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Choix en los inicios

de su historia
Profr. Héctor Armando Hernández Torres

CUATROCIENTOS AÑOS
DE UNA GEOGRAFIA HUMANA
Choix en los inicios
de su historia
Profr. Héctor Armando Hernández Torres
CHOIX EN LOS INICIOS DE SU HISTORIA
Profr. Héctor Armando Hernández Torres
Todos los derechos reservados por el Autor
Registro en trámite ante la Dirección General de
Derechos de Autor de la SEP.

Primera Edición:
Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural del
Municipio de Choix.
250 ejemplares.
Diciembre 2008
Creativos7editorial:
Baila 871 Col. Gral. Antonio Rosales
Culiacán Rosales, Sinaloa, México
C.P. 80230 Tel. 01667-4556615
Cel: (667) 175 7817
E-mail: creativos7editorial@hotmail.com
Diseño Editorial:
Natalia E. Ojeda Osuna

“Los libros hacen hombres libres”.

Hecho en Sinaloa-México
Printed in Sinaloa-México
Choix en los inicios de su historia

A manera de presentación:

H
éctor Armando Hernández Torres es un hom-
bre apasionado de su tierra, a la que ha servido
con entusiasmo y sin condición, como maes-
tro, funcionario público, ciudadano ejemplar e inves-
tigador de su historia, de ese conjunto continuado de
sucesos trascendentes que indican la transformación
de los pueblos.
Hoy presenta, con precisión de cirujano médico
habilidoso y especializado, los orígenes del pueblo
más alejado de la geografía sinaloense, sin embargo,
del pueblo que conserva con mayor grado de auten-
ticidad, la herencia cultural sustentada en la acción,
justa o no, comprendida o no, de los misioneros je-
suitas que hace poco más de 400 años decidieron en-
tregar su vida para participar en una de las epopeyas
más sobresalientes de la historia americana: La con-
quista de los grupos indígenas que Andrés Pérez de
Ribas singularizó como los pueblos más bárbaros y
fieros del nuevo orbe.
A lo largo de las escasas páginas de esta obra,
importante no por la cantidad sino por su valioso con-
tenido, el autor hace desfilar a Ignacio de Loyola, An-
drés Pérez de Ribas, Cristóbal Villalta, Julio Casini, Juan
Calvo, miembros de la Compañía de Jesús, la orden
Profr. Héctor Armando Hernández Torres 1
Choix en los inicios de su historia
religiosa que junto con los conquistadores y militares,
como Francisco de Ibarra y el Capitán Diego Martínes
de Hurdaide, éste apoyado por las armas de los grupos
indígenas dominados, transformaron la vida de los
Zoes, Huites, Baimenas, Yecoratos y Bacayopas, todos
ellos Sinaloas, que comandados por líderes auténticos
como Huechuri y Tacamuri defendieron la soberanía
de su vida ante los artífices del proceso de aculturiza-
ción que cambió su destino.
Obras como esta nos demuestran que todos so-
mos responsables del contenido de nuestra historia,
porque quienes guardamos en nuestro corazón una
pizca de amor por nuestra tierra, como indudable-
mente lo tiene el Profr. Hernández Torres, sólo que
él en demasía, siempre seremos capaces de hablar
bien de la tierra de nuestros padres y de nuestros hi-
jos; siempre seremos capaces de hablar bien y escri-
bir mejor de Sinaloa, de Sinaloar, un verbo muy viejo
que los nuevos tiempos nos obligan urgentemente
a poner en movimiento, sobre todo entre las nuevas
generaciones.

Culiacán Rosales, Sinaloa, Noviembre 2008

Nicolás Vidales Soto

2 Profr. Héctor Armando Hernández Torres


Choix en los inicios de su historia

Introducción

P
ortadores idóneos de uno de los elementos que
resultaron más eficaces para la realización de la
conquista de México por España, los miembros
de la Compañía de Jesús, los jesuitas, enarbolaron su
emblemática cruz, y tenaces, cultos, emprendedores
y notoriamente eficientes en sus métodos organizati-
vos, después de haber arribado en 1591 a la Provincia
de Sinaloa, hacia 1612 ya tenían prácticamente bajo
el control evangélico a los pueblos indígenas de los
Sinaloa, los Zoes, Baimenas, Huites, Yecoratos y Baca-
yopas, etnias que habitaban lo que hoy es la mayor
parte del territorio del Municipio de Choix
Los soldados de la Compañía de Jesús reduje-
ron, es decir, fincaron la residencia de los distintos gru-
pos aborígenes en determinadas áreas de su entorno
regional, y a partir de este fenómeno, que consistió en
unos casos en la reubicación mientras que en otros se
dio la confirmación territorial étnica existente, se origi-
na el trazo, que en lo fundamental, constituye la actual
división política de esta Municipalidad, el marco geo-
gráfico donde se observó su evolución social y el desa-
rrollo cultural, singular proceso humano sostenido a lo
largo de sus cuatro siglos de Historia.
EL AUTOR.

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Choix en los inicios de su historia

Panorama de la evangelización jesuita

4 Profr. Héctor Armando Hernández Torres


Choix en los inicios de su historia

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Choix en los inicios de su historia

I.- CUATROCIENTOS AÑOS DE UNA


GEOGRAFIA HUMANA EN TIERRA
SINALOENSE.

A
briendo brecha con tesón y haciendo uso de esa
particular entereza que dejara singular ejemplo
de sacrificio en escenarios salvajes y regiones
inhóspitas, los misioneros jesuitas, también llamados
los Soldados de la Compañía de Jesús, desempeña-
ron un papel preponderante en la forja de la historia
de esta parte de la Antigua Provincia de Sinaloa, pre-
cisamente en la región que hoy corresponde a la de-
marcación geográfica del Municipio de Choix, pues
estos misioneros no sólo formaban parte de la orden
religiosa con mayor poder de penetración y mejores
resultados en la tarea evangelizadora, sino que me-
diante una inteligente labor organizativa del conglo-
merado indígena y la puesta en práctica de una serie
de actividades productivas, educativas y culturales,
donde los evangelizados tuvieron acceso al apren-
dizaje de la escritura, la lectura y a las lecciones de
enseñanza de algunos artes y oficios, sumado esto al
respeto y tolerancia que los jesuitas guardaron en
relación con algunos usos, costumbres, tradiciones
y formas de vida de los grupos étnicos, aquellos mi-
sioneros contribuyeron de un modo determinante a
conformar los primeros asentamientos indígenas en
los que iba apareciendo y desarrollándose el comple-
jo y sorprendente fenómeno de la aculturación, ese
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Choix en los inicios de su historia
proceso social que transforman al hombre y a la so-
ciedad en su conjunto.
Diseminados dentro de un área muy extensa y
bajo un estricto control religioso y social, estos asen-
tamientos evolucionaron, en base al trabajo humano
y a lo largo del tiempo, hasta llegar a ser hoy en día
algunos de los centros de población de este Munici-
pio, espacios sociales plenos de historia y recuerdos,
donde se guardan y conservan algunos vestigios ma-
teriales y conductuales que tienen su origen en aque-
llos lejanos momentos.
Toda esta contribución, que marcó el desarrollo
social de esta región, es el fruto de un trabajo siste-
mático y tenaz que duró 172 años, es decir, el largo
tiempo durante el cual los jesuitas permanecieron en-
tre los Sinaloas, Zoes, Huites, Baimenas y otros gru-
pos étnicos de nuestra región.
Abierto el sendero, incluso desde 1564, por el
joven y audaz Capitán Francisco de Ibarra, se inició a
principios del siglo XVII, el misionar del Jesuita, para
cumplir en estas tierras con su espiritual tarea, hacer
camino con su andar y marcar huellas profundas en
un arduo trajinar.
Sorprenden los nuevos acontecimientos a los si-
naloas en la convivencia de una congregación tribal
muy unida, ocupados los hombres en el cultivo del
maíz, frijol, calabaza, algodón y alguna captura de las
entonces bien pobladas especies del gran río, mien-
tras las mujeres dedicaban tiempo al tejido de petates
de palma y cestas de carrizo.
Toro o torote, población que lleva por nombre
el de un árbol característico de la región, se convier-
te en cabecera de la parcialidad de los sinaloas que
había sido asignada al misionero Cristóbal de Villalta

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Choix en los inicios de su historia
para su evangelización. Este religioso nació en Pue-
bla, probablemente en 1582 y murió en 1623, cami-
no a Guatemala.
1606 es un año de bautismo masivo a conversos
de la nueva religión, pero la gran obra de cambio de
aquel misionero, no sólo consistió en levantar la igle-
sia principal de la comarca, con retablos traídos de
la Ciudad de México, dedicados a Nuestra Señora de
la Asunción y a San Cristóbal; sino que demostrando
una esperanzadora visión al futuro, abrió una escuela
para los indígenas, un plantel de enseñanza que bien
pudiera ser considerado como el principio de la histo-
ria de la educación de Choix La labor evangelizado-
ra penetró río arriba y llegó hasta el pueblo de Baca,
también de los sinaloas, el más grande y concurrido,
donde fundó otra iglesia que se adjudicó la advoca-
ción de Nuestra Señora de la Concepción.
San Ignacio de Los Zoes se va conformando
poco a poco, luego de que, insitentemente, entre
1606 y 1607.” ..... vinieron los zoes a pedir tam-
bién misioneros; visitándolos el Padre Villalta,
bautizó sus niños y los persuadió, que vinieran
a poblar la banda Sur del río para que fueran
más fácil atendidos....
Testimonio valioso de la crónica jesuita,
es el texto que a continuación se cita

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Choix en los inicios de su historia

He aquí la trascripción del mismo texto.


“ … Por estar parte de las rancherías de
esta Nación de la otra banda del río, que es
muy grande, y más en sus avenidas, y que no
le podía pasar el Padre para acudirles en tiem-
pos de necesidad de sacramentos, y otras oca-
siones, y por andar muy ocupado en la gran-
de mies de los Sinaloa; trató con los zoes sa-
liesen a poblar a puesto más acomodado, y a
propósito. Y aunque tuvieron al principio sus
dificultades, al fin las vencieron y se vinie-
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Choix en los inicios de su historia
ron a congregar al puesto que se les señaló;
y se formó un pueblo de quinientos vecinos,
donde acabó el Padre de bautizar toda la Na-
ción, en número de mil y quinientas perso-
nas…………………..………………………….. Otro
Padre, que entró después a esta doctrina, trató
con los Zoes, que edificasen su iglesia de pro-
pósito, para que cobraran más amor al puesto,
como en realidad de verdad lo suelen cobrar,
viendo en él obra de sus manos. Vinieron en
ello, edificaron una tan hermosa, adornada de
pinturas (de que mucho gustan) que cuando
la tuvieron acabada, no acertaban los más del
pueblo a salir de ella; y cuando salían, era con
admiraciones y blasonando de que no había
nación en la provincia que gozase iglesia tan
hermosa; y a la verdad, lo era, y les había cos-
tado de sacar a sus hombros de entre montes,
cuarenta grandes maderos de hermoso cedro,
para su cubierta. Dedicóse con gran solem-
nidad, y fiesta, a que acudió mucha gente de
naciones comarcanas; y dedicola, diciendo la
misa el Padre Julio Pascual (varón santo) que
como adelante se dirá, murió mártir a manos
de otra nación serrana, no muy distante des-
ta.
No se contentaron los zoes con haber edi-
ficado su iglesia, sino que aficionados con su
vista, en particular los que se habían criado
por montes, y esos los arrancaron deste pue-
blo, se animaron todos a hacer sus casas de
adobes y cubiertas de terrado, formando ca-
lles y plaza en su pueblo………”

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Choix en los inicios de su historia

La corriente del Río Choix serpentea por la región


donde tuvo parte de su asentamiento la nación de los
zoes.

La traza e integración de este nuevo pueblo se


afirmó a partir de 1607, al construirse el templo dedi-
cado a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compa-
ñía de Jesús. En este templo ofició la primera misa el
padre Julio Pascual, quien permaneció con los zoes
hasta 1627.
No obstante los progresos alcanzados en cuan-
to a las nuevas formas de organización y convivencia
social introducidas por los misioneros, este nuevo
orden de cosas produjo entre algunos cabecillas de
esta etnia un gran descontento, al ver frustrada su
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hegemonía y goce de antiguos privilegios, por tener
ahora acotada lo que era antes una existencia libre
de incómodos deberes y una buena carga de obli-
gaciones.
Estos caudillos arrastraron tras de si a un nume-
roso contingente de hombres de la tribu y se rebe-
laron en 1625 en contra de los misioneros, retando
abiertamente a la autoridad colonial, representada
militarmente por el Capitán General Diego Martínez
de Hurdaide, que desde la Villa de El Fuerte vino a
combatir a los zoes, a quienes se les habían unido
algunos contingentes de indios colimones y apaches,
éstos comandados por su cacique Huechuri.
Los zoes lucharon bravamente por su causa si-
guiendo el ejemplo de un guerrero valiente llamado
Tacamuri, pero finalmente fueron derrotados por Mar-
tínez de Hurdaide que venia al frente de 48 soldados
españoles y 500 indios amigos, quien según la crónica
jesuita, les hizo a los indios 150 muertos y 40 prisione-
ros, de los cuales unos fueron condenados a la servi-
dumbre y otros ahorcados. Por su lado, los hispanos
tuvieron 4 heridos y 20 indios muertos, mientras que
el Capitán General sufrió la fractura de un brazo.
La Orden de la Compañía de Jesús fue fundada
por el religioso español Iñigo López de Loyola, cono-
cido como San Ignacio de Loyola luego de su cano-
nización por el Papa Gregorio V, en 1622. La orden
fue creada en 1534 y confirmada por el Papa Pablo III
en el año de 1540. Loyola nació en 1491 y murió en
1556. Su festividad se conmemora el 31 de julio y es
motivo de fiesta en muchas comunidades de nuestra
entidad, especialmente en esta cabecera municipal.

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Choix en los inicios de su historia

A la izquierda San Ignacio de Loyola. A la derecha el


jesuita ante el Papa Pablo XIII.

El Padre Cristóbal de Villalta fue trasladado a la


región del Yaqui en 1620, más para sustituirlo ya ha-
bía llegado el sacerdote italiano, también miembro
de la Orden Jesuita, Pedro Juan de Castini, quien mi-
sionó entre los zoes hasta 1640
Tanto el Padre Pascual como Castini, salvaron
sus vidas durante la sublevación de los zoes ocurrida
en el año1625, al no ser atrapados por éstos, quienes
los habían perseguido hasta el pueblo de Baca, mis-
mo que fue incendiado por los insurrectos durante la
misma rebelión.
El Padre Julio Pascual S.J. (1590-1623), era origina-
rio de Brescia, Italia. Este misionero encontró una muerte
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brutal a manos de los indios varobios, pobladores de la
región de Chínipas, limítrofe con esta región de la Provin-
cia de Sinaloa. Junto con él pereció el jesuita Manuel Mar-
tínez (1600-1632), originario de Tavira, Portugal. Ambos
misioneros fueron flechados y después decapitados en
ese año de 1632, sumándose a los otros siervos jesuitas
que habían perecido durante su misionar.
El referido misionero jesuita Pedro Juan Casti-
ni, nacido en 1588, entró en la Compañía de Jesús en
1604, habiendo llegado a México en 1616 y misionó,
como se dijo, entre aquellos núcleos indígenas, mu-
riendo en la Ciudad de México en 1663.
Le corresponde al Padre Juan Calvo, jesuita
originario de Toruel, Aragón, España, desarrollar su
labor misional, allá por el año de 1611, entre los bai-
menas, yecoratos y bacayopas, cuya región ya había
visitado el Padre Martín Pérez durante el año de 1595.
Juan Calvo nació en 1584, ingresó a la Orden en 1607
y murió en Guadalajara, México, en el año de 1658.

Ruinas de la vieja iglesia del pueblo de Yecorato, don-


de en1611 misionó el jesuita Juan Calvo
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Choix en los inicios de su historia
Transcurre el tiempo y se acentúan los perfiles
de la vida colonial en toda la Provincia de Sinaloa y
en esta comarca, dependiente en lo político y en lo
religioso de la Villa de El Fuerte de Montes Claros, las
pequeñas Misiones de Toro y de Baca y sus iglesias
de visita: Chois, Huites, Baimena y Yecorato, no sólo
son baluartes religiosos, sino centros activos de una
bien cimentada relación socioeconómica, basada en
la producción agropecuaria, minera, artesanal e in-
dustrial, que recayó en la explotación del trabajo indí-
gena bajo la estricta administración de los religiosos,
donde los indígenas aportaban su fuerza vital para
sostener el proceso productivo misional, energía hu-
mana traducida en una cuota de tres días de trabajo
personal por semana, no remunerada, que se deno-
minaba con el termino de temporalidades.
La Colonia es el tiempo y el espacio de una rele-
vancia histórica tal que de ella emergió la propia mexi-
canidad y que en la Provincia de Cinaro o Sinaloa y sus
catorce comarcas, fue marcada por la presencia trans-
formadora de los padres misioneros, quienes en una
sucesión de ciento setenta y tantos años, y a pesar de
que al principio enfrentaron una serie de privaciones,
sufrimientos y el martirio a veces, lograron, con su ta-
lento, tenacidad, cultura y su gran sentido práctico,
la organización de la vida de los naturales mediante
una aculturación sistemática, expresándose incluso en
sus propias lenguas, respetando usos, costumbres y
tradiciones e imponiendo a la vez rígidas normas de
convivencia comunitaria, contribuyendo todo ello, así
fuese cada parte como en conjunto, poderosamente,
a la conducción del mundo indígena bajo un estricto
control religioso y étnico.
Algunas informaciones históricas dan noticia de

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Choix en los inicios de su historia
que allá por el año de 1747, el R.P. Bartolomé Fenta-
nes, profeso de la Sagrada Compañía de Jesús, era
Ministro Misionero de Su Majestad, el Soberano Espa-
ñol, en el pueblo de San José del Toro.
Ilustra de primera mano el informe que el 26 de ju-
nio de 1742, Pablo Masida, Visitador de la Orden, rinde
al Padre Provincial de los Jesuitas, sobre algunos aspec-
tos del estado de los pueblos de Toro, Choix y Baimena,
según el contenido del siguiente documento.

“Es Toro cabecera, tiene iglesia y casa


bien maltratadas; la iglesia algo adornada
con ornamentos decentes antiguos. Debe esta
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Choix en los inicios de su historia
Misión como 700 pesos que con habiendo cui-
dado puede satisfacer.
Tiene Toro como 37 familias de casados, 16
muchachos de doctrina, viudas y viudos como 6.
Pertenece a esta Misión el pueblo de Chois
en el cual se hallan como 40 familias de casa-
dos, 16 muchachos de doctrina con algunos
viudos y viudas. Nada más dice de este pueblo
el Padre Visitador.
También pertenece a esta Misión el pue-
blo de Baimena, a donde hay casa e iglesia
bonitas con ornamentos decentes. Tiene este
pueblo como 80 familias de casados; 50 mu-
chachos de doctrina y 10 o 12 viudos. “

Aunque con las aproximaciones que se advierten


en este informe, se sitúa a Baimena como el centro más
poblado y en mejores condiciones, Choix adquirió ma-
yor importancia demográfica, política y religiosa, has-
ta la tercera década del siglo XIX. Hasta entonces su
categoría había sido menor que la de Toro.
El año de 1760 fungía como Ministro Adminis-
trador de los Partidos de Toro y de Chois, el P. Álvaro
Flores de la Sierra y ese mismo año, se registran las
actividades del R. P. Francisco Javier Acuña, jesuita a
cargo de la Misión de San José de Toro y las iglesias de
San Ignacio de Chois y Santa Catarina de Baimena.

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Choix en los inicios de su historia

Ruinas de la iglesia de Santa Catarina de Baimena.

Todo principio tiene su fin, justo o injusto, pero


lo que empieza termina. Los misioneros jesuitas no
fueron gratos a Carlos III. El Rey de España firmó el 27
de febrero de 1767 la orden de expulsión de todos
sus dominios,
La madrugada del día jueves 25 de junio del
mismo año de 1767, fue comunicada en México esta
orden de destierro a las puertas de los colegios y re-
sidencias de los jesuitas, donde ellos debían perma-
necer bajo encierro. En las misiones más lejanas la
orden de arresto o de salida, se llevó a cabo en fechas
distintas. El 7 de julio de 1767 se ejecutó la orden de
expulsión de los jesuitas de Sonora y Sinaloa. Los mi-
sioneros de ambas provincias fueron embarcados en
Guaymas en los meses de enero y febrero de 1769. En
aquel lugar permanecieron presos durante tres me-
ses y de ahí fueron trasladados a San Blas, Nayarit.
Continuando con su penoso itinerario, los jesuitas
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Choix en los inicios de su historia
perdieron 20 compañeros de Tepic a Guadalajara. De
la Nueva España los llevaron a Cuba donde también
permanecieron encarcelados varios meses en La Ha-
bana y de ahí continuaron una atroz travesía hasta
Europa. Allá, algunos permanecieron presos en Espa-
ña y otros fueron favorecidos por el asilo que les brin-
dó el Papa Clemente XIII, en las ciudades italianas de
Bolonia y Ferrara. Finalmente el Papa Clemente XIV
extinguió la Orden con fecha 27 de julio de 1773.

Clemente XIII Clemente XIV

El Capitán Lorenzo Cancio notificó la expulsión


a los misioneros de la Provincia de Sinaloa. Se fue-
ron los últimos jesuitas de esta comarca. De Toro salió
Francisco Acuña y de Baca, Juan Cava. Poco tiempo
después, los Franciscanos se hicieron cargo de los cen-
tros religiosos; de Toro y de Baca Juan Cubedo. Los
indios perdieron su tierras de comunidad y se convir-
tieron en peones o errantes desocupados y con todo
esto, terminó la etapa de un prolongado e importan-
20 Profr. Héctor Armando Hernández Torres
Choix en los inicios de su historia
te acontecer en la vida de aquellos pueblos indígenas
y en general, de toda aquella sociedad colonial cuya
evolución nos dio, tiempo después, identidad como
mexicanos, como sinaloenses y como colectividad de
este ámbito geográfico que devino finalmente, con
el nombre de Choix.
San José de Toro yace sepultado bajo las aguas
de la Presa Miguel Hidalgo; Santiago de Huites se ha
perdido en el fondo de la Presa Luis Donaldo Colosio;
Nuestra Señora de la Concepción de Baca, San Igna-
cio de Choix, Santa Catarina de Baimena, Yecorato y
Bacayopa, mantienen su actualidad geográfica y per-
manecen como fieles vestigios de aquella presencia
misionera, en el preciso instante del comienzo de una
nueva etapa de nuestra particular Historia.

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Choix en los inicios de su historia

II.- LOS FLECHEROS DE SANTIAGO

L
a tenacidad del Jesuita, dió sus primeros frutos:
dos pequeñas Misiones, Toro y Baca, desde don-
de la huella del cristianismo hubo de extenderse
y su palabra persuadió a los Huites para que abando-
naran cuevas y riscos y de seres trogloditas, pasaron a
organizarse y congregarse alrededor del templo dedi-
cado al Apóstol Santiago como Santo Patrono.
Según su crónica, esta Misión contó con una
iglesia de tres naves, hecha de madera y tierra y tam-
bién se utilizó el cedro y se pintó, adornándose de
imágenes y altar y el nuevo entusiasmo religioso de
estos bélicos flecheros los impulsó a construir cami-
nos para facilitar las visitas del Padre Villalta, que les
hacía desde Toro o desde Baca.
La evangelización en este caso obra positiva-
mente en otro orden de cosas y así, la gran rivalidad
que llegó a existir entre los huites y los sinaloas fue
dando lugar a una relación cordial y amistosa, cuan-
do los primeros convienen en que algunos de sus hi-
jos vivan entre los segundos, para que aprendieran
su lengua y posteriormente se incorporaron mas indi-
viduos de distintas edades para vivir con los sinaloas,
habiendo ocurrido después un hecho muy singular,
cuando un connotado cacique de esta tribu, llamado
Don Bautista, se casó con una mujer de los huites, se-
Profr. Héctor Armando Hernández Torres 23
Choix en los inicios de su historia
llándose de este modo la amistad entre ambas tribus,
que por mucho tiempo fueron enemigas mortales.
De existencia muy rudimentaria, aquellos indios
agrestes, fieros y antropófagos, habitaban en chozas
o cuevas de elevados peñascos, agrupados en algunas
trescientas familias que se hallaban asentadas en las
margenas del Río Fuerte, al noreste del recién acomo-
dado pueblo de Baca. Enseguida se cita textualmente
una referencia que de esta etnia nos ha legado el mi-
sionero Andrés Pérez de Ribas, quien extrañamente
en su obra histórica no muestra la concatenación de
tiempo y espacio, las fechas de los hechos y los acon-
tecimientos, la ubicación cronológica que es esencia
de la historicidad.

24 Profr. Héctor Armando Hernández Torres


Choix en los inicios de su historia

Tal era el español del siglo XVII impreso en la


importante obra histórica del jesuita Pérez de Ribas,
quien misionó entre los ahomes, amigos de los zoes.
Este texto expresa lo siguiente:

“La Nación de los Huites que en lengua de


Sinaloa suena lo mismo que los flecheros (por-
que decían de ser señalados los desta gente en
Profr. Héctor Armando Hernández Torres 25
Choix en los inicios de su historia
usar de la flecha), tenia sus rancherías, y ha-
bitaba en chozas, o cuevas entre riscos, y pe-
ñas tajadas asperísimas, a donde, si no eran
ciervos, o aves no podían penetrar; y para su-
bir hombres a ellas, era menester ayudarse,
asiéndose unos de otros. Por otras parte eran
puestos tan secos, que no tenían otra agua
que beber, que la que de la lluvia se rebalsaba
en algunas concavidades de las divas peñas; y
el mejor puesto que gozaba una ranchería de-
llas, era un vallecito cercado de tan altos mon-
tes, y picachos espantosos, que estorbando la
entrada a los rayos del sol, allí era dos horas
más corto el día. En estos horribles puestos
vivían con trescientas familias de gente, que
aunque no distaba de la nación Sinaloa mas
de siete leguas, no se veían, ni trataban, ni co-
municaban con ellos, sino eran con los arcos y
flechas, para matarse ni sabían de otro mun-
do más del que se encerraba entre aquellas
peñas. Era gente que comía carne humana,
cuando la alcanzaban de sus enemigos; y el
que más calaveras de los enemigos muertos
colgaba sobre su puerta o cueva, era tenido
por el más valiente de la nación”

26 Profr. Héctor Armando Hernández Torres


Choix en los inicios de su historia

Con tales características se describen a aquellos


diestros flecheros que la historia sorprende cuando
ya formaban parte de aquel naciente panorama de
la evangelización jesuita, los pueblos de San José del
Toro, de Nuestra Señora de la Concepción de Baca,
del antecitado pueblo de San Ignacio de Chois, así
como del asentamiento indígena de Santa Catarina
de Baimena, conquista espiritual de la tenaz labor e
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Choix en los inicios de su historia
incansable misionar del jesuita Cristóbal de Villalta,
misionero asignado originalmente a la parcialidad de
los sinaloas y quien por entonces y corriendo el año
de 1612, había logrado penetrar la vida aborigen de
aquellas gentes fieras, cuyo pensamiento atávico em-
pezaba a ser influido por una nueva idea de lo místi-
co, para su conversión al credo cristiano y así, aquel
perseverante religioso había logrado persuadir a los
huites para que bajaran de los peñascos, salieran de
las cuevas, dejaran sus toscas chozas, y vinieran a
poblar un lugar de más fácil acceso y más útil suelo
“No sosegaba el celoso deseo, y cuidado del
Padre de ver a la nación Huite, toda reducida a Dios,
y conociendo, que para conseguirlo, era necesario
que saliese de entre aquellos riscos, y recogerse toda
a puesto acomodado, donde pudiese ser doctrinada,
edificar iglesia, y formar pueblo en policía en orden
y gobierno, y habitación de hombres. Resolvió hacer
diligencia apremiada para poner en esto en ejecución
y para ella encomendó algunos cristianos fieles como
gente que tenía noticia de todos los parajes de la co-
marca, que buscasen uno con todo secreto donde con
comodidad de tierras, y agua pudiesen poblar los hui-
tes. Habiéndolo hallado les mando hacer unas enrama-
das para iglesia, y casa. El día siguiente convocando, y
juntando algunos cristianos sinaloas, y huites, de los
que con ellos vivían, y convocando otros gentiles de
los picachos, se fue al dicho puesto. Habiendo dicho
misa y estando junta toda la gente, le hizo una platica,
proponiéndoles las conveniencias que había en aque-
lla reducción, en la cual los huites quedaban mejora-
dos de puestos, y tierras. Persuadiéndoles a los que no
habían salido de su áspera serranía, como debían se-
guir el ejemplo de sus parientes, que para hacerse cris-

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Choix en los inicios de su historia
tianos, se habían ya venido a vivir entre los sinaloas en
cuya compañía habían hallado tan buen hospedaje, y
ahora tendrían mucho gusto de tenerlos mas cerca y
por hermanos en la fe.”
De esta forma, aquellos renombrados flecheros
se redujeron a un lugar determinado finalmente por
aquel soldado de la Compañía de Jesús, integrándo-
se ahora la tribu en el nuevo pueblo de Santiago de
Huites y cumpliéndose así por enésima vez el manda-
to real de Carlos V, quien en su tiempo dispuso “…..
que los indios fueren reducidos a los pueblos y
no vivieren divididos por las tierras y los mon-
tes…..”
El área donde los huites de congregaron en un
solo pueblo, se localizaba en la confluencia de los
Ríos Chînipas y El Fuerte.
Santiago de los huites queda formalmente bajo
el dominio español y el imperio de la iglesia católica,
el 24 de julio de 1612.
Bajo el signo de la cruz se construyó una iglesia
del nuevo credo, un templo que atiende con alguna
frecuencia, ya desde Toro, ya desde Baimena, el pa-
dre Cristóbal de Villalta quien después de haber sido
trasladado a otro sitio, este misionero fue sustituido
por el italiano Pedro Juan Castini que continuó aten-
diendo la iglesia de visita de Huites, como también lo
siguieron haciendo sus sucesores hasta el último de
ellos, el misionero Juan Cava, removido de la Misión
de Baca en 1767, pues el Rey Carlos III rey había dis-
puesto con anterioridad, que la Compañía de Jesús
fuera expulsada de todos los dominios españoles, de
los cuales por supuesto, formaba parte nuestra Seño-
ra de la Concepción de Baca.
Durante mucho tiempo existió una gran rivali-

Profr. Héctor Armando Hernández Torres 29


Choix en los inicios de su historia
dad entre los huites y los sinaloas, la cual fue desapa-
reciendo gradualmente bajo la influencia conciliado-
ra de los Padres, incluso llegó un momento en que
los primeros permitieron que algunos de sus hijos
vivieran entre los sinaloas y durante esta convivencia
aprendieran su lengua. Posteriormente llegaron otros
individuos a incorporarse a la vida de aquel mismo
pueblo, pero el acontecimiento decisivo que vino a
sellar la amistad entre unos y otros, ocurrió después
cuando se llevó a cabo el matrimonio de un popular
cacique de los sinaloas, con una mujer de los huites.
Pasado algún tiempo y cuando corría el año de
1649, se origina la propiedad comunal perteneciente
al pueblo de los huites, por acuerdo del Consejo de
Indias y para ello se comisionó a Don José de la Miran-
da y Villaimân, miembro del mismo Consejo y de la
Real Audiencia de Guadalajara, habiéndose dispuesto
entonces que la extensión de dicha propiedad, “…..
Fuera de un sitio de ganado mayor….”, es decir, una
extensión equivalente a 1,175 hectáreas, 66 áreas.
Desterrados los jesuitas de esta región en el re-
ferido año de 1767, desaparece la pequeña Misión de
Baca y en su lugar empieza a dar servicio una parro-
quia atendida ahora por religiosos de la Orden de los
Franciscanos, quienes continuaron haciéndose cargo
de la iglesia de visita Huites.
Don Bernardo Tarandoy Cobarrubias, Fiscal de
Real Hacienda, en 1784 señalaba que Huites era un
pueblo compuesto por 46 familias.
Un año más tarde, en 1785, se informa que Hui-
tes se halla muy despoblado; que apenas si se cuen-
ta aquí y en algunas rancherías y puntos aledaños,
con unas 210 personas entre españoles, mestizos e
indígenas, comunicándose también que la iglesia del

30 Profr. Héctor Armando Hernández Torres


Choix en los inicios de su historia
lugar se encontraba completamente arruinada, por
lo que los ornamentos sagrados se habían traslada-
do a la iglesia de Baca. Es muy probable que en esos
años la población haya comenzado a abandonar el
sitio original de Santiago de Huites, para poblar otros
lugares aledaños
De cualquier modo, este asentamiento indígena
conservó un carácter de primera importancia y así lo
consignan por ejemplo, las noticias estadísticas que
proporciona en 1849, el licenciado Don Agustín de
Escudero, al informar que esta municipalidad conta-
ba con una villa en este caso, Choix, y los pueblos de
Baimena, Baca, Toro, Yecorato, y Huites, localizándo-
se este último, al noroeste de la misma villa, a una dis-
tancia de 7 leguas y con una población de 514 habi-
tantes. Aunque varios años atrás debió reconocérsele
esta categoría, en un dato correspondiente del año
1873 se cita a Huites como una de las ocho alcaldías
del Municipio de Choix, a la cual correspondían las
celadurías de: El Descanso, El Rosario, La Guaza, Ba-
capaco, Macoribo y Los Molinos. En el censo general
del año de 1881 Huites aparece con una población de
464 habitantes. En otra información de 1886 se señala
a la región de Huites como parte de la zona minera de
Choix, donde entre otras cosas, se explotaba la mina
de Santiago, siendo también de considerable impor-
tancia la cantidad de oro de placer que se extraía de
la misma área donde todavía en el año de 1904, el
norteamericano W.W. Fish aprovechaba parte de esta
riqueza aurífera.
Considerado como un derecho de su propiedad
comunal, adquirido como ya se dijo desde 1669 y
ejercido desde entonces, el 24 de diciembre de 1886
el Gral. Porfirio Díaz, Presidente de la República Mexi-

Profr. Héctor Armando Hernández Torres 31


Choix en los inicios de su historia
cana, reconoció y ratificaó este derecho de tenencia
de la tierra de los Huites, con la extensión original que
les había otorgado el régimen colonial.

Del Ejido de Huites ha quedado su carta geográfica.


Las tierras las engulló la presa.

Transcurridos algunos años y por decreto de fe-


cha de 12 de abril de 1903, la Legislatura Local acordó
por iniciativa del Ejecutivo del Estado suprimir, entre
otras, la Alcaldía de Huites, pasando a depender de la
Alcaldía de Baca, con la categoría de Celaduría.
13 años después y mediante el Decreto del Eje-
cutivo Estatal de fecha 9 de diciembre de 1916, con
el que se erigía en Municipalidad la Directoria Política
de Choix, se le reconoció a Huites su anterior carác-
ter de Alcaldía con las Celadurías de San Antonio, Los
Molinos, Güiorocoba, Macoribo, Bacapaco, Tacopaco,
32 Profr. Héctor Armando Hernández Torres
Choix en los inicios de su historia
y El Descanso y como sus rancherías: La Misión, Las
Cruces, Santiago, El Cajón, Rosario, Natochi, Baiburin,
Guayénachic y La Junta.
Las nuevas transformaciones de la estructura mu-
nicipal ocurridas a partir de 1917, le dieron a Huites la
categoría de Sindicatura que posteriormente y debido
a cambios socioeconómicos y demográficos, perdió
para quedarse con el rango de Comisaría Municipal.

Profr. Héctor Armando Hernández Torres 33


Choix en los inicios de su historia

III.- Una mirada a nuestra realidad

Lo que al presente queda del núcleo de la pobla-


ción indígena de los Huites, la herencia de sus rasgos
étnicos, su vida comunitaria, sus costumbres y tradi-
ciones, son valores que siguen formando parte de su
actualidad, sin dejar de pensar en lo que permanece
inédito, información que aún se encuentra dispersa
en la densa bruma de los tiempos pretéritos.
Un día todo cambió. Los ásperos riscos, los tajos a
plomo, las cuevas de los trogloditas. Cambió el panora-
ma y el ecosistema. Las aguas de los dos ríos que dieron
el bautismo a Santiago de Huites, fueron domeñadas y
con sus caudales formaron el lago de la gran presa.
1993-1995, fue el trienio del éxodo, del abando-
no de la geografía y de los seculares escenarios. Los
Huites cerraron entonces varios siglos de su historia,
para que otros impulsaran el desarrollo y marcaran
los signos de la actualidad. La presa, la modernidad
hidráulica llegó para asentarse en sus tierras.
Sin embargo, los descendientes de aquellos
hombres y mujeres que defendieron sus creencias
ante el acoso cultural y militar venido de otro conti-
nente, y que una vez derrotados aceptaron vivir bajo
diferentes normas sociales a las que estaban acostum-
brados, transformándose generacionalmente a lo lar-
go de los años, aunque ahora estén viviendo en otras
Profr. Héctor Armando Hernández Torres 35
Choix en los inicios de su historia
tierras, porque su antiquísimo pueblo quedó sepulta-
do por la gran laguna azul que es la presa construida
para llevar agua a otras regiones, manifiestan en su
comportamiento los hábitos de conducta y disfru-
tan de los elementos culturales que como legítima y
costosa herencia social les distingue y pertenece: Un
idioma, el español; una religión, la católica; un sen-
timiento social, la mexicanidad; un gran cariño por
los paisajes que dejaron atrás y una gran historia, su
particular historia, que junto con la de otros pueblos
integran la lucha constante del pueblo mexicano, en
cada región del país, por ser cada vez mejores para
que nuestros hijos puedan vivir cada vez mejor en un
mañana interminable.

El gran caudal de la Presa de Huites que transformó


los escenarios históricos de aquellos diestros flecheros

36 Profr. Héctor Armando Hernández Torres


ÍNDICE

A manera de presentación 1
Nicolás Vidales Soto
Introducción 3
Héctor Armando Hernández Torres
I.- Cuatrocientos años de una geografía
humana en tierra sinaloense 7
II.- Los flecheros de Santiago 23
III.- Una mirada a nuestra realidad 35
Choix en los inicios de su historia, autoría del profr.
Héctor Armando Hernández Torres, se diseñó e im-
primió en Creativos 7 Editorial. Se imprimieron 250
ejemplares más sobrantes para reposición.
Culiacán Rosales, Sinaloa, México, noviembre 2008.

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