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AÑOS 80.

Angie Carolina Pinilla Orjuela


Nataly Sierra Vasco
Sebastian Rivero Ángel
Daniel Arturo Pérez Rivera

La década de los 80 para el país parece ser un tiempo de grandes sucesos en el país.
En Colombia, la ola de violencia sigue en crecimiento, se empiezan a visibilizar las
dinámicas de guerra propuestas por el nuevo fenómeno: el narcotráfico. De este
modo, la confluencia de gremios violentados, los desajustes en materia económica,
comicios de gran relevancia e incluso, eventos deportivos con una “leve” mancha
hacen de la década de los 80, un caldo cultivo importante; mezcla producto de un
recorrido histórico y base para lo venidero en el país.

Un aire de resistencia ante la violencia que se daba para la época y dolor que esta
dejaba a su paso, se vio reflejado en la masiva apertura de museos en diferentes
ciudades, tales como: Bogotá, Medellín y Calí. De hecho, podemos visualizar a estas
instituciones de carácter público denotando su responsabilidad de representación y
acción frente a la situación del momento, viviendo el aquí y ahora fue como se logró
abrir paso a nuevos paradigmas de diálogo y discursos, los cuales permitieron a todos
los asistentes ver un claro reflejo de todas aquellas situaciones críticas invisibilizadas,
ya fuese por los medios de comunicación, el temor constante o ya la dada por sentada
resignación completa de no poder cambiar el país.

Otra de las alternativas que se utilizó para manifestar la violencia que se vivía en el
país fue la literatura, y esto se vio reflejado cuando el 21 octubre de 1982 se le otorgó
el premio Nobel de literatura a Gabriel García Márquez por su novela Cien años de
soledad, en la que el autor aborda temas de la violencia que han marcado el país,
como la violencia que se desencadenó por el bipartidismo (liberales contra
conservadores), y los hechos que en ese entonces se consideraban tabús, como la
masacre de las bananeras, en donde se asesinaron cientos de campesinos y obreros
a manos del Estado en su búsqueda por satisfacer las peticiones hechas por parte de
la compañía bananera extranjera (United Fruit Company).
Un hito que marcó la época de la violencia y la represión al movimiento estudiantil,
fueron los hechos ocurridos desde 1982 hasta 1984, en donde a partir de prácticas
violetas dirigidas a los distintos miembros de dicho movimiento, se buscaba callar las
voces que representaban la preocupación por la calidad de la educación, y sobre todo
la accesibilidad total y democratización de la misma. Dentro de dichas prácticas se
implementaba la desaparición forzada, la tortura y el asesinato; fueron tantos los
casos que ocurrieron en esta época, que las familias de las víctimas, en su búsqueda
de la verdad, conforman lo que se conoce como Colectivo 82. Este grupo trabajó, y
aún lo hace, en el esclarecimiento de los hechos y la búsqueda de perdón y justicia
para los familiares. Por otra parte, el 16 de mayo de 1984, sucedió uno de los
desalojos más violentos en la historia de la Universidad Nacional. Ese día ingresó la
policía y el ejército en motos, arrasando con todo y con todas las personas que
encontraban a su paso. Se habla de aproximadamente 17 estudiantes muertos y 113
heridos. Según las narraciones, las causas que generaron el tropel fueron, en primer
lugar, la tortura y el asesinato del estudiante Jesús León Patiño, quien hacía parte del
grupo que velaba por el bienestar universitario, que en ese entonces se conformaba
por las residencias estudiantiles y el comedor. Sin embargo, el Estado quería acabar
con las residencias, pues afirmaba que era un "nido de terroristas". Luego del 16 de
mayo, la Universidad Nacional cerró sus puertas por aproximadamente 2 años,
durante los cuales se reformaron las políticas educativas. El general de la policía de
ese entonces (Ignacio Caicedo) salió en los medios de comunicación afirmando que
la policía ni siquiera entró en la institución educativa.

Durante esta década, se recrudece el problema del Cocinol. Este producto era
distribuido por el Estado y se compraba en las JAL. Esta gasolina, usualmente rendida
con ACPM era el combustible que hacía entrar en funcionamiento las estufas de la
gran mayoría de colombianos. Los problemas en cuanto a convivencia y los
accidentes producidos por este hidrocarburo son varios: las personas se peleaban en
las filas de espera, acampaban y esperaban varias horas a que llegara el combustible
al barrio, se rendía con ACPM para que el producto no se agotara pronto, era
altamente inflamable y por último, la cantidad designada para el barrio usualmente no
llegaba puesto que los camiones hacían paradas en lugares clandestinos para que
los revendedores tuvieran combustible para vender a precios muchos más altos.
A finales de la década correspondiente, sobre 1989, empezamos a hablar de la
conformación de un movimiento estudiantil organizado, básicamente del primero. Es
importante reconocer que la conformación de este grupo de estudiantes no sería
posible sin el esfuerzo y los hechos protagonizados años y periodos presidenciales
anteriores que colaboran en la conformación de este movimiento. No obstante,
también es importante reconocer que más allá de las situaciones acaecidas en el país,
otros contextos como el político motivan la formación de estos grupos en tanto las
acciones de estos lugares afectan directa e indirectamente la situación del
estudiantado.
Años atrás, con la finalización del Frente Nacional tenemos una actividad política
realmente empobrecida, puesto que, la participación política estaba sesgada
únicamente para dos partidos políticos (liberales y conservadores) y las propuestas
alternativas habían quedado silenciadas. No obstante, luego de la finalización,
partidos alternativos como MRL y la ANAPO se ven fortalecidos en cuanto a militancia;
personas que ya no se reconocen dentro de las propuestas de sus partidos
tradicionales y ven en estos partidos, una nueva forma de manifestar su postura
política.
Luego de esto, en el periodo de Turbay Ayala (78 - 82), las propuestas de seguridad
recrudecen la violencia en las áreas urbanas y esto claramente, violenta y afecta a la
comunidad estudiantil. Para el gobierno en rigor para la época, el Estatuto de
Seguridad era básicamente un eufemismo y más bien, manifestaba una figura mucho
más parecida a un Estado de Sitio permanente, es decir, un dispositivo activado por
el mismo poder ejecutivo que buscaba minimizar las manifestaciones y todo viso de
subversión a lo largo y ancho del país.
Luego, en el último periodo de la época de los 80 con Virgilio Barco, empieza el
empoderamiento de nuevos grupos alternativos, algunos de izquierda tales como:
JUCO, JUPA, MOIR y Fersinpermiso, este último de mayor relevancia por sus
dinámicas de trabajo centradas en el trabajo en comunidad y la importancia del trabajo
en los barrios. Es en este periodo donde el movimiento estudiantil encuentra un
momento perfecto para la manifestación y para ejercer tareas que eran necesarias en
la esfera política.
Conjuntamente a todos estos hechos, es necesario resaltar el papel del arte para la
época, así que bien, la primera edición del Festival Iberoamericano de Teatro en
Bogotá, tal y como lo dice el eslogan entregado para es año fue: “Un acto de fe en
Colombia”, de la mano de Fanny Mikey y Ramiro Osorio, grandes exponentes de las
artes escénicas en Iberoamérica, para el 25 de Marzo de 1988 con 55 obras teatrales,
1 musical, 4 obras de danza, 2 obras (Teatro a las calles), se entregó a una ciudad
inmersa en el caos lo que se conoce hoy día como uno de los festivales de artes
escénicas más grandes del mundo, a pesar de querer ser frenado por aquellos cuyo
único objetivo era mantener desequilibrado el país, el festival fue todo un éxito, y la
acogida del público fue absurdamente masiva, la intimidación a través de una bomba
puesta el cuarto día del festival en el teatro nacional, no fue razón suficiente para
entregar el eslogan al vacío.
Así pues, con el asesinato de Galán, para el 25 de Agosto, aproximadamente 25.000
estudiantes tanto universitarios como de los colegios más representativos, inundaron
las calles de las diferentes ciudades del país en una sola voz silenciada y llena de
dolor, de protesta, exigiendo a los diferentes agentes que patrocinaban el río de
sangre que ahogaba al país: un basta contundente, fue tal el furor de esta
manifestación reconocida en documentos oficiales como la segunda marcha del
silencio en Colombia, que de allí, salió el comunicado de prensa: “Todos podemos
salvar a Colombia” en el cual, se exige un referendo o plebiscito como mecanismo a
la reforma de la constitución.
Para ello, primeramente se realizó una recolección de firmas para que el jefe de
estado provisionará los mecanismos necesarios para hacer factible el plebiscito,
seguido de esto y claramente altamente respaldados por el clamor de un pueblo
sumido en la incertidumbre, se exige la culminación de auxilios parlamentarios y en
ese mismo orden de ideas, el poder ejercer la influencia sobre el elegido. Así es como
empieza el movimiento que impulsó “La séptima papeleta”, promovida por los medios
liberales, estudiantes y políticos, la cual se consigue para los 90’s y logra finalmente
lo que hoy día se conoce como: Constitución Política de Colombia (1991).
También, a finales de la década, específicamente el 3 de Julio ocurre un cataclismo
en la economía de Colombia. En Londres, se da por finalizado el pacto cafetero, pacto
encargado de la regulación de los precios en el mercado del bulto del café; finalización
que provoca la entrada del producto en las dinámicas del libre mercado. Así pues, las
razones por las que se da el fin del acuerdo es, básicamente, por el desacuerdo entre
países productores y países compradores en tanto a estos últimos no les parecía
correcto las cuotas de producción ni la regulación correspondiente del precio. En
materia económica, para aquel entonces, la producción de Café en el país
representaba el 10% del PIB nacional y con la culminación del acuerdo, la libra incluso
llegó a precio de US$0.69.

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