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1
A mi madre
2
Introito
abandonarlo todo para no recoger sus merecidos frutos. Estaba seguro de haber
debía realizar un gran viaje. Pero ¿cómo puede abandonarlo todo alguien que es
un sitio ni en todos los sitios a la vez: una nueva forma de unificarse estando sin
lugar.
Los viajes espirituales le habían secado el alma y los viajes a través del tiempo
lo volvían más eterno. Entonces, una vez tomada la decisión, abordó su nave
espacial y se dirigió hacia su aparente y deseado último viaje: un viaje físico que
eternidad, pues vivir por siempre era su obligado destino. Ya muy cansado de
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El bosque de los árboles espejo
“El peor lugar es aquél sitio a donde mañana llegaré”, pensaba el Señor Plátano
mientras abría la puerta de su nave espacial tras el aterrizaje (si es que puede
llamarse así al descenso en ese inhóspito lugar distinto al planeta tierra y que no
un inmenso bosque de árboles espejo que daban abundantes frutos: los espejos
más reales de todo el universo. Cuando alguien se miraba en ellos podía ver
mismo y rió y lloró un instante. Tras este ritual de iniciación guardó algunos
frutos en su bolsillo y salió del bosque. Entonces su alma supo quién era:
entendió que era quien hacía aquellas magníficas creaciones como ese bosque.
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El cielo apestado
hermoso cielo. Recordó que allí habían vivido durante siglos millones de seres
que debido a una terrible peste de bondad habían muerto. Flotó un buen rato
para buscar la salida, pues aunque era inmune a cualquier peste no quería estar
sobre un estropeado madero). Como el Señor Plátano sabía que las señales del
destino eran escasas y se demoraban varios años en aparecer, optó, sin pensarlo
mucho, por el camino del desencanto, no sin antes recordar una de sus muertes.
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La Hacienda del desencanto
Le salieron al paso dos perros: uno muy grande, ciego; y otro pequeño, su
ese momento el Señor Plátano ladró y les contó quién era. Los perros, después
de escucharlo, se marcharon.
fruto de árbol espejo en el bolsillo por si resucitaba y necesitaba saber quién era.
seguir su camino, pues descubrió que el desencanto lo hacía sentir en casa y esa
no era la idea del viaje. Al salir de la hacienda volvió a encontrarse a los perros.
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La tribu de los verdugos
Era una tribu de ateos que al verlo lo capturaron. Parecían seguir un plan
universo. El Señor Plátano sabía que sólo con desearlo podía liberarse, matar a
toda la tribu y hasta parar el tiempo, pero no lo hizo pues estaba cansado de
hacer su voluntad.
omnipotente creador. Dicha esperanza refulgía más que el oro y las piedras
desde hacía mucho tiempo y había sido la única luz para los habitantes de esa
pequeña tribu.
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En las garras del ave
Un ave gigante llegó volando y con sus garras lo liberó de los dos verdugos que
deseo de morir en esa suntuosa guillotina, entendió que lo mejor era volar en las
solitario valle y con el pasar del tiempo se agravó. Esa noche el ave agonizó y el
Señor Plátano tomó un fruto espejo que tenía en su bolsillo y lo rompió contra
una filosa piedra. Con el filo cortó el cuello del ave para acelerar su muerte.
unieron. Recogió el líquido en un frasco pequeño. Del cuello del ave salió tanta
sangre que se hizo un río de salvación. Por ese sangriento cauce se fueron
rápidamente el alma del ave y la respuesta del por qué lo había salvado.
conversación recogió una pluma del suelo y la guardó: supo entonces que debía
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La Ciudad Bendita
Decidió entrar al Hotel Bendito donde cruzó solo dos palabras con el
Terminó su desayuno y sin decir nada más pagó su cuenta y se marchó. Sabía
seguro de haber ideado, al crear dicho planeta, lugares malditos pues, como
decía él mismo “las creaciones deben tener simetría”. “¿De qué sirve una
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La Ciudad de los invisibles
sólo dijo:
dicho el maquinista, era debido a que los habitantes eran invisibles. Caminó por
toda la ciudad y hasta tuvo tiempo de visitar el museo de las cosas más invisibles
del planeta. Después de esta didáctica visita llegó a la plaza principal y a lo lejos
Se le acercó y le preguntó:
El anciano contestó:
—Soy el único visible, aunque la verdad no soy de aquí, yo nací en otro lugar.
El anciano contestó:
ver el rostro de quienes me veían. Como ni siquiera podía ver los inocentes
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rostros de los niños asustarse al ver mi leproso cuerpo, busqué este lugar: la
Ciudad de los invisibles. Pero tristemente al poco tiempo les contagié la lepra,
al poco tiempo. Ahora es una ciudad sin habitantes pero muchos siguen
creyendo que es una ciudad de habitantes invisibles. ¿Pero usted quién es? ¿Qué
—Yo soy todo y no soy nada, solamente soy un viajero errante a través de este
planeta.
mortal lepra.
comenzó a esparcirlo por todas las llagas del anciano, las cuales desaparecían de
—¡Estás curado!
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El pueblo que lo esperaba
Caminó por un tiempo y divisó a lo lejos un pequeño pueblo. Fue hacia allá
pues había olvidado la ubicación exacta del mar Tuerto y esperaba que alguien
le indicara el camino. Cuando estaba cerca del pueblo, un niño que tenía un
montado en él.
pueblo.
“BIENVENIDO MESÍAS”
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Sorprendido, siguió caminando por la plaza sobre pétalos de rosa. No se
—Te hemos esperado por mucho tiempo, todas nuestras esperanzas están
listo tu patíbulo.
busca de la salida del pueblo. “Más que un mesías este pueblo necesita la
pensó. Estaba claro que su viaje era de renuncia y no pretendía ser, de nuevo, un
mesías.
salvador.
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El Arca de No
Llegó a un río y se sentó sobre una piedra. Observó agua que no volvería a ver y
El Señor Plátano no dijo nada. El hombre continuó gritando varias veces que
ese lado era el mejor. De repente llegó una embarcación y recogió al hombre,
quien cruzó el río e hizo subir al Señor Plátano. El hombre intentó hablar pero
—Yo estaba en el mejor lado, su lado era el peor, no se ofenda señor pero
—En el pueblo anterior dejé a los mejores seres que existen: los animales.
Viajé con ellos por mucho tiempo, pero decidí dejarlos porque no me hablaban.
Ahora los recogí a ustedes dos para poder hablar con alguien y así poder mitigar
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Sin decir ni una sola palabra, el Señor Plátano miraba introspectivamente el
—¿Sabe algo? Esta nave estaba llena de animales, todos los que pude comprar
con los ahorros de mi vida, pero me cansé de ellos porque mi tan anhelado
diluvio nunca sucedió. ¿De qué sirve una lancha repleta de animales si no hay
un diluvio? ¿De qué sirve el silencio en una lancha llena de animales que no
—Los animales son los mejores seres que existen porque no hablan, esa es su
virtud. Pero si quiere por qué no busca un loro, ellos sí hablan, aunque no
esa ciudad hay un barrio que se llama El barrio de los animales parlantes. ¿Por
El capitán preguntó:
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La Ciudad de los animales
la ciudad con el loro, los animales que cuidaban la entrada pensaron que se
dos no fue suficiente. El diluvio que tanto esperó el capitán sucedió mucho
ocupantes.
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La isla desalmada
“¿De qué sirve un río sin un diluvio?”, pensaba el Señor Plátano. Después de
nadar pisó suelo firme y percibió el inconfundible olor de los desalmados. Ese
lava como si fuera agua cristalina y fresca. Recordó entonces que los seres sin
eso sus rostros son totalmente neutros. Cuando estaba en la playa, un niño que
—Los seres desalmados no sentimos nada, por eso los seres sin alma lo
sentimos todo.
El Señor Plátano se dio un baño en el lago y se marchó sin hablar con nadie,
rato en el puerto y tomó un barco que iba de salida hacia cualquier lugar y
Lo que no sabía el Señor Plátano era que al nadar en ese lago sin alma,
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El lugar de las Pesadillas
lloraba mucho. Mientras tanto las raíces del árbol espejo crecían en su pecho y
le hacían doler su pesado corazón. Pensó que había llegado al final de su vida y
Un brote del árbol salía entre el esternón. Desilusionado por comprender que
El sitio donde creció el árbol al revés fue maldito: era la maldición del espejo
invertido: quien pisara aquél lugar cargaría en su alma con un falso espejo para
función? ¿Para qué tener visiones de payasos llorando que entierran perros
muertos?”.
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El Desierto de la Libertad
libertad si ya has muerto? ¿De qué sirve la libertad en la mitad del más agreste
si realmente ya no hay nada?”. Había caminado varios días para llegar allí.
Vio algo que brillaba a lo lejos: era una pequeña jaula con un hermoso
alimento. El Señor Plátano abrió la puerta por si el canario quería salir, pero no
El Señor Plátano bebió un poco de agua del recipiente que estaba en la jaula y
al leer esas palabras volvió a desear morir, pero estaba seguro que ningún
Se despidió con un bello silbido que el canario respondió con otro igual de
hermoso y continuó su camino. Sabía que al cruzar ese desierto llegaría a unas
inmensas estepas que eran el camino hacia el mar Tuerto. Caminó mucho
tiempo soportando el inclemente calor mientras pensaba: “¿De qué sirve una
jaula con abundante agua y alimento en medio del desierto más agreste? ¿De
qué sirve ser un canario dentro de una jaula en un mortal y ecuánime desierto?
¿De qué sirve abrirle la puerta de la jaula a un canario que ya no quiere salir?”.
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El botadero de rostros
Era un lugar en donde las personas botaban los rostros que no querían seguir
inservibles pero otros aún se podían usar. Recogió los tres que más le gustaron y
los guardó. Pensó en botar su propio rostro ahí, pero ¿cómo continuar éste viaje
con un rostro diferente? Ya sin frutos espejo no era una decisión acertada
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La Ciudad de los que resucitan
algún cielo o infierno y volver. Las personas caían súbitamente y así mismo se
levantaban. Como el Señor Plátano sufría de esa misma afección entendió que
Dos días después de recorrer esa ciudad y de no haber hablado con nadie (a
El administrador le dijo:
─¿No cree usted que no hay nada mejor ni mayor felicidad que vencer la
muerte?
21
El Teatrino sin nombre
—Hola niños, soy el títere sin nombre, el títere sin títere, el títere sin mano.
Los niños estaban muy felices de ver al títere, que con su estruendosa voz
dijo:
— ¿Quién soy?
—El títere sin nombre, el títere sin títere, el títere sin mano.
—El títere sin nombre, el títere sin títere, el títere sin mano —respondían
felices gritando.
—No los escucho. Tampoco tengo orejas— dijo el títere y volvió a preguntar:
—El títere sin nombre, el títere sin títere, el títere sin mano.
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El Camino de la Verdad
La entrada al Camino de la verdad era un inmenso rosedal que tenía una sola
El camino era muy empedrado y fangoso. Cuando posó su pie en el barro, una
voz le dijo: “Cuando sabes, no puedes fingir realmente que no sabes”, y empezó
muchas veces y cayó también en algunas ocasiones. Al caer sufría heridas en sus
rodillas y manos. El camino era muy difícil y pensó en devolverse, pero el dolor
se intensificaba cada vez que daba un paso atrás. Volvió a caminar dando un
paso adelante, pues se había propuesto en este viaje sin destino volver al mar
Tuerto y éste era el único sendero. Quiso también desviar el camino pero esto
era algo imposible incluso para él: se había prohibido teletransportarse, así que
sueños son también verdad pero en estado líquido. Una vez reconfortado siguió
su camino, cada vez más tosco. Cuando llegó a un valle vio a lo lejos el Monte del
libre albedrío. Caminó mucho más rápido al ver cercano el final, las últimas
verdades lo atacaron y más dolor apareció, lloró muchas veces (casi las mismas
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El Monte del Libre Albedrío
En la mitad del ascenso se topó con un anciano que ya iba bajando. El anciano
El Señor Plátano no contestó pero pensó que más que coronar esa cumbre o
las personas que habían coronado la cumbre del monte. Descansó y dijo para sí
mismo:
“¿Si esta cima es el libre albedrío para tantos, ese albedrío es completamente
libre? ¿O esa cima coquetea con nuestro ego y nos contamina la libertad?”.
El descenso fue mucho más fácil pues con la tela de las banderas y las astas
24
El mar Tuerto
dijo:
—Señor Plátano, tu dios eres tú y no hay más verdad ni mentira que tu santo
nombre.
El anciano dijo:
meditar, meditó por mucho tiempo en su palacio vuelto ruinas, obteniendo más
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El tren inmóvil
completa por la línea ecuatorial a ese planeta que no tenía centro y bajarse en el
mismo punto donde había partido. Viajó por todo el planeta, pasó por muchos
lugares y desde su ventana vio las famosas Ruinas del conocimiento, la Cárcel
Recorrió el tren. Vio a dos pasajeros que estaban jugando con un tablero de
madera sin cuadros blancos ni negros: era solo una blanca cuadrícula sin fichas.
─¿Quiere jugar?
todo es igual, simplemente jugamos con el aserrín de las fichas de ajedrez sobre
—Eso es lo mejor —dijo aquél hombre—, aquí no hay jaque, aquí no hay nada.
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─¿Pero cómo reconocen entonces las fichas?
pidiendo silencio:
Fue en ese momento que anunciaron que la comida iba a ser servida y se
“¿De qué sirve tener la madera de las fichas de ajedrez convertidas en aserrín
sobre un blanco tablero de cuadros iguales? ¿De qué sirve triunfar o ser vencido
almorzaba.
abordado.
27
La frontera infranqueable
El Señor Plátano simplemente la saltó. Cuando estuvo al otro lado miró hacia
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The Gold City
Absolutamente todo, sin excepción, estaba hecho de oro. Caminó por sus calles,
plazas y parques hasta que decidió entrar al templo principal. Era tan grande y
hermoso que parecía hecho para adorarlo a él, pero no era así. Gracias a las
imágenes que estaban en los muros del templo supo que era para la adoración
del excremento. Recorrió la nave central del templo y observó que detrás del
altar había una urna que albergaba unos gramos de excremento protegidos
ciudad.
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La Ciudad de Mierda
Al llegar al altar observó que detrás del altar había igualmente una urna con
esa deidad. Ésta vez el Señor Plátano no hizo ninguna reverencia ni oración:
solamente salió de ahí, dio una pequeña vuelta por esa maloliente ciudad y al
“¿De qué sirve que todo lo que brille sea oro si vives en la ciudad de oro?”, era
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El Pueblo Perfecto
El hombre le contestó:
El hombre le dijo:
—Pues hace un tiempo y por orden del alcalde, empezamos a arreglar todas
las casas, luego arreglamos la iglesia, después los parques y plazas, al igual que
esculturas y fuentes. El pueblo iba muy bien y fue en ese momento que
comenzamos a edificar una muralla de piedra alrededor del pueblo. Pero según
el alcalde aún faltaba algo para que éste llegara a ser perfecto.
“Queridos habitantes:
Ya hemos logrado hacer de nuestro pueblo un lugar casi perfecto, solo falta
un pequeño detalle para que sea realmente así: debemos abandonarlo, pues si
viviéramos aquí no sería perfecto y esta muralla es para evitar que nadie más
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Terminado el discurso los pocos que faltaban por salir abandonaron el pueblo
Los habitantes entendieron lo que el alcalde les dijo y se fueron a buscar otros
lugares no tan perfectos donde vivir, pero con la gran felicidad de saber que
habían nacido y vivido en el Pueblo perfecto. Con éste último acto el pueblo se
planeta.
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El sitio del Tesoro
El hombre leía un papel en sus manos y contaba sus largos pasos, se acercaba y
seguía contándolos. Cuando estuvo muy cerca del Señor Plátano dijo:
Aquí es.
Y agregó enfáticamente:
El Señor Plátano no dijo nada como era su costumbre. El hombre, tras cavar
combinación para poderla abrir. Al hacerla se dio cuenta de que estaba llena de
enterrar.
—Este tesoro es mucho más de lo que quiero, pero el tesoro que realmente
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El hombre arrugó el mapa y la hoja con la contraseña que tenía en la mano y
El Señor Plátano se volvió a sentar encima del tesoro y pensó: “¿De qué sirve
un tesoro invaluable si ya no tiene ningún valor? ¿De qué sirve tener un mapa y
una pala sin un verdadero tesoro? ¿De qué sirve caminar un millón de pasos
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El lago del vacío
Era el lago más grande de ese planeta y un lugar turístico por excelencia, aunque
en época de lluvia de sueños estaba algo solitario. Cuando estaba en el borde del
lago se dijo a sí mismo: “Éste Lago del vacío realmente me anulará, en éste lago
sabía que era muy posible que ni siquiera muriera. Comenzó a caminar por el
círculo perfecto que era el borde del lago, pero no avanzaba. Se dio cuenta
entonces que el vacío no tiene un límite ni un margen, que el vacío no tiene fin,
entonces para salir de dudas se sumergió en sus vacías aguas esperando dejar de
ser. Nadó un rato al estilo mariposa y con tristeza llegó al otro lado, el cual era el
mismo. Con mucho dolor recordó que su destino era la eternidad, que de su
familia de dioses el único que viviría por siempre era él y que ni siquiera el Lago
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Panadería ‘La felicidad’
Esta era una panadería que en su interior solo había galletas: las galletas de la
alegría, según decía el colorido letrero a la entrada. Eran unas galletas que
hacían sentir muy feliz y realmente alegre a quien las comía, pero eran muy
costosas. El Señor Plátano no pudo comprar ni una por lo que prefirió irse de
alegría, las cuales comió para intentar superar la gran tristeza de no haber
vendido ni una y para mitigar el dolor de saber que sus sueños de riqueza esta
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El Río Podrido
Estaba contaminado con las aguas negras del cielo cuando llegó a un sitio de
rituales. Vio a los habitantes lavarse en ese río para expiar la putrefacción de sus
almas con esas fétidas aguas. El Señor Plátano quiso expiar la putrefacción de su
alma en esas aguas igualmente podridas, pero supo que no debía hacer nada de
eso. Así que esquivando aldeanos que perpetraban sus ritos de expiación,
“¿De qué sirve un río podrido si no tienes nada que limpiar? ¿Y de qué sirve
la putrefacción cuando todo está podrido?”, eran las nuevas preguntas que se
hacía el Señor Plátano, mientras caminaba por el maloliente borde del río
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La Playa del Absoluto Final
Había tantos cadáveres que pensó que eran antiguos habitantes de la Ciudad de
los que resucitan que iban hasta la playa a morir momentáneamente, pero
ninguno de ellos resucitó. Se quitó los zapatos y caminó por la playa llena de
le preguntó:
Y el hombre dijo:
suicidas.
respondió.
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La Cabaña Divina
alma. Algunos gusanos ya habían llegado a su interior, puesto que la lluvia era
inclemente.
carcomer sus ojos, entonces no soportó más y corrió tan rápido como pudo
tratando de quitarse los gusanos de sus ojos. Llegó a una pequeña cabaña y
anciano le abrió e inmediatamente lo hizo seguir. Con una manta que tenía
cerca de la puerta le ayudó con rapidez a quitarse los gusanos que seguían
dijo:
entrar a su alma.
El Señor Plátano se sentó cerca del fuego y bebió de su té. El anciano dijo,
—¿No me recuerda?
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—¿Tendría por qué recordarlo?
El anciano dijo:
—Su alteza: yo era el dios en el que creían los habitantes del planeta tierra,
¿no me recuerda?
—Sí, claro —respondió el Señor Plátano—, yo visité ese planeta algunas veces
y venir a retirarme a este planeta a vivir en esta solitaria cabaña. ¿Y usted qué
hace aquí?
—Me cansé de todo y vine a no ser y a no estar en este planeta, pero contra
morir de verdad, pero no lo logré. Ahora, después de éste gran fracaso, trato de
El anciano le preguntó:
—Usted que lo sabe todo, podría decirme: ¿Ahora en quién creen los
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—Solo sé que no es en mí ni en usted, pero tengo la ligera sospecha que
plenitud del no destino, plenitud que duraría muy poco, como todas las cosas
del universo.
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El Carruaje de oro
—Soy el rey de todo este gran reino—dijo— pero lo abandoné casi todo,
El rey contestó:
—Querrá decir caballos, son caballos los que halan su carruaje —replicó
—No─ dijo el rey— son unicornios, lo que pasa es que les extirpé el cuerno.
El rey contestó:
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Los dos hablaron un rato más hasta que el Señor Plátano se bajó en la mitad
“¿De qué sirve tener unicornios que ya no tienen cuerno? ¿De qué sirve un
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La Ciudad Yoica
Las personas usaban máscaras de protección pues el aire era altamente tóxico.
La señora contestó:
altamente tóxico, resultado de incinerar dioses las veinticuatro horas del día. En
esta ciudad no existen dioses, en esta ciudad solo estamos nosotros, es la impía
—Los quemamos porque no nos han servido para nada, preferimos creer en
el yo —respondió la señora.
quemaran, aunque él sabía que no moriría en esos hornos y que solo sentiría
Cuando estuvo fuera de la Ciudad del YO pensó: “¿De qué sirve incinerar
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El País de la Luz
cuenta de que todos estaban ciegos y que portaban lámparas encendidas en sus
manos.
Al poco tiempo salió el sol muy amplificado, el potente rayo cegó al Señor
Plátano de inmediato, el rayo de luz fue el más poderoso que jamás hubiera
visto. Apenas sus pupilas sintieron la luz, intentó cerrar los ojos y mirar hacia
dentro para que sus ojos no le dolieran, pero lo que vio dentro de él no le gustó y
quiso proteger sus ojos con su corazón, aunque ya era demasiado tarde. Había
curar pero no lo pudo hacer: había quedado totalmente invidente por causa de
ese rayo del sol. Aquí descubrió que su omnipotente poder no se aplicaba para
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La Academia de ‘Dioses’
Era el único lugar en donde lo podían curar. Allí, todos los dioses de bondad y
maldad estudiaban para ser mejores o peores. Estudiaban cómo crear y cómo
era un viejo dios capaz de imaginar nuevas reglas todos los días.
pupilas de inocentes, le vendó los ojos y le sugirió que los mantuviera cerrados y
cubiertos por una eternidad. Después de esta curación fue conducido a una
Al otro día, el director fue a visitarlo para ver si se encontraba mejor y le pidió
que diera unas conferencias a los noveles dioses, pero el Señor Plátano no
Casi al final de la eternidad, el Señor Plátano tropezó con el dios que limpiaba
—Maestro me postro ante tus pies, ¿te acuerdas de mí? Soy el dios de todos
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El dios de dioses dijo:
—Te estaré por siempre agradecido, eres mi mentor, déjame curarte por
favor.
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El Campo de batalla
los dos bandos salieron corriendo esgrimiendo sus espadas, escudos y lanzas. El
Señor Plátano estornudó justo en la mitad del campo y con una fuerte onda
destruir a todos los guerreros caminó unos cuantos pasos hacia su derecha y se
limpió la nariz con la bandera de un bando y acto seguido retrocedió unos pasos
terrible guerra que solo hubiera traído miseria a esos dos pobres países y pensó:
“¿De qué sirve una gran batalla si ya no hay fronteras? ¿De qué sirven las
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The Wall
equilibrio para no caerse. Cuando estuvo cerca lo saludó. Como no tenía nada
que hacer decidió caminar con él, aunque caminó desde su lado y le dijo:
El hombre respondió:
—El infierno.
—¿Y por qué está usted sobre el muro? —preguntó el Señor Plátano.
El hombre contestó:
—Lo que pasa es que el cielo es muy aburrido pero hace mucho frío, en
cambio el infierno es más divertido pero es muy caluroso. El día que salté el
muro para ir al infierno descubrí que el clima perfecto estaba justo aquí, encima
del muro.
—¿Y por qué decidió caminar? — preguntó esta vez el Señor Plátano.
causa mucha curiosidad saber qué hay al final, me imagino que será un lugar
que estará muy cerca del centro del bien y del mal.
Plátano.
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Rápidamente y con mucha curiosidad el Señor Plátano preguntó:
—Dejaré de caminar cuando llegue al final del muro, pero estoy por creer que
este muro es infinito. Igual la vista desde aquí es increíble: se ven el cielo y el
infierno al mismo tiempo. Algún día, cuando deje de caminar, pintaré este
planeta.
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El Maldito castillo
hace mucho tiempo quiero rescatar a una hermosa princesa que está en un
enorme y lujoso palacio, quiero rescatarla, vivir en otro lugar de fantasía con
ella y amarla, pero resulta que su padre, el gran rey, tiene el mejor dragón del
vencer. Acabo de oír la historia de cómo venció a todos los demonios, pero estoy
contra el mejor dragón del universo. Después de varios días de viaje llegaron al
palacio, pero llegaron tarde: hacía dos semanas la princesa había muerto de
tristeza, pues el dragón había vencido a todos los caballeros que querían
mucho y se marchó a buscar otra princesa protegida por un dragón que no fuera
tan bueno. “¿De qué sirve una historia de amor y fantasía si llegas tarde? ¿De
qué sirve una historia de amor y fantasía si existe el mejor dragón del universo?
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El Pueblo feliz
sonaban risas:
Fue en ese momento que pasó por enfrente de ellos una procesión: era un
entierro. Una venerable anciana había muerto y mucha gente lloraba su muerte,
—¿Si lo ve? Es el Pueblo Feliz: aún en los entierros suenan risas. Siempre y
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Las risas sonaban cada vez más duro y el hombre no le escuchó la pregunta al
Plátano.
El hombre dijo:
—Lo siento, no lo escucho por las risas: estos aparatos no se pueden apagar
en ningún momento.
como lo es un entierro.
El Señor Plátano pensó: “¿De qué sirven las risas falsas en medio de un
profundo dolor?”. Entró a una tienda de regalos y con el poco dinero que le
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La Plantación de Almas
Era un lugar más hermoso que cualquier paraíso, en el que se podían ver las
planetas.
a cuidarlas con esmero para que en el momento justo encarnen cuerpos de seres
en varios planetas.
—Es una labor muy hermosa, en nombre de los miles de seres que
—Claro que lo haré señora y lo haré con mucho gusto y felicidad —dijo el
Señor Plátano.
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Y mediante un hermoso y mágico rito bendijo el campo de almas.
—No hay mayor felicidad que cuidar esta plantación y cuando crecen lo
—Es una hermosa labor y la felicito por eso Señora —dijo el Señor Plátano.
55
Buenos Aires
estaban amarrados a las bases del gran obelisco y lo derribaron, cayendo encima
gran obelisco, esta vez, según palabras del alcalde, mucho más grande que el
El Señor Plátano pensó esta vez: “¿De qué sirve un gran obelisco convertido
destrucción?”.
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Los Círculos de fuego
El Señor Plátano pensó: “Este es el momento preciso para dejar de hablar con
el escorpión”. Pero sabía que no tenía nada más que perder si le era robado un
punto que no tenía fuego y una vez que lo cruzaron el círculo se cerró
más y le dijo:
rodeados por el tercer círculo: el círculo de fuego blanco. Su fuego quemaría sus
sufría más.
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—Aguanta, ya estamos en la mitad, quema por fin tu alma, soporta este fuego
emancipador.
Fue en ese momento que el escorpión no soportó más y usó su aguijón venenoso
De nuevo el Señor Plátano estaba solo y salió del tercer círculo con su alma
realmente se unificó con ese fuego negro, inmolándose. De su ser solo quedaron
cenizas.
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El bosque de los árboles espejo
Era época de cosecha y la hierba estaba llena de los frutos maduros que habían
quién era realmente. Observó también cómo después de toda esta aventura
continuaba siendo el mismo Señor Plátano, lo cual era bastante difícil de creer
después de este paradójico viaje. Caminó por ese bosque y después de recorrerlo
del tiempo, que tiene el poder de pudrir hasta el diamante, había hecho lo suyo
eternidades y por eso la nave ya no funcionaba, pero pensó: “¿Si este viaje ya se
doy cuenta que soy realmente feliz pues fui todo y fui nada, vencí demonios y
ese viaje, su deseado vacío había sido alcanzado, pues ser todo es ser nada y
hacerlo todo es igual que hacer nada. Descubrió entonces (contra todo lo
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Y volvió a preguntarse: “¿de qué sirve un río sin un diluvio?”. Esta pregunta
que muchos puentes pasaron debajo del río mientras pensaba en dicha
pregunta, y que por fin la respuesta había sido dada después de todo ese ilusorio
tiempo de introspección.
Después de este viaje plagado de aventuras que más que increíbles fueron
innecesarias y más que aburridas fueron absurdas, en donde solo fue un errante,
un viaje en donde fue todo y nada y que involuntariamente hizo más de lo que
se marchó a casa.
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Finis coronat opus
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