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Las posiciones han ido desde aquellas que sostienen que el salario mínimo
debería eliminarse, hasta aquellas que proponen fijar un salario mínimo legal muy
bajo a fin de proteger a los trabajadores jóvenes y a los menos organizados. Casi
todos los argumentos esgrimidos afirman que un salario mínimo alto perjudica a
los hogares pobres porque, se supone, elevaría el desempleo entre los
trabajadores menos calificados y de menor productividad. Más recientemente, se
ha señalado que el salario mínimo perjudica a los jóvenes de estratos bajos que
se ven atraídos por el salario mínimo. Estos abandonarían sus estudios para
incorporarse al mercado de trabajo, sin que consigan emplearse, aumentando la
desocupación, con el agravante de que esos jóvenes normalmente no vuelven a
estudiar." Sin embargo, en el bienio en que se logró la mayor reducción de los
índices de pobreza y, simultáneamente, los mayores incrementos reales del
salario mínimo, 1990-1992, todos los indicadores mencionados mejoraron
significativamente. Más aún, los valores de las elasticidades de la magnitud de la
pobreza y de la indigencia con respecto a cada uno de esos indicadores muestran
que, con excepción del empleo, la variable que tuvo mayor incidencia tanto en la
disminución de la población pobre como de la indigente fue el salario mínimo.
Desde el punto de vista de la inserción laboral de la población, la pobreza que
existe actualmente en el país está mucho más asociada a las bajas
remuneraciones que obtiene un porcentaje elevado de la fuerza de trabajo que a
los exiguos ingresos de los trabajadores por cuenta propia de baja calificación. En
1992, el 74% de los trabajadores con un ingreso per cápita inferior a dos veces el
valor de la línea de pobreza eran asalariados." A ello se agrega que, en la mayoría
de los casos, la fuente principal de ingresos de los jefes de hogar en pobreza e
indigencia es su ocupación en el sector formal de la economía, más que el empleo
del sector informal. " Por lo tanto, la evolución de los salarios de los estratos de
bajos ingresos continuará siendo un factor decisivo en la evolución de la pobreza y
de la extrema pobreza.
Los niños pueden terminar en la calle por distintas razones, de las cuales las más
típicas son las siguientes:
Sin embargo, el gasto escolar de los padres en útiles escolares, uniforme escolar,
y realización de actividades extraescolares, repercutió en la vida escolar de las
mismas, ellas se refirieron a las limitaciones producidas por la situación económica
de sus padres durante el proceso de formación. No obstante, esta condición no
fue determinante.
Las estrategias de aprendizaje y las técnicas de estudio utilizadas por las
participantes en su etapa escolar de formación, le aseguraron alto rendimiento
académico a pesar de la situación económica de pobreza, entre ellas se
mencionaron: la ejercitación de los contenidos posterior a la actividad escolar del
salón de clase, la capacidad de atención, la facilidad de aprender cualquier
conocimiento a partir de la explicación, la preparación de los materiales para la
elaboración de las actividades escolares con anticipación, y la lectura permanente,
les permitió consolidar el aprendizaje, responderse preguntas sobre la causa de
algunos fenómenos y descubrir el valor del estudio para la vida y no para el
momento. Además de las actividades escolares, las participantes desarrollaron
otras tareas inherentes a su entorno familiar, social, deportivo y recreativo. Estas
generaron satisfacción personal y corresponsabilidad en las actividades diarias.
Estas experiencias indican el aprovechamiento del tiempo, en diversas actividades
institucionales, comunitarias y estadales. Las estudiantes indican que en su
formación escolar, demuestran agradecimiento a sus padres y familiares
obteniendo buenas notas, manteniendo un alto rendimiento. Al respecto, González
(2000), Narváez (2001) y Rodríguez (2002) replantean, desde la
multidimensionalidad, el concepto de rendimiento escolar, este fenómeno debe
referirse a la serie de cambios expresados como resultado de la acción educativa,
así como también debe tomar en cuenta las buenas calificaciones. El rendimiento
no queda limitado en los dominios de la memoria, sino que trasciende y se ubica
en el campo de la comprensión y sobre todo en los que se hallan implícitos los
hábitos, destrezas, habilidades, entre otros.
El salario basado en el rendimiento implica recompensar con algo distinto a las
credenciales o a los años de experiencia, dos débiles indicadores de la eficacia
docente. Aquellos que están a favor del pago basado en el rendimiento dicen que
es más justo recompensar a los buenos profesores que pagar a todos por igual.
También observan que este pago motiva a los profesores, y que el público
respalda una conexión más clara entre el gasto en los centros y sus resultados.
Quienes se oponen al pago basado en el rendimiento dicen es difícil conseguir
evaluaciones justas y precisas porque el rendimiento no puede determinarse de
forma objetiva, la cooperación entre profesores se puede ver afectada o la
enseñanza puede que se centre rígidamente en los criterios empleados. Tampoco
ha ayudado el que los análisis empíricos de los efectos del pago basado en el
rendimiento hayan sido poco concluyentes. Estos efectos son difíciles de evaluar,
ya que los datos son escasos y hay que tener en cuenta muchos aspectos, tales
como la definición y medida del rendimiento, cuál es la escala del incentivo, y si
los incentivos se dirigen al centro o a nivel individual,
“La educación de los padres es lo que más incide”. En concreto, los estudios de la
madre son clave porque, a pesar de los avances en igualdad de género, son ellas
las que normalmente están más pendientes de la educación de los hijos. “Van a
recogerlos y a las reuniones con los maestros y los ayudan en la tarea”, subraya.
Está demostrado, además, que esta relación de causa-efecto es más evidente
entre la madre y la hija.
Pero, ¿qué significa tener poco dinero cuando se va a la escuela? Es difícil saber
cuántos de estos menores vienen de familias con poca formación, pero el dinero
suele ser una pista importante. Para Martínez no importa tanto el hecho de tener
menos o peor material educativo como problemas que se derivan de esas
carencias. Una de esas situaciones es la malnutrición, “que no es desnutrición”.
Alimentarse mal repercute en la escuela igual que afecta que los niños estén
vacunados o se enfermen más. “Por suerte, esto último no está ocurriendo todavía
en nuestro país”.
No hay estudios concretos sobre el vínculo entre número de hijos y nivel formativo
de los progenitores, pero sí se sabe que en las familias con más hermanos existe
más probabilidad de tener un rendimiento escolar peor. “Se debe a la falta de
recursos: hay que repartir entre más y los padres prestan menos atención a los
chicos”, apunta. En cualquier caso, los últimos datos referentes a natalidad revelan
que hay pocas parejas que decidan ser padres por segunda vez y que cada vez
hay menos familias numerosas. Además, el Archipiélago es una de las regiones
donde más ha bajado la natalidad.