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TRAS LA GRACIA DEL REY:

LOS PROCURADORES DE CARACAS


ANTE LA CORONA ESPAÑOLA EN
EL SIGLO XVII

Robinzon Meza y Yuleida Artigas D.

Grupo de Investigaciones sobre Historia de las Ideas en América Latina


Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela
Mérida, 2012
Título de la obra
Tras la gracia del rey: los procuradores de
Caracas ante la Corona española en el siglo XVII.

Autores
Robinzon Meza
Yuleida Artigas Dugarte

Editores
Grupo de Investigaciones sobre Historia
de las Ideas en América Latina (GRHIAL)
Grupo de Investigación sobre Historiografía
de Venezuela (GIHV)
Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico,
Tecnológico y de las Artes de la ULA (CDCHTA)

Hecho el Depósito de Ley


Depósito Legal: lf 23720129004560
ISBN: 978-980-11-1550-2
Diagramación: Deisy Goncalvez

Impreso en Editorial Venezolana, c.a.


Printed in Venezuela
Mérida, diciembre de 2012

Portada
Versión del escudo de armas de Caracas,
hecho en mampostería, único en su forma y
estilo por su elaboración popular, perteneció
a una fuente pública colonial, hoy se encuentra
en el museo del Palacio Municipal de Caracas

Esta investigación fue financiada por el


Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico,
Tecnológico y de las Artes (CDCHTA) de la
Universidad de Los Andes, con el título
“Los procuradores de la provincia de Venezuela
ante la Corte española en el siglo XVII”,
bajo el código H-1216-08-04-C.
Dedicamos a
Guillermo Durand, Cronista de Caracas
por orientarnos siempre sobre la historia
del Municipio e indicarnos la necesidad de
investigar sobre los procuradores en Corte
Índice
Introducción ........................................................................... 7

1. Tradición de la representación venezolana en España ....... 10

2. Gobierno autónomo ante la Audiencia de Santo Domingo .... 21

3. Aspiración a exenciones impositivas ..............…………….… 27

4. Fin del potencial minero de perlas y oro ......…….....……….. 39

5. Propuestas para resolver la carencia de moneda ....….....… 41

6. Dominio sobre la sociedad indígena a través de la encomienda .... 43

7. Necesidad de introducción de esclavos negros ..............….. 52

8. Control de la riqueza ganadera y población de los Llanos ..... 54

9. Vinculación a los circuitos comerciales ……....................... 56

Conclusiones .………………………………………….…................. 61

Fuentes documentales y bibliográficas ………….............…….. 63


Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

Introducción

Desde la segunda mitad del siglo XVI, las élites de las


ciudades principales de Venezuela como Coro, El Tocuyo,
Barquisimeto, Valencia y Caracas, se propusieron que la
Monarquía les prestara una mayor atención, a través de
la actuación de sus procuradores, ante las principales
instituciones de gobierno español, especialmente el Consejo
de Indias. Pese al significado que pudieron tener las gracias
solicitadas en aquella centuria, las élites continuaron en el
siglo XVII discutiendo sobre comercio, encomiendas, esclavos,
piratería, poderes locales y otros aspectos, indicativos de la
relevancia progresiva alcanzada por las ciudades y sus áreas
de influencia, en función de la explotación agrícola de rubros
como cacao, tabaco y cueros, pero que continuaban a las
márgenes del imperio y ansiosas de medidas que consolidasen
la economía y promoviesen una vinculación comercial más
intensa con España y sus otras posesiones, especialmente en el
Caribe y Nueva España. Así, durante el siglo XVII, los Cabildos,
primordialmente el de Caracas, enviaron procuradores ante
la corte española, los cuales no han sido estudiados, siendo
el propósito de este escrito, funcionarios que evidenciaron en
los poderes e instrucciones que les otorgaron, las limitaciones
pero también las potencialidades de Venezuela, no atendidas
suficientemente por las políticas de las instituciones
metropolitanas, orientadas fundamentalmente a regiones de
mayor importancia socioeconómica como México y Perú.
Esos representantes de las ciudades, nombrados por los
Cabildos que con poderes e instrucciones se presentaban a ante
el Consejo de Indias, Audiencias y Virreinatos, con peticiones
que pretendían la resolución de los problemas de las élites

7
Introducción

conquistadoras, con la solicitud de privilegios y prerrogativas1,


fueron regulados por las leyes de Indias, bajo la denominación
de procuradores particulares en la Corte, específicamente en
las leyes I, III, IV y V del Título XI, Libro IV. Las disposiciones
son ambiguas ya que por unas se permitió que los Cabildos
los designasen sin ningún tipo de objeciones, pero en otras
se advirtió de que fuese sólo en casos muy importantes y
bajo licencia de las autoridades superiores. Así se observa
que en cédulas de 1519 y 1528, se dispuso que las ciudades
pudiesen nombrar procuradores con facultades para defender
derechos en el Consejo, las Audiencias y otros tribunales.
Más tarde, en las tres primeras décadas del siglo XVII, se
especifica sobre los que acudían a la Corte de la Monarquía
con poderes e instrucciones de los Cabildos; ordenándose en
1613 que no debían enviarse procuradores a la Corte sino
que los problemas fuesen informados por cartas, las cuales se
estudiarían en el Consejo de Indias y se proveería en cada caso
y si hubiese causales relevantes se permitía el apoderamiento
de procuradores, pero con previa licencia de los funcionarios
e instituciones de Gobierno; pero en 1625 se informó que los
Cabildos podían libremente defender sus derechos a través
de sus procuradores en Corte. Finalmente, por cédula de
24 de marzo de 1692 se prohibieron definitivamente esos
nombramientos.2
En Venezuela, la atención preferente se ha centrado en
la actuación de los procuradores Sancho de Briceño en 1560 y
Simón de Bolívar en 1590, de las que resultaron importantes
privilegios para la provincia de Venezuela, desconociéndose la
gestión de los designados durante el siglo XVII. En específico,
1
Constantino Bayle: Los Cabildos Seculares en la América Española.
Madrid, Sapientia, 1952, Vol. I, pp. 225-251.
2
Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias. Madrid, Boix
Editor, 1841, T. I, pp. 117-118.

8
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

Caracas designó, apoderó e instruyó a diez procuradores a


la Corte, quienes aparecen destacados en este estudio; pero
también remitió poderes a los agentes de negocios del Consejo
de Indias, para que en nombre del Cabildo gestionasen los
asuntos que interesaban a los capitulares, que a su vez
como herederos de los primeros conquistadores apoyaban
los intereses de encomenderos, terratenientes, mineros y
comerciantes.

9
1. Tradición de la representación venezolana en España

1. Tradición de la representación venezolana en


España

1.1. Sancho Briceño (1560) y Simón de Bolívar (1590)


Sancho Briceño fue el primer investido con el carácter de
procurador general ante las instituciones metropolitanas, para
exponer los temas que las ciudades de la provincia de Venezuela
observaban de interés para la consolidación del poblamiento,
ocupación del territorio y sometimiento de la sociedad
indígena. Sus actuaciones se inician en 1560, pretendiendo, de
acuerdo a las instrucciones: efectividad de la evangelización,
designándose más clérigos; afirmación del poder de los primeros
vecinos sobre la sociedad indígena, con un dominio amplio
de las encomiendas; fortalecimiento del gobierno municipal,
otorgándose la prerrogativa de que los alcaldes ordinarios de
cada ciudad pudiesen ejercer el Gobierno en ausencia de los
gobernadores y capitanes generales; impulso de las economías
minera y agrícola, reduciéndose los gravámenes al oro e
introducción de esclavos; y mayor vinculación a los circuitos
comerciales, con el arribo anual de un navío de registro al
puerto de Borburata con rebaja de derechos.3
La élite conquistadora y sus primeros descendientes,
quienes en la última década del siglo XVI habían alcanzado
un mayor dominio del territorio y de la sociedad indígena,
especialmente a partir de la fundación de Caracas en 1567,
plantearán, con una visión mayor, las potencialidades agrícolas
y mineras de un espacio todavía no considerado suficientemente
por la Monarquía. Esto se verá evidenciado en la designación de

3
Guillermo Morón: Historia de Venezuela. Caracas, Italgráfica,
1971, Vol. IV, pp. 228-240.

10
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

Simón de Bolívar en 1589 como procurador, con participación


para ello del gobernador Diego de Osorio y del Cabildo de
Caracas, y consenso de otras ciudades; lo cual habían intentado
en 1588, con poder dado al contador Juan Bautista de Nava
e invitación a las demás ciudades venezolanas, para plantear
de conjunto los problemas.4 Controles directos sobre la
encomienda, introducción de esclavos, reducción de impuestos,
mayor vinculación comercial con España, autonomía frente al
gobierno de la Audiencia de Santo Domingo, estímulos para la
explotación minera, consolidación de la jurisdicción territorial
de la provincia, ventajas para la explotación y circulación de las
perlas, la erección de un hospital y fortalecimiento del puerto de
La Guaira, eran las aspiraciones plasmadas en las instrucciones
dadas al procurador.5 Luego de dos años se recibieron en Caracas
un conjunto de reales cédulas que demostraban la efectividad
de su actuación por las gracias que logró de la Monarquía.6

1.2. Francisco del Castillo Borrego (1593), Juan de


Guevara (1595) y Nicolás de Peñaloza (1596)
Es frecuente, en la historiografía, el señalamiento que lo
alcanzado por Simón de Bolívar se ejecutó, contribuyéndose
con el desarrollo de la provincia; no obstante, el hecho que al
4
Ibídem, pp. 245-270.
5
La elección e instrucciones dadas por las ciudades de Venezuela a
Simón de Bolívar, pueden verse en las Actas del Cabildo de Caracas,
T. I, pp. 85-86, 111-114, 115, 118, 135-145. Las Actas del Cabildo
de Caracas, publicadas por el Concejo Municipal de Caracas entre
1943 y 1997, abarcan desde 1573 hasta 1677, en XV tomos, que en
adelante citaremos, con este título y su respectivo tomo y páginas.
6
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, pp. 187-192, 226, 240-246,
251-253, 280-285, 288-289, 293.

11
1. Tradición de la representación venezolana en España

mismo tiempo de recibidas las cédulas, con las gracias reales,


se discutiera en el Ayuntamiento sobre la necesidad de designar
nuevos procuradores para que continuasen diligencias sobre
idénticas temáticas, ya estudiadas en el Consejo de Indias y
propuestas por Bolívar, indican las dificultades de materializar
todas las aspiraciones. Así, se localizan algunos nombramientos,
poderes e instrucciones entre 1593 y 1596, aunque no siempre
se esté claro, por lo escueto de la documentación, sobre tales
procuradores: Francisco del Castillo Borrego (1593), Juan de
Guevara (1595) y Nicolás de Peñaloza (1596).
Francisco del Castillo fue apoderado el 20 de junio
de 1593, aprovechando que partía para España a gestionar
asuntos propios de sus negocios,7 elaborándose el 4 de agosto
unas instrucciones, en las que se registra particular interés
por la erección de un convento de monjas, con dotación de
recursos, campanas y otros implementos, pero esta institución
enfrentó muchos reveses, pese a la insistencia y aportación
de bienes por Juana Villela y su familia y los informes de
respaldo que elaboró el Municipio;8 no se establecerá hasta
1638, bajo la orden de Santa Clara y el patronato del Cabildo.9
Castillo también planteó las necesidades de Caracas por no
tener moneda, arribar pocos navíos de España y haber decaído
la explotación minera del oro, aspirando se estimulase esta
empresa con la reducción de los impuestos, no exigiéndose

7
Ibídem, T. I, p. 273.
8
Emilio Piriz Pérez: “El convento de la Limpia Concepción de
Caracas (1596-1874)”, en Boletín del Centro de Investigaciones
de Historia Eclesiástica Venezolana, 6 (Caracas, enero-junio de
1991), pp. 68-83.
9
Actas del Cabildo de Caracas, T. III, p. 182, T. VI, p. 57 y Archivo
General de Indias, (en adelante AGI), Santo Domingo, 201. Carta
del Cabildo de Caracas al rey sobre la fundación de un convento
en la ciudad. Caracas, 24 de julio de 1638.

12
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

más de la veintena parte.10 Su actuación debió ser corta, ya que


en 1595 se giraron indicaciones al vecino de Caracas, Juan
de Guevara, quien se hallaba igualmente en España, aunque
no hemos localizado su designación como tal procurador.11 En
la sesión capitular del 8 de enero de 1596, Garcí González
de Silva, síndico procurador de la ciudad, a raíz de creer
necesario la suspensión de la real cédula del 1 de noviembre
de 1591, que reordenaba el cobro de las alcabalas en las
Indias, para el establecimiento de una armada, observaba
como indispensable nombrar un procurador en la Corte, para
suplicar su no ejecución. Además, el mismo González de Silva
expuso sobre otros problemas que debían plantearse al rey,
las cuales una vez discutidas y modificadas se aceptaron y el
15 de abril de 1596, se eligió como procurador a Nicolás de
Peñaloza, comisionando a Juan de Guevara para elaborar las
instrucciones, que no hemos localizado ni tampoco información
sobre su actuación en ese momento.12
En estos tres procuradores, y en otros que le sucederán
en igual cargo o los agentes de negocios del Consejo de Indias
que el Cabildo apoderaba para que actuara en su nombre, como
es el caso de Esteban Adarse de Santander en 1603,13 así como
también en las cartas que el propio instituto municipal remitió
al rey entre 1599 y 1603,14 se observa la recurrencia de asuntos
10
AGI, Santo Domingo, 201. Instrucción de lo que se ha de pedir al
rey que haga merced a los vecinos de la provincia de Venezuela.
Caracas, 4 de agosto de 1593.
11
Ibídem. Instrucción de la ciudad de Caracas de las mercedes que se
han de pedir para la provincia de Venezuela por Juan de Guevara,
residente en la Corte. Sin lugar ni fecha, pero la acompaña nota
de remisión de 1595.
12
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, pp. 434-435.
13
Ibídem, T. II, pp. 119-120.
14
Del AGI, Santo Domingo, 201, ver: 1) Carta del Cabildo de Caracas
al rey sobre los medios necesarios para la conservación y defensa de

13
1. Tradición de la representación venezolana en España

ya conocidos en el Consejo de Indias, e incluso sobre algunos


de ellos se había dictaminado favorablemente, por lo cual se
induce la dificultad para su aplicación; a lo que se agregaba
la necesidad de solicitar prórroga de mercedes concedidas a
Simón de Bolívar, sólo por determinado tiempo; además, no
dejaron de plantear otros asuntos de interés socioeconómico
para las familias de la élite caraqueña. Las recurrencias: no
cobrarse más de la veintena parte del oro que se beneficiase,
regulación del valor de las perlas que corrían como monedas,
arribo anual de dos navíos de las flotas españolas para las
Indias, no designación por la Audiencia de Santo Domingo
de jueces de comisión, introducción de esclavos, exención de
impuestos a los frutos para el propio sustento de los vecinos que
con sus canoas sacaban perlas de Margarita, y la constitución
de los propios del Cabildo. Las novedades: fundación de un
monasterio de monjas con recursos y ornamentación, libertad
de derechos para el producto de los frutos de labranza y crianza
que se exportaban para el Caribe; permiso a los vecinos de
Venezuela para exportar perlas desde Margarita y Cumaná,
consolidación de las estructuras defensivas armando a los
vecinos y fortaleciendo al puerto de La Guaira.

1.3. Nicolás de Peñaloza (1607)


Las necesidades de la provincia fueron de nuevo
expuestas en un memorial redactado por los antiguos
procuradores en Corte: el contador, Simón de Bolívar, y
el regidor Nicolás de Peñaloza, por comisión que les dio el
Cabildo el 14 de julio de 1603, para considerar los asuntos
la provincia. Sin lugar y fecha, pero se ve en el Consejo en 1603 y 2)
Expediente sobre las solicitudes del Cabildo de Caracas. Sin lugar
y fecha, pero la justificación sobre el asunto se hace en Caracas el
17 de abril de 1599 y se ve en el Consejo de Indias en 1604.

14
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

de mayor conveniencia y utilidad para Caracas y sobre


los cuales debía de suplicarse mercedes al rey: defensas
y atarazanas para el puerto de La Guaira, introducción de
esclavos, provisión de monedas y aumento de los recursos
municipales. Además, se advertía la necesidad de requerir
prórrogas de beneficios ya otorgados y cuyos tiempos se
vencían rápidamente: que los frutos de labranza y crianza
no contribuyesen almojarifazgo, que los navíos de registro
no pagasen más de 2,5 % de este impuesto, y que todos los
años, en compañía de la flota de Tierra Firme, arribasen
dos navíos de menor porte. Como se nota, los privilegios
otorgados, al ser temporales, planteó un engorroso
sistema administrativo: primero para que se cumplieran
efectivamente los mismos; segundo, para pedir las súplicas
y designar sus gestores; y tercero para ser vistos en el
Consejo de Indias con la solicitud de nuevos informes, pero
esto conllevaba retrasos.15
Así, el Cabildo de Caracas en 1603 y 1605, otorgó
poderes e instrucciones a Sebastián de Bengoechea16
y a Francisco de Aspe,17 para conseguir se enviasen
a la provincia navíos, con las flotas de Nueva España o
Tierra Firme, pues era notorio que no arribaban los dos
que se tenían ordenados anualmente. Cuestión reiterada
cuando en 1606 se planteaba el vencimiento de la merced
real que autorizaba dicha vinculación comercial, por lo
cual apoderaron a los hermanos Fermín y Bartolomé de
Inurriza para solicitar prórrogas y por sí, despachar dichos
navíos.18

15
Actas del Cabildo de Caracas, T. II, pp. 133-137.
16
Ibídem, T. II, pp. 185-188.
17
Ibídem, T. II, pp. 255-259.
18
Ibídem, T. III, p. 23.

15
1. Tradición de la representación venezolana en España

Desde 160519 y hasta 160720 el regidor del Cabildo de


Caracas, Nicolás de Peñaloza, manifiesta preocupaciones por las
necesidades socio-económicas de la provincia, y de la urgencia
de solventarlas con gestiones efectivas en la Corte, todo ello
vinculado con sus actividades comerciales personales y por tener
que trasladarse a España. Así, logra que se le apodere por varias
municipalidades,21 destacando como problemas fundamentales
de las élites de agricultores y comerciantes, la urgencia de
introducir esclavos negros, sostener una vinculación comercial
con España, introducción de moneda, permanencia de privilegios
en el pago de impuestos y mayor autonomía de gobierno; asuntos
que venían siendo planteados por diversas cartas del Cabildo de
Caracas al rey.22 Peñaloza obtuvo, desde entonces y hasta 1619,
importantes mercedes, en lo que fue la más larga gestión de
representación de Caracas ante la Monarquía española, valga
aclarar que en todo ese tiempo no sólo representó a Caracas,
sino que también atendió sus propios intereses económicos.
En la misma época de actuación de Nicolás de Peñaloza,
por poderes especiales, Martín de Verasayn realizó gestiones
ante el Consejo para que se pudiesen negociar en Venezuela
600 negros y remitir monedas de vellón; así como que la
Audiencia de Santo Domingo no insistiese en la designación
de jueces de comisión.23
19
Ibídem, T. II, pp. 248-251.
20
Ibídem, T. III, pp. 90-91.
21
AGI, Santo Domingo, 201. Poder del Cabildo de Caracas,
designando al Regidor Nicolás de Peñaloza como procurador
general ante la Corte. Caracas, 21 de junio de 1607.
22
Ibídem. Carta del Cabildo de Caracas al rey sobre la necesidad de
esclavos y rebaja de impuestos para poderse explotar las minas.
Caracas, 7 de octubre de 1606.
23
Ibídem. Carta del Cabildo de Caracas al rey sobre necesidades de
la provincia. Caracas, 12 de octubre de 1617, la acompaña otra
carta de Martín de Verasayn al rey. Sin lugar ni fecha, pero tiene

16
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

1.4. Bartolomé Monasterios Ybarguen (1624), Gabriel


Navarro de Campos (1648), Cristóbal Obelmejía
(1656), José Ferriol (1663) y Rui Fernández de
Fuenmayor (1666)
Aproximadamente, a seis años de culminadas las
gestiones del procurador Peñaloza y estar por vencerse las
gracias en materia impositiva y comercial, se designó a
Bartolomé de Monasterios Ybarguen como procurador general
de la ciudad ante la Corte, para continuar defendiendo los
derechos de las élites caraqueñas; pero en su poder se hace
mención muy particular a la querella que debía plantear en
contra del gobernador Diego Gil de la Sierpe por excesos y
delitos cometidos, relacionados con la regulación del régimen
de la encomienda;24 centrando también su preocupación en los
temas económicos, especialmente en los que Caracas requería
para potenciar su economía. El Cabildo también apoderó a
los agentes de negocios en el Consejo de Indias, como Juan
Martínez Calvo,25 para que tratasen los asuntos de Caracas
junto con Monasterios; particularmente, proponer reformas
sobre la composición, rentas y demoras de los indígenas
encomendados. Lo cual se observará en el contexto de la
designación en 1648 y 1650, de Gabriel Navarro de Campos
como procurador de la provincia, con la misión de impedir
regulaciones sobre ese sistema de trabajo.26 Igualmente,
en una actuación de seis años, replanteó aspiraciones que

una resolución del 13 de junio de 1618 y AGI, Santo Domingo, 27-


A. Poder de Alonso García, procurador de Caracas para que Martín
de Verasayn lo represente como tal procurador en el Consejo de
Indias. Caracas, 5 de octubre de 1617.
24
Actas del Cabildo de Caracas, T. V, pp. 269-271.
25
Ibídem, T. V, p. 213.
26
Ibídem, T. VII, pp. 244-245.

17
1. Tradición de la representación venezolana en España

permitiesen superar las limitantes de la economía regional


en cuanto a carencia de numerario, escases de esclavos,
sistema impositivo excesivo y deficiente relacionamiento
comercial; persistiendo las ansias de sostener la autonomía
de Gobierno frente a las injerencias de la Audiencia de Santo
Domingo.
Serán asuntos sobre los que en décadas posteriores
insistirán otros procuradores y gestores en el Consejo de
Indias. Cristóbal Obelmejía se designa por el Cabildo de
Caracas el 16 de septiembre de 1656, estando en España.27
El 4 de noviembre de 1658 se apodera al agente de negocios
del Consejo de Indias, José Ferriol,28 y el 28 de mayo de 1663
se le extiende el nombramiento como procurador general de la
provincia.29 El 7 de diciembre de 1665, el Cabildo aprobó otorgar
poder a Alonso de Herrera para que actuara conjuntamente
con Ferriol o en ausencia definitiva de éste.30 Meses después,
el 17 de septiembre de 1666, autorizó a Ruy Fernández de
Fuenmayor para que solicitase la suspensión de las Demoras
y nuevas imposiciones sobre los indios, buscando los
encomenderos caraqueños continuar disfrutando del tributo
indígena en servicio personal; y para que se sobreseyese los
derechos de la Armada de Barlovento.31 En 1672, se extiende
poder a Francisco Marín Narváez y José Ferriol para que
actuasen como procuradores generales de Caracas ante la
Corte y lograsen la prórroga del encabezamiento de la Alcabala
administrada de manera perpetua.32

27
Ibídem, T. IX, pp. 171-174.
28
Ibídem, T. X, pp. 130-133.
29
Ibídem, T. XI, p. 280.
30
Ibídem, T. XII, p. 126.
31
Ibídem, T. XII, pp. 177-179.
32
Ibídem, T. XIII, pp. 226, 231-232.

18
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

1.5. Juan de Arrechederra (1675)


La procuración de Juan de Arrechederra, designada por
el Cabildo de Caracas el 14 de junio de 1675, derivó de la
defensa del privilegio de que sus alcaldes ordinarios ejerciesen
el Gobierno por ausencia o fallecimiento de los gobernadores
y capitanes generales, sin que en ello interviniese la Audiencia
de Santo Domingo, nombrando gobernadores interinos.33
Arrechederra, quien era encomendero y regidor, también se
preocupó por los intereses de los capitulares sobre el régimen
de la encomienda, el fortalecimiento de los recursos de
propios, la renovación de la administración de la Alcabala por
el Municipio y el dominio sobre uno de los funcionarios más
importantes como eran los alcaldes ordinarios, al pedir y lograr
la merced, de que los regidores pudiesen cada año elegir a uno
de los miembros del cuerpo municipal para dicho cargo.

1.6. José Ramírez Arellano (1688)


En las dos últimas décadas del siglo XVII, seguramente las
ciudades e instituciones de Gobierno, gremios y corporaciones
bajo dominio español, acentuaron sus privilegios de
representación, con lo cual procuradores, gestores y agentes
de negocios debieron figurar como incómodos en las tareas
de administración, legislación y control del Consejo de Indias;
prohibiéndose, en consecuencia, por las Leyes de Indias,
que se continuase con la designación de procuradores ante
las instituciones monárquicas peninsulares, salvo que fuese
por causas excepcionales y relevantes, lo que se mandó a
guardar por cédula de 24 de marzo de 1692.34 En ese contexto
33
Ibídem, T. XIV, pp. 234-236.
34
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Reales Cédulas,
Sección Segunda, T. III, fols. 32-32v. Real Cédula a los virreyes,

19
1. Tradición de la representación venezolana en España

se eligió, el 16 de agosto de 1688, el último procurador, que


sepamos, por Caracas, aunque también llevaba poderes de
otras ciudades,35 José Ramírez Arellano, con la finalidad de
representar los intereses de la provincia ante el Consejo de
Indias, y se realizó en virtud del fallecimiento de otros dos
designados en 1687 y 1688: el sargento mayor y regidor,
Domingo Baltasar Fernández y el depositario general Antonio
Tovar.
Ramírez Arellano llega a España en diciembre de
1689 para cumplir sus funciones y fue aceptado para
que representara los intereses de Caracas.36 Promovió la
rediscusión de lo que en toda una centuria (1590-1690),
habían sido las principales preocupaciones socioeconómicas
y políticas de los caraqueños representados en el Cabildo
y que desde la perspectiva de sus capitulares no se
había resuelto de manera definitiva. Así continuaban:
incomodando los jueces en comisión designados desde la
Audiencia de Santo Domingo, solicitando prebendas para la
afirmación del poder de los criollos sobre las encomiendas
debido a la suspensión, por real cédula de 1687, de los
servicios personales; sostener el dominio en la recolección
de la Alcabala, consolidar las estructuras portuarias y
defensivas de La Guaira; y lograr el arribo de navíos de
las flotas españolas. Otros asuntos novedosos eran: la
audiencias, gobernadores y justicias de Indias, para que se observe
la ley de la Recopilación que dispone que las ciudades, villas y
universidades no envíen procuradores a sus reinos. Aranjuez, 24
de marzo de 1692.
35
AGI, Santo Domingo, 212. Poderes de El Tocuyo, Barquisimeto,
Trujillo y Caracas a José Ramírez Arellano, para que les asista
como procurador en Corte. 1687-1689.
36
Ibídem. Resolución del Consejo de Indias aceptando la solicitud de
José Ramírez Arellano para que represente los intereses de la provincia
de Venezuela como su procurador. Madrid, 4 de marzo de 1690.

20
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

aspiración de que los funcionarios militares no pagarán el


servicio de la media anata y que a negros y mulatos libres
no se les exigiese tributos.37

2. Gobierno autónomo ante la Audiencia de


Santo Domingo

2.1. Rechazo a los jueces de comisión


En la medida que la élite caraqueña consolidaba poder
sobre el conjunto social, quería privilegios de Gobierno más
directos, administrados por sí mismos. Por ello, le incomodaba
la sujeción a la Audiencia de Santo Domingo, pues la provincia
de Venezuela, al estar adscrita a su distrito, sus habitantes
además de acudir a ella en asuntos judiciales, estaban
obligados a aceptar disposiciones gubernativas y mecanismos
controladores de la administración provincial y local. Desde
el Cabildo, se protestó cuando los ministros intervinieron en:
la designación de funcionarios, el dictado de normas propias
de la gestión local, la remisión de agentes fiscalizadores y la
regulación de la estructura y funcionamiento del Municipio.
Desde la gestión de Simón de Bolívar, a menos de tres
décadas de fundada Caracas, ya se avizoraban los asuntos
fundamentales, pues el procurador solicitó que: cuando
faltase alguno de los oficiales reales, la designación temporal
fuese hecha por el gobernador y el otro oficial sin intromisión
37
AGI, Santo Domingo, 201. Los expedientes que por parte de la
ciudad de Caracas y provincia de Venezuela, tiene presentados en
el Consejo su procurador general. Madrid, 22 de enero de 1692.

21
2. Gobierno autónomo ante la Audiencia de Santo Domingo

de la Audiencia; en las causas civiles y criminales que


conociese el gobernador y se apelaren ante la Audiencia de
Santo Domingo, pudiese dictaminar de nuevo el gobernador
y sentenciar definitivamente; no enviase la Audiencia jueces
de comisión, a menos de tratarse de casos muy graves, y en
los que el gobernador se hubiese mostrado remiso en hacer
justicia, en el entendido que dichos jueces causaban molestias
y gastos para los vecinos; las demandas públicas hechas a
los gobernadores y sus tenientes durante las residencias, se
llevasen ante la Audiencia de Santo Domingo y no al Consejo
de Indias, por ocasionar muchos gastos.38
La Monarquía decidió en 1592, por diversas reales
cédulas, acceder al no envío de los jueces de comisión ni
de bienes de difuntos; pero mantuvo a la Audiencia como
máximo tribunal, pues debía continuar conociendo de todas
las apelaciones y cuando se tratase de las residencias tomadas
a los gobernadores, si las sentencias y condenas no llegaban
a mil ducados, debían apelarse ante Santo Domingo, y las
de mayor monto al Consejo de Indias; tampoco autorizó las
facultades pedidas para el nombramiento de los oficiales
reales.39
No obstante, la decisión real, el Cabildo de Caracas
persistió en la denuncia de la fiscalización de la Audiencia por
la designación de los mencionados jueces de comisión, ya que
en mayo de 1593 lo había hecho en Pedro Villafañe, para el
cobro de los bienes de difuntos, más cuando los capitulares
aducían estaba prevenido que el gobernador conociese de esos
bienes;40 similares protestas se suscitaron cuando en junio se
comisionó a Pedro de Castro Hinojosa para tomar residencia

38
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, pp. 284-285.
39
Ibídem, T. I, pp. 187, 240-246.
40
Ibídem, T. I, pp. 228-238.

22
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

al licenciado Diego de Leguizamón, juez de visita de los indios


de la gobernación de Venezuela, a quien tenía que pagar la
ciudad su salario, al no haber encontrado culpables en el
juicio. Derivadas de las protestas, se prohibió de nuevo, por real
cédula de 25 de junio de 1594, a la Audiencia, la utilización de
dichos jueces,41 ello sólo tendría un cumplimiento parcial, ya
que los procuradores de Caracas en España, comenzarían a
insistir en lo perjudicial que resultaba la vigilancia permanente
de los asuntos gubernativos desde la Audiencia de Santo
Domingo.42
El mencionado tribunal, empero, en mayo de 159643
y septiembre de 1605,44 nombró a Jusepe Bañuelos y Juan
Pérez de Córdova, recibiéndoles el Cabildo bajo protesta. De
igual manera, en 1610, Nicolás de Peñaloza, procurador por la
provincia de Venezuela en España, pidió no se dejase a Diego
de Sandoval, presidente de la Audiencia de Santo Domingo,
trasladarse a la provincia para inspeccionar lo dispuesto por
la Corona sobre el servicio personal y buena administración
de los indios; argüía Peñaloza lo costoso que resultaría dicha
visita.45 Siete años más tarde, en octubre de 1617, Peñaloza
solicita ante el Consejo de Indias desistiera en el envío de jueces
de comisión a Venezuela, pues los costos de sus actuaciones
eran elevados y requerían con mucha premura el pago de sus

41
Ibídem, T. I, pp. 313-322, 328-329, 331-369, 415, 419, 492-493.
42
AGI, Santo Domingo, 201. Instrucción de la ciudad de Caracas de
las mercedes que se han de pedir para la provincia de Venezuela
por Juan de Guevara, residente en la Corte. Sin lugar ni fecha,
pero la acompaña nota de remisión de 1595.
43
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, pp. 435-443.
44
Ibídem, T. II, pp. 263-268.
45
AGI, Santo Domingo, 25. Solicitud de Nicolás de Peñaloza para
que la Audiencia de Santo Domingo no remita a Venezuela al
presidente del tribunal como juez. Madrid, 18 de enero de 1610.

23
2. Gobierno autónomo ante la Audiencia de Santo Domingo

obligaciones, y que en caso de que insistieran en su envío


mostraran, por lo menos, mayor ecuanimidad en el cobro.46 En
1618, el Cabildo envió diputados ante la propia Audiencia de
Santo Domingo, insistiendo en la necesidad de que el tribunal
acatase las decisiones reales respecto de que debía inhibirse
en designar funcionarios de vigilancia e inspección.47
Para 1652, por designación de la Audiencia de Santo
Domingo, estaban en la provincia el oidor Fernando Cepeda,
en funciones de juez de comisión y, al parecer, había cometido
graves excesos contra los vecinos; y el fiscal Francisco de
Alarcón Coronado como juez de residencia del gobernador
Francisco Núñez Melián, lo cual llevó al procurador en corte
de Caracas, Gabriel Navarro de Campos, a protestar ante
las intervenciones permanentes del tribunal dominicano,
por lo que el Consejo de Indias resolvió estudiar las cédulas
respectivas sobre los jueces en comisión.48 Sin embargo, los
efectos de las reiteradas prohibiciones eran limitados, puesto
que en 1668 y 1673, se repiten reales cédulas al respecto,
al considerarse que los nombramientos de la Audiencia
se producían por razones leves y elevados salarios.49 De
igual manera, por dos cédulas del 11 de agosto de 1675,50
la Monarquía y a petición del recién designado gobernador
Francisco Alberro, informó a la Audiencia de Santo Domingo
no remitiese más jueces de comisión, debiendo conocer de las

46
AGI, Santo Domingo, 201. Carta del Cabildo de Caracas al rey
para que se prohíba el envío de jueces de comisión a Venezuela.
Caracas, 12 de octubre de 1617.
47
Actas del Cabildo de Caracas, T. IV, pp. 253-255.
48
AGI, Santo Domingo, 201. Petición de Gabriel Navarro de Campos
sobre los jueces de residencia de la Audiencia de Santo Domingo
en Venezuela. Madrid, 7 de diciembre de 1652.
49
Actas del Cabildo de Caracas, T. XIV, pp. 212-213.
50
Ibídem, T. XV, pp. 139-140.

24
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

causas el propio gobernador; salvo por motivo inexcusable y


a costa de quien los solicitase, repitiéndose esto en 168351 y
que tampoco proveyese jueces de residencia para averiguar la
gestión del gobernador.
El procurador por Venezuela, Ramírez Arellano, intentó
lograr una prohibición definitiva a un asunto que desde
hacía casi un siglo atrás, desde 1596, por real cédula de
Felipe II, favorecía a los vecinos de Venezuela, al ordenarle
a la Audiencia de Santo Domingo que no enviase jueces de
comisión, en virtud de los daños que ocasionaban por el costo
que generaba sus traslados y sueldos; aspiraba entonces que
se designasen sólo en casos muy graves, a costa de las partes
que así lo pidiesen, y en cuanto a los casos menos graves,
que fuesen atendidos por la justicias ordinarias. Informaba
también que en 1689 aquella Audiencia había despachado uno
de ellos a la ciudad de Coro, el cual ejecutó abusos contra sus
vecinos, haciéndoles vender a precios ínfimos sus haciendas
para satisfacer sus salarios y los servicios de los jueces que
designó, sin tener jurisdicción alguna.52 Más tarde, en 1691,
la Monarquía levantaba las condenas impuestas por un juez
de visita en la provincia.53
51
AGN, Reales Cédulas, Sección Primera, T. X, fols. 78-80. Real
Cédula a la Audiencia de Santo Domingo sobre no envío de jueces
de comisión a la ciudad de Caracas. Madrid, 4 de septiembre de
1683.
52
Del AGI, Santo Domingo, 201, ver las peticiones del procurador
por Venezuela en Corte José Ramírez Arellano: 1) para que se
obligue a los jueces de comisión de la Audiencia de Santo Domingo
se presenten con su documentación ante el Cabildo. Madrid, 20
de mayo de 1692 y 2) Para que la Audiencia de Santo Domingo no
envíe jueces de comisión. Madrid, 30 de agosto de 1692.
53
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. III, fol. 26. Real
Cédula a la Audiencia de la Española, para que no proceda en las
condenaciones hechas en la visita de la provincia de Venezuela,

25
2. Gobierno autónomo ante la Audiencia de Santo Domingo

La persistencia de los conflictos entre la Audiencia de


Santo Domingo y el Cabildo de Caracas por la designación de
los jueces de comisión, pese a las recurrentes decisiones de
la Monarquía para que cesase esa medida de fiscalización, se
debió, entre otras razones, a las posibilidades que dejaba la
legislación para que ello se produjera en casos de excepción, lo
cual siempre procuró justificar la Audiencia. Las cédulas que
al respecto se recopilaron en las Leyes de Indias, son evidencia
de ello, especialmente en el libro séptimo, título primero en
donde se reguló a los jueces de comisión y a los pesquisidores.
Así en la ley primera que refería cédulas de 1569, 1572 y
1591, establecía que las Audiencias no proveyesen jueces de
comisión para sus distritos y remitiesen el conocimiento de las
causas a gobernadores, corregidores y alcaldes, si no fuese en
casos inexcusables y a costa de las partes que los pidiere y con
salarios moderados; pero en la ley IV que recogía lo dispuesto
por cédulas de 1531 y 1596 disponía que las Audiencias
pudiesen proveerlos fuese justo y conforme a derecho.54

2.2. Gobierno político de los alcaldes ordinarios de


Caracas
Trascendental para el poder del Cabildo fue el conflicto
con motivo del nombramiento, por la Audiencia de Santo
Domingo, de Juan de Padilla Guardiola y Guzmán, en
sustitución de Francisco Dávila Orejón, quien había fallecido.
Al presentar los títulos ante el Cabildo, los capitulares se
negaron a recibirlo y darle posesión del cargo, amparándose

por el juez que ella designó, si no hubiese apelación entre las


partes. San Lorenzo, 30 de septiembre de 1691.
54
Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias…, T. II, p.
310.

26
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

en la real cédula del 8 de diciembre de 1560, que preveía


el ejercicio del Gobierno por los alcaldes ordinarios, en sus
respectivas jurisdicciones e interinamente, cuando faltasen los
gobernadores y hasta tanto no hubiese nueva provisión real.55
Ambas partes, defendieron derechos, ya que la Audiencia se
fundamentaba en una cédula del 30 de octubre de 1591, que
le facultaba a designar gobernadores interinos. Luego de una
hábil actuación del procurador Arrechederra ante el Consejo de
Indias, se obtuvo por real cédula del 18 de septiembre de 1676,
el privilegio de que los alcaldes ordinarios de Caracas, ante la
ausencia de los gobernadores, podían ejercer interinamente el
Gobierno para toda la provincia, sin que la Audiencia pudiese
remitirlos.56 Siendo suprimido por la dinastía borbónica en
cédula del 14 de septiembre de 1736.57

3. Aspiración a exenciones impositivas

3.1. Almojarifazgo
Venezuela, desde la década de los ochenta del siglo
XVI, gozaba de privilegios respecto del pago del impuesto de
Almojarifazgo, que gravaba a las transacciones en los puertos
tanto de importación y exportación constituyendo uno de

55
Actas del Cabildo de Caracas, T. XIV, pp. 203-266.
56
Ibídem, T. XV, pp. 164-169.
57
Joaquín Ramírez: La lucha de los alcaldes por el gobierno de la
provincia. El formidable pleito entre el licenciado Juan de Padilla y
Guardiola y el Cabildo caraqueño de 1675. Caracas, Banco Central
de Venezuela, 1975.

27
3. Aspiración a exenciones impositivas

los ramos principales de ingresos de la Real Hacienda, como


cancelar sólo el 2,5% sobre las mercancías y frutos procedentes
de España; y, desde principios del siglo XVII, no exigirse ese
derecho sobre los frutos de crianza y labranza cuando eran
exportados a otros territorios de las Indias. Así, por ejemplo,
el procurador Bolívar logró la cédula de 1592 que prorrogaba
el primero de ellos por seis años.58 La gestión de Peñaloza en
la materia fue de interés, puesto que a partir de la segunda
década del siglo XVII consiguió, aduciendo las tradicionales
argumentaciones de las élites, de pobreza, asedio de piratas y
ocupación en la conquista de la sociedad indígena, prorrogar
las cédulas que estipulaban esos beneficios.59 Es evidencia de
ello las del 11 de junio de 1615 y 29 de diciembre de 1620
que las concedieron por seis años más.60 Lo mismo gestionó
el procurador Monasterios en 1624, 1628 y 1634, al aspirar
que las prórrogas se hiciesen por diez o doce años; bajo las
continuas argumentaciones de pobreza, decadencia en la
producción de cacao y la necesidad de acudir al sometimiento
de los indígenas.61 En este sentido, el Consejo de Indias solicitó
informe al gobernador, quien lo entregó el 11 de enero de 1635,
justificando la prórroga por la decadencia de la producción del

58
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, p. 226.
59
Ibídem, T. IV, pp. 85-88, 127-129.
60
Del AGN, Sección Reales Cédulas, Sección Primera, Tomo I, ver las
cédulas en los folios que a continuación se indica: 1) fols. 5-7. Real
Cédula por la que se prorroga la merced, a la provincia de Venezuela,
de que las mercancías y otras cosas introducidas desde España sólo
llevasen 2,5% de almojarifazgo. Valladolid, 11 de julio de 1615 y 2)
fols. 10-12. Real Cédula de prorrogación de la merced a los vecinos
de Venezuela de que las mercaderías y cosas que se introdujesen
desde España en la provincia no pagasen más de 2,5% de derechos
de almojarifazgo. Madrid, 29 de diciembre de 1620.
61
Actas del Cabildo de Caracas, T. V, pp. 83-85.

28
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

cacao, que tanta pobreza había llevado a la provincia,62 aunque


es de señalar que esto era un asunto meramente coyuntural.
Prevalecer en el goce de esta disminución era de gran interés
para los vecinos comerciantes de Venezuela, por lo que el 23
de abril de 1646, antes del vencimiento de la prórroga anterior,
el Cabildo a través de su representación en Corte, realizó la
misma petición.63 No obstante, un hermano del procurador
Navarro de Campos, informó al Cabildo en 1656, que la gracia
sobre el Almojarifazgo no se había podido seguir disfrutando
en virtud de que el rey había mandado, por real cédula de
1651 que los gobernadores y oficiales reales informasen sobre
el tema y pese haberse elaborado las noticias necesarias, no
se había obtenido decisión final del Consejo de Indias.64
El significado del disfrute de una tasa moderada en el
impuesto del Almojarifazgo, para el beneficio que dejó a los
criollos productores y comerciantes de cacao, especialmente
desde la década de los 30, cuando se expande el comercio
de este producto hacia Nueva España, se nota en los
pocos recursos que por su concepto ingresaron a las Cajas

62
Las gestiones sobre la gracia de Almojarifazgo realizadas por el
procurador de Caracas en la Corte, Bartolomé de Monasterios,
pueden verse en el AGI, Santo Domingo: 1) Leg. 27-A. Solicitud
para que se prorrogue por diez años la merced sobre derecho de
Almojarifazgo. Madrid, 8 de mayo de 1628, 2) Leg. 201. Solicitud
para que los frutos exportados de Venezuela a España, paguen
sólo la mitad de derechos. Madrid, 8 de julio de 1624, 3) Leg.
201. Petición para prorrogar la rebaja de pago de derechos de
Almojarifazgo. Madrid, 6 de agosto de 1624, 4) Leg. 201. Petición
de la provincia de Venezuela sobre prórroga del Almojarifazgo.
Madrid, 4 de febrero de 1634 y 5) Leg. 201. Expediente sobre el
derecho de Almojarifazgo. Madrid, 10 de septiembre de 1634.
63
AGI, Santo Domingo 201. Solicitud del Cabildo de Caracas de
prórroga del 2% de Almojarifazgo. Madrid, 23 de abril de 1646.
64
Actas del Cabildo de Caracas, T. IX, pp. 88-89.

29
3. Aspiración a exenciones impositivas

Reales, por lo que no extraña que la Monarquía entonces


insistiese en pechar la producción para la defensa de la
provincia.
Cuando Caracas inició su estabilidad como asentamiento
urbano y económico social, el Almojarifazgo se convirtió en uno
de los principales rubros de la Real Hacienda, para los años
de 1581 a 1593 ingresaron por su concepto 23.748 pesos, un
29,56 %, del total de 80.340 pesos; de 1594 a 1600, ingresaron
9.943 pesos, sólo el 7,95 % del total de 125.018 pesos. Luego,
aunque continúa siendo uno de los rubros importantes, será
desplazado por los que se recaudaban por concepto de defensa:
de 1600 a 1650 ingresaron por Almojarifazgo a las Cajas Reales
73.884 pesos, 8.94% del total de 826.453 pesos; mientras que
la Armada y Armadilla, que inició su recaudación hacia 1630
aportó sólo 5,57 % es decir 46.033 pesos. De 1650 a 1700
por Almojarifazgo el aporte fue de 400.863 pesos, 16,80 %
del total de 2.386.092 pesos, mientras que la Armadilla era el
principal con 454.789 pesos, 19,06 % del total.65

3.2. Alcabala
Otro de los impuestos que gravaban a los vecinos de las
provincias americanas bajo dominio español, era la Alcabala,
exigida sobre todas las ventas a un 2%; en Venezuela el ingreso
era deficiente y su recaudación dificultosa, conllevando a que por
real cédula del 4 de agosto de 1596, se ordenase al gobernador,
que procurase que todas las ciudades tomasen en encabezamiento
las alcabalas por un tiempo limitado. En virtud de ello, el Cabildo
de Caracas se involucró en su administración, a partir de 1600, lo

65
Fabricio Vivas: “La economía colonial”, en Pedro Grases
(Coordinación): Los tres primeros siglos de Venezuela. 1498-1810.
Caracas, Fundación Mendoza, 1991, pp. 440-450.

30
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

cual aprobó el Consejo de Indias por 9 años, con un canon de 4.000


reales, pagados en oro, plata o perlas; pero ante la observación
de los capitulares de ausencia de metales preciosos, la misma se
aceptaba en frutos o en la propia especie que se contrataba.66 Para
1612, el Cabildo interviene directamente en la designación de los
administradores y en el dictado de las ordenanzas que regulaban
la recolección del impuesto, lo que se convirtió en costumbre,67
confirmada en 1652, ante las intromisiones de gobernadores y
oficiales reales, en el asunto.68
En 1624, el gobernador Juan de Meneses prorrogó
nuevamente el pago de las alcabalas por encabezamiento a un
costo de 6.600 reales anuales, por cuya razón, en enero de 1625,
el procurador Monasterios pidió confirmación real de dicha
prórroga, en virtud de haberse cumplido el tiempo de los 9 años
otorgados del encabezamiento de las alcabalas. Según la opinión
del fiscal, la solicitud no debió aprobarse, puesto que el gobernador
no tenía facultades para intervenir en el asunto y habían variado
las condiciones que existían en 1596, pedía entonces la remisión
de información sobre los valores de las Cajas Reales. Al respecto,
la Monarquía, por real cédula del 30 de enero de 1625, aprobó
la súplica hecha por Monasterios a favor de la provincia.69 Algo
similar ocurrió en 1631, pues el mismo procurador quería una
66
Actas del Cabildo de Caracas, T. II, p. 120.
67
Ibídem, T. IV, pp. 7, 15, 24, 94, 214, 287, 324.
68
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. I., fols. 108-109. Real
Cédula al gobernador y oficiales reales, para que guarden al Cabildo
de Caracas, la costumbre de nombrar jueces administradores y
receptores de la alcabala. San Lorenzo, 24 de octubre de 1652.
69
AGI, Santo Domingo, 201. Resolución sobre solicitud del procurador
Bartolomé Monasterios, para prorrogar el encabezamiento de
las Alcabalas. Madrid, 11 de noviembre de 1624 y AGN, Reales
Cédulas, Sección Segunda, T. I, fol. 29. Real Cédula de aprobación
de prórroga del encabezamiento de la alcabala por el gobernador
Juan de Meneses. El Pardo, 30 de enero de 1625.

31
3. Aspiración a exenciones impositivas

extensión de 12 años, a lo cual ya había accedido el gobernador


Francisco Núñez Melean, por 6 años, de nuevo la Fiscalía del
Consejo de Indias demandó información, al considerar debía ser
mayor el monto a cancelar por dicho impuesto.70 En 1641, a raíz
del terremoto de Caracas se suspendió por merced real y por un
tiempo el cobro de la Alcabala.
El disfrute del pago de las alcabalas de la provincia, por
el sistema de encabezamiento, era prioritario para sus vecinos
y capitulares, desde el inicio del siglo XVII, pese a que en esta
época en las sesiones capitulares hubo manifestaciones de la
dificultad para reunir el monto del mismo y de la incomodidad
que representaba para los cabildantes la obligación de
satisfacerlo, debiéndose hacer repartimientos entre todos
los vecinos. Ante los inconvenientes de recaudar los 800
ducados, los oficiales reales pujaban por la necesidad de
otra manera para exigir el impuesto.71 De manera que, pese
a las quejas, debió resultarle beneficioso a comerciantes
y cosecheros dominar la Alcabala por encabezamiento,72 ya
que se encomendó al procurador Navarro de Campos para
que en 1653, la solicitara por veinte años más, alegando el
beneficio que dicho mecanismo les proporcionaba, en virtud
de las penurias económicas que enfrentaban sus vecinos por
70
Del AGI, Santo Domingo, 201 ver: 1) Dictamen del fiscal del
Consejo de Indias sobre prórroga del encabezamiento de Alcabalas
de Caracas, como solicita el procurador Bartolomé Monasterios.
Madrid, 11 de marzo de 1631 y 2) Sesión del Consejo de Indias
sobre prórroga del encabezamiento de Alcabalas de Caracas.
Madrid, 8 de octubre de 1636.
71
Actas del Cabildo de Caracas, T. V, pp. 52-53, 99, 121, 322-323;
T. VI, p. 308 y T. VII, pp. 3-5, 12, 20, 30, 32, 42-44, 179-180, 275-
276, 283-284, 331-337.
72
AGI, Santo Domingo, 201. Expediente de prórroga del
encabezamiento de Alcabalas de Caracas. Madrid, 18 de marzo de
1646.

32
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

el terremoto que azotó a Caracas en 1648, las enfermedades


de viruela y peste que ocasionaba la muerte de mano de
obra esclava e indígenas, el asedio de sus costas por piratas
franceses en 1651, entre otras dificultades que condicionaban
su recuperación económica.73 El Consejo de Indias fue de la
opinión que se les concediera la prórroga, sólo por cuatro
años, como se venía realizando últimamente.
Como se nota, no había acuerdo posible entre las
necesidades de la Real Hacienda y la negativa de las élites a
pagar impuestos, las instituciones metropolitanas sabían de
ello, razón por la cual para conceder las nuevas extensiones,
y por más tiempo, porque ahora se solicitaba por 20 años,
se pidió informes, que por cierto el Cabildo no realizó
puntualmente.74 Los oficiales reales si indicaron de lo poco
que se percibía con el derecho de Alcabala por el sistema
de encabezamiento, considerando que una administración
directa podía rendir recursos superiores, más cuando era
notable el desarrollo de la economía cacaotera, sobre todo
si se tomaba en cuenta las dificultades para recaudar lo
que la Monarquía requería, especialmente para satisfacer
la defensa de la provincia. El Ayuntamiento, pese a las
dificultadas manifestadas para el buen manejo y recolección
de la Alcabala,75 quería sostener su administración; en

73
Actas del Cabildo de Caracas, T. VIII, pp. 230-236 y AGI, Santo
Domingo, 201. Expediente sobre solicitud del procurador Gabriel
Navarro de Campos de prorrogar por 20 años el encabezamiento
de las alcabalas. Madrid, 19 de enero de 1635.
74
Actas del Cabildo de Caracas, T. X, pp. 137-138.
75
Ibídem, T. XI, p. 161 y XII, pp. 113-115, 118-119, 164-165, 226,
283, 287, 292, 319.

33
3. Aspiración a exenciones impositivas

1656,76 1660,77 166578 y 1672, se informó de la concesión


de otras prórrogas, conservándose las costumbres sobre el
asunto, pero siempre exigiéndose noticias de lo que podían
producir, pero las instituciones hacendísticas locales y las
metropolitanas estaban claras que con el desarrollo de la
economía cacaotera, en el último cuarto del siglo XVII, podía el
Estado hacer una recaudación mayor,79 y por ello se muestran
interesadas por la administración a cargo de los propios
oficiales reales80 o en un arrendamiento próspero, aunque el
Cabildo pugnó por seguir controlando su encabezamiento e
incluso propuso en 1681 se suspendiese su cobro en virtud
de los efectos negativos causados a la producción y comercio
por el asedio de piratas en las costas.81 Todo sin éxito, pues
en 1692 el procurador Ramírez Arellano pidió la prórroga, y

76
Ibídem, T. XI, pp. 65-68, 72-73.
77
Ibídem, T. XII, pp. 215-216, 221.
78
AGI, Santo Domingo, 201. Carta del Cabildo de Caracas al rey
sobre exoneración del derecho de Alcabala. Caracas, diciembre de
1665.
79
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. VII, fols. 25-26. Real
Cédula a la ciudad de Caracas, informando la prórroga por 6 años
más del encabezamiento de las alcabalas en 800 ducados, por
cada uno de ellos. Madrid, 6 de agosto de 1672.
80
Del AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. VII, ver los fols.
que a continuación se indican: 1) fols. 141-142. Real Cédula a los
oficiales de la Real Hacienda de Caracas, para que continúen en el
cobro de las Alcabalas para el fomento de la provincia. Madrid, 1
de junio de 1683; 2) fols. 178-179. Real Cédula a los oficiales reales
de Caracas, por la que se responde comunicación sobre el estado
de la administración de la alcabala. Buen Retiro, 6 de noviembre
de 1686; y 3) fol. 238. Real Cédula a los oficiales reales de Caracas
para que informen lo que importa anualmente el encabezamiento
de las alcabalas. Madrid, 25 de noviembre de 1690.
81
AGI, Santo Domingo, 201. Carta del Cabildo de Caracas al rey sobre
suspensión del cobro de la Alcabala. Caracas, 19 de septiembre de 1681.

34
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

en 1694 la Monarquía instruyó a los oficiales reales para que


lo cobrado y lo que se debiere del derecho de Alcabala, fuese
liquidado,82 y se arrendasen.83 A partir de entonces, el interés
de la Monarquía, aparece centrado en un mayor control
y rendimiento de la contribución y entre 1697 y 1702, se
hicieron las diligencias para su arrendamiento.84

3.3. Armada y Armadilla


De los impuestos más cuantiosos que se exigieron en la
provincia de Venezuela, estaban los destinados a la defensa de
ella y el conjunto del Caribe, la sociedad caraqueña siempre
procuró dilaciones, rebajas y exenciones de los mismos. Es
de consideración que en la primera mitad del siglo XVII,
las erogaciones para defensa y similares, más las remesas

82
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. III, fols. 130-132. Real
Cédula por la que se ordena a los oficiales reales de Caracas lo
que deben ejecutar para liquidar lo cobrado y lo que se debiere del
derecho de alcabalas. Madrid, 30 de diciembre de 1694.
83
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. VII, fols. 267-268.
Real Cédula a los oficiales de Real Hacienda de la provincia de
Venezuela, para que arrienden las alcabalas de la ciudad de
Caracas. Madrid, 30 de diciembre de 1694.
84
Del AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, ver los tomos y folios
siguientes: 1) T. IV, fols. 29-30. Real Cédula al gobernador y
capitán general de la provincia de Venezuela, ordenando lo que
debe ejecutarse en el remate de las alcabalas pertenecientes a la
Real Hacienda de la provincia. Madrid, 27 de noviembre de 1697;
2) T. V, fols, 79-79v. Real Cédula al gobernador y capitán general
de la provincia de Venezuela, aprobando el arrendamiento de la
alcabala de tierra, debiendo acudir las partes para su confirmación.
Madrid, 20 de septiembre de 1702; y 3) T. V, fols. 143-143v. Real
Cédula al gobernador y capitán general de Venezuela para que
continúe controlando el derecho de alcabala. Salvatierra, 10 de
mayo de 1704.

35
3. Aspiración a exenciones impositivas

remitidas a la metrópoli por concepto para la guerra, montó


393.407 pesos, de un total de gastos generales de la hacienda
de 856.528 pesos; es decir, un 46 por ciento.85 Mientras que
en la segunda mitad del siglo XVII, se convirtió en el principal
rubro de los ingresos de las Cajas Reales venezolanas, como ya
explicamos al tratar de la evolución de otro de los impuestos
relevantes al comercio como era el Almojarifazgo.
En el cabildo del 8 de enero de 1596, Garcí González
de Silva, procurador de la ciudad, a raíz de creer necesario
la suspensión de la real cédula del 1 de noviembre de 1591,
que reordenaba el cobro de las alcabalas en las Indias para
el establecimiento de una armada, observaba como necesario
nombrar un procurador en la Corte, para suplicar su no
ejecución. Luego, en 1628 se rechazó por el Cabildo un mandato
del gobernador Juan de Meneses, que disponía la exigencia de
lo tasado por el presidente de la Audiencia de Santo Domingo,
en obedecimiento y ejecución de una real cédula, sobre los
frutos exportados de la provincia, para mantener una armadilla,
que resguardase las costas de piratas.86 Aunque el Cabildo
representó al rey sobre los males de esos gravámenes, se empezó
a cobrar en 1630 bajo la denominación de Armadilla.87 En 1635
la Monarquía pretendió la creación de una flota más poderosa
bajo la denominación de Armada de Barlovento, modificándose
el sistema impositivo de defensa: “Quedó eliminada la Armadilla

85
Eduardo Arcila Farías: Hacienda pública y comercio de Venezuela
en el siglo XVII: 1601-1650. Serie Proyecto Hacienda Pública
Colonial Venezolana. Caracas, Banco Central de Venezuela, 1988,
Vol. V, p. 30.
86
Actas del Cabildo de Caracas, T. VI, pp. 250-270.
87
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. I, Fol. 40. Real Cédula
al gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, en la
que se informa lo que ha de hacerse en el mantenimiento de una
armadilla que defiende las costas. Madrid, 10 de mayo de 1630.

36
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

y con ella el impuesto respectivo, creándose en sustitución


un nuevo impuesto con el nombre de la Nueva Armada, que
recaía sobre las mercancías de entrada y salida, a razón de
2 reales sobre cada fanega de cacao y 2 por ciento sobre el
valor de los demás efectos… Sin embargo esta Armada no
llegó a constituirse en esa oportunidad, no obstante haberse
continuado la recaudación del impuesto…”.88 En la década
de 1640, el Cabildo, a raíz de un aumento de las exacciones
por concepto de Armadilla, realizado en 1641 por el contador
Melchor del Candano, protestó aduciendo el miserable estado
de la provincia,89 logrando mantenerlos como antiguamente,
por la cédula ganada del 3 de mayo de 1642.90 Pero desde 1645,
cuando otorga poderes a los agentes de negocios Gregorio de la
Vega y Juan de Solís91 y en 1650 al procurador en Corte Gabriel
Navarro de Campos, se continuó protestando las intenciones de
los oficiales reales, de hacer una exacción mayor,92 consiguiendo
este procurador fuese relevada a los vecinos y a los forasteros,
pero en 1657 se discutió en el Cabildo que ella se exigía a estos
últimos para la fortificación del puerto de La Guaira.93
Desde la década de 1660, la Monarquía proyectó
otra gran armada, exigiéndose nuevos aportes;94 con

88
Eduardo Arcila Farías: Hacienda y comercio de Venezuela en el
siglo XVII…, p. 159.
89
Actas del Cabildo de Caracas, T. VIII, p. 31.
90
Ibídem, T. VIII, p. 32.
91
Ibídem, T. VII, pp. 128-129.
92
Ibídem, T. VIII, pp. 28-35, 44-45.
93
Ibídem, T. IX, pp. 223-224.
94
AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. I, Fols. 73-74. Real
Cédula a los virreyes, presidentes, gobernadores y oficiales de
Real Hacienda, para que envíen cuando sea posible los efectos y
contribuciones que están destinados a la formación de la armada.
Madrid, 12 de enero de 1666.

37
3. Aspiración a exenciones impositivas

las consecuentes inconformidades para agricultores y


comerciantes, quienes por intermedio del Ayuntamiento
de Caracas y en poder del 17 de septiembre de 1666 a Ruy
Fernández de Fuenmayor, piden se sobresea los derechos
de la Armada de Barlovento.95 En 1672, las instituciones
metropolitanas ordenan a los oficiales reales presentar
informes detallados del sistema impositivo venezolano y que
pusiesen especial cuidado en la administración y cobranza
de los derechos para esa organización marítima defensiva;96
los cuales, desde la perspectivas del instituto municipal eran
altos, más si se consideraba el poco beneficio que tenían,
ya que las fragatas que conducían el cacao y las propias
haciendas eran atacadas por piratas, por lo que aspiraban una
armada particular de dos navíos para las costas venezolanas;
a lo que accedió la Monarquía, en 1676;97 aunque quizás fue
de efectos limitados, ya que en 1692 el procurador Ramírez
Arellano expuso las necesidades de ayuda por el asedio de
los holandeses a las haciendas de cacao ubicadas en sus
costas,98 y desde España se insistía a principios del siglo
XVIII en tener noticias precisas sobre las embarcaciones de
guardacostas venezolanos.99
95
Actas del Cabildo de Caracas, T. XII, pp. 177-179.
96
AGN, Reales Cédulas, Sección Primera, T. I, Fols. 35-38. Real
Cédula a los oficiales reales de Caracas ordenándoles se ponga
cuidado en la administración y cobranza en los efectos aplicados
para la Armada de Barlovento y que envíen relación por menor
de los impuestos de la provincia y lo que montan anualmente.
Madrid, 10 de febrero de 1672.
97
Actas del Cabildo de Caracas, T. XV, pp. 144-145.
98
AGI, Santo Domingo, 201. Los expedientes que por parte de la
ciudad de Caracas y provincia de Venezuela, tiene presentados en
el Consejo su procurador general. Madrid, 22 de enero de 1692.
99
Del AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, ver los tomos y folios
siguientes: 1) T. V, fols. 43-44. Real Cédula al gobernador y capitán

38
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

4. Fin del potencial minero de perlas y oro


La explotación de perlas, oro, cobre y sal constituyeron
actividades mineras esenciales que contribuyeron con el
asentamiento de población e impulso de la economía en la
provincia de Venezuela, durante buena parte del siglo XVI.
Por ello, a través de Sancho Briceño y Simón de Bolívar,
los Cabildos procuraron se sostuviese esas explotaciones,
especialmente de perlas y oro, con la reducción de gravámenes
y la introducción de esclavos. Eran, para el principio del
siglo XVII, sólo ilusiones, puesto que su ciclo fundamental
había terminado y la base de la economía se sustentaría en la
agricultura, principalmente de cacao y tabaco.100
La provincia de Venezuela no era productora de
perlas, pues las pesquerías de ellas se encontraban en las
jurisdicciones de Margarita y Cumaná, principalmente; pero
los caraqueños estaban muy involucrados en su laboreo
y su circulación como moneda, las hacía un asunto de
relevancia para las instituciones locales. Las instrucciones de
los capitulares a los procuradores de finales del siglo XVI y
principios del XVII, hacían referencia a: la reducción de los
impuestos a la explotación de las perlas, de un quinto a una
décima parte; que el maíz y otros frutos que se sacasen de
Caracas para Margarita y Cumaná, utilizados para el sostén
de los tripulantes de canoas, que trabajaban en la extracción
general de la provincia de Venezuela solicitándole noticias sobre
los guardacostas para el resguardo de la provincia. Barcelona, 15
de marzo de 1702 y 2) T. VI, fols. 35-38. Real Cédula, ordenando
al gobernador y capitán general de Venezuela, la fabricación y
mantenimiento de dos embarcaciones para guardacostas. Madrid,
23 de febrero de 1707.
100
Fabricio Vivas: “La economía colonial…”, pp. 389-391 y Eduardo
Arcila Farías: Economía colonial de Venezuela. 2a ed. Caracas,
Italgráfica, 1973, T. I, pp. 179-184.

39
4. Fin del potencial minero de perlas y oro

de perlas, no pagasen derechos durante veinte años, pues se


trataba de una concesión real otorgada en 1592, por ocho
años, debido a las actuaciones del procurador Simón de
Bolívar;101 quien también en la misma fecha consiguió que
los vecinos que tuviesen canoas para sacar perlas pudiesen
quintarlas en Caracas y no se embargasen sus canoas o
esclavos, por concepto de las deudas que contrajesen;102 y
consolidar la jurisdicción territorial en Río Hacha y Cabo de la
Vela103 e incluso tenerla en zonas de Cumaná, pues querían se
confirmase el derecho de los vecinos de Venezuela a exportar
perlas desde Margarita y Cumaná.104
Durante el siglo XVI, el beneficio del oro fue la actividad
económica de mayor importancia, primero por el despojo a la
sociedad indígena y luego por el aprovechamiento de minas, en
la medida del avance colonizador en el interior de la provincia,
como en el caso de Buría y alrededores de Caracas. Las
posibilidades de continuar con ello a principios del siglo XVII,
cuando ya eran de poco éxito, pero aún con ciertas expectativas,
las cifró el Cabildo de Caracas y el procurador Nicolás de
Peñaloza en 1606, en la introducción de esclavos, como ya
explicamos, y en la rebaja de impuestos, particularmente
solicitaban se prorrogase la merced obtenida en 1570, cuando
se iniciaba con bastante éxito la explotación de oro en Caracas,
de pagar sólo la veintena sobre el mineral que se beneficiase
en la provincia, y de la cual disfrutaron varias prórrogas en
el siglo XVI;105 de nuevo la concedió el Monarca en cédula del
101
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, p. 293.
102
Ibídem, T. I, pp. 288-289.
103
Ibídem, T. I, p. 137.
104
Ibídem, T. I, p. 141.
105
AGI, Santo Domingo, 201. Carta del Cabildo de Caracas al rey
sobre la necesidad de explotar las minas en la provincia. Caracas,
7 de octubre de 1606.

40
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

18 de julio de 1607, pero entonces la producción de oro y el


producto que pagaban a las cajas reales era insignificante.106
En efecto, desde la fundación de Caracas, esta ciudad
y sus regiones de influencia se convirtieron en las principales
productoras de oro, hasta comienzos de la última década
del siglo XVI, cuando la actividad inició su decadencia. El
oro recolectado en toda la provincia entre 1568 y 1592, dio
para fundir 119.995 pesos de oro. Pero entre 1593 y 1619,
la fundición de Caracas sólo llegó a 9.814 pesos; en adelante
fueron escasas las fundiciones y el valor declarado.107

5. Propuestas para resolver la carencia de


moneda
Desde mediados del siglo XVI, se hacía evidente en
todas las ciudades de Venezuela la carencia de circulante
y las dificultades que ello representaba para la economía.
Desde la procuración de Simón de Bolívar y en las posteriores
instrucciones a Francisco del Castillo, Juan de Guevara y
Nicolás de Peñaloza, se planteó la regulación de las perlas
que corrían por moneda, ante la ausencia de ésta. De hecho,
el Cabildo quería se confirmase una ordenanza municipal de
1589, que disponía que corriesen por monedas las perlas, a
razón de 16 reales de plata cada peso de oro. A principios del
siglo XVII, entre los objetivos del Cabildo con sus procuradores
ante el Consejo de Indias, estaba lograr que se monetizase
la economía de la provincia, enviándose desde España 4.000

106
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, pp. 226-291.
107
Fabricio Vivas: “La economía colonial…”, pp. 390-391.

41
5. Propuestas para resolver la carencia de moneda

ducados en reales sencillos, más cuando se empezó a notar


la falta de perlas y la decadencia de la minería de oro;108 tanto
que apareció el lienzo como un tipo de moneda regional y
las transacciones se hacían por trueque en base a la harina,
algodón y zarzaparrilla e incluso la Real Hacienda se convirtió
en gran depósito de mercaderías, pues los impuestos se
pagaban en su gran mayoría en especie.109
El 10 de noviembre de 1616 el procurador Nicolás de
Peñaloza solicitó que se permitiera la acuñación de moneda
de vellón, en virtud de la existencia de minas de cobre en la
provincia. El fiscal del Consejo de Indias lo recomendó para
facilitar el comercio, pero la misma sólo podría ser utilizada y
tener valor en sus límites. El expediente fue enviado al Consejo
el 22 de noviembre de 1616,110 y en junio de 1619 se recibió
en el Cabildo de Caracas carta de Peñaloza, señalando la
concesión de una importante cantidad de ducados, aunque la
información es escueta, resultando complejo constatar cuanto
efectivamente pudo enviarse a Caracas.111
A partir de la tercera década del siglo XVII, no son
frecuentes los testimonios sobre escasez de moneda. Hasta
entonces el comercio fundamental se había hecho con la
metrópoli, que no le proporcionaba metales amonedados, muy

108
AGI, Santo Domingo, 201. Carta del Cabildo de Caracas al rey
sobre los medios necesarios para la conservación y defensa de la
provincia. Sin fecha, pero se ve en el Consejo en 1603.
109
Eduardo Arcila Farías: Hacienda y comercio de Venezuela en el
siglo XVI. Serie Proyecto Hacienda Pública colonial venezolana.
Caracas, Banco Central de Venezuela, 1983, V. II, pp. 75-82.
110
AGI, Santo Domingo, 201. Solicitud del procurador Nicolás
Peñaloza para que se prorrogue el pago de las deudas por los costos
del envío de los jueces de comisión y se autorice la acuñación de
moneda de vellón. Madrid, 10 de noviembre de 1616.
111
Actas del Cabildo de Caracas, T. IV, p. 292.

42
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

por el contrario tendía a drenar el existente en el territorio,


junto con los envíos que se realizaron desde las Cajas Reales
de Caracas, para los gastos de guerra de la Monarquía. A
partir de 1622, Nueva España se convirtió en el principal
centro del comercio venezolano y desde allí se comenzó a
proporcionar un numerario suficiente, como pago del cacao
que desde esta provincia se exportaba, tanto que entre 1621
y 1650 ingresaron más de 1.700.000 pesos.112 No obstante,
la circulación de monedas con variadas denominaciones y
valores ocasionaba inconvenientes; Gabriel Navarro de Campos
planteó específicamente las dificultades de circulación de la
“perulera”, proveniente del Perú, pues sólo tenía el valor de 6
reales y se quería se considerase como de 8 reales, razón por
la cual era rechazada por comerciantes mayoristas y pulperos.
El procurador observó entonces que debía recogerse por los
oficiales reales, aprobándolo así la Monarquía a condición
de devolverse el valor faltante en plata y que la perulera se
remitiese a España.113

6. Dominio sobre la sociedad indígena a través


de la encomienda
Sostener el control de la mano de obra indígena
encomendada, bajo la modalidad de la exigencia del tributo en
servicio personal, sustentándolo, como fue costumbre en todo
el siglo XVII, en la pobreza de los indígenas y de los vecinos
112
Eduardo Arcila Farías: Hacienda y comercio en Venezuela en el
siglo XVII…, p. 132.
113
AGI, Santo Domingo, 201. Expediente sobre la moneda perulera.
Madrid, 1 de julio de 1655.

43
6. Dominio sobre la sociedad indígena a través de la encomienda

y en las limitaciones económicas, incluso en momentos de


prosperidad productiva y comercial, fue una de las principales
aspiraciones de los criollos caraqueños desde su Cabildo,
amparándose en que había sido la tradición en la provincia.
La Corona, pese a que estaba en su política abolir los servicios
personales; durante casi todo el siglo XVII accedió a las
solicitudes que los perpetuaban.114 Ello se evidencia desde
las instrucciones del procurador Simón de Bolívar, pues se
pedía no innovar la modalidad de encomienda por servicio,
ya que así lo estipulaba una cédula del 27 de abril de 1588,
justificándolo en que sólo con tal utilización de los indígenas
se podría sostener la evangelización, siendo muy útil para
unos vecinos que se consideraban pobres, y para un territorio
en el que no se habían introducido suficientes esclavos;115 ello
se consigue en 1592 y persiste por casi un siglo.116
Además, los encomenderos caraqueños quisieron
sostener las situaciones de hecho que se habían creado
sobre las encomiendas, como eran los otorgamientos, datas
y composiciones. Esto eran facultades delegadas por el rey
a los gobernadores y capitanes generales; pero en el caso de
Venezuela, ante la prerrogativa que los alcaldes ordinarios
gobernasen en las interinarías que se producían por faltas
o muerte de los gobernadores titulares, estos funcionarios
cuando ejercieron el cargo aprovecharon para dictaminar
sobre las encomiendas y repartos de tierras en asuntos que les
favorecía directamente, especialmente para ajustar situaciones
irregulares. En carta del rey al gobernador Sancho de Alquiza
del 3 de mayo de 1607, le ordenaba que no confirmase esos
114
Eduardo Arcila Farías: El régimen de la encomienda en Venezuela.
3a ed. Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales, 1979, pp. 193-221.
115
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, p. 136.
116
Ibídem, T.I, p. 244.

44
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

títulos u otros de sus antecesores, y los volviese a proveer


como mandaban las leyes. Esto fue considerado por el Cabildo
en 22 de marzo de 1608, suplicando no se aplicase y se dejase
el disfrute de las encomiendas a quienes las ostentaban.
El procurador Nicolás de Peñaloza pidió ante el Consejo de
Indias en 1609, que en virtud de órdenes específicas para
repartir encomiendas dadas desde el 27 de julio de 1594 al
gobernador Diego de Osorio y repetidas a sus sucesores y
debiendo entenderse que los alcaldes ordinarios cuando les
correspondía ejercer el Gobierno lo hacían sin limitaciones
particulares, era legal lo que hubiesen dispuesto. El propio
gobernador Alquiza consideró que modificar las encomiendas
otorgadas podría conllevar complicaciones. El rey admitió
que los defectos, otorgaciones y títulos podían sostenerse en
quienes las poseían, pero que se compusiesen moderadamente
de acuerdo con la calidad de la encomienda.117
El abuso de los encomenderos conllevó a fiscalizaciones
de las autoridades superiores, como la Audiencia de Santo
Domingo. Así, en los primeros años del siglo XVII, el procurador
Nicolás de Peñaloza, lidiaba para que se promulgara real
cédula prohibitiva de la visita a la provincia de Diego de
Sandoval, presidente del mencionado tribunal, quien pretendía
trasladarse a Venezuela para inspeccionar el cumplimiento de
las ordenanzas de la Corona sobre el servicio personal y buena
administración de los indios; argüía Peñaloza lo costoso que
resultaría dicha visita.118
Como consecuencia de un intento de la Corona por imponer
los tributos indígenas en retribuciones distintas al trabajo, por
117
AGI, Santo Domingo, 193, R. 15, No. 59. Expedientes sobre
encomiendas en la provincia de Venezuela. Madrid, 1607-1610.
118
AGI, Santo Domingo, 201. Solicitud de Nicolás de Peñaloza al
Consejo de Indias, para que se prohíba la visita de Diego Sandoval.
Madrid, 18 de enero de 1610.

45
6. Dominio sobre la sociedad indígena a través de la encomienda

real cédula de 1621, el Cabildo de Caracas suplicó de nuevo


para mantener la invariabilidad del servicio personal;119 además,
el instituto se querelló con el gobernador Gil de la Sierpe,
destituyéndolo en 1623, acusándolo de delitos que no aparecen
claramente expresados. En 1624, los capitulares, por intermedio
de su procurador en corte Bartolomé Monasterios, defendieron
los intereses de los encomenderos caraqueños. Las clásicas
argumentaciones de: incapacidad y pobreza de los indígenas que
no tendrían como pagar el tributo en productos de la tierra o minas,
dificultades para reducirles a civilización, sujetándolos a normas
de gobierno y peligros de levantamientos o de fin de su reducción,
aunado a las limitaciones económicas de la región, fueron usadas
para sostener los servicios indígenas a los encomenderos por
tres días a la semana. De nuevo fueron suficientes los reiterados
testimonios, para que la Monarquía sostuviese el sistema de
servicios inalterable, pese a solicitar informes de la necesidad de
moderar la cantidad de días de trabajo exigidos.120
Otro intento de terminar con los servicios personales, por
denuncias de excesos y maltratos de los indígenas, lo constituyó
la cédula del 9 de abril de 1633, que quizás por desidia de algunos
funcionarios coloniales y resistencias de encomenderos no se
pudo llevar a cabo. Pero también es posible que ella promoviera
un mayor control de las autoridades sobre los encomenderos,
por querellas que el Cabildo tuvo en contra de obispos y
gobernadores. En 1648 rivalizaron el obispo fray Mauro de Tovar
y los capitulares caraqueños, en virtud de las visitas realizadas
por este prelado a las encomiendas, con imposición de cargos y
penas para los encomenderos y administradores, exigiéndoles
que cesasen las labores de los indios en hatos y cultivos. Ante
lo que se consideró un agravio, el procurador, Gabriel Navarro,
119
Actas del Cabildo de Caracas, T. V, p. 201.
120
Ibídem, T. VI, pp. 56-57 y Eduardo Arcila Farías: El régimen de la
encomienda..., pp. 216-217.

46
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

quien era capitular y encomendero y se había enfrentado al


obispo por las medidas señaladas,121 con autorización especial
del Cabildo,122 gestionó con éxito ante la Monarquía, para que
se dejasen sin efecto las disposiciones de Mauro de Tovar, pues
era un asunto privativo del gobernador; también el procurador
suplicó la suspensión de la ejecución de la cédula de 1633.123
De igual manera, en 1666, el instituto municipal dio poderes
al vecino y encomendero Rui Fernández de Fuenmayor para
que como procurador por Caracas, pidiese no se ejecutase el
régimen de demoras e imposiciones que ordenaba la Monarquía
como nuevo sistema de tributación.124
Pese a que en Caracas la encomienda se encontraba en
decadencia, aún como forma de control de la mano de obra
indígena resultaba de gran provecho para los vecinos. Garantizar
el otorgamiento de las mismas entre los principales, era
fundamental. Por esta razón, el procurador Navarro de Campos
y Villavicencio elevó ante el Consejo de Indias, en noviembre
de 1652, solicitud para que se prohibiera a los gobernadores
de Venezuela su otorgamiento a favor de portugueses y
extranjeros, en perjuicio de los beneméritos y descendientes de
los primeros pobladores y conquistadores de la provincia, era un
tema desde antiguo peleado por el Cabildo, derivado entre los
121
Ver las disputas en AGI, Santo Domingo, 210 A y 210 B.
122
Actas del Cabildo de Caracas, T. VIII, pp. 26-28.
123
Del AGI, Santo Domingo, 201, ver: 1) Petición del procurador Gabriel
Navarro de Campos para que el obispo de Caracas no intervenga
en el gobierno de las encomiendas. Madrid, 11 de julio de 1648 y
2) Expediente sobre quejas contra el obispo fray Mauro Tovar por
intromisión en el gobierno de los indígenas encomendados. Madrid,
25 de noviembre de 1648. y del AGN, Reales Cédulas, Sección
Segunda, T. I, fols. 99-101. Real Cédula al gobernador y capitán
general de Caracas para que guarde la cédula inserta sobre el
servicio personal de los indios. Madrid, 13 de noviembre de 1650.
124
Actas del Cabildo de Caracas, T. XII, pp. 177-178.

47
6. Dominio sobre la sociedad indígena a través de la encomienda

criollos descendientes de españoles, frente a los portugueses,


que desde los tiempos en que su nación estuvo incorporada a la
Corona española, se establecieron en Caracas con actividades
de agricultura y comercio, logrando algunos encomiendas.125
En 1672 y 1673 de nuevo fueron infructuosas las
decisiones de la Monarquía por imponer una tributación
distinta al trabajo; y el obispo, quien tenía las instrucciones
para su cumplimiento, suspendió la ejecución de las cédulas y
asesorado por los Cabildos eclesiástico y secular y en acuerdo
con los alcaldes ordinarios que ejercían interinamente la
gobernación de la provincia, elaboró en 30 de mayo de 1675
unas ordenanzas sobre el trato de los indígenas encomendados,
pero sosteniendo siempre el servicio personal, expresando
que iba en beneficio de la evangelización y de los propios
indígenas, lo cual fue aprobado por la Corona por real cédula
de 12 de noviembre de 1676.126 No fue hasta 1687 y sin tomar
en cuenta la oposición de la élite, que se dictó la tasa que los
indígenas debían pagar en tributo. Desde entonces los indios
no prestarían más servicios personales a los encomenderos,
quedando obligados sólo con el tributo anual, desde luego, en
adelante la fuerza de trabajo indígena debía ser contratada y
pagada por cualquier agricultor. El tributo debían pagarlo al
125
AGI, Santo Domingo, 201. Expediente sobre reparto de indígenas en
encomienda a portugueses y extranjeros. Madrid, 18 de noviembre de
1652 y del AGN, Sección Reales Cédulas. Sección Segunda, T. I., ver
los folios que a continuación se indican: 1) fols. 25-26. Real Cédula
al gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, para
que en la venta y reparto de oficios y encomiendas se prefiera a los
naturales de la provincia que sean personas idóneas. Madrid, 21 de
julio de 1624; y 2) fols. 89-96. Real Cédula al gobernador y capitán
general de la provincia de Venezuela para que guarde las cédulas
insertas sobre la provisión de oficios y encomiendas de indios en los
beneméritos de la provincia. Madrid, 6 de agosto de 1650.
126
Actas del Cabildo de Caracas, T. XV, pp. 171-180.

48
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

encomendero los alcaldes de indios y los corregidores para


remitirlos a las Cajas Reales y por ello los encomenderos,
perdieron la relación con la sociedad indígena y pasaron a
depender de la Real Hacienda.127 Ahora, los encomenderos,
tratarían de dominar la forma de cobrarlo, junto con otros
aspectos importantes que intervenían en la organización del
sistema de encomiendas, pese a que ya la encomienda rendía
tributos modestos, nada equiparable con el beneficio obtenido
con la explotación del trabajo personal, como lo señala
Eduardo Arcila Farías:
…El censo de indios tributarios hecho en 1691, había
en total en toda la provincia de Venezuela apenas
3.822 indígenas en edad de tributación, y según la
tasa de 6 y 4 pesos, el producto de todos los tributos
alcanzaban a 17.992 pesos anuales de los que había
de deducir el salario del Doctrinero, los gastos de la
doctrina y la limosna de vino, aceite y hostias. Estos
gastos alcanzaban aproximadamente a 6.360 pesos, de
manera que en definitiva sólo quedaban para repartir
entre los encomenderos 11.632 pesos anuales. De ese
número de indios tributarios una parte se encontraba
adscrita a la Corona a la que correspondía por tanto
una buena porción de ese total. En definitiva, para el
centenar de encomenderos que habría entonces, la
renta anual resultaba irrisoria.128
Con la procuración de José Ramírez Arellano, a finales del
siglo XVII, se plantearán varios temas de interés: uno era el de
las dificultades para la obtención de la confirmación real, que
validaba el goce de la encomienda, debido, desde su perspectiva,

127
Eduardo Arcila Farías: El régimen de la encomienda..., pp. 265-
267.
128
Ibídem., pp. 267-268.

49
6. Dominio sobre la sociedad indígena a través de la encomienda

a las escasas arribadas de navíos a Tierra Firme provenientes


de España, que también hacía engorroso la remisión de
correspondencia oficial y privada hacia la Corte u otros territorios
hispanos, demorándose, en consecuencia, las solicitudes de
confirmación de oficios y encomiendas. Explicaba Ramírez
Arellano, que desde 1683 no zarpaba del puerto de La Guaira
navíos para España, y no fue hasta 1689 en que volvieron a salir
dos registros, resultando embarazoso para los encomenderos de
la provincia obtener dichas confirmaciones, por lo cual pedía no
fuesen afectados por haber transcurrido más del tiempo permitido
para ello.129 Luego, en septiembre de 1691, el procurador solicitó
ante el Consejo de Indias, que las encomiendas y pensiones
que no pasasen de 200 pesos no pagaran la media anata y que
se restituyera a los encomenderos lo que hubieran pagado por
dicho concepto, siendo exitosas sus gestiones, pues la Corona
exoneró a los encomenderos de Venezuela del pago de la media
anata sobre aquellas encomiendas y pensiones.130
Los encomenderos, al tasarse los tributos en dinero,
vieron afectados sus intereses, ya que la escases de numerario,
particularmente en la primera mitad el siglo XVII, determinó
que los mismos se satisficieran en frutos de la tierra, lo cual
dificultaba la recolección en las respectivas Cajas Reales,
dilatando, a su vez, la entrega de lo correspondiente a cada uno
de ellos. En 1692, el procurador Ramírez Arellano solicitó ante
el Consejo de Indias, que los corregidores de los partidos de

129
AGI, Santo Domingo, 201. Petición del procurador José Ramírez
Arellano, sobre no haber pedido los vecinos autos de confirmación
de encomiendas y oficios por no haber salido navíos para España.
Madrid, 15 de agosto de 1690.
130
Ibídem. Solicitud del procurador José Ramírez Arellano para
que se exonere del pago de la media anata a las encomiendas y
pensiones de indios que no excediesen de 200 pesos. Madrid, 3 de
septiembre de 1691.

50
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

las encomiendas fuesen quienes repartiesen a los interesados


la porción del tributo asignado, dando las fianzas y recibos
de las partes a la Contaduría, quedando así excusados los
oficiales reales del embarazoso manejo, recibo y entrega de ese
caudal, tal como se practicaba en toda América.131 Esto, junto
a otros puntos expuestos por el procurador, conllevó a que la
Monarquía puntualizase sobre el cobro moderado del tributo
ante las excesivas pretensiones de los encomenderos y sobre
el gobierno de las poblaciones indígenas, con sus corregidores
y Cabildos.132 Más tarde, en 1696, el Cabildo de Caracas
representó al rey, que las rentas de los encomenderos no eran
satisfechas puntualmente, por las tardanzas en recaudarlas
y ser depositados en las Cajas Reales, la Monarquía ordenó
realizarles el pago con puntualidad, pero sin alterar el tributo,
pues con ello se perseguía la protección de los indios.133

131
Ibídem. Expediente sobre que la solicitud de que los tributos
indígenas encomendados no se depositen en las Cajas Reales.
Madrid, 19 de enero de 1692.
132
Ibídem. Real cédula sobre el tributo que deben pagar los indios
de la provincia de Venezuela y modo de gobernarse. Parece que la
misma no se expidió pues está solo datada en el año de 1695 y no
está rubricada.
133
Del AGN, Reales Cédulas, Sección Segunda, T. III, ver los folios
que a continuación se indican: 1) fols. 105-108. Real Cédula al
gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, por la
que se encarga que desde el 1 de enero de 1692 haga entregar a
los encomenderos sus rentas, sin descuento alguno. Madrid, 28 de
abril de 1694; y 2) fols. 67-67v. Real Cédula al gobernador y capitán
general de la provincia de Venezuela, encargándole disponga se
satisfaga puntualmente a los encomenderos lo correspondiente al
producto de sus encomiendas. Madrid, 21 de junio de 1698.

51
7. Necesidad de introducción de esclavos negros

7. Necesidad de introducción de esclavos


negros
Los planteamientos sobre la necesidad de esclavos
fueron una constante durante todo el período colonial
venezolano. Las élites recurrieron a la Monarquía pidiendo
licencias para introducirlos, además de que fuese con ventajas
de adquisición en los precios y los plazos para cancelarlos.
En principio, especialmente en la segunda mitad del siglo
XVI, las expectativas que se expusieron sobre la explotación
minera, brindaban un buen justificativo, luego, durante el
siglo XVII, el argumento fue la expansión de la economía de
plantaciones. Siempre, recurriendo a la exposición de las
potencialidades de una tierra feraz, pero con las limitaciones
de la pobreza de los vecinos, la poca mano de obra indígena
y de lo mucho que habría de sacrificarse para culminar con
su sometimiento y evangelización. La Monarquía accedió,
pero el hecho de la insistencia, en tiempos relativamente
breves sobre las insuficiencias de esclavos, permite apuntar
sobre las dificultades de su comercio para unas regiones
que empezaban a monetizar su economía y vincularse con
los circuitos del comercio atlántico proveedor de esa mano
de obra. Sin embargo, pese a que parecen modestas las
entradas de negros, siempre están en las fuentes fiscales,
como rubros importantes por los derechos que se obtenían de
su comercialización. La historiografía aún no está clara en la
cuantificación de su comercio.134
Los procuradores Sancho Briceño y Simón de Bolívar
solicitaron licencias para introducir esclavos, este último
134
Eduardo Arcila Farías: Economía colonial …, T. II, pp. 143-185
y Federico Brito Figueroa: La estructura económica de Venezuela
colonial. 3a ed. Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad
Central de Venezuela, 1983, pp. 83-125.

52
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

hasta por tres mil, que se consideraban necesarios para la


explotación de las minas, se refería particularmente a las
de oro; de poco éxito, pero todavía se planteaban algunas
expectativas.135 En 1595 la ciudad de Caracas aspiraba a través
de su procurador, Juan de Guevara, obtener autorizaciones
para que se llevaran a la provincia quinientos esclavos fiados
por 12 años, o por lo menos por 4 años, también para el
laboreo de las minas.136
A partir de 1606, el procurador Nicolás de Peñaloza
insistió en la necesidad de los esclavos,137 así expuso la
posibilidad de la remisión de seiscientos, con ventajas para
los mineros, como un estímulo para esa actividad, más
cuando la merced que permitía que pagaran sólo la veintena
parte de lo que explotaban del oro, se había extinguido,
suplicando una extensión por 10 años más de ella.138 Una
década después, se insistía en la necesidad de 600 esclavos
más.139
En la década de 1650 el procurador Gabriel Navarro de
Campos pide la introducción de 1.500 esclavos negros. Esto
en virtud de la extrema necesidad que dicha provincia tenía
de mano de obra, agravada por el descenso demográfico de

135
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, pp. 17-18.
136
AGI, Santo Domingo, 201. Instrucción de la ciudad de Caracas de
las mercedes que se han de pedir para la provincia de Venezuela
por Juan de Guevara, residente en la Corte. Sin lugar ni fecha,
pero la acompaña nota de remisión de 1595.
137
Actas del Cabildo de Caracas, T. III, pp. 45-46.
138
AGI, Santo Domingo, 201. Carta del Cabildo de Caracas al rey
sobre la necesidad de explotar las minas de la provincia. Caracas,
7 de octubre de 1606.
139
Ibídem. Carta del Cabildo de Caracas al rey para que se prohíba el
envío de jueces de comisión a Venezuela y se envíen 600 esclavos.
Caracas, 12 de octubre de 1617.

53
8. Control de la riqueza ganadera y población de Los Llanos

su población indígena y esclava, debido a la aparición entre


ellos de enfermedades como el sarampión y la viruela, y por
el envejecimiento de otros esclavos, introducidos desde hacía
trece años que no habían sido restituidos.140 En 1667, Ruy
Fernández de Fuenmayor, agente del Cabildo de Caracas
en el Consejo de Indias, solicita se otorgue permiso para
la introducción de hasta 1.000 esclavos, como aspiraba el
Cabildo.141

8. Control de la riqueza ganadera y población de


Los Llanos
Desde las primeras décadas del siglo XVII la élite
caraqueña planificó la invasión de los Llanos centrales y
occidentales, para someter a la población indígena, apropiarse
de la tierra y afianzar la economía ganadera; como mecanismo
clave se constituyeron hatos y se crió al ganado de manera
salvaje. La recolección de las reses conjuntamente por los
ganaderos para su beneficio en carnes y especialmente
en cueros, que representaba un rubro importante de las
exportaciones venezolanas al Caribe y la península, fue el
sistema que predominó en principio. Pero una vez que se
expandieron los ganados, privó el desorden en los Llanos,
refiriéndose la documentación de la época al robo de ganado,
pues era cazado indiscriminadamente, con desjarretadera, lo
que incidía en la disminución de las manadas, con muy poco
140
Ibídem. Solicitud de Gabriel Navarro de Campos, procurador
de Caracas en la Corte, para la introducción de 1.500 esclavos.
Madrid, 15 de marzo de 1652.
141
Actas del Cabildo de Caracas, T. XII, pp. 83, 230, 259-261.

54
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

control de las autoridades locales y provinciales. También los


criollos empezaron a denunciar que la región servía de refugio
a negros huidos, indios y pardos.
Ello fue expuesto al Consejo de Indias, por el procurador
Gabriel Navarro de Campos, recordando que los problemas de
los Llanos, también afectaban los intereses de la Monarquía,
pues dejaba de percibir derechos, particularmente el de
Almojarifazgo, al decaer la exportación de cueros. Aspiraba el
Cabildo de Caracas, se terminase con la caza indiscriminada
del ganado, beneficiándose con licencias municipales, bajo
vigilancia de jueces repartidores y que se hiciese por el común
de ganaderos el desjarrete en las adyacencias de los hatos y
no en los montes, lo cual fue aprobado por una real cédula del
4 de abril de 1651.142 En 1669 y 1670, el gobernador Fernando
de Villegas realizó unas ordenanzas señalando además de
los problemas descritos, las dificultades para abastecer de
carne a Caracas por la reducción del ganado, y creó el cargo
de juez privativo de los llanos, con jurisdicción y facultades
amplias.143
Pero esto, seguramente fue de efectos limitados, pues las
referencias al poco gobierno y control de la región llanera, será
un testimonio permanente de los poderosos criollos ganaderos
en el siglo XVIII, cuando se amplió la ocupación del territorio y
aumentó la riqueza ganadera, queriéndose imponer gobierno
a través de las Ordenanzas de Llanos.144

142
Ibídem, T. X, pp. 236-239.
143
Ibídem, T. XIII, pp. 113-117.
144
Miguel Izard: Tierra Firme. Historia de Venezuela y Colombia.
Madrid, Alianza Editorial, 1987, pp. 128-132.

55
9. Vinculación a los circuitos comerciales

9. Vinculación a los circuitos comerciales

9.1. Arribada de navíos desde la península


En la procuración ante la Corte de Simón de Bolívar, se
expuso las dificultades de Venezuela para transar directamente
con la metrópoli, puesto que los navíos de la flota de Indias no
encontraban atractivos mineros o agrícolas que compensasen la
traída de los productos, se aspiraba entonces a una merced para
que todos los años se remitiesen desde Sevilla o Cádiz dos navíos
de menor porte con registro; demanda concedida en 1592.145 No
obstante, hubo de reiterarse por los siguientes procuradores
que se sostuviese la merced, manifestando los escasos navíos
que desde España realizaban comercio con la provincia, como lo
hicieron Nicolás de Peñaloza y Juan de Guevara, como señalamos
al referirnos a sus instrucciones. En 1605 se instruyó a Francisco
de Aspe para que gestionase la prórroga de la merced sobre
entradas de navíos a Venezuela; según real cédula de 22 de febrero
de 1602 se otorgó la merced de que cada año pudiesen ir a ella
dos navíos de menor porte, sin maestre ni piloto, de la flota de
Tierra Firme, por un tiempo de 4 años, pero los capitulares ahora
observaban que hacía más de 3 años que no arribaba ninguno,
por la pobreza de esa tierra, que aumentaba las necesidades de
los productos de España, la prórroga que debía solicitar era de
6 años. Además, para remediar las penurias del momento, se
concediese licencia al navío “Nuestra Señora de la Esperanza”,
con capacidad para 80 toneladas, la cual podía acompañar a los
galeones de Tierra Firme. También debía gestionar que el año
que no hubiese flota para Tierra Firme, pudiese ir un navío en
compañía de los galeones y otro con la flota de la Nueva España,
y que a su vez retornasen cargados con los frutos de la tierra.
145
Actas del Cabildo de Caracas, T. I, p. 242.

56
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

Se trató de un problema especialmente para la década


de los 20 del siglo XVII, cuando se hizo notar el asedio a
las posesiones caribeñas españolas por parte de Holanda y
otras naciones europeas, con lo cual, con suma dificultad,
arribaban muy esporádicamente galeones o navíos de la
metrópoli, para llevar los frutos de la tierra de Venezuela y
dejar las mercancías que más necesitaban sus pobladores.146
Esta inquietud la expresaron los procuradores Nicolás de
Peñaloza en 1608,147 1612148 y 1616149 y Bartolomé Monasterios
en 1624, para que pudiesen remitirse navíos con los
galeones, para evitar el perjuicio que causaba a sus vecinos
la no arribada de ellos.150 Unos meses más tarde, en febrero
de 1625, Monasterios realiza otra petición en este sentido,
al requerir licencia ante el Consejo de Indias para que la
flota de la Nueva España llevase un navío de menor porte a
Venezuela. Insiste el procurador ante la Corte en agosto de
ese mismo año, al solicitar se le haga merced a la provincia
para que alguien con tal facultad pueda señalar los navíos

146
Eduardo Arcila Farías: Hacienda y comercio en Venezuela en el
siglo XVII…, p. 23-30.
147
AGI, Santo Domingo, 201. Representación del procurador Nicolás de
Peñaloza sobre la necesidad de navíos para Tierra Firme. Sin lugar
ni fecha, pero por documentación anexa se infiere sea de 1608.
148
AGI, Santo Domingo, 25. Solicitud del procurador Nicolás de
Peñaloza, para que en las flotas de Tierra Firme y Nueva España,
puedan ir dos navíos a Venezuela. Madrid, 18 de mayo de 1612.
149
AGI, Santo Domingo, 193, R. 17, No 80. Exposición de Nicolás de
Peñaloza referida a la necesidad que tiene Venezuela de arribada
de navíos. Sin lugar y fecha, pero tiene una resolución del 6 de
septiembre de 1616.
150
AGI, Santo Domingo, 26. Solicitud del procurador Bartolomé
Monasterios sobre el envío de dos navíos a Venezuela con las
flotas. Madrid, 29 de noviembre de 1624.

57
9. Vinculación a los circuitos comerciales

que irían desde Sevilla.151 Tal situación continuó afectando a


los productores de Venezuela, pues en 1629, aún se suplica
por el envío de navíos de permiso con los galeones, ya que
la situación se había hecho tan grave que en el puerto de
La Guaira se habían quedado 20.000 cueros por no haber
ido la flota de Tierra Firme.152 Ello se retomará hacia 1692,
en momentos en que los conflictos entre España y Francia
paralizaron las relaciones comerciales con América, y el
procurador Ramírez Arellano pida ante la Corte española el
envío anual de un navío de registro a la ciudad de Caracas,
para garantizar la salida de sus productos y el ingreso de los
provenientes de España; concediéndosele el mismo y siendo
favorecido para ello Francisco López de Andrade.153
Lo descrito, como bien aclara Eduardo Arcila Farías,
contribuyó para una visión distorsionada de la historiografía,
según la cual persistía una incomunicación y ausencia de
tratos comerciales entre la metrópoli y su provincia; cuando
sólo fueron casos y períodos muy coyunturales, en momentos
de guerras internacionales. Para la primera mitad del siglo
XVII, cuando las peticiones de envíos de navíos fueron más
o menos recurrentes; señala que a La Guaira entraron
directamente desde Sevilla 84 navíos y desde las Canarias 63,
con mercaderías peninsulares, a lo que se debería agregar un
centenar más de naves desprendidas de las flotas desde los
puertos de Santo Domingo, Puerto Rico y La Habana. Desde la

151
Ibídem. Solicitud de Bartolomé Monasterios sobre el envío de un
navío suelto a Venezuela. Madrid, 5 de febrero de 1625.
152
AGI, Santo Domingo, 27-A. Bartolomé Monasterios, procurador
de Venezuela, sobre perjuicios derivados del no envío de navíos a
Venezuela. Madrid, 12 de enero de 1629.
153
AGI, Santo Domingo, 201. Los expedientes que por parte de la
ciudad de Caracas y provincia de Venezuela, tiene presentados en
el Consejo su procurador general. Madrid, 22 de enero de 1692.

58
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

década de los 30 del siglo XVII se intensificó la relación entre


Venezuela y Nueva España, por la venta del cacao de Caracas,
monetizándose y dinamizándose la economía venezolana, y
además sirvió como estímulo del comercio realizado desde
España, pues con la plata mexicana se pagaron los productos
peninsulares.154

9.2. Derecho al tercio de buque


A los caraqueños también les interesaba participar
activamente en la venta directa de sus frutos en los centros de
consumo, y no sólo adjudicarla a los encargados de los navíos,
ya que compraban lo que más les convenía y a precios bajos. El
procurador Gabriel Navarro planteó, a mediados del siglo XVII, que
a los vecinos de Caracas, tratantes de cacao, tabaco, zarzaparrilla,
harina y corambre, se les negaba embarcarlos en navíos y bajeles
que arribaban a La Guaira, produciéndose un monopolio de
la embarcación, para obligar a los vecinos a bajar precios. El
gobernador de Caracas, a solicitud de la Monarquía del informe
sobre el asunto, propuso en 1653 la conveniencia de repartir los
buques en tres partes, de acuerdo a quienes comerciaban: los
vecinos, los forasteros y los encargados de los navíos.155
En Cabildo de 5 de agosto de 1656, el síndico procurador
general, Juan Sánchez Borrego, señaló además que muchos
navíos no embarcaban directamente a Sevilla, sino que
realizaban escala en las Canarias, bajo cualquier escusa,
154
Eduardo Arcila Farias: Hacienda y comercio en Venezuela en el
siglo XVII…, pp. 129-132.
155
AGI, Santo Domingo, 201. Expediente sobre que los vecinos de la
provincia de Venezuela sean preferidos en la carga de frutos, en
los bajeles que fueren a aquella provincia. Madrid, 19 de abril de
1655.

59
9. Vinculación a los circuitos comerciales

para comerciar allí tabaco de Barinas, cargado ilegalmente,


viendo los vecinos de Caracas, aminoradas las posibilidades
de comerciar directamente sus productos.156 Veinte días
después, en reunión capitular, se discutió y ordenó que los
navíos diesen una tercera parte a los vecinos, designándose
comisarios para vigilar los repartos, sin que se impidiese la
saca del tabaco de Barinas y vigilando sobre que el cobro
del flete fuese moderado.157 Esto derivó en costumbre no
avalada por la Monarquía, que el Cabildo de Caracas quiso
sostener cuando arribaron las primeras embarcaciones de la
Compañía Guipuzcoana en 1730 y sus factores se negaron a
dar la tercera parte referida, el Municipio no pudo respaldar
sus pretensiones con disposiciones legales, y se perdió ese
privilegio por cédula del 21 de mayo de 1732.158

156
Actas del Cabildo de Caracas, T. IX, pp. 148-150.
157
Ibídem, T. IX, pp. 160-163.
158
Eduardo Arcila Farías: Economía colonial… T. I, pp. 250-253.

60
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

Conclusiones
Mano de obra, impuestos, comercio y moneda, formaron
el centro de las preocupaciones de la élite, expuestas ante
la Monarquía, a través de diez procuradores enviados a
España, quienes plantearon las dificultades que enfrentaba
la consolidación y expansión de los asentamientos coloniales,
que tenían un carácter predominantemente agrícola y
ganadero. Algunos privilegios fueron otorgados, pero sólo
resolvían los problemas temporalmente, razón por la cual
los procuradores insistían en la exposición de unos mismos
temas en el siglo XVII, que evidenciaban las limitaciones de
una provincia, que sin estupor expuso su pobreza, incluso
cuando había alcanzado signos importantes de prosperidad
económica, con ilusiones de ser atendida por una Monarquía
que en América tenía sus objetivos principales centrados en
regiones productoras de metales preciosos; serían los propios
esfuerzos locales, los creadores de una base ostensible de ser
potenciada por los reformadores borbónicos en el siglo XVIII.
El Cabildo de Caracas durante el siglo XVII, pudo sostener
con una presencia activa y relativamente permanente en la
Corte privilegios para la élite de la ciudad. En lo económico
y social sostuvo el aprovechamiento del trabajo indígena
bajo la modalidad del tributo en servicio personal, pese a
que algunos funcionarios y eclesiásticos, lo impugnaron por
los daños causados a esa población; logró exenciones de
impuestos como estímulo a la economía de plantaciones e
incluso controló uno clave como el de la Alcabala; insistió en la
necesidad de introducir esclavos para el fomento de la minería
y la agricultura, logrando un flujo importante de los mismos,
aunque no se vendieron todos los que aspiraban; expuso la
necesidad de una permanente vinculación comercial con el
arribo regular de los navíos de las flotas de la carrera de Indias,

61
Conclusiones

junto con una defensa adecuada de sus costas; procuró se


sostuviese la explotación minera del oro, pero ya era el final
de esas empresas; y buscó la continuidad de la conquista
y ocupación del territorio con la expansión a los Llanos.
En lo político y administrativo quiso mantener autonomía
de Gobierno frente a la Audiencia de Santo Domingo, bajo
una administración más directa de la justicia por los jueces
provinciales y locales, menos fiscalizaciones impugnando el
envío por el tribunal dominicano de jueces de comisión y las
posibilidades de ejercer temporalmente la Gobernación en
ausencia de los gobernadores y capitanes generales.

62
Tras la gracia del rey: los procuradores de Caracas ante la Corona española en el siglo XVII

Fuentes documentales y bibliográficas

1. Documentales

1.1. Inéditas
Archivo General de Indias (AGI). Santo Domingo: 25, 26, 27 A, 193,
201, 210-A, 210-B, 212
Archivo General de la Nación (AGN). Reales Cédulas: Sección Primera:
I, X y Sección Segunda: I, III, IV, V, VI, VII.

1.2. Editadas
Actas del Cabildo de Caracas 1573-1677. Caracas, Concejo Municipal
de Caracas, 1943-1997, XV tomos.

2. Bibliográficas

2.1. Libros
ARCILA FARÍAS, Eduardo: Economía colonial de Venezuela.2a ed.
Caracas, Italgráfica, 1973, 2 T.
___________________: El régimen de la encomienda en Venezuela. 3a ed.
Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales, 1979.
___________________: Hacienda y comercio de Venezuela en el siglo XVI.
Serie Proyecto Hacienda Pública Colonial Venezolana. Caracas,
Banco Central de Venezuela, 1983.
____________________: Hacienda pública y comercio de Venezuela en
el siglo XVII: 1601-1650. Serie Proyecto Hacienda Pública Colonial
Venezolana. Caracas, Banco Central de Venezuela, 1988.
BAYLE, Constantino: Los Cabildos Seculares en la América Española.
Madrid, Sapientia, 1952.
BRITO FIGUEROA, Federico: La estructura económica de Venezuela
colonial. 3a ed. Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad
Central de Venezuela, 1983.
IZARD, Miguel: Tierra Firme. Historia de Venezuela y Colombia.
Madrid, Alianza Editorial, 1987.

63
Fuentes

MORÓN, Guillermo: Historia de Venezuela. Caracas, Italgráfica,


1971, V vols.
RAMÍREZ, Joaquín: La lucha de los alcaldes por el gobierno de la
provincia. El formidable pleito entre el licenciado Juan de Padilla y
Guardiola y el Cabildo caraqueño de 1675. Caracas, Banco Central
de Venezuela, 1975.
VIVAS, Fabricio: “La economía colonial”, en Pedro Grases
(Coordinación): Los tres primeros siglos de Venezuela. 1498-1810.
Caracas, Fundación Mendoza, 1991, pp. 378-460.

2.2. Artículos en revistas


PIRIZ PÉREZ, Emilio: “El convento de la Limpia Concepción de
Caracas (1596-1874)”, en Boletín del Centro de Investigaciones
de Historia Eclesiástica Venezolana, 6 (Caracas, enero-junio de
1991), pp. 68-83.

2.3. Textos jurídicos


Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias. Madrid, Boix
Editor, 1841.

64

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