Sunteți pe pagina 1din 2

Aborto penalizado

La despenalización restricta del aborto por parte de la Corte Constitucional en muy poco ira a
incidir en la práctica clandestina del aborto provocado, dado que el grueso de las
intervenciones tempranas del embarazo tiene como causa a la gestación indeseada.

El embarazo indeseado ha hecho de nuestra sociedad una sociedad abortista. De ahí que el
ginecobstetra debe enfrentarse con frecuencia a la solicitud de aborto. Existen tres actitudes
que puede asumir.

1. Actitud conservadora o de repulsa. La sola insinuación produce rechazo y pone fin a


la consulta. La formación de un medico actual, más aun si ha estado en contacto con la
bioética, no se presta para postura tan radical. Quien actúa así es de una ética
naturalista, cerrada, deshumanizada.
2. Actitud liberal o complaciente. Es el medico condescendiente o abortador de oficio.
Basta la solicitud de la mujer para proceder ejecutar el aborto, sin importar las
circunstancias que rodean el caso. Acceder al querer de su paciente sin ningún análisis
o consideración previos, pone al descubierto a un profesional mercantilista, vacío de
toda formación ética.
3. Actitud humana o paternalista. es, sin duda la más recomendable, pues se cie al
espíritu médico, que nos es otro que velar por los mejores intereses de nuestros
pacientes, la mujer y su hijo en gestación. Alguien acude a nosotros en busca de ayuda
y hay que proporcionársela en la mejor forma, según nuestro criterio técnico y ético.
Es esa la misión del médico.

El dialogo médico-paciente sí que es trascendente en la circunstancia que analizamos. Esa


comunicación mutua, ese inducir a la reflexión, permite hacer de verdad consciente el
derecho de autonomía. Bien sabemos que este derecho tiene validez moral y jurídica mientras
no atente contra la autonomía de otro.

Seguramente el ginecobstreta que se ha tomado el trabajo de adelantar el proceso de


reflexión durante la consulta, no practica que abortos. Frente al pluralismo moral aceptado
hoy, el médico debe ser comprensivo y tolerante. Siendo así, el siguiente paso no es despedir a
la paciente, abandonándola a su propia suerte. Si su conciencia lo inclina por el principio de
beneficencia que favorece a la madre y no es abortista practicante, deberá insistir en los
peligros que conlleva un procedimiento ejecutado por manos inexpertas.

Intervenciones innecesarias

Frente a una circunstancia dada, la pregunta fundamenta de a conciencia o moral subjetiva es,
¿Qué dedo hacer? Recuérdese que no todo lo que se puede hacer se debe hacer. Lo que debo
hacer es aquello que, pudiéndose hacer va a beneficiar al otro, siempre y cuando no vaya en
contra de los intereses de un tercero, ni de la comunidad, ni de mis principios morales, ni
normas establecidas por la sociedad.

La ligereza en la toma de decisiones en el ejercicio de la ginecobtetricia suele conducir a


comportamientos incorrectos. Someter a la paciente a procedimientos quirúrgicos, sencillos o
complicados, sin existir plena justificación para hacerlo, es una manera incorrecta de actuar.
La operación cesárea es una de las intervenciones que con mayor liberalidad se prodiga,
debido a que hay ginecobstreta que consideran que el parto abdominal, o contranatural, es el
método legitimo para enfrentar y solucionar todas las dificultades obstétricas. Existen
suficientes estadísticas que señalan que el parto vaginal puede ocurrir sin exponer a la mujer
al feto a mayores riesgos de los normales, en circunstancias aparentemente desfavorables.

Por supuesto que para ello se necesita que el medico ginecobstetra posea tres virtudes
indispensables: ciencia, conciencia y paciencia. La falta u omisión de ellas se resta para que el
acto médico tenga visos antiéticos. Por eso es precisó reflexionar sobre la responsabilidad
ética que cabe a las escuelas de Medicina formadores de especialistas ginecobstetricia.

S-ar putea să vă placă și