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Año 2 Volumen 13
JURISPRUDENCIA RELEVANTE:
Robo con muerte subsecuente y el
delito de asesinato
Actualidad
Área
Penal JURISPRUDENCIARELEVANTE:
JURISPRUDENCIA RELEVANTE: Robo
Robo concon muerte
muerte subsecuente
subsecuente y el delito de asesinato
Contenido
Asesinato para ocultar o facilitar otro delito y el delito de robo con muerte
1.a Sentencia 378
subsecuente
2. Sentencia
a
La coautoría en el delito de robo con muerte subsecuente 387
La consumación del delito de robo agravado y la violencia ejercida con
3.a Sentencia 400
posterioridad a la consumación del mencionado delito
Diferencias entre el delito de robo con muerte subsecuente y el delito de asesinato
4.a Sentencia 405
para ocultar o facilitar otro delito
Distinto es el caso del asesinato para facilitar u ocultar otro delito. Aquí el autor mata con
el fin de conseguir un propósito.
“7°. El artículo 189° in fine CP prevé una circunstancia agravante de tercer grado para la
figura delictiva del robo. Ésta se configura cuando el agente como consecuencia de los actos
propios del uso de la violencia para facilitar el apoderamiento o para vencer la resistencia
de quien se opone al apoderamiento, le ocasiona o le produce la muerte. Es obvio, en este
caso, que el agente buscaba el desapoderamiento patrimonial de la víctima, pero como
consecuencia del ejercicio de violencia contra ella –de los actos propios de violencia o vis
in corpore– le causa la muerte, resultado que no quiso causar dolosamente pero que pudo
prever y evitar. Se trata, pues, de un típico supuesto de homicidio preterintencional donde el
resultado sólo se le puede atribuir al agente a título de culpa –la responsabilidad objetiva por
el simple resultado es inadmisible, está prohibida por el artículo VII del Título Preliminar
del Código Penal–. El citado dispositivo regula, entonces, un caso de tipificación simultánea,
dolosa y culposa, pero de una misma conducta expresamente descrita. Como se advierte en
la doctrina especializada la preterintención es una figura compuesta en la que el resultado
sobrepasa el dolo del sujeto. Así, el agente roba valiéndose del ejercicio de violencia física
contra la víctima, esto es, infiere lesiones a una persona, quien fallece a consecuencia de la
agresión, siempre que el agente hubiere podido prever este resultado (la muerte, en este caso,
ASUNTO: Robo con muerte subsecuente y delito de asesinato. Las lesiones como
agravantes en el delito de robo.
Lima, trece de noviembre de dos mil nueve.-
Los Jueces Supremos de lo Penal, integrantes de las Salas Penales Permanente[s]
y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno
Jurisdiccional, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116° del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, han pronunciado el siguiente:
ACUERDO PLENARIO
I. ANTECEDENTES
1°. Las Salas Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la Re-
pública, con la autorización del Presidente del Poder Judicial, mediante Reso-
lución Administrativa número 221-2009-P-PJ, del 5 de agosto de 2009, con
el apoyo del Centro de Investigaciones Judiciales, acordaron realizar el V Pleno
Jurisdiccional de los Jueces Supremos de lo Penal, al amparo de lo dispuesto
en el artículo 116° del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder
Judicial –en adelante, LOPJ–, y dictar Acuerdos Plenarios para concordar la
jurisprudencia penal.
2°. Para estos efectos se realizaron varios encuentros previos con los Secretarios,
Relatores y Secretarios de Confianza de las Salas de lo Penal de la Corte Supre-
ma de Justicia y tres reuniones preparatorias sucesivas con los señores Jueces
Supremos de lo Penal a fin de delimitar el ámbito de las materias que debían
abordarse, luego de una previa revisión de los asuntos jurisdiccionales a su cargo
y de una atenta valoración de las preocupaciones de la judicatura nacional. Con
el concurso de la Secretaría Técnica, luego de los debates correspondientes, se
estableció el día de la fecha para la realización del V Pleno Jurisdiccional Penal,
aprobado por Resolución Administrativa número 286-2009-P-PJ, del 12 de
octubre de 2009, y se definieron los temas, de derecho penal y procesal penal,
que integrarían el objeto de los Acuerdos Plenarios. De igual manera se designó
a los señores Jueces Supremos encargados de preparar las bases de la discusión
de cada punto sometido a deliberación y de elaborar el proyecto de decisión.
Además, se estableció que el Juez Supremo designado sería el ponente del tema
respectivo en la sesión plenaria y encargado de redactar el Acuerdo Plenario
correspondiente.
3°. En el presente caso, el Pleno, de un lado, decidió tomar como referencia las
distintas sentencias de los Tribunales Superiores y Ejecutorias Supremas que
analizan y deciden sobre los alcances del delito de robo agravado por muerte
subsecuente (artículo 189º in fine del Código Penal) y el delito de asesinato
por conexión con otro delito (artículo 108º, inciso, del Código Penal), a fin de
determinar las diferencias entre ambos supuestos típicos y en qué casos son de
aplicación uno u otro. De otro lado, se resolvió también sobre la misma base
jurisprudencial, identificar cuál es la naturaleza penal de las lesiones causadas a
la víctima y a las que se refiere el inciso 1 de la parte segunda del artículo 189°
del Código Penal –en adelante CP–, para poder distinguirlas de aquellas men-
cionadas en el último párrafo del citado artículo.
III. DECISIÓN
14°. En atención a lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitoria de la
Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional, con
una votación de diez Jueces Supremos por el presente texto y cinco en contra
respecto del primer problema (alcances del artículo 189° in fine CP) y por una-
Jurisprudencia relevante
SUBSECUENTE Y EL DELITO DE ASESINATO
“Sétimo: Que de la revisión de los actuados se advierte que se encuentra acreditada la cul-
pabilidad del encausado Miguel Ángel Velásquez Zarazú, como coautor del delito contra el
patrimonio-robo agravado con subsecuente muerte en agravio de Marco Antonio Eugenio
Gallego Gonzáles, de acuerdo a lo establecido en el artículo ciento ochenta y ocho concordado
con el artículo ciento ochenta y nueve incisos uno, dos, tres, cuatro y último párrafo del Có-
digo Penal, de conformidad con la Ley veintiocho mil novecientos ochenta y dos, publicada
el tres de marzo de dos mil siete; la misma que prescribe la pena de cadena perpetua; por
cuanto la coautoría establecida en el artículo veintitrés del Código Penal exige que el plan
delictivo (acordado por los agentes) se exprese desde el momento de la ejecución del hecho;
siendo por tanto coautores aquellos que co-ejecutan el hecho y tienen dominio de él (tienen
“en sus manos” el curso del suceder típico); que en el presente caso, tanto Glenni Ponce como
Velásquez Zarazú actuaron conforme al plan delictivo acordado anteriormente, esto es sustraer
bienes muebles ajenos en una casa habitada, utilizando la oscuridad (producto de la noche)
como medio facilitador y en concurso de dos o más personas; quienes además, consideraron
como probable el uso de la violencia, dado que conocían -en grado de certeza- la presencia
de la víctima en el inmueble e ingresó Velásquez Zarazú con un arma de fuego, conforme a
la declaración de su co-encausado Glenni Ponce; conformándose con dicha probabilidad y
con total indiferencia de los bienes jurídicos ajenos, decidieron co-ejecutar el hecho y que
dada la circunstancia que Velásquez Zarazú fue descubierto por la víctima, decidieron ejercer
la violencia en contra de la víctima como medio facilitador para la sustracción de los bienes
muebles, siendo este un acto doloso de robo agravado; que la muerte, ocasionada por la in-
tensidad de la violencia (incrementada a razón de la defensa que la víctima realizó de su vida),
era previsible (se utilizó una fuerza mayor a la normal, además de la utilización de cordones
y polo para superar la defensa de la víctima); por ello, tanto Glenni Ponce como Velásquez
Zarazú son coautores de la modalidad de robo con resultado muerte (preterintencional), al
ser esta última previsible (Acuerdo Plenario 3-2008/CJ-116. F.J. 7)”.
LIMA
Lima, diecinueve de enero de dos mil doce.-
VISTOS; interviniendo como ponente el señor Lecaros Cornejo; el recurso de
nulidad interpuesto por el abogado defensor del sentenciado Jorge Luis Glenni
Ponce, por el Fiscal Superior, por el condenado Miguel Ángel Velásquez Zarazú y
por la Parte Civil contra la sentencia anticipada de fojas mil ochocientos cincuenta
y cinco, del veinte de setiembre de dos mil diez y la sentencia de fojas dos mil cien-
to doce, del dieciocho de abril de dos mil once; de conformidad en parte con el
dictamen del señor Fiscal Supremo en lo Penal; y CONSIDERANDO: Primero:
Que el Fiscal Superior en su recurso formalizado de fojas mil ochocientos sesenta y
nueve y dos mil ciento veinticinco sostiene que no se encuentra conforme con la
sentencia anticipada en el extremo de la pena impuesta al encausado Glenni Ponce,
así como con la sentencia que condena a Jordán Antonio Pacheco Huamanchumo
como cómplice secundario ni con el extremo de la pena impuesta a éste y a Ángel
Velásquez Zarazú en su calidad de autor; por cuanto la responsabilidad de los en-
causados Glenni Ponce, Velásquez Zarazú y Pacheco Huamanchumo como autores
ha quedado debidamente acreditada por el delito de robo agravado con subsecuen-
te muerte y las agravantes en casa habitada, durante la noche, a mano armada y con
la participación de dos o más agentes; que el encausado Glenni Ponce se declaró
confeso por el homicidio y se acogió a la conclusión anticipada, por lo que no debe
aplicársele los efectos atenuantes del artículo veintidós del Código Penal; que los
encausados actuaron con decisión común previo concierto de voluntades con pro-
pósito planificado, que se repartieron entre los tres el producto de lo vendido, que
la actuación de los sujetos activos del delito habría estado dirigida a causar la muer-
te por el temor a ser denunciados por la víctima pues los habría identificado plena-
mente, debiendo imponerse por tanto la pena solicitada en la acusación fiscal y
tener en cuenta que toda forma de autoría en los delitos dolosos de resultado, sea
en su modalidad directa, mediata o de coautoría se caracteriza por el dominio del
hecho lo que requiere que quiénes con una decisión común, toman parte en la
ejecución obren con dominio funcional. Segundo: Que el abogado defensor del
condenado Jorge Luis Glenni Ponce en su recurso fundamentado de fojas mil
ochocientos ochenta y seis sostiene que no se encuentra conforme con la sentencia
anticipada, en el extremo del quantum la pena impuesta, por cuanto el Colegiado
un aparador a fin de evitar ser descubierto; instantes que Glenni Ponce de manera
violenta lo toma por el cuello con su brazo derecho, llevándolo hasta la sala, oca-
sionando que éste se desmayara y cayera al piso, quedando tendido en posición
cubito ventral, lo que es aprovechado por Velásquez Zarazú para subir al segundo
piso y sustraer una laptop, dos equipos celulares, joyas, relojes y dinero en efectivo
ascendente a dos mil ochocientos diez nuevos soles, luego de lo cual descendió al
primer piso, donde Glenni Ponce seguía presionando el cuello de la víctima, moti-
vando que Velásquez Zarazú tomara un polo color crema y le rodeara la cara a la
altura de la boca para evitar que éste gritara, dándole dos golpes a la altura del lado
derecho de la cabeza supuestamente con su arma de fuego, circunstancias en las
cuales el agraviado al escuchar un silbato empezó a mover sus miembros inferiores
y superiores, desesperadamente intentando gritar y pedir auxilio, ante ello Glenni
Ponce con su mano izquierda introdujo el polo color crema antes mencionado a la
boca del agraviado, motivando que éste como mecanismo de defensa le mordiera
la mano, quién continuando con su actitud violenta comprimió con más fuerza
ocasionándole la muerte, luego los encausados le ataron los miembros superiores e
inferiores con el cable de una computadora y otro de material plastificado, intro-
duciéndole una bolsa plástica transparente en la cabeza, dejando el cuerpo de la
víctima tendido sobre el piso de la sala en posición de cubito ventral con el torso
desnudo y sin calzado, retirándose del lugar en el vehículo que los esperaba Pache-
co Huamanchumo, habiéndole causado la muerte al agraviado por asfixia mecáni-
ca, tipo estrangulación, siendo el agente causante; agente constructor cervical.
Sexto: Que la culpabilidad del encausado Jorge Luis Glenni Ponce por la comisión
(del delito contra el patrimonio-robo agravado con subsecuente muerte, tipificado
en el artículo ciento ochenta y ocho concordado con el artículo ciento ochenta y
nueve primer párrafo incisos uno, dos, tres y cuatro y último párrafo y la responsa-
bilidad de los encausados Bell Orlando Marchan Lujan y Juan Pablo Ramírez
Valverde por la comisión del delito contra el patrimonio-receptación; ambos en
agravio de Marco Antonio Eugenio Gallego Gonzáles no es materia de controversia
pues ellos mismos se acogieron al beneficio de la Conclusión Anticipada del Juicio
Oral previamente a emitirse sentencia, según consta del acta de fojas mil ochocien-
tos cuarenta y seis, en la cual aceptaron ser responsables de los hechos imputados
según la hipótesis acusatoria contenida en el dictamen del representante del Minis-
terio Público de fojas mil seiscientos cuarenta y nueve; de suerte que el objeto re-
cursal, en atención a los agravios indicados en los considerandos precedentes recae
sobre el tipo penal imputado al encausado Miguel Ángel Velásquez Zarazú, el
grado de participación del antes citado encausado y de Jordán Antonio Pacheco
Huamanchumo, la dosificación punitiva solamente respecto a los agravios del Mi-
nisterio Público, puesto que la Parte Civil no puede impugnar esos extremos y la
reparación civil impuesta por el Tribunal Superior a los encausados Glenni Ponce,
Velásquez Zarazú y Pacheco Huamanchumo. Sétimo: Que de la revisión de los
actuados se advierte que se encuentra acreditada la culpabilidad del encausado
Miguel Ángel Velásquez Zarazú, como coautor del delito contra el patrimonio-
robo agravado con subsecuente muerte en agravio de Marco Antonio Eugenio
Gallego Gonzáles, de acuerdo a lo establecido en el artículo ciento ochenta y ocho
concordado con el artículo ciento ochenta y nueve incisos uno, dos, tres, cuatro y
último párrafo del Código Penal, de conformidad con la Ley veintiocho mil nove-
cientos ochenta y dos, publicada el tres de marzo de dos mil siete; la misma que
prescribe la pena de cadena perpetua; por cuanto la coautoría establecida en el ar-
tículo veintitrés del Código Penal exige que el plan delictivo (acordado por los
agentes) se exprese desde el momento de la ejecución del hecho; siendo por tanto
coautores aquellos que co-ejecutan el hecho y tienen dominio de él (tienen “en sus
manos” el curso del suceder típico); que en el presente caso, tanto Glenni Ponce
como Velásquez Zarazú actuaron conforme al plan delictivo acordado anteriormen-
te, esto es sustraer bienes muebles ajenos en una casa habitada, utilizando la oscu-
ridad (producto de la noche) como medio facilitador y en concurso de dos o más
personas; quienes además, consideraron como probable el uso de la violencia, dado
que conocían –en grado de certeza– la presencia de la víctima en el inmueble e
ingresó Velásquez Zarazú con un arma de fuego, conforme a la declaración de su
co-encausado Glenni Ponce; conformándose con dicha probabilidad y con total
indiferencia de los bienes jurídicos ajenos, decidieron co-ejecutar el hecho y que
dada la circunstancia que Velásquez Zarazú fue descubierto por la víctima, decidie-
ron ejercer la violencia en contra de la víctima como medio facilitador para la sus-
tracción de los bienes muebles, siendo éste un acto doloso de robo agravado; que
la muerte, ocasionada por la intensidad de la violencia (incrementada a razón de la
defensa que la víctima realizó de su vida), era previsible (se utilizó una fuerza mayor
a la normal, además de la utilización de cordones y polo para superar la defensa de
la víctima); por ello, tanto Glenni Ponce como Velásquez Zarazú son coautores de
la modalidad de robo con resultado muerte (preterintencional), al ser esta última
previsible (Acuerdo Plenario 3-2008/CJ-116. F.J. 7). Octavo: Que dicha responsa-
bilidad se acredita con la manifestación de su coencausado Glenni Ponce, de fojas
sesenta quién en presencia fiscal refirió que su amigo Miguel Velásquez lo estaba
esperando para entrar a la casa del agraviado a robar, pero como no podía desmayar
a la víctima ante la insistencia de éste le dejó la puerta junta, quién se escondió en
el comedor, mientras que Glenni Ponce subió al dormitorio, que cuando estaba en
el primer piso el agraviado se dio cuenta de Miguel, por eso Glenni Ponce lo cogió
del cuello y su amigo Miguel Velásquez lo golpeó con un objeto hasta en dos opor-
tunidades; con la declaración ampliatoria de fojas ciento ocho con presencia fiscal,
en la que refirió que su amigo Miguel le dio un golpe con su arma en la cabeza, por
lo que el agraviado comenzó a sangrar y se desmayó, que Miguel Velásquez le pro-
pinó otro cachazo, en la cabeza; con la declaración instructiva de fojas doscientos
noventa y tres en la que también refirió que Miguel golpeó al citado agraviado con
un objeto concreto, ello se corrobora además con el dictamen pericial de psicología
realizada a Glenni Ponce de fojas mil doscientos sesenta y nueve, en el que se con-
signa que fue éste quién lo agarró del cuello al agraviado y Velásquez Zarazú alias
“Pacho” lo golpeó con la cacha del revolver por lo que el agraviado se desmayó; con
el acta de diligencia de reconstrucción de los hechos de fojas mil ciento cincuenta
y ocho transcrita a fojas mil ciento setenta y tres, en la que se consigna que existe
una escultura dañada con la que aparentemente se haya golpeado al agraviado y con
el acta de reconocimiento fotográfico realizada por el encausado Glenni Ponce de
fojas ciento cuarenta y dos, con presencia fiscal, en la que éste refirió haber matado
conjuntamente con su coencausado Velásquez Zarazú al agraviado para robarle sus
pertenencias; que no obstante que en la diligencia de confrontación con su coen-
causado Velásquez Zarazú refirió que lo del golpe en la cabeza no es cierto, tal
versión resulta poco creíble puesto que mencionó éste hecho a lo largo de todas sus
declaraciones, de lo que se desprende que Glenni Ponce buscó atenuar o enervar la
responsabilidad de su coencausado Velásquez Zarazú, teniendo en cuenta además
que como se menciona en el quinto fundamento jurídico el encausado Glenni
Ponce se acogió a la conclusión anticipada; que aunado a ello se tiene las propias
declaraciones del encausado Velásquez Zarazú de fojas noventa y nueve, cuatrocien-
tos setenta y dos y mil ochocientos cuarenta y seis en las que refirió que conjunta-
mente con sus coencausados acordaron en ir a robar a la víctima y que cuando se
encontraba en la casa del agraviado, éste se percató de su presencia, por lo que
Glenni Ponce conocido como “Coco” lo cogió del cuello mientras él aprovechaba
en coger las pertenencias del agraviado, laptop, dinero, joyas, relojes, celulares, que
le alcanzó una prenda de vestir a “Coco” porque el agraviado quería gritar, luego
éste le pidió algo para amarrarlo, por lo que le alcanzó los cables de la computado-
ra para que atara al agraviado, asimismo se tiene el Informe pericial de Necropsia
realizada al agraviado de fojas trescientos cincuenta y seis, el mismo que fue ratifi-
cado a fojas setecientos ochenta y siete que concluye que la muerte se debía a asfixia
mecánica estrangulación y se consignó que “las lesiones de la cabeza del occiso son
producidas por objeto contundente duro o por fricción (roce), las lesiones produ-
cidas a nivel cervical corresponden a un objeto constrictor blando y ancho...”; que
pese a que el encausado niega los cargos en su manifestación policial de fojas no-
venta y nueve, instructiva de fojas doscientos noventa y siete, en sus declaraciones
rendidas en sede plenarial de fojas mil ochocientos cuarenta y seis, mil ochocientos
setenta y dos, mil ochocientos setenta y siete y mil ochocientos noventa y uno, la
veinte mil nuevos soles, monto que por concepto de reparación civil deberán abo-
nar solidariamente los sentenciados a favor de los padres del agraviado Marco An-
tonio Eugenio Gallego Gonzáles; y los devolvieron.-
S.S.
LECAROS CONEJO / PRADO SALDARRIAGA / BARRIOS ALVARADO /
PRÍNCIPE TRUJILLO / VILLA BONILLA.
R. N. N.° 3932-2004
AMAZONAS
Lima, diecisiete de febrero de dos mil cinco.
VISTOS; los recursos de nulidad interpuestos por los encausados Carlos Al-
berto Ramos Sandoval, Darío Damián Pedraza Alarcón y Danton Alan Sandoval
Rentería y el Fiscal Superior; de conformidad con el dictamen del señor Fiscal
Supremo en lo Penal; y CONSIDERANDO: Primero: Que del recurso de nulidad
interpuesto por el representante del Ministerio Público se advierte que no formula
petición concreta respecto de los encausados Carlos Alberto Ramos Sandoval, Da-
río Damián Pedraza Alarcón y Danton Alan Sandoval Rentería, limitándose a narrar
aspectos circunstanciados de los hechos, tales como que el primero fue quien recibió
la información del sujeto conocido como “Juan” sobre los movimientos bancarios
y el desplazamiento del agraviado Carlos Lino Chonlón Vega, que a su vez la tras-
mitió al segundo, para luego juntos planificar el asalto, contando con la participación
del tercero, quien los condujo en un vehículo menor –mototaxi– hasta el lugar del
evento. Segundo: Que el abogado defensor del acusado Carlos Alberto Ramos
Sandoval, señala que su patrocinado ha intervenido en el asalto motivado por un
estado de necesidad, invocando como fundamento jurídico el artículo veinte inciso
cuarto del Código Penal, en todo caso el Superior Colegiado para la imposición de
la pena no ha considerado lo previsto en los artículos cuarenta y cinco y cuarenta y
seis del acotado cuerpo legal. Tercero: Que, el encausado Darío Damián Pedraza
Alarcón, al fundamentar su recurso de nulidad sostiene que por su sinceridad,
arrepentimiento y pedido de clemencia en el juicio oral, debió imponérsele una
pena por debajo del mínimo legal. Cuarto: Que el encausado Danton Alan Sando-
val Rentería, en su recurso de nulidad arguye que en la presente investigación judi-
cial no se han glosado pruebas de cargo que acrediten su responsabilidad penal, toda
vez que ha sido comprendido por el solo hecho de haberse encontrado con su
coacusado Carlos Alberto Ramos Sandoval durante la intervención policial. Quin-
to: Que para evaluar el caso sub judice, esta Suprema Sala considera necesario hacer
precisiones en relación a dos circunstancias: a) La determinación del momento en
que se consuman el delito de robo agravado y, b) Violencia ejercida con posterio-
ridad a la consumación del mencionado delito. Que respecto de la primera es de
precisar: Que el delito de robo consiste en el apoderamiento de un bien mueble,
con animus lucrandi, es decir el aprovechamiento y sustracción del lugar donde se
encuentre, siendo necesario el empleo de la violencia o amenaza por parte del agen-
te sobre la víctima (vis absoluta o vis corporales y vis compulsiva), destinadas a posi-
bilitar la sustracción del bien, debiendo ser éstas actuales e inminentes en el mo-
mento de la consumación del evento y gravitar en el resultado, consumándose el
delito con el apoderamiento del objeto mueble aunque sea por breve lapso de
tiempo. Que en cuanto a la segunda cabe señalar: Que cuando la violencia es ejer-
cida con posterioridad a la consumación del hecho punible y se cause la muerte de
la víctima, la conducta del agresor habría quedado circunscrita a un resultado pre-
terintencional o a un delito contra la vida, el cuerpo y la salud –homicidio doloso–
produciéndose aquí un concurso real de delitos, esto es, la presencia de dos ilícitos
calificándolos cada uno de ellos como hechos independientes. Que sin embargo, si
la muerte la ocasionó el agente para facilitar la consumación del robo o para ocultar
su realización o impedir su detención tal acción homicida constituirá delito de
asesinato (Ver José Hurtado Pozo, Manual de Derecho Penal, Parte Especial I. Ho-
micidio, Ediciones Juris, Lima mil novecientos noventa y cinco, páginas cincuenta
y nueve y sesenta). Sexto: Que, en cuanto se refiere a los hechos submateria, de las
diligencia y pruebas actuadas ha quedado establecido que en horas de la tarde del
ocho de junio del dos mil dos, el agraviado Carlos Lino Chonlón Vega fue inter-
ceptado por los coacusado Carlos Alberto Ramos Sandoval, Darío Damián Pedra-
za Alarcón y Rey David Pedraza Campos, en circunstancias que luego de retirar
dinero del Banco se dirigía a bordo de una motocicleta por la carretera con destino
al Centro Poblado Menor “Naranjos Alto” en la jurisdicción del Distrito de Caja-
ruro, Provincia de Utcubamba, siendo el caso que Ramos Sandoval conjuntamen-
te con Pedraza Campos, aprovechando la superioridad numérica y empleando
violencia le despojaron el dinero que portaba, para darse a la fuga, a lo que el
agraviado en su intento de recuperar lo sustraído es impactado por un proyectil de
arma de fuego disparado por Darío Damián Pedraza Alarcón quien se encontraba
detrás de aquél en actitud de contención, ocasionando su muerte en forma instan-
tánea, siendo la causa de ella shock hipovolémico, traumatismo torácico abierto,
lesiones de disparo de arma de fuego conforme aparece en el protocolo de autopsia
de fojas sesenta y tres. Sétimo: Que, de la debida compulsación de pruebas resulta
que Carlos Alberto Ramos Sandoval, al absolver la tercera pregunta de su manifes-
tación policial de fojas veintitrés, señala que él conjuntamente con su coacusado
Rey David Pedraza Campos le arrebataron el dinero al agraviado y cuando empren-
dían la fuga, encontrándose a unos veinte metros aproximadamente, al voltear la
mirada pudo observar que Pedraza Alarcón le efectúa un disparo por la espalda al
agraviado, versión que coincide con la de éste último, quien en su manifestación
policial de fojas veintiocho admite que en efecto portaba un arma de fuego calibre
treintidós con el cual realizó el disparo mortal al agraviado, encontrándose éste a
unos dos metros y medio de distancia aproximadamente. Octavo: Que, con lo
expuesto, se colige que los agresores hicieron uso de la violencia como medio para
lograr la apropiación del bien, cesando ésta cuando Ramos Sandoval y Pedraza
Campos huyen con el dinero, quedando consumada la sustracción, toda vez que
los procesados no sólo ya habían aprehendido el objeto que estaba en poder y do-
minio de la víctima, sino que se la llevaban (reemplazo de un dominio por otro),
teniendo la cosa en sus manos, aunque fuera por breve lapso de tiempo, eviden-
ciándose por tanto la consumación de la lesión jurídico patrimonial. Noveno: Que,
así las cosas toca dilucidar la conducta que cada procesado ha desplegado para la
perpetración del hecho; que para el caso de Pedraza Alarcón ha surgido concurso
real de delitos, puesto que el evento tuvo lugar en dos momentos: la ejecución del
robo propiamente dicho con apoderamiento ilegítimo de la cosa y el segundo la
muerte de la víctima; en efecto, en el presente caso, el delito de robo agravado
quedó consumado desde el momento en que Ramos Sandoval y Pedraza Campos
huyen con el botín, ejerciendo actos de disposición (aunque por breve lapso de
tiempo), configurándose aquí el tipo penal del artículo ciento ochenta y nueve
primera parte, incisos dos, tres y cuatro del Código Penal, de lo que se colige que
al efectuar el disparo mortal por la espalda al agraviado, ya no constituye un medio
para lograr la apropiación del bien, sino un hecho punible independiente del robo
agravado, puesto que éste ya se había consumado, cometiendo en consecuencia el
delito de homicidio agravado conforme al inciso segundo del artículo ciento ocho
del Código Penal y no robo agravado con subsecuente muerte. Décimo: Que, lo
anotado precedentemente, daría lugar a la ampliación del auto de apertura de ins-
trucción contra el encausado Pedraza Alarcón, por el delito de homicidio calificado;
pero, estando a que el Fiscal Superior en su recurso de nulidad no ha formulado
petición concreta respecto de este encausado y en aplicación del artículo trescientos
del Código de Procedimientos Penales, modificado por el Decreto Legislativo no-
vecientos cincuenta y nueve no resulta posible declarar la nulidad de la sentencia
en dicho extremo, pues ello constituiría una reforma en peor, lo que no está permi-
tido por la precitada norma legal; en consecuencia la petición de Pedraza Alarcón
sobre la disminución de la pena que le fue impuesta deviene en inatendible, dada
la naturaleza y gravedad del ilícito cometido. Undécimo: Que, con relación al en-
causado Carlos Alberto Ramos Sandoval, en su recurso de nulidad alega que actuó
bajo un estado de necesidad invocando el inciso cuarto apartado a) del artículo
veinte del Código Penal, sin embargo ello no resulta atendible pues no se cumplen
los presupuestos de la causa de justificación aludida, es más, existió un plan preme-
ditado ya que el sujeto conocido como “Juan” (según su versión) días antes le
proporcionó información sobre la ruta que empleaba el agraviado, por lo demás el
procesado no ha dado una versión uniforme sobre los hechos, adecuándose su
conducta al tipo penal por el cual ha sido condenado (artículo ciento ochenta y
nueve, incisos dos, tres y cuatro del Código acotado). Décimo Segundo: Que en lo
que respecta al encausado Danton Alan Sandoval Rentería, a quien se le atribuye el
delito de robo agravado en calidad de cómplice, de autos no aparecen suficientes
elementos de prueba que acrediten su participación en los hechos, ya que fue in-
Jurisprudencia relevante
SUBSECUENTE Y EL DELITO DE ASESINATO
“No resulta de recibo lo alegado por el recurrente, al señalar que no causó la muerte del
agraviado, pues en el robo con subsecuente muerte no se busca necesariamente tal resultado
–muerte de la víctima–, sino que éste se produce como consecuencia de los actos propios del
uso de la violencia para facilitar el apoderamiento o vencer la resistencia de quien se opone a
la realización del evento delictivo, con lo cual, dicho resultado sobrepasa el dolo del agente
respecto del apoderamiento patrimonial; no cabe una interpretación en que se estime que
la circunstancia agravante aludida se presenta cuando el sujeto activo, para efectuar la sus-
tracción de bienes, se predetermina dolosamente a matar a la víctima, pues ello configuraría
el supuesto típico de homicidio calificado para ocultar otro delito. En consecuencia, que el
desenlace de muerte no haya estado comprendido en los planes iniciales de los perpetrado-
res o –incluso– no lo hayan buscado, no los excluye de la aplicación de la citada agravante,
cuya exigencia básica consiste en que los actos de violencia empleados para la consecución
de los fines de apoderamiento hayan causado la muerte y que ésta haya sido previsible para
los perpetradores”.
R. N. N° 2487-2002
AREQUIPA
Lima, diecinueve de junio de dos mil doce.-
VISTOS; los recursos de nulidad interpuestos por el encausado Luis ángel
Ruelas Ruelas contra la sentencia de fojas trescientos once, del once de julio de dos
mil dos, que lo condenó como autor del delito contra el Patrimonio-robo agravado
con muerte subsecuente, en perjuicio de Juan Rosas Casquina, a veinte años de
pena privativa de libertad; y por el representante del Ministerio Público respecto
CONSIDERANDO
PRIMERO: El encausado Luis Ángel Ruelas Ruelas en su recurso funda-
mentado a fojas trescientos veintinueve, alega: i) que no actuó dolosamente, sino
por miedo y obedeciendo órdenes de su coprocesado Chávez Blanco; ii) que su
participación fue mínima y únicamente como cómplice primario, ya que no tuvo
el dominio de los hechos ni los planificó, siendo su único rol, amarrar los pies al
occiso; iii) que no tiene responsabilidad en la muerte del agraviado pues no originó
ni produjo ningún riesgo por comisión u omisión; iv) que tanto la edad avanzada
edad del agraviado, como los problemas cardiovasculares que sufría, causaron su
muerte; v) que no tenía deber de garante, pues no le tapó la boca al agraviado ni
tuvo conocimiento de tal hecho; y, vi) que no se tomaron en cuenta sus carencias
sociales, económicas y morales; viii) que al momento de los hechos contaba con
diecinueve años de edad.
SEGUNDO: Por su parte, el representante del Ministerio Público al
fundamentar su recurso de nulidad a fojas trescientos veinte y siete, sostiene que con
las pruebas actuadas en el proceso se acreditó la responsabilidad penal del procesado
Luis Ángel Ruelas Ruelas en los hechos materia de imputación; sin embargo, el Co-
legiado Superior al determinar la pena, no tuvo en cuenta la naturaleza pluriofensiva
del delito, ni la concurrencia de múltiples agravantes, llegando incluso a causarse
el deceso de la víctima; alega también que si la Sala Penal Superior consideraba
inaplicable la pena de cadena perpetua debió imponer la inmediatamente inferior.
De otro lado, solicita que este Supremo Tribunal revise el monto fijado por concepto
de reparación civil a los sentenciados.
TERCERO: Fluye de la acusación fiscal de fojas ciento setenta y cinco, que el
dieciocho de junio de dos mil uno, aproximadamente a las veinte horas, los proce-
sados Abel Gustavo Farfán Suaña, Luis Ángel Ruelas Ruelas y Javier Chávez Blanco
se apersonaron al domicilio del agraviado Juan Rosas Casquina, ubicado en la ur-
banización Viña del Mar, C-nueve, en el distrito de Paucarpata, ingresando Chávez
Blanco –quien mantenía una relación sentimental con el agraviado– y Ruelas Ruelas,
mientras que Farfán Suaña se quedó en la parte exterior, siendo que, una vez en el
interior del inmueble, los antes mencionados cogieron por la espalda al agraviado y
lo sujetaron por el cuello, provocando que cayera en la cama, lo que aprovecharon
para atarlo de manos y pies y envolverlo con frazadas, para luego sustraer sus bienes,
dándose a la fuga en un taxi; posteriormente, los procesados fueron intervenidos por
personal policial aproximadamente a cinco cuadras del lugar de los hechos, cuando
transportaban los bienes sustraídos, logrando escapar el procesado Chávez Blanco,
en tanto los otros dos encausados guiaron a los efectivos policiales al domicilio del
agraviado donde lo encontraron sin signos de vida.
CUARTO: Debe precisarse en primer lugar, que en mérito al principio de
congruencia recursal –que consagra la exigencia de establecer una correlación total
entre lo impugnado y la decisión–, la expresión de agravios define y delimita el arco
de pronunciamiento de este Supremo Tribunal; por lo que, los concretos agravios
planteados por los impugnantes en el caso de autos delimitan las cuestiones que
serán analizadas en la presente resolución.
QUINTO: En tal sentido, si bien el procesado cuestiona su condena, se advierte
que fue el único agravio que esgrime para tal efecto no implica una negación de
su participación en los hechos objeto de imputación, sino que sostiene que actuó
por miedo, obedeciendo a su coprocesado Javier Chávez Blanco. Al respecto, debe
precisarse que, lo que en puridad alega el recurrente es la configuración de un
supuesto de miedo insuperable, previsto en el inciso siete del artículo veinte del
Código Penal, que establece que “está exento de responsabilidad penal: (...)”. El que
obra competido por miedo insuperable de un mal igual o mayor”; eximente que
según lo desarrollado por la doctrina supone una coacción o la amenaza de un mal
–asociado o no a la violencia física efectiva–, que no excluye la voluntariedad de la
acción, sino que priva a ésta de la normalidad necesaria para que pueda imputarse
penalmente al sujeto1.
En el presente caso, el recurrente no ha explicado en forma alguna el modo en
que se habría producido tal eximente –ni su sustento probatorio–; la misma que
tampoco se evidencia en ninguna de sus declaraciones; así tenemos que; i) en su
manifestación policial de fojas quince –en presencia del representante del Ministerio
Público– señaló que es amigo del procesado Javier Chávez Blanco, a quien conoció
tres meses atrás en la discoteca “Efectos” y que el día domingo diecisiete de junio
de dos mil uno –esto es, un día antes de ocurridos los hechos–, aproximadamente
a las veintiún horas, se reunió con sus coprocesados Farfán Suaña y Chávez Blanco
en la mencionada discoteca, y acordaron –a iniciativa de este último– que al día
siguiente irían a la casa del agraviado Juan Rosas Casquina con la finalidad de
robarle sus artefactos y dinero, señalando Chávez Blanco que sería fácil porque
era viejo, volviendo a reunirse en el mismo lugar el día siguiente, a las diecinueve
horas, donde tomaron una combi con dirección al domicilio del agraviado con el
propósito de concretar sus planes; ii) en su declaración instructiva de fojas sesenta
1 MIR PUIG, Santiago, Derecho penal. Parte general, 8.ª ed., Reppertor, Barcelona, 2008, p. 602 y ss.
2 HURTADO POZO, José, Manual de Derecho penal. Parte general, 4.ª ed., Tomo II, IDEMSA, Lima,
2011, p. 155.
3 Véase fundamento jurídico N.° 194 de la sentencia de fecha 03/01/2003, recaída en el expediente N.°
010-2002-AI/TC.
Decisión
Por los fundamentos expuestos en los considerandos precedentes, los miem-
bros de la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República,
declararon:
I. NO HABER NULIDAD en la sentencia de fojas trescientos once, del once de
julio de dos mil dos, que condenó a Luis Ángel Ruelas Ruelas como autor
del delito contra el Patrimonio-robo agravado con muerte subsecuente;
II. HABER NULIDAD en la misma sentencia, en el extremo que impuso al pro-
cesado Luis ángel Ruelas Ruelas, veinte años de pena privativa de libertad, y
reformándola le impusieron treinta años de privación de libertad, la misma que
computada desde el diecinueve de junio de dos mil uno vencerá el dieciocho de
junio de dos mil treinta y uno;
III. NO HABER NULIDAD en la citada sentencia, en el extremo que fijó en doce
mil nuevos soles el monto que por concepto de reparación civil deberá pagar
el procesado Luis Ángel Ruelas Ruelas a favor de los herederos legales del
agraviado;
IV. INTEGRARON la misma sentencia, a fin de tener como agraviado a Juan
Rosas Casquina;
V. LLAMARON LA ATENCIÓN al Relator de esta Suprema Sala Penal, William
Alfredo Rojas Zelada, por la demora en dar cuenta del presente proceso; y los
devolvieron.-
SS
LECAROS CORNEJO / PRADO SALDARRIAGA / BARRIOS ALVARADO /
PRINCIPE TRUJILLO / VILLA BONILLA