Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
¿Doce mandamientos?
La Biblia dice claramente que los mandamientos son diez (Dt 4,13;
10,4). Pero aquí está la primera dificultad: cuando nosotros los contamos, en
realidad no aparecen diez sino doce. Estos son:
La propuesta judía
La propuesta cristiana
Con el paso del tiempo, la lista tomó tanta importancia entre los
israelitas, que comenzaron a atribuírsela a Moisés. Lo cual en parte era
cierto, ya que Moisés había sido el legislador y el organizador de toda la
vida legal del pueblo. Por lo tanto, decir que Moisés se los había dado al
pueblo en el monte Sinaí, era de alguna manera hacer justicia con quien
había sido el gran inspirador de toda la legislación de Israel.
Así, pues, como el pueblo de Israel habría adaptado una serie de
mandamientos y se los habría atribuido a Moisés, también la Iglesia, el
nuevo pueblo de Israel, cuando lo creyó conveniente, reactualizó esos 10
mandamientos para la vida de los cristianos en la Iglesia. En esto sigue la
tradición de la Biblia.
De Yahvé a Jesús
Cierto día, un joven le preguntó a Jesús qué debía hacer para salvarse
(Mc 10,17-22). Y el Señor le contestó que guardara los mandamientos. Pero
sólo le mencionó los preceptos referidos al prójimo (no matarás, no robarás,
no mentirás).Llama la atención e impresiona la ausencia del 1° mandamiento
en labios de Jesús de seguir sólo a Yahvé, cuando se ve la importancia y
centralidad que tenía para los judíos.
Un solo texto del libro del Deuteronomio, intenta dar una explicación
al decir: “No vayan a hacerse ninguna escultura, porque ustedes no vieron
ninguna figura el día en que Yahvé les habló en el monte Horeb, de en medio
del fuego” (Dt 4,15). Horeb es otro de los nombres del monte Sinaí. Es
decir, cuando Dios les había hablado en el monte, ellos solamente oyeron su
voz sin ver imagen alguna.
La supuesta razón
Ahora sí la voz
No va más
La imagen obligatoria
La tercera vez que esta ley aparece, es en las llanuras de Moab, años
más tarde, cuando los hebreos están por lanzarse a la conquista de la tierra
prometida. Moisés, a punto de morir, reúne al pueblo y le ordena: “Harás
pagar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por
pie” (Dt 21,19). Por eso, esta leyrecibió el nombre de “Talión”. Porque si uno
había hecho “tal” cosa (en latín “talis”), se le daba “tal” castigo.
Venganzas desgarradoras
A falta de policía
La misma Biblia nos relata cómo una muchacha llamada Dina, fue
raptada y violada por Siquem. Entonces sus hermanos, para repararlo,
fueron a donde vivía el violador y lo asesinaron a él, a su padre y a todos los
jóvenes varones de la ciudad (Gén 34,1-31).
Con estas palabras, Jesús propone una nueva ley, pero ahora de
perdón y no de venganza. Para explicar cómo funciona, él mismo da tres
ejemplos sacados de la vida diaria, pero que no deben tomarse literalmente,
pues se correría el riesgo de interpretar mal su mensaje. El primer ejemplo
es el de la bofetada. Jesús aclara que se refiere a la mejilla “derecha”. ¿Por
qué?
Supongamos que una persona está parada una frente a otra y quiere
darle un golpe en su mejilla derecha. ¿Cómo lo haría? Habitualmente uno
utiliza la mano derecha. Por lo tanto hay una sola manera: con el dorso de
esa mano. Ahora bien, según la ley rabínica, pegar con el dorso de la mano
era más humillante e insultante que hacerlo con la palma.
Por lo tanto, lo que quiso enseñar Jesús fue que aún cuando alguien
nos dirija un insulto grande y vergonzoso, no debemos responder con otro
insulto del mismo tipo. En la vida no recibimos con frecuencia bofetadas,
pero sí agravios y ofensas a veces desmedidas, equivalentes a un golpe con
el dorso para un judío. El cristiano es el que ha aprendido a no experimentar
resentimientos ni buscar venganza alguna.
La túnica y el manto
En el segundo ejemplo, dice que si alguien nos hace un juicio para
quitarnos la túnica, debemos darle también el manto. Aquí también hay
mucho más de lo que aparece superficialmente. La “túnica” era una especie
de vestido largo, generalmente hecho de algodón o lino, que se usaba sobre
el cuerpo y llegaba hasta las rodillas. Aun la persona más pobre tenía
generalmente más de una túnica para cambiársela frecuentemente.
Esto fue lo que le ocurrió a Simón de Cirene, un día que venía del
campo: fue obligado a cargar con la cruz de Jesús, que caminaba hasta el
Calvario (Mc 15,21).
Lo que quiso decir Jesús, fue que no debemos cumplir nuestras
obligaciones con amargura y rencor. Si se nos encomienda una tarea o
misión que no nos gusta, no debemos asumirla como un deber odioso,
rechazando interiormente a quien nos la pidió. Ya que prestaremos el
servicio, debemos ofrecerlo con alegría. Y no lo mínimo indispensable, sino ir
más allá, tratando de cumplir con lo que realmente se nos ha querido pedir.
Hay pocos pasajes del Evangelio que contengan con tanta pureza la
esencia de la ética cristiana, como el que acabamos de analizar. El mundo
espera, aún, verla puesta en práctica por los discípulos y discípulas del
Maestro.