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EL DINERO

El dinero en sí mismo no es ni bueno ni malo, todo depende del uso que hagamos de él, si lo usamos para el bien, es
bueno, si lo usamos para el mal, es malo.
No podemos negar que hoy por hoy, debido a la barbarie humana, el dinero resulta ser de hecho un factor básico en la
vida práctica.
Lo grave no está en conseguir dinero, lo grave está en la codicia. La humanidad actual es tremendamente codiciosa.
Las gentes dependen del dinero para su propia felicidad. Quieren dinero y más dinero, no se contentan con PAN, ABRIGO
Y REFUGIO, quieren más dinero del que se necesita para tener PAN, ABRIGO Y REFUGIO.
Necesitamos dinero, eso es obvio, pero cuando el dinero se convierte en una necesidad psicológica, cuando lo utilizamos
con otros propósitos diversos de los que tiene en sí mismo, cuando dependemos de él para conseguir fama, prestigio,
posición social, entonces el dinero asume ante la mente una importancia que no tiene, una importancia tremendamente
exagerada y desproporcionada, de aquí se origina la lucha y los tremendos problemas por poseerlo.
Débese distinguir las necesidades fundamentales, de las necesidades PSICOLÓGICAS.
PAN, ABRIGO Y REFUGIO son necesidades vitales fundamentales, eso es obvio.
Posición social, grandes casinos, mesas de juego, últimas modas, lujosos carruajes, etc., etc., eso no se necesita, eso es
absurdo. En el fondo de toda esta cuestión lo que el ego quiere es satisfacción, goza sintiéndose satisfecho.
El yo busca satisfacción, quiere satisfacción y es apenas normal que busque aquellas sensaciones que pueden darle la
anhelada satisfacción. El EGO quiere sensaciones de riqueza, buenos banquetes, sensaciones de poderío, lujo y vanidad,
todo esto con el único propósito de sentirse satisfecho.
Nosotros debemos comprender muy a fondo la naturaleza de la sensación y de la satisfacción, si es que realmente
anhelamos la disolución del yo.
La sensación y la satisfacción son trabas de la mente. Debemos libertar la mente de esas trabas, y eso sólo es posible por
medio de la comprensión.
Es urgente empezar por comprender en forma íntegra aquellas sensaciones y satisfacciones más familiares.
Es necesario establecer allí, precisamente allí, el cimiento adecuado y preciso para la comprensión.
Necesitamos auto-observarnos, tener conciencia de nuestras propias sensaciones y satisfacciones personales.
Existen muchos tipos de satisfacción y de sensación y por lograr eso, cometemos el error de perder el tiempo
miserablemente dedicados únicamente a conseguir fortuna.
Unos quieren sensaciones de riqueza, poder, mando, etc. Otros quieren sensaciones sexuales, conseguir mujeres y más
mujeres, etc. Son innumerables las sensaciones que conducen inevitablemente a satisfacciones miserables, indignas y
sucias.
Quienes andan en busca de sensaciones sucias, quienes andan en busca de satisfacciones estúpidas, no tienen el menor
inconveniente en explotar a sus semejantes, se vuelven espantosamente crueles y codiciosos, avaros y astutos.
Analice usted querido lector cuáles son las sensaciones que más les gustan, qué tipo de satisfacciones desea. Si usted
querido lector quiere de verdad disolver el yo, se hace necesario que comprenda a fondo y en todos los niveles de la
mente, lo que son sus sensaciones y satisfacciones personales.

La sensación y la satisfacción sirven de fundamento al yo.

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Cuando comprendemos nuestra justa relación con el dinero, termina de hecho el dolor del desprendimiento, y el
espantoso sufrimiento que nos produce la competencia.
No se trata de renunciar al dinero, ni de codiciarlo, lo importante es sabernos relacionar con él, en forma recta.
Nosotros conocimos el caso de un hombre que no tenía jamás dinero, visitaba a las gentes dedicadas a los estudiosos
espirituales, y todas esas gentes le brindaban pan, abrigo y refugio.
Este hombre decía: yo no necesito dinero porque si tengo hambre, cualquier amigo me da de comer, y si tengo sed
cualquiera me da de beber, y si necesito viajar, cualesquiera me regala el pasaje, y si necesito recrearme en algún jardín
me siento en alguna silla para recrearme en él, el jardinero trabaja para mí. El dueño de casa tiene bonitos muebles, para
que yo me siente en ellos, etc., etc., etc.
No hay duda de que este hombre era un tremendo egoísta enamorado de sí mismo, siempre pensó ese hombre en lo que
los demás le brindarían, pero jamás pensó en corresponder, en dar, en hacerle a los demás la vida más grata. Así es como
entre el incienso de la oración también se esconde el delito.
Nosotros no debemos caer en semejantes errores. Lo indispensable es aprender a relacionarnos con el dinero.
Necesitamos dinero para cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas, desgraciadamente la necesidad se transforma en
codicia, hoy en día nuestra relación con el dinero se basa en la codicia.
Debemos aprender a diferenciar las necesidades físicas inmediatas, y las necesidades psicológicas. Es necesario saber
dónde termina la necesidad y donde comienza la codicia.
Hoy en día las gentes no se contentan con pan, abrigo y refugio, quieren conseguir dinero y más dinero para
cosas que no son pan, abrigo y refugio.
El yo psicológico dándose cuenta de su propia vaciedad y miseria, quiere ser grande, y para ello busca dinero
y más dinero.
El codicioso sufre y hace sufrir, se amarga la vida a sí mismo, y se la amarga a los demás.
La codicia es la causa secreta del odio y de las brutalidades de este mundo, muchas veces estas brutalidades suelen
asumir aspectos legales.
Si queremos que se acabe la codicia en el mundo, debemos empezar por acabarla dentro de nosotros mismos, porque
nosotros somos el mundo.
Necesitamos comprender a fondo todos los procesos complejos de la codicia, si es que realmente queremos llegar a la
disolución del yo.
Es urgente comprender en forma íntegra el proceso de la codicia en todos los niveles de la mente. Sólo así podremos
realizar sobre la tierra, el Cristo Social.
Dinero hay mucho, lo malo es que está mal distribuido. A la puerta de los ricos lloran los infelices.
¿Por qué el dinero ha asumido tan inmensa importancia en nuestra vida?, ¿Acaso dependemos
exclusivamente de él para nuestra propia felicidad Psicológica? Todos los seres humanos necesitamos pan, abrigo
y refugio; esto se sabe. Pero, ¿por qué es que esto tan natural y sencillo hasta para las aves del cielo, ha asumido
importancia y significación tan tremenda y espantosa? El dinero ha asumido tal valor exagerado y desproporcionado
porque psicológicamente dependemos de él para nuestro bienestar. El dinero alimenta nuestra vanidad personal, nos da
prestigio social, nos brinda los medios de lograr el poder. El dinero ha sido usado por la mente con fines y propósitos
totalmente diferentes de los que tiene en sí mismo entre las cuales está cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas.

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El dinero esta siendo utilizado con propósitos psicológicos; esa es la causa por la cual el dinero ha asumido
importancia exagerada y desproporcionada.

Es lógico que tenemos necesidad de conseguir dinero para satisfacer nuestras necesidades físicas (para tener pan, abrigo
y refugio) Pero si dependemos del dinero exclusivamente para nuestra propia felicidad y satisfacción personal, entonces
somos los seres mas desgraciados de la tierra. Cuando comprendemos profundamente que el dinero sólo tiene por objeto
proporcionarnos pan, abrigo y refugio, entonces le ponemos espontáneamente una limitación inteligente; el resultado de
esto es que el dinero ya no asume ante nosotros esa importancia tan exagerada que tiene cuando se convierte en una
necesidad psicológica.

Muchas personas piensan que si todo orden de cosas marchase de acuerdo con el partido político al cual
pertenecen, y por el cual luchan siempre, entonces tendríamos un mundo feliz, lleno de abundancia, paz y
perfección. Ese es un concepto falso, porque realmente nada de eso puede existir si antes no hemos comprendido
individualmente el verdadero significado de las cosas. El ser humano es demasiado pobre internamente y por eso
necesita del dinero y de las cosas para su sensación y satisfacción personal . Cuando alguien es pobre
internamente busca externamente dinero y cosas para completarse y buscar satisfacción. Es por eso que el dinero y las
cosas materiales han tomado un valor desproporcionado y que el ser humano este dispuesto a robar, explotar y mentir a
cada instante. A eso se debe la lucha entre el capital y el trabajo, entre patrones y obreros, entre explotadores y
explotados, etc.

Son inútiles todos los cambios políticos sin haber comprendido antes nuestra propia pobreza interior. Pueden cambiarse
una y otra vez los sistemas económicos, puede alternarse una y otra vez el sistema social, pero si no hemos comprendido
profundamente la íntima naturaleza de nuestra pobreza interior, el individuo creará siempre nuevos medios y caminos de
obtener satisfacción personal a costa de la paz de otros.

Es urgente comprender profundamente la naturaleza íntima de este MI MISMO, si es que realmente queremos ser ricos
internamente. Quien es rico internamente es incapaz de explotar al prójimo, es incapaz de robar y de mentir. Quien es
rico internamente está libre de las trabas de la sensación y satisfacción personal. Quien es rico internamente ha hallado la
felicidad.

Necesitamos el dinero, es cierto. Pero es necesario comprender profundamente nuestra justa relación con éste.
Ni el asceta, ni el avaro codicioso han comprendido jamás cuál es nuestra justa relación con el dinero. No es
renunciando al dinero, ni codiciándolo, como podemos llegar a entender nuestra justa relación con éste. Necesitamos
comprensión para darnos cuenta inteligentemente de nuestras propias necesidades materiales sin depender
desproporcionadamente del dinero.

Cuando comprendemos nuestra justa relación con el dinero, termina de hecho el dolor del desprendimiento, y el
sufrimiento espantoso que nos produce la competencia. Debemos aprender a diferenciar entre nuestras necesidades
físicas inmediatas y la dependencia psicológicas de las cosas. La dependencia psicológica de las cosas crea la explotación
y la esclavitud.

Necesitamos dinero para cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas. Desgraciadamente la necesidad se transforma en
codicia. El Yo Psicológico, percibiendo su propia vaciedad y miseria, suele darle al dinero y a las cosas un valor distinto al

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que tiene, un valor exagerado y absurdo. Así es como el Yo quiere enriquecerse externamente ya que internamente es
pobre y miserable. El Yo quiere hacerse sentir, deslumbrar al prójimo con las cosas y el dinero. Hoy en día nuestra
relación con el dinero se basa en la codicia. Alegamos siempre necesidad, para justificar codicia. La codicia es la causa
secreta del odio, y de las brutalidades del mundo. Estas últimas suelen asumir muchas veces aspectos legales. La codicia
es la causa de la guerra y de todas las miserias de este mundo. Si queremos acabar con la codicia del mundo, debemos
comprender profundamente que ese mundo está dentro de nosotros mismos. Nosotros somos el mundo. La codicia de
los demás individuos está dentro de nosotros mismos. Realmente todos los individuos viven dentro de nuestra propia
conciencia. La codicia del mundo está dentro del individuo. Sólo acabando con la codicia que llevamos dentro terminará
la codicia del mundo. Sólo comprendiendo el proceso complejo de la codicia en todos los niveles de la mente, podemos
llegar a experimentar la Gran Realidad.

Es necesario que Ud. tenga tres cosas en la vida: Pan, abrigo y refugio. No debemos estar con hambre:
necesitamos comer. No debemos andar mal vestidos: es necesario vestir muy bien. No es justo vivir toda la
vida pagando alquiler de apartamento: necesitamos tener una buena casa propia. Reflexione Ud. sobre
todo esto. Es urgente que Ud. comprenda la necesidad de vivir mejor sin necesidad de caer en el pecado de
la codicia.

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