Sunteți pe pagina 1din 5

EL PEZ MORDEDOR

El fondo del mar está lleno de criaturas curiosas. En unas aguas profundas

vivió una vez un pequeño pez muy peculiar al que un día le salió un diente de

leche chiquitín y del que estaba muy orgulloso porque lo hacía diferente al resto

de los de su especie. Como era un pez que se alimentaba sólo de plancton y

plantas marinas, utilizaba su diente para morder jugando a otros peces como él

o incluso más grandes. Él pensaba que era divertido, pero la verdad es que a

los demás no les hacía nada de gracia.

El pez mordedor poco a poco se fue quedando sin amigos, hasta que se quedó

más solo que la una. Y como no tenía amigos con los que jugar, empezó a

morder a peces desconocidos. Estos peces no sabían que el pez estaba de

broma, y se enfadaban mucho cuando les mordía. En una ocasión, mordió a un

enorme tiburón que se enfadó tanto que estuvo a punto de comérselo. Menos

mal que se dio cuenta a tiempo y se escondió en un arrecife cercano.

Los que habían sido amigos del pez mordedor estaban preocupados por él.

Puede que él creyera que sus juegos eran muy divertidos, pero si seguía así

iba a acabar muy mal. Así que decidieron ir a hablar con él urgentemente para
que cambiara.

Pero alguien se les adelantó. Unos peces a los que el pez mordedor había

mordido en un par de ocasiones le regalaron una piedra que habían pintado de

verde diciéndole que era una nueva clase de alga marina. El pobre pez se la

quiso comer y se rompió su preciado dientecillo.

Cuando los amigos del pez mordedor acudieron en su ayuda se lo encontraron

llorando, muy angustiado por haber perdido su valioso diente.

- ¿Qué hacéis vosotros aquí? -dijo el pez mordedor a los otros peces-. Creía

que ya no queríais saber nada de mí.

-Veníamos a advertirte de que algo como esto te acabaría pasando -dijo uno de

ellos-. Pero parece que hemos llegado tarde.

- ¿No te das cuenta de que tus juegos son sólo divertidos para ti? -dijo otro de

los peces-. Cuando juegas con otros lo bueno que es que todos se diviertan, no

sólo tú.

-Lo siento, amigos -dijo el pez mordedor-. He aprendido la lección demasiado

tarde. Espero que al menos podáis perdonarme.


- ¡Por supuesto, te perdonamos! -dijeron todos los peces a coro. ¿Para qué

están los amigos?

En ese momento apareció el Hada Sirena, una criatura excepcional que no

suele dejarse ver entre sus vecinos marinos. Todos los peces quedaron

maravillados ante su belleza y ante la ternura y la paz de su mirada.

-Como veo que estás arrepentido te voy a hacer un regalo -dijo el Hada

Sirena-. Si prometes no volver a morder a nadie te devolveré tu diente.

-Por supuesto, así lo haré -respondió el pez.

El Hada Sirena devolvió al pez su diente y el pez mordedor recuperó también a

sus amigos, que le regalaron un pez de mentira para que lo mordiera cuando

tuviera ganas de jugar. Y así todos vivieron felices para siempre.


EL PODER DEL ARTE
El poder del arte debería estar presente

En todas las ciudades y en su gente

Creando nuevos proyectos artísticos

Mostrándose como paisajes turísticos

Con las calles llenas de dibujos y colores

Demostrando y resaltando los valores

Los ciudadanos deben reflexionar

Sobre sus valores y ética al accionar

Y a través del arte en la ciudad

Este propósito se puede lograr

La ciudadanía creativa en acción

Para alejarnos de toda aberración

Y recuperar la buena sociedad

Basada en el amor y la verdad

En el arte encontramos la bondad

La que es necesaria para la unidad

La creatividad es muy importante

Es la forma de ver una ciudad brillante

Llena del arte más deleitante

Que cautivan todos los sentidos

Y que aceleran los latidos

En el arte encontramos la paz

Y con la creatividad seremos más


Los que queremos a una sociedad

Llena de alegría y de bondad

POESIA PODER DEL ARTE

Mis ojos, que codician cosas bellas

como mi alma anhela su salud,

no ostentan más virtud

que al cielo aspire, que mirar aquellas.

De las altas estrellas

desciende un esplendor

que incita a ir tras ellas

y aquí se llama amor.

No encuentra el corazón nada mejor

que lo enamore, y arda y aconseje

que dos ojos que a dos astros semejen.

S-ar putea să vă placă și