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DORIAN
ESCRITO POR:
STAROSTA
(RAFAEL BEJARANO)
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En tu cuarto
Donde el tiempo se detiene
O se mueve a tu voluntad
¿Dejarás que la mañana venga temprano?
¿O me dejarás yaciendo aquí?
En tu oscuridad favorita
Tu favorita luz mortecina
Tu conciencia favorita
Tu esclavo favorito
En tu cuarto
Donde las almas desaparecen
Sólo tú existes aquí
Me guiarás hasta tu sillón
o me dejarás yaciendo aquí
Tu inocencia favorita
Tu precio favorito
Tu sonrisa favorita
Tu esclavo favorito
En tu cuarto
Tus ojos ardientes
Causan llamas para surgir
Dejarás que el fuego muera pronto
O siempre estaré aquí
Tu pasión favorita
Tu juego favorito
Tu espejo favorito
Tu esclavo favorito
Letra del tema In Your Room escrita por Martin Gore de la banda Depeche Mode
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I
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recuerdo una melodía sin final, un sentimiento de una
asonancia, después todo se va para siempre. Y quedo solo otra
vez, como siempre fue. En la ladera de la muerte una sola nota
resuena incesante y derriban las esculturas de piedra de los
siglos, el pensamiento humano, la trascendencia. El universo
disloca materia y nada vuelve a ser como fue. El pasado no
existe, ya paso, el futuro no existe, aun no se ha creado y el
presente se pierde en recuerdos del uno y anhelos inútiles del
otro. Yo debería cantar más, pero la melodía se hace inútil en
orejas llenas de sordera. Las mías, las del mundo entero, la
fragilidad, la banalidad, todo desborona el tiempo, nuestra
presencia, el cuervo en el dintel de la puerta. O no sé, quizás
he perdido mi toque o tal vez olvide mi estilo, o todo tipo de
cosas me han ocurrido y ya no veo nada. El encierro y el
aislamiento generan en mí la manía de la tristeza. Algunos
días son mejores que otros…
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transeúnte, en uno más de los que caminan sin rumbo fijo
viendo cómo se nos van los años y recordar empieza a
costarnos más, memorias escritas en muchas páginas que se
destiñen unas, se arrugan otras y forman nuestra bitácora
personal, la cual a veces se nos hace pesada, se arruga también
la piel, cada vez hablamos menos, la inocencia se pierde, la
soledad llega y es fiel, nunca nos abandona por nadie, y entre
soledades nos buscamos, y aprendemos a llorar y a sonreír de
vez en cuando. Al final, todos somos lo mismo, nada es tan
distinto, la tristeza no termina tan fácil como el invierno que
se aleja…
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II
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quisiera escapar, los temores se acumulan en mí. Ellos están
exhalando su pérfido aliento en mi rostro, y nunca se
detienen…
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III
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gritan y se esfuman en medio de la niebla en las tardes grises
de aquel lugar donde probablemente yo no vuelva jamás.
Mientras tanto la muerte sigue su inagotable marcha e intenta
hacernos caer, desvalidos y enfermos, irreconocibles ante
nuestros propios ojos al vernos al espejo. La enfermedad todo
lo devora: La magia, las ganas, lo que sabemos de nosotros
mismos. La agonía y sus dientes amarillentos repletos de
locura. El alma que sale liberada de su claustro de carne, piel
y huesos salta, baila y canta desde la libertad de toda la
inmensidad del más allá, de lo que desconocemos, de ese
temor incierto que no proviene directamente del hecho de
morir, sino del sufrimiento. No tememos a la muerte, sino a
todo lo que nos lleva a ese inexpugnable momento, a todo lo
que conlleva para nuestros seres más queridos, nuestra
naturaleza perdida en la lucha por trascurrir, el olor de las
rosas muertas del cementerio. Ese olor tremendo que nos hace
reflexionar por un instante, que nos saca de nuestra realidad,
nos aleja de nuestro tiempo. El olor de las rosas muertas es
como el olor de la muerte. El tiempo es dulce y no pasa ya. El
tiempo lo desarregla y deshace todo. El tiempo no permite que
nada quede intacto, que nada dure para siempre. Nos recuerda
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que somos perecederos, que somos solo un efímero momento
en lo que llaman vida, un eco mínimo del universo, una fugaz
consecuencia.
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IV
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Siempre camino en estas calles después de la lluvia, entre
charcos y asfalto. La llovizna que llega tarde a la cita con la
tormenta borrará mis pasos, así como lo hace el humo y el
alquitrán. Siento que con los años empecé a quebrarme y a
dejar trozos de mí ser desperdigados por todas partes y ahora
soy solo un fragmento perplejo, sin equilibrio y sin piso en el
trayecto de lo que se supone es la ruta de la vida. Dicen que el
recuerdo es una forma de encuentro, pero yo no te encontré en
las cosas que yo recuerdo de ti, al contrario, siento que cada
vez que te pienso me vuelves a dejar solo y eso me daña más.
No tengo futuro ni pasado. Si me quedo aquí hay un espíritu
desertor que me hace huir de mi realidad. Es extraño caer en
cuenta cuantas veces he pensado en desaparecer
completamente. Me reprocho la levedad de mis sueños y mis
intenciones en el mundo. No sé, soy una cadena de cosas que
no se refractan correctamente en mí, nada es lo que se supone.
Supongo que así es esto. Sólo el amor y la muerte cambian
todos los sucesos de nuestro trascurrir. E irónicamente no
tengo ninguno de los dos en mí. Este mundo es prometedor y
hermoso solo de la puerta de mi casa hacia afuera. No se
trataba de correr lejos de ti, ni tampoco detrás de ti. Solamente
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viniste y te fuiste y eso es todo. Realmente pienso que tú
deberías cuidar tu amor y tu odio hacia mí. Guárdalo en un
lugar seguro en tu mente o en tu corazón, donde prefieras,
pero no lo olvides nuca, pues cuando ya no este, tú me
definirás. Quiero que esto sea la última cosa que hagas por mí.
¿Cómo conseguimos este alejamiento? Pensé que este amor
duraría siempre…
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V
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Recuerdo tu figura otra vez. Imagino que te abrazo
nerviosamente y te oigo llorar. En mi imagen beso tus labios
y termino con tu vida. Me desgasto inútilmente en estas tontas
alucinaciones pues se que te mataré otra vez mañana en la
noche. Y en la siguiente. Me mato a mí, destruyo todo, pero
solo en mis pensamientos. Al día siguiente todo hace
metástasis y continua igual. Y sigo desperdiciando así, en esta
rutina de horrores e inutilidad mi valioso tiempo.
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VI
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ensordece, me hace postrarme de rodillas. Corro enloquecido
y atravieso la enorme puerta. Afuera está lloviendo. Empiezo
a sentir como mi ardor se apaga. Veo gente extraña a mí
alrededor. Todos se detienen de un momento a otro y se dan
vuelta. Se quedan observándome y me hacen una señal para
que guarde silencio. Entonces me quedo rígido y estas
personas se acuestan en el suelo y se quedan profundamente
dormidos. Parece que se hicieran los muertos realmente. En
un instante recordé todo. Y al instante lo olvide todo de nuevo.
Es justo cuando algo dentro de mí me dice cómo se siente ser
nuevo. Y esa voz empieza a multiplicarse en todo aquel lugar,
esa voz ingresa por aquel pasillo de pisos ajedrezados,
retumba como una caverna infinita, son mil voces
murmurando que es verdad. Entonces intento prestar atención
y descubro que cada una de esas voces en realidad es tu voz,
que me susurra ahora al oído. Es cuando me despierto y quedo
sentado en el borde mismo de mi cama. Y estoy solo. Y el frio
envuelve mi cuerpo…
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Me levante en la mañana con más incertidumbres que
certezas, buscando torpemente la lata de café en la alacena. Al
tomarla note que uno de mis dedos estaba cubierto por una
escama extraña y no podía moverlo. No le preste mayor
atención y continúe mi día, hundido en mis amargos pesares,
asfixiado por la soledad y la falta de amor y cuidado en mi
vida. Hay un aire enrarecido en mi casa, lo percibo con cada
respiración, puedo sentir el tiempo pasando a través de mí
como agujas de un reloj lleno de crueldad. Encendí la
televisión y empecé a pasar canales indiscriminadamente sin
fijarme en nada en particular. La escama en mi dedo
continuaba creciendo y me dirigí al baño a lavarlo con agua
del grifo. Tome una barra de jabón e intente en vano retirarla,
pero no caía. Termine de lavarlo, me seque la mano con
cuidado y me senté junto a la ventana a observar los autos y a
la gente pasar. Transeúntes tan rígidos como los juguetes que
se mueven como si estuvieran balanceándose, así como los
árboles que se mecen por efecto del viento. A pesar de ver a
ese grupo de personas, recordé cuando ella me hablaba sobre
el mundo vacío, de gente que camina sin ideas, sin sueños, sin
esperanza. Personas con los ojos vidriosos, silenciosos, como
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hombres grises capturadores de tiempo. Caminan como si
fueran un ejército, haciendo todo lo posible por ser
intrascendentes, buscando todos los caminos para que sus
vidas estén mal. Yo soy uno de ellos. Un soldado desertor, un
corazón delator enterrado bajo el suelo. Vanidoso de estar
combatiendo en la guerra de este mundo vacío. Si sólo pudiera
decir “No me interesa” y no sentirme tan contagiado y
espantado. Si sólo mis ojos se cerraran...
Siento que vivo en una cima, un lugar donde nadie va. Todos
los días me quedo aquí, sin salir, postrado y cansado.
Sintiendo que todo lo que necesito es estar contigo, suplicando
por tu regreso, como todos los demás lo hacen. Todos siempre
vuelven, excepto tú. ¡Por favor regresa! Por favor regresen
todos. No importa en qué forma lo hagan, así sea con los ojos
como las aves emponzoñadas. Necesito sentir la mirada de
alguien sobre mí, para no sentirme tan aislado. En mi cabeza
crecen las dudas con un tono gris de tristeza, mi ánimo se
aplasta, el reloj sigue girando sin hablar, vivo engullido por
las formas fantasmales de la vida que se escurre en redes de
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polvo. Mi edad arruina mi esperanza y solo puedo lamentarme
y esconderme.
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VII
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abismal en la cual yo sufría de vértigo. Quise aquella ves
suplicarte para que te quedaras, pero estaba lloviendo
demasiado fuerte y casi no te podía ni ver de tanta agua que
se entraba en mis ojos, no sé si era la lluvia o yo que estaba
llorando. Me quede parado en mitad de la helada noche
mientras tú te alejabas. Pasaron los minutos y torpemente
reaccione y corrí detrás de ti por una calle desierta y oscura.
No te vi en ninguna parte. No te pude hallar. Decidí que iba a
encontrarte aunque me tomara toda la noche. Invoque fuerzas
divinas para que me ayudaran a rastrearte como si fuera una
cacería de brujas. Te busque en las sillas vacías del parque y
en el bar desolado de la esquina. Te busque en las estaciones
del bus y en los andes vacíos del centro de la ciudad. Por
siempre jamás es siempre para ti. Tomabas las decisiones y no
dabas vuelta atrás. Y eso te paso también conmigo. Yo te
defraude. No estuve a la altura. Destruí tu confianza en mí. Tú
maravillosa y hermosa confianza.
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entre mis manos. No sé si quede algo sagrado dentro de mí,
solo sé que en medio de este abismo, hay algo en la pena que
me gusta. No sé cómo explicarlo. Mis intenciones y mis
sentires se encrespan y ruedan en medio de mi tormenta
personal. No sirvo para persuadir a nadie. Los años también
me enseñaron a no señalar a ninguno. Solo vivo mi vida
ausente, en silencio. Creo que somos personas dañadas que se
buscan y se rechazan entre sí, encantados por los sofismas que
no entendemos claramente. Somos almas perturbadas y
agobiadas por las practicas que pensamos alguna vez, no nos
harían ningún daño. Olvido para sentir que no estoy muriendo,
pero es un olvido en vano. Rezamos entusiasmados esperando
que llegue algo a nuestras vidas, algo que no viene desde
algún lugar profundo en nosotros. Algunas cosas no tienen
sentido…
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poder verme lastimado. Pero a la vez no lo querría de ninguna
otra forma. Siempre hay un precio que se debe pagar…
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VIII
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afuera demasiado tiempo, durante mucho tiempo y fue muy
duro. Yo sé que fue un error todo esto, pero ya no hay retorno.
Los días siguen y la escama me ha consumido ya medio
cuerpo. Solo puedo mover un brazo, una pierna, media boca,
un ojo. No podría salir a la calle. Todos se quedarían
viéndome como una cosa extraña, un leproso, un bicho raro.
El teléfono de mi casa hace días que no suena. Nadie ha
venido a buscarme ¿Sera que mordieron el anzuelo y piensan
que aun estoy de viaje? ¿O será que ya no le importo
absolutamente a nadie? Aunque parezca increíble, me veo al
espejo y no me sorprende mi estado. Me arrastro por la casa
buscando espacios donde respirar. Irónicamente no muero. No
se si soy mas resistente de lo que yo creía o simplemente mi
alma se niega a darse por vencida. La escama en mi cuerpo
me hace sentir que pesa demasiado. Es como estar cargando
un gran peso por donde yo vaya. Últimamente he optado por
quedarme tirado en el suelo y me levanto solo para tomar agua
de la llave o comer los últimos víveres que quedan en mi
alacena. Ir al baño es una tortura vergonzosa peor.
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He estado sucio por mucho tiempo y no me interesa porque
estoy prendiendo dentro de mí, siento la vida dentro de mí,
contenida, y con ganas de irse lejos. Toda mi vida he sido
lastimado pero no me importa. No se si tu lo sentiste cuando
me tocabas ¿Lo hiciste? ¿En realidad conociste algo de mi,
alguna vez? Quizás la muerte me esta convirtiendo en esto,
mientras siento sus huesudos dedos, largos y fríos, alrededor
mío. El dolor en mi está listo, la fragilidad está esperando su
momento, no hay tiempo para titubear. Tal vez estoy
pagándole mi deuda al karma. Tu fuiste para mi la muerte y la
vida reconciliadas. Lo que yo tome de ti no me daño, el
problema fue que no me fije en lo que estaba entregando. La
ausencia me absorbe, me tira hacia abajo, donde no hay suelo,
donde lo sagrado nunca es encontrado.
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IX
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era irte o irte. Igual, de todos modos lo harías. No es cuestión
de intentar gustarles a los demás. Te ríes y hablas camuflada
antes todos los demás cuando sabes que siempre estás
llorando. Tú siempre fuiste muy buena para aparentar.
Simplemente hacías tu parte en la función que suponía tu vida.
Yo a veces me pregunto: ¿Alguna vez pensaste en volver?
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ninguna duda: Mi monumento ahora cayó. Y estoy disperso y
hecho pedazos, estoy desperdigado y olvidado en el suelo…
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X
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todo esto lo pienso en un instante, y lloro como un niño
temblando solo en mi habitación oscura y rancia y llega hasta
mi la despedida, y ese momento antes de besarte y que me
dijeras adiós. Es como si cayera en un abismo que no termina
y no hay nada en que aferrarse, nada a que encomendarse.
Nada.
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XI
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pecador que hay dentro de mí y negarlo tantas veces como
pueda, seria más fácil. ¿Cómo sería la vida si pudiera ser libre
de toda culpa? Igual, seguramente no sería un santo, no soy
conocido por mi bondad o mi paciencia. Quizás los cuervos
no estarán prestos a recogerme cuando quede desparramado
por todo el trigal.
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XII
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Las nubes anchas serán como un rio de luz que crecerá entre
las tinieblas, dejare en tierra mi sangre, mi carne, mis huesos
y mis cenizas. Quedara mi cuerpo inmóvil, desarmado en la
muerte, lejos de la rabia y la decepción, resguardado en tierra
de la lluvia y el mundo asesino. Mi alma de niño arrodillado
me observara y me tendera las manos y desde mi tristeza
abriré yo mis ojos y entre lagrimas nos fundiremos
diciéndonos todo lo que nunca se pude decir en palabras. Y
desde esa eternidad yo diré: Adiós.
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Siento la muerte a mi lado y espero en silencio mientras una
por una las personas que conocí y amé en mi vida se deslizan
esta noche en mi memoria, como regalos de estaciones frías,
así los recordare. Los cuerpos callados y vacíos seguirán
dentro de las iglesias besando el suelo antes de orar, después
se marcharan, dejando atrás la luz que emanaba del costado
de aquel sacrificado. Y tengo miedo. Siento esta noche
abriéndose como una gran boca de muerte que me alcanza y
pronuncia mi nombre. Me siento totalmente cansado, inmóvil,
convertido en piedra, como una estrella que se ha caído del
cielo y ya no existe. Y una palabra habita en mi boca, pero mi
boca ya no exhala quejas de tristeza. Mi pena es negra, mi
alma se cansa de vagar en la bastedad escondida dentro de mí.
Mi muerte es como la muerte de un mundo que cae sobre mí
ser y me aplasta. Siento que la ausencia atraviesa los muros y
yo la atravieso a ella. Mi existencia se hace transparente y
comprendo que sin vida, yo viví. Me marchite y me olvide de
reír, solo descanso con la pesadez del mármol, y me canse de
vivir, de mis uñas, de mis palabras, de mi piel y de mi sombra.
Siento que ahora soy raíz en las tinieblas. Raíz aterida y
arraigada bajo tierra. Escucho el graznido de los cuervos de
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azufre, me reflejo en espejos de hielo de furia, mi alma se
libera de la crueldad de la celda de piedra donde vivió el
último tiempo, paso raudo sobre las aceras, los parques, las
calles que transite, me despido descuidadamente de aquellos
que ame y conocí, atravieso los bosques, las selvas, los vastos
océanos, recorro cada lugar que transite y que olvide, mi alma
aúlla herida y empuja la humedad, rompiendo las grietas y la
vergüenza. Siento que estoy en un paseo, me siento en calma,
ya no lloro mas lagrimas necias, siento que me revuelvo entre
el aire, a lo lejos. El misterio de la madrugada por fin me
pertenece y siento que he crecido.
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FIN
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