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En Venezuela, según el Censo de Población y Vivienda (1990) la población

registrada fue de 18.105.265 habitantes, caracterizándose por una alta tasa de


natalidad de 29,9 por mil habitantes, y una baja tasa de mortalidad del 4,7 por mil
habitantes, que dan como resultado una tasa anual de crecimiento de la población
del 2,5%; pero quizás más importante desde el punto de vista nutricional es la
estructura de la población venezolana; un 37,3% está compuesto por individuos
menores de 15 años, en un 58,7% por individuos entre 15 y 64 años y sólo un 4%
de individuos de 65 y más años. El grupo que pertenece a la categoría 15 y 64
años, muestra un claro predominio poblacional de las mujeres sobre los hombres,
y a su vez incluye un número significativo de mujeres embarazadas y en período
de lactancia. Todo esto implica que una alta proporción de la población
venezolana está compuesto por aquellos denominados grupos de alto riesgo
nutricional, como son los niños preescolares, escolares, mujeres embarazadas y
las que están en período de lactancia Las entidades donde predominan las
mujeres son en primer lugar las que encierran mayor población en el país. Así,
todas las entidades que poseen más de un millón de habitantes tienen un claro
predominio del sexo femenino en su población, siendo también las que
presentaron mayor grado de urbanización, encontrándose que el nivel de
urbanización de acuerdo con la información del Censo (1990), se ha elevado a
84,1%

En los años siguientes, la disponibilidad calórica se acercó a 100 de adecuación,


pero no mejoró la capacidad adquisitiva, por el contrario, empeoró, debido a que la
tendencia alcista de los precios se mantuvo sin que se mejoren los niveles de
ingreso, en proporción suficiente, para compensar dichos aumentos. Para 1989, la
situación adquiere características dramáticas, la problemática económica de todos
conocida agravada por las consecuencias de los hechos ocurridos en el mes de
febrero, han afectado seriamente las posibilidades de abastecimiento alimentario,
si bien hay un incremento global estimado del 22% en los sueldos y salarios, la
inflación final promedio es de 84,5%. El índice de precios para alimentos según
datos del Banco Central de Venezuela aumentó en promedio 125,8% el mayor
incremento reportado en los últimos 30 años. Basándose en datos de
CORDIPLAN, se estima que las familias que no ganan lo suficiente para comer
(pobreza extrema), pasan del 11,3% en 1988 al 30,1% en 1989 y al 33% en 1990,
lo que representa aproximadamente 6 millones de habitantes Estimaciones
gubernamentales establecen que la población venezolana pasó de gastar el
28,4% de mes ingresos en alimentación en 1981 al 48,1% en 1989. Estos datos
señalan que uno de los rasgos más sobresalientes, de la economía venezolana de
la década del 80, es la precariedad de la seguridad alimentaria nacional. Este
hecho se evidencia tanto desde el punto de vista del abastecimiento por el impacto
de la recesión económica y la aplicación del paquete macroeconómico de ajustes
sobre el sistema agroalimentario como desde el punto de vista del acceso de la
pobreza a los alimentos por la brusca caída de su poder adquisitivo Para 1994, el
costo de la canasta normativa concertada de alimentos para una familia de 5
miembros fue de 17.707, una cantidad que representa el 58% del ingreso familiar
promedio nacional del año 1993 (Bs. 30.802), sólo una quinta parte de las familias
venezolanas tienen una capacidad para cubrir sus necesidades alimentarias
básicas. Actualmente el 70% de la población gasta el 70% de sus ingresos en
comida. En cuanto a la distribución sectorial del ingreso familiar, el 70% se genera
en el área urbana y sólo un 30% en el área rural.
Es un hecho evidente que a partir de 1994, ha habido un deterioro profundo del
ingreso real al igual que el de la disponibilidad y consumo de alimentos, lo que
hace prever una desmejora progresiva del estado de nutrición y salud de la
población venezolana, que influye en el aumento de los casos de desnutrición en
el país. La desnutrición afecta el nivel educacional de nuestra población,
disminuye su capacidad de aprendizaje y predispone al niño a adquirir
enfermedades durante períodos frecuentes, impidiendo así su asistencia a clases
lo que implica para él un atraso en los estudios que suele terminar en deserción
escolar. Este niño que deja los estudios antes de terminar la primaria será un
futuro adulto destinado a percibir bajos ingresos, originando así un círculo vicioso.
Los bajos ingresos y el bajo nivel educativo causarán un consumo inadecuado de
alimentos, que a su vez originará la baja capacidad de aprendizaje Por otra parte,
la situación deficitaria que presenta nuestra institución educacional no permite la
inserción del individuo en el sistema, lo que da por resultado un gran porcentaje de
marginales educativos.
La situación educacional en el país es crítica, existen problemas en la comunidad
escolar, entre los cuales tenemos conflictos entre los gremios educacionales,
bajos salarios de los educadores, carencia de preparación de los maestros,
problemas administrativos como excesiva burocracia en el gobierno y pocos
recursos asignados al sector y, por último, existen problemas en cuanto a política
educacional, que se manifiesta en una gran déficit de cupos y en la rigidez del
sistema educativo que impide su adaptabilidad a las necesidades educacionales.

Esta pobreza educacional repercutirá en el desarrollo del país, como


consecuencia de ello tenemos que para 1977, un millón doscientos mil jóvenes
entre los 13 y 19 años tienen necesidad de trabajar sin contar con la educación
adecuada para ello, mientras que para 1990, habían aproximadamente cuatro
millones setecientos mil jóvenes que estaban en las mismas condiciones
anteriormente dichas. Vivienda La afluencia creciente de grandes grupos de
población que abandonan el campo para establecerse en viviendas improvisada
en los alrededores de las grandes ciudades, trae consigo el deterioro de los ya
escasos núcleos de población rural, de tal manera que la marginalidad afecta no
solamente a las áreas urbanas, sino también al sector público. Las áreas
marginales urbanas o rurales, se caracterizan por su ubicación física en
pendientes de cerros, lechos de ríos, o bien en terrenos planos y en un ambiente
deteriorado, carente de los servicios básicos como agua, luz, cloacas, asistencia
médica, vigilancia policial, escuelas y transportes. Las viviendas son generalmente
construidas por sus moradores, son de tipo rancho y no integrados al proceso de
desarrollo económico y social. A su vez FUNDACREDESA (1992), establece que
casi un 80% de las familias venezolanas están ubicadas en los estratos IV y V de
la población.
Estos estratos se caracterizan porque en ellos existen familias extendidas y muy
numerosas, con bajos recursos económicos, altos porcentajes de carencia o
presencia débil de la figura paterna, con aumentos de los porcentajes de
trastornos de conducta condición que da lugar al hacinamiento, características de
este tipo de familias y por otra parte, las mujeres de dichos estratos sociales
presentan un bajo nivel cultural y de instrucción que propicia el incremento de los
casos de desnutrición en el país. Según la Fundación para la Comunidad
(FUNDACOMUN, 1989), el incremento de barrios marginales en los últimos 10
años fue de un 105%, de modo tal que para 1989 se habían consolidado 3.799
barrios, con una población total de 7.849.000 habitantes que ha llevado al
aumento de la marginalidad social, se estima que más de la mitad de la población
vive en los cinturones de miseria de las grandes ciudades del país. Dicha
población se ubica básicamente en el área Metropolitana de Caracas, región
Centro Norte Costera y Zuliana del país.
Estas regiones han sido favorecidas por la actividad petrolera e industrial y por las
inversiones del Estado en obras de infraestructura. Las condiciones de vivienda
están relacionadas con la salubridad del medio. Por lo mismo, el sistema de
eliminación de excretas, de abastecimiento de agua y en general las condiciones
higiénicas en que se vive, van a exponer en mayor o menor grado al individuo a la
aparición de ciertas enfermedades infecciosas y parasitarias.
Según el último Censo de Población y Vivienda (1990), se empadronaron un total
de 4.104.503 viviendas familiares y se detectaron un total de 3.735.367 hogares
donde existe un déficit estructural y funcional, ya que una parte importante de
estas viviendas son consideradas inadecuadas, tal es el caso de las catalagodas
como ranchos (540.690) y una parte de las viviendas clasificadas como casas,
cuyas características físicas o carencia de servicios públicos las califica como
inadecuadas, es decir más del 73%, no tienen agua, sin sistemas de eliminación
de excretas, mientras que el 17% estaban construidas con materiales
inadecuados; dicha situación no solamente agrava las condiciones nutricionales ya
precarias de los marginales, sino también anula muchos de los esfuerzos del
Estado para mejorar su condición nutricional a través de programas de educación
en nutrición y alimentación, así como el uso de subsidios en alimentos básicos.
Estructura familiar La estructura familiar del marginado será la base de la
formación del individuo.
Oscar Lewis habló de una subcultura de la pobreza cuyos indicadores. entre los
cuales tenemos: subalimentación, bajos ingresos, bajo nivel educativo, carencia
de organización social, política o económica, valores y conocimientos
transmisibles por los grupos de poder, van a constituir todo un estilo de vida, en
donde el individuo, como dice José Luis Vethencourt, "ha internalizado la miseria
lo que conduce a un fracaso en el proceso de individualización, a una falta de
conciencia crítica y a una marginación del sistema. Esta miseria está asociada a la
situación deficitaria de la estructura familiar venezolana en la que sólo existe la
presencia de la madre, conviven personas de diferentes grupos familiares y los
hijos no tienen un mismo padre, entre otras manifestaciones de irregularidades. La
organización familiar actuará negativamente a nivel individual interpersonal y dará
como producto una persona pasiva, con falta de coherencia individual, y con una
serie de trastornos en su conducta".
Con respecto a la familia, encontramos que en Venezuela, el abandono del hogar
por los padres es alarmante. La desintegración familiar, presente en los estratos
sociales bajos, contribuye a generar una serie de trastornos en la conducta que se
manifiesta en neurosis, delincuencia y alcoholismo entre otros. Dicha situación es
crítica, ya que la familia constituye la base para el buen desarrollo del niño. Por
otra parte, las deficiencias en ambiente, vivienda, salud, educación, nutrición y
cultura, que tienen las familias en situación de pobreza crítica, condicionan la
existencia de los pocos estímulos psicosociales en el bajo rendimiento que
muestran en las pruebas de inteligencia. Por su parte FUNDACREDESA, refiere
que las madres de las clases marginales, por la ausencia de recursos económicos,
falta de tiempo para dedicarlo a sus hijos y por ser mujeres carentes de
instrucción, descuidan la salud de sus hijos y su buena alimentación propiciando el
incremento de los casos de desnutrición en el país.
De todas formas, las familias han resistido las explosivas subidas de los precios
de los productos básicos con una serie de sacrificios que van desde la disminución
de los ahorros, renuncia a gastos no vitales (vestidos, viajes, etc), el
aprovechamiento al máximo de la comida ya preparada, el cambio en la estructura
de la dieta, la adquisición de alimentos que al mismo costo proporcionan mayor
valor energético, dedicación de mayores proporciones al gasto en alimentación y,
finalmente, disminución del consumo energético, con riesgos evidentes para su
salud y para la productividad También el estímulo familiar es de suma importancia
para el crecimiento y desarrollo normal del niño; algunos autores afirman que una
relación estimulante madre-niño; promueve una nutrición normal, incluso cuando
se tiene una alimentación inadecuada, incluso afirmar que un funcionamiento
deficiente en la relación madre-niño disminuye las ventajas de una nutrición
apropiada. Cravioto, en México, demuestra también que la estimulación es un
factor determinante que altera el desarrollo nutricional del niño, el encontró que los
desnutridos crecen en ambientes con bajos porcentajes de estimulación, mientras
que los no desnutridos provienen de ambientes con altos porcentajes de
estimulación. Dehollain, establece que la realidad demuestra que más de la mitad
de la población venezolana no cuenta con los recursos suficientes para llenar las
necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación y otras
condiciones que implican el bienestar del individuo, de la familia y de la sociedad.

salud señalan que el descenso de las tasas de mortalidad infantil se detuvo a


partir de 1987. La mortalidad por deficiencia nutricionales asciende a partir del
1983, y en especial con el grupo de 1-4 años. En ese año dicha causa de muerte
ocupó el sexto lugar, pero pasó al cuarto en 1987 La desnutrición crónica es la
más frecuente en los niños venezolanos, con un déficit en talla para la edad y un
peso para la edad muy semejante, mientras que la desnutrición aguda, medida por
el indicador peso para la talla, es epidemiológicamente menos importante en todo
el país. La disminución de la estatura se asocia a una malnutrición pasada o
crónica y el peso para la talla bajo, se asocia a una desnutrición aguda o actual,
de modo tal que estos dos indicadores miden momentos distintos de la
malnutrición. Los niños recuperados de una desnutrición severa, de un proceso
infeccioso, o en poblaciones donde se han encontrado variaciones estacionales en
el crecimiento, la velocidad de crecimiento en estatura se recupera meses
después que la velocidad de peso, de modo tal que, muchos niños sobrevivientes
a una desnutrición quedan con una talla baja y con un peso para la talla normal o
alta.

Sistemas de atención Médica En Venezuela, existen una serie de instituciones


públicas dedicadas a la asistencia médica de los cuales el Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social y el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (I.V.S.S.)
atienden aproximadamente el 92% de la población. Además de estos, existen otra
serie de entidades estatales y municipales. Dichas instituciones de salud se
caracterizan por una falta de coordinación entre sí, deficiencia de equipos y de
asignación de recursos para el mantenimiento de los hospitales lo que causa el
deterioro progresivo de los servicios públicos asistenciales. Los sistemas de
atención médica en los países del Tercer mundo e inclusive en el país, son
notoriamente insuficientes para atender las necesidades o la demanda de atención
de salud, de la población rural y los marginados urbanos que son los grupos
donde se encuentra con más frecuencia la desnutrición. Un requisito básico para
acceder al sistema de atención médica, especialmente en los países con
economía de mercado o mixtas, es la capacidad de pago de los individuos o su
grado de organización político-reivindicativa que suelen andar juntas. Esto
automáticamente sesga toda posibilidad de medir la magnitud de la morbilidad por
desnutrición, ya que quienes carecen de estas prerrogativas en la sociedad son a
la vez los más desnutridos. Solucionar este problema de las estadísticas de
morbilidad significaría resolver a la vez el problema estructural de la mala
cobertura de los sistemas de atención médica. La cobertura de estos sistemas no
está aumentando y puede inclusive estar disminuyendo, especialmente en
aquellos países, inclusive Venezuela donde la crisis financiero-política es mayor y
en los cuales a su vez la desnutrición está probablemente registrando sus
mayores aumentos. Es improbable pensar que esta limitación estructural de los
sistemas tenga solución, a la luz de la evolución de la crisis que azota al mundo.

Las estadísticas de morbilidad con respecto a la desnutrición son de naturaleza


conceptual, y tiene que ver con el hecho de que el saber médico convencional,
que es el que diagnóstica a los enfermos y el que diseña las estadísticas de salud,
suele no considerar a la desnutrición como una enfermedad que merezca ser
diagnosticada y registrada; ya que dicha enfermedad no sólo es causada por un
agente biológico, del tipo de un microbio o virus, sino también influyen la
pertenencia de clase del enfermo, su situación nutricional, características de su
vivienda, hábitos y su situación psíquica; de allí su carácter masivo en la población
que puede configurar normalidad para un médico que ha sido entrenado para
considerar como normal a lo usual y como patológico a lo que se separa de esto,
de acuerdo con la curvas de Gauss que describen fenómenos homeostáticos
como lo que le enseñaron en fisiología; en la causación de la desnutrición
intervienen factores elementales de organización social, política y económica,
hacia los cuales los médicos se sienten incómodos pues no encuadran con su
formación de tipo biologista, no es de extrañar que el saber médico haya tratado
ambiguamente a la desnutrición, como lo prueba el poco énfasis que se da a ella
de los currícula médicos y en los libros de texto y revistas que reproducen el
saber.
De esta forma un médico que pretende diagnosticar a un enfermo desnutrido, que
muy rara vez puede observarse como tal, ya que el desnutrido en la mayoría de
los casos ignora o acepta críticamente su situación, y suele consultar por la
enfermedad infecciosa o parasitaria que coexiste con la desnutrición y se potencia
en ella, va a centrar su atención en la enfermedad infecciosa hacia la cual se
dirigió su capacidad y en la cual presuntamente la industria de la salud y la
infraestructura sanitaria ofrecen remedios eficaces. El desnutrido diarreico, el
desnutrido pulmonar, el desnutrido parasitado que tienen suerte de acudir a
consulta, van a ser registrados por los médicos y este registro va ser transmitido
por el sistema estadístico oficial, como casos de diarrea, patología pulmonar o
parasitosis, reforzando así tautológicamente el desconocimiento institucional de la
desnutrición. Por otra parte, tenemos el subregistro de muerte que es más
marcado en los grupos de población rural, marginados del proceso económico y
niños donde la desnutrición es más prevalente y el hecho que las muertes de
desnutridos que sí se registran no suelen ser certificadas por médicos, porque
generalmente no entran dentro del sistema de atención médica. Por último, las
estadísticas de morbilidad y mortalidad tal como existen ahora no arrojará ninguna
solución, ya que los problemas de estos son de naturaleza estructural, y son
independientes de los recursos que se vuelquen en ellas. Los países en donde la
desnutrición es más marcada heredaron de sus antiguos ocupantes coloniales o
de sus inspiradores europeos,- sistemas de registro estadístico que son
absolutamente inadecuado para medir la desnutrición que es sólo uno de sus
problemas sociales

LA INFLACIÓN Otro factor que incidió en la disminución de la pobreza fue la baja


persistente de la inflación. Ello evitó el deterioro del poder adquisitivo de los
sueldos y salarios, beneficiando mayormente a los trabajadores de bajos ingresos
y a los asalariados con menor capacidad para negociar reajustes. Estos
trabajadores se concentran en las empresas de menor tamaño y de más baja
productividad, donde los salarios son menores. El mayor impacto de este factor se
produjo entre 1990 y 1992, bienio en que se logró la mayor disminución de la
inflación (de 26% a 15% promedio anual) y la reducción más pronunciada de los
índices de pobreza. La baja persistente de la inflación continuó entre 1992 y 1994
(bajó de 15% a 11%), hasta alcanzar cifras anuales de un dígito (8%) en 1995.
Estos logros han evitado que los precios de los bienes que consumen
mayoritariamente los hogares de bajos ingresos crezcan más rápidamente que el
promedio de los precios al consumidor, tendencia que en el pasado a menudo
erosionaba el poder adquisitivo de la población pobre. Más aún, esa tendencia se
ha revertido, tal como se desprende de la comparación de la inflación y de los
precios promedio de una canasta básica de alimentos. En efecto, entre septiembre
de 1990 y septiembre de 1995, el aumento del costo de dicha canasta básica para
un hogar promedio fue menor (68%) que la inflación en el mismo período (84%).

Las posiciones han ido desde aquellas que sostienen que el salario mínimo
debería eliminarse, hasta aquellas que proponen fijar un salario mínimo legal muy
bajo a fin de proteger a los trabajadores jóvenes y a los menos organizados. Casi
todos los argumentos esgrimidos afirman que un salario mínimo alto perjudica a
los hogares pobres porque, se supone, elevaría el desempleo entre los
trabajadores menos calificados y de menor productividad. Más recientemente, se
ha señalado que el salario mínimo perjudica a los jóvenes de estratos bajos que
se ven atraídos por el salario mínimo. Estos abandonarían sus estudios para
incorporarse al mercado de trabajo, sin que consigan emplearse, aumentando la
desocupación, con el agravante de que esos jóvenes normalmente no vuelven a
estudiar." Sin embargo, en el bienio en que se logró la mayor reducción de los
índices de pobreza y, simultáneamente, los mayores incrementos reales del
salario mínimo, 1990-1992, todos los indicadores mencionados mejoraron
significativamente. Más aún, los valores de las elasticidades de la magnitud de la
pobreza y de la indigencia con respecto a cada uno de esos indicadores muestran
que, con excepción del empleo, la variable que tuvo mayor incidencia tanto en la
disminución de la población pobre como de la indigente fue el salario mínimo.
Desde el punto de vista de la inserción laboral de la población, la pobreza que
existe actualmente en el país está mucho más asociada a las bajas
remuneraciones que obtiene un porcentaje elevado de la fuerza de trabajo que a
los exiguos ingresos de los trabajadores por cuenta propia de baja calificación. En
1992, el 74% de los trabajadores con un ingreso per cápita inferior a dos veces el
valor de la línea de pobreza eran asalariados." A ello se agrega que, en la mayoría
de los casos, la fuente principal de ingresos de los jefes de hogar en pobreza e
indigencia es su ocupación en el sector formal de la economía, más que el empleo
del sector informal. " Por lo tanto, la evolución de los salarios de los estratos de
bajos ingresos continuará siendo un factor decisivo en la evolución de la pobreza y
de la extrema pobreza.

Los niños pueden terminar en la calle por distintas razones, de las cuales las más
típicas son las siguientes:

 No tienen elección: Han sido abandonados, son huérfanos o han sido


expulsados de sus hogares. No cuentan con recursos económicos, de salud o
apoyos familiares.
 Eligen vivir en la calle a raíz de maltratos sufridos en su casa,
por negligencia de los padres o porque simplemente su familia no es capaz de
cubrir sus necesidades básicas.
 Eligen vivir en la calle por los ingresos que con sus actividades puedan
reportar a sus familias. Si esos hogares y familias, como parte integrante de la
sociedad, son incapaces de mantener la vida de ese niño, puede por tanto
decirse que las razones últimas del abandono del domicilio paterno son las
condiciones sociales, económicas, políticas y medioambientales impuestas por
el conjunto de la sociedad en que ese grupo marginal se inscribe.
En un informe de 1993, la OMS sugería estos factores como causantes del
fenómeno:23

 Desintegración del entorno familiar


 Conflicto armado
 Pobreza extrema
 Desastres (naturales o provocados)
 Hambre
 Abusos físicos y sexuales
 Explotación infantil, que es donde los adultos chantajean a lo se niños para
hacer el trabajo del adulto
 Desplazamiento social tras emigración
 Urbanización y crecimiento descontrolado de suburbios
El fenómeno de la situación de calle es expresión de la pobreza extrema en el
ámbito de lo urbano.29
La orfandad por otros motivos, como epidemias o SIDA es otra causa que podría
añadirse a esta lista.3031 Dentro de las causas es necesario mencionar la falta de
resiliencia, esta falta de capacidad de enfrentar un entorno negativo y lograr salir
adelante, aprendiendo diversas lecciones que son implementadas para resolver
problemas futuros. Debemos preguntarnos ¿a qué se debe que niños en las
condiciones familiares, económicas y sociales difíciles no abandonan sus
hogares? (cita, Víctor Espino 2006). Por lo tanto, no sólo estamos ante un
fenómeno con causas sociales, sino también personales, en donde se debe
averiguar como procesó sus experiencias de vida cada niños, niña y adolescente,
si tuvieron modelos a imitar para enfrentar o rehuir de los problemas.

Pobreza en el rendimiento escolar

Las características geográficas, sociales, económicas y educativas de las jóvenes


las ubica en una zona rural del estado Mérida, aproximadamente a 3 horas de la
capital del estado. Las viviendas se encuentran retiradas del pueblo más cercano,
rodeadas de terrenos destinados a la producción agrícola. La observación de las
viviendas de las participantes evidencia la situación socioeconómica de pobreza
en la que viven: vivienda de tipo rural, con escasos servicios, condiciones de
hacinamiento en el alojamiento, equipamiento mínimo del hogar y bajo acceso a
servicios básicos de electricidad, agua potable, vías de comunicación. Las
dificultades económicas originadas por las situaciones de pobreza afectan
principalmente a los padres, quienes se ven limitados para cubrir las necesidades
básicas de la familia. Al respecto, Kotliarenco, Cáceres y Álvarez confirman que la
dificultad para satisfacer las necesidades básicas, genera sentimientos adversos
en los padres, al verse fracasados en su rol de proveedor. Esta situación de
limitación extrema podrían generar desesperación de los padres, afectando el
ambiente psicosocial de la familia. Cuando las condiciones laborales en las zonas
rurales no son las más adecuadas, es común que las personas migren hacia otros
lugares donde existan mejores condiciones de trabajo. Esta situación originó la
separación del grupo familiar, repercutiendo en el desarrollo psicológico y
académico de toda la familia, en especial de las jóvenes en formación. Sin
embargo, el proceso educativo de las participantes no se interrumpió con el
traslado de los padres a las nuevas zonas productivas; lo cual garantizó mayor
estabilidad económica, para al menos cubrir las necesidades alimenticias de la
familia. Esta característica la ratifica Kotliarenco, Cáceres y Álvarez (1996), en su
investigación sobre la resiliencia encuentran que la distancia entre los hogares
campesinos y la lejanía de los centros poblados, obliga al aislamiento de las
familias, dificulta la realización de trámites, compras y el acceso a los servicios de
salud. Sumado a ello, la temporalidad de los trabajos agrícolas se traduce en
constantes migraciones masculinas, haciendo que la presencia del hombre en el
hogar y su aporte económico sea altamente inestable.

Sin embargo, el gasto escolar de los padres en útiles escolares, uniforme escolar,
y realización de actividades extraescolares, repercutió en la vida escolar de las
mismas, ellas se refirieron a las limitaciones producidas por la situación económica
de sus padres durante el proceso de formación. No obstante, esta condición no
fue determinante.
Las estrategias de aprendizaje y las técnicas de estudio utilizadas por las
participantes en su etapa escolar de formación, le aseguraron alto rendimiento
académico a pesar de la situación económica de pobreza, entre ellas se
mencionaron: la ejercitación de los contenidos posterior a la actividad escolar del
salón de clase, la capacidad de atención, la facilidad de aprender cualquier
conocimiento a partir de la explicación, la preparación de los materiales para la
elaboración de las actividades escolares con anticipación, y la lectura permanente,
les permitió consolidar el aprendizaje, responderse preguntas sobre la causa de
algunos fenómenos y descubrir el valor del estudio para la vida y no para el
momento. Además de las actividades escolares, las participantes desarrollaron
otras tareas inherentes a su entorno familiar, social, deportivo y recreativo. Estas
generaron satisfacción personal y corresponsabilidad en las actividades diarias.
Estas experiencias indican el aprovechamiento del tiempo, en diversas actividades
institucionales, comunitarias y estadales. Las estudiantes indican que en su
formación escolar, demuestran agradecimiento a sus padres y familiares
obteniendo buenas notas, manteniendo un alto rendimiento. Al respecto, González
(2000), Narváez (2001) y Rodríguez (2002) replantean, desde la
multidimensionalidad, el concepto de rendimiento escolar, este fenómeno debe
referirse a la serie de cambios expresados como resultado de la acción educativa,
así como también debe tomar en cuenta las buenas calificaciones. El rendimiento
no queda limitado en los dominios de la memoria, sino que trasciende y se ubica
en el campo de la comprensión y sobre todo en los que se hallan implícitos los
hábitos, destrezas, habilidades, entre otros.
El salario basado en el rendimiento implica recompensar con algo distinto a las
credenciales o a los años de experiencia, dos débiles indicadores de la eficacia
docente. Aquellos que están a favor del pago basado en el rendimiento dicen que
es más justo recompensar a los buenos profesores que pagar a todos por igual.
También observan que este pago motiva a los profesores, y que el público
respalda una conexión más clara entre el gasto en los centros y sus resultados.
Quienes se oponen al pago basado en el rendimiento dicen es difícil conseguir
evaluaciones justas y precisas porque el rendimiento no puede determinarse de
forma objetiva, la cooperación entre profesores se puede ver afectada o la
enseñanza puede que se centre rígidamente en los criterios empleados. Tampoco
ha ayudado el que los análisis empíricos de los efectos del pago basado en el
rendimiento hayan sido poco concluyentes. Estos efectos son difíciles de evaluar,
ya que los datos son escasos y hay que tener en cuenta muchos aspectos, tales
como la definición y medida del rendimiento, cuál es la escala del incentivo, y si
los incentivos se dirigen al centro o a nivel individual,

La falta de presupuesto en las instituciones públicas y el aumento de las


matrículas de las privadas todo el sistema educativo se encuentra en riesgo
para el próximo período. “Existe una discriminación por parte del gobierno
contra las escuelas del Estado y el cómo la inflación afecta las preferencia
de los padres de darles una educación de preferencia a sus hijos” resaltó
Juan Maragall. Las universidades tampoco se escapan de la crisis.
La crisis económica en el país no deja flancos libres. Además de la preocupación
por el aumento de la Canasta Básica Familiar, que se ubica en 365.101,19
bolívares; y del aumento de como la calidad de vida se ha deteriorado debido al
alto índice de inflación, el tema educativo se ha convertido en un problema
económico para lo que sería el próximo período.

Tanto el panorama público como privado, en las escuelas y universidades, no sólo


se ven en riesgo de perder capacidad de cubrir comedores o reparar las
instalaciones sino el de perder su capital humano: estudiantes y profesores.

“Hay el riesgo de que se presente un atraso educativo en el país. Los padres no


pueden pagar las escuelas privadas de sus hijos y pasarlos a los colegios públicos
no es opción debido a que no hay cupos ya que el presupuesto es muy reducido.
Todo lo que se construyó en materia educativa se puede perder”, fue el
planteamiento del secretario de educación de gobernación del estado Miranda,
Juan Maragall.

De parte de las organizaciones públicas, el principal problema es la falta de


recursos otorgados por el ejecutivo nacional para cubrir las necesidades básicas
de mantener el personal y las condiciones del estudiantado.
el rendimiento escolar no mejora siempre que se incrementa el poder
adquisitivo. A partir de un determinado nivel económico no hay una evolución
ascendente en los resultados académicos. El dinero influye a la baja, es decir,
cuando no hay, pero casi siempre porque es síntoma de otras carencias.

“La educación de los padres es lo que más incide”. En concreto, los estudios de la
madre son clave porque, a pesar de los avances en igualdad de género, son ellas
las que normalmente están más pendientes de la educación de los hijos. “Van a
recogerlos y a las reuniones con los maestros y los ayudan en la tarea”, subraya.
Está demostrado, además, que esta relación de causa-efecto es más evidente
entre la madre y la hija.

Pero, ¿qué significa tener poco dinero cuando se va a la escuela? Es difícil saber
cuántos de estos menores vienen de familias con poca formación, pero el dinero
suele ser una pista importante. Para Martínez no importa tanto el hecho de tener
menos o peor material educativo como problemas que se derivan de esas
carencias. Una de esas situaciones es la malnutrición, “que no es desnutrición”.
Alimentarse mal repercute en la escuela igual que afecta que los niños estén
vacunados o se enfermen más. “Por suerte, esto último no está ocurriendo todavía
en nuestro país”.

No hay estudios concretos sobre el vínculo entre número de hijos y nivel formativo
de los progenitores, pero sí se sabe que en las familias con más hermanos existe
más probabilidad de tener un rendimiento escolar peor. “Se debe a la falta de
recursos: hay que repartir entre más y los padres prestan menos atención a los
chicos”, apunta. En cualquier caso, los últimos datos referentes a natalidad revelan
que hay pocas parejas que decidan ser padres por segunda vez y que cada vez
hay menos familias numerosas. Además, el Archipiélago es una de las regiones
donde más ha bajado la natalidad.

La gran pregunta que se hacen muchos docentes y familias es cómo abordar el


problema de la desigualdad de oportunidades educativas atendiendo al origen
socioeconómico. Cada centro es un mundo y las necesidades de cada escuela
vienen determinadas por su entorno. El nivel cultural de la familia, muchas veces
determinado por el estatus económico, y la solidez de la clase media, vuelven a
estar en el centro del debate.

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