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Las fuentes, por tanto, como registro de todas las actividades que un individuo o grupo
realizó en el pasado, son diversas y variadas. Esto implica que el historiador, para
enfrentarse a las fuentes debe tener una concepción multidisciplinar y totalizadora. Es
decir, debe ser consciente de que se enfrenta a un espectro muy variado, de cual debe
tener una formación básica, pero que se complementa con otras materias y disciplinas
que se combinan para generar conocimiento. La manera de homogenizar las diferentes
actividades, y por la que el historiador debe proceder para enfrentarse a las fuentes es el
método científico. Éste método consiste en elegir un tema y un objeto de estudio
determinado, del que se formulará una hipótesis la cual es contrastada con las fuentes,
con las respuesta a esas preguntas que el historiador debe hacerle. Estas respuestas
pueden llevarnos a formular otras preguntas, o incluso a otras fuentes, saltando de unas
a otras, dándose así una interconexión o interrelación de las fuentes, las cuales necesitan
de un análisis crítico, total y absoluto. Estos estudios pueden llevarnos más allá de la
información que la fuente material ofrece, pudiendo conocer la “fuente inmaterial”,
como puede ser la mentalidad de un individuo o grupo, la religiosidad, la movilidad
social, la cultura…
En conclusión, podemos decir que las fuentes son el origen y la base de la Historia, que
permiten crear conocimiento nuevo y a la vez corroborarlo, otorgando a la Historia
veracidad y autenticidad.