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de su historia
Profr. Héctor Armando Hernández Torres
CUATROCIENTOS AÑOS
DE UNA GEOGRAFIA HUMANA
Choix en los inicios
de su historia
Profr. Héctor Armando Hernández Torres
CHOIX EN LOS INICIOS DE SU HISTORIA
Profr. Héctor Armando Hernández Torres
Todos los derechos reservados por el Autor
Registro en trámite ante la Dirección General de
Derechos de Autor de la SEP.
Primera Edición:
Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural del
Municipio de Choix.
250 ejemplares.
Diciembre 2008
Creativos7editorial:
Baila 871 Col. Gral. Antonio Rosales
Culiacán Rosales, Sinaloa, México
C.P. 80230 Tel. 01667-4556615
Cel: (667) 175 7817
E-mail: creativos7editorial@hotmail.com
Diseño Editorial:
Natalia E. Ojeda Osuna
Hecho en Sinaloa-México
Printed in Sinaloa-México
Choix en los inicios de su historia
A manera de presentación:
H
éctor Armando Hernández Torres es un hom-
bre apasionado de su tierra, a la que ha servido
con entusiasmo y sin condición, como maes-
tro, funcionario público, ciudadano ejemplar e inves-
tigador de su historia, de ese conjunto continuado de
sucesos trascendentes que indican la transformación
de los pueblos.
Hoy presenta, con precisión de cirujano médico
habilidoso y especializado, los orígenes del pueblo
más alejado de la geografía sinaloense, sin embargo,
del pueblo que conserva con mayor grado de auten-
ticidad, la herencia cultural sustentada en la acción,
justa o no, comprendida o no, de los misioneros je-
suitas que hace poco más de 400 años decidieron en-
tregar su vida para participar en una de las epopeyas
más sobresalientes de la historia americana: La con-
quista de los grupos indígenas que Andrés Pérez de
Ribas singularizó como los pueblos más bárbaros y
fieros del nuevo orbe.
A lo largo de las escasas páginas de esta obra,
importante no por la cantidad sino por su valioso con-
tenido, el autor hace desfilar a Ignacio de Loyola, An-
drés Pérez de Ribas, Cristóbal Villalta, Julio Casini, Juan
Calvo, miembros de la Compañía de Jesús, la orden
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Choix en los inicios de su historia
religiosa que junto con los conquistadores y militares,
como Francisco de Ibarra y el Capitán Diego Martínes
de Hurdaide, éste apoyado por las armas de los grupos
indígenas dominados, transformaron la vida de los
Zoes, Huites, Baimenas, Yecoratos y Bacayopas, todos
ellos Sinaloas, que comandados por líderes auténticos
como Huechuri y Tacamuri defendieron la soberanía
de su vida ante los artífices del proceso de aculturiza-
ción que cambió su destino.
Obras como esta nos demuestran que todos so-
mos responsables del contenido de nuestra historia,
porque quienes guardamos en nuestro corazón una
pizca de amor por nuestra tierra, como indudable-
mente lo tiene el Profr. Hernández Torres, sólo que
él en demasía, siempre seremos capaces de hablar
bien de la tierra de nuestros padres y de nuestros hi-
jos; siempre seremos capaces de hablar bien y escri-
bir mejor de Sinaloa, de Sinaloar, un verbo muy viejo
que los nuevos tiempos nos obligan urgentemente
a poner en movimiento, sobre todo entre las nuevas
generaciones.
Introducción
P
ortadores idóneos de uno de los elementos que
resultaron más eficaces para la realización de la
conquista de México por España, los miembros
de la Compañía de Jesús, los jesuitas, enarbolaron su
emblemática cruz, y tenaces, cultos, emprendedores
y notoriamente eficientes en sus métodos organizati-
vos, después de haber arribado en 1591 a la Provincia
de Sinaloa, hacia 1612 ya tenían prácticamente bajo
el control evangélico a los pueblos indígenas de los
Sinaloa, los Zoes, Baimenas, Huites, Yecoratos y Baca-
yopas, etnias que habitaban lo que hoy es la mayor
parte del territorio del Municipio de Choix
Los soldados de la Compañía de Jesús reduje-
ron, es decir, fincaron la residencia de los distintos gru-
pos aborígenes en determinadas áreas de su entorno
regional, y a partir de este fenómeno, que consistió en
unos casos en la reubicación mientras que en otros se
dio la confirmación territorial étnica existente, se origi-
na el trazo, que en lo fundamental, constituye la actual
división política de esta Municipalidad, el marco geo-
gráfico donde se observó su evolución social y el desa-
rrollo cultural, singular proceso humano sostenido a lo
largo de sus cuatro siglos de Historia.
EL AUTOR.
A
briendo brecha con tesón y haciendo uso de esa
particular entereza que dejara singular ejemplo
de sacrificio en escenarios salvajes y regiones
inhóspitas, los misioneros jesuitas, también llamados
los Soldados de la Compañía de Jesús, desempeña-
ron un papel preponderante en la forja de la historia
de esta parte de la Antigua Provincia de Sinaloa, pre-
cisamente en la región que hoy corresponde a la de-
marcación geográfica del Municipio de Choix, pues
estos misioneros no sólo formaban parte de la orden
religiosa con mayor poder de penetración y mejores
resultados en la tarea evangelizadora, sino que me-
diante una inteligente labor organizativa del conglo-
merado indígena y la puesta en práctica de una serie
de actividades productivas, educativas y culturales,
donde los evangelizados tuvieron acceso al apren-
dizaje de la escritura, la lectura y a las lecciones de
enseñanza de algunos artes y oficios, sumado esto al
respeto y tolerancia que los jesuitas guardaron en
relación con algunos usos, costumbres, tradiciones
y formas de vida de los grupos étnicos, aquellos mi-
sioneros contribuyeron de un modo determinante a
conformar los primeros asentamientos indígenas en
los que iba apareciendo y desarrollándose el comple-
jo y sorprendente fenómeno de la aculturación, ese
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Choix en los inicios de su historia
proceso social que transforman al hombre y a la so-
ciedad en su conjunto.
Diseminados dentro de un área muy extensa y
bajo un estricto control religioso y social, estos asen-
tamientos evolucionaron, en base al trabajo humano
y a lo largo del tiempo, hasta llegar a ser hoy en día
algunos de los centros de población de este Munici-
pio, espacios sociales plenos de historia y recuerdos,
donde se guardan y conservan algunos vestigios ma-
teriales y conductuales que tienen su origen en aque-
llos lejanos momentos.
Toda esta contribución, que marcó el desarrollo
social de esta región, es el fruto de un trabajo siste-
mático y tenaz que duró 172 años, es decir, el largo
tiempo durante el cual los jesuitas permanecieron en-
tre los Sinaloas, Zoes, Huites, Baimenas y otros gru-
pos étnicos de nuestra región.
Abierto el sendero, incluso desde 1564, por el
joven y audaz Capitán Francisco de Ibarra, se inició a
principios del siglo XVII, el misionar del Jesuita, para
cumplir en estas tierras con su espiritual tarea, hacer
camino con su andar y marcar huellas profundas en
un arduo trajinar.
Sorprenden los nuevos acontecimientos a los si-
naloas en la convivencia de una congregación tribal
muy unida, ocupados los hombres en el cultivo del
maíz, frijol, calabaza, algodón y alguna captura de las
entonces bien pobladas especies del gran río, mien-
tras las mujeres dedicaban tiempo al tejido de petates
de palma y cestas de carrizo.
Toro o torote, población que lleva por nombre
el de un árbol característico de la región, se convier-
te en cabecera de la parcialidad de los sinaloas que
había sido asignada al misionero Cristóbal de Villalta
L
a tenacidad del Jesuita, dió sus primeros frutos:
dos pequeñas Misiones, Toro y Baca, desde don-
de la huella del cristianismo hubo de extenderse
y su palabra persuadió a los Huites para que abando-
naran cuevas y riscos y de seres trogloditas, pasaron a
organizarse y congregarse alrededor del templo dedi-
cado al Apóstol Santiago como Santo Patrono.
Según su crónica, esta Misión contó con una
iglesia de tres naves, hecha de madera y tierra y tam-
bién se utilizó el cedro y se pintó, adornándose de
imágenes y altar y el nuevo entusiasmo religioso de
estos bélicos flecheros los impulsó a construir cami-
nos para facilitar las visitas del Padre Villalta, que les
hacía desde Toro o desde Baca.
La evangelización en este caso obra positiva-
mente en otro orden de cosas y así, la gran rivalidad
que llegó a existir entre los huites y los sinaloas fue
dando lugar a una relación cordial y amistosa, cuan-
do los primeros convienen en que algunos de sus hi-
jos vivan entre los segundos, para que aprendieran
su lengua y posteriormente se incorporaron mas indi-
viduos de distintas edades para vivir con los sinaloas,
habiendo ocurrido después un hecho muy singular,
cuando un connotado cacique de esta tribu, llamado
Don Bautista, se casó con una mujer de los huites, se-
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llándose de este modo la amistad entre ambas tribus,
que por mucho tiempo fueron enemigas mortales.
De existencia muy rudimentaria, aquellos indios
agrestes, fieros y antropófagos, habitaban en chozas
o cuevas de elevados peñascos, agrupados en algunas
trescientas familias que se hallaban asentadas en las
margenas del Río Fuerte, al noreste del recién acomo-
dado pueblo de Baca. Enseguida se cita textualmente
una referencia que de esta etnia nos ha legado el mi-
sionero Andrés Pérez de Ribas, quien extrañamente
en su obra histórica no muestra la concatenación de
tiempo y espacio, las fechas de los hechos y los acon-
tecimientos, la ubicación cronológica que es esencia
de la historicidad.
A manera de presentación 1
Nicolás Vidales Soto
Introducción 3
Héctor Armando Hernández Torres
I.- Cuatrocientos años de una geografía
humana en tierra sinaloense 7
II.- Los flecheros de Santiago 23
III.- Una mirada a nuestra realidad 35
Choix en los inicios de su historia, autoría del profr.
Héctor Armando Hernández Torres, se diseñó e im-
primió en Creativos 7 Editorial. Se imprimieron 250
ejemplares más sobrantes para reposición.
Culiacán Rosales, Sinaloa, México, noviembre 2008.