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ANULACION DE LAUDO ARBITRAL - Naturaleza Jurídica / PRINCIPIO

DISPOSITIVO - Concepto / RECURSO DE ANULACION - Requisitos frente a


laudo arbitral

El recurso de anulación de laudos ataca la decisión arbitral por errores in


procedendo en que haya podido incurrir el Tribunal de Arbitramento, y excluye de
su órbita los errores in judicando, lo cual implica que no puede impugnarse el
laudo en cuanto a cuestiones de mérito. Por ello carecen de técnica los cargos
formulados contra un laudo, que tiendan a establecer si el Tribunal Arbitral obró o
no conforme al derecho sustancial al resolver sobre las pretensiones propuestas.
A través de los cargos que se formulen contra el laudo, dentro de los precisos, y
estrictos límites que imponían las taxativas causales del recurso, previstas por el
derogado artículo 672 del C. de P.C., y hoy por el artículo 38 del Decreto 2279 de
1989, ha de pretenderse la información del Laudo (judicum rescindensm), sin que
la decisión que adopte el juez del recurso pueda reemplazar o sustituir la que
pronunció el Tribunal de Arbitramento (judicum rescisorium), como acontece, por
ejemplo, con el recurso de apelación. Los poderes del juez del recurso de
anulación están limitados por el llamado “principio dispositivo”, conforme al cual
es el recurrente quien delimita, con la formulación y sustentación del recurso, el
objeto que con él se persigue y ello, obviamente, dentro de las precisas causales
que la ley consagra. El recurso de anulación es esencialmente formalista y que
por la misma razón no puede ocuparse sino exclusivamente de las causales
expresa y oportunamente invocadas. Como en el sub judice el primer cargo
corresponde a una causal no relacionada al interponer el recurso, ni conocida por
el Tribunal de Arbitramento al concederlo, se impone concluir que dicho cargo
resulta absolutamente inoperante.

PROCESO ARBITRAL - Reforma de demanda / CONCILIACIÓN - Finalidad en


el proceso arbitral. Procedimiento

No comparte la Sala en criterio de la censura por cuanto encuentra


suficientemente razonable la motivación de los árbitros al asumir competencia
para conocer la reforma de la demanda. En verdad, si se tiene en cuenta que el
proceso arbitral aunque de conocimiento, tiene regulación específica, dentro del
cual no se propusieron excepciones previas y fijación del litigio, consagrados en
el artículo 101 del C. de P.C., propia de la jurisdicción ordinaria. en el sub judice
el proveído que decretó pruebas dentro del trámite arbitral tiene fecha de 19 de
mayo de 1994, esto es, que claramente tal providencia resulta posterior a la
presentación de la solicitud reformatoria de la demanda y, por consiguiente, ésta
es oportuna. Incurre la recurrente en evidente error de apreciación cuando
parece asimilar la conciliación prevista en el artículo 101 ya citado, con la
diligencia de conciliación surtida ante el Centro de Arbitraje y Conciliación de la
Cámara de Comercio de Bogotá. No obstante tener una y otra como finalidad
conseguir un acuerdo amistoso para solucionar las diferencias surgidas entre las
partes opositoras, el procedimiento no puede ser exactamente el mismo, ni los
árbitros y los jueces proceder de igual manera, como tampoco lo son la
organización, operación remuneración y desarrollo procesal de cada actuación.
Precisamente, esas disimilitudes dan lugar a un tratamiento jurídico-procesal
diferente, no obstante la remisión que se hace del proceso arbitral a algunas
disposiciones de procedimiento civil. No resultó extemporánea la presentación
del escrito de reforma de la demanda y que, por consiguiente, no puede
afirmarse, con razón que los árbitros concedieron más de lo pedido en la
demanda inicial si se tiene en cuenta, además, que de esta última, en definitiva,
hace parte la reforma propuesta y aceptada por el fallador.
CONTRATO ADMINISTRATIVO - Equilibrio financiero / ECUACIÓN
FINANCIERA DEL CONTRATO - Imperativo legal. Tribunal de arbitramento /
TRIBUNAL DE ARBITRAMENTO - Competencia para aplicar la ecuación
financiera del contrato
La figura de equilibrio financiero del contrato no ha sido extraña ni a nuestra
jurisdicción, ni a nuestra jurisprudencia. Sin duda alguna las partes al contratar
son conocedoras del beneficio resultante del contrato: conseguir los fines
esenciales del Estado, para la entidad pública contratante; la obtención de un
provecho económico para el contratista. Dentro de este marco habrá pues, de
moverse la regulación financiera del contrato y con miras a mantener su equilibrio
económico, se ha de procurar la protección de las partes, y especialmente para el
caso del contratista como colaborador que es del Estado, se deben tomar las
medidas necesarias para lograr dicho mantenimiento, de tal forma que pueda
conservar el beneficio económico que lo llevó a contratar. La ecuación financiera
del contrato es una figura de imperativo legal, que se aplica con independencia
de que las partes la hubieren pactado o no. En otros términos la Sala reitera que
es el propio legislador quien fija reglas tendientes a procurar el mantenimiento del
equilibrio financiero del contrato conmutativo cuando éste se rompa en aquellos
casos no imputables al contratista, por distintas circunstancias. Frente al mandato
legal, mal podría el juez de dicho contrato desconocer, sin razón, tales preceptos
normativos. Tiene entonces, suficiente sustento, en legislación y jurisprudencia, el
concepto del equilibrio financiero del contrato y, por consiguiente, no podía
resultar extraño para el Tribunal de Arbitramento la aplicación de dicha figura,
bajo la óptica fundamental de que el Estado pudiera cumplir con los fines
previstos y que el consorcio contratista, a su vez, por no tener obligación legal ni
contractual para su actividad. Si el fallador encontraba rota o alterada la ecuación
financiera del contrato por causas imprevistas y de especial consideración, ajenas
al contratista, le correspondía acudir a dicha figura, no sólo por el mandato legal,
sino por motivaciones de justicia y equidad inherentes al equilibrio financiero
contractual. Bien podía el Tribunal aplicar en su fallo el principio del equilibrio
financiero sin que por ello pueda sostenerse que el punto, como integrante que
era del contrato, constituyera un tema ajeno a la decisión arbitral, cuando en la
cláusula 38, se estableció que, salvo las facultades de la Empresa sobre
declaratoria de caducidad “...las diferencias que se presenten durante la
ejecución y hasta cumplirse el período de responsabilidad establecidos, sobre
materias distintas a las contempladas en la cláusula 30 y en las cuales la
Empresa y el Contratista no se pongan de acuerdo, se someterán a un tribunal
constituido por tres árbitros.

ERROR ARITMETICO - Concepto. Corrección


La Sala ha sostenido, respecto de la corrección de errores aritméticos, que éstos
no corresponden no sólo a diferencias conceptuales o de apreciación que
conducen a diferentes resultados, sino que son consecuencia de simples
equivocaciones en el desarrollo de las distintas operaciones aritméticas,
susceptibles de corrección mediante la ejecución acertada de la operación
aritmética equivocada.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCIÓN TERCERA

Consejero ponente: DANIEL SUÁREZ HERNÁNDEZ


Santafé de Bogotá, D.C., octubre veinticuatro (24) de mil novecientos noventa y
seis (1996).

Radicación número: 11632

Actor: CONSORCIO SPIE BATIGNOLLES - CAMPENON BERNARD.

Demandado: EMPRESA DE ENERGÍA DE BOGOTÁ

Referencia: ANULACIÓN LAUDO ARBITRAL

Procede la Sala a decidir el recurso de anulación interpuesto contra el laudo


arbitral el 22 de diciembre de 1995 y el auto de 23 de enero de 1996, proferidos
por el Tribunal de Arbitramento constituido para dirimir las controversias surgidas
entre las sociedades consorciales Spie Batignolles - Campenon Bernard de una
parte, y la Empresa de Energía de Bogotá, de la otra, cuya parte resolutiva
determinó:

“Primero. Declárase que la Empresa de Energía de Bogotá no incumplió


el Contrato 3561 de 1981, celebrado el 17 de julio del mismo año entre la
Empresa y el Consorcio Spie Batignolles - Campenon Bernard, al
rechazar las peticiones relacionadas con los hechos de la demanda, por
concepto de sobrecostos incurridos en desarrollo del objeto del contrato.

“Segundo. Declárase probado que en la ejecución del contrato 3561 de


1981, celebrado entre la Empresa de Energía de Bogotá y el Consorcio
Spie Batignolle - Campenon Bernard, se produjo un sustancial
desequilibrio de la ecuación económicofinanciera con pérdidas
significativas para el Contratista.

“Tercero. Declárase probada la excepción de transacción propuesta por


la Empresa de Bogotá, sobre las siguientes pretensiones del numeral 2
del Capítulo V: Pretensiones. Declaraciones y condenas de la
demanda:

“3.1. Literal a) en el que se solicita condena «por concepto de mayores


costos por mayor volumen de concreto debido a sobreexcavaciones de
origen geológico en la construcción de la solera y del revestimiento en el
túnel superior de carga...» en aquella parte sobre la cual, el 30 de abril
de 1988, se conocía el diseño definitivo del revestimiento y de la solera.
El resto no está cubierto por la excepción.

“3.2. Literal d) (repetido) por el cual se solicita condena «por concepto


de mayores costos derivados del manejo de las aguas de infiltración de la
zona de la central...».

“3.3. Literal e) (repetido) por el cual se solicita condena «por concepto


de mayores costos en la ejecución de los concretos en la zona de la
central...», en aquella parte relacionada con sobrecostos originados en
razones de tipo geológico. La petición, en la parte fundamentada en la
magnitud y complejidad de los concretos no está cubierta por la
excepción probada.

“3.4. Literal f) por el cual se solicita condena «por concepto de mayores


costos de construcción del túnel de fuga. ...», en aquella porción de los
extracostos originados hasta el 30 de abril de 1988. Los reclamos por
extracostos de excavación del túnel de fuga posteriores a esa fecha, así
como los reclamos por mayores refuerzos del túnel ordenados y
ejecutados con posterioridad al Acta de Convenio 10, no están cubiertos
por la excepción.

“3.5. Literal g) por el cual solicita condena «por concepto de mayores


costos indirectos y gastos generales derivados de atrasos ocurridos en
distintos frentes...», en aquella parte causada por atrasos originales en
hechos anteriores al 30 de abril de 1988. A los extracostos causados por
hechos posteriores a esa fecha no les es aplicable la excepción.

“3.6. Literal h) por el cual se solicita condena «por concepto de mayores


costos derivados de mano de obra por cambios de turnos de trabajo y por
bonificación especial...», en aquella parte referente a bonificación a los
trabajadores, hasta de 40 días por trabajador y por año. La petición
fundamentada en cambio de turnos de trabajo y en aumento de la
bonificación de 40 a 55 días no está cubierta por la excepción.

“3.7. Literal i) por el cual se solicita condena «por concepto de mayores


costos derivados de la no representatividad de las fórmulas de reajuste
contractuales...», en aquellas partes relacionadas: 1º) Con obras
ejecutadas hasta el 31 de diciembre de 1983. 2º) Con el reajuste de la
suma de US$16.700.000, valor de la transacción de que trata el Acta de
Convenio 9. 3º) Con el reajuste de la suma de US$433.000.000, valor de
la transacción por sobrecostos contenida en el Acta de Convenio 10, y 4º
Con los reajustes correspondientes a facturas de pago de los Convenios
9 y 2, comprendidos dentro del Convenio Transaccional de Pagos de 7 de
febrero de 1990. La petición, en cuanto se refiere a ajustes de facturación
diferentes a los indicados no está cubierta por la excepción.

“3.8. Literal j) por el cual se solicita condena «por concepto de mayores


costos derivados del incumplimiento de la Empresa en el pago del
Convenio 9 y de la devaluación del dólar frente al franco francés...».

“3.9. Literal m) por el cual se solicita condena «por concepto de


reembolso de los impuestos sobre las importaciones del año de 1984...».

“3.10. Literal n) por el cual se solicita condena «por concepto de


reembolso de los impuestos pagados como consecuencia de cambios en
la legislación relativa a impuesto de Timbre, Impuesto de Industria y
Comercio y aportes al ICBF...», en aquella parte relacionada con
impuestos de Industria y Comercio e Impuesto de Timbre. Los reclamos
por sobrecostos debidos a aumento del porcentaje legal de
contribuciones al ICBF, no están cubiertos por la excepción.

“Cuarto. Decláranse no probadas las demás excepciones propuestas por


la Empresa de Energía de Bogotá.

“Quinto. Como consecuencia de la declaración contenida en el punto


segundo, condénase a la Empresa de Energía de Bogotá apagar al
Consorcio integrado por las sociedades Spie Batignolles y Campenon
Bernard, las siguientes sumas por los conceptos que se indican:

“5.1. (Literal a), numeral 2, Cap. V de la demanda) seiscientos ochenta y


tres millones ochenta y dos mil ciento noventa pesos moneda legal
colombiana ($683.082.190.000) y ochocientos ochenta y nueve mil ciento
veintidós dólares de los Estados Unidos de Norteamérica
(US$889.122.oo), por razón de mayores costos por mayor volumen de
concreto debido a sobre excavaciones en la construcción de la solera y
del revestimiento en el túnel superior de carga.

“5.2. (Literal c), numeral 2, Cap. V de la demanda) ciento diecisiete


millones ciento siete mil quinientos cincuenta pesos moneda legal
colombiana ($117.107.550.00) y ciento cincuenta y tres mil sesenta y seis
dólares de los Estados Unidos de Norteamé- rica
(US$153.066.oo) por concepto de mayores costos en la ejecución de las
zonas de solera y revestimiento reforzados en el túnel superior de carga.

“5.3. Literal e) Numeral 2, Cap. V de la demanda) ciento noventa


millones setecientos cuarenta y cinco mil seiscientos sesenta y ocho
pesos moneda legal colombiana ($190.745.668.00) y doscientos ochenta
y seis mil novecientos veintisiete dólares de los Estados Unidos de
Norteamérica (US$286.927.oo), por concepto de mayores costos en la
construcción del Pozo de la Almenara.

“5.4. (Literal e) repetido, numeral 2 Cap. V de la demanda) dos mil


setecientos dieciocho millones ciento siete mil cuatrocientos un pesos
moneda legal colombiana ($2.718.107.401.oo) y ciento treinta y seis mil
novecientos siete dólares de los Estados Unidos de Norteamérica
(US$136.907.oo), por concepto de mayores costos en la ejecución de los
concretos en la zona de la Central.

“5.5. (Literal f), numeral 2, Cap. V de la demanda) tres mil trescientos


cincuenta millones trescientos sesenta y siete mil trescientos setenta
pesos moneda legal colombiana ($3.350.367.370.00) y diez millones
trescientos treinta y seis mil cuatrocientos treinta y tres dólares de los
Estados Unidos de Norteamérica (US$10.336.433.00), por concepto de
mayores costos de construcción del Túnel de Fuga.

“5.6. (Literal g), numeral 2, Cap. V de la demanda) mil quinientos ocho


millones quinientos sesenta y un mil setecientos diecisiete pesos moneda
legal colombiana ($1.508.561.717.oo) y tres millones ocho mil cincuenta
y cuatro dólares de los Estados Unidos de Norteamérica
(US$3.008.054.oo), por concepto de mayores costos indirectos y gastos
generales, derivados de atrasos ocurridos en diferentes frentes.

“5.7. (Literal i), numeral 2, Cap. V de la demanda) nueve mil ochocientos


veintisiete millones setecientos mil novecientos noventa y nueve pesos
moneda legal colombiana ($9.827.700.999.oo) y tres millones seiscientos
noventa y siete mil trescientos setenta y cinco dólares de los Estados
Unidos de Norteamérica (US$3.697.375.oo), por concepto de menores
ingresos derivados de la no representatividad de las fórmulas de reajuste
contractuales.

“5.8. (Literal k), numeral 2, Cap. V de la demanda) ciento cuatro millones


novecientos ochenta y tres mil seiscientos treinta y dos pesos moneda
legal colombiana ($104.983.632.00) y dos millones quinientos ochenta y
nueve mil ochocientos treinta y tres dólares de los Estados Unidos de
Norteamérica (US$1.589.833.oo), por concepto de ingresos dejados de
recibir por causa de un error de transcripción en el texto del Acta de
Convenio 10.
“5.9. (Literal n), numeral 2, Cap. V de la demanda) ciento noventa y dos
millones quinientos catorce mil ochocientos sesenta y nueve pesos
moneda legal colombiana ($192.514.869.oo), por concepto de
contribuciones pagadas al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
(ICBF).
“5.10. (Literal ñ) numeral 2, Cap. V de la demanda) dos mil doscientos
cincuenta y siete millones novecientos ocho mil ciento cuarenta y cinco
pesos moneda legal colombiana ($2.257.908.145.00), por concepto de
costos financieros sobre los saldos resultantes de la liquidación de tarifas
de vehículos y buses, y

“5.11. (Literal o), numeral 2, Cap. V de la demanda) ciento treinta y dos


millones trescientos cuarenta y nueve mil seiscientos diecinueve pesos
moneda legal colombiana ($132.349.619.00) y setenta y seis mil
setecientos veintisiete dólares de los Estados Unidos de Norteamérica
(US$76.727.oo), por el extravío por parte de la Empresa de cuentas de
cobro presentadas oportunamente para su pago por el Consorcio.

“Sexto. La Empresa de Energía de Bogotá, en la liquidación final del


contrato 3561, no podrá descontar suma alguna por concepto de
reliquidación o revisión de facturas incluidas en la conciliación y
consolidación objeto del acuerdo Transaccional de Pagos de fecha 7 de
febrero de 1990, pero sí podrá deducirla parte del anticipo dado al
Consorcio Spie Batignolles - Campenon Bernard en desarrollo del Acta
de Convenio No. 9 que en la fecha de este laudo no se haya amortizado.

“Séptimo. Por las razones expuestas en la motivación de este laudo,


niéganse las demás peticiones de la demanda, presentadas por el
Consorcio integrado por las sociedades Spie Batignolles - Campenon
Bernard contra la Empresa de Energía de Bogotá.

“Octavo. La Empresa de Energía de Bogotá deberá dar cumplimiento al


presente laudo dentro del término de treinta (30) días contados a partir de
su comunicación, de conformidad con el artículo 176 del Código
Contencioso Administrativo.

“Noveno. Las cantidades líquidas reconocidas y ordenadas pagar en


este laudo, devengarán intereses comerciales durante los seis (6) meses
siguientes a su ejecutoria y moratorias después de este término, de
conformidad con el inciso final del artículo 177 del Código Contencioso
Administrativo.

“Décimo. Para los efectos legales, por la Secretaría comuníquese este


laudo al señor Procurador General de la Nación, mediante envío de copia
íntegra y auténtica.

“Décimo Primero. De conformidad con el artículo 173 del Código


Contencioso Administrativo y para su ejecución y cumplimiento,
comuníquese el presente laudo por la Secretaría al señor Gerente de la
Empresa de Bogotá, mediante el envío de copia íntegra y auténtica del
mismo.

“Décimo Segundo. Sin costas a cargo de las partes.

“Décimo Tercero. Protocolícese el expediente en una de las notarías del


Circuito de Santafé de Bogotá”.
Por solicitud del apoderado de la Empresa de Energía para que se
complementara y corrigieran algunos puntos del laudo arbitral objeto de
controversia, el Tribunal de Arbitramento dictó el auto visible a folios 143 a 145
del cuaderno No. 1, por medio del cual decidió:

“Primero. Aclárase el numeral sexto de la parte resolutiva del laudo (pág.


133) en el sentido de que el saldo del anticipo dado al Consorcio Spie
BatignoliesCampenon Bernard en desarrollo del Acta de Convenio No. 9,
no amortizado podrá deducirlo la Empresa de Energía de Bogotá
actualizando la cifra desde el día de terminación de los trabajos para los
cuales se le concedió el anticipo hasta la fecha del laudo, siguiendo la
metodología adoptada por el Tribunal en el Literal c) de la página 66 del
mismo, para las condenas en dólares de los Estados Unidos de
Norteamérica.

“El Tribunal considera que de no hacer esta aclaración la frase


correspondiente ofrecería verdadero motivo de duda.

Por consiguiente el numeral sexto de la parte resolutiva del laudo


quedará así:

«Sexto. La Empresa de Energía de Bogotá, en la liquidación final del


Contrato 3561, no podrá descontar suma alguna por concepto de
reliquidación o revisión de facturas incluidas en la conciliación y
consolidación objeto del acuerdo transaccional de pagos de fecha 7 de
febrero de 1990, pero sí podrá deducir la parte del anticipo dado al
Consorcio Spie Batignolles Campenon Bernard en desarrollo del Acta de
Convenio 9 que en la fecha de este laudo no se haya amortizado,
actualizando la cifra desde el día de terminación de los trabajos para los
cuales se concedió el anticipo hasta la fecha del laudo, siguiendo la
metodología adoptada por el Tribunal para las actualizaciones de las
condenas en dólares de los Estados Unidos de Norteamérica. (Literal c)
de la página 66 del laudo)».

“Segundo. Corríjase el error aritmético del numeral 5.11, (Literal o) del


punto quinto de la parte resolutiva del laudo, cometido al incluir en la
suma, sin razón para hacerlo, las cantidades básicas correspondientes a
las facturas Nos. 12924, 0633, 30297 y 30296. En consecuencia, el
Numeral 5.11 del punto quinto de la parte resolutiva del laudo (pág. 133)
quedará así:

“5.11. (Literal o) Numeral 2, Capítulo V de la demanda) ciento diez


millones setecientos ochenta y ocho mil setecientos pesos
($110.788.700.oo) y treinta y ocho mil setecientos treinta y cinco dólares
de los Estados Unidos de Norteamérica (US$38.735.00), por el extravío
por parte de la Empresa de cuentas de cobro presentadas oportunamente
para su pago por el Consorcio.

“Tercero. No se accede a la solicitud de corrección del Numeral 5.4


(Literal e) repetido) del punto quinto de la parte resolutiva del laudo, por
cuanto el Tribunal no encuentra el error aritmético alegado. Para calcular
esta condena, el laudo acogió las cifras precisas de sobrecosto en la
ejecución de concretos de la central dictaminadas por los peritos
ingenieros en su informe de julio 2895 (pág. 20), ratificadas
posteriormente por ellos en respuesta de diciembre 11 /95 (pág. 11), a las
preguntas del Tribunal; luego las llevó al baricentro con la fórmula de
ajuste del contrato y las actualizó a la fecha del laudo con la metodología
adoptada en el literal c) de la página 66 del mismo. En estas operaciones
no hay error aritmético alguno.

“Cuarto. No se accede a la solicitud de corrección del Numeral 5.5,


(Literal f) del punto quinto de la parte resolutiva del laudo, por cuanto el
Tribunal no encuentra el error aritmético alegado. Para calcular esta
condena, el laudo acogió la cifra en dólares de 1980 de mayores costos
de construcción del túnel de fuga dictaminada por los peritos ingenieros
en su informe de julio 28 /95 (pág. 24), ratificada posteriormente y
distribuida por ellos en dólares y pesos en respuesta de diciembre 11 /95
(pág. 13), a las preguntas del Tribunal; luego llevó estas cifras al
baricentro con la fórmula de ajuste del contrato y las actualizó a la fecha
del laudo con la metodología adoptada en el literal c) de la página 66 del
mismo. En estas operaciones no hay error aritmético alguno.

“Quinto. No se accede a la solicitud de corrección del numeral 5.1,


(Literal a) del punto quinto de la parte resolutiva del laudo, por cuanto el
Tribunal no encuentra el error aritmético alegado. Para calcular esta
condena, el Tribunal acogió las cifras de mayores costos por mayor
volumen de concreto debido a sobreexcavaciones en la construcción de
la solera y del revestimiento en el túnel superior de carga dictaminadas
por los peritos ingenieros en su informe de diciembre 11 /95 (pág. 20), en
respuesta a las preguntas del Tribunal; luego las llevó al baricentro con la
fórmula de ajuste del contrato y las actualizó a la fecha del laudo con la
metodología adoptada en el literal c) de la página 66 del mismo. En estas
operaciones no hay error aritmético alguno”.

EL RECURSO DE ANULACION

En escrito presentado el 18 de enero de 1996, ante el Presidente del


Tribunal de Arbitramento, el apoderado de la Empresa de Energía de Bogotá
interpuso recurso de anulación contra el laudo arbitral del 22 de diciembre de
1995, en los siguientes términos:

“Fundó el recurso en las siguientes causales de anulación:

“Causal 7 del artículo 38 del Decreto 2279 de 1989, reiterada en el


artículo 72, numeral 3º de la Ley 80 de 1993, consistente en contener la
parte resolutiva del laudo errores aritméticas y disposiciones
contradictorias.

“Causal 8 del artículo 38 del Decreto 2279 de 1989, reiterada en el


artículo 72, numeral 4º de la Ley 80 de 1993, consistente en haber
recaído el laudo sobre puntos no sujetos a la decisión de los Arbitros y
haberse concedido más de lo pedido”.

Al sustentar el recurso interpuesto, la apoderada sustituta de la parte


recurrente formuló una “Solicitud previa” para que el Consejero Sustanciador del
negocio “se declare impedido de seguir conociendo sobre el asunto sometido a su
juicio, en razón a consideraciones de carácter ético...”. Los cuestionamientos
formulados los dedujo del hecho de que el suscrito Consejero Ponente se
encuentra vinculado a la cátedra en la Universidad Externado de Colombia y que
con el doctor Fernando Hinestrosa Forero me ligan vínculos de amistad. Además,
adujo la aludida apoderada, que a quien elabora esta ponencia se lo había
postulado como uno de los árbitros para integrar el correspondiente tribunal.

La situación anterior fue puesta en conocimiento de los demás integrantes de


la Sección Tercera del Consejo de Estado por el Consejero Ponente y aquélla, en
proveído de 18 de julio de 1996 (fls. 251 a 262 c. 1), luego de analizar las
manifestaciones de la apoderada de la empresa recurrente y del Consejero
Sustanciador, decidió: “No separar del conocimiento de este proceso al Consejero
Daniel Suárez Hernández”.

SUSTENTACION DEL RECURSO

Para sustentar las razones de inconformidad con el laudo arbitral recurrido, la


apoderada de la Empresa de Energía de Bogotá, formuló los siguientes cargos:

Primer cargo.

Lo planteó en los siguientes términos:

“El tribunal profirió fallo condenatorio acogiendo la teoría de la


imprevisión consagrada en el literal f) de la cláusula vigésima séptima del
contrato, sin la prueba de la existencia de hechos nuevos, extraordinarios
y sobresalientes que, a juicio de la parte demandante, produjeron un
desequilibrio financiero del contrato”.

En desarrollo del cargo, afirma la impugnante que el Tribunal consideró como


esencial determinar la ruptura del equilibrio o ecuación financiera, sin tener en
cuenta la forma como se había causado, ni que “debía probarse igualmente la
existencia de hechos y circunstancias graves y extraordinarias, suficientes para
haber causado el desequilibrio...”, dado que para restablecer el equilibrio
económico ordinario, existía la cláusula séptima, complementada con diez
convenios sobre precios nuevos para así cubrir sobrecostos durante más de ocho
años, condiciones en las cuales no era viable tener como hechos notorios
cualquier acaecer del contrato para aplicar la teoría de la imprevisión, cuya
aplicación estaba condicionada a dos extremos: hechos imprevistos e
imprevisibles probados y su influencia para provocar el desequilibrio económico
del contrato.

Anota cómo para el Tribunal el desequilibrio parece demostrado con las


comprobaciones financieras y contables, no así las causas materiales
sobrevinientes de ese desequilibrio, ni su relación directa con la ejecución del
contrato 3561, menos aún la ausencia de culpa del Consorcio, el cual ha debido
formular el correspondiente reclamo administrativo, por cuanto las circunstancias
sobrevinientes e imprevistas tenían que aducirse y demostrarse dentro de los 15
días siguientes a su acontecimiento. Como así no se hizo, en lugar de tener tal
omisión como indicio grave de su inexistencia, en el laudo se disculpó al
Consorcio porque la cláusula vigésima novena no fue invocada por la Empresa en
el desarrollo del contrato, ni en la contestación o en la reforma de la demanda.

Señala la recurrente el hecho de que para la Empresa se tuvo como


extemporáneo el planteamiento de la existencia de la cláusula del plazo de los
reclamos en el alegato de conclusión, y para el Consorcio se tuvo como oportuno
el reclamo presentado con fundamento en la imprevisión el 7 de abril de 1994,
con posterioridad a la terminación del contrato.
Resalta que si bien la petición de variación del precio con fundamento en la
teoría de la imprevisión no se planteó en desarrollo del contrato, ni en la
demanda, y sólo al reformarla, se formuló, sin embargo, constituyó a pesar de
todo la base del fallo cuestionado. Sostiene que le era forzoso al Consorcio
demostrar la existencia de las circunstancias extraordinarias no previstas al licitar,
ni en el contrato, ni en los diez convenios celebrados para ajustar precios y pagar
sobrecostos. Insiste la cuestionante en la necesidad de probar las circunstancias
sobrevinientes e imprevisibles y su relación de causalidad con el rompimiento de
la ecuación económica financiera entre las partes. Esa falta de pruebas configura
un fallo en conciencia y no en derecho como correspondía al contrato
administrativo No. 3561 de julio de 1981, por disposición de la ley del contrato.
Respalda su posición con el criterio consignado en un laudo de 1º de abril de
1987, para dirimir conflicto entre dos esposos, en el cual se hace referencia a los
fallos en conciencia y en derecho.

Concluye la sustentación de este primer cargo, con la solicitud para que se


declare la anulación total del laudo cuestionado, por configurarse en él la causal
2ª del artículo 72 de la Ley 80 de 1993.

Segundo cargo.

Lo plantea en los siguientes términos:

“Los árbitros profirieron fallo condenatorio con base en pretensiones


contenidas en un escrito presentado en forma extemporánea, cuando
debían ceñirse a las reglas propias del proceso arbitral. De esta forma,
las pretensiones subsidiarias contenidas en escrito de 7 de abril de 1994,
no fundadas en los hechos de la demanda, eran improcedentes para
proferir condena con base en ellas”.

Considera que el Tribunal dio formalidad y alcance de reforma de la demanda


a un escrito que no podía surtir esos efectos por ser extemporáneo, separándose
así del trámite judicial previsto en el Decreto 2651 de 1991 y las normas del
Código de Procedimiento Civil que eran aplicables. Aduce que los árbitros no se
ciñeron al procedimiento y por eso acogieron pretensiones sustitutivas
abiertamente extemporáneas. Recuerda que el Decreto 2651 de 1991 ritualizó el
arbitramento, sometiendo la actuación respecto de la demanda, admisión,
traslado, contestación y reforma, al Código de Procedimiento Civil en sus artículos
75 a 96. Argumenta que erróneamente el Tribunal preterminó el marco jurídico
procesal por considerar que podía aplicar libremente el procedimiento, y por eso
la continua referencia a normas procedimentales civiles y administrativas
indistintamente utilizadas al analizar los requisitos, admisión y trámite de la
demanda.

Precisa que si la audiencia de conciliación era un acto procesal que limitaba


el término para reformar la demanda, sólo hasta el 25 de junio de 1993, cuando
se notificó por estado, podía intentarse alguna modificación de aquella (art. 89 C.
de P.C.), luego, para el 13 del mismo año, cuando se presentó el escrito para
aclarar y precisar puntos de la demanda, el 7 de abril de 1994, fue tardío, por
cuanto se trataba de una reforma de la misma, de acuerdo con el artículo 89 del
C. de P.C.

Afirma que la competencia de los árbitros en materia procesal es reglada y


cuestionada la manifestación arbitral de que en esta clase de trámites no hay
conciliación, cuando el decreto 2651 de 1991 sí la consagra. Agrega que la
conciliación procesalmente se presentó el 13 de julio de 1993, por tanto, el trámite
surtido después de la audiencia de conciliación para darle cabida a la reforma de
la demanda, resulta improcedente y violatorio de normas de orden público, razón
por la cual debe tenerse como inexistente al preterminar las reglas del debido
proceso.

Concluye que si el laudo se fundamentó en una reforma a la demanda, los


árbitros otorgaron más de lo pretendido inicialmente y, por consiguiente, se
incurrió en la nulidad total del laudo.

Tercer cargo.

Se formula de la siguiente manera:

“La competencia de los árbitros adquirida en virtud de una cláusula


contractual estaba circunscrita al contrato, de tal forma que la solicitud de
revisión total de éste, en virtud de la imprevisión, circunstancia
excepcional y extraordinaria nunca antes planteada, no podía tener
acogida con base en la cláusula trigésima octava, ni en los hechos
contractuales a que se refiere la demanda. Las decisiones tendientes a
suprimir, suspender, modificar o revocar las estipulaciones del contrato
para sustituirlas por otras diferentes, constituían un punto ajeno a la
consideración del tribunal”.

Para desarrollar este cargo, afirma que la competencia del Tribunal adquirida
con fundamento en la cláusula trigésima octava del contrato 3561 de julio de
1961, estaba determinada por el mismo contrato, sin poder los árbitros actuar por
fuera del marco jurídico de aquél, de tal forma que no podían desconocerlo, ni
dirimir conflictos con normas extracontractuales.

Considera que el escrito extemporáneo presentado por el apoderado del


Consorcio, equivocadamente asumido como reforma a la demanda, indujo al
Tribunal un error grave, por cuanto que sin cambiar los hechos solicitó la
aplicación de la teoría de la imprevisión que implicaba un desquiciamiento del
contrato hasta el punto de que lo pactado pierde vigencia y se debe acudir a
mecanismos extracontractuales de tal forma que los hechos, normas de derecho y
marco jurídico señalados en la demanda original, no se podían fallar con
elementos extracontractuales como lo hizo el Tribunal, dado que éste había sido
conformado por y para solucionar conflictos meramente contractuales surgidos
dentro de la convención. De ahí que, según la recurrente, fueron interpretadas y
parcialmente sustituidas en el laudo las cláusulas quinta, séptima y vigésima
novena del contrato y los adicionales, actas y convenios suscritos en su
desarrollo.

Estima cómo a pesar de que la cláusula quinta establecía el pago de los


costos por mayor cantidad de obra con base en los precios unitarios y globales
contractualmente pactados, según la cantidad de obra realmente ejecutada, cuya
compensación obligada cuando se presentara una disminución en la cantidad de
obra de más de 15% sobre la inicialmente prevista, en el laudo se le dio un
tratamiento regulatorio extracontractual basado en el dictamen pericial, en cuanto
se relaciona con las Zonas de Solera y revestimiento del Túnel Superior de
Carga.

Sostiene igualmente la impugnante que en referencia con la cláusula de


reajuste de precios, el laudo creó derecho contra lo contractualmente convenido.
Al respecto transcribe lo pertinente del laudo, en cuanto plantea que tal
pretensión ha de examinarse “a la luz de la ruptura de la ecuación financiera y no
de la literalidad del contrato”. Considera que en vigencia del contrato rige el
postulado de que sus estipulaciones son ley para las partes. “Y no les está
permitido a los árbitros en la órbita de sus facultades efectuar la invalidación de
sus cláusulas”. Por tanto, agrega, que la prolongación de una obra en el tiempo y
las dificultades que se presenten, son hechos ordinarios, riesgos asumidos por el
contratista, no constitutivos del desarreglo grave del contrato que autorizara a los
árbitros a la supresión de la cláusula séptima sobre reajuste de precios, por
considerar que los índices no correspondían a la realidad del contrato. Estima que
no podía el laudo interpretar las cláusulas del contrato para reemplazarlas,
cuando sobre su sentido o alcance no se presentaba ninguna controversia.

Cita apartes del laudo recaído en el caso de Domus Ltda. y la Caja de


Sueldos de la Policía Nacional, originalmente aportado por el apoderado del
Consorcio, en torno de la teoría del equilibrio financiero, para destacar que ésta
no sustituye al contrato y que no puede alegarse prescindiendo de las
estipulaciones contractuales, dado que se trata de un mecanismo jurídico que se
mueve dentro del marco del contrato para restablecer el equilibrio financiero
inicialmente tenido en cuenta por las partes contratantes. Aduce que el laudo
incurrió en error al suponer que la competencia del Tribunal le permitía disponer
sobre la inaplicabilidad e ineficiencia de la cláusula contractual sobre ajuste de
precios por mayores costos, con olvido de que la fórmula de ajuste, la mayor
cantidad de obra, la geología de los terrenos y sus condiciones, habían sido
planteados, estudiados y aceptados por el Consorcio, que luego llegó a pedir la
revisión total del contrato sobre la supuesta ocurrencia de una imprevisión no
demostrada. Sostiene que el mutuo consentimiento de las partes consignado en
los adicionales, actas y convenios, no lo podía sustituir ni interpretar el Tribunal,
para decir lo que nunca quisieron los contratantes durante la ejecución
contractual, dado que no se presentaron solicitudes de ajustes económicos
basados en la cláusula vigésima séptima, literal f), y los hechos fundamento de la
misma no existieron, ni se demostraron material ni jurídicamente.

No podía entonces el Tribunal, según la ocurrente, desbordar el marco


jurídico del contrato que lo facultaba para decidir las controversias originadas en
el mismo, entre las cuales, la revisión de las estipulaciones no fue objeto de
diferencia, como no lo fue la suspensión definitiva de sus cláusulas, en razón a
que el contratista asumió el riesgo inherente a esta clase de obra pública.

Como conclusión de este tercer cargo, considera configurada la causal 4ª. del
artículo 72 de la Ley 80 de 1993, por cuanto el laudo reformó las cláusulas quinta,
séptima y vigésima novena sin tener competencia para ello, razones por las
cuales pide la nulidad parcial del laudo y la modificación de sus considerandos en
cuanto se negó a aplicar la cláusula de reclamos por derogación tácita, y como
consecuencia, se tenga por caducado cualquier reclamo sobre imprevistos a que
alude la cláusula vigesimaséptima, literal f), y que se revoque el numeral segundo
de la resolutiva, en cuanto declaró que en la ejecución del contrato se produjo un
desequilibrio de la ecuación económica financiera con pérdidas para el
contratista.

Subsidiariamente solicitó modificar los numerales 5.1, literal a) y 5.7, literal i)


de la resolutiva del laudo, para absolver a la Empresa de las condenas impuestas.

Cuarto cargo.

Se formula así:
“El laudo en el capítulo 5º en los numerales 5.1 y 5.5 de la parte
resolutiva, incurrió en errores aritméticos que fueron solicitados
oportunamente en el escrito de complementaciones y correcciones
presentado por el doctor Germán Giraldo, el 18 de enero de 1996 y
negadas por el Tribunal por auto de 23 de enero siguiente. Es permisible,
por consiguiente, plantear en esta instancia la solicitud de corrección,
porque de mantenerse su constitución, además, estos errores aritméticos,
en puntos contradictorios en la parte considerativa y resolutiva del laudo”
(Sic).

En su desarrollo la recurrente anota que el Tribunal en las consideraciones


expresó que la solicitud de extracostos del Túnel de Fuga originados hasta el 30
de abril de 1989, fueron objeto de repetidos contratos de transacción y que, por
tal razón, hacía tal declaración en la resolutiva del laudo. Sobre la declaración de
costos de excavación del túnel, por causa de mayores refuerzos por hechos
posteriores al 30 de abril de 1988, no incluidos en el convenio 10, se condenaría
a la Empresa.

Sin embargo, anota la impugnante que los peritos indujeron al Tribunal en un


error aritmético, al establecer el atraso con base en adiciones reales en ejecución.
Al tomar hipotéticamente 645 días y no los 120 días que correspondieron al
atraso real, teniendo en cuenta que si para el bombeo que era simultáneo a la
excavación del túnel se invirtieron 120 días adicionales (el atraso), ese mismo
lapso debía tomarse para la excavación, más no los días teóricamente calculados
por los expertos, basados en rendimientos hipotéticos.

De otra parte, dentro del mismo cargo alude al mayor costo por volumen de
concreto debido a sobre excavaciones en la construcción de la solera y
revestimiento del túnel Superior de Carga.

Afirma que en las consideraciones del laudo se reconoció que el contratista


había colocado mayor volumen de concreto del previsible, por las condiciones
geológicas en el túnel y las soleras, conceptos considerados y transigidos en el
convenio 10, en la parte del diseño definitivo del revestimiento y de la solera
conocido, a la fecha de dicho convenio 10, para condenar sólo en la parte
diseñada después del 30 de abril de 1988. El Tribunal, con base en el dictamen
pericial y en el Capítulo V, numeral 5.1 a), de la resolutiva, condenó al pago de
$683.082.190 y US$889.122, sin tomar en consideración que el revestimiento
construido fue el mismo previsto en el programa del Convenio 10, según lo
deduce de la aclaración pericial contenida en el cuadro comparativo de
revestimiento ejecutado y programado, cuyos datos aporta la recurrente, de los
cuales deduce: que los revestimientos en el túnel superior de carga, con diseño
definitivo a abril de 1988, con programas de trabajo en el Convenio 10, se
ejecutaron en cumplimiento de dicho Convenio 10; que no se hicieron
revestimiento en el túnel superior de carga, adicionales a los programados en el
Convenio 10; que los revestimientos fueron contemplados como sobrecostos en el
Convenio 10 y que el Tribunal los tuvo como transigidos entre las partes y, por
último, que no quedó por fuera de la longitud de revestimiento conocida al 30 de
abril de 1988, ningún tramo adicional, razones por las cuales no podían
establecerse en la experticia y menos condenarse a su pago, a pesar de lo cual
se impuso la cancelación de los valores anteriormente relacionados a cargo de la
Empresa de Energía de Bogotá.

A manera de conclusión, precisa la recurrente, que con respecto al mayor


costo por la construcción del túnel de fuga, se debe modificar el punto 5.5, literal
f), del laudo, para corregirlo, en el sentido de reducir la condena de
$3.350.367.370 y US$10.336.483 a un valor real de $903.469.853 y US$
2.787.352; y para revocarlo en el punto 5.1, literal a), que condenó por valor de
$683.082.190 y US$889.122, por razón de mayores costos.

Pidió la recurrente en el mismo escrito de sustentación la práctica de un


dictamen pericial sobre los hechos fundamento de los cargos, así como la
celebración de audiencia pública.

Con posterioridad a la sustentación, en escrito visible a folios 245 a 247, la


recurrente solicita “un pronunciamiento expreso sobre los numerales octavo y
noveno de la parte resolutiva del laudo mediante los cuales, de conformidad con
lo previsto en los artículos 176 y 177 del Código Contencioso Administrativo, se
dispuso dar cumplimiento a la sentencia arbitral dentro de los 30 días contados a
partir de la fecha de su comunicación y reconocer intereses comerciales durante
los 6 meses siguientes a su ejecutoria y moratorios después de este término”.

Considera que esta parte del laudo contraría el artículo 40 del Decreto 2279
de 1989, que ordena que las condenas a cargo de la partes deben hacerse con
arreglo a lo previsto para los procesos civiles y es la justicia ordinaria la que
conoce de la ejecutoria del laudo. Señala que en el laudo equivocadamente se
dio un tratamiento propio de las sentencias ante la jurisdicción contenciosa
administrativa y de ahí la imposición de intereses moratorios después de seis
meses, cuando el sentido y alcance de una sentencia de esta jurisdicción es
diferente de la sentencia arbitral, y para cada una se aplican normas especiales:
para aquélla, los artículos 176 y 177 del C.C.A., y para ésta el Decreto 2279 de
1989 que remite al proceso civil.

REPLICA DEL CONSORCIO SPIE BATIGNOLLES - CAMPENON BERNARD.

En escrito visible a los folios 195 a 223, el señor apoderado del Consorcio, en
primer término rechazó por “insidiosas y aleves” las insinuaciones de la recurrente
formuladas contra el Consejero Ponente.

Con relación a los cargos de anulación expresó:

El cargo por haber fallado en conciencia y no en derecho considera que


resulta extemporáneo y por lo mismo impertinente dado que al interponerse el
recurso no se aludió a esta causal. Argumentó así mismo que la causal invocada
debía enunciarse en su totalidad, dado que “la circunstancia de haberse fallado
en conciencia debiendo ser en derecho”, exige también “que aparezca manifiesta
en el laudo”. De otra parte, anota el abuso que se da de esta causal, la cual no
puede utilizarse como pretexto para que la jurisdicción ordinaria o la
administrativa revisen la sentencia y la modifiquen a su voluntad. Estima que el
laudo es una pieza jurídica sólida que por sí sola se sustenta, frente a la cual
puede existir desacuerdo, pero no por ello se le puede endilgar haberlo dictado
en conciencia y no en derecho, sólo porque su evaluación probatoria fue adversa
a la recurrente. Resalta las circunstancias graves que generaron el desequilibrio
económico, como la diferencia de condiciones geológicas halladas y las indicadas
para la licitación, con sus proyecciones en el Túnel de fuga, rendimientos de
excavación y tiempo de construcción. Igual sucedió con las fórmulas de ajuste
diseñadas para un plazo de cinco años y que operaron a diez años. Se pasó de
25 horas hombre por metro cúbico de concreto a 65 horas hombre, hechos que
fueron probatoriamente establecidos pericialmente en la experticia examinada por
los árbitros, en todos sus aspectos. Alude también el apoderado del Consorcio
Vianini Entre Canales, contra el laudo absolutorio dictado por el Tribunal de
Arbitramento convocado contra la Empresa de Energía de Bogotá. Relaciona así
mismo varias providencias acerca de la naturaleza del recurso de anulación,
proferida por el Tribunal Superior de Bogotá (28 de noviembre de 1977), del
Consejo de Estado (24 de mayo de 1991), de la Corte Suprema de Justicia
-Casación Civil (13 de junio de 1990) y del Tribunal Superior del Distrito de
Bogotá (3 de junio de 1994).

Con referencia al segundo cargo, según el cual los árbitros concedieorn más
de lo pedido en la demanda inicial, señala el apoderado del Consorcio, que la
recurrente no precisó la causal invocada y, además, se refiere, transcribiéndolas,
a las peticiones formuladas, así como a la aclaración de algunos puntos de la
demanda, para puntualizar los antecedentes, razón de ser y finalidad del
arbitramento, bajo el rubro de “Las cuestiones básicas” y precisar la “Pretensión
subsidiaria de la primera principal”. Tal escrito lo tuvo el Tribunal como reforma
de la demanda, hecha oportunamente. La Empresa contestó esa reforma
pronunciándose sobre las “cuestiones básicas”, oponiéndose a la pretensión
subsidiaria. La Empresa trató de recurrir el admisorio de la demanda pero al
fracasar, solicitó entonces que el Tribunal se declarara incompetente para conocer
de la súplica subsidiaria. El Tribunal por auto de 19 de mayo de 1984 declaró ser
competente para conocer de la demanda y su reforma, y mantuvo ese criterio al
decidir la reposición formulada por la Empresa.

Aduce igualmente el apoderado del Consorcio el contenido del artículo 4º del


C. de P.C., conforme al cual el entendimiento y aplicación de las normas de
trámite deben someterse a su razón de ser y a su propia función, para evitar que
el procedimiento se convierte en valor en sí y supremo, con sacrificio del derecho
sustancial y la justicia.

Estima que la recurrente pretende hacerle decir a las normas cosas


contrarias a su texto y espíritu, para con citas menores, convertir el Arbitramento
en una disputa procesalista. Aduce que las pretensiones subsidiarias de las dos
piezas son las mismas, así como los hechos sustentatorios.

Con respecto al tercer cargo de “Haber recaído el laudo sobre puntos no


sujetos a decisión arbitral”, considera el Consorcio que sus pretensiones y el
fundamento fáctico de las mismas están bajo el ámbito de la cláusula
compromisoria. Nada de lo sometido al Tribunal de Arbitramento está excluido por
el juego de las cláusulas 38 y 30. No acepta que para sustentar su inconformidad
se acuse al Tribunal de resolver materias extrañas al compromiso y que repita
tesis y argumentos ya desestimados, tales como una caducidad planteada a
escondidas, con el fin de sorprender a última hora a la contraparte y al Tribunal.
Afirma que el reproche de la recurrente proviene de haber encontrado la
demostración del desequilibrio y que hubiera aplicado el derecho para reconocer
el reajuste correspondiente al Consorcio. Encuentra también incoherente la
acusación y afirma que la misma es infundada frente a la aplicación del contrato y
la ley, cuya inaplicación pretende la demandada.

En cuanto se refiere al cuarto cargo, por “Contener la parte resolutiva del


laudo errores aritméticos”, afirma el Consorcio que bajo la forma de cargo para
anulación del laudo, la Empresa vuelve a plantear supuestos errores ya
examinados. Con referencia a los mayores costos del Túnel de Fuga, calculados
pericialmente en US$12.537.005, no fueron cuestionados, ni se solicitó su
aclaración o complementación, por parte de la Empresa. Así mismo anota que
contra lo expresado por la recurrente, el atraso que soportó el Consorcio fue
mayor de los 120 días indicados por la Empresa y que los 445 días estimados por
los peritos. Sostiene que el mayor plazo de ejecución de la excavación del Túnel
de Fuga fue calculado pericialmente en 645 días (200 días antes del 30 de abril
de 1988 y 445 días después) y no los 120 días indicados por la Empresa. Deduce
de lo anterior, el apoderado del Consorcio, que no se presenta error aritmético, ni
en el dictamen, ni en el laudo, especialmente en su resolutiva.

Con referencia a los mayores costos por volumen de concreto debido a


sobreexcavaciones en la construcción de la Solera y revestimiento del túnel
superior de carga, anota el procurador judicial del Consorcio cómo el Tribunal sólo
reconoció los sobrecostos por tramos que para el 30 de abril de 1988 no tenían
diseño definido de revestimiento y solera. Ante la manifestación de la Empresa
sobre la equivocación de los peritos y los árbitros porque el diseño final del tramo
K8 + 800 a K13+277 resultó sensiblemente igual al conocido al momento del
Convenio 10, esa similitud, observa, no le quita el carácter preliminar que en ese
momento tenía el tramo indicado.

Al referirse a la extemporaneidad del recurso de anulación resalta que éste


fue interpuesto prematuramente por cuanto al hacerlo, el Tribunal no se había
pronunciado definitivamente sobre la condena, a que la Empresa había solicitado
aclaración y corrección de algunos errores aritméticos.

Acerca de la solicitud de dictamen y de audiencia, consideró que no había


lugar a ellos.

CONSIDERACIONES DE LA SALA

Precisa la Sala en primer término su competencia para conocer y decidir el


recurso de anulación propuesto, conforme a lo previsto en los artículos 128,
ordinal 12 del Decreto 01 de 1984, subrogado por el artículo 20 del Decreto 2304
de 1989, Ley 23 de 1991, Decreto 2651 de 1991 y Ley 80 de 1993.

Con miras a desatar el recurso de anulación, la Sala seguirá el siguiente


derrotero:

I. Precisiones sobre la naturaleza jurídica del recurso extraordinario de


anulación de laudos arbitrales.

II. Los antecedentes fácticos que originaron la controversia.

III. Análisis de cada uno de los cargos formulados por la recurrente, la réplica
del Consorcio y las resoluciones tomadas por el Tribunal de Arbitramento.

IV. Conclusiones y fallo definitivo.

I. Naturaleza jurídica del recurso de anulación de laudos arbitrales.

Dado que en anteriores pronunciamientos la Sala ha tenido oportunidad de


precisar su criterio sobre el particular, entre otras, en providencias de 15 de mayo
de 1992, expediente No. 5326, anulación del Laudo Arbitral de Carbones de
Colombia S.A. Carbocol contra Consorcio Domi Prodeco Auxini; y del 12 de
noviembre de 1993, expediente No. 7809, anulación del Laudo Arbitral Consorcio
Impregilo S.P.A. - Estruco S.A., contra la Empresa de Acueducto y Alcantarillado
de Bogotá, ambos con ponencia de quien elabora la presente, se reiteran en esta
oportundiad los planteamientos plasmados en tales providencias, en los
siguientes términos:

“a) El recurso de anulación de laudos ataca la decisión arbitral por


errores in procedendo en que haya podido incurrir el Tribunal de
Arbitramento y excluye de su órbita los errores in judicando, lo cual
implica que no puede impugnarse el laudo en cuanto a cuestiones de
mérito. Por ello carecen de técnica los cargos formulados contra un
laudo, que tiendan a establecer si el Tribunal arbitral obró o no conforme
al derecho sustancial al resolver sobre las pretensiones propuestas.

“b) A través de los cargos que se formulen contra el laudo, dentro de los
precisos, y estrictos límites que imponían las taxativas causales del
recurso, previstas por el derogado artículo 672 del C. de P.C., y hoy por
el artículo 38 del Decreto 2279 de 1989, ha de pretenderse la información
del Laudo (judicium rescindens), sin que la decisión que adopte el juez
del recurso pueda reemplazar o sustituir la que pronunció el Tribunal de
Arbitramento (judicium rescisorium), como acontece, por ejemplo, con el
recurso de apelación. Se exceptúa de lo anterior, como lo anota Morales
Molina, la causal 9ª, del derogado artículo 672 del C. de P.C., hoy
causales de los numerales 7 a 9 del artículo 38 del Decreto 2279 de
1988, en cuyo caso incumbe al juez de la anulación salvar las
contradicciones o colmar la laguna dejada por el Tribunal de Arbitramento
(cfr. Hernando Morales: «Estudios de Derecho» Ediciones Rosaristas,
Bogotá, 1982. P. 237). De ahí que el penúltimo inciso del artículo 672
citado hubiera previsto que en caso de hallar próspera una de las
causales 1ª a 6ª se debería decretar «La nulidad de lo actuado»; en tanto
que si encontrare fundada una de las causales 7ª a 9ª; ambas inclusive,
«se corregirá o adicionará» el laudo arbitral. Eso mismo prescribe el
artículo 40, inciso segundo del Decreto 2279 de 1989, que hoy rige la
materia al establecer que «cuando prospere cualquiera de las causales
señaladas en los numerales 1, 2, 3, 4, 5 y 6 del artículo 38 de este
Decreto, declarará la nulidad del laudo. En los demás casos se corregirá
o adicionará».

“c) Los poderes del juez del recurso de anulación están limitados por el
llamado «principio dispositivo», conforme al cual es el recurrente quien
delimita, con la formulación y sustentación del recurso, el objeto que con
él se persigue y ello, obviamente, dentro de las precisas causales que la
ley consagra. No debe olvidarse, a este propósito, que el recurso de
anulación de que se trata procede contra laudos arbitrales debidamente
ejecutoriados (C.P.C.. 672, inc. 1º, reemplazado por el artículo 37 del
Decreto 2279 de 1989), lo cual envuelve una excepción legal al principio
de la intangibilidad de las decisiones firmes pasadas con fuerza
ejecutoria. Tal excepcionalidd es pues, a la vez, fundamento y límite de
los poderes del juez de la anulación para enmarcar rígidamente al
susodicho recurso extraordinario dentro del concepto de lo
eminentemente «rogado».

”Por las anteriores características, el laudo arbitral, una vez cobra


ejecutoria adquiere fuerza ejecutiva y la interposición del recurso de
anulación, por ser de naturaleza extraordinaria, no impide la efectividad o
ejecución de lo decretado por la decisión arbitral, no solamente en cuanto
a sus aspectos principales sino de igual manera con respecto a sus
accesorios o intereses correspondientes”.

II. Antecedentes fácticos que originaron la controversia.

Se relatan en el Laudo Arbitral recurrido los siguientes:

“El 14 de julio de 1981 se suscribió el contrato 3561 entre la Empresa de


Energía Eléctrica de Bogotá y el Consorcio Spie BatignollesCampenon
Bernard, «para la construcción de las obras objeto de la licitación G011
construcción de la conducción central subterránea del proyecto
hidroeléctrico del Guavio», cuyo objeto específico se señaló en su
cláusula primera al describir la realización de 33 obras civiles principales,
así como «todas las obras accesorias y trabajos complementarios para
ejecutar completamente, de acuerdo con los planos y demás documentos
del contrato, las obras antes enumeradas».

“Se celebraron seis contratos adicionales —el 18 de julio de 1987, el 22


de agosto de 1989, el 9 de febrero de 1990, 18 de abril de 1991, 23
de diciembre de 1991, y 6 de febrero de 1992—, los cuales tuvieron
por objeto la variación del valor del contrato original así como el plazo del
mismo.

“Las partes suscribieron diez convenios mediante los cuales alcanzaron


acuerdos sobre las diversas vicisitudes contractuales que se presentaron
durante la ejecución del contrato original, y dieron lugar a su turno, en
algunas ocasiones, a Actas de Aplicación de los mismos.

“El Convenio 1, del 14 de octubre de 1981


El Convenio 2, del 26 de mayo de 1983
El Convenio 3, del 7 de junio de 1983
El Convenio 4, del 11 de septiembre de 1983
El Convenio 5, del diciembre de 1993 (sic)
El Convenio 6, del diciembre de 1983 (sic)
El Convenio 7, del 9 de abril de 1984
El Convenio 8, del 31 de agosto de 1984
El Convenio 9, del 29 de julio de 1985
El Convenio 10, del 30 de mayo de 1988
“Se suscribieron también el «Acta de Convenio sobre la línea 115 KVA y
la adquisición de predios», el «Convenio Transaccional de Pagos
facturación Convenio 9, Convenio 2 y costos de importación» (febrero 7
de 1990), y el «Convenio Transaccional sobre tasas de interés aplicables
a la facturación Convenio 10».

“En febrero de 1990 el contratista presentó a consideración de la


Empresa una reclamación, la cual fue desestimada por ésta mediante las
comunicaciones # 535148 de 10 de octubre de 1990 y # 547672 de 26
de diciembre de 1990 en la que reconoció la suma de US$1.300.000.oo
por todo concepto.

“El 6 de febrero de 1992 las partes suscribieron el —último certificado de


aceptación y recibo de la obra— y consignaron como fecha de
terminación de la obra el día 14 de enero de 1991”.

III. Análisis de los cargos formulados.

Sea lo primero advertir que la Sala se ocupará de analizar únicamente los


cargos relacionados por el apoderado recurrente en el escrito respectivo, es decir,
en aquel mediante el cual interpuso el recurso de anulación (fl. 149). Por
consiguiente, los pronunciamientos de la Sala se circunscribirán, según querer
del recurrente a la causal 7ª del artículo 38 del Decreto 2279 de 1989,
reproducida en el artículo 72, ordinal 3º de la Ley 80 de 1993, y causal 8ª del
artículo 38 del Decreto 2279 de 1989, reiterada en el ordinal 4º del citado artículo
72 de la Ley 80 de 1993, en cuanto que por las primeras se aduce que la
resolutiva del laudo contenga “errores aritméticos y disposiciones contradictorias”,
mientras que por las segundas lo será por “haber recaído el laudo sobre puntos
no sujetos a la decisión de los Arbitros y haberse concedido más de lo pedido”.

Ahora bien, de la lectura del escrito contentivo de la sustentación del recurso


de anulación, la Sala encuentra formulados cargos que son ajenos o extraños a
las causales relacionadas al interponer inicialmente el recurso.

En efecto:

1. El primer cargo: “Se falló en conciencia cuando ha debido fallarse en


derecho”, no corresponde a ninguna de las causales inicialmente relacionadas
por el apoderado de la parte impugnante. Por el contrario, este cargo hace
alusión a una causal legalmente consagrada en el numeral 6 del artículo 38 del
Decreto 2279 de 1989, reiterada en el ordinal 2º del artículo 72 de la Ley 80 de
1993, causal ésta última no relacionada al interponerse el recurso y frente a la
cual el Tribunal mal podía, dado el desconocimiento de la inconformidad que la
impugnante mantenía sobre el particular, conceda el recurso de anulación.
En tales condiciones estima la Sala que no hay lugar a pronunciamiento
alguno relacionado con el cargo comentado. Se recuerda que el recurso de
anulación es esencialmente formalista y que por la misma razón no puede
ocuparse sino exclusivamente de las causales expresa y oportunamente
invocadas. Como en el sub judice el primer cargo corresponde a una causal no
relacionada al interponer el recurso, ni conocida por el Tribunal de Arbitramento al
concederlo, se impone concluir que dicho cargo resulta absolutamente inoperante
y, por consiguiente, carece de prosperidad.
2. El segundo de los cargos sustentados consiste en que “Los árbitros
concedieron más de lo pedido en la demanda inicial”. Aduce la impugnante que el
fallo condenatorio se basó en pretensiones subsidiarias contenidas en un escrito
presentado en forma extemporánea y no fundado en los hechos de la demanda,
de donde concluye que eran improcedentes para dictar condena.

Conviene entonces establecer lo relacionado con la oportunidad de la


presentación del escrito de reforma de la demanda. Sobre el particular se deben
hacer las siguientes precisiones:

— La demanda se presentó el 18 de diciembre de 1992 ante el Centro de


Arbitraje y conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá.

— El 21 de diciembre de 1992 el Centro de Arbitraje y Conciliación de la


Cámara de Comercio de Bogotá admitió la solicitud de convocatoria de Tribunal
de Arbitramento. El 29 de marzo de 1993 la Empresa de Energía de Bogotá
contestó la demanda.

— El 13 de julio de 1993 se llevó a cabo la audiencia de conciliación bajo la


orientación de la directora del Centro de Conciliación. Suspendida a solicitud de
las partes, se continuó el 27 de julio de 1993, para concluir en la imposibilidad de
lograr un acuerdo que pusiera fin a sus diferencias, razón por la cual decidieron
proseguir con el trámite legal.

— El 7 de abril de 1994 se instaló el Tribunal de Arbitramento.

— En la misma fecha el apoderado del Consorcio presentó un escrito para


“aclarar y precisar algunos puntos de la demanda propuesta en diciembre de
1992...”. Con tal finalidad se refirió, primero a las denominadas por él “Cuestiones
Básicas” y, segundo, precisó la “Pretensión subsidiaria de la primera principal,
así:
En subsidio, de las súplicas principales, pido:

“1º. Declarar que, por cuanto en la ejecución del contrato No. 3561 de
1981, celebrado entre la Empresa de Energía de Bogotá y el Consorcio
Spie BatignollesCampenon Bernard, se presentaron hechos y
circunstancias imprevistos e imprevisibles por parte de éste y del todo
ajenos a él, que determinaron que las otras se ejecutaran en condiciones
diferentes, considerablemente más difíciles y onerosas para el
Contratista que las prevenidas en los pliegos y en los diseños de la
licitación, que, a su turno, implicaron mayores costos y la ejecución de
mayor cantidad de obra así como una prolongación del tiempo de los
trabajos, que desquició la fórmula de reajuste, todo lo cual desembocó en
un desequilibrio profundo de la ecuación económico financiera del
contrato y en pérdidas exorbitantes para el Contratista, la Empresa, en
cumplimiento de dicho contrato y sus adiciones, y de las disposiciones de
ley, debe reconocer y pagar al Consorcio el valor de los reclamos
relacionados en la demanda, que éste le formuló por concepto de
sobrecostos en que incurrió en la ejecución de la obra.

“2º. Que en consecuencia se pronuncien en contra de la Empresa y a


favor del Consorcio las condenas impetradas en los apartados a) a o) de
la súplica 2ª principal, y en las súplicas 3ª a 5ª de la serie de peticiones
principales“.

— Por último, precisó y aclaró algunos rubros de la solicitud de pruebas


documentales, testimoniales y pericial.

Respalda el segundo cargo examinado la recurrente, manifestando que la


“audiencia de conciliación, era un acto procesal, que marcaba el plazo para
reformar la demanda...”. Por tanto, al decretarse por auto del 23 de junio de 1993,
notificado por estado el 25 de junio siguiente, “...cualquier modificación o reforma
de la demanda, sólo era jurídicamente viable antes de esta fecha, después del 25
de junio procesalmente no se podía efectuar modificación alguna (artículo 89 C.
de P.C.)”.

No comparte la Sala el criterio de la censura por cuanto encuentra


suficientemente razonable la motivación de los árbitros al asumir competencia
para conocer de la reforma de la demanda. En verdad, si se tiene en cuenta que
el proceso arbitral aunque de conocimiento, tiene regulación específica, dentro
del cual no se propusieron excepciones previas, ni resulta procedente la
audiencia general de conciliación, saneamiento, decisión de excepciones previas
y fijación del litigio, consagrados en el artículo 101 del C. de P.C., propia de la
jurisdicción ordinaria. En el proceso que se ventila ante dicha jurisdicción, el
plazo para reformar la demanda llega hasta “antes de notificarse el auto que
decrete pruebas dentro del proceso”, al tenor del numeral 1 del artículo 89 del C.
de P.C. En el sub judice el proveído que decretó pruebas dentro del trámite
arbitral tiene fecha 19 de mayo de 1994, esto es, que claramente tal providencia
resulta posterior a la presentación, de la solicitud reformatoria de la demanda y,
por consiguiente, ésta es oportuna.

Incurre la recurrente en evidente error de apreciación cuando parece asimilar


la conciliación prevista en el artículo 101 ya citado, con la diligencia de
conciliación surtida ante el Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de
Comercio de Bogotá. No obstante tener una y otra como finalidad conseguir un
acuerdo amistoso para solucionar las diferencias surgidas entre las partes
opositoras, el procedimiento no puede ser exactamente el mismo, ni los árbitros y
los jueces proceder de igual manera, como tampoco lo son la organización,
operación, remuneración y desarrollo procesal de cada actuación. Precisamente,
esas disimilitudes dan lugar a un tratamiento jurídico procesal diferente, no
obstante la remisión que se hace del proceso arbitral a algunas disposiciones del
procedimiento civil. Por tales razones resulta inadmisible la sustentación del
cargo en cuanto pretende igualar la audiencia inicial de conciliación efectuada en
el Centro de Arbitraje y Conciliación, a que alude el artículo 16 del Decreto 2651
de 1991, con la prevista en el artículo 101 del C. de P.C., para inferir, entonces,
que a la presentación de la reforma de la demanda, “El trámite conciliatorio...” se
había agotado procesalmente, antes de la conformación del Tribunal”.

En las condiciones anteriormente relacionadas concluye la Sala que no


resultó extemporánea la presentación del escrito de reforma de la demanda y que,
por consiguiente, no puede afirmarse, con razón, que los árbitros concedieron
más de lo pedido en la demanda inicial si se tiene en cuenta, además, que de
esta última, en definitiva, hace parte la reforma propuesta y aceptada por el
fallador.

Consecuente con lo expresado estima la Sala que no prospera el cargo


examinado.

3. El cargo tercero lo hace consistir la recurrente en “Haber recaído el laudo


sobre puntos no sujetos a decisión arbitral”. Así lo deduce al considerar que la
competencia arbitral estaba circunscrita al contrato, el cual no resultaba revisable
en virtud de la imprevisión que nunca había sido planteada y que no podía
acogerse ni con base en la cláusula 38, ni en los hechos contractuales referidos
en la demanda, por cuanto la supresión, suspensión, modificación o revocación
de las estipulaciones contractuales, para sustituirlas por otras, eran puntos ajenos
a la consideración del Tribunal. Considera, además, que no podía el fallador
decidir con normas extracontractuales para dejar de aplicar la cláusula contractual
contentiva de la fórmula de ajuste de precios.

Conviene anotar cómo la figura del equilibrio financiero del contrato no ha


sido extraña ni a nuestra jurisdicción, ni a nuestra jurisprudencia. Sin duda
alguna las partes al contratar son conocedoras del beneficio resultante del
contrato: conseguir los fines esenciales del Estado, para la entidad pública
contratante; la obtención de un provecho económico, para el contratista. Dentro
de este marco habrá, pues, de moverse la regulación financiera del contrato y con
miras a mantener su equilibrio económico, se ha de procurar la protección de las
partes, y especialmente para el caso del contratista como colaborador que es del
Estado, se deben tomar las medidas necesarias para lograr dicho mantenimiento,
de tal forma que pueda conservar el beneficio económico que lo llevó a contratar.
Tal ha sido la voluntad del legislador y paulatinamente ha contemplado la figura
del equilibrio financiero del contrato, en las leyes 4º de 1964 y 36 de 1966,
pasado por los decretos 1670 de 1967 y 150 de 1976, hasta llegar al anterior
estatuto contractual, el Decreto 222 de 1983 y, por último, plasmarlo
específicamente en la Ley 80 de 1993, entre otras, en el artículo 4º, ordinal 3º al
referirse a la consecución de los fines estatales; en el artículo 5º ordinal 1º, al
hacer mención de los derechos del contratista; en el artículo 28, en relación con la
interpretación de las reglas contractuales y en el artículo 50, referente a la
responsabilidad contractual de las entidades estatales.
La ecuación financiera del contrato es una figura de imperativo legal, que se
aplica con independencia de que las partes la hubieren pactado o no. En otros
términos la Sala reitera que es el propio legislador quien fija reglas tendientes a
procurar el mantenimiento del equilibrio financiero del contrato conmutativo
cuando éste se rompa en aquellos casos no imputables al contratista, por
distintas circunstancias. Frente al mandato legal, mal podría el juez de dicho
contrato desconocer, sin razón, tales preceptos normativos.
Tiene entonces, suficiente sustento, en legislación y jurisprudencia, el
concepto del equilibrio financiero del contrato y, por consiguiente, no podía
resultar extraño para el Tribunal de Arbitramento la aplicación de dicha figura,
bajo la óptica fundamental de que el Estado pudiera cumplir con los fines
previstos y que el consorcio contratista, a su vez, por no tener obligación legal ni
contractual de trabajar a pérdida, lograra obtener el lucro inherente y previsto
para su actividad.
Ahora bien, los planteamientos de la censura para sostener que el concepto
del equilibrio financiero, no era objeto del pronunciamiento arbitral, sino ajeno a
sus consideraciones, resulta contrario a lo expresado por la Sala en los párrafos
anteriores. Si el fallador encontraba rota o alterada la ecuación financiera del
contrato por causas imprevistas y de especial consideración, ajenas al contratista,
le correspondía acudir a dicha figura, no sólo por mandato legal, sino por
motivaciones de justicia y equidad inherentes al equilibrio financiero contractual.
Pero, observa la Sala, que la figura analizada no resultaba extraña al contrato
3561, objeto de la presente controversia. En efecto:
La cláusula vigesimaséptima del contrato, referente a “Situaciones materiales
imprevistas, daños o retardos debidos a fuerza mayor”, en el ordinal f) estipuló:
“La Empresa consideraría las consecuencias financieras
correspondientes a un trastorno económico susceptible de modificar
sustancialmente la economía del contrato, siempre y cuando se entienda
como trastornos económicos aquellos que produzcan un sustancial
desequilibrio financiero del contrato en los términos y condiciones de la
teoría de la imprevisión y de los hechos de la administración, tal como
ellos se configuran dentro de la jurisprudencia y doctrina del derecho
administrativo”.

Sin duda que frente al contenido de la estipulación transcrita bien podía el


Tribunal aplicar en su fallo el principio del equilibrio financiero sin que por ello
pueda sostenerse que el punto, como integrante que era del contrato,
constituyera un tema ajeno a la decisión arbitral, cuando en la cláusula 38, se
estableció que, salvo las facultades de la Empresa sobre declaratoria de
caducidad “...las diferencias que se presenten durante su ejecución y hasta
cumplirse el período de responsabilidad establecidos, sobre materias distintas a
las contempladas en la cláusula 30 y en las cuales la Empresa y el Contratista no
se pongan de acuerdo, se sometarán a un tribunal constituido por tres árbitros...”.

Dedúcese de lo expresado que este tercer cargo resulta infundado.

4. El último cargo, lo hace consistir la impugnante en que en el laudo


recurrido se incurrió en errores aritméticos, los cuales fueron planteados en el
escrito de complementación y correcciones ante el Tribunal.

Un primer aspecto del cargo hace referencia a los mayores costos en la


construcción del túnel de fuga. Sostiene la impugnante que los peritos “al hacer
los cálculos para establecer los mayores costos por cambios en las condiciones
geológicas de excavación en el túnel, los peritos erraron en su concepto en este
punto e indujeron al Tribunal en error aritmético, y en lugar de establecer el atraso
con base en las condiciones reales de ejecución, en forma hipotética tomaron 645
días y no los 120 días que fue el atraso real”.
El segundo aspecto del cargo se relaciona con el mayor costo por volumen de
concreto debido a sobreexcavaciones en la construcción de la solera y
revestimiento del túnel superior de carga.

Se afirma que para condenar a la Empresa, el Tribunal aceptó el dictamen


pericial y ordenó pagar al Consorcio $683.082.190 y US$ 889.122, sin tener en
cuenta que el revestimiento construido fue el mismo previsto en el programa del
Convenio 10.

Considera la Sala que uno y otro aspecto del cargo formulado no pueden
manejarse como si de tratara de errores aritméticos para efectos de lograr
mediante este recurso su corrección. Si se examinan los planteamientos de cada
uno de los aspectos referidos, con absoluta claridad se concluye que, antes que
efectuar la corrección de un error aritmético, realmente se estarían modificando
las experticias respectivas en sus propios razonamientos u fundamentos, en una
etapa procesal ajena a tales objetivos, lo cual implicaría, a su vez, la modificación
del laudo arbitral en sus consideraciones y decisiones de fondo, consecuencias
ésas absolutamente extrañas a la simple corrección de un error aritmético.

En distintas oportunidades la Sala ha sostenido, respecto de la corrección de


errores aritméticos, que éstos no corresponden sólo a diferencias conceptuales o
de apreciación que conducen a diferentes resultados, sino que son consecuencia
de simples equivocaciones en el desarrollo de las distintas operaciones
aritméticas, susceptibles de corrección mediante la ejecución acertada de la
operación aritmética equivocada.

Retoma la Sala lo expresado en providencia de 15 de mayo de 1992, al


decidir el recurso de anulación de Laudo Arbitral de Carbocol contra Consorcio
Domi Prodeco - Auxini, con ponencia de quien elabora la presente, donde sobre
el punto examinado se dijo: “Presentada así la acusación encuentra la Sala que
no es procedente porque la causal 7ª de anulación se refiere al caso de que la
parte resolutiva del laudo contenga errores aritmé -ticos o disposiciones
contradictorias, y en dicha parte resolutiva no existen tales errores como que no
se está efectuando en ella una errónea operación aritmética, ni se está hablando
de menos cuando era más, ni se multiplica cuando debería dividirse o viceversa,
ni existe equivocación alguna entre las expresiones numéricas y las literales.
Dicho de otra manera, no contiene el laudo el llamado “error de cálculo”.

“Los supuestos errores aritméticos a que se refiere el recurrente, como


fácilmente se deduce de la argumentación transcrita, aparte de no
señalarse como contenido en la parte resolutiva del laudo, son en
realidad disparidades de concepto; constituyen apreciaciones hechas por
el Tribunal quien retomó las formuladas por los Peritos Financieros
acerca de cuál era la utilidad que hubiera podido tener el ejecutor de la
obra y cuál el carbón que para tal efecto se habría podido producir, de no
haber ocurrido la terminación anticipada del contrato por la decisión
unilateral de quien encargó dicha obra. Esta clase de inexactitudes, si se
llegaren a evidenciar, no pueden caer dentro de la órbita del error
aritmético, contenido en la parte resolutiva del Laudo, único con
virtualidad para abrir el camino a su reforma por esta causal”.

No hay lugar en tales condiciones para que prospere el cargo.

Por último hace la Sala referencia a las solicitudes, primero, de practicar un


dictamen pericial “sobre los hechos fundamento de los cargos traídos a lo largo
de todo el recurso de anulación...” y, segundo, de efectuar “un pronunciamiento
expreso sobre los numerales octavo y noveno de la parte resolutiva del laudo
mediante los cuales, de conformidad con lo previsto en los artículos 176 y 177 del
Código Contencioso Administrativo, se dispuso dar cumplimiento a la sentencia
arbitral dentro de los 30 días contados a partir de la fecha de su comunicación y
reconocer intereses comerciales durante los 6 meses siguientes a su ejecutoria y
moratoria después de este término”.

No obstante la improcedencia de las dos solicitudes, estima la Sala, de una


parte, que no hay lugar a establecer una nueva etapa probatoria paralela al
recurso de anulación para controvertir en este momento procesal aspectos que
pudieron debatirse en la oportunidad legalmente señalada para hacerlo, y de otra,
ningún reparo se encuentra en que al fallo producido en relación con un contrato
eminentemente administrativo se le de así mismo el tratamiento especial y
legalmente previsto para esta clase de procesos en el Código Contencioso
Administrativo, sin tener que recurrir a las disposiciones del C. de P.C., dado que
no se trata de aspectos no regulados en el ordenamiento contencioso
administrativo, según lo contempla el artículo 267 del mismo.

IV. Costas judiciales.

Por razón de que el recurso de anulación interpuesto por la Empresa de


Energía de Bogotá le fue resuelto desfavorablemente, hay lugar a condenar en
costas, conforme lo ha hecho en fallos anteriores entre otros, al decidir sobre los
Laudos Arbitrales de Juan Martín Gutiérrez contra el SENA (Exp. 6751), y del IDU
contra el Consorcio Jorge A. Torres Triana - Alvaro Rivera Quintero (Exp. 7215).
Su valor corresponde a las agencias en derecho, que la Sala fija en la suma de
$40.000.000, a cargo de la recurrente.

V. Conclusiones y fallo definitivo.

Las consideraciones hechas por la Sala en el curso de esta providencia


conducen a denegar las peticiones formuladas por la Empresa de Energía de
Bogotá tendientes a obtener mediante el presente recurso la anulación total o
parcial, o bien, la modificación, del laudo arbitral fechado el 22 de diciembre de
1995, dictado por el Tribunal de Arbitramento convocado para dirimir las
diferencias contractuales surgidas entre el Consorcio Spie Batignolles Campenon
Bernard y la entidad estatal recurrente, anteriormente mencionada.

Por lo expuesto, la Sección Tercera del Consejo de Estado, Sala de lo


Contencioso Administrativo, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,

FALLA:

Primera. NIEGANSE las solicitudes de anulación total o parcial, así como de


su modificación, del Laudo Arbitral de 22 de diciembre de 1995, proferido por el
Tribunal de Arbitramento para dirimir controversias presentadas entre el
Consorcio Spie Batignolles Campenon Bernard y la Empresa de Energía de
Bogotá.

Segunda. DENIEGANSE las demás peticiones.

Tercera. CONDENASE en costas a la recurrente. Inclúyase como agencias en


derecho la suma de Cuarenta Millones de Pesos ($40.000.000.oo) Moneda Legal.
Cuarta. Para su cumplimiento expídanse copias auténticas de esta
providencia, con constancia de ejecutoria, con destino a las partes, haciendo las
prevenciones pertinentes del artículo 115 del C. de P.C.

Cópiese, notifíquese, cúmplase y devuélvase al Tribunal de Arbitramento a


través de su Secretaria. Publíquese en los Anales de la Corporación.

Esta providencia fue estudiada y aprobada por la Sala en su sesión de fecha,


veinticuatro (24) de octubre de mil novecientos noventa y seis (1996).

Jesús María Carrillo Ballesteros, Presidente de la Sala; Daniel Suárez


Hernández, Juan de Dios Montes Hernández, Ricardo Hoyos Duque, Jairo Parra
Quijano, Conjuez.

Carlos Alberto Corrales Muñoz, Secretario.

NOTA DE RELATORIA: Se reiteran las sentencias del 15 de mayo de 1992,


Expediente 5326, y del 12 de noviembre de 1993, Expediente 7809 ambas con
ponencia del Dr. Daniel Suárez Hernández.

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