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corrupción e impunidad"
CIENCIAS DE LA SALUD
PSICOLOGÍA
PRUEBAS PSICOMETRICAS
III
INTRODUCCIÓN
El analfabetismo emocional requiere de un compromiso de padres y educadores con el
propósito de educar a los niños en el manejo apropiado de sus emociones.
Cada vez es más evidente la depresión en los niños y jóvenes como consecuencia de la
dinámica de la modernidad, que exige el éxito cueste lo que cueste y nos arrolla con el
impresionante auge y poder del consumismo, la violencia, la incomprensión, la depresión
y el pesimismo de los adultos. La depresión influye en la dinámica escolar, personal y
social de los afectados. “La depresión interfiere en su memoria y su concentración,
haciéndoles más difícil prestar atención en clase y retener lo que se les enseña”. Muchos
no logran dominar la agresividad y se aíslan fácilmente. Son sensibles a las injusticias y a
la posibilidad de ser tratados injustamente. Se consideran víctimas. Cuando llegan a su
punto máximo de furia, estallan o reparten golpes. Los depresivos perciben la realidad de
manera alterada. Pierden la habilidad para relacionarse con los demás y la forma de
interpretar los contratiempos.
En tanto, que en gran medida, parte de la tendencia a la depresión obedece casi con
certeza a causas genéticas, algo de esta tendencia parece deberse a reversibles hábitos
pesimistas de pensamiento, que predisponen a los niños a reaccionar ante cualquier
pequeña derrota que sufren en la vida, fracasos escolares, una discusión con sus padres,
un rechazo social, cayendo en la depresión.
LA ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL
EL MALESTAR EMOCIONAL:
Estos son, en términos generales, los ámbitos en los que ha habido un franco
empeoramiento:
DOMAR LA AGRESIÓN:
Los niños que son agresivos durante sus primeros años son propensos a presentar
problemas emocionales o de otro tipo a futuro y en su ambiente familiar se combinan dos
características la primera es que sus padres generalmente permanecen ausentes y la
segunda es que hacen valer su autoridad a través de castigos severos y caprichosos.
Por lo general son niños que perciben desprecio donde no lo hay e interpreta situaciones
neutras como amenazantes respondiendo de manera agresiva estallando y repartiendo
golpes.
Estos niños son emocionalmente vulnerables ya que tienen un umbral bajo para soportar
cualquier malestar, irritándose cada vez con mayor frecuencia”.
La estructura mental que acompaña a los niños agresivos a lo largo de su vida, permite
confirmar que casi con seguridad terminaran metiéndose en problemas.
Un estudio realizado con delincuentes juveniles convictos por crímenes violentos
demostró que poseen en común una misma estructura mental; si tienen problemas con
otras personas inmediatamente ocupan el papel de antagónico.
Estos niños en los primeros grados son indisciplinados, incapaces de llevarse bien con los
demás niños, desobedientes con sus padres y resistentes a la autoridad del docente;
durante los años de adolescencia se transforman en delincuentes.
Los niños agresivos debido a su baja capacidad para dominarse son malos estudiantes y
son vistos por los demás y por ellos mismos como tontos. A nivel académico muestra un
fracaso más rotundo habitualmente cuando se encuentran cursando tercer grado.
En los jóvenes adolescentes agresivos las fuerzas psicológicas que actúan intensifican lo
posibilidad que terminen como violentos y desarrollen actividades delictivas pero en las
jóvenes es más común que se conviertan en madres a temprana edad.
Para finalizar propone que el proporcionar una ayuda oportuna a estos jóvenes agresivos
puede cambiar su actitud y detener su camino hacia la delincuencia y esto se puede
lograr a través de enseñarles a controlar sus sentimientos.
PREVENCIÓN DE LA DEPRESIÓN:
Los problemas de relación tanto con los padres como con los compañeros constituyen el
detonante más frecuente de la depresión entre los adolescentes. Los niños y los
adolescentes deprimidos se muestran remisos o incapaces de hablar de su depresión, no
suelen ser muy diestros para etiquetar adecuadamente sus sentimientos y tienden a ser
irritables, impacientes, caprichosos y malhumorados, especialmente con sus padres, lo
cual constituye una dificultad añadida a la hora de que éstos les brinden la guía y el
soporte emocional que el niño deprimido tanto necesita, iniciando así un círculo vicioso
que suele originar toda clase de disputas.
Una observación minuciosa de las causas de la depresión juvenil señala la presencia de
serias deficiencias en dos competencias emocionales fundamentales: la capacidad de
relacionarse y la forma de interpretar los reveses y contratiempos de la vida.
Aunque la tendencia a la depresión tenga un origen parcialmente genético, su causa
principal parece radicar en los hábitos mentales pesimistas aunque reversibles que
predisponen a los niños a reaccionar ante los pequeños contratiempos de la vida las
malas notas, las discusiones con los padres o el rechazo social sumiéndose en la
depresión. Y existen indicios que nos sugieren que la predisposición a la depresión
cualquiera sea su causa está extendiéndose a gran velocidad entre los jóvenes.
.
EL PRECIO DE LA MODERNIDAD: EL AUMENTO DE LA DEPRESIÓN:
El mismo modo que el siglo XX ha estado caracterizado por ser la Era de la Ansiedad, los
años que jalonan el final de este milenio parecen anunciar el advenimiento de una Era de
la Melancolía. Todos los datos parecen hablarnos de una epidemia de depresión a escala
mundial, una epidemia que corre a la expansión del estilo de vida del mundo moderno.
Desde los comienzos de este siglo, cada nueva generación se ha visto más expuesta que
la precedente a sufrir depresión, y no nos referimos sólo a la melancolía sino a la
insensibilidad, el abatimiento, la autocompasión y la desesperación, y no sólo esto, sino
que los episodios depresivos se inician a una edad cada vez más temprana. De este
modo, la depresión infantil desconocida o, cuanto menos, no reconocida en el pasado
están emergiendo como un decorado cada vez más frecuente en el escenario del mundo
actual.
Aunque las probabilidades de padecer una depresión se incrementan con la edad, en la
actualidad el aumento más alarmante se produce entre los individuos más jóvenes. La
probabilidad de que una persona nacida después de 1955 sufra una depresión mayor a lo
largo de la vida es en un buen número de países tres veces, al menos, superior a la de
sus abuelos. El porcentaje de personas aquejadas de depresión en algún momento de su
vida entre los norteamericanos nacidos antes de 1905, era sólo de un 1% pero, después
de 1955, la proporción de personas deprimidas antes de haber cumplido los veinticuatro
años ha aumentado hasta el 6%. Por su parte, la probabilidad de que los nacidos entre
1945 y 1954 experimenten una depresión antes de llegar a los treinta y cuatro años es
diez veces superior a las de las personas nacidas entre 1905 y 1914. De este modo, a
medida que ha ido transcurriendo el siglo, la irrupción del primer episodio de depresión
tiende a ocurrir a una edad cada vez más temprana.
LA DEPRESION INFANTIL:
Es evidente que todos los niños se entristecen alguna que otra vez y que, al igual que
ocurre en la madurez, la niñez y la adolescencia son épocas de decepciones ocasionales
y pérdidas más o menos importantes que van acompañadas del correspondiente pesar.
El resultado final es que los niños deprimidos terminan siendo ignorados o rechazados.
Este tipo de carencia en su bagaje interpersonal les impide sacar partido del aprendizaje
natural que se produce en medio de la bulliciosa actividad del patio de recreo y así suelen
acabar arrastrando un lastre emocional y social del que deberán desprenderse cuando
salgan de la depresión. En suma, el hecho es que los niños deprimidos son más ineptos
socialmente, tienen menos amigos, son menos elegidos como compañeros de juego,
suelen caer menos simpáticos y, en consecuencia, tienen más problemas de relación.
Otro precio que deben pagar estos niños por su depresión es el pobre rendimiento
escolar. La depresión dificulta la memoria y la concentración, impidiéndoles prestar
atención y asimilar lo que se les enseña. Un niño que no siente ilusión por nada
encontrará prácticamente imposible acopiar la energía suficiente para que las lecciones
del profesor le estimulen de algún modo.
Al igual que ocurre con los adultos, las interpretaciones pesimistas de los contratiempos
de la vida parecen alimentar la desesperanza y la impotencia que yacen en el núcleo de la
depresión infantil. Hace mucho tiempo que se sabe que las personas que ya están
deprimidas albergan este tipo de pensamientos, lo que resulta sorprendente es que los
niños propensos a la melancolía tienden a albergar esta visión pesimista antes de caer en
la depresión.
Los estudios sobre las creencias que sustentan los niños acerca de las posibilidades que
tienen de controlar lo que les sucede o de su capacidad para transformar positivamente
sus vidas nos brindan una prueba evidente en este sentido, esto es algo que podemos
constatar en las valoraciones que hacen los niños sobre sí mismos en frases tales como
«no tengo dificultades para resolver los problemas cuando éstos se presentan» o «si me
esfuerzo soy capaz de sacar buenas notas». Los niños que son incapaces de pensar de
esta manera sienten que no pueden hacer nada para cambiar las cosas, lo cual genera
una sensación de impotencia que es más acusada en el caso de los niños más
deprimidos.
Es posible enseñar a los niños formas más eficaces de afrontar los problemas y disminuir
así el riesgo de la depresión infantil.
Si queremos intervenir eficazmente en problemas psiquiátricos tales como la depresión,
tenemos que hacer algo antes de que los niños enfermen. La única solución parece pasar
por algún tipo de vacuna psicológica
Los niños que no son populares muestran menos capacidad para comunicar sus
emociones y para medir las señales claves y cuando lo hacen cuentan con un repertorio
limitado de respuestas, por otro lado corren el riesgo de abandonar la escuela debido al
rechazo por parte de sus compañeros.
Existen dos clases distintas de tendencias emocionales que llevan a los niños a
determinar cómo proscrito social. Una de ellas es la propensión a tener ataques de furia y
a percibir hostilidad donde no la hay. La segunda es ser tímidos ansiosos y socialmente
retraídos. Pero por sobre todos estos factores del temperamento, son los chicos que
están al margen, aquellos cuya torpeza hace sentir incómodos a los demás, los que
tienden a ser dejados de lado.
En la lotería por la presencia de los otros. Estos chicos pierden por carecer de la clave de
criterios emocionales: no son vistos por los otros como divertidos, y no saben hacer que el
chico que se encuentra con ellos se sienta mejor.
Son propensos a abandonar si pierden, a enfurruñarse, a engañar y a lardear si ganan.
Las consecuencias de terminar socialmente marginados se agravan cuando el niño llega
a la adultez. Es en el calor de las amistades íntimas y en el tumulto del juego que el niño
perfecciona las habilidades sociales y emocionales que aplicará en sus relaciones futuras:
Los niños que son excluidos de este aspecto del aprendizaje quedan, inevitablemente, en
desventaja.
Los niños que son rechazados muestran ansiedad y preocupación mostrándose más
depresivos y solitarios, lo que los lleva a un estado de aislamiento que no les permite un
crecimiento emocional.
EL APRENDIZAJE DE LA AMISTAD:
Pero existe una puerta abierta a la esperanza para los niños rechazados. Steven Asher,
psicólogo de la Universidad de Illinois, ha diseñado un programa de «adiestramiento para
la amistad» destinado a los niños impopulares que ha tenido cierto éxito, organizó seis
sesiones para enseñarles el modo de inducirles a «una participación más agradable en
los juegos», enseñándoles a ser «más amistosos, divertidos y simpáticos. Concibió
también un programa destinado a adiestrar a los niños marginados en la mejora de su
capacidad para interpretar y responder adecuadamente a los sentimientos de los demás.
Quienes toman este hábito utilizan la sustancia como una especie de medina que
resuelve los problemas calmando su ansiedad, enfado o depresión. Los que se muestran
más vulnerables a la adicción parecen encontrar en las drogas o en el alcohol una forma
instantáneas de calmar las emociones que los han perturbado durante años.
Por otra parte plantea que ciertas pautas emocionales parecen volver a las personas más
propensas a encontrar alivio emocional en una sustancia que en otra.
A nivel emocional lo que los lleva a crear dependencia a una sustancia o al alcohol es el
alto índice de agitación impulsividad y tedio o calmar la ansiedad.
Un papel que la aptitud emocional juega por encima de la familia y las fuerzas
económicas: puede ser decisiva para determinar en qué medida un niño o adolescente
cualquiera ha sido perjudicado por estas dificultades, o si ha logrado hallar un núcleo de
resistencia y capacidad de recuperación para sobrevivir a ellas.
LA INFORMACIÓN NO ES SUFICIENTE:
No existe un único perfil del niño que es particularmente vulnerable al abuso sexual pero
casi todos se sienten desprotegidos e incapaces de resistir por sí solos, y aislados por lo
que les ha sucedido. Los programas más eficaces complementan la información básica
sobre los abusos sexuales con el adiestramiento en las habilidades emocionales y
sociales fundamentales. Estos programas enseñan a los niños a resolver de un modo más
positivo los conflictos interpersonales, a tener más confianza en sí mismos, a no
despreciarse sí algo malo llegara a ocurrir y a sentir que cuentan con la red de apoyo de
los maestros y los familiares, a quienes pueden pedir ayuda. Y, por último, si algo no
deseado llegara a sucederles, estarían mucho más dispuestos a denunciarlo.
Estos descubrimientos nos han obligado a revisar los elementos óptimos que debe
contener un programa de prevención eficaz, un programa que se base tan sólo en
aquellos ingredientes que, tras una evaluación objetiva, hayan demostrado ser
verdaderamente eficaces. Entre estas habilidades emocionales se incluyen la conciencia
de uno mismo; la capacidad para identificar, expresar y controlar los sentimientos; la
habilidad de controlar los impulsos y posponer la gratificación, y la capacidad de manejar
las sensaciones de tensión y de ansiedad. Una aptitud clave para dominar los impulsos
consiste en conocer la diferencia entre los sentimientos y las acciones y en aprender a
adoptar mejores decisiones emocionales, controlando el impulso de actuar e identificando
las distintas alternativas de acción y sus posibles consecuencias. Muchas de estas
habilidades son marcadamente interpersonales: la capacidad de interpretar
adecuadamente los signos emocionales y sociales, la de escuchar, de resistirse a las
influencias negativas, de asumir la perspectiva de los demás y de comprender la conducta
que resulte más apropiada a una determinada situación.
Y estas habilidades emocionales y sociales indispensables para la vida pueden ayudamos
también a solucionar la mayoría si no todos de los problemas. Bien podríamos afirmar que
se trata de una vacuna universal para afrontar todo tipo de problemas (incluido el
embarazo no deseado de las jóvenes y el suicidio infantil).
Pero también hemos de admitir, en honor a la verdad, que las causas subyacentes a
estos problemas son muy complejas y se hallan entrelazadas con factores como la
dotación biológica, la dinámica familiar, la política social y la subcultura urbana. No existe
un único tipo de intervención incluyendo a la intervención emocional que sea capaz
resolver todos estos problemas.
Los estudiantes que cursan Ciencia del Yo aprenden que la cuestión no es evitar los
conflictos si no es resolver los desacuerdos y resentimientos antes de que se conviertan
en pelea encarnizada. El hecho de poner en funcionamiento la «asertividad» y la
«escucha activa», se convierte así, en algo más que frases vacías; son verdaderas
formas de reaccionar a las que pueden apelar en aquellos momentos en que realmente lo
necesiten.
Los problemas que salen a la luz varían de acuerdo al grado. A los grados inferiores lo
típico es sentir la burla, ser deslazados del medio.
En la Ciencia del Yo se convertirán en los temas del día. Las cuestiones que los alumnos
traen a la clase suministran los ejemplos reales que tanto los alumnos como los maestros
pueden utilizar para aplicar las habilidades que están aprendiendo, tales como el método
de solución de los conflictos.
El programa de la Ciencia del Yo, en uso casi veinte años, propone un modelo para la
enseñanza de la inteligencia emocional.
Una habilidad social clave es la empatía, o sea, comprender los sentimientos de otros y
sus perspectivas, y respetar las diferencias que cada uno siente respecto a la misma
cosa.
Las lecciones sobre las emociones pueden seguir naturalmente en la clase de lectura y
escritura, de salud, de ciencia, de estudios sociales, como de otros cursos corrientes. En
algunas escuelas es un contenido separado en algunos grados mientras que en otras es
parte del programa de desarrollo.
Este proyecto ofrece un paquete de medidas que se adaptan a cursos ya existentes.
Dado que cada vez más niños reciben en su familia un apoyo seguro para transitar por la
vida, las escuelas pasan a ser el único lugar hacia donde pueden volverse las
comunidades en busca de correctivos para las deficiencias de los niños en la aptitud
social y emocional.
El hecho de que haya o no una clase específicamente dedicada a la estabilización
emocional pueden importar mucho menos que como son enseñadas estas lecciones.
AUTOCONCIENCIA EMOCIONAL
•Mejor reconocimiento y designación de las emociones.
•Mayor comprensión de las causas de los sentimientos.
•Reconocimiento de las diferencias existentes entre los sentimientos y las acciones.
EL CONTROL DE LAS EMOCIONES
•Mayor tolerancia a la frustración y mejor manejo de la ira.
•Menos agresiones verbales, menos peleas y menos interrupciones en clase.
•Mayor capacidad de expresar el enfado de una manera adecuada, sin necesidad de
llegar a las manos.
•Menos índice de suspensiones y expulsiones.
•Conducta menos agresiva y menos autodestructiva.
•Sentimientos más positivos con respecto a uno mismo, la escuela y la familia.
•Mejor control del estrés.
•Menor sensación de aislamiento y de ansiedad social.
APROVECHAMIENTO PRODUCTIVO DE LAS EMOCIONES
•Mayor responsabilidad.
•Capacidad de concentración y de prestar atención a la tarea que se lleve a cabo.
•Menor impulsividad y mayor autocontrol.
•Mejora de las puntuaciones obtenidas en los test de rendimiento.
EMPATÍA: LA COMPRENSIÓN DE LAS EMOCIONES
•Capacidad de asumir el punto de vista de otra persona.
•Mayor empatía y sensibilidad hacia los sentimientos de los demás.
•Mayor capacidad de escuchar al otro.
DIRIGIR LAS RELACIONES
•Mayor capacidad de analizar y comprender las relaciones.
•Mejora en la capacidad de resolver conflictos y negociar desacuerdos.
•Mejora en la solución de los problemas de relación. .
•Mayor popularidad y sociabilidad. Amistad y compromiso con los compañeros.
•Mayor atractivo social.
•Más preocupación y consideración hacia los demás.
•Más sociables y armoniosos en los grupos.
•Más participativos, cooperadores y solidarios.
•Más democráticos en el trato con los demás.
Existe una palabra muy antigua para referirse a todo el conjunto de habilidades
representadas por la inteligencia emocional: carácter.
Si el desarrollo del carácter constituye uno de los fundamentos de las sociedades
democráticas, la inteligencia emocional es uno de los armazones básicos del carácter. La
piedra de toque del carácter es la autodisciplina. Otro elemento fundamental del carácter
es la capacidad de motivarse y guiarse uno mismo, ya sea para hacer los deberes,
terminar un trabajo o levantarse cada mañana. La capacidad para dejar de tener en
cuenta exclusivamente nuestros propios intereses e impulsos tiene considerables
beneficios sociales, puesto que abre el camino a la empatía, a la auténtica escucha y a
asumir el punto de vista de los demás. Y la empatía, como ya hemos visto, conduce al
respeto, al altruismo y a la compasión. Ver las cosas desde el punto de vista de los demás
nos permite trascender los estereotipos sesgados y alienta la aceptación de las
diferencias y de la tolerancia, aptitudes más necesarias hoy que nunca en una sociedad
cada vez más plural, permitiéndonos vivir así en una comunidad basada en el respeto
mutuo que propicia la existencia de un discurso público constructivo.
Éstas, precisamente, son las artes fundamentales de la democracia.
Es evidente que una de las razones que explica la carencia de esta habilidad vital
fundamental es que hasta el momento la sociedad no se ha preocupado de que cada niño
sepa canalizar su cólera ni de que conozca los fundamentos de la resolución positiva de
los conflictos, como tampoco nos hemos molestado en enseñarles la empatía, el dominio
de los impulsos ni ninguno de los otros elementos fundamentales de la inteligencia
emocional Pero, al dejar que los niños aprendan por su cuenta estas lecciones
emocionales, corremos el riesgo de perder la crucial oportunidad que supone acomodar
estas enseñanzas a cada uno de los pasos de la lenta maduración del cerebro y ayudar
así a que los niños desarrollen un repertorio emocional más saludable.
A pesar del extraordinario interés demostrado por algunos educadores hacia la
alfabetización emocional, estos cursos son todavía excepcionales y la mayoría de los
maestros, directores de escuela y padres simplemente ignoran su existencia. Los
principales modelos al respecto tienen lugar fuera de la corriente principal de la educación
en un puñado de escuelas privadas y en unos pocos cientos de escuelas públicas.
Obviamente, ningún programa constituye una respuesta a todos los problemas. Pero dada
la crisis en la que nos encontramos, la problemática situación que atraviesan nuestros
niños y la ventana a la esperanza que parecen suponer los cursos de alfabetización
emocional, tal vez deberíamos preguntarnos si no sería necesario, ahora más que nunca,
enseñar a todos los niños las habilidades que resultan más esenciales para la vida.
CONCLUSIONES
-La Alfabetización emocional nos muestra las consecuencias que trae el no saber
encauzar la inteligencia emocional, aumentando los peligros como las drogas, la
depresión, la violencia. Pero también trata sobre los esfuerzos realizados para enseñar a
los niños las habilidades emocionales y sociales para mantener encarriladas sus vidas.
-El costo que se está haciendo por no tener un autodominio personal, se está viendo los
efectos en la sociedad norteamericana. Como el aumento de pandillaje juvenil, el
consumo de drogas entre los jóvenes y adolescentes, los robos a mano armada,
embarazos no deseados de jóvenes adolescentes, violencia en las calles, etc. Es por eso
se hace necesario el de tener una cultura de inteligencia emocional, en todos los aspectos
del desarrollo humano, desde la niñez hasta la adultez misma. Porque la adultez, porque
se está reflejando cifras alarmantes como el aumento de divorcios, el alejamiento de las
familias con respectos a su hijos, la productividad laboral muy bajos o conflictivas creando
un clima laboral inestable y no muy cálida.
-Los años de jardín de infantes marcan un pico de maduración de las “emociones
sociales” sentimientos como inseguridad, humildad, celos, envidia, orgullo y confianza,
todas las cuales requieren de la capacidad de compararse con los demás, el niño de cinco
años, cuando ingresa al amplio mundo social de la escuela, ingresa también al mundo de
las comparaciones sociales. La aparición de una nueva capacidad cognitiva: ser capaces
de compararse con otros en cualidades particulares, como: la popularidad, el atractivo, el
talento para patinar.
-Desde los seis a los once años, la escuela es una experiencia fundamental y definitoria,
que tendrá influencias marcadas sobre la adolescencia, y más allá de esta. La noción que
el niño tenga de su propio valor depende esencialmente de la habilidad que demuestre
para desempeñarse en la escuela.
-La pubertad dado que es una etapa de cambios extraordinarios en la biología del niño,
sus capacidades intelectuales, y su funcionamiento neurológico – es también un momento
crucial para las lecciones emocionales y sociales. “la mayoría de los adolescentes tienen
entre diez y quince años cuando quedan expuestos a la sexualidad, el alcohol, las drogas
y el tabaco”, y demás tentaciones. En esta coyuntura, resulta enormemente útil brindar
apoyo a las habilidades que tenga cada estudiante para construir relaciones estrechas y
atravesar las crisis de las amistades, y a nutrir su propia confianza en sí mismo.
-El carácter está sustentado en la autodisciplina. La piedra angular del carácter es la
capacidad de motivarse y guiarse uno mismo, ya sea haciendo los deberes, terminando
un trabajo, o levantándose a la mañana, la capacidad de diferir las gratificaciones y de
controlar y canalizar la urgencia de actuar es una habilidad emocional básica, lo que en
tiempos anteriores se llamaba voluntad, “necesitamos controlarnos a nosotros mismos,
nuestros apetitos, nuestras pasiones, para hacer el bien a otros.
BIBLIOGRAFÍA
http://resumen-libro-inteligencia-emocional.blogspot.com/p/quinta-parte.html
http://filologosiconoclasta.blogspot.com/2013/10/la-inteligencia-emocional-vista-
por.html
http://estrella-mflorez.blogspot.com/
http://tanilux.blogspot.com/2012/05/resumen-de-inteligencia-emocional-por.html
https://html.rincondelvago.com/inteligencia-emocional_daniel-goleman_7.html