refiere haber sido forzada a tener relaciones sexuales por su esposo, lo cual justifica con el
argumento de que “tiene derecho”), a esta violencia se agregan las humillaciones y amenazas
tanto a nivel privado como público.
Este tipo de maltrato se ha dado en los últimos 2 años. De acuerdo a la entrevistada, esta
situación coincide con infidelidad de parte del esposo, el cual inició al tener relaciones con la
sobrina. La sobrina parece ser que se identificó de tal manera con el esposo de la agredida, al
punto de que la misma sobrina ha llegado a amenazarla con golpearla si no lo deja en paz
(dejar de confrontar y darle problemas). La época en la cual el esposo inició sus relaciones con
la sobrina coincidió con constantes discusiones entre la pareja hasta el punto en que el esposo
abandonó el hogar. Posteriormente regresó y bajo promesas de cambiar y el acostumbrado
arrepentimiento, ella lo aceptó de nuevo.

En la familia de la agredida no hay antecedentes de violencia intrafamiliar sin embargo por sus
relatos encontramos patrones que concuerdan con las características de una familia
disfuncional tales como: mentir para ocultar que existe un problema emocional, provocar culpa
y pena a los hijos, preocupaciones constantes y un sentido de incapacidad para resolver
problemas. Por ejemplo, a pesar que habían problemas de que la madre sufría de depresiones,
no llegaron a aclarar el porque o a realizar el tratamiento adecuado. En otras ocasiones
pasaban cosas en la casa que sentían que no iban a poder arreglar (económicos en su
mayoría) unido a preocupaciones constantes sobre el mismo tema. Lo anterior llevó a una
constante desesperación y frustración y una visión de la vida un tanto negativa.

La entrevistada refiere que la principal razón para “aguantar” esta situación fue “por los hijos”,
específicamente se trata de esperar que se gradúe el mayor de ellos, sin embargo no nos
afirma de que al momento de la graduación de los hijos ella se separe o divorcie del esposo. A
la luz de los antecedentes y patrones de comportamiento a través de los años con su pareja es
muy probable que “espere” que el hijo menor se gradúe y de esta manera continúe el vínculo
con su esposo a la espera de que se de un cambio en él.

Los efectos negativos en los hijos por este tipo de violencia no tardaron en darse, entre las
consecuencias encontramos-de acuerdo a lo relatado por la entrevistada- desánimo, tristeza y
frustración (“se sienten desmoralizados”. El más afectado parece ser el hijo de 9 años y ello se
refleja en sus estudios (notas bajas, falta de concentración, aislamiento de compañeros). Los
hijos mayores (23 y 21 años) han manifestado síntomas de depresión, aislamiento y
desesperanza.

Las reacciones por parte de la agredida ante la situación actual y la que se fue gestando a
través de los años han sido de desesperanza, tristeza, cólera y decepción. Al preguntarle a la
entrevistada a que atribuye la violencia de la cual es víctima sus respuestas fueron:
1) por los antecedentes familiares: en la familia del esposo hay antecedentes de violencia,
muertes, agresiones, separaciones lo que explica porque el es así (se explica su
comportamiento y justifica su proceder); 2) por maldad: se refiere a un rasgo de la
persona que explica la conducta. Esta puede ser adquirida por ser inherente, por
aprendizaje o imitación. 3) porque “ya no lo quieren a uno”: la manera que es tratada por
el esposo indica que ya no es ni amada ni respetada.

Se le preguntó a la entrevistada posteriormente cuál era la razón de continuar en la relación y


sus argumentos fueron:
1) Miedo a ser agredida, amenazada o algo más serio (se refiere a golpiza, hospitalización o
que la busque para hacerle daño), por dejarlo, abandonarlo o separarse de él (ya existen
antecedentes en el matrimonio previo de él; 2) esperanza de que el cambie (nos reafirma
la negación de los hechos actuales y pasados con una falsa esperanza; 3) difícil sacar a
los hijos adelante uno sola.

Historia 2.

Mujer de 36 años, casada desde hace 6 años, ama de casa. La entrevistada informa de que
“está casada pero no vive con él” Vive solo con su hijo de 5 años de edad. La entrevistada no
refiere antecedentes de violencia doméstica en su hogar. Sin embargo, si refiere antecedentes
de violencia intrafamiliar en el hogar del esposo (25 años), donde el padre agredió tanto a la
madre como a la hermana. El tipo de violencia que se dio en el hogar del esposo fue del tipo 3.
El esposo le contó sobre estos recuerdos y según la entrevistada esto le afectó bastante.

Entre los antecedentes de la entrevistada tenemos que proviene de una familia integrada
donde no hubo manifestaciones abiertas de violencia entre los padres. Tiene 1 hermano de 38
años y una hermana de 30 años soltera. El hermano mayor está casado, la hermana sigue
soltera. Todos trabajan (el hermano de maestro y la hermana pequeña de secretaria). Cuenta
que la decisión de casarse estuvo determinada por el hecho de que ya era “grande” (30 años) y
no tenía familia y su futuro esposo no era como es hoy, aunque si tenía sus problemas “como
todos”.
El tipo de violencia a la cual la entrevistada fue expuesta es del tipo 3 que consiste de patadas,
golpes de puño, amenazas de tipo verbal y con arma blanca (cuchillo), humillaciones, gritos y
ofensas. En este caso la entrevistada en muchas ocasiones es víctima de persecución no
sistematizada por parte del esposo que consiste en que él la llega a buscar ya sea a la casa o a
otros lugares donde se encuentre para reclamarle o a veces para amenazarla. La manera en
que responde a estas persecuciones es a través de la evitación en lo posible, por lo menos
dice “no le contesta”.

Ante los actos de violencia de él hacia ella, las reacciones de la víctima son de evitación y
conllevan un fuerte componente de temor y ansiedad. Tanto las agresiones pasadas y actuales
coinciden con la ingesta de alcohol por parte de él y era cuando la agredía. En la actualidad la
bebida hace que el llegue a la casa en la madrugada, patee la puerta y amenace tanto a ella
como a los niños. Otro factor que tiene relación con la violencia del esposo se refiere a la
infidelidad de éste y quien como mecanismo de defensa proyectivo reacciona contra ella
agrediéndola, persiguiéndola y obstaculizando su desarrollo personal.

Otro antecedente que se da respecto al esposo es que este ya fue una vez internado en un
sanatorio por consumo de drogas y alcohol. El tratamiento en el sanatorio duro poco y no se
logro un cambio significativo en su comportamiento ya que “sigue en las mismas”.

La entrevistada informa que el esposo es 5 años más joven que ella y es muy inmaduro y que
no tolera la autosuficiencia de ella, lo cual es para ella una de las razones para que el se
comporte de la manera que lo hace.

Al preguntarle a la entrevistada a qué atribuye que él sea así, dice que es porque: 1) él no está
de acuerdo en que ella sea independiente y salga adelante, 2) unido al hecho de los
antecedentes familiares (“en su casa el padre le pegaba a la mamá”), 3) que él no trabaja y 4)
ella tiene su propiedad y eso le da cólera, 5) el ser más joven e inmaduro y 6) su propia
autosuficiencia ( “no necesito de él para vivir”).

Historia 3.

Mujer de 27 años. De profesión secretaria. Casada desde hace 11 años. Familia compuesta por
su esposo y dos hijos (un hombre de 8 años y una mujer de 11 años). Actualmente está
separada del esposo. No hay antecedentes de violencia doméstica en el hogar de ella pero si
en el hogar del esposo.

La violencia que se dio en la familia del esposo fue del tipo 3, específicamente los golpes, gritos
y ofensas. El esposo relato este hecho a la entrevistada y de acuerdo a ella eso le afectó
bastante ya que no le gustaba ver a su madre triste y mucho menos golpeada, esta situación
culminó con el divorcio de los padres. Cuenta que su esposo le contó le daba mucho miedo su
papá ya que a veces el era víctima de la cólera del padre, especialmente cuando bebía.

La entrevistada refiere que el tipo de violencia al cual ella ha sido expuesta es del tipo 1 y 3. La
primera vez que se dio esta violencia fue cuando ella tenía 16 años (edad en la cual contrajo
matrimonio) la causa fue que ella desobedeció al esposo y el le pegó. El patrón de agresión se
repitió en cada ocasión en la cual ella no le hacía caso a él. Otras ocasiones de agresión
fueron cuando el consumía licor y además han existido amenazas hacia ella por la separación.
En los niños los efectos de la violencia han sido de tener “mal carácter” y volverse “agresivos”,
“pelear todo el tiempo”. Comenta que ellos (los niños) si han visto cuando “el me grita o pega”.
A la entrevistada le parece que la violencia que vio en su casa le hace pensar que también
con ella va a funcionar para que haga lo que el quiere (al igual que al padre) y posiblemente de
alguna manera evitaría las separación entre ellos como de hecho se dio. Esto mantiene la
cólera en él ya que se repitió la historia familiar. Considera también que es injusto que la
“agarre contra los hijos” ya que no tienen la culpa de nada, ni ella tampoco.|

Otra característica de esta relación es el hecho de que el esposo se oponía a que ella se
superara de alguna manera, especialmente en lo referente a estudiar. Esto ocasionó aparte de
las molestias que generaron violencia en el esposo por “no hacerle caso”, amenazas que
giraban alrededor de las consecuencias por no estar en la casa y atenderlo a él. Lo anterior se
vincula al hecho de que haya existido infidelidad por parte del esposo desde hace 7 años, lo
cual ella toleró porque creyó que él podía cambiar. Además comenta que se mantuvo allí por
“orgullo” ya que ella es la esposa, hasta que vio que el no la quería y trataba mal a todos.
Como respuesta a esta situación la entrevistada se separó y se fue a la casa de los padres
donde se quedó y “se acomodó”.
Al preguntársele las razones por las que su esposo tiene este comportamiento violento, ella
respondió de que probablemente es porque: 1) en la casa de él no lo formaron; 2) la familia
estaba separada por el divorcio de los padres; 3) la madre lo consintió mucho
(sobreprotectora); 4) la bebida hace que los hombres se vuelvan “brutos”; 5) porque el ya no la
quiere ( sino no le hubiese sido infiel y no le hubiese pegado ni amenazado).

Se le preguntó a la entrevistada porqué toleró tanto tiempo (11 años) esta situación de
violencia. Ella responde que al principio fue porque lo quería y aún no se había dado la
situación de infidelidad. Otras razones fueron: “para que los niños no crecieran sin padre”, “por
miedo a que le hiciera daño”, “porque creía que iba a cambiar”.

Historia 4.

Mujer de 33 años de edad, estado civil casada, con escolaridad hasta el 6º grado de primaria.
La familia está compuesta por el esposo de 55 años, tres hijos (dos hombres de 11 y 5 años,
una mujer de 9 años). Comenta que vivieron juntos por 16 años y se casaron hasta hace 7
años. Se presenta con moretes en el brazo y un ojo inflamado a causa de golpes recibidos por
esposo.

La entrevistada refiere antecedentes de violencia intrafamiliar -del padre hacia la madre- en su


hogar a la edad de 9 años. El tipo de violencia que dice recordar es del tipo 1 (gritos, ofensas,
humillaciones y amenazas), sin embargo no fue víctima directa de esta violencia. Refiere que
en el hogar del esposo también se dio violencia del padre hacia la madre lo cual culminó con el
divorcio entre ellos. Por otro lado, el esposo de la entrevistada tuvo un matrimonio anterior, el
cual ella califica de “fracaso”.

La violencia intrafamiliar actual es del tipo 3 el cual comprende características del tipo 1 y 2,
como son los gritos, las ofensas, las humillaciones y los empujones. La primera vez que se dio
esta violencia fue hace un mes previo a esta entrevista. Hay reportes de amenazas hacia ella y
maltrato hacia los hijos. La reacción de los niños hacia la situación actual indica efectos
emocionales significativos entre ellos depresión, evitación y formación reactiva. Por ejemplo, la
entrevistada comenta que el “carácter de los hijos ha cambiado”: el hijo mayor se ha vuelto
“violento” y la hija se ha ido “aislando al igual que el hijo pequeño”.

Entre las actitudes y los comportamientos que intensificaron la violencia encontramos: 1) que
el esposo la sacó de la casa cuando estaba embarazada, 2) acusaciones del esposo hacia ella
de que no sabe educar a los hijos, 3) maltrato hacia los hijos y 4) comentarios humillantes tales
como: “te odio”, “estoy arrepentido de haberme casado contigo”. Las reacciones de la
entrevistada frente a las actitudes y conductas del esposo, son de aceptación y de sentirse
incapaz de hacer algo al respecto que cambie la situación de tal manera que esta violencia no
continúe. Lo que encontramos es por parte de la entrevistada una actitud que pretende un
cambio por parte del esposo quién, de acuerdo a los hechos relatados, no “sufre” por esta
violencia, de acuerdo a ella “él es quien se va de la casa cuando hay problemas” y la deja a
ella sola. Nos percatamos de que la entrevistada no tiene control de su vida en este respecto y
la única vía a la cual recurre para lograrlo de cierta manera es a través de la “queja” en el
Ministerio Público, y que finalmente deja en las manos del esposo o en “Dios” el cambio y la
solución.

La entrevistada relata que el esposo cree que ella es una mala influencia, que es inexperta y
que no sabe educar a los hijos. Esto ha hecho que cuando hay peleas ella saque a los hijos de
la casa pero al mismo tiempo sea víctima de violencia por parte de él. Como antecedente a las
situaciones en las cuales ella se ha ido con los hijos de la casa está el hecho de que él la sacó
de la casa cuando ella quedó embarazada y tuvo que irse a vivir a la casa de su madre por
once meses Es en estas ocasiones cuando el esposo le reclama y le dice: “te odio”, “estoy
arrepentido de haberme casado con vos”. Ella por otro lado se queja de que ha “dejado de
hacer muchas cosas por él” y así sucesivamente hasta que se llega a los golpes.

Las razones que la entrevistada da como explicación de la violencia y actitudes del esposo son:
1) “porque tiene una visión negativa de la vida”. Respecto a esto, la entrevistada confiesa de
que desde los primeros años de convivencia ya se había dado cuenta de esto pero que creyó
que eso cambiaría con el tiempo ya fuese a través de ella o de mejores circunstancias ( como
tener un hogar e hijos); 2) él ya no la quiere. La entrevistada considera que tanto el mal trato y
las humillaciones verbales a las que es expuesta denotan una total falta de amor y cariño; 3)
porque es una persona rígida, orgullosa, negativa. Esto se refiere a que él no cambia, no pide
perdón por lo que hace, y 4) porque en su familia vio ese ejemplo. De acuerdo a la
entrevistada, el que haya visto y vivido ejemplos de violencia en su hogar le hace que “él sea
así” y además tenga una visión negativa de la vida. El concepto de visión negativa puede
coincidir con los conceptos de Seligman, Abramson et al, sobre de cómo se adquiere y se
desarrolla la depresión, en este caso en el esposo quien aparentemente se mantiene es un
estado de constante frustración y malhumor.

Al preguntársele porqué a pesar de todo lo que pasa sigue en la relación la entrevistada


contesta que es por: 1) los hijos. Considera que los niños no deben de crecer sin padre y que la
familia se debe mantener (esperando que el esposo cambie), y 2) porque aún lo quiere. Se le
pregunta que es lo cuáles características ella ve él que hacen que aún lo quiera. La
entrevistada no puede contestar con argumentos que sustenten una relación amorosa o
afectiva sana. Lo único que logra expresar es de que “uno los quiere a pesar de todo”, “es el
padre de mis hijos” y “puede ser que cambie”. Da la impresión de tener un temor a quedarse
sola con los hijos y el apoyo que el esposo pueda proveer a nivel emocional de no estar sola
totalmente.

Historia 5.

Mujer de 32 años. Casada desde hace 19 años. La familia nuclear la componen el esposo y
tres hijos: dos mujeres de 12 y 16 años, y un hijo varón de 18 años.

La entrevistada si refiere antecedentes de violencia intrafamiliar en su familia. Esta se dio entre


sus padres. Considera al padre machista y a la madre de pasiva que permitió este tipo de
abuso. El tipo de violencia que se dio fue del tipo 3 (patadas, golpes de puño, fracturas y
violencia sexual). Refiere que ella también fue víctima del mismo tipo de violencia por parte
del padre (recibió golpes de puño), motivo por el cual la entrevistada se fue de su casa a los 13
años.

La violencia doméstica actual es del tipo 3. Relata que le pegaba con la parte plana del
machete, le daba golpes en la cabeza, y la amenazaba con el machete, arma y cuchillo,
situaciones que le aguanto por 15 años hasta que ella se fue de la casa. Hay antecedentes de
infidelidad por parte del esposo y humillaciones ante otras personas Las situaciones de
violencia se dieron también luego de consumir licor y es humillada ante otras personas.
Además hay antecedentes de tener relaciones sexuales forzadas: cuando el esposo consumía
licor, éste la encerraba , la amenazaba con cuchillo y la obligaba a tener relaciones sexuales.
Comenta que los niños no han sido agredidos por el padre pero la reacción de ellos ha sido de
estar “asustados”, bajo rendimiento en el colegio, el hijo varón se ha vuelto tímido expresando
que le da mucho miedo el padre.

Entre los antecedentes familiares encontramos a un padre excesivamente celoso y que la


entrevistada dice que su “madre falleció de él”. Cuenta que el padre la regalo a una prima de él
y el esposo de la prima le daba dinero y eso no le gusto al esposo. Por parte de la madre
encontramos que ésta le transmitió una serie de órdenes o mensajes parentales que reforzaron
la codependencia y la aceptación pasiva de los actos violentos del esposo. Por ejemplo, la
entrevistada relata que la madre le decía que “era casada y que tenía la obligación de
atenderlo…por la iglesia es pecado dejarlo”

Es de notar que en la familia del esposo existen antecedentes de violencia intrafamiliar e


infidelidad: el padre del esposo le fue infiel a la esposa y la trataba de manera humillante
además se dio el tipo 3 de violencia. La entrevistada refiere que su esposo (cuatro años mayor
que ella) fue su primer novio, ella tenía 14 años y a partir de los seis meses ya le pegaba con
cincho.

Al preguntársele cuál era la razón de que pasaba esto y porque el esposo reaccionaba así, la
entrevistada respondió de que se debía a que “el padre de él (esposo) era infiel y le pegaba y
humillaba a la madre y ella aceptaba esto”….” “El ya es así desde su familia”…”Y usted porque
cree que esto le pasó a usted?” “Porque él me prometía que iba a cambiar además de que mi
mamá me decía que era pecado irse y que tenía que aguantar a mi esposo porque era mi
obligación”…”Porque ya no lo quieren a uno”

Historia 6.

Mujer de 27 años, procedente de San Marcos, casada, educación alcanzada es de 2do. Básico.
De ocupación recicladota de PVC. Familia nuclear la componen la entrevistada, su esposo (33
años) sus tres hijos (2 mujeres de 7 y 4 años respectivamente y un hombre de 8 años). Han
estado casados desde hace 9 años y previamente hubo un período de convivencia de 4 años.

No relata que hayan existido situaciones de violencia doméstica en su hogar cuando era
pequeña, pero si recuerda que hubieron manifestaciones de violencia intrafamiliar entre los
padres del esposo del tipo 2: empujones, golpes, sacudidas y bofetadas, a pesar de esta
violencia los padres del esposo se mantuvieron casados. El esposo-de acuerdo a la
entrevistada- si observó la violencia entre los padres y aunque no fue víctima directa de las
agresiones del padre si sufrió consecuencias emocionales tales como conducta reactiva
violenta en la escuela, temores, pesadillas, recuerdos constantes de la situación
(muy similar a los efectos del síndrome por estrés postraumático), que le molestaban mucho.
La reacción del esposo fue de agredir, beber, deprimirse y tener conductas de actuación hacia
fuera (actino-out) de la misma manera que lo hace hoy en día.

En la actualidad causa de la violencia radica en el hecho de que la entrevistada confronta al


esposo sobre la infidelidad de él. La infidelidad se da entre la hermana de la entrevistada y el
esposo desde hace 7 años, cuándo éste vio a la hermana bañandose y cuando ella no estaba
empezaron a tener relaciones. La entrevistada lo encaró y la reacción de él fue agredirla. La
hermana tomó partido por el esposo (ahora su amante) y también le amenaza de que “no se
meta con él”. Ante la violencia del esposo y la actitud de la hermana, la entrevistada se
atemoriza y se retira ya que le da miedo que le pase algo más (violencia con mayor intensidad,
gritos o humillaciones), especialmente cuando ha habido consumo de licor o de droga (no sabe
cual droga toma, pero esta seguro que lo hace por la manera en que se comporta). Otros
factores asociados a la disfunción y violencia familiar son que el esposo le impide que se
“supere” a través de los estudios (no la dejó seguir estudiando el Diversificado) y la humillación
delante de otras personas diciéndole cosas negativas y groseras sobre la forma que es ella.

La conducta hacia los hijos es de rechazo, de hablarles fuerte o gritarles. Esto se da a


continuación de agresiones verbales ya sea que haya habido violencia contra ella. La reacción
del hijo hombre de 8 años ha sido de pasividad y timidez, en cambio la hija mayor confronta al
padre (lo que nos indica que ya se está formando el patrón disfuncional de futuras relaciones
interpersonales en los hijos):hijo pasivo que reaccionará violentamente ante confrontaciones o
frustraciones y actitud confrontativa de la hija hacia figuras masculinas). Las amenazas que se
profieren son de hacerle daño a ella y a los hijos.

Las reacciones de la entrevistada han sido de depresión e impotencia por no poder hacer algo
más que cambie la situación. Al preguntársele porque cree que le pasa esto ella responde que
son “problemas del hombre”, “machismo”, “porque ya no me quiere ni a mí ni a los niños”. Ante
la pregunta: “porqué cree que él reacciona así?” Ella responde: “porque en su casa no le dieron
cariño”,”por venganza”, “porque ya no me quiere”. Se le pregunta entonces porqué sigue en
esa situación o relación tan conflictiva, y ella aduce las siguientes razones: 1) lo quiere aún
( pero no puede definir qué es lo que es una relación de amor o afecto sana); 2) por los hijos:
no quiere que los hijos crezcan sin padre ( fantasía de la absoluta necesidad de que los hijos
crezcan con un padre); 3) porque puede cambiar y dejar de ser como es ( negación ante los
antecedentes de la relación y conducta actual); 4) temor de que él le haga daño después o la
moleste (acoso).

Historia 7.

Mujer de 37 años, casada desde hace 15 años. Estudiante del 9º. Semestre de derecho y ama
de casa. Constelación familiar actual la componen esposo y tres hijos (una hija de 8 años, dos
hijos varones de 11 y 14 años respectivamente).

La entrevistada refiere antecedentes de violencia doméstica del tipo en su familia de origen


que constan de gritos, ofensas, humillaciones y amenazas. Sin embargo, no fue víctima directa
de la violencia en el hogar. La violencia intrafamiliar actual es del tipo 3: empujones, sacudidas,
bofetadas, golpes de puño, fracturas en la cara, lesión con objetos contundentes. Esta violencia
se dio desde el embarazo del primer hijo. El esposo también manifiesta una conducta
excesivamente celosa, por ejemplo la entrevistada comenta que el (el esposo) desde siempre
la estaba chequeando cada 5 horas. Además la culpa de un accidente de…… de 3 hijos. Es
amenazada con quitarle el apoyo económico. Lo considera un gran manipulador y prepotente
indica que el apodo que tiene el esposo es “Dios”. Las reacciones de ella hacia la violencia del
esposo son de mucho miedo ya que es una persona muy “violenta”. Los antecedentes de la
relación de pareja indican que hubo un embarazo antes de casarse y que ella estaba muy
afligida y con mucha culpa por lo que se caso. A través del tiempo ha ido aprendiendo a vivir
así y constantemente se deshaga llorando o compartiendo su pena con su mejor amiga, que
también estudia derecho. También hay antecedentes de infidelidad por parte del esposo que
ella tolera por miedo a él, le ha obstaculizado los estudios y por hasta ahora va por e 9º.
Semestre de derecho. También relata que después de consumir licor se pone violento y la
obliga en muchas ocasiones a tener relaciones sexuales con él a pesar de que ella no lo desea.
Al preguntársele porque cree que pasa esta situación de violencia ella responde de que es
porque el es muy celoso y prepotente y que talvez la cólera que siente por el accidente con los
hijos. Y que en la casa de él también el padre era violento con la madre. “ Como que viene en
la familia” y uno “ que tiene miedo y no sabe que hacer” “por uno no tener lo medios para
independizarse”. “ Los hijos lo amarran a uno”.

Historia 8.

Mujer de 37 años. En relación de unión desde hace 19 años. Se dedica a la venta de comida.
El círculo familiar lo conforman el esposo y tres hijos: dos varones de 16 y 18 años y una mujer
de 6 años.
Existen antecedentes de violencia familiar en su hogar de origen. El tipo de violencia
corresponde a la categoría 3 entre los padres y comenta que si fue víctima directa de esta
violencia: recibió golpes, lesiones con objetos contundentes.

Asimismo existen antecedentes de violencia intrafamiliar en la familia del esposo, ella refiere
que el padre del esposo es muy violento y que golpeaba a la madre.

La entrevistada refiere que en la actualidad es víctima de violencia del tipo 3 que consiste en
patadas, golpes de puño, fracturas, heridas, lesión con objetos contundentes y violencia sexual.
En su caso predominan los golpes, lesiones con objetos contundentes y violencia sexual. Este
tipo de violencia se dio desde que se conocieron y ella se aguantaba y lloraba. Y después de
empezar a vivir juntos se siguió dando al principio de una manera “menos violenta” y ahora
hace 19 años que va vienen sucediendo.

Desde el inicio de la convivencia el esposo fue muy celoso además de tener relaciones
extramaritales desde “siempre”. La manera de reaccionar del esposo ante los reclamos de
infidelidad es de volverse “violento” y la amenaza con objetos contundentes. Además la humilla
ante otras personas y la amenaza con hacerle daño a los niños.

De acuerdo a la entrevistada, la causa de las reacciones violentas del esposo y el maltrato al


que esta sujeta es debido a que ella le “reclama su infidelidad” “el por macho y bruto”…”porque
en su casa pasa lo mismo”.
Además la entrevistada estas situaciones también se dan porque “ uno se deja, acepta
eso”…”porque uno aguanta…debe aguantar toda la vida”
“Porqué aguantó usted tanto y por tanto tiempo?” “Porque a uno no le queda otra…los hijos se
quedan sin su padre…y a uno solo le cuesta mas salir adelante”
“ Cuando eran novios el ya le pegaba y usted lo aceptó…porque?” “Creí que no iba a ser así…
él me pedía perdón y yo le creía…y él cambiaba y era bueno…”

Historia 9

Mujer casada de 31 años, de profesión maestra de educación primaria. El grupo familiar lo


conforman el esposo (de quien está separada hace 3 días), tres hijos (2 hijos varones de 11 y 5
años respectivamente) y una hija mujer de un año y seis meses. El tiempo de convivencia
matrimonial ha sido de 12 años.

Existen antecedentes de violencia intrafamiliar en la familia de origen y observó este tipo de


violencia cuando tenía 10 años, sin embargo no fue víctima directa de ella. La violencia que se
dio en su casa fue del tipo 2 (golpes, empujones, bofetadas). Ella se asustaba mucho. También
refiere que en la familia del esposo se dio violencia doméstica entre la madre y el padre. El tipo
de violencia fue del tipo 3 (golpes, fracturas y lesiones con objetos contundentes). Ella fue
testigo de esa violencia ya cuando estaba casada: “el padre le pegaba a la madre”. La causa
de esta violencia fue, según la entrevistada un supuesto adulterio por parte de la esposa.

La violencia doméstica actual es una combinación del tipo 1 (gritos, ofensas, humillaciones y
amenazas) unido a un tipo 3 (golpes de puño, lesión por objetos contundentes). El desarrollo
de esta violencia se fue dando poco a poco con el tiempo. La entrevistada refiere que “con el
tiempo fue cambiando y después de 3 o 4 años de casados el empezó con los gritos, ofensas,
humillaciones…y lo aguanté porque lo quería”, pero “nunca quedaba bien con él”.
Posteriormente siempre estaba tratando de bajarle la autoestima unido al hecho de que le
impedía que se superara a través de los estudios (no la dejo ir a estudiar a la Universidad), sino
la obligaba a ir a trabajar y la primera vez en la que ella no fue ayudar a su madre de él a la
tortillería, le pegó y la humilló. Por otro lado, lo que siempre fue un problema fue la infidelidad
de él.

Aparte de la agresión física a la cual ha sido expuesta como los golpes a la cara y el cuerpo,
amenaza a los niños. El niño más grande está muy afectado dice que “no quiere estudiar, no
hace caso, se ha puesto rebelde y está triste”. La reacción de ella era de mucho temor y él
reaccionaba encerrándola con los niños. Otra situación que se da en la cual están involucrados
los hijos es que cuando el esposo bebe la “agarra contra el hijo grande” e insulta y ofende a la
madre diciendo: “tu mamá debería trabajar más”. También se dan relaciones sexuales forzadas
en donde contribuye la bebida. Esto se daba cada fin de semana

Entre otros factores precipitantes que han generado la violencia hacia la entrevistada
encontramos que por parte del esposo siempre han existido los reclamos por dinero “el quiere
que gane más”, además de decirle que “se quiere ir con la otra”. Comenta que en la casa de
los padres del esposo existió el antecedente de que la madre “trabajaba más” y el padre tenía
una “novia” casada y que eso llevaba a que hubiera “violencia en él” (padre).

Al preguntársele “Porqué cree que pasa esto” ella responde: “porque el padre y la madre lo
trataron mal…mal ejemplo de los padres”. “Viene de la familia”. “Porque el padre es igual”. Al
preguntársele porque sigue con el a pesar de la violencia que sufre ella responde: “me
mantengo ahí porque lo quiero”.

Historia 10

Mujer de 26 años, casada de ocupación doméstica. El grupo familiar lo compone el esposo, de


profesión chofer de camioneta y tres hijas mujeres de 10, 9 y 7 años respectivamente.
Tuvieron 4 años de convivencia y llevan ya 6 años de casados.
Existen antecedentes de violencia intrafamiliar en el hogar de la entrevistada cuando pequeña.
Esta violencia se dio entre los padres. Comenta que supo de ello pero que no lo vio o no
recuerda haberlo visto. Las causas de la violencia parecen ser que el padre quería varones y
en su familia hubo 2 mujeres y finalmente un hermano hombre. De tal manera que el trato por
ser mujer era “malo”, las amenazaba con que las iba a matar cuando crecieran. El tipo de
violencia que se dio en la familia fue del tipo 3 ya que hubo golpes, patadas y lesión por objetos
cortantes o contundentes. Sin embargo, la entrevistada no fue víctima directa de la violencia
en el hogar.

Refiere que en la familia del esposo también hubo violencia entre los padres: “el padre le
pegaba a la madre y la trataba mal”. El esposo si vio esta violencia además de lo que decía de
negativo el padre sobre la madre, la entrevistada dice: “el (esposo) cree que así se tratan a las
mujeres”. Además el padre tenía “otras mujeres y la señora (esposa) lo tenía que aguantar”.

La violencia actual de la cual la entrevistada se queja es también del tipo 3: hay patadas,
golpes de puño, lesión con objetos contundentes y violencia sexual. Las amenazas a las que
fue expuesta fueron de que “iba a salir muerta de la casa” y las lleva a cabo con cuchillo y
alambre eléctrico. Las amenazas también incluyen a los niños, en especial hacia el mayor,
aparte de ser agredida físicamente también arremete contra los niños (los golpea). Informa que
los niños ven la violencia y los golpes hacia ella al igual que cuando ha agarrado el cuchillo
para amenazarla y entonces gritan y tiemblan. Otras de las reacciones de los niños hacia la
situación actual es de que se “portan rebeldes”, están tristes y les va mal en el colegio. Se da
violencia sexual ya que la obliga a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad: “me
agarra a la fuerza”. La reacción de ella es de depresión, cólera (reprimida), tristeza, frustración,
soledad, trastornos psicosomáticos como gripes, dolores de pulmones.

El origen de esta violencia radica en el hecho de que la familia del esposo la acusa de “andar
con otros hombres” y esto ha hecho que el se haya vuelto celoso y violento, además la acosa
(persigue) porque cree que ella va “a otras cosas”. Por otro lado al esposo no le gusta que ella
trabaje (desconfía de ella y lo que va a hacer) y además le controla el dinero. Otra situación
que se da es que el esposo bebe y después de beber se vuelve violento y la agarra contra ella.
Cuando no bebe, en general la trata mal y la humilla delante de otras personas, su familia y
ante la madre de él.

Un antecedente importante es de que la primera vez que fue agredida por el esposo, estaba
embarazada y abortó a causa de los golpes recibidos. Sin embargo, la entrevistada aunque
triste y deprimida por el abortó, aceptó lo irreversible de la situación y continúo con él (aunque
fue a la fiscalía de la mujer en dos ocasiones a quejarse de las agresiones, los golpes y los
malos tratos).

Al preguntársele sobre la causa de esta violencia hacia ella y su familia, la entrevistada


comenta de que es porque “le llenan la cabeza de cosas” (por ejemplo de que ella se va con
otros hombres aunque comenta de que en la calle los “hombres le dicen cosas”). Ante la
pregunta de ¿Porqué cree que él reacciona o es así? La entrevistada responde de que es: “por
la familia”, “por la bebida”, “por los padres”, “porque es celoso”. Al preguntársele porque
continúa en la relación (por el momento vive en la casa de sus padres) a pesar de la violencia y
las amenazas, ella responde: “estoy ahí por los hijos…no quiero que sufran”, “él dice que va a
cambiar (se arrepiente y le pide perdón)”. Comenta que “es triste vivir así…mi padre murió
cuando yo tenía 4 años y uno se siente triste sin padre” y comenta de que hubieron “pequeños
intentos de abuso” por parte del padre (asociaciones que nos indican el problema transferencial
con la figura del padre y su influencia para mantenerse en la relación actual).

Historia 11

Mujer de 45 años originaria de San Juan Sacatepequez, viuda. El núcleo familiar lo componen
el hijo de 24 años, la esposa (36 años) del hijo y los hijos de ella (una niña de 10 años y un
niño de 8 años). La violencia intrafamiliar se da entre el hijo de 24 años apoyado por su esposa
y la madre.
Refiere antecedentes de violencia intrafamiliar en su hogar de origen. El tipo de violencia fue
tipo 1: se daban amenazas, ofensas y humillaciones por parte del padre hacia la madre pero
ella también vivenció las amenazas ya que se exteriorizaban de manera abierta a toda la
familia. La reacción de ella fue de temor y aislamiento ante la posibilidad de ser víctima de
golpes.

El tipo de violencia que se da entre madre-hijo-nuera es del tipo 1: gritos, ofensas,


humillaciones y amenazas. Las amenazas de la nuera son, de acuerdo a la entrevistada: “dice
que me va a arrastrar y quemar con gas”. Por parte de la nuera también se da maltrato infantil
hacia los niños y amenazas usando objetos como cables.

Parece ser que el origen de la violencia hacia ella y el involucramiento de la nuera- esta dado
por el hecho de que la entrevistada se “metió a defender” a los niños del maltrato físico de la
nuera, ya que el hijo “no hace nada para evitar eso” y tiene una actitud pasiva. La actitud pasiva
del hijo también contribuye a que ella sea humillada ante otras personas (vecinos). Siente que
la actitud pasiva del hijo esta dada en gran parte por no haber tenido padre ya que este falleció
cuando él era muy pequeño.

Al preguntársele sobre las causas de esta violencia, ella contesta de que es por el “carácter de
ella” (nuera), porque el hijo es “muy pasivo” y ella (nuera) es mayor y lo trata como si fuera su
hijo. También considera de que “de seguro en la casa de la nuera hubieron problemas para
que ella sea como es”.

Las reacciones de la entrevistada han sido de enojo. Dice que a ella le molesta mucho lo que
pasa y que sea humillada. Las sensaciones que mantiene son de mucho temor, ansiedad y
frustración.

Historia 12

Mujer de 27 años, casada desde hace 10 años, con educación cursada hasta el 3er. Año de
primaria. Trabaja en una fábrica. El grupo familiar lo componen el esposo de 27 años y dos
hijas mujeres de 9 y 1 año respectivamente. Se presenta con golpes en la cara y moretes en
los brazos.

La entrevistada no refiere antecedentes de violencia familiar en su hogar pero sí en el hogar del


esposo. De acuerdo a los relatos del esposo sobre su vida familiar el padre agredía a la madre
y el tipo de violencia que se dio fue del tipo 3: golpes, puñetazos, lesiones por objetos
contundentes.

La violencia que se da actualmente es del tipo 1 y 3. De hecho la entrevistada refiere que ya


ha tenido que ir al hospital por las golpizas que ha recibido. Comenta que es muy celoso
además de ser infiel ya que tiene otra mujer. Los maltratos se iniciaron prácticamente desde el
inicio del matrimonio. Encontramos también que el esposo se opone a que trabaje (a pesar de
la oposición ella trabaja) y más aún él no contribuye económicamente al hogar. La niña mayor
se da cuenta de la violencia y manifiesta mucho miedo y temor ya que el padre la ha golpeado
en más de una ocasión. Como parte de la violencia del tipo 3 también se da la violencia sexual
a través de obligar a la entrevistada a tener relaciones sexuales a base de la fuerza y el miedo
de ella, dice: “si te quejas te mato”. Relata que cuando comenzó a trabajar hace 5 años él le
empezó a meter miedo. La conducta del esposo ha continuado invariable en cuanto a
amenazas, violencia sexual, golpizas. Esta se da generalmente cuando llega a la casa y más
cuando ha bebido y ella reacciona con miedo, se siente atormentada, triste, preocupada.

Al preguntársele porque cree que se da esa violencia contra ella, responde que es porque el es
“malo”, “lo ha de haber aprendido en la casa viendo a su padre”, cree que puede hacerlo
porque ella no hace nada-mas que quejarse-, se mantiene con miedo de que haga algo peor.
Parece ser que la vivencia de las golpizas la coloca en una posición de indefensión. Considera
que a la larga es mejor estar sola pero no se atreve a dejarlo. Ahora que tiene una niña
pequeña de un año mejor se dedica a educarla y cuidarla para que no le pase nada malo con el
padre. Siente que se debe de quedar ahí-no dejarlo, porque sino se crían sin padre, además
de decir que “lo quiere”.

Historia 13

Mujer de 23 años, casada de profesión perito contador, el círculo familiar lo componen el


esposo de 30 años y dos hijos ( una hija mujer de 7 meses y un hijo hombre de 2 años), la
entrevistada se dedica a su hogar y tienen dos años de matrimonio. Al momento de la
entrevista vive en la casa de sus padres.

No refiere antecedentes de violencia intrafamiliar en su hogar o en la familia del esposo. La


queja que presenta es que el esposo en varias ocasiones le ha gritado, humillado y ofendido, lo
cual concuerda con el tipo 1 de violencia intrafamiliar (gritos, ofensas, humillaciones y
amenazas). Es importante notar que la entrevistada realizó la demanda a instancias de la
madre: “mi mamá dice que le demande…que haga una demanda por manutención”.

Los antecedentes de la situación actual se remiten a la infidelidad del esposo. El esposo ha


tenido una relación con otra mujer desde hace un año, es decir la mitad del tiempo de casados,
lo cual ha deteriorado la relación hasta el punto de alcanzar una violencia doméstica del tipo 1,
en la cual no ha habido agresiones físicas.

En la familia de la entrevistada encontramos que aunque no hay antecedentes de violencia


intrafamiliar si hay patrones de disfunción familiar tales como: Negación que exista un
problema en la familia (comunicación deficiente entre los padres), la madre parece ser que
es excesivamente dominante y desea tener el control familiar. El esposo reacciona con
pasividad ante esto; ha creado en la hija un sentimiento de culpa sobre la situación de
infidelidad del esposo de la hija al mismo tiempo le crea pena al respecto. La entrevistada
manifiesta una gran desesperanza y frustración ante el hecho y poca capacidad para
resolver el problema del tal manera que la madre se ha involucrado y le dice a la hija que
hacer.

De acuerdo a la entrevistada la causa de las dificultades entre ellos y violencia de tipo 1 fue
causada por la falta de comunicación del esposo, quien también tiene antecedentes de
disfunción familiar (negación de problemas familiares, poca capacidad de la familia para
resolver problemas) lo cual lo ha vuelto poco expresivo y comunicativo.

La situación familiar que la pareja estaba atravesando en la época en que se inició la


situación de infidelidad por parte del esposo coincide tanto con la prioridad de dedicación y
atención al niño así como problemas de tipo económico. Lo anterior creó mucha tensión y
parece haber habido influencia de la madre en las conductas o respuestas de la
entrevistada. La reacción por parte del esposo no fue de mucho apoyo o comunicación-
unido a su dificultad de expresión-lo cual llevo a una actuación (acting-out) por parte del
esposo que cristalizó en una relación sexual y emocional fuera del matrimonio. Esa
situación la cual parece ser que ya no continuó, no ha sido olvidada por la entrevistada y ha
generado mucho resentimiento, distanciamiento emocional la cual sustentó una relación
de pareja insatisfactoria hasta la fecha.

Los sentimientos generados por esta situación son de tristeza, frustración, cólera reprimida
por el “engaño” del esposo. Por otro lado, aunque tiene el “apoyo” de la madre,
paradójicamente este apoyo también la aleja del esposo y disminuye las posibilidades o
expectativas de un proceso de reconciliación.

Al preguntársele cuál cree que es la causa de los problemas entre ellos, la entrevistada
responde: “porque él no se comunica”, “él no es expresivo”. No encontramos alguna
alusión de que ella tenga una participación en el desarrollo del problema.

Historia 14.
Mujer de 40 años, de oficios domésticos, unida desde hace 7 años. La constelación familiar lo
componen dos hijos: una niña de 9 años y un niño de 5 años. | La entrevistada no refiere
antecedentes de violencia intrafamiliar en su hogar. Sin embargo comenta que el esposo si
vivió situaciones de violencia cuando era pequeño: el padre agredía a la madre y se dio
aparentemente violencia intrafamiliar del tipo 3: golpes, lesiones con objetos incluyendo
amenazas, gritos y amenazas en la cual el esposo fue también una víctima parcial.

Al momento de la entrevista la queja principal es ser víctima de violencia intrafamiliar del tipo 3
principalmente golpes de puño. Al momento de iniciarse esta violencia el esposo bebía con
frecuencia y empezó a pegarle. Dice ella que él (esposo) se miraba muy molesto, preocupado
y triste y que tal vez eso le llevó a beber. No está enterada de que haya otra mujer sino que el
de pronto empezó así. Aunque refiere que siempre al esposo no hacia las cosas bien en su
trabajo (trabaja en una carpintería y ha cambiado de trabajo varias veces: mensajero,
repartidor) y se enojaba bastante. Cuando ella le daba consejos para ayudarle a él le
molestaba y no aceptaba éstos. Además se juntaba con otros hombres “que no servían para
nada…trataban mal a sus esposas y beber”.

La entrevistada se muestra preocupada por lo que sucede y principalmente, dice, por los hijos.
Quiere que el (esposo) cambie. Otra de las situaciones que se han dado en este cuadro de
violencia es que el esposo en muchas ocasiones y casi siempre que bebe amenaza con
“dañarse el”, específicamente con “matarse”, sin acusarla de nada en particular Lo anterior
parece ser una reacción a algún problema no resuelto del esposo quien descarga toda su
frustración e ira contenidas por situaciones que desconocemos, contra la esposa. Esta
agresión dirigida contra sí mismo parece tener otros componentes tales como un cuadro
depresivo (esposa había comentado que el se miraba “triste”). Por otro lado la agresión
encuentra otras vías de descarga que son la esposa, los hijos. Parece haber también una
situación de desesperanza tanto por parte del esposo (deseo de matarse) como por parte de la
esposa quien no sabe que hacer y cómo manejar la situación. De hecho vive con temor y
ansiedad de que ya se que el la golpee o él se haga daño como un grito desesperado de ayuda
que no recibe.

Al preguntársele porque cree que sucede esta violencia, ella lo aduce a la bebida y a los
problemas que tuvo de pequeño de maltrato familiar, a las malas amistades. La entrevistada
tiene temores por el futuro de los hijos sin embargo no parece encontrar salida a la situación
que en este caso implicaría tomar una decisión en la cual asuma ella su responsabilidad
consigo misma para ser autónoma. Por otro lado persiste el temor de que si ella se va-si tiene
conciencia de que el maltrato es dañino para ella y los hijos- el se “mate” o les haga daño.

De tal manera que la entrevistada se encuentra en una situación de indefensión y de “esperar


en Dios que el cambie”.

Historia 15

Mujer casada de 30 años, ama de casa, de educación primaria completa (hasta 6º. Grado),
tiene 9 años de casada. El núcleo familiar lo componen el esposo de 38 años de oficio herrero
y dos hijos un hijo de 8 años y otro de 6 años.

La entrevistada no refiere antecedentes de violencia intrafamiliar en su hogar, aunque admite


que las relaciones entre sus padres no eran las esperadas o ideales “habían problemas en la
casa pero nunca ví que mi papá le pegara a mi mamá”, “si, le levantaba la voz ya sea a mi o a
mis hermanas pero pasaba de ahí que yo recuerde”. Sin embargo comenta que en la familia
del esposo si hay antecedentes de violencia en la familia. Relata que el esposo le contó que su
padre si golpeaba a la madre cuando estaba enojado o había bebido, el tipo de violencia que
se daba era del tipo 3. No hay referencia si había abuso sexual por parte del padre (algo que
nunca contó el esposo). Parece ser por lo que el esposo le contó a ella que después de los
accesos de violencia en la casa todo se “quedaba tranquilo” por un buen tiempo, aunque sí
sentían temor por las reacciones del padre pero, parece ser que era la manera en que se
lograba el control del ambiente familiar.

El tipo de violencia intrafamiliar que la entrevistada refiere en la actualidad es del tipo 3. Hay
golpes, amenazas y relaciones sexuales forzadas. Esto se inició hace ya 3 años cuando ella le
descubrió un romance del esposo con otra mujer. Ella se lo reclamó y lo amenazó con dejarlo y
el resultado fue por parte de él amenazas de hacerle daño, quitarle los hijos y además la
golpeó, lo que hizo que le diera miedo reclamarle más. A los pocos días se calmó y las “cosas
volvieron a la normalidad” (ya no hubieron golpes, no supo más de la otra mujer), sin embargo
la relación con esa otra mujer (u otras mujeres-no lo sabe) continúo pero, “siempre llegaba a la
casa y mantenía el hogar y sólo se enojaba y habían golpes cuando bebía o ella le reclamaba).

En las ocasiones que hay violencia intrafamiliar y ha bebido se dan los forzamientos de tipo
sexual “me toma a la fuerza” y su justificación para ello es que “tiene derecho” porque es su
mujer y están casados. La respuesta de la entrevistada a esos forzamientos o violencia es, en
ocasiones, de defenderse o tratar de pegarle pero “me va peor” así que trata de no “darle
razones para que le pegue o la ofenda”. Emocionalmente la entrevistada tiene reacciones
depresivas, ansiedad y temores constantes. Los hijos han reaccionado con bajar las notas en
la escuela, a ratos portarse mal y temerle al padre ya que sí escuchan y a veces ven la
violencia. “Los niños se ponen tristes y enojados”, dice. Además comenta que trata de
calmarlos y tranquilizarlos cuando están tristes o temerosos. Parece ser que cuando la
conducta del padre es lo “normal” (no hay violencia y trata bien a todos). Otro resultado del
estrés que ha pasado la entrevistada es que está padeciendo de trastornos somáticos: dolores
de cabeza, trastornos estomacales (constreñimiento), dolores de espalda, dificultad para
dormir, palpitaciones. Ya fue al doctor y le dijeron que tenía que tranquilizarse (le dieron unas
pastillas para “calmarla” pero sigue con las molestias).

Al preguntársele porque cree que se da esta violencia, responde que es “como reacción de
él(esposo) por hacerle ver el mal que está haciendo ( tener relaciones con otra mujer) y eso a
él no le gusta”, “lo ha de haber aprendido en su casa por parte de su papá”, “es un machista”.

Al preguntársele porqué continúa en una relación de violencia la entrevistada explica que “no
sucede todos los días” “no es tan seguido”, “sino de que vive uno? Yo sola no puedo”, “ y los
hijos…?se quedan sin padre y eso es peor” (el presentar la demanda y quejarse es solo para
protegerse pero no lo está dejando).

La explicación que da la entrevistada para la violencia del esposo es que lo aprendió en su


casa y cuando bebe es que se pone así ( sin embargo el promete ya no hacerlo más de tal
manera que la violencia intrafamiliar ya no es tan frecuente) y “espera en Dios de que cambie”.
Anexo 2

Guía de Entrevista

1. DATOS GENERALES:

Nombre___________________________Edad______ Sexo______

Procedencia

Estado civil Educación de agredido

Numero de hijos Ocupación

Tiempo de convivencia matrimonial_____de pareja____

2. ANTECEDENTES DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR EN LA FAMILIA DE LA


VICTIMA:

¿Se dieron situaciones de violencia doméstica en su hogar cuando pequeña?


Si?
No?
¿Qué edad tenía?
¿Entre quiénes se dio?

Recuerda que tipo de violencia se dio?


1) Hubieron gritos, ofensas, humillaciones, amenazas?
2) Se tiraron algo? Hubieron empujones, sacudidas o bofetadas?

3) Hubieron patadas, golpes de puño, fracturas, heridas quemaduras, lesión por objetos
cortantes o contundentes, violencia sexual?

¿Fue usted víctima directa de la violencia en el hogar?

Recuerda que tipo de violencia vivió/experimentó? :

1) gritos, ofensas, humillaciones, amenazas,


2) tiraron algo, empujones, sacudidas, bofetadas,
3) patadas, golpes de puño, fracturas, heridas quemaduras, lesión por objetos cortantes
o contundentes, violencia sexual.

3. ANTECEDENTES DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR EN LA FAMILIA DE LA PAREJA


(ESPOSO)

¿Tiene conocimiento de que se dieron situaciones de violencia doméstica en el de su


esposo? Cuál tipo de violencia se dio? Qué es lo que él le contó al respecto?

4. VIOLENCIA DOMESTICA ACTUAL:


¿Qué tipo de violencia se dio?

1) gritos, ofensas, humillaciones, amenazas,

2) tiraron algo, empujones, sacudidas, bofetadas,

3) patadas, golpes de puño, fracturas, heridas quemaduras, lesión por objetos cortantes o
contundentes, violencia sexual.

¿Entre quiénes se dio esta situación de violencia?


¿Usted y su pareja?
¿Usted y otro miembro de la familia?
¿Es perseguida por la persona que usted ama?
¿Hay problemas de infidelidad y amenazas?

¿Se le ha negado compartir con su familia y sus amistades?


¿No desea que usted se supere (estudie, trabaje)?
¿Su pareja se altera luego de consumir licor o drogas?
¿Le controlan el dinero en forma detallada?
¿Es humillada delante de otras personas?
¿Es agredida físicamente (la golpea) a usted o a los niños?
¿Ha sido amenazada con arma?
¿Recibe amenazas de hacerle daño a los niños?
¿La obliga a tener relaciones con él sin su consentimiento?

5. FACTORES PRECIPITANTES Y CARACTERÍSTICAS DE LA EXPERIENCIA DE LA


VIOLENCIA DOMESTICA.
¿Qué estaba sucediendo en el hogar o en sus vidas en la época o en el momento en que se
dio el acto de violencia? Por ejemplo: ¿discusiones? ¿bebida? ¿drogas? ¿infidelidad?
¿problemas en el trabajo ¿problemas en casa?¿qué tipo de problemas? ¿Otros problemas
¿cuáles?

¿Cómo se dio esta violencia?


¿Cómo reaccionó usted?
¿Cómo se sintió?

¿Qué pensó sobre lo que estaba sucediendo?

¿Qué piensa o siente sobre la persona que la agredió?

¿Por qué cree que pasan estas cosas o situaciones?

¿Por qué cree que él es así o reacciona así?

A pesar de la violencia que se da y las consecuencias para usted y sus hijos, porqué (cuál
es la razón) de continuar en esa relación?

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