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Hace cuatro años, Kate Nowak tomó la decisión de actuar como “conejillo de
indias” en su propio experimento de bendecir. Aunque ya había estado enviando
bendiciones a los que estaban a su alrededor desde hacía años y había
experimentado resultados positivos, la verdad es que nunca había practicado de
manera consistente el bendecir a los demás, más allá de dar a diario una
bendición rápida a sus hijos. Siempre había sido de esas cosas que hacía a veces
y a veces dejaba. Empezaba bendiciendo a la gente, a los objetos o a las
circunstancias por un rato y de repente, la vida se interponía en su camino y
dejaba de hacerlo (¿te suena conocido?); generalmente dejaba de hacerlo hasta
que aparecía el siguiente problema, como una nube tormentosa, en el horizonte.
Para probar su teoría, dejó de hacer llamadas de ventas por completo. En lugar de
eso, efectuaba llamadas de bendiciones. Por supuesto, ella no le decía a nadie lo
que estaba haciendo, pero en lugar de acercarse a sus clientes con el propósito de
venderles su producto, llegaba al lugar de trabajo de los clientes potenciales,
dejaba que ellos hablaran mientras que ella tan solo escuchaba, y mientras tanto
los llenaba de bendiciones y pensamientos de amor incondicional. En lugar de
utilizar su tarjeta de presentación, como siempre lo había hecho, no mencionaba
su compañía ni sus productos, a menos de que se lo preguntaran, y sólo si sentía
que el cliente recibiría bendiciones suyas por haber hecho negocios con ella.
Los resultados fueron asombrosos. Casi de inmediato las ventas se
incrementaron, yendo de uno o dos clientes mayoristas por semana a tener
muchas cuentas nuevas ¡a diario! Entre más se negaba a vender, más vendía.
Hasta cuando visitaba un negocio y se topaba con que el dueño o el gerente no se
encontraban, se quedaba unos minutos a platicar con el vendedor o con el
subgerente y les dejaba su tarjeta. Frecuentemente, recibía llamadas del dueño o
el gerente para decirle que sentían mucho no haber estado en el momento de su
visita y le solicitaban información sobre sus productos, lo cual ella les enviaba,
resultando en más ventas. Entre más bendecía a los demás, se dio cuenta de que
recibía más bendiciones a cambio.
Quiero remarcar aquí que no estaba efectuando bendiciones para tener una
ganancia monetaria. Las bendiciones no funcionan así. Nada funciona así en el
Universo. Cada vez que das para ganar, pierdes. Sin embargo, tenía un motivo
oculto, porque sabía que si alejaba su mente de sus preocupaciones para ayudar
a los demás, las cosas mejorarían para todos. El bendecir a los demás es una
manera excelente de ir de la energía negativa a la positiva. Como se ha dicho
antes, eleva el humor de inmediato.
Quería compartirles esta historia, porque espero que les enseñe como Kate lo
comprobó, que cuando elegimos bendecir el mundo a nuestro alrededor, recibimos
bendiciones a cambio. Realmente es mejor dar que recibir.
Por esta razón creo que juntos podemos hacer una gran diferencia en el mundo, y
mientras tanto, podemos tener un impacto dramático y positivo en nuestras
propias vidas también.
El Pensamiento del Día:
Tu deseo por ayudar a otro a tener abundancia, crea más abundancia para ti.