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1. Noción
2. Objeto
2. La ciencia de la fe
3. División
La teología es una sola ciencia, pues no posee más que un solo objeto formal :
Dios y las criaturas en cuanto son objeto de la revelación divina. Como la
revelación es una participación del saber divino, la teología, como afirma Santo
Tomás, es en cierta manera una grabación del saber divino, único y
absolutamente simple, en la mente creada del hombre; S.th. 11, 3.
Según los diversos fines que se proponga, la ciencia teológica, siendo una sola,
puede dividirse en las siguientes ramas o especialidades :
2. Método
No deben separarse los dos métodos especulativo y positivo, antes bien el ideal
consiste en la síntesis armónica del dato dogmático y del raciocinio, como
prescribe expresamente la autoridad eclesiástica. Pfo xi ordena en la
constitución apostólica Deus scientiarum Dominus (1931) que «se exponga la
sagrada teología según los métodos positivo y escolástico». El estudio
especulativo «ha de hacerse según los principios y doctrina de Santo Tomás de
Aquino» (art. 29); cf. Vaticano II, Decreto sobre la formación sacerdotal, n.° 16;
SANTO TOMÁS, Quodl. iv 9, 18.
1. Concepto
Mientras que, según esta opinión que acabamos de exponer (que es la general
y que propugnan principalmente los tomistas), la verdad revelada propuesta por
el dogma ha de contenerse inmediata o formalmente (es decir, como tal) en las
fuentes de la revelación, bien sea explícita o implícitamente, según otra opinión
(propugnada por los escotistas y por algunos teólogos dominicos, como M. M.
Tuyaerts, A. Gardeil, F. Marín-Sola), una verdad puede ser también propuesta
como dogma aun cuando sólo se contenga mediata o virtualmente en las
fuentes de la revelación, es decir, cuando pueda ser deducida de una verdad
revelada con ayuda de otra verdad de razón natural. La sentencia escotista deja
mayor margen al magisterio docente de la Iglesia para que proponga verdades
de fe, y hace más fácil probar que las verdades de fe propuestas como tales por
la Iglesia se contienen en las fuentes de la revelación; pero puede objetarse en
contra de ella que el asentimiento de fe no se apoyaría solamente en la
autoridad de Dios revelador, sino al mismo tiempo en un conocimiento de razón
natural, siendo así que la Iglesia exige prestar ante el dogma una fides divina.
3. División
La historia de los dogmas que proponen los protestantes liberales (A. von
Harnack) y el modernismo (A. Loisy) suponen la evolución sustancial de los
dogmas, es decir, que el contenido mismo de los dogmas se vaya cambiando
con el cursa del tiempo. El modernismo pretendió que cel progreso de las
ciencias exigía que se reformasen los conceptos de la doctrina católica acerca
de Dios, la creación, la revelación, la persona del Verbo encarnado, la
redención» ; Dz 2064. A. Lolsv declaraba : «Así como el progreso de la ciencia
(de la filosofía) da una nueva versión al problema de Dios, de la misma manera
el progreso de la investigación histórica da también una versión distinta al
problema de Cristo y la Iglesia» (Autour d'un petit livre, 1' 1903, xxtv). Según
estas enseñanzas, no existen dogmas definitivos y permanentes, sino siempre
sometidos a perpetuo cambio.
El concilio del Vaticano proclamó, contra ANTON GÜNTHER (+1863), que era
herético aplicar la idea de evolución, entendida de esta forma, a los dogmas :
«Si quis dixerit, fieri posse, ut dogmatibus ab Ecclesia propositis aliquando
secundum progressum scientiae sensus tribuendus sit alius ab eo, quem
intellexit et intelligit Ecclesia», a. s.; Dz 1818. Pío xit condenó, en la encíclica
Humani generis (1950), Dz 3011 s, el relativismo dogmático, que exige que los
dogmas se expresen en conceptos tornados de la filosofía predominante en
cada época y que sigan también el curso de la evolución filosófica : «Semejante
teoría convierte al dogma en una caña agitada por los vientos» (Humani
generis, Dz 3012).
SAN GREGORIO MAGNO dice: «Con el correr del tiempo fue acrecentándose
la ciencia de los patriarcas; pues Moisés recibió mayores ilustraciones que
Abraham en la ciencia de Dios omnipotente, y Ios profetas las recibieron
mayores que Moisés, y los apóstoles, a su vez, mayores que los profetas» (In
Ezechíelem, lib. 2, hom. 4, 12).
La Sagrada Escritura y la tradición nos enseñan con toda claridad que, después
de Cristo y sus apóstoles (que fueron los encargados de anunciar el mensaje de
Cristo), ya no hay que esperar complemento alguno de la verdad revelada.
Cristo se consideraba a sí mismo coma la consumación de la ley del Antiguo
Testamento (Mt 5, 17; 5, 21 ss) y como el maestro absoluto de toda la
humanidad (Mt 23, 10 : «Uno es vuestro maestro, Cristo» ; cf. Mt 28, 20). Los
apóstoles ven llegada en Cristo la plenitud de los tiempos (Cal 4, 4) y
consideran deber suyo conservar íntegro e incorrupto el sagrado depósito de la
fe que Cristo les ha confiado (1 Tim 6, 14 ; 6, 20 ; 2 Tim 1, 14; 2, 2; 3, 14). Los
santos padres rechazan, indignados, la pretensión de los herejes que decían
poseer doctrinas esotéricas provenientes de los apóstoles o haber recibido
nuevas revelaciones del Espíritu Santo. SAN IRENEO (Adv. haer. iii 1 ; iv 33, 8)
y TERTULIANO (De praescr. 21) insisten frente a los gnósticos en que la
doctrina de los apóstoles contiene toda la revelación, conservándose esta
doctrina en toda su pureza gracias a la ininterrumpida sucesión de los obispos.
c') Para más clara inteligencia por parte de todos y para evitar los
equívocos y falsas interpretaciones, las verdades antiguas, creídas
desde siempre, se proponen por medio de nuevos y bien precisos
conceptos. Así ocurrió, por ejemplo, con el concepto de unión
hipostática, de transustanciación.
2. Los hechos dogmáticos (facta dogmatica). Por tales se entienden los hechos
históricos no revelados, pero que se hallan en conexión íntima con una verdad
revelada, v.g., la legitimidad de un Papa o de un concilio universal, el
episcopado romano de San Pedro. En sentido más estricto se entiende por
hecho dogmático el determinar si tal o cual texto concuerda o no con la doctrina
de fe católica. La Iglesia no falla entonces sobre la intención subjetiva del autor,
sino sobre el sentido objetivo del texto en cuestión; Dz 1350: «sensum, querlm
verba prae se ferunt».
3. Las verdades de razón, que no han sido reveladas, pero que se encuentran
en íntima relación con una verdad revelada, v.g., las verdades filosóficas que
constituyen el fundamento natural de la fe (conocimiento de lo suprasensible,
posibilidad de conocer a Dios, espiritualidad del alma, libertad de la voluntad), o
los conceptos filosóficos con los que se expone el dogma (persona, sustancia,
transustanciación). La Iglesia, para defender el depósito de la fe, tiene el
derecho y la obligación de condenar 'las doctrinas filosóficas que directa o
indirectamente ponen en peligro el dogma. El concilio del Vaticano declaró: «ius
etiam et officium divinitus habet falsi nominis scientiam proscribendi» ; Dz 1798.
§ 7. LAS OPINIONES TEOLÓGICAS
Una cuestión debatida cesa de ser objeto de libre disputa cuando el magisterio
de la Iglesia se decide claramente en favor de una sentencia. Pío XII declara en
la encíclica Humani generis (1950) «V si los sumos pontífices, en sus
constituciones, de propósito pronuncian una sentencia en materia disputada, es
evidente que, según la intención y voluntad de los mismos pontífices, esa
cuestión no se puede tener ya como de libre discusión entre los teólogos»; Dz
3013.
5. Sentencia común es una doctrina que, aunque todavía cae dentro del campo
de la libre discusión, es sostenida generalmente por todos Ios teólogos.
6. Opiniones teológicas de inferior grado de certeza son las sentencias
probables, más probables, bien fundada y la llamada sentencia piadosa, por
tener en cuenta la piadosa creencia de los fieles (ssententia probabilis,
probabilior, bene fundata, pia»). El grado ínfimo de certeza lo posee la opinión
tolerada, que sólo se apoya en débiles fundamentos, pero es tolerada por la
Iglesia.