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EL PROCESO

1. CONCEPTOS PREVIOS

a) El Estado cumple las funciones que le son propias -legislativa, ejecutiva y


jurisdiccional- por medio de los órganos competentes: poderes Legislativo,
Ejecutivo y Judicial.

b) La función jurisdiccional es inherente a él; se basa, en nuestra legislación, en


preceptos constitucionales expresos, y tiene por objeto resolver los conflictos de
intereses suscitados entre particulares. La cumple de tres maneras: 1) la
administración de justicia; 2) determinando la competencia de los tribunales que la
integran, y 3) estableciendo las reglas de procedimiento a que deben sujetarse los
jueces y litigantes en la substanciación de los procesos.

c) Los dos primeros aspectos de la función jurisdiccional están organizados,


dentro de nuestro régimen jurídico, por la Constitución Política de la República y
por el Código Orgánico de Tribunales, revistiendo este último el carácter de ley
orgánica constitucional en estas materias de acuerdo a lo previsto en los artículos
74 y 5a transitorio de nuestra Constitución.

d) El tercer aspecto de la cuestión -el procedimiento- está reglamentado por los


Códigos de Procedimiento Civil y Penal, Código Procesal Penal y en otras leyes,
que se refieren a casos especiales. Consiste en el conjunto de formalidades a que
deben someterse el juez y los litigantes en la tramitación del proceso.

Procedimiento viene de procedere, avanzar, y denota la idea de “camino a seguir”;


supone, por consiguiente, una serie de actos cuyo conjunto forman el proceso, en
el que el demandante acciona, el demandado opone sus excepciones y defensas,
se rinden las pruebas pertinentes y termina con la sentencia que dicta el tribunal.

e) De lo anterior resulta, entonces, que la actividad jurisdiccional del Estado se


desarrolla mediante el proceso. Pero actualmente no es el único fin de éste. Pues
junto con el proceso contencioso, que es el propiamente jurisdiccional, existe el
proceso voluntario o de jurisdicción voluntaria, que persigue otros fines que el
resolver contiendas entre partes, como es el crear actos tutelares, solemnidades o
situaciones jurídicas nuevas. Sin embargo, dado lo dispuesto en el artículo 817 del
Código de Procedimiento Civil, en nuestra legislación el proceso voluntario es un
acto de jurisdicción del Estado.-

En el proceso penal, la investigación que debe dirigir en forma exclusiva el


ministerio público no reviste naturaleza jurisdiccional, por mandato expreso del
artículo 80 A de nuestra Constitución Política de la República, debiendo atribuirse
dicho carácter fundamentalmente al juicio oral que se desarrolla ante el tribunal
oral (Título III del Libro II del Código Procesal Penal). Las diligencias que se
hubieren realizado por el ministerio público o la policía en la etapa de investigación
no tendrán valor probatorio dentro del juicio oral, dado que la prueba que debe
servir de base a la sentencia es la que debe rendirse durante la audiencia del
juicio oral (arts. 296 y 340 inc. 2° del Código Procesal Penal).

Sin perjuicio de ello, revisten también naturaleza de carácter jurisdiccional en la


fase de investigación formalizada, las diversas resoluciones que se pronuncian por
el juez de garantía, como son las que autorizan que se realicen actuaciones que
importan una privación, restricción o perturbación para el imputado o un tercero
del ejercicio de los derechos que la Constitución asegura (art. 9° Código Procesal
Penal); la que ordena la prisión preventiva (art. 140 Código Procesal Penal), la que
decreta otras medidas cautelares personales (art. 155 Código Procesal Penal), la
que determina la procedencia de medidas cautelares reales (art. 157 Código
Procesal Penal), la que decreta la suspensión condicional del procedimiento (art.
237 Código Procesal Penal), la que aprueba los acuerdos reparatorios (art. 241
Código Procesal Penal), la que decreta el sobreseimiento definitivo (art. 250
Código Procesal Penal) o el sobreseimiento temporal (artículo 252 Código
Procesal Penal), el auto de apertura del juicio oral (art. 277 Código Procesal
Penal).
2. LOS PROCEDIMIENTOS COMO LAS NORMAS Y FORMALIDADES QUE
PERMITEN CONSTITUIR LOS PROCESOS

La noción de procedimiento sólo se puede entender, en el ámbito del Derecho


Procesal, comprendiendo su relación con la de proceso.

De partida, aunque es usual que se utilicen ambas expresiones en forma


indiferenciada y que existe una estrecha vinculación entre ellas, claramente
representan realidades que, por una serie de razones, conviene distinguir.

2.1. El proceso

El proceso es un mecanismo que opera en un caso concreto para producir una


decisión, que pondrá término en forma definitiva a un determinado conflicto de
relevancia jurídica, surgido entre dos o más personas. Luego, cada proceso es
único.

Que el proceso es una unidad, se comprueba porque existen diferentes


mecanismos para individualizarlo. Así, en nuestro sistema jurídico, tratándose de
un proceso singular, como son la inmensa mayoría, se lo identifica con el primer
apellido de ambas partes y también con un número, llamado Rol, que ahora último
se fija por año, asignado por cada tribunal. Por ejemplo, "MARTÍNEZ con
RODRÍGUEZ", Rol 1354-2001, de/ Primer Juzgado de Letras de Puente Alto.

Como cada proceso se constituye para solucionar un conflicto especifico entre


determinadas personas, no se admiten dos procesos idénticos, debiendo anularse
el segundo, lo que puede conseguirse a través de las excepciones de cosa
juzgada, si el primero ya ha terminado, o de litispendencia, si se encuentra
pendiente.

A partir de aquí, un proceso, puede ser definido como:

La actividad que desarrollan las partes y del tribunal para producir un juicio
jurisdiccional, que declare el derecho de las partes en un caso concreto,
Evidentemente en una sociedad tan compleja como la actual, cada año surgen
millones de procesos o juicios, para poner término a una infinidad de conflictos de
los más diversos órdenes.

Lo singular del proceso es que se compone de actividad, es decir, de lo que hacen


determinadas personas, muy lejos de ser una cosa material. Es cierto que desde
un punto de vista que podríamos calificar como estático, esa actividad se puede
descomponer en un "conjunto de actos sucesivos" o “una sucesión de actos", que
es como tradicionalmente se suele definir al proceso.

Esta "actividad" que constituye cada proceso, necesariamente proviene de dos


fuentes diferentes:

a) de las partes, que son las personas entre las que se plantea la disputa de
relevancia jurídica y quienes solicitan que sea resuelta por un tribunal, conforme a
Derecho. Su actividad de inicio y desarrollo del proceso, es lo que constituye la
acción procesal.

b) del tribunal, que es el órgano estatal que debe emitir, como resultado de su
propia actividad y la de las partes, y haciendo aplicación de las normas jurídicas
correspondientes, la decisión que venga a resolver definitiva e irrevocablemente la
controversia, estableciendo el derecho de cada una de ellas. Esta actividad es la
que constituye la jurisdicción, que actualmente el Estado ha reservado para si y
que ejerce a través de los jueces.

Entonces, queda claro que el proceso se constituye en un sofisticado mecanismo


en el cual se permite que los propios interesados en una decisión puedan
participar en su formación, interactuando con los jueces, expertos conocedores de
las normas jurídicas y con las facultades necesarias para obligar a las personas a
observar una determinada conducta.

La finalidad del proceso es obtener un juicio, el que se forma, precisamente, a


través del proceso que, entonces, se constituye en un processus iudicii. Por eso
es que en lenguaje común se identifica el proceso con el juicio, sinonimia
rigurosamente exacta.

Luego, el proceso está dotado de una profunda legitimidad, ya que deben ser
siempre oídos y pueden intervenir a lo largo de todo su desarrollo, las personas
que van a ser afectadas por la sentencia, que es la resolución judicial que le pone
término.

Efectivamente, la sentencia, constituye la expresión formal del juicio, y una vez


terminado definitivamente el proceso, en todas sus instancias y recursos, se
transforma en la solución definitiva e irrevocable al conflicto o problema planteado.

2.1 Naturaleza jurídica del proceso.

El estudio de la naturaleza jurídica del proceso tiene como finalidad establecer si


es que es posible o no predicar de él su plena autonomía como rama del derecho
o si es que el estudio del mismo está supeditado a las ramas sustantivas de del
derecho (civil, penal, comercial, tributario, administrativo, entre otros).

La doctrina ha formulado distintas teorías que otorgan criterios de solución a esta


difícil interrogante. En lo sucesivo, se revisarán brevemente teorías provenientes
de la dogmática alemana.

2.1.1 Teoría del contrato y cuasicontrato

En cuanto a la teoría del contrato ella tiene su origen en el derecho romano, en


base a la figura de la litiscontestación, mediante la cual el demandante y el
demandado convenían someterse a la solución provista por un tercero, arbitraje
actual, tal como se muestra en la regulación de tal institución. La solución de esta
modalidad estaba provista de fuerza de cosa juzgada, por lo cual era
completamente vinculante para las partes adoptar la decisión dada por el árbitro.
Esta teoría tuvo su origen en Francia, durante los siglos XVII y XVIII.

La visión del proceso como un contrato no ha estado exenta de críticas. Así se ha


sostenido que resulta poco creíble configurar una relación contractual entre el
demandado y demandante, pues ello choca con la idea de ius publicista del
derecho procesal. Por esto la teoría ha sido desechada en la actualidad, habida
consideración de la figura del juez, quien ejerce una función pública, el cual no
está ligado por un contrato.

En relación a la teoría del cuasicontrato, se aplican las mismas críticas realizadas


a la teoría del contrato, puesto que no es posible configurar al proceso como un
hecho lícito no convencional que produce obligaciones. Al parecer, se trata de
visiones radicalmente civilistas que no logran expresar la realidad jurídica del
proceso.

2.1.2 Teoría de la relación jurídica

Esta teoría arranca de la doctrina alemana de mediados del siglo XIX. Su máximo
exponente fue Von Büllow quien, en su obra “Teoría de las excepciones
procesales y de los presupuestos procesales”, sostuvo que el proceso debe
entenderse como una relación jurídica entre las partes y el juez, la cual presenta
las siguientes características: consiste en un vínculo de derecho que une a los
sujetos, el cual se funda en la voluntad de la ley y no en la voluntad de las partes;
constituye una relación compleja, compuesta por un número indeterminado de
deberes y derechos entre las partes que la protagonizan; es una relación
autónoma, la cual se encuentra absolutamente desvinculada de la relación de
derecho sustantivo o material, y es una relación de derecho público, puesto que
los sujetos de la relación jurídica es vinculante para el demandante, para el
demandado y para el estado.

La crítica central que ha recibido esta teoría dice relación con la negación de una
sola relación jurídica en el proceso, puesto que al interior de él hay variados actos
procesales y diferentes relaciones procesales.

2.1.3 Teoría de la situación jurídica

Esta teoría fue formulada por Goldschimtd en su obra “El proceso como situación
jurídica” de 1925. Su punto de partida radica en una crítica hacia la teoría de la
relación jurídica, mediante una comparación ente el fenómeno de la guerra y el
fenómeno del proceso, en cuya virtud señala que en este último sólo hay
posibilidades, expectativas y cargas. El juez por su parte, no está obligado para
con las partes a dictar sentencia sino que tal función se desprende de su
condición de funcionario público. Así su concepción del proceso radica en
entenderlo como una situación en que se encuentran las partes con la expectativa
de obtener una sentencia favorable.

En cuanto a las críticas que se la han formulado a esta teoría, se señala la


imposibilidad de dar crédito a una concepción que propenda a una completa
desvinculación entre el juez y las partes.

No obstante lo anterior, de esta teoría se desprende el concepto de “carga


procesal” que, hasta el día de hoy, es utilizado por la doctrina y por la
jurisprudencia. Según esta teoría, debe entenderse por carga procesal un
imperativo de conducta cuya verificación no puede exigirse por un tercero y cuyo
incumplimiento sólo perjudica el interés de aquel a quien lo ha podido verificar.

2.1.4 Teoría del proceso como institución

Esta teoría fue elaborada por Guasp, quien tuvo como punto de partida la
insuficiencia de la teoría de la relación jurídica. En opinión de este autor en el
proceso hay más de una correlación de deberes y derechos jurídicos y, por tanto,
hay más de una relación jurídica. A la hora de fijar las notas que deben revestir el
proceso considerado como una institución, existe una pluralidad de opiniones,
dado que el mismo concepto de institución jurídica tiene una multiplicidad de
concepciones al respecto. Según Guasp las características propias de una
institución son la jerarquía, la objetividad, la universalidad y la elasticidad. Para
Hagen por su parte, las características fundamentales de una institución son la
finalidad de la misma, la constancia, la estructuración, la existencia de una unidad
cerrada y su normatividad.
Respecto a las críticas, varios autores han señalado que se trata de una teoría
vaga y estéril, ya que al no manejar un concepto unívoco de institución, no se
puede tener tampoco un concepto unívoco de proceso.

2.1.6 Teoría sociológica de Luhmann

Este sociólogo Alemán del siglo XX propone una visión sistémica del proceso, la
cual se enmarca dentro de la teoría general de la sociedad formulada por él
mismo. Así en su teoría de los sistemas sociales se observa la existencia del
sistema jurídico y ,dentro de él, la existencia de un subsistema procesal, el cual
-junto con los demás subsistemas- debe hacer soportable un medio complejo con
infinitas alternativas de comportamiento para reducir la complejidad a la medida
del ser humano. Utiliza como puntos de partida en lo referido al desenvolvimiento
del proceso, la certeza que se va a producir una decisión jurisdiccional y la
inseguridad acerca de cuál vaya a ser la decisión que se tome. Por eso sostiene
que en el proceso existen, solamente expectativas normativas, en donde muchas
veces las referidas expectativas pueden entrar en conflictos normativos.

Para el autor, la función del proceso es la conversión de las referidas expectativas


normativas en expectativas aprendidas o cognitivas, en virtud de las cuales el
sujeto no ponga en cuestión el resultado del proceso que, probablemente,
contradiga sus expectativas iniciales, es decir, que sea capaz de aceptar el
resultado. En otras palabras, para Luhmann, la función del proceso es la
especificación de las insatisfacciones, la disgregación y absorción de las
protestas.

En teoría el procedimiento madre, como lo es el declarativo (especialmente el


ordinario) serían per se la teoría sociológica-procedimental de Luhmann cause y
fuente al mismo tiempo de legitimidad de la decisión. En otras palabras lo decidido
a través de un proceso judicial en cumplimiento de las normas procedimentales
justifica que las personas se sometan y acaten lo decidido. Ante la negativa de
cumplimiento de la parte vencida, los procesos ejecutivos buscan que un derecho
indiscutido pueda hacerse efectivo frente a un obligado que no quiere cumplir la
sentencia. El título ejecutivo por antonomasia es la sentencia de instancia, o que
proviene de un proceso de conocimiento o declarativo.

Lo anterior se puede reflejar en el siguiente esquema:

PROCEDIMIENTO DE COGNICIÓN

SENTENCIA

Idealmente y sólo por el Realmente

mismo procedimiento sin

condiciones

Teoría de Luhmann Procedimiento

Ejecutivo

Procedimiento incidental Procedimiento Ejecutivo

para el cumplimiento de

resoluciones

Juicios Ejecutivos

Obligación de dar
Obligación de hacer

Obligación de no hacer

La propuesta de Luhmann es apenas una entre tantas, especialmente


considerando corrientes previas o más contemporáneas. Sobre este tema entran
en controversia al menos tres grandes corrientes de pensamiento, es decir, los
textualistas, los procedimentalistas y los substancialistas, cada una dando una
solución al problema. Quizás una salida es la ofrecida por quienes postulan la
“Justicia procedimental o necesidad de trato equitativo o fairness” (la formulación
del art. 6 de la CEDH) a las partes que intervienen, requisito que satisfecho
sustenta la legitimidad de la jurisdicción, y así del proceso, no puede descartar la
necesidad de que la decisión esté legitimada por los derechos fundamentales. En
realidad, el legislador, como el juez, están obligados a establecer las
discriminaciones justificadas y necesarias para garantizar y preservar la
participación igualitaria de las partes, sea considerando las dificultades
económicas- sociales culturales que obstaculizan ésta, sea atentando contra las
particularidades del derecho material y del caso litigioso.

Para explicar la noción de participación en igualdad de condiciones, parte de la


doctrina, sobre todo alemana e italiana, habla de ésta en paridad de armas. Ahora,
no es legítima la facultad ejercida en un proceso en el que las partes no pueden
efectivamente participar o que sólo una de ellas posee efectivas condiciones de
influir sobre el convencimiento del juez. Un proceso de ese tipo no es
precisamente un proceso justo, o democrático. Ello porque se dice que las partes,
no sólo tienen derecho a participar del proceso, sino también de hacerlo en las
mencionadas condiciones. Lo que cuenta es que las diferencias eventuales de
tratamiento sean justificables racionalmente, a la luz de criterios de reciprocidad,
de modo de evitar que haya un desequilibrio global en perjuicio de una de ellas.
2.6.7 Teoría del proceso como relación jurídica aparente.

Esta teoría es la que tiene mayor acogida en la doctrina actualmente, puesto que a
partir de las críticas que Goldschmidt realizó a la teoría de la relación jurídica,
surgieron tres nuevas posiciones al respecto. Primero, se buscó una reconciliación
entre la doctrina de la relación jurídica con la teoría de la situación jurídica, opción
defendida por otros autores. En segundo lugar, se busco extender el concepto de
relación jurídica hasta puntos más allá de los previsibles y sostener que el
contenido de la relación jurídica procesal se constituye por la totalidad de
consecuencias jurídicas que la ley procesal asocia al proceso. Por último, se
planteó vaciar el contenido a la teoría de la relación jurídica, sustituyendo los
conceptos de derechos obligaciones por los de posibilidades cargas de
Goldschmidt. A esta postura se une Rosemberg, quien estuvo por favorecer una
teoría ecléctica y casuística del proceso. Así, en el derecho civil hay relaciones
jurídicas en donde no hay obligaciones , de la misma manera se puede observar
en las relaciones procesales casos en que sólo se observan cargas y
expectativas.

2.2. Los procedimientos

El proceso jurisdiccional se caracteriza señaladamente porque la actividad que


desarrollan las partes y el tribunal no es libre, sino que se encuentra reglada
exhaustivamente por normas jurídicas preestablecidas.

Esta regulación es la que constituye los diversos procedimientos, que el sistema


procesal pone a disposición de los ciudadanos, que necesitan iniciar un proceso.

En consecuencia, los procedimientos son indispensables para constituir cada uno


de los procesos, ya que si faltan no habrá un cauce, un orden ni formas
preestablecidas para que las partes y el tribunal puedan actuar, demostrando la
inescindible relación entre ambos términos.

Por eso, los procedimientos pueden ser definidos como:


El conjunto de formalidades preestablecidas por normas jurídicas, contenidas en
diversas fuentes formales, que el ordenamiento jurídico pone a disposición de las
personas, para constituir en conjunto con el respectivo tribunal, un proceso
jurisdiccional.

Estando constituidos por normas jurídicas, los procedimientos son obligatorios


para las partes y el tribunal. Pero, como cualquier regulación, actualmente se
encuentra sujeta al respeto de ciertos principios y garantías esenciales,
establecidos fundamentalmente en la Constitución Política del Estado, que no
pueden ser sobrepasados. Es decir, no se puede establecer como "proceso" un
remedo de tal, que no cumpla efectivamente con las exigencias mínimas para ser
considerado como tal, que han sido elevadas a la categoría de garantías
constitucionales, tales como, por ejemplo, la independencia e imparcialidad del
tribunal; el derecho de defensa de ambos litigantes; la igualdad entre las partes,
etc.

Cabe hacer presente que las reglas que constituyen los procedimientos se
encuentran en múltiples fuentes formales, no sólo en la ley, sino que también en
Tratados Internacionales, Autos Acordados o Instrucciones de los propios
tribunales, Reglamentos y Decretos de autoridades del Poder Ejecutivo,
Instructivos o Resoluciones de organismos públicos (Servicio de Impuestos
Internos, Contraloría General de la República, Ministerio Público, etc.), usos y
costumbres de los tribunales, etc.,

Esto a pesar de que en nuestro país, existe une reserva legal en la propia
Constitución, que dispone que serán materias de ley, las que sean objeto de
codificación procesal (art. 60N°3 Constitución), lo que incluye a tos Códigos de
Procedimientos. A esto se añade que, según la misma Ley Fundamental,
corresponde al legislador-no a otras fuentes productoras de normas establecer las
garantías de un racional y justo procedimiento en toda clase de materias (art 19 N°
3 inc. 5° Constitución)
Sin embargo, en la práctica existen procedimientos completos, aunque breves,
establecidos para tramitar procesos particularmente relevantes, que están
contenidos en Autos Acordados de la Corte Suprema, como acontece con las
Acciones constitucionales de protección, de amparo, de inaplicabilidad de las
leyes: del Recurso efe Queja, etc.

A nuestro entender, esto es inevitable y demostración de le falacia legalista -de la


que lamentablemente muchos siguen siendo fervorosos partidarios en nuestro
país- porque es imposible exigir que toda la reglamentación que constituye un
procedimiento jurisdiccional esté establecida en la ley, pues siempre y en cada
uno de los millones de procesos, surgirán problemas o cuestiones imposibles de
prever por el legislador y habré que acudir, en primer lugar, a otras fuentes
normativas: la costumbre, instrucciones judiciales, etc.

Pero, como estas últimas seguirán siendo insuficientes, además hay que
considerar incluidos en esta regulación, los principios, tas garantías y otros
conceptos jurídicos relevantes, que son los que en último término permitirán
aneblar a Derecho la conducta de litigantes y jueces y constituir procesos
tolerables para el ordenamiento jurídico.

Por su propia naturaleza, un buen procedimiento es aquel que resulta más


adecuado para constituir el proceso que requieren las partes para obtener la más
pronta y justa decisión jurídica.

Entonces, queda claro que el procedimiento es básicamente un instrumento para


poder constituir un proceso, que, a su vez, es un instrumento para adoptar una
decisión. Esto obliga a situar a ambos en su adecuada dimensión; ninguno
constituye un fin en sí mismo, sino medios a disposición de las personas para
conseguir soluciones a los problemas más graves de convivencia social.

3. EN EL ESTABLECIMIENTO DE LOS PROCEDIMIENTOS DEBE


RESPETARSE LA ESENCIA DEL PROCESO
Más allá de consideraciones de filosofía jurídica, parece evidente que el concepto
de proceso, es previo y anterior a cualquier reconocimiento normativo, estando
constituido por elementos que jamás pueden ser desconocidos.

La concurrencia de las partes; la preexistencia de un tribunal, diferente a las


primeras; la existencia de un conflicto de relevancia jurídica que las primeras
someten al segundo; la oportunidad de exponer sus alegaciones; la de probarlas;
la de concurrir a las diligencias probatorias, etc., son exigencias indispensables
para constituir algo que pueda ser considerado proceso.

Por lo tanto, cualquiera sea su fuente, las normas que constituyen los
procedimientos deben respetar este contenido mínimo, que constituye la esencia
del proceso. De lo contrario constituirán un remedo del mismo, una fórmula distinta
de adoptar decisiones, que no estará revestida de la precisión y legitimidad propia
de las resoluciones de carácter jurisdiccional. No existe, por lo tanto, libertad
absoluta para establecer los procedimientos y constituir los concretos procesos,
sino que siempre habrá de respetarse este contenido esencial.

El conocimiento adecuado de los procedimientos, pero asumiendo su carácter


instrumental, constituye uno de los saberes relevantes para los profesionales
jurídicos. No obstante, de acuerdo a lo señalado, es necesario considerar dos
prevenciones al respecto:

a) El procedimiento regula cuáles son las formalidades para constituir un proceso,


que las normas de procedimiento no pueden sobrepasar, de modo que tan o más
importante que conocer estas últimas, es conocer los elementos constitutivos y
esenciales de todo juicio.

Estos elementos constitutivos actualmente han sido acogidos como garantías


constitucionales bajo la fórmula del justo o debido proceso, con instrumentos
propios para conseguir su vigencia efectiva, que es imprescindible conocer y
aplicar en la tramitación de los concretos juicios.
Los mecanismos para lograr la vigencia de las garantías constitucionales, se
caracterizan porque se imponen incluso al legislador, obligándolo en su regulación
a respetar el contenido esencial de tales garantías.

b) Constituyendo los procedimientos un conjunto de reglas, para su estudio ha de


tenerse en cuenta que, como, en general, acontece con cualquier norma jurídica,
son mandatos abstractos que corresponde aplicar a personas, sean como partes o
como integrantes de los tribunales, de modo que para conocerlos efectivamente,
no basta con dominar la mera planificación normativa, sino que hay que estar a la
aplicación real que los usuarios realizan de ellas.

De allí que por mucho que una norma de procedimiento disponga la realización de
determinados actos procesales de una forma, no es raro que en la práctica se
realicen de otra, que es también necesario conocer para intervenir en él, por más
que se pueda discrepar de esa aplicación, considerando que se aparta del
mandato normativo.

4. PLURALIDAD DE PROCEDIMIENTOS EN CADA SISTEMA PROCESAL

4.1. La necesidad de establecer una variedad de procedimientos

En el último tiempo, la importancia que ha adquirido el proceso como método de


adopción de decisiones, ha sido abrumadora, de tal manera que cada vez es
mayor el ámbito de materias en las que los ciudadanos consideran necesario
acudir a un juicio jurisdiccional para determinar su derecho.

Como son tantos los procesos que se requieren y tan diferentes los temas sobre
los que pueden recaer, los procedimientos que ofrece un sistema procesal, han
debido ir aumentando proporcionalmente. Por eso es que ya no se puede contar
como antaño, con un par de procedimientos para conocer y resolver las materias
penales y otros para conocer de los asuntos civiles, sino que se han debido ir
multiplicando y especializando según la naturaleza de los conflictos y cuestiones
que se someten a los tribunales.
De todos modos, un elemental criterio de racionalidad económica, aconseja evitar
la absoluta dispersión de procedimientos, debiendo esmerarse los ordenamientos
por establecer algunos dotados de las características adecuadas y de la
flexibilidad necesaria, para constituir los procesos adecuados para grandes
géneros de materias, lo que dista de acontecer en la mayoría de los
ordenamientos jurídicos, especialmente en los países de menor desarrollo social y
económico.

Más allá de lo que sería necesario, el sistema procesal chileno contempla un gran
número de procedimientos, que resulta muy difícil de determinar exactamente, ni
siquiera para los funcionarios o profesionales más actualizados. En realidad, más
que de procedimientos completos, en muchas oportunidades se trata de variantes
procedimentales, en las cuales, por ejemplo, en materia civil, se toman
generalmente los procedimientos ordinarios de mayor cuantía o sumario y se le
restan determinados trámites o facultades de valoración de la prueba, que el
legislador considera necesario alterar para conseguir procesos más rápidos.

Ciertamente, algunos de estos procedimientos o variantes procedimentales son


mucho más importantes, de modo que a través de ellos se encauzan un gran
número de procesos, mientras que otros apenas tienen aplicación o simplemente
no la tienen, a pesar de que formalmente permanecen vigentes.

4.2. Los grandes procedimientos

Históricamente, los procedimientos no surgieron separados en las grandes ramas


en que se comenzó a dividir el estudio del Derecho, que fueron el Derecho Civil y
el Derecho Penal, sino que como en un primer momento esta división del derecho
sustantivo no estaba clara, tampoco lo estaban las normas que regulaban los
respectivos procesos.

Lo concreto es que, producida la consolidación del Estado, se produjo en la


creación de dos grandes procedimientos, uno civil y otro penal, que, en pleno auge
de la codificación, fueron recogidos en los respectivos Códigos de Procedimiento
Civil y de Procedimiento Penal, cada uno de los cuales contempla un abanico de
procedimientos.

A partir de estos dos grandes bloques jurídicos, comenzaron a surgir otros


múltiples procedimientos, con diversas particularidades, que se consideraron
necesarias para responder a las exigencias de las respectivas ramas del Derecho.
Fue así como nacieron procedimientos propios para conocer materias de Derecho
del Trabajo, Derecho de Familia, Derecho Tributario; Derecho de Policía Local;
Derecho Administrativo, etc., en lo que, sin duda, constituye una manifestación de
la especialización del conocimiento jurídico, requerida por su creciente extensión.

En el fondo, lo que ha sucedido es que cada una de estas ramas del Derecho ha
ido alcanzando autonomía conceptual, desarrollando sus propios principios y
normas.

Luego, como una manifestación de esta consolidación, han requerido la creación


de procedimientos particulares, dotados de las características y especialidades
que se han estimado las más adecuadas para constituir los procesos, destinados
a solucionar los conflictos que requieren la aplicación de aquellas normas y
principios.

5. CARACTERISTICAS DEL PROCEDIMIENTO EN CHILE

a) El procedimiento en Chile históricamente se caracterizó porque ser escrito y


estar sujeto a una doble revisión. Ello es la regla general, que tiene sus
excepciones. Así, por ejemplo, el procedimiento en los juicios de mínima cuantía,
seguidos ante los jueces de letras, es verbal, dejándose únicamente acta escrita
de lo actuado en ellos;3 y, también por vía de ejemplo, los jueces de letras
conocen de asuntos civiles que no excedan de 15 UTM en única instancia, o sea,
no están sujetos a revisión sus fallos por el superior jerárquico.
b) Escrito. Quiere decir que de todas las actuaciones del proceso debe dejarse
constancia o testimonio escrito.

c) Sujeto a una doble revisión. En razón de la doble revisión lo resuelto por el


tribunal inferior puede por regla general ser revisado, modificado o enmendado,
con arreglo a derecho, por el superior jerárquico.

El nuevo proceso penal se caracteriza por ser un procedimiento en el cual prima el


principio de la oralidad, y en contra de la sentencia definitiva que se pronuncia por
el tribunal oral no es procedente el recurso de apelación (arts. 291 y 364 Código
Procesal Penal).

4. CLASIFICACION DE LOS PROCEDIMIENTOS

a) Los procedimientos admiten diversas clasificaciones, atendido el punto de vista


que se tome: 1) según la materia sobre la cual versan, pueden ser civiles o
penales; 2) según su tramitación, comunes o especiales; 3) atendiendo a su
forma, orales o escritos; 4) atendiendo al fin que con ellos se persigue,
declarativos o ejecutivos; 5) atendiendo a su objeto, se clasifican en petitorios o
posesorios; 6) en cuanto a la extensión del derecho sobre el cual recaen, pueden
ser universales o particulares (también se les llama singulares), y 7) en cuanto a
su cuantía, se clasifican en procedimientos de mayor cuantía, de menor cuantía y
de mínima cuantía. Daremos los conceptos de cada uno de ellos.

b) I) Según la materia sobre la cual versan. En razón de la materia, los


procedimientos son civiles o criminales. El procedimiento penal tiene por objeto
hacer efectiva la pretensión punitiva del Estado por la comisión de un delito en
contra de sus partícipes y sancionarlos en la forma y medida establecidas por la
ley penal; el civil, es el que rige los conflictos civiles entre partes.

El procedimiento penal aplicable será el contemplado en el Código Procesal


Penal, según la naturaleza del delito.

c) 2) Según su tramitación. Los procedimientos son comunes, generales u


ordinarios y especiales o extraordinarios. Los primeros son aquellos que se
someten a la tramitación común ordenada por la ley; al paso que los últimos son
los que tienen una tramitación determinada, según la naturaleza del asunto.

Para establecer, en nuestra legislación, cuáles son los procedimientos comunes y


cuáles los especiales no hay que atender a la ubicación que ellos tienen en el
Código de Procedimiento Civil, sino que debe tomarse en cuenta el campo de
acción de cada procedimiento, su esfera de aplicación. Así, por ejemplo, el juicio
sumario, que es un procedimiento común cuando se le da aplicación en virtud de
lo establecido en el inciso 1° del artículo 680 del Código de Procedimiento Civil,
está ubicado en el Libro III del mencionado cuerpo legal, que trata de los
procedimientos especiales.

Los juicios comunes en la legislación procesal chilena son: el juicio ordinario de


mayor cuantía; el juicio ordinario de menor cuantía; el juicio de mínima cuantía, y
el juicio sumario, cuando se le da aplicación en virtud de lo dispuesto en el citado
inciso l 9 del artículo 680 del Código de Procedimiento Civil.

Todos los demás son procedimientos especiales.

d) 3) Atendiendo a su forma. En cuanto a la forma como se practican las


actuaciones, los procedimientos pueden clasificarse en orales o escritos.

Son orales o verbales aquellos que se ventilan de palabra o cuyas actuaciones


son verbales, aun cuando se deje constancia escrita de alguna de sus actuaciones
o resultados. Son escritos aquellos en que las actuaciones, trámites y gestiones
deben realizarse por escrito, como asimismo debe dejarse constancia escrita de
ellas; en otras palabras, aquellos que se instruyen, ventilan y deciden, no de
palabra o por medio de una simple acta que abrace todo el resultado, sino por
escrito y asentándose sucesiva o cronológicamente y por separado todas las
actuaciones.

En realidad, no existen procedimientos únicamente escritos u orales. Para


clasificarlos en esa forma se hace atendiendo a la prevalencia del elemento oral o
escrito.
e) 4) Según el fin que con ellos se persigue. Son declarativos o ejecutivos.
Genéricamente son declarativos o de conocimiento aquellos cuyo fin perseguido
es el reconocimiento o la declaración de un derecho controvertido o que nos es
desconocido o nos ha sido negado, pudiendo distinguirse dentro de ellos los
meramente declarativos, constitutivos, de condena y cautelares.

Son ejecutivos aquellos por medio de los cuales se pide el cumplimiento de una
obligación que consta de una sentencia judicial o de otro título que según la ley
tenga la fuerza ejecutiva.

Este procedimiento es de carácter compulsivo o coercitivo.

f) 5) En cuanto a su objeto. Atendiendo a su objeto, los procedimientos pueden


clasificarse en petitorios y posesorios. Los primeros son aquellos que tienen por
objeto o sirven para reclamar el dominio sobre las cosas. Los segundos son los
que tienen por objeto hacer efectivas las acciones posesorias, las que constituyen

los llamados interdictos posesorios. En virtud de ellos se ejercitan las acciones


posesorias que amparan el dominio y los demás derechos reales constituidos
sobre él.

g) 6) En cuanto a la extensión del derecho en que recaen. Son universales y


singulares o particulares. Son universales aquellos mediante los cuales se
persigue una universalidad jurídica, como los juicios de quiebra, los sucesorios.
Son singulares o particulares aquellos en que se persigue una especie o cuerpo
cierto.

h) Según su cuantía. Se clasifican en procedimiento de mayor cuantía, si la


causa excede de 500 unidades tributarias mensuales; procedimiento de menor
cuantía, aquellas causas que exceden de 10 unidades tributarias mensuales, pero
no pasan de 500 unidades tributarias mensuales (art. 698 Código de
Procedimiento Civil); y procedimiento de mínima cuantía, cuando no exceden de
10 unidades tributarias mensuales (art. 703 Código de Procedimiento Civil).
Respecto del juicio ejecutivo, existen procedimientos ejecutivos de mayor cuantía,
si la causa excede de 10 unidades tributarias mensuales; y procedimientos
ejecutivos de mínima cuantía, cuando la causa no excede de 10 unidades
tributarias mensuales (arts. 703 y 729 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil).

Los Presupuestos Procesales Requisitos de existencia y de validez.


Son aquellos requisitos previos imprescindibles para la existencia del proceso.
Estos presupuestos determinan el nacimiento válido del proceso, su
desenvolvimiento y su normal culminación con la sentencia. El juez debe
analizarlos de oficio en la admisión de la demanda, aun sin que las partes los
objeten por vía de excepción, al considerarse de orden público, puesto que el
Estado interviene en dicha relación.
Chiovenda define a los presupuestos procesales como “las condiciones para que
se consiga un pronunciamiento, favorable o desfavorable, sobre la demanda.”1
Afirma el jurista italiano que “para obtener una sentencia sobre la demanda, en
uno u otro sentido, es necesario que exista un órgano estatal regularmente
investido de jurisdicción; que este órgano sea objetivamente competente en la
causa determinada y subjetivamente capaz de juzgarla; que las partes tengan
capacidad de ser parte y la capacidad procesal La doctrina ha señalado
predominantemente que los presupuestos procesales son la presentación de la
demanda en forma, la competencia del juez y la capacidad procesal de las partes.
Así, Couture estima que los presupuestos procesales son: la proposición de una
demanda judicial, un órgano dotado de jurisdicción y las partes que se presenten
como sujetos de derecho3. Por su parte, Becerra Bautista considera la
presentación de una demanda formal y substancialmente válida; por un sujeto de
derecho (actor); ante un órgano jurisdiccional (juez) y frente a otro sujeto de
derecho (demandado); teniendo los tres, partes y juez, capacidad procesal; en
cuanto al juez: capacidad general, jurisdicción, y especial: competencia.”4 Para
Pallares, los presupuestos procesales son: la competencia del juez, la capacidad
procesal de las partes y una demanda en forma5.
Además de los presupuestos anteriormente mencionados, puede haber otros de
carácter específico, ya que ciertos juicios no se admitirían sin ciertos elementos
lógicos imprescindibles. Así, en el juicio de divorcio, deberá acreditarse la
existencia del matrimonio; en los juicios ejecutivos o hipotecarios, el título ejecutivo
o hipotecario; en el juicio de lanzamiento, el contrato de arrendamiento; en los
sucesorios, la prueba del fallecimiento; en las testamentarías, el testamento; en
los de quiebras y concurso, la demostración del estado de quiebra o insolvencia.
Al respecto, algunos autores han considerado dentro de los presupuestos
procesales a las excepciones de litispendencia y la conexidad (Para Bülow, los
presupuestos procesales conciernen a las condiciones que deben cumplir los
sujetos procesales (la competencia e imparcialidad del juzgador, la capacidad
procesal de las partes y la legitimación de sus representantes), el objeto del
proceso (ausencia de litispendencia y cosa juzgada), la demanda y su notificación
al demandado. Véase: Von Bülow, Oskar, La teoría de las excepciones procesales
y los presupuestos procesales, trad. de Rosas Lichtschein Miguel Ángel, Buenos
Aires, EJEA, 1964, pp. 1-7. Cit. por Ovalle Favela, José, Teoría general del
proceso, 2ª ed., México, Harla, 1994, 1994, p. 177. Sin embargo la presencia de
algunas de estas causas no trae consigo la nulidad del procedimiento, ni deben
ser analizadas de oficio por el juzgador, por lo que no son presupuestos
procesales, sino más bien excepciones. Devis Echandía señala que la falta de un
presupuesto procesal constituye, en buena doctrina, un impedimento procesal, y
no una excepción. Véase: Devis Echandía, Hernando, Teoría general del proceso,
2ª ed., Buenos Aires, Universidad, 1997, p. 278.

Descripción de las etapas del procedimiento (discusión, prueba, sentencia)


Revisar manual de derecho Procesal Civil, Proceso Ordinario de Mayor
Cuantía, Álvaro Pérez – Raúl Nuñez pp. 26-42
Es un juicio en que las partes entran en una posición prácticamente de igualdad
absoluta. Por eso se contemplan iguales posibilidades de defensa. Se conoce
como un juicio de lato conocimiento, esto supone que el legislador le da tiempo
extendido a las partes para tramitar el juicio y consta en su primera instancia de 3
etapas básicas. 1) Etapa de Discusión 2) Etapa de prueba 3) Etapa de sentencia
A partir de una reforma de 1995 hay que agregar un trámite que casi genera un
cuarto momento que es el llamado a las partes a conciliación que se encuentra
entre la discusión y la prueba.
a) DISCUSIÓN: tiene por objeto que las partes planteen sus pretensiones, y esta
es la etapa en que se fijan los hechos que van a ser conocidos por el tribunal y en
que las partes argumentan jurídicamente sus posiciones. En el Juicio ordinario de
mayor cuantía está compuesto por cuatro trámites: demanda, contestación,
réplica, dúplica.
Terminada esta etapa la ley obliga a que el tribunal llame a las partes a
conciliación, salvo en determinados juicios, que llame a conciliación significa que
se llame a las partes a una audiencia a fin de explorar la posibilidad de un acuerdo
sobre bases planteadas por el mismo juez. Esto en teoría.
Tiene un orden lógico (difícilmente se puede modificar), aquí las partes plantean
sus pretensiones al tribunal y también sus defensas. Es una fase dialéctica,
supone un dialogo entre demandante y demandado, en la que cada uno hace
valer lo que le pida el tribunal y los fundamentos de hecho y de derecho en lo que
basan sus pretensiones. Esta fase es la que fija cual es el asunto controvertido
conocido por él tribunal. En nuestro procedimiento ordinario de mayor cuantía esta
fase consta de cuatro trámites básicos, que son: (a) la demanda, (b) la
contestación de la demanda, (c) la réplica, y (d) la dúplica.
Se entiende que la demanda y la réplica son del demandante, y la contestación y
la duplica del demandado.
Fase de discusión y su orden temporal
Demanda 15 días (258)
Contestación 6 días (311)
Réplica 6 días (311)
Dúplica (312, 262)

La conciliación: tenemos esta fase intermedia después de la discusión y antes de


la prueba. Es discutible que sea una fase porque consta de un solo tramite, y es
“el llamado a las partes a conciliación” es un trámite obligatorio en el que se busca
un acuerdo que ponga total o parcial termino al juicio, sobre las bases de arreglo
que proponga el juez. En realidad, no tiene mucha aplicación práctica.
Luego viene la fase de prueba que tiene por objetivo que las partes acrediten sus
afirmaciones de hecho.

B) PRUEBA: tiene por objeto que las partes puedan acreditar sus posiciones.
Comienza con la resolución que recibe la causa a prueba y consta básicamente de
un término probatorio, y de un plazo que es de 10 días de observaciones a la
prueba. Es aquella en la que las partes deben producir todos aquellos medios, que
sean, susceptibles de demostrar sus alegaciones. Esto es que sirvan para
provocar en el juez la convicción de que lo que ellos afirman es real. Esta es la
fase especialmente destinada para producir la prueba. Esta fase empieza con la
resolución que recibe la causa a prueba, y tiene dos momentos el término
probatorio y observaciones a la prueba.
Concluido eso en teoría comienza: C) SENTENCIA: es aquella en la que el
tribunal deberá resolver el asunto a través de la sentencia definitiva, y comienza
con la resolución de citación a las partes a oír sentencia y concluye con dictación y
la notificación de la misma.

PRINCIPIOS FORMATIVOS DEL PROCEDIMIENTO:

Se han denominado también, impropiamente como principios formativos del


proceso, no refiriéndose al proceso todo, abstracto sino a un específico y
determinado procedimiento. Los procedimientos son clasificables en función
también de los principios formativos y de esta suerte cualquier procedimiento
permitirá clasificarlo aplicando los respectivos principios formativos. La doctrina de
los principios formativos, es un aporte del jurista norteamericano Robert Wyness
Millar.

Los principios formativos son características o peculiaridades de ciertos tipos de


procedimientos que permiten su agrupamiento y clasificación. Es importante
destacar que estos principios no se dan prácticamente nunca puros, sino que en
parejas, sino que solo podemos hablar de predominio de uno sobre otro. En
general se plantean en parejas, embargo hay ciertas categorías donde no existe
este planteamiento de 2 términos antinómicos, sino 3 o más términos que se
combinan.

1. Principio de la bilateralidad y la unilateralidad de la audiencia: A la


bilateralidad se le ha llamado también principio de la igualdad procesal, en el
sentido de que todas las partes deben tener la oportunidad de ser escuchados en
el respectivo procedimiento. Cuando hablamos del principio de la bilateralidad de
la audiencia, no significa que ambas partes tengan aritméticamente iguales
oportunidades, es posible que dada la naturaleza del procedimiento las
posibilidades de una parte sean más estrechas que las de la otra; así por ejemplo,
en el juicio ejecutivo el deudor tiene restringida sus posibilidades porque se parte
de una gran presunción en su contra. Sin embargo, este principio es hoy día uno
de los elementos del debido proceso, y así repugna al sentido de justicia de un
procedimiento el principio de la unilateralidad. Este principio no tan solo se da en
función de que las partes sean oídas, sino también en que tengan la oportunidad
similar de probanza.

Sin embargo, existen curiosamente algunos procedimientos donde rige el


procedimiento de la unilateralidad de la audiencia, que afortunadamente se han
ido planteando en retirada frente a la necesidad de garantía del debido proceso,
así por ejemplo, los procedimientos tributarios son extraordinariamente ejecutivos
y en estos procedimientos no tienen la oportunidad de ser escuchados el
demandado, quien solo a veces tiene a posteriori, en otro procedimiento la
oportunidad de ser oído.

En nuestra legislación se conservan algunas instituciones que dicen relación con


la unilateralidad de la audiencia, como son las medidas prejudiciales precautorias
en particular y las medidas prejudiciales en general, que son concedidas o
denegadas por el tribunal sin escuchar a la parte a la que se le van a imponer;
también está presente este principio cuando un tribunal se le ordena resolver de
plano, sin oír a la parte contraria.

2. Principio Dispositivo, y Principio Inquisitivo: Para abordar estos principios,


debemos preguntarnos quien es el que tiene la capacidad de disponer del
respectivo procedimiento, a lo que responderemos diciendo que tiene la capacidad
de disponer del procedimiento las partes en los procedimientos dispositivos, y el
juez en los procedimientos inquisitivos. Respecto de estos principios podemos
realizar un paralelo en cuanto a sus distintas expresiones:

2.1 Respecto de su iniciativa, en el procedimiento dispositivo ésta radica sólo y


exclusivamente en las partes, aquí rige el aforismo “nemo iure sine actore” (no hay
juez sin demandante). En cambio en el procedimiento inquisitivo el nacimiento o
iniciativa radica exclusivamente en el órgano jurisdiccional.

2.2 En cuanto a la prueba, en el procedimiento dispositivo las invocaciones


fácticas, la iniciativa probatoria y el límite de lo que debe probarse (campo fáctico
de las respectiva discusión), lo determinan exclusivamente las partes. Esto guarda
estrecha relación con los conceptos de verdad formal y verdad material, de
acuerdo a lo sostenido por la doctrina clásica en esta materia. Así, donde rige el
principio dispositivo se va tras la verdad formal, en tanto que en los
procedimientos donde rige el principio inquisitivo se va tras la verdad material.
También en el campo del derecho es relevante determinar si estamos frente a un
proceso donde prima el principio dispositivo o el inquisitivo, porque los
planteamientos de derecho que fijan las pretensiones de las partes no pueden ser
sobrepasados por el Tribunal, quien de lo contrario caerá en ultra petita. Con todo,
es claro que las partes pueden limitar sus pretensiones pero no limitar al juez en
cuanto a la aplicación del derecho, ya que dentro del ámbito de la respectiva
pretensión el juez es libre para aplica el derecho que a su parecer corresponde, no
quedando ligado por las invocaciones de las partes (iura noi vicuria).
En el procedimiento donde está presente el principio dispositivo es perfectamente
posible que surjan acuerdos expresos o tácitos entre las partes que digan relación
con los hechos de la causa, acuerdos que limitan la labor investigativa del órgano
quien los da por ciertos. Cuando rige el procedimiento dispositivo, adquiere una
enorme importancia el principio del onus probandi, en cambio en los que rige el
principio inquisitivo tiene muy poca importancia dicho principio; porque en el primer
caso el juez debe resolver no teniendo claridad respecto de los hechos dado que
las probanzas no son suficientes, y por lo tanto, rechaza la pretensión de quien
estaba cargado con la prueba, en cambio en los procedimientos donde rige el
principio inquisitivo el juez va tras los hechos y en consecuencia gracias a su
actividad llegará al esclarecimiento completo.

2.3 En relación con el impulso procesal, en el procedimiento donde rige el principio


inquisitivo, el impuso recae fundamentalmente en el tribunal. En cambio, en el
caso contrario el impulso recae fundamentalmente en las partes.

2.4 En cuanto a la iniciativa de modificación, reforma o intento de recurso


procesal, solamente las partes pueden tener esta iniciativa, si se trata de
procedimientos donde está presente el principio dispositivo; pero en la situación
contraria los órganos jurisdiccionales de mayor jerarquía puede oficiosamente
modificar, reformar o anular una decisión judicial. El que predomine el principio
dispositivo o el inquisitivo, guarda estrecha relación con la naturaleza del
respectivo conflicto, porque en la medida en que en el conflicto envuelva enorme
interés social, se hará más patente el principio inquisitivo; por el contrario el
principio dispositivo predominará si se trata de un conflicto que cae dentro del
campo de la libre disposición. Es por eso que en los procedimientos civiles, hay
claramente un predominio del principio dispositivo, en tanto que en los
procedimientos penales, donde existe gran interés social, rige el principio
inquisitivo.
En zonas grises se darán también expresiones procesales grises, en el sentido
que será más inquisitivo o más dispositivo; en los procedimientos penales por
acción pública regirá el principio inquisitivo, en tanto en el ámbito patrimonial de
personas capaces sin parentesco el principio dispositivo, si el asunto es de
alimentos de menores o laboral donde el interés social se encuentra más o menos
comprometido, tendrá características inquisitivas.

Los principios formativos y este principio que distingue entre dispositivo y


inquisitivo, son importantes como guías de interpretación e integración de la ley
procesal porque para interpretar en una situación dudosa si el procedimiento es
inquisitivo, nuestra lectura será que precepto es imperativo, en tanto que si
estamos frente a un procedimiento dispositivo entenderemos que se trata de una
ley permisiva. Pero esta es sólo una guía, porque la interpretación legal es una
operación reglada por pasos lógicos, y así es muy importante diferenciar, en la
integración de la ley procesal, cuando nos enfrentamos a una laguna la primera
fuente serán otras leyes procesales sólo si aquellas obedecen al mismo principio
formativo, dispositivo o inquisitivo.

Por último es importante hacer la aclaración de que cuando hablamos de principio


inquisitivo o dispositivo, no es lo mismo que el principio acusatorio e inquisitivo que
se refiere únicamente a los procesos penales.

3.- Oralidad, escrituración y protocolización: En este caso juegan 3 principios


que giran en el mismo ámbito. Oralidad es cuando el procedimiento se desarrolla
en su integridad de manera puramente oral. Escrituración es cuando el
procedimiento se desarrolla y se deja testimonio de él por escrito. Y
protocolización es cuando el procedimiento se desarrolla oralmente pero se deja
testimonio escrito, íntegro o resumido, de las respectivas actuaciones procesales.
Es rarísimo encontrar procedimiento que se encuentre puro en relación con alguno
de estos tres principios. Nuestro procedimiento civil es perfectamente escrito ya
que en general las actuaciones son escritas. En el procedimiento penal reformado,
rige la oralidad, sin embargo debe dejarse constancia escrita de las diligencias
practicadas en la fase de investigación.

4. Concentración y Desconcentración: El principio de la concentración significa


que el procedimiento respectivo es especialmente simplificado y en consecuencia
comparado con la estructura matriz son varios los trámites que se eliminan
concentrándose los períodos. El principio de la desconcentración indica
exactamente lo contrario, esto es, el procedimiento es de lato desarrollo.

5. Inmediación y mediación: El criterio de clasificación en este caso, es la mayor


o menos cercanía entre el órgano jurisdiccional y las partes en conflicto. Así, si hay
un directo contacto, hay una relación inmediata entre las partes y el tribunal
(procedimientos de primera instancia en materia procesal penal), rige el principio
de la inmediación; en cambio, si están separados o funcionarios o agentes; rige el
principio de la mediación (como es el caso de los tribunales de alzada. Los
principios de oralidad, escrituración y protocolización, concentración y
desconcentración, inmediación y mediación, van muchas veces de la mano y
relacionados. Así un procedimiento oral normalmente es concentrado e inmediato,
y un procedimiento escriturado será desconcentrado y mediato.

6. Publicidad y Secreto: Se ha dicho que el régimen político imperante es


preponderante en cuanto al dominio de uno u otro principio. Hoy claramente el
principio orientador es el principio de la publicidad, que significa el acceso a las
partes, abogados y terceros a las distintas actuaciones procesales. En nuestro
medio la regla muy general es la publicidad de los actos procesales, pero también
existen ejemplos de secreto, como por ejemplo en la etapa sumarial del antiguo
procesal penal. En este tema hay que tener particular cuidado porque la publicidad
permite una mayor transparencia, pero también un juicio social respecto del
desarrollo del procedimiento, lo que puede traer algunas consecuencias negativas,
como el que se produzcan juicios antelados o precipitados, o que los jueces, frente
al crimen organizado, hayan tenido que tomar resguardos.

7. Consecutivo legal y Consecutivo discrecional: Para entender ambos


términos insistamos en la dinámica del proceso, que es un ente en marcha que va
pasando por diferentes etapas. El consecutivo legal es cuando una de las etapas,
incluso la organización interna de las distintas fases, está regulada por la ley. En
cambio hablamos de consecutivo discrecional cuando es el propio órgano
jurisdiccional el que regula cuales son los estadios. En nuestro ordenamiento la
regla general es el consecutivo legal, pero existen algunas expresiones de
consecutivo discrecional, como por ejemplo, en la etapa de investigación en el
nuevo proceso penal, es el fiscal respectivo quien como detentador de la acción
penal pública lleva a cabo un conjunto de actuaciones y diligencias.

Se habla también de consecutivo convencional cuando son las propias partes las
que fijan las etapas del respectivo procedimiento, lo que ocurre por ejemplo en
materia de administración por árbitros mixtos.

8. Prueba legal, libre convicción y sana crítica: Los hechos constitutivos del
conflicto ocurren normalmente antes y fuera del proceso, en consecuencia estos
deben ser revelados en el proceso. Este complejísimo fenómeno probatorio de
rebelar los hechos tiene diferentes fases: cuáles son los medios de prueba, cuáles
son admisibles, cuál es la forma de producir la prueba, quién está cargado con el
peso de la prueba, cómo se valorizan las pruebas, estas preguntas son
contestadas por tres vertientes:

El principio de prueba legal significa que en el respectivo procedimiento se valoran


los medios de prueba de acuerdo a la valorización antelada que ha hecho el
legislador, de manera que es éste el que le indica al juez si frente a ciertos y
determinados medios, puede dar o no por probado el hecho.

El principio de libre convicción significa que el legislador no da ciertos criterios de


valorización, sino que da al órgano jurisdiccional y a su discrecionalidad
determinar con absoluta libertad cual es el valor de los medios de prueba.

El principio de sana crítica le da un alto grado de libertad al juzgador, pero


advirtiéndole que queda sometido a las normas de la sana crítica, conciencia y
experiencia.

Desde hace mucho que se ha discutido cual es el principio más adecuado,


jugando dos principios que se enfrentan: la seguridad jurídica y la verdad material.
Desde la perspectiva de la seguridad jurídica, el legislador tiende al criterio de la
prueba legal para que anteladamente se sepa, por ejemplo, que una escritura
pública produce plena prueba respecto de ciertas causas. En un conflicto de
carácter penal resulta muy tentador dar mayores latitudes al juzgador, aunque un
criterio más protector para el procesado lleva a dictar ciertas directrices.

En nuestro procedimiento, en general, rige el principio de la prueba legal


morigerada, lo que significa que el legislador establecido los valores máximos a
ciertas y determinadas probanzas, por lo tanto, para dar por acreditado un hecho
deben concurrir dos circunstancias: - Las presunciones deben ser más de una, o
sea múltiples; - y, las presunciones deben basarse en hechos reales y probados,
no existen las cadenas de presunciones.

En materia procesal penal rige el principio de la sana crítica, en virtud del cual, el
juez debe fallar cuando ha obtenido una convicción mas allá de toda duda
razonable, a partir de las máximas de la ciencia, lógica y experiencia.

9. Principio de procedimiento ante juez de derecho y ante juez de equidad:


Como su nombre lo indica procedimiento ante juez de derecho significa que el
órgano jurisdiccional debe apegarse estrictamente a la normativa legal, tanto en la
tramitación como en el fallo. El juez de derecho es distinto del juez letrado, que es
un juez abogado, y hay tribunales de derecho, no obstante no ser letrados
(tribunales establecidos por la normativa anti-monopolio)

10. Procedimiento ante tribunales unipersonales y pluripersonales: Depende


del número de jueces que en cada caso conforman el órgano jurisdiccional. Lo
frecuente en nuestro sistema es que en primera instancia el tribunal sea
unipersonal, y en segunda instancia pluripersonal. Ahora bien, se debe considerar
que en el marco de la reforma procesal penal, los jueces de garantía son
tribunales pluripersonales (o colegiados) en cuanto a su composición pero
unipersonales en su funcionamiento. Y los tribunales orales en lo penal, son
pluripersonales (colegiados) en cuanto a su composición y funcionamiento.

11. Principio de procedimientos de única, primera y segunda instancia:


Instancia es grado de conocimiento en los hechos y en el derecho por parte de un
órgano jurisdiccional. Estos principios tienen su origen por la utilización del recurso
de apelación, que da origen a las instancias. Procedimiento de única instancia, es
aquel en que la resolución que recaiga en el mismo no es susceptible de recurso
de apelación, en cambio eso si es posible en el caso de los procedimientos de
primera instancia. Siendo el procedimiento de segunda instancia, el que se incoa
por la utilización frente a la resolución judicial en la instancia anterior del
respectivo recurso de apelación

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